Amanecer

(RyoySaku ya van en sus 15 años)

Comenzó a despertar y sintió que no estaba sola. Unos brazos protectores rodeaban su cintura, estaba totalmente apresada. Abrió lentamente los ojos y ante ella había un hombre. Un chico, tal vez. Solo sentía su pecho descubierto puesto que no llevaba camiseta alguna. Se asustó enseguida, estaba a punto de gritar. Hasta que oyó esa dulce voz que siempre soñó con escuchar al amanecer.

- Ya despertaste Saku? – comenzó a acariciar su cabello.

- R-ryoma-kun? – levantó su rostro y él le sonrió.

- Buenos días hermosa.

Su cabeza empezó a analizar que pasaba. Abrió los ojos desaforadamente. - ¿qué haces en mi habitación… y… en mi c-cama – comenzó a sonrojarse. – y sin… sin… r-remera…?

- ¿Cómo que, que hago? ¿qué no lo recuerdas?

- n-no r-recuerdo n-nada… ¿d-de que hablas?

- ¿No recuerdas? ¿Enserio Saku? Pero si tú no bebiste nada…

- o.o b-beber?? Ryoma, que rayos…?

Fue callada por la boca del tenista. La besaba desmesuradamente. Aprisionándola contra su cuerpo. La chica se sonrojó aún más. Pero le correspondió el beso. Era lo que siempre había deseado, sólo que nunca se atrevió a decirle al tenista sus sentimientos. Aún así. ¿Qué estaba pasando? Lo último que recordaba con Ryoma fue cuando estuvieron en ese bar y quedaron en que su mejora amigo la vendría a buscar hoy en la mañana para entrenar. Luego recuerda haber vuelto a su casa, haber cenado y haberse ido a acostar. No recordaba nada respecto al príncipe… ¿Acaso tenía un problema en la cabeza? ¡¿Como podría olvidarse de algo así?!

El príncipe comenzó a separarse… - ¿Ya lo recuerdas? – preguntó divertido.

La chica negó lentamente, aún tenía sus mejillas de un leve carmesí. – Bueno, como quieras… te lo recordaré. – la tomó mas fuertemente de la cintura y se colocó encima de ella volviéndola a besar… - me… dijiste… que me amabas… - dijo entre besos, Sakuno enrojeció aún más… ¿Se había confesado inconcientemente? ¡¡Tenía que recordarlo!! – me… dijiste… que era el amor de tu vida… - ésta vez, habló desde su cuello… - yo… - ahora más serio - te dije lo mismo… - la joven abrió fuertemente los ojos… ¿Ryoma Echizen la ama? El ojiambar se detuvo y volvió a verla a los ojos… - Te amo… Sakuno… - ella comenzó a derramar un par de lágrimas… era el mejor momento de su vida. Excepto por el de ayer en la noche, ¡¡QUE NO RECORDABA!!

- Yo… también te amo, Ryoma-kun… - el príncipe sonrió y volvió a besarla…

- No llores… por favor… - suplicó al tiempo que secaba sus lágrimas con su pulgar. La chica detuvo su llanto de felicidad - Serás mi novia Ryuzaki… y no te dejaré ir jamás… - susurró en su oído, para luego bajar a besar su cuello. No era una pregunta… más bien parecía una orden. La chica sonrió. No le molestaba. Era el sueño de su vida y obedecería con toda su alma y corazón. Solo desearía recordar lo que había pasado la maldita noche anterior.

Ryoma comenzó a introducir sus manos bajo la remera de la chica, y se colocó en medio de sus piernas para luego volver a tomar posesión de sus labios. – ¿No me detendrás? – preguntó aguantando la risa… La chica lo miró extrañada. Ella no pensaba detenerlo. Quería recordar. Si no lo detuvo la noche anterior, ¿qué problema había? Si hubiera estado consiente, seguro le habría puesto un alto ayer. Pero no había pasado nada malo. Ya no era su primera vez. ¿Por qué lo detendría? – Debo confesarte algo. – su sonrisa permanecía en su rostro aguantando la carcajada. ¿Qué le causaba tanta gracia?

- ¿Qué sucede Ryoma-kun?

- ¿En verdad quieres que siga?

- B-bueno… - su sonrojo volvió a su rostro… - y-yo… no recuerdo nada… y bien… quiero recordar… no se si ayer estuve inconciente o que… Debo confesarte que si hubiera estado consiente te habría detenido. No porque no te quisiera. Solo porque aún somos jóvenes, y no me siento lista… p-pero… yo te amo, y si no me opuse antes, no lo haré ahora…

El peliverde sonrió y se levantó. Tomó su remera deportiva que había dejado en el suelo, y se la colocó. No iba a obligarla a nada. Le encantaría pasar una noche con ella… pero podía esperar, hasta que se sienta lista y esas cosas de mujeres… La amaba y no se separaría de ella nunca más. Tenía todo el tiempo del mundo.

La niña de trenzas se le quedó observando. No entendía nada. ¿Por qué no seguía? – Saku… no te enojes por favor… - ¿acaso no se sentía listo? ¿acaso el también estaba inconciente ayer? (aunque él lo recordaba) ella lo entendía perfectamente. Lo ama, pero aún no está lista. Por supuesto que no se enfadaría. Iba a decírselo. Iba a decirle que no había problema alguno pero él la interrumpió. – Yo te amo, Saku. Pero soy un cobarde, y no me atrevía a decírtelo. No te sientes lista, así que no te obligaré.

- Pero ya te dije… - el puso uno de sus dedos sobre su boca.

- No lo entiendes, no me atrevía a decirlo. Así que inventé eso de anoche. Quédate tranquila Saku. Aún eres virgen – le recordó divertido.

La chica sonrió y saltó a sus brazos. No podía enojarse con él. Ella también era una cobarde. Y si él no hacía nada, nunca estarían juntos. – No te preocupes, Ryoma-kun… - él le correspondió el abrazo…

- Te amo… Sakuno…

- Yo también te amo… Ryoma-kun…

Él se separó un poco para poder besarla. Un beso que comenzó tranquilo. Hasta que se convirtió en algo que desfachatada pasión y daba comienzo a ésta relación en la que los jóvenes tenistas, (que aunque Sakuno era mala, era tenista igual XD) entregarían todo su corazón.

- Ryuzaki… - dijo entre besos… - será mejor… que baje y… te vistas… - se separaron… ella algo decepcionada y él sonrió. – tu abuela llegará en unos minutos y me dijo que no ponga un pie en tu cuarto cuándo vine a buscarte. Ahora mismo debe de estar volviendo del súper…

- ¡Mi abuela! ¡Lo olvidé! – dijo separándose bruscamente de Ryoma y poniéndose de pie. Al instante notó que sólo traía puesta la camiseta de su pijama y se sonrojó violentamente. El tenista sonrió y se puso de pie quedando enfrente de la chica tomando su mentón. – No te avergüences Saku… Eres mi novia. – luego de eso la besó. Aunque éste fue un beso más corto, fue igual de romántico que los demás. Bueno, tal vez no tanto. Pero muy tierno. – Te esperaré abajo. Ponte ropa deportiva. Aún tenemos que entrenar.

- S-si… – afirmó aún llena de vergüenza mientras el chico dejaba la habitación. Se dispuso a vestirse rápidamente. Hoy entrenaría con su nuevo novio. Era el día más feliz de su vida. Hasta ahora... Quién sabe lo que le espera con ese chico de ojos ambar y cabello negro con destellos verdosos. Estaba segura que aún le quedaban experiencias fantásticas que vivir junto a su lado. Lo amaba y no se separaría de él nunca, jamás…