Disclaimer: Todo le pertenece a Rowling. La historia es de Pilgrim67, quien me permitió traducirla. Merci à toi, Pilgrim! :)
Por favor, lean la nota de final de capítulo!
El andén 9 ¾
Durante mucho tiempo creí que lo lograría.
Olvidar Hogwarts.
Que sería simple, fácil. Olvidar siete años de mi vida, siete años de odio, siete años de miedo. Que bastaría ya no hablar de ello.
Y entonces hace algunas semanas llegó… La carta del colegio. Estaba dirigida a mi hijo, Scorpius, pero cuando la tomé, palidecí. Por supuesto, no era una sorpresa ya que la esperábamos, pero dejé en manos de su madre el anunciárselo.
No tenía ganas de recordar ese sitio que, sin embargo, conocía muy bien. No tenía nada que decir.
Cuando le entregué la carta a Scorpius, él estaba tan orgulloso que sonreí. Espero que no haya visto mi confusión. Mi esposa si lo vio, y bajó la mirada.
A pesar de la decepción de mi hijo, no los acompañé a comprar el material, no me interesaba, no son asuntos de hombres. Tenía otra cosa que hacer.
A su regreso, Scorpius desempacó todo frente a mí, para que apreciara la fineza y la exquisitez de las telas, los viejos libros, los ingredientes raros, su varita.
− ¿Ya viste qué tan fina es, papá? Es de avellano. Y la tuya, ¿de qué es?
Durante un momento no supe qué responder… La mía, ¿cuál? Durante un breve instante pensé en mi antigua varita, aquella que había perdido, aquella que tú me habías quitado aquel famoso día y mi garganta se cerró. Entonces hablé de la otra, la nueva.
− Es de serbal. Scorpius, ¿no crees que es tiempo de que guardes todo esto?
Durante la cena hizo preguntas sobre la escuela, inquieto y excitado al mismo tiempo.
Afortunadamente su madre le respondió. Recordaba los lugares, las clases, los profesores. Había amado Hogwarts. Era más joven que yo, no había vivido los acontecimientos de cerca.
Scorpius me miró:
− ¿Iré a Slytherin, papá? ¿Como tú?
− No sé… Es posible, sí.
− ¿Sería muy grave si fuera a otra casa? − murmuró.
− Claro que no, Scorpius, para nada − repuso mi esposa−. Yo estaba en Ravenclaw, todas las casas son honorables.
El guardó silencio, pensativo. A veces se parece tanto a mí que me da miedo. Introspectivamente pensé que sería una bendición que él no estuviera en Slytherin, ahí donde la noble familia de los Malfoy no dejó sólo recuerdos gloriosos. Pero, ¿cómo explicarle eso?
No dije nada, me levanté rápidamente y me dirigí a la biblioteca. Me refugié en una traducción antigua.
Intenté una vez más olvidar. Olvidar Hogwarts.
Pero estaba rodeado de los cuadros familiares y de los trofeos que recordaban esa escuela. El verde y el oro, por todos lados. La gloriosa línea Malfoy, de sangre tan pura. Premios anuales de padre a hijo.
De hecho, pienso que yo he sido el primero en no mostrar mis trofeos, mi insignia de sexto año. Haber sido Premio anual de Slytherin, no es algo de lo que puedas vanagloriarte en estos días.
Cuando se ha escogido el lado equivocado, no hay nada que exhibir.
Paso todos los días frente a esos símbolos, evitando cuidadosamente verlos. Una amnesia total y voluntaria. ¿Total?
Por supuesto el tema era tabú en mi casa. Desde la caída de Voldemort, nadie había vuelto a hacer alusión, excepto para preparar la defensa de mi padre, me imagino, pero eso nunca se hacía en mi presencia. No hablaban de esa infamia frente a mí. Mi madre sólo había caído en una melancolía persistente.
Never explain, never complain.
Y cuando lo encerraron en prisión, fingimos como si se hubiera ido de viaje, por un largo tiempo. O como si estuviera enfermo, en el hospital. Una enfermedad vergonzosa, como mínimo.
Ese silencio me convenía en aquel entonces. ¿Qué habríamos podido decir sobre ese tema, mis padres y yo, de todas formas? ¿Reconocer que nos habíamos equivocado? Hubiera sido negar siglos de certitudes, destruir los fundamentos de nuestra familia: la pureza de la sangre. El desprecio hacia los muggles. El respeto de las tradiciones.
Así que nos encerramos en casa, recibimos cada vez menos visitas, pero de todas formas mi madre era incapaz de mantener su rol de anfitriona. Demasiado frágil. Siempre había trampas escondidas en las conversaciones. Sospechas. Reproches.
Así que callamos. Y comencé mi diario. Como no podía hablar con mi madre, como ya no tenía padre, ningún amigo con quien hablar, escribí.
Páginas y páginas para exorcizar el mal, pero sin contarlo nunca directamente. Demasiado infamante. Sólo dándole vueltas, incansablemente, hasta perder la razón.
Entonces me sentí mejor, poco a poco.
Me casé, tuve un hijo, un Malfoy, sin lugar a dudas. Rubio y pálido. Una esposa abnegada. Una vida normal, en conclusión. Iba bien, hasta ese día en el andén.
Pero esta noche los recuerdos me llegan en masa y me cierran la garganta. ¿Por qué el fin de la historia modifica toda la historia? Ya no me quedan más que recuerdos dolorosos. Todo lo que me había parecido agradable, divertido en aquel momento, me vuelve ahora como elementos anunciadores de una broma horrible, cruel. Todo es sufrimiento. Mis amigos desaparecidos. Aquellas batallas estúpidas entre casas. Los valores desacreditados. Los antiguos recuerdos gloriosos vueltos vergonzosos.
Afortunadamente ya había olvidado todo. Había logrado vivir 19 años como si no hubiera pasado nada en esos 7 años. Años en blanco.
Blancos como mi piel, blancos como mis noches.
A lo más, podría ser, dolores de cabeza, fatiga, sangrado de nariz intempestivo, a veces. Afortunadamente tenía muy buenas pociones contra eso. Y muy a menudo me evadí gracias a ellas. Todo lo que me quedaba de mi profesor favorito era eso.
Las pociones, o como escaparse con ellas- mi profesor favorito, que también era mi padrino, pero que había muerto salvando a otro- me había enseñado al menos eso: el arte de las pociones. Mi escapatoria.
Escapar de la vida. De las ganas de nada. Para ayudarme a pasar otro día, rogando para que nada volviera a la superficie. El olvido total.
Viví una especie de vida paralela, como un sueño, perdido en mis traducciones antiguas. Las runas no me mentían, no me juzgaban. Siempre estaban ahí, fieles, eternas, confortantes. Mis cimientos.
Hablaban de una época que aún no había sido cambiada. Creo que mis traducciones son apreciadas por los expertos, utilizadas en las escuelas de magia, pero nunca quise salir de la mansión para recoger los frutos. Todo se hacía por correspondencia. Me sentía bien, en la mansión, rodeado de las caras de mis antepasados. Protegido.
De todas formas estaba cansado, todo el tiempo. ¿Para qué buscar los honores? Ya no tengo ninguna pretensión.
Ahora sé que había huido de todo riesgo, cualquier ocasión de cruzarme con un antiguo amigo, o peor, un antiguo enemigo. Pero estaba bien.
Solamente el frío, todo el tiempo, en mí.
oOo
Y entonces hubo aquel día en el andén 9 ¾. Nos encontrábamos un poco separados de los otros grupos de padres. Scorpius estaba pálido, tieso. Se aferraba a la mano de su madre.
Y entre el humo del tren, los vi. Te vi a ti, Harry, con Ginny y tus hijos. Vi a tus famosos amigos reunirse contigo, los Weasley y sus hijos. Un espectáculo encantador.
Se veían tan alegres de verse. Se saludaron con besos en las mejillas, los niños corrían riendo y bromeaban entre ustedes. ¿Cómo se puede ser tan feliz en un andén? Durante un instante voltearon a vernos y mi corazón se encogió.
Los saludé brevemente, con un movimiento de cabeza.
Afortunadamente no mostré mi confusión, mi vergüenza. Los escondí cuidadosamente, como sé tan bien esconder mis sentimientos. Never explain, never complain. La apariencia, es todo lo que le queda a mi familia.
Vi como mi hijo se alejaba, solo, y rogué por que el avenir fuera clemente con él. Que el hijo no llevara a cuestas los errores del padre, aunque, al fin de cuentas, yo no había salido tan mal parado.
Su cabello rubio se revolvía con el vapor del tren, y me vi en su lugar, en aquella época. Estaba bien rodeado, mi familia rica y respetada. En aquella época.
Cuando el tren se alejó, te vi irte con Ginny y tu pequeña hija. No podía olvidar como te habías agachado frente a tu hijo más joven, como lo habías reconfortado, la ternura de tu expresión.
Amaba a mi hijo más que a nada en el mundo pero casi nunca se lo demostraba. Te envidiaba, otra vez. Claro que ustedes encarnaban la familia ideal, la calidez de un hogar, y Ginny estaba radiante.
Se subieron en un auto muggle y se fueron.
Me acomodé la bufanda de cachemira blanca alrededor del cuello. Mi esposa y yo nos aparecimos en la mansión Malfoy, mas oscura e inmensa que nunca.
Nuestros pasos resonaron en la entrada acentuando aún más la sensación de soledad, de vacío tras la partida de nuestro hijo.
Esa tarde cenamos en silencio.
A veces pienso en aquellos breves instantes en el andén.
Tú no has cambiado mucho, tu mirada sigue siendo intensa, tus rasgos están más acentuados. Tienes un aire tan… vivo.
Continuará…
Nota: Esta es la primera parte de una serie de 4 fics que hablan de la relación Harry/Draco y Albus/Scorpius (aunque para esa hay que esperar hasta el tercer fic!).
En lo personal adoro esta serie que Pilgrim67 escribió... Desde ahorita advierto que no son fics para cualquier público, ya que, a parte de tocar el tema de la homosexualidad, el lenguaje y -sobretodo- las situaciones son de una crudez increible. Pilgrim67 logra sacar las más oscuras facetas de sus personajes y los lleva más allá de los límites que cualquier persona pueda manejar. Nada ni nadie es la excepción.
Así que si son niños o personas que no se sienten cómodas con ciertos temas cosiderados como tabús, es mejor que den la vuelta. Si a pesar de todo quieres seguir leyendo, espero que te agrade esta historia que vale muchísimo la pena! :)
Sean indulgentes comigo, es mi primera traducción! Si quieren leer las historias originales este es el id del perfil de Pilgrim67: 1390524. Ella es francesa, así que, obviamente, sus escritos estan en francés.
Este primer fic cuenta con sólo 4 capítulos (que ya tengo traducidos) y cada martes tendrán un capítulo en línea... Sólo si quieren que las actualizaciones sean más rápidas, háganmelo saber! Sino, seguiremos con un capítulo semanal.
Esto es todo... Nos vemos el martes que viene!
Besos.