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Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi, utilizados por mi solo porque los amo y me hace feliz escribir de ellos xD

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Desde este momento…

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Había pasado desde la madrugada corriendo. De hecho, al despertar aun no amanecía y ya estaba en camino a su primera parada. Ahora, teniendo el Sol picando fuerte contra su piel clara y expuesta sin ninguna protección, corría a toda prisa por las calles, odiando haberse puesto zapatos con tacón en vez de unas zapatillas deportivas, comprendiendo que el día de organización más bien asemejaba una maratón contra el tiempo intentando complacer las peticiones que le habían hecho. Quiso que cuando llegara el gran día, se sintieran como siempre soñaron, haciéndola saber que todo el ajetreo en el que ahora se envolvía, valía la pena absolutamente.

Hace un año que vivían juntos, de a poco acomodándose a una nueva rutina en sus vidas. Lo gracioso es que nada junto a Yaten era rutina, siempre había algo nuevo que esperar con él. Lo único que quiso fue llegar a casa y descansar, pero prefirió comprar algunas cosas para el almuerzo, sabiendo que Yaten estaría tan cansado como ella después de sus extenuantes horas de ensayo. Al menos ahora tenía un supermercado a una cuadra de su hogar, y su nuevo departamento tenía suficiente espacio para no chocar a cada paso.

A dos meses que Yaten se fuera vivir con ella, habían juntado tanta cosa que les era imposible moverse dentro. Rentaron un departamento grande cerca del centro de la ciudad, aun no logrando encontrar la casa perfecta que quisieron para vivir.

Justo antes de salir del supermercado sonó su teléfono, dándole una nueva tarea que cumplir. Al cortar se dirigió resignada en dirección opuesta, cargando sus bolsas.

Tres horas más tarde logró llegar a un acuerdo con el decorador, apagando enseguida el aparato antes de volver a escucharlo sonar. Fuera, el Sol le pegaba ahora en la nuca, llegando a las horas de mayor calor. No era mucho el trayecto de vuelta, haciendo un último abuso a su resistencia para acelerarse en llegar.

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Hace dos horas que la esperaba, no teniendo intenciones de moverse. Su cuerpo agotado yacía sobre el sofá, luego del esfuerzo físico al que se vio sometido durante la mañana. Suponía ensayo de voces, pero cambiaron a última hora, ya que el viaje de Seiya a Tokio sería en dos semanas en vez de esa, como se esperaba. De modo que él y Taiki fueron enviados a training físico, tenía tensos aun algunos músculos.

Pero no le importaba en realidad, estaba demasiado cómodo en su presente como para tomarse la molestia de fastidiarse con algo tan insignificante.

Su vida tomaba forma clara, viviendo en un lugar acordado por ambos, aun cuando no tuvieran algo propio, ni esa casa de patio gigante que no era aun realidad. Pero iban avanzando, y las piezas de su vida encajaban con facilidad.

Mina se lo pasaba entre la editorial, revisando libros de otros al tiempo que avanzaba en sus propios proyectos. Las chicas solían visitarlos, aunque más lo hacían Taiki y Ami. Seiya iba de vez en cuando y si no, llamaba para ponerse al día, y de paso incomodarlo al hacerle evidente el tono meloso con el que contestaba el teléfono cada vez que estaba junto a Mina en su hogar. Aun así, sabía a gloria.

Al fin la sintió.

Atravesó la puerta, aun molesta por tardarse tanto en volver. Vio a Yaten tirado en el sofá, soltándose. Soltó las bolsas que cargaba en un estruendo. Luego dio un grito, deshaciéndose del estrés acumulado, lo que hizo al platinado saltar…y reír.

- ¿Largo día de preparativos? - Adivinó.

- ¡Juro que si alguien menciona en mi presencia la palabra matrimonio, lo descuartizaré! - Gritó, aun tratando de quitarse los nervios encrespados.

- De acuerdo. Solo te pido que me lo repitas si algún día tengo la mala idea de querer casarme contigo.- Agregó en una mueca, fingiéndose ofendido.

Mina sonrió y se derrumbó sobre él, perdiendo toda voluntad sobre sus músculos. Yaten acarició sus manos, queriendo quitar las marcas que dejaron las bolsas que traía. La relajó, haciéndolo a la vez consigo mismo.

- Adoro a Serena, pero está tan nerviosa con la boda que no es capaz de hacer nada, y llama todo el día para que le ayude. – Suspiró resignada a su labor.

- ¿Y las chicas?

- Ami encargada de finanzas, puede hacerlo desde la comodidad de su hogar. Lita ya planeó el menú, Rei trata de quitarle los nervios.- Le dijo, excusando a sus amigas. Procediendo a enumerarle las razones de su cansancio. - Hoy fueron los manteles, alfombras, candelabros, velas, luces, adornos, vaji-. – Fue silenciada por los labios de Yaten, apoderándose de los suyos. Él quiso borrarle el estrés, y de paso aprovechar de saborearla, siendo el primer momento del día que tenían tiempo propio. Y a pesar de no tener la necesidad enfermiza de mantenerse juntos cada segundo del día, no podía dejar de extrañarla cuando estaban cada uno en sus asuntos. Esa mañana al despertar ella ya había salido, y un día sin sus besos matutinos no le hacía comenzar bien. En ese momento quiso comenzar realmente a disfrutar del día.

- ¿Quieres almorzar? – Preguntó la rubia cuando tuvo espacio de modular y respirar.

- Comí con Taiki hace rato, pero adivino que tu no has almorzado.

- ¿Una barra de chocolate cuenta? – Respondió irónica. La mirada reprobatoria de Yaten la hizo explicarle que la comida no era lo que necesitaba en ese momento. - No quiero nada más que dormir.

No muy contento de su resolución, tuvo que aceptar, mas tarde le haría comer como se debe. Ya llevaba demasiados días saltándose las comidas y el sueño que corresponde, y la notaba cansada todo el tiempo, incluso mas de lo que el ajetreo de la boda debería causarle. La tomó en sus brazos llevándola a la habitación, aun con esfuerzo, sintiendo su propio cuerpo cansado por el ejercicio. Mina apoyó la cabeza en su hombro, quedando tentada con su cuello cercano. Lo rozó con sus labios, saboreando su piel, acariciando la sensación de llegar a su lado al final de las obligaciones.

No teniendo ganas de hacer mas esfuerzo en acomodarse, cayeron atravesados en la cama, medio dormidos. Aunque no lo suficiente para Mina. Extendió sus manos sobre los brazos de Yaten, alzándose lo necesario para contemplarlo. Tenía los ojos cerrados, su rostro tan impávido y tan atrayente. Amaba verlo dormir, observar sus rasgos masculinos relajados, ver que dejaba fuera de su sueño las molestias de la rutina, de sus responsabilidades. No quiso perturbarlo pero debía tocarlo, era inevitable. Devolvió sus labios al contorno de su mandíbula, delineándola de memoria. El platinado se movió en el alumbramiento de la sensación, se despertó completo en los cosquilleos.

- Creí que estábamos cansados.- Susurró.

Normalmente habría seguido la broma, pero su repentino abrir de ojos la alucinó. Viéndolos tan de cerca, pudiendo estudiarlos en cada matiz del verde que se difuminaba hasta desaparecer tras el negro de sus pupilas dilatándose. Se hundió en el perfume de su cabello, incluso agradecida que permaneciera sin loción luego de la ducha que acostumbraba luego del ensayo. Era la fragancia de su pureza, del destape que quitaba al hombre que vivía en el exterior con el resto del mundo. Ahí solo era suyo, auténtico, tangible, y aun así tan etéreo que la consumía en emociones que no cabían dentro de las palabras en las que solía expresarse.

Recordó que habían razones para renovarse de energía, para tener fuerzas de todo cuanto tuviera relación a ellos. Y con toda esa nueva energía fluyendo en ritmo continuo por su interior, se dedicó a cada beso que esparció por su piel. Entregándosela y llenándolo de vigor para compartir aquello que les pertenecía en un acuerdo del que nunca tuvieron conciencia hasta que se había convertido en algo irrompible.

Sus músculos, hace un rato rendidos, actuaban con voluntad propia, reaccionando a su deseo, haciéndolo acunarla fuerte contra su cuerpo, aceptando la invitación a estar mas unidos de lo que ya estaban. Sus manos expertas quisieron sanarla, de su cansancio, de sus tensiones, recorriéndola bajo la ropa, quitándosela, a medida que sus caricias dejaban de ser sutiles y comenzaban a friccionarla, actuando en un masaje. Sintió en el camino como se desanudaba y soltaba contra él, recuperando la habilidad de sus manos deshaciendo botones de su camisa y despojándolo de cuanto objeto amenazara con tocar más de él que lo que pudiera palpar ella.

Embriagados en el juego, en el compromiso de encontrar una forma de devolver sus cuerpos al estado de paz, aunque eso implicara la agitación que los tomaba en control de aquel momento. Y aun eso no era nada, sabiendo que cualquier cosa que los guiara a estar juntos y plenos, era digno de ser recorrido.

Hubo pocas veces en que se sintieran tan cobijados al estar desnudos, pero así fue cada vez que se enredaban entre sus brazos, adhiriéndose a la piel del otro. Compartiendo la calidez que emanaban sus cuerpos.

Dándose espacio a cada sensación, sabiendo lo que quisieron experimentar, pero también anhelando brindar lo que el otro precisaba. Desde sus tiernos besos y sus sutiles roces, hasta las caricias mas osadas de las formas mas íntimas, en la complicidad de desatar cada tapujo. Así llegaron a acoplarse, vibrando en cada poro, tensando sus expresiones concentrados en permitirse ser un par de colores que se tuercen, danzan adentrándose en el otro, arribando a la profundidad donde se abandona la propia esencia y nace el nuevo color, uniforme, único, dejando de distinguir sus componente.

Llegando al final de la carrera en su pista maestra, abandonándose en la velocidad y el ahínco de sus motores. Mina cerró sus ojos concibiendo el momento, empapándose en el ritmo que los mecía tal como una ola que avanzaba hasta chocar violenta contra la costa. Admitió el poder de aquello, lo delirante de saberse en un estado que lo era todo. Casi no pudiendo pensar con la mente tan nublada y vacía de razones, llena de la dedicación que Yaten le entregaba en cada vaivén, poniéndose a su altura y dándole todo aquello que, a sus ojos, él mereció. Apremió su ejercicio, queriendo escuchar el aire dispar y los sonidos indescriptibles naciendo de su boca delirante, con esa voz grave que la enloquecía. Llegó el punto en que ya no hubo más que un misterio que los controló a ambos, hasta el apogeo del momento en que lo carnal se elevaba a un nivel incorpóreo.

La energía que los encaminó en su pasión mutó, adentrándose en algún punto de ellos que ya no eran sus movimientos. Volviéndose dóciles, calmados. Cayeron en la comodidad de sus abrazos, rindiéndose aletargados, hasta que todo se tornó difuso.

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Despertó cuando ya la noche cubría en totalidad la habitación, trayéndoles la brisa fresca y la oscuridad que lo desorientó. No recordando el momento en que cayeron dormidos, ambos desnudos sobre la cama, sintiendo a Mina juntarse instintivamente contra su cuerpo, apegada a él. Supo que era por el frío, alcanzando el plumón de la cama para tirarlo hacia ellos, rodó sobre la rubia para cubrirse. Ella despertó y tiritó al perder el calor de sus cuerpos en conjunto.

- No quise despertarte. – Se disculpó, luego pensando que ya era hora de que se alimentara. - Pero ya que lo estas, levántate.

- No quiero, Yaten. No tengo nada que hacer en pie.- Reclamó refregando sus ojos, aun somnolientos.

- Lo siento mucho, pero debes comer algo ahora.- Le aclaró antes de ponerse de pie y dirigirse al closet.

Tomó un bóxer para vestirse, llevando en su mano una camisa de dormir de Mina. En el camino cerró la ventana para evitar que le llegaran corrientes frías directo en la espalda. Contra las protestas aniñadas de la rubia, la vistió y se la llevó sobre el hombro, incluso pataleando, hasta la cocina. La dejó suavemente con los pies en el suelo, buscando entre las bolsas algo que cocinar. Encontró gustos de ambos, decidiendo cocinar un poco de arroz y agregarle los champiñones que Mina le compró para comer él, a ella le agregaría un generoso trozo de carne antes que comenzara a desmayarse de hambre.

- Amor, si vas a cocinar tú, ¿para qué me traes?- Alegó, aun sonando como una niña.

- Porque quiero que evites la costumbre de dormir de día, y la de comer en la cama. Creo que te he convertido en una malcriada. – Continuó reprendiéndola.

- ¿Entonces tratas de enmendarte enseñándome a reorganizarme antes de terminar mis vacaciones y que me despidan por irresponsable?- Preguntó Mina, ya recuperando su postura normal.

- Exactamente.

- Jajaja. Tú siempre piensas en todo. – Besó su mejilla preparándose para servirle de asistente de cocina.

Luego de lavar y preparar ensaladas volvió al comedor para acomodar la mesa mientras Yaten concluía la preparación del almuerzo, o de la cena. Fue cómico pensar que hasta pudo ser el desayuno. Se esmeró en dejar todo tan llamativo e íntimo como quiso, deseando hacer especial ese momento, aun más de lo que ya supo que sería. Retornó junto a Yaten, curioseando en la mezcla que él sirvió en un plato, mientras ponía carne en el otro. No aguantó la tentación de tomar en sus dedos un par de trozos de la comida de Yaten, saboreándose deleitada al probarlos.

Los ojos de peliplata observaron extrañado la acción de la rubia.

- ¿Quién eres y que hiciste con mi Minako?- Inquirió con dramatizado horror.

- No exageres. Es que ese aroma me produjo un antojo incontrolable de comer champiñones.- Contestó sin contener el deleite en su voz, aun relamiéndose.

- Si estas ahora así, me harás temblar con tus antojos el día que estés embarazada. – Le comentó entre risas mientras caminaba a dejar los platos en la mesa.

- ¿Y si fuera esa la razón ahora?- Soltó, riendo con picardía, a la espera de la reacción de Yaten.

- Si, claro… - Respondió obviando el comentario.

Entonces, como una corriente eléctrica golpeándolo con el máximo voltaje, apareció en su cabeza cada palabra de la rubia. Tembló, entorpeciéndose en su labor, dejando caer al piso las servilletas que doblaba. Se giró lento, mareado en pensamientos rápidos que acudían a él. La miró buscando pistas en su expresión, no necesitando de mucho tiempo para verlas con claridad. Titubeó un instante en la asimilación de lo que significaba.

- ¿Lo estás? ¿Mina? – Balbuceó confundido.

Sonrió nerviosa, acercándose a Yaten. Impregnándose de la situación, de su expresión ansiosa, maravillosa. Acarició su rostro, buscando despejarlo de las hebras plata en rebelión.

- Es probable. Hace poco más de una semana que mi cuerpo anda extraño, pensé que era por todo lo que he hecho en preparativos de la boda de Serena. Pero no creo que lo sea.- Relató con timidez. - He ido al laboratorio esta mañana, no quise estar sola ante un examen de farmacia, y tampoco que te ilusionaras en vano.

- Debiste decirlo enseguida.- Alegó ceñudo, enseguida enterneciéndose con la noticia, dándole preponderancia a lo que correspondió. - Pero ahora importa más que vamos a tener un hijo. – Apuntó acunándole el rostro, manteniéndola cercana. Sintiéndose atolondrado de dicha. - Dios… un hijo.

- Yaten, aun no está confirmado. Ya estarán los resultados y…- Quiso contestar objetiva, pero él la contuvo.

- Dime lo que tu intuyes. – La obligó, urgiéndola con la mirada.

- Si…creo que si estamos esperándolo. – Respondió temblando.

- Yo también lo creo. No te asustes con esto. – Le dijo con voz firme, queriendo reconfortarla. Acarició su cabello, besando su frente mientras esperaba que ella asimilara la situación.

- No sé porque de repente me sentí insegura de ser capaz de ponerme a la altura. - Reveló, moviéndose inquieta contra el pecho de Yaten, en la poca firmeza que sintió poseer en ese momento. - ¿Qué se yo sobre ser una buena madre?

- Nada. – Asumió, volviendo a mirarla a los ojos. - Pero sabes lo que es amar. Yo sé lo que es amar, y con eso sé que lo daremos todo por él, o por ella.

Disipó el miedo de su mirada transmitiéndole seguridad. Se abrazaron aun más próximos. Yaten tuvo cuidado de no apretarla demasiado, acercándola por la espalda alta, y no pegándola por la cintura. Sintiéndose torpe en su trato, sin embargo embriagado de felicidad. Mina comenzó a reírse, entendiendo su proceder.

Se sentaron a celebrar, sintiendo atenuar de a poco el miedo de asumir la responsabilidad que vendría. Yaten le quitó el vino, sirviéndole jugo, la obligó a comerse todo el plato. Le pidió que dejara de correr en preparativos, haciéndola ver que sus amigas entenderían. Que no quería que descuidara su sueño. Haciendo planes para ir a comprar frutas y verduras al día siguiente, aconsejándola sobre mantenerse pendientes de lo que hacía para no encontrarse esfuerzos innecesarios. Mina se paró para ir al sillón, no alcanzando a dar un par de pasos cuando Yaten la alzó en sus brazos. Sentándose tal cual, con ella acunada sobre sus piernas.

Siguió su monólogo, haciéndola reír a carcajadas cuando de un tema a otro llegó a amenazar furioso a cualquier chiquillo asqueroso que pusiera una mano sobre su hija, que sobre su cadáver alguien la cortejaría. Tuvo que detenerlo recordándole que aún era un pequeño ser creciendo en ella, y no sabían siquiera el sexo. Se burló de si mismo dándose cuenta del extremo a donde llegaron sus ideas. Dando vueltas en eso que su hijo crecía dentro de Mina. Levantó con cuidado su camisa de dormir hasta dejar su vientre expuesto, lo miró sin atreverse a hacer lo que deseaba aún. Dejó bajar su mano trémula hasta rozar con sus dedos la piel deslumbrante. Se permitió permanecer inmóvil, queriendo sentir a través del cuerpo de Mina.

El amor de pareja siempre lo asumió como algo que se piensa desde joven, cuando la atracción guía. Aun con un inicio tan hormonal, se mantiene como tema presente desde temprano, hasta que adquiere nuevos significados. Ahora entendió que le esperaba algo que no pensó antes, que sucumbiría por alguien más. Cuando aceptó que amaba a Mina, supo que la quiso a su lado, quiso permanecer y compartir su vida con ella. No divisó que pudiera llegar un ser que lo doblegara completamente, dispuesto a todo por ese pequeño. Incluso las veces que hablaron del tema no pareció invadirse de esa emoción potente que lo penetraba ahora.

Verlo absorto, totalmente atendiendo su confesión, fue renovador. Había pensado cuando niña que un hijo sería algo así como una muñeca viviente, pero aun mas divertido. No pudo sentirlo tan fuerte dentro de sus sospechas, solo teniéndolo como una presencia avasalladora cuando Yaten le preguntó sobre su intuición en el resultado. Ya no cabía en sí, lo que él observaba era su vientre, teniendo dentro vida, una vida provocada en conjunto, asumida entre ambos, y que sin vacilar sería amada con devoción por los dos. Yaten la miró, con su mano libre retiró las lágrimas que Mina no percibió derramar. Nada pudo opacar la plenitud presente en ellos. La atrajo mas cerca entre sus brazos, sin quitar la mano de donde tanto quiso sentir. Ahora se permitió acariciar alrededor del ombligo, brindándole calor. Mina se unió a él, acercando su mano junto a la de Yaten, sabiendo que no podrían percibir algo físico aun, pero si sintiendo que ya no eran solo ellos.

- Creo que deberé apurarme en lo de nuestra casa. Y tú asegúrate de atrapar el ramo en la boda – Le dijo resignado, riendo ligero al llevar lo que estaba pasándoles hacia el exterior de sus vidas y al significante cambio que sería.

- Yaten, esto es increíble, te amo tanto, amo esta sensación de protegerlo, él es la consagración de ambos. – Pronunció solemne. - No sé al final cómo ha pasado todo, o qué lo provocó. Solo sé que aquí terminamos, y aquí es donde deseé llegar. – Admitió rebosada de expresiones que no lograba verbalizar.

Estaba de acuerdo, pero ella ya lo sabía, así que guardó silencio enmarcando en sus ojos las manos disímiles de ambos acogiendo y resguardando su amor, expresado en un bebé. Era increíble que estuviera tantas veces seguro de que su vida iría en un camino totalmente apartado de lo que tenía ahora. Y solo pudo esperar que el resto fuera la mitad de bueno que esto, porque ya sería demasiado. Imaginó los años que vendrían, anhelando respirar cada instante que les fuera regalado. Mina tenía razón, ese fue el lugar en el que quiso terminar quedándose. Aunque aún era muy temprano en sus vidas para pensar en el último destino. Mina volteó su cabeza hacía él, perdiéndose gustosa en su mirada, sonriendo en la sensación de felicidad suprema que ya casi no contenía en su interior. Él la miró con la misma intensidad, fundiéndose en el mar de sentimientos que se mecían en los ojos de Mina.

- Dulzura, esto no es como terminamos. – La besó, entregándole todo lo que había en él hacía ella, cada sentimiento, cada vivencia. Quiso que quedara marcado en ese instante, entre ellos tres. Se detuvo solo para susurrarle entre sus labios. - …este es solo el comienzo.

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Fin

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Ha terminado el largo camino de …cuanto? Creo que casi seis meses. Ha sido bastante, en especial xq en los últimos capítulos me he demorado. Pero ahora que terminó lo extrañaré. Esta fue la primera historia que me tomé realmente enserio al escribirla.

Y di rienda suelta a lo que se me ocurriera, así como a mi encanto por Yaten y Mina.

Así que solo quiero decir que agradezco a quienes la han seguido hasta este punto, tambien a quienes han leido algo, a quienes me criticaron para mejorar lo que había hecho.

He de confesar que soy lo peor poniendo títulos, en las historias, en los capitulos, pero gracias a mi afán de estar pegada con música todo el día, de algun pedacito de alguna canción, suele salir cada título. Y cuando escuché "From this moment" me pareció que la canción completa era adecuada a este final, y por eso el titulo xD

Así que ahora me dedicaré a seguir mis demás historias, esperando cumplir las expectativas. Y nos vemos por estos lados!

Muchas gracias!!!

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Reviews del cap anterior:

Ginsei : La primera que vi aparecer aquí, y hasta ahora, ¿Ves? Cumplí con terminarlo antes del viaje, ahora mas te vale ponerte al dia, y volver alguna vez xD. De verdad que espero haber cumplido con las expectativas jajaja.

Patty Ramirez de Chiva: Gracias x siempre dejarme tu apoyo y buenas palabras.

Chikita22BKou: Tu tb has estado uff, desde hace rato aki leyendo. Muchas Gracias!!

Lerinne : Ves ? luego actualicé. Asi q espero hayas disfrutado esto. =)

Sailor O: Oh, me alegra saber que te haya gustado! =)

Y a cada una de las que han dejado su huella marcada por estos lados!

Usagi Bombon

Isa 1181

Kira Moon Xkarkata

MoonStar

Srita. Rossy Kou

Le Petite Vicky

Hotaru Koullen

MS. Kou

Hana Dawn (malvada!! Pensar q eres la única a quien he tenido que verle la cara después de leer esto jajaja, y todos los dias. Gracias dark mercury =) fue de gran ayuda)

Miss Odango

Karina Natsumi

Akary 87

Kinmoku Star


No se que haré sin esta historia! Y eso que me quedó melosa xD

La extraño ya!!!

Ahora a dedicarme a las demas.

Muchos besos a todo quien haya pasado en algún momento por aquí!

Con cariño, Katabrecteri

=)