Nota: Bueno, este fic esta basado sobre la canción ''The Servant Of Evil'' creada por Vocaloid 02 (y los creadores de Vocaloid, claro xD), al igual que todos los personajes principales (Len, Rin, Kaito, Meiko y Miku) Los demás estan creados por mi. Son solo cuatro capítulos, pero no llegaba para más. Y espero que os guste tanto como a mi ^^

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Capítulo I

- ¿Hermana? ¿Dónde estás?

El niño se metió entre los rosales, buscando a su pequeña hermana que tenía por costumbre esconderse en el gran jardín de Palacio. Apartó un rosal, y allí la vio. Su hermana era una niña baja para su tierna edad, llevaba su elegante vestido amarillo manchado de barro, y la rosa negra que prendía de su pelo estaba cayendo. Entró al escondite de la niña y se senté enfrente de ella. Estaba trabajando con varias rosas, tenía entre las manos una corona hecha con tallos, y con suavidad colocaba las rosas una a una. Su hermano miró como trabajaba la niña, en silencio, solo se escuchaba la suave brisa de la tarde y los piares de los pájaros. Después de unos minutos, la niña sonrió y alzó la corona al aire, feliz de haberlo conseguido. Se fijó en su hermano y sonrió con ternura.

- ¡Hermanito! – Le entregó la corona de rosas, y el niño se sonrojo al instante – La he hecho para ti

- ¿Por qué? – Miró la corona con cariño - ¿Por qué la hiciste?

- ¡Porque te quiero! – la niña saltó y se abrazó a su hermano con tanta fuerza, que el niño cayó hacía atrás y su hermana encima de él.

- Escucha… - el chico apartó a su hermana con suavidad – Padre nos busca, parece importante. Debemos ir.

La niña hizo pucheros, no quería dejar de jugar en su hermoso escondite, rodeada de esplendorosas rosas. A pesar de que ambos tenían ocho años, el niño aparentaba ser más maduro y serio que su hermana. Vivir en Palacio conllevaba a madurar pronto, cosa que la niña aún no había hecho. Y por eso muchas veces se llevaba la regañina de su madre, porque según ella, la pequeña nunca llegaría a ser una buena princesa. Su hermano era diferente, maduro, serio y responsable. Algo que parecía imposible para un niño de su edad. Ambos eran iguales, el mismo pelo rubio y los mismos ojos azules aguamarina, brillantes y grandes. Se diferenciaban, obviamente por sus vestimentas – además de la personalidad – Él tenía el pelo un poco más largo que su hermana, por lo que se lo recogía en una pequeña coleta, mientras que ella lo llevaba suelto, con la rosa negra siempre. Cogió de la mano a su hermana y con la otra la corona que esta le había regalado, y la ayudo a salir de entre los rosales sin pincharse. Cuando ambos habían salido, se dirigieron a su hogar, el lujoso Palacio, ambos pertenecían a la familia real, los respetados y queridos gemelos. Dos guardias que custodiaban la puerta la abrieron con rapidez para que lo dos niños entraran, él aún cogía de la mano a su hermana, sentía que algo malo iba a pasar, y no pensaba soltarla por nada del mundo.

- Hermanito… - susurró la niña, de lejos podía ver la severa mirada de su padre – Tengo miedo… Papá parece enfadado, ¿hemos hecho algo malo?

- No temas, yo te protegeré, ¿vale? – le tranquilizó su hermano sonriéndole

Llegaron ante el trono del Rey y le miraron fijamente, esperando que hablara.

- Hijos míos, ha llegado el momento – Su voz grave hizo que el niño apretara más la mano de su hermana – Ya tenéis la edad suficiente para comenzar vuestra enseñanza…

- Padre – le interrumpió el niño - ¿Es necesario?

- Lo es, si algún día quieres heredar el Reino – En la sala del Trono entró un hombre anciano y gordo, de cara redonda y sudorosa. Miró a ambos niños y sonrió, le faltaba un diente – Tú, iras con Mashiro, él te enseñara lo que debe saber un verdadero caballero – Detrás del hombre apareció una mujer, de melena negra recogida en un elegante moño, y un vestido negro y blanco, su mirada era severa y fría – Hija, tu te iras con la Señora Haruna, te enseñara todo lo que deba saber una dama, será tu institutriz.

- ¡Pero Padre! ¡No puede separarnos! – El niño se abrazó a su hermana con fuerza, para que no se la llevaran.

- Compórtate como un adulto – exigió su padre fríamente – Ambos os iréis con quienes debéis, el Reino debe tener a alguien cuando yo no este.

- ¡Hermanito! – la niña comenzó a llorar y se agarró más fuerte a su hermano. Mashiro y Haruna se pusieron en acción y se acercaron a los niños, para separarlos y llevárselos. Con esfuerzo, Haruno consiguió separar a la niña y la cogió en brazos, dispuesta a llevársela. Su hermano corrió hacía ella con lágrimas en los ojos, pero Mashiro le sujeto impidiéndole ir detrás de la niña. Y así, ambos fueron separados, cada uno por un lado, destinos divididos, gemelos lamentables.

***

- ¡HERMANA! –Se levantó de la cama sudando a mares, ese recuerdo volvía a su mente una y otra vez.

Sus ojos estaban empañados en lágrimas, impidiéndole ver bien. Miró por la ventana, estaba a punto de amanecer, por lo que ya debía prepararse. Se vistió con rapidez y sujetó su pelo en una pequeña coleta, como solía hacer de pequeño. Abrió la puerta de madera, y se escabulló en la oscuridad, esperando no ser visto. Bajó las escaleras intentando que la vieja madera no crujiera, cuando llegó a la entrada sonrió victorioso y abrió la puerta. Salió y la cerró a espalda, era libre para ir a donde quisiese. Odiaba trabajar en aquella vieja casa, pero debía hacerlo para sobrevivir, ya que él estaba muerto. Las personas más madrugadoras ya salían de sus casas para trabajar, él pasó desapercibido debido a su ropa, ropa de un humilde sirviente. Dos hombres se saludaban cerca de él, y algo llamo su atención, por lo que disimuló estar mirando una tienda donde al parecer vendían el ''mejor'' queso de todo el reino.

- Si, voy a llevar estos alimentos frescos a Palacio. La pequeña princesa es muy exigente con la comida

- ¿Te refieres a esa princesa? ¿La de edad catorce?

- Esa misma. Le gusta mucho la comida que le llevo, y me paga mucho por ello, es un buen trabajo.

- He oído que es cruel, y que solo piensa en si misma – susurró su compañero

- No digas eso de la princesa, podrías tener problemas – su amigó bajó la voz también – Aunque si, es cierto, es cruel y egocéntrica.

- Pobre de su sirviente

- Pobre – coincidió su amigo, ambos se despidieron y el que llevaba cajas con los supuestos alimentos frescos para Su Majestad, tomó el camino hacía Palacio, mientras el otro entró en la tienda donde el joven estaba disimulando. Le sonrió, seguramente pensando que sería un posible cliente, pero el chico se giró y se alejó con rapidez. Tomó uno de los caminos más antiguos, el camino del antiguo Palacio, donde había reinado un esplendoroso Rey, que tenía una mujer que según contaban era la más hermosa del reino y sus dos hijos extraños, ya que eran iguales físicamente. Ese Palacio tenía una triste historia, habían secuestrado a los dos herederos, y el chico había muerto, mientras que la niña seguía en paradero desconocido. Esa misma noche, el Rey murió envenenado y su mujer fue atravesada por una espada. Desde aquel horrible día, el Palacio había quedado deshabitado y se había construido otro, para los próximos Reyes. Pero claro, solo ese chico sabía que la historia no era cierta. El Rey había muerto de una enfermedad, aunque habían dicho que fue envenenado, y la Reina fue encerrada en una celda oculta, que nadie conocía, solo quien la encerró allí, y en ese horrible lugar expiró. En cuanto a los herederos… No habían sido secuestrados, pero, aún no estaba seguro del paradero de la niña, pero tenía cierta idea, y ese mismo día iría a investigar, ya que por fin era libre. Cuando llegó a la ruinas de Palacio, fue al jardín trasero, donde los pequeños niños habían jugado durante su dulce infancia, antes de ser ''secuestrados'' Llegó a unas rosales muertos, con restos de rosas por el suelo, anteriormente habían sido hermosas. Se arrodilló y encontró algo que no esperaba ver en ese jardín. Una pequeña corona marchita estaba abandonada entre los restos de los rosales. La cogió con miedo, temiendo que se rompiera, al tocar la corona. Miles de momentos hermosos vinieron a su mente. Sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas, y posó la corona donde la encontró. Se secó las lágrimas y se alejó del derruido Palacio, con paso seguro. Ella estaría allí, esperándole.

*

Después de mucho caminar, llegó agotado ante el nuevo Palacio. Imponente se alzaba ante él, de brillantes paredes y grandes murallas. Se acercó a la puerta y dos guardias le cortaron el paso. A través de los cascos pudo ver como le miraban con cierta burla.

- ¿A dónde se supone que va un plebeyo como tu? – se burló el guardián más alto

- He solicitado un trabajo de sirviente – respondió el chico con seriedad – Sirviente de la Princesa

- Estas loco, muchacho – se rió el otro guardia – No aguantaras ni un día con esa cría. – El chico esbozó una sonrisa traviesa, y el guardia alzó las cejas sorprendido – Esta bien, pasa chaval.

- Gracias

El chico entró con rapidez al jardín de palacio que se encontraba tapado por las murallas. Estaba todo cubierto de rosas de todos los colores, mujeres trabajaban un gran arbusto con delicadeza, tallando algo en él. Saludó cortésmente a las jardineras y entró a Palacio. Dentro más guardias se acercaron a él, y repitió lo mismo que anteriormente había dicho a los otros guardias. Algunos se rieron, y otros le dieron golpecitos en la espalda, deseándole suerte. Después de hablar con ciertas personas, le permitieron el pasó a la Sala del Trono. La lujosa puerta fue abierta por más guardias, y el chico entró a una sala increíblemente grande y lujosa. Tapices colgaban de todos los lados, y encima de una chimenea, colgaba un gran cuadro de una niña. Tenía el rostro joven y aún un poco redondo, los ojos tenían un color apagado y su mirada era seria y fría. No sonreía, miraba al frente con serenidad sosteniendo una rosa entre sus manos. Una rosa curiosamente negra. Absorto en el cuadro, no se dio cuenta de la presencia de alguien más en la Sala del Trono.

- ¿Te gusta? – le preguntó una suave y fría voz

El chico se giró y se quedó sin aliento al ver a la chica del cuadro ante él, pero era real, no una pintura. La chica sonrió, pero no una sonrisa alegre, si no triste.

- ¿Y que haces en mis aposentos, si puede saberse? – inquirió tomando asiento en una delicada silla.

- He… He venido a solicitar trabajo R… Su Majestad

- Ah… ¿Y que te hace pensar que necesito más trabajadores? – su tono de voz tenía algo de burla

- Tengo… mis fuentes – esbozó otra sonrisa traviesa y la Princesa pareció relajarse algo, ya no estaba tan recta como antes

- Eres interesante – murmuró – En fin, si quieres trabajar para mí, deberás aprenderte la lista de todo lo que necesito y lo que debes hacer, ¿queda claro?

- Si, majestad

- Bien, de momento retírate, quiero tomar el té a solas.

El chico asintió con lentitud, y cuando estaba saliendo por la puerta, escuchó la voz de la Princesa llamándole

- Espera… ¿nos hemos visto alguna vez? – le preguntó poniéndose en pie con delicadeza

- No

Salió de la sala dejando a la Princesa plantada de pie, con la mirada seria y más apagada aún. El que se suponía que tenía un rango mayor que el suyo le indicó donde se encontraba su cuarto. Cerca del de la Princesa, por si ella le necesitaba poder acudir con rapidez. Agradeció al hombre haberle mostrado su cuarto y fue a darse una ducha para estar presentable. Al ser sirviente real debía ser más cuidadoso con su higiene. Cuando acabó de vestirse, media hora después de haber llegado a la habitación, alguien picó en su puerta con delicadeza. La abrió y se encontró delante de la Princesa, que le miraba con el ceño fruncido.

- Eres tú – susurró – Len, pensé que habías muerto, todos dijeron que te habían matado

- Si era mentira lo de nuestro secuestro, ¿Cómo iba a ser verdad mi muerte? – Len cerró la puerta después de que la Princesa entrara. Ella tomó asiento en la cama, sin preocuparse de arrugar su vestido.

- ¿Y donde has estado todo este tiempo? – su voz era demasiado suave ahora, y a Len le costó escuchar a su hermana.

- Encerrado en una vieja casucha – se sentó en el suelo enfrente de su hermana y esperó a que ella reaccionara - ¿Rin?

Ella miró a Len con seriedad, pero no puedo evitarlo y las lágrimas surgieron en sus fríos ojos. Se lanzó al suelo para abrazar a su hermano.

- Te odio – murmuró entre sollozos – No has venido a verme en seis largos años.

- Yo te quiero mucho, hermanita – respondió él con los ojos húmedos y su sonrisa traviesa – Lo siento de veras, no estaba seguro si eras tú, temí que te hubieran llevado lejos.

- ¿Cómo acabaste de sirviente? Tú eras el próximo Rey…

- Es largo de explicar, algún día te lo contaré todo, ¿de acuerdo?

Rin asintió con lentitud y se separó de Len, aún con lágrimas en la cara. Se fijó en el rostro de su hermano, recordaba un pequeño niño serio de ocho años, y ahora era ya mayor, había cambiado, sus ojos ya no eran serios, si no que le brillaban de alegría. Ahora sonreía con más frecuencia, y su pelo había crecido. Len miró mejor a su hermana, vestía un largo y ancho vestido amarillo con bordados negros, y la misma rosa negra en su pelo. Pero sus ojos ya no eran dulces e inocentes como los recordaba, ahora había madurado, y su mirada se había vuelto seria y fría como la de la institutriz que se la llevó aquél horrible día.

- Has cambiado mucho – murmuró Rin

- No soy el único. ¿Por qué estas así? – Preguntó preocupado – Tu no eras así hace seis años

- Las cosas han cambiado, Len – se puso rígida ante el comentario de su hermano – Ya no soy quien era, he madurado.

- No has madurado, Rin. Te has vuelto oscura.

- Es lo que se me ha enseñado durante seis años, y no puedo cambiarlo ahora – Se puso en pie y alisó su vestido – Quiero mi merienda a las tres en punto, estaré en mi habitación.

Dicho esto, miró una vez más a su hermano y una chispita de cariño se escapó en su mirada, pero rápidamente desapareció, y Rin salió de la habitación, dejando a Len completamente solo y preocupado.

Se puso en pie y juró algo, juró que conseguiría sacarle una dulce sonrisa a su hermana, la que antaño tenía y ahora se había esfumado. La campana de la Iglesia sonó, anunciando que era la hora de ir preparando la merienda de la Princesa.

Continuara...

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Espero que os haya gustado y me haya quedado aceptable xD No soy ni mucho menos, una experta escribiendo, pero me gusta, y por ello este es mi segundo Fan Fic (tengo otro pero no es Fan Fic, es una historia que no tiene nada que ver con animes/mangas/libros/películas)

Dejad muchos reviews ^O^