Notas del capítulo:
Disculpen la tardanza; estoy de niñera, mi perrita tiene nueve cachorritos que nacieron hace casi tres semanas (ahora ya saben por qué la demora) y se nos acaban de enfermar. Empiezo a entender a mi madre cuando me dice que fui una bebé difícil.
Gracias a Ros por revisar el capítulo; disculpen por los errores que encuentren, es mi impulsivo hábito de cambiar las cosas a último momento.
¡Gracias por leer!
— T-Tienes que decirme qué d-decir, porque, esto es un E-Enlace, ¿verdad? Esto es el ritual, ¿no es así? P-Por favor, Blaise, d-dime qué decir...
— ¿Aceptas?
Capítulo 15: Enlace
Estaba listo para poner sus manos enfrente de su cuerpo, instintivamente reconociendo que ningún tipo de trasporte parecía agradarle. Y cuando la moción de ser expulsado por la chimenea no conllevó su cuerpo besando el suelo, se sorprendió tanto que se había olvidado de la sensación sobre brazos tonificados apresándole posesivamente.
— ¿Blaise?
— Estoy aquí —le murmuró en su oído, apretando su abrazo por uno momento para luego hacerle girar. Sus pupilas estaban dilatadas, dejando solo un fino anillo marrón; Harry quería pensar que era por la adrenalina, y no por un efecto secundario de una maldición.
Eso solo le hizo recordar la herida en Blaise. Aún con el corazón latiendo apresuradamente en su pecho, Harry tomó en manos su brazo, con algo de dificultad porque Blaise parecía rehusar a dejarle ir del todo, pero lo suficiente separados para defenderse en caso de que un Mortífago apareciera.
No tenía ánimos de decir algo, más que nada porque Harry estaba preocupado por el resto, mientras Blaise se tomaba en la tarea de observar sus alrededores con una vigilancia que delataba la tensión que sus cuerpos se negaban a abandonar. Harry, siendo lo suficientemente delicado para no agravar la herida, apartó la tela destrozada, recordándose que lo arreglaría en cuanto se asegurara que estuviera bien. Sus manos aún temblaban, y maldijo en voz baja cuando se dio cuenta de la cantidad de sangre que había absorbido la oscura tela. Solo respiró con más facilidad al desvanecer el líquido carmesí con su varita; el corte lucía menos amenazante después de esto, aunque eso no le dio el consuelo que recibía cuando uno de sus amigos salía de la enfermería bajo la severa experiencia de Madame Pomfrey.
No sabía mucho sobre hechizos sanadores, y es muy probable que su expresión reflejó esto porque una mano se posó cuidadosamente en su mejilla, a lo que le instó a levantar la vista de inmediato.
— Lo siento —musitó Harry, mirándole a los ojos aunque la ansiedad le urgía a regresar su atención a la herida de nuevo—, solo sé un hechizo que puede ayudar, pero no estoy seguro si puede cerrar la herida del todo.
— Esto no es tu culpa. Nada de esto lo es. Nadie está obligado a hacer esto.
Harry parpadeó en confusión, el nudo en su garganta pareció desenvolverse un poco al tiempo en que su estomago dejaba de dar vuelcos. Al instante siguiente, donde sus pensamientos dimitían sobre los escenarios en que sus amigos podrían encontrarse, dejó ir un suspiro tembloroso. Tenía que estar mal de la cabeza para no haberse dado cuenta de eso. Blaise parecía detectar mejor su estado de ánimo que Harry mismo. No es como si alguien le hubiera apuntado antes sus reacciones en medio de un enfrentamiento, o después de uno, como en ese momento. Nadie le preguntaba si estaba bien, emocionalmente.
Refinados dedos se deslizaron delicadamente por su boca, a lo que Harry posó toda su atención en su pareja, involuntariamente dejó ir un siseo de dolor, no se había dado cuenta que lo había mordido al punto de romper la piel.
Harry no se disculpó, bajando su cabeza para seguir arreglando la herida, como Blaise tampoco dijo algo al respecto, silenciosamente acariciaba su mejilla y movía su cabeza en varias direcciones. Ambos estaban consientes de que había preocupaciones mayores en esos momentos.
— Episkey—murmuró Harry, moviendo su varita sobre el corte. La poca sangre que había quedado desapareció, y la piel se iba cerrando lentamente bajo su aliviaba vista—: La Señora Weasley puede revisarlo mejor cuando lleguemos a su casa.
— No podemos quedarnos aquí más tiempo —indicó Blaise, su voz apenas un susurro en la silenciosa habitación. Sin concordar con el comentario de Harry del todo; era de entendimiento mutuo que Blaise no confiaba su salud a cualquiera.
Harry suspiró quedamente, y dejando de lado lo anterior, sintiendo una llamarada de preocupación, protestó: — Pero el resto-
— Saldrán por diferentes chimeneas —informó Blaise, tomando su mano en cuanto Harry terminó de enmendar sus ropas, y detectando su confusión, sobre el pánico en los ojos verdes, le explicó—: Una precaución que Lupin agregó en caso de que algún Mortífago rompiera la línea de defensa. No es totalmente confiable.
— B-Bien —suspiró Harry, lanzando una última mirada inquietada a la chimenea antes de dejar que le dirigiera a la salida.
Más relajado desde que llegaron, Harry estudió sus alrededores. La habitación estaba muy oscura, pero podía ver que estaban en una casa abandonada; todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, los muebles abandonados llenos de moho y, al parecer, al simple toque se desbaratarían.
Salieron de la habitación en silencio, Harry apretaba los labios para ahogar el sonido de su respiración y se tensaba cada vez que el suelo de madera crujía sobre sus pies. El corredor estaba mejor iluminado por las grandes ventanas que dejaban pasar la luz de las grandes lámparas en la calle, a lo que Harry pudo ver, por un momento, la silueta de un monumento, en lo que parecía ser el centro de la villa. Y en aquel momento, con la sangre pulsando en sus oídos, recordó dónde estaban. El Valle de Godric; el hogar de sus padres. Donde pudo haber crecido al lado de sus padres, aprendiendo desde pequeño las maravillas de la magia. Un hogar en el que pudo haber regresado cada año, cada festividad, cada verano después de Hogwarts. Pensó en su madre, horneando un pastel en cada cumpleaños, en su padre enseñándole a volar. En sus reacciones cuando la carta de Hogwarts llegara; que estuviera dirigida a su habitación, una real habitación, y no la alacena debajo de las escaleras. Pensó en el orgullo en el rostro de sus padres al enviarle a Hogwarts, más que nada usando de referencia a los padres de sus compañeros que veía cada año cuando tomaba el tren. Las bromas que los hermanos de Ron le hacían, y la Señora Weasley, a pesar de su enojo, lloraba cuando se despedía.
Cielos, pude haber tenido hermanos, pensó, absorto por las posibilidades, y profundamente entristecido de recordar la pérdida de esa vida a manos de Voldemort. Pero había una resonancia interior que le recordaba que no era real, un poco más cuando Blaise le estrujaba a su lado y redujo la corriente de sus pensamientos. La sola presencia de Blaise, recordar por todo lo que habían pasado, mitigaba la pesadez en su corazón sin mucho esfuerzo. Con esto en mente, buscó la razón de sus acciones, y detectó ciertas presencias en la calle, pensó que su protectora continencia era seguramente buscando para resguardarle de la vista de otros. Ni siquiera se había dado cuanta cuando cruzaron la puerta principal al aire libre.
Estaba entrada la noche así que no se podía observar mucha gente, solo uno que otro hombre regresando a sus casas después de un día de trabajo o de embriagarse, si es que la taberna al final de la calle le decía algo al respecto.
— ¿Aún deseas ver a tus padres?
Harry respiró de golpe, tomado por sorpresa ante la suave pregunta de su pareja.
Prometido, su mente suplió frescamente. El concepto era nuevo y, con esta novedad y sus palabras, le miró sin comprensión, a lo que Blaise le detalló por un momento, con un aire tenso, pero con una mirada gentil. Luego, en donde pareció debatir si continuaba con su pregunta o no, Blaise inclinó su cabeza a un lado.
Siguiendo la dirección en que apuntaba, Harry dejó ir una exhalación lentamente al reconocer una iglesia, sus vidrieras coloridas brillaban apenas bajo la luz de la luna y las luces de la plaza, parte de un cementerio se veía detrás. Había varias tiendas alrededor, una oficina postal y la taberna. Rodeaban un monumento que, en las sombras de la casa abandonada, no había podido identificar su forma.
Pensó que Blaise se refería al cementerio, donde tal vez descansaban sus padres, pero a medida que se iban acercando, Harry entendió que se refería al monumento. Algo en lo que había pensado era un obelisco a los caídos, era en realidad una estatua de tres personas: un hombre con el cabello revoltoso y lentes redondos, una mujer con cabello largo y un rostro hermoso, y un bebé en sus brazos. Sin cicatriz, sonriendo con la inocencia caracterizada de un niño.
No necesitaba ver la placa para saber quiénes eran.
— No pensé que habría un estatua —musitó Harry, y creyó que se sentiría abatido, pero sorpresivamente le llenó de un apacible agrado.
Una forma para que el mundo los recuerde.
— Te pareces más a ella.
Harry giró su cabeza para atrapar la contemplativa mirada marrón y sonrió sin poder evitarlo.
— El resto me dice que me parezco mas a mi padre —admitió, mirando el cementerio por unos segundos y, pensándolo mejor, se giró en sus pies para encaminarlos lejos de la iglesia. Respondiendo la duda en los movimientos de Blaise, cuando les detuvo abruptamente—: No estoy listo para ver sus t-tumbas. A-Aún no.
Blaise asintió con comprensión, dando una última barrida con sus agudos ojos la plaza para luego rodearle con sus brazos. Harry reconoció, con alarma, que iban a Aparecer.
— La idea final de Moody fue Aparecer al salir de la conexión —le explicó Blaise, e interpretando su reacción, con una voz más suave le dijo—: Granger y Weasley estarán ahí.
— Eso espero —musitó, escondiendo su rostro en el firme cuello, y segundos después se sintió girar, la sensación de ser aplastado dentro de un tubo imaginario le revolvió de nueva cuenta el estomago. Cuando la sacudida pasó, igual de rápido, pudo tomar en un respiro relajado.
Aire húmedo le llegó a su nariz y cuando su vista se acostumbró a la nueva penumbra pudo identificar pasto tal alto que le llegaba a la cabeza. Quiso dar un paso atrás para ver mejor sus alrededores pero sintió el suelo bajo sus zapatos hundirse y por reflejo alzó sus manos para apoyarlas sobre los brazos de Blaise. Los músculos bajo sus manos estaban tan tensos que podía sentir lo bien fortificados que estaban y se sorprendió de no reaccionar inadecuadamente cuando antes le hubiera saltado encima por el deseo. Lo que le decía lo afectado que estaba aún.
— Cuidado —advirtió Blaise, su voz igual de baja y apática desde que habían salido de la chimenea.
— ¿Estás bien? —susurró Harry, lleno de inquietud, lo suficiente para atraer su atención. Y como entendiendo que su actitud en vez de ayudarle solo le agitaba, Blaise juntó sus frentes y le miró a los ojos largamente.
— No deberías estar en este conflicto —espetó al fin, en un gruñido que expresaba mejor el brillo feroz en sus ojos marrones. Su grande mano frotó delicadamente la pálida frente, sobre su cicatriz, y Harry vio sangre cuando le enseñó sus dedos—: Te lastima sin necesidad de tocarte... Lo quiero muerto, a él y sus seguidores. Matéa varios y no es suficiente.
Podría decir que lo esperaba, pero lo que decía aclaraba mejor su actitud taciturna (más de lo normal). A su vez, no estaba del todo seguro si Blaise había visto a Voldemort antes como para obtener esa reacción. Poca gente le había visto de frente, y se puede decir que no había tiempo de reaccionar porque Voldemort los terminaba matando. Harry estaba ciertamente familiarizado con sus acciones debido a la conexión, la cual se volvía más fuerte hasta el punto de causarle daño físico. Era de esperarse que Blaise se sintiera frustrado al no poder hacer algo para solucionarlo (no había tiempo para aprender a cerrar su mente), pero más que nada, Harry comprendió a lo que se refería; pensaba en sus acciones en Prive Drive, un lado que no había visto en su pareja, su prometido; hasta ese momento.
— No soy un santo. Te lo he dicho antes —respondió Harry con honestidad, usando la manga de su suéter para limpiar su frente, queriendo mostrarle que no era algo nuevo, lo que no era bueno, pero era un comienzo—: No me agrada, pero entiendo que alguien tiene que hacerlo. Yo no puedo, al menos no a ese nivel —confesó, apartando la vista al recordaba al Mortífago que dejó caer de su escoba. Sentía culpa, pero no ansiaba ahondar en el sentimiento. Además, le inquietaba más el hecho que Blaise tuviera la facilidad para matar, así que le dijo—: Me sorprendió; verte usar las Imperdonables por primera vez. Hermione me contó un poco, pero verlo a escucharlo es muy diferente.
A Blaise le tomó tiempo responder, y Harry pensó que el tema había sido concluido, hasta que le escuchó decir: — Lo siento.
Harry levantó su cabeza de golpe, inquietado ante la falta de inflexión en la profunda voz y, con una punzada de dolor en su corazón, reconoció la tensión de su cuerpo y la inmutabilidad de su expresión como las barreras que ocultaban la devastación que sus palabras provocó. Era sencillo descubrirlo, cuando Harry mismo lo hacía todo el tiempo.
— ¡Oh, no, no, no! No, amor; mírame a los ojos —suplicó, y cuando Blaise lo hizo, Harry se sintió lo peor cuando notó el estrés en las comisuras de sus labios y la sombra en los hermosos ojos marrones, a lo que se apresuró a explicar—: N-No es- Yo las he usado, ¿bien? Y yo no las he aprendido por necesidad, no como —pausó, aún titubeante de tocar el tema, pero sabiendo que era algo que tenía que entender Blaise, además... No iba lastimar a Blaise, no por respetar su muerte, maldita sea—. No presumo saber las razones por las cuales has aprendido Imperdonables, pero sí entiendo que tuvieron algo que ver con tu madre... Es parte de ti, entiendo esto perfectamente, así que, por favor no pienses que desprecio este lado tuyo, Blaise, ¿entiendes? Si pudiera... Si pudiera, con tu fortaleza, ya habría eliminado a Voldemort hace mucho. Incluso ahora, a veces, tengo que hacer cosas de las cuales no estoy orgulloso, y sé que tú lo haces más que nada para protegerme.
— Lo hago para protegerte —afirmó Blaise, tan vehemente como se podía expresar; en sus manos cuando tomaron su rostro, en sus labios cuando le besó delicadamente y en sus ojos cuando pudo entender la veracidad en sus palabras—. Daría mi vida por ti.
— Me preocupa eso —rio Harry, algo cálido instalándose en su pecho, creyendo que nunca iba a dejar de asombrarse ante la gentileza que podía expresar una persona que era igual de estoica—. Deberías de preocuparte potencialmente por tu vida; no somos enamorados trágicos, ¿bien? Que no se te ocurra hacer algo absurdamente heroico, uhmm, como a mí, y te me m-mueras, ¿entiendes? Porque es tu culpa que ahora sienta que me voy a morir si tú no estás a mi lado... ¡Agrh! ¿Vez lo que haces? Me haces sonar trágico... Y, maldita sea, Blaise Zabini, ¡muchos querrían el honor de hacerme sonar como un idiota cuando trato de confortarte!
Los grandes hombros de Blaise se relajaron un poco y pudo distinguir, aún en la oscuridad, un breve atisbo de una sonrisa. Harry no se contuvo: levantó sus brazos y rió en victoria, sabiendo que lucía ridículo, pero su risa no se detuvo y fue aún más fuerte cuando Blaise le dio un leve golpe a su frente con la punta de su dedo.
— Me siento honrado —respondió Blaise, atrayéndole en un abrazo. Harry aún no podía dejar de reír. Sabía que estaba algo histérico y no sabía cómo detenerse sin terminar llorando. Por otro lado, no podía ver la expresión de su prometido, pero lo consideró deleitado al detectar el breve temblor en la voz profunda que nada tenía que ver con su previo agravio, y sintió su corazón dar un vuelco cuando le escuchó decir—: Mi vida es igual de importante, Harry, porque túeres mi vida.
Ese tipo de declaraciones me van a matar alguno de estos días, se dijo Harry, hace que mis rodillas tiemblen.
Y le hubiera dicho esto, solo para poder ver su expresión, porque, lo admitía, también amaba descolocar esa impasible displicencia en algo más normal, que viniendo de Blaise era sombroso; sin embargo, el relejado momento que compartieron fue roto cuando escucharon los chapoteos de pasos sobre el lodo. Lo que le hizo recordar el motivo de sus nauseas y el temblor en sus manos.
Blaise movió su varita en esa dirección, y no necesitó decirle que hiciera lo mismo, como tampoco lo escondió detrás de él, algo que Harry registró. No era una damisela en peligro y apreciaba que reconociera su capacidad de defenderse.
— ¡Harry! ¿Ese eres tú? ¡Escuché tu voz! ¡Harry!
— ¿Hagrid? —llamó Harry, sorprendido, pero no bajó la varita y se dispuso a dar un paso adelante, pero el brazo que se situó en su pecho le detuvo—. ¿Qué-?
— Puede ser una trampa —murmuró Blaise, entrecerrando sus ojos prudentemente. Harry no le escuchó decir un hechizo, pero vio la punta de su varita encenderse en un tenue Lumus.
— ¿Quién está ahí? ¿Potter? ¿Es Harry Potter? —llamó otra voz. Llena de miedo, y que le hicieron dudar si era un Mortífago.
Harry pudo ver varias siluetas detrás del pasto, iluminadas por la leve luz de sus varitas. No reconoció la segunda voz, a lo que miró a Blaise.
— Ted Tonks —susurró Blaise, pero el que lo reconociera no apremió a abandonar su aire defensivo.
— ¿Tonks? ¿Es familiar de Nymphadora? —cuestionó Harry en voz baja, reflejando la pose tensa de Blaise al no apartar su varita cuando antes lo hubiera hecho con solo saber que Hagrid estaba ahí.
— Su padre.
Antes de que pudiera mostrar su asombro por esto el pasto fue aplastado por los pasos del corpulento Hagrid, a su lado, vio a un hombre con cabello fino y cuerpo regordete que le miraba de regreso con más ansiedad que Harry podía expresar. Ahora que lo vislumbraba, podía ver que sus ojos eran familiares a los de Tonks.
— ¡Harry! Qué bueno que estás bien —exclamó Hagrid, atrayendo su atención, y casi le rodea en sus enormes brazos, sin embargo, la varita que se posó cerca de su nariz le detuvo en seco.
Sería gracioso, un Mago adolescente apuntando con su varita a un medio gigante. Si no fuera Blaise el instigador; era una imagen impresionante sin decir que su sola gélida mirada logró detener los movimientos de todos los presentes, Harry incluido.
— Di algo que solo Harry tenga el conocimiento —siseó Blaise, con un todo de voz que demandaba una respuesta inmediata y que hizo saltar al Señor Tonks.
— ¿¡Qué estás diciendo, Zabini!? —bramó Hagrid, indignado de verse amenazado, pero Harry también podía ver la sospecha en su rostro.
— Necesitamos verificar que no eres un Mortífago —explicó Harry lentamente, y antes de que Hagrid le mirara dolido, porque usualmente siempre se malentendían, le rogó—: Por favor, Hagrid, es importante.
— ¡Bien! Mira que llamarme un Mortífago —renegó en dirección a Blaise por unos segundos, que cambió de inmediato cuando miró a Harry—: Yo fui el que consiguió un huevo de un Ridgeback Noruego en tu primer año, Harry... Lo siento por el castigo que te dieron; Norberto... Aún no puedo creer que lo mandara lejos, Charlie me dijo en su última carta que era energético y violento, yo pienso que necesita mejor-
— ¡Eso está bien, Hagrid! —cortó Harry, antes de que el Señor Tonks le diera un ataque porque la expresión de Blaise se iba haciendo más tormentosa a cada palabra innecesaria que le escucha decir—. ¿Señor Tonks?
Ante el llamado, el Mago se giró a verle, aunque lanzaba miradas de reojo a la varita de su prometido, que si bien ya no apuntaba amenazantemente a alguien, aún no la bajaba del todo.
— Me alegra ver que ha llegado a salvo —dijo el Señor Tonks, y al ver que Blaise se movía para colocarse más cerca de Harry, se apresuró a agregar—: No esperaba a Lord Zabini, pero me agrada ver que está bien.
Harry quiso preguntarle cómo se conocían, pero recordó que Hermione le dijo que Blaise estaba en la Orden también. Y eso solo hizo que su ansiedad aumentara.
— ¿Dónde está el resto? —preguntó, buscando con rápidos vistazos sus alrededores—. Había demasiados Mortífagos y Voldemort apareció al final, no sé si-
— ¿El Innombrable? —repitió el Señor Tonks y Hagrid al mismo tiempo. Hagrid se había inclinado hacia delante con horror. No entendía la expresión de Hagrid, y se preguntaba si había tomado otra ruta.
— Sí. Con demasiados Mortífagos —afirmó Harry, apretando los dientes al reconocer el error de no estar al lado de la Orden y ayudarles a regresar a salvo—, de alguna forma se enteraron de la misión.
— La protección alrededor no les permitirá entrar en un radio de cien metros —musitó el Señor Tonks, y se giró lentamente para no caer en los charcos de lodo—. Vengan, vengan; mi esposa nos espera en la casa. ¡Hagrid! ¿Necesitas ayuda con ese artilugio que llamas mota?
— Ah, no, está todo bien... y es una moto, Ted.
Harry resopló por lo bajo, y se maldijo interiormente por encontrar diversión en medio de esa crisis.
— No pienses mucho —le susurró Blaise al oído, reconociendo su súbito silencio y su rígida expresión—, guarda tu ira para posteriores enfrentamientos.
— Mis amigos dirían que me calme y evite pelear —respiró Harry, entornando sus ojos en ligera frustración.
— No se puede evitar todo en esta guerra —esclareció Blaise, y Harry concordaba silenciosamente. Trataba de pensar en otra cosa, mientras se apoyaba del firme brazo que se le fue ofrecido y que le ayudaba a caminar por el pantanoso suelo, por una mejor ruta de la que Hagrid hundía con su peso o la que el Señor Tonks se resbalaba de tanto en tanto.
Viéndolos, se preguntaba por qué no usaban hechizos para facilitar su camino. Harry no podía usar magia aún, pero aunque pudiera confiaba más en los pasos de Blaise. Uno, porque comenzaba a concentrarse en no caer de boca (tratando de no pensar mucho como se le dijo) y dos, porque Harry era torpe en cualquier superficie o situación que no fuera en una escoba en el cielo.
— Debemos apresurarnos, el Traslador lo tiene 'Dromeda y está por activarse —llamó el Señor Tonks, logrando pisar suelo firme y casi corriendo hacia su casa, que lucía como una casita de campo contrario a la mansión que esperaba. Considerando que la madre de Tonks era una Black, era algo que descolocó a Harry.
La puerta se abrió lentamente y, segundos de ser observados, una refinada figura se apresuró a encontrase con el Señor Tonks. Por un momento la visión de Harry se nubló de odio, y sintió un profundo alivio de que Blaise se cruzara en su camino, tapando su vista a la pareja.
— No es Bellatrix Lestrange —murmuró Blaise, su voz lo más cercana a confortante enfrente de extraños—: Andrómeda Tonks.
Harry repitió su nombre en voz baja, y asintió su cabeza para dar a entender que podía hacerse a un lado sin que explotara en una acción, como sacar su varita y maldecir a la madre de Tonks. No podían culparle de confundirla con su desquiciada hermana. Su cabello era un tono más claro, casi café, pero su expresión y la altivez que portaba era demasiado cercana a Bellatrix como para no confundirla.
— ¿Dónde está Nymphadora? —demandó la Señora Tonks, sorprendiendo a Harry al expresar una preocupación que creyó incapaz de ver en un rostro punzantemente familiar al de su hermana—: H-Has dicho que los emboscaron, Hagrid.
Cuando su mirada oscura se posó sobre él, Harry casi por reflejo agacha su cabeza. Culpa y ansiedad formando el familiar nudo en su garganta y su estomago.
— N-No lo sabemos aún —respondió Harry quedamente, sintiéndose obligado a ser el que diera la cara, ignorando la aguda mirada de Blaise cuando su voz tembló un poco.
Ambos padres intercambiaron miradas llenas de preocupación, lo que solo fomentó la sensación en Harry.
— El Traslador —indicó Blaise a ambos adultos, e imperceptiblemente, deslizó su pulgar sobre la blanca mano entre sus dedos.
Harry aceptó el gesto, sin deseos de hablar.
— Tenían que haber llegado hace varios minutos —se limitó a decir el Señor Tonks. La incertidumbre dominaba sus movimientos, a diferencia de la más calmada expresión de su esposa. Aceptó, con premura, un peine plateado que le dio ella y directamente, con respecto y algo de inquietud, les dijo—: Es un honor conocerle; saber que parte de nuestros objetivos descansan en usted. 'Dora nos ha dicho tantas hazañas por las cuales ha sufrido y ha triunfado a pesar de... a pesar de las tragedias. S-Solo espero que todo salga bien... ¡Buen viaje! El Traslador está por activarse en tres minutos.
Harry tomó el peine plateado sin comentar más, sobrecogido ante la magnitud de la fe que tenía en él. Buscando disipar su pena, silenciosamente se colocó frente a Blaise, dándoles la espalda. Bajo la intensa mirada de su pareja, Harry le presentó el Traslador para que lo pudiera tocar.
Hagrid les miró largamente, sobre todo a Blaise, y pareció dudar de seguirles o no. Al final, cuando el Traslador comenzó a brillar un azul resplandeciente el enorme dedo de Hagrid tocó la punta del peine y, mientras Harry rogaba interiormente por sus amigos, desaparecieron en un remolino de colores.
(0oOo0)
— Podríamos haber considerado transporte Muggle... Estoy segura que V-Voldemort no hubiera podido hacer algo al respecto.
Harry apartó su vista del largo patio de los Weasley, donde Fred estaba lanzado algunos descarriados Gnomos por sobre la cerca, saltando en victoria cuando aterrizaban cada vez más lejos. George le ayudaba, tan pegado a su hermano que estorbaba. Ninguno de los dos hacia su usual pantomima competitiva. George, entre turnos, miraba insistentemente a su hermano, cuando pensaba que no era observado. Checando la venda en la cabeza de Fred, cuando éste se volteaba. Harry se imaginaba que Fred lo sabía, pero desestimaba con bromas su preocupación. Era un nuevo ritual, en apariencia tan recreado como sus perpetuas sonrisas, que sin embargo dejaba una impresión amarga en el resto de la familia. La Señora Weasley había informado a todos los presentes que Fred estaba bien, pero había perdido su oreja izquierda sin posibilidades de regenerarla. Por una maldición de Snape.
No deseaba pensar más en esto o en la traición que le costó la vida a Moody, así que posó su atención en las palabras de su amiga.
— Catorce magos y un medio-gigante en el metro, Hermione, eso suena loco hasta para un Mago —musitó Harry, pasándose una mano por su cansado rostro y resoplando en una apagada risa. Sí, se lo imaginaba y no estaba seguro de sentirse horrorizado o entretenido.
— Sí, creo que iba a ser muy obvio —rió ella débilmente, y después de unos minutos, donde el ambiente se tornó incomodo, Hermione suspiró—: Esto es ridículo, Harry, nunca antes habíamos encontrado difícil hablar. Como si hubiéramos peleado.
— Peleo con Ron varias veces —indicó Harry, eludiendo mirarla a los ojos, sabiendo que la culpa que empezaba a sentir se dejaría ver fácilmente. Estaba cansado de sentirse así por cada acción que realizaba—, aunque tú peleas todo el tiempo con Ron.
— Es diferente con Ron; tú y yo no frecuentamos pelear —apuntó Hermione, cruzándose de brazos, no en defensa, pero sí con algo de vulnerabilidad.
— Lo siento —dijo Harry, y sintiéndose ridículamente expuesto de pie, se sentó en el alfeizar de la ventana, con su espalda recargada en la madera que sobresalía a un lado, y con la mirada clavada en sus manos sobre su regazo, le explicó—: No es que desee pelear con ustedes... Es, uhm, ¿cómo puedo decírtelo?
— Es Blaise —agregó ella, suavemente.
Harry se giró a verle, largamente detallando su expresión. No detectaba hostilidad, solo algo de aprensión al tocar el tema, y lo entendía. Lo entendía tan bien como lo sentía incomodo. No agradaba de hablar de sus sentimientos, no era tan fácil como lo veía con algunas chicas, incluso con su amiga, tampoco creía que si hubiera sido una chica le hubiera servido de algo y aunque lo fuera, estaba seguro que su torpeza emocional (cortesía de sus familiares) impediría que se expresara bien.
Quiso lamentarse en voz alta, pero solo se limitó a suspirar. Y dudando un poco, le indicó que se sentara a un lado suyo, había suficiente espacio para ambos y creía que iba a ser más fácil hablarle de frente. Hermione miró a la puerta, cuando se aseguró que seguía cerrada, se acercó para sentarse, su espalda tan recta que le recordó a Harry la primera vez que le vio en primer año; en el tren, antes de que alguno de ellos supiera que temer por la Casa en quedarían sería la última de sus preocupaciones. Extrañaba esos días, extrañaba la inocencia que los llevó a ser tan buenos amigos.
Es por eso que se le hizo más fácil contemplar hablarle sobre Blaise. Lo importante que era para él, sobre todo en esos momentos.
— Quiero decirte algo —empezó, cauteloso con sus palabras, a diferencia de su aventurera mano que atrapó la más delicada de su amiga. Ella se sobresaltó por el gesto. Sabía que era porque a diferencia de otros, Harry no era una persona muy afectiva. Le sonrió radiantemente, y le dijo—: Blaise y yo estamos comprometidos. Tenemos tiempo ya, meses, creo... aunque me acaba de dar el anillo.
Hermione le miró con los ojos bien grandes, abriendo y cerrando su boca varias veces. Y luego, tomándolo como indició positivo (siendo optimista), Harry levantó su mano para mostrarle el anillo que descansaba en su dedo anular. Brillando con un tinte plateado ante la poca luz. Era sencillo en su belleza, delgado y de una superficie suave, marcado por un símbolo esmeralda recurrente que aún no entendía su significado. Algo que le estaba volviendo loco.
Si su amiga le preguntaba, Harry iba a gritar, porque aún no se atrevía a aproximarse a Blaise sin tirársele encima y abusar de sus privilegios como su prometido para hacerle el amor enfrente de toda la Orden del Fénix. Harry ya dijo todo lo que tenía que decir la noche anterior, y más que nada deseaban saber sobre las posibles habilidades que puede aportar Blaise. Sabía que lo único que contenía a su prometido de dejarlos con la palabra en la boca era la presencia del Auror Dearborn, el cual Harry no culpaba, pese a su anterior recelo, le agrada saber que su presencia complacía a Blaise. No; culpaba a los insistentes miembros de la Orden.
Estúpida Orden, maldijo por enésima vez en la mañana.
Esa mañana, cansado y aliviado de saber que sus amigos habían llegado a salvo (odiándose interiormente por no tener la capacidad de aceptar la muerte de Moody), Harry no se sorprendió de verse despertar sin la presencia de Blaise a su lado, recordando que había mucha gente que quería hablar con él; la Orden parecía haber cambiado de actitud tan pronto les vieron sanos y salvos en la casa de la Señora Weasley.
Lo que le dejó atontado en sobre manera, aún medio dormido, casi provocándole un ataque al corazón, fue ver brillar el anillo en su mano izquierda. Hizo fuerza de voluntad para no salir disparado de la cama y cazar a su pareja para demandarle el significado de dicho anillo (aúnestaba medio dormido). Cuando la densidad del sueño le dejó, recordó la promesa de Blaise y lo único que pudo lograr hacer fue maldecir y gritar interiormente de dicha (mientras su cuerpo hacia un baile extraño sobre las sabanas). Blaise fue lo suficientemente astuto como para ponerle el anillo sin despertarle. No era raro ya que se estaba convirtiendo en un ritual personal de Blaise, despertar gradualmente a Harry, el cual inicialmente tenía el sueño ligero (aún lo tiene en presencia de otros).
— Titanio —respiró Hermione, un brillo de conocido entusiasmo haciendo presa de su expresión atónita y sacando a Harry de sus balbuceos mentales—. Un anillo céltico hecho con titanio, ¡Harry! Esto... déjame recordar, Uhmm... ¡Ajá! —exclamó fuertemente, haciéndole saltar, tomando su mano para mirar mejor el patrón de nudos esmeralda que rodeaban la banda de titanio, y después de largos minutos, en los que ella hacia sonidos que Harry reconoció como los "sonidos de contemplación profunda", le soltó la mano y le dijo, solemne—: El Titanio recibe el nombre de los Titanes, hijos de Urano y Gea de la mitología griega. Mucha gente piensa que es un nombre científico, pero admito que esto viene de la cultura antigua, muy ligada al Mundo Mágico. Este anillo en particular, uhmm, ¿te puedo decir de sus orígenes? No estoy segura del significado, pero sí de su historia.
— S-Sí, claro —concedió, después de pensarlo un poco, seguro de que cualquier cosa que le dijera no iba a arruinar la explicación de Blaise. Su amiga partía de explicaciones carentes de significado emocional. Además, creía conocer a su prometido como para decir que la corta explicación que espera ansiosamente iba a hacerle explotar el corazón.
Y se decidió a ponerle atención a su amiga porque estaba hablando:
—...figura geométrica, creo que el patrón es fuertemente cercano a algo vegetativo, como zarcillos y enredaderas. De hecho, su historia es central al arte Céltico. Se dice que la simetría de los nudos entrelazados no es usualmente cuadrada, ni rígida o formal como los anillos modernos, es más que nada orgánico, que fluye y tiene un reflejo estilizado de las curvas y las espirales formadas en la naturaleza. Un anillo de compromiso Céltico representa el ideal de, uhmm, el ideal de la primavera, la fertilidad —marcó, dándole una mirada pensativa, sobresaltando tanto a Harry que ella esperó a que dijera algo, y como no lo hizo, continuó—: También el eterno despertar de la esencia de la vida; que entre todos, forman lo que es una unión fructífera.
Harry consideró, absurdamente, saltar por la ventana, por la emoción. Pero pensaba que Ron no iba a agradecerle que rompiera el cristal, y se convenció de dejar de seguir ese hilo de pensamiento, porque solo iba a terminar con un ataque de nervios.
— Eso suena a un cuento de hadas —soltó, voz algo seca, su corazón latía apresuradamente y no quería saber lo qué iba pasar cuando viera a Blaise.
— ¿No crees que es muy apresurado? —dijo Hermione de pronto, pudo componer su expresión en algo más serio. Era contradictorio a su arrebato anterior, pero a Harry no le impresionaba tanto.
De hecho lo esperaba, y por lo mismo no le fue difícil explicarle:
— Te diría que sí, pero creo que mis sentimientos son tan grandes que no puedo imaginar una vida sin él. Si es que logramos superar esto —confesó Harry, sabiendo que ella entendería sin profundizar en sus palabras—: Además, no soy el único que piensa en un matrimonio —se interrumpió, considerando si corregir o no sus palabras, porque no sabía si su amiga tenía conocimiento alguno de una Unión; lo mencionó, pero estaba seguro que ella no sabía el real significado. Al final decidió dejarlo para otro momento—. Bill y Fleur no tienen mucho de conocerse.
— Se vieron por un año, ¿no llevan ustedes casi un año también?, pero yo creo que ellos tienen más edad para contemplar esto —le dijo Hermione, aplacando su aire de solemnidad cuando Harry frunció el entrecejo—, también Remus y Tonks... aunque creo que ellos tienen una historia más larga.
— Se casaron hace poco. No creo que estuvieran juntos antes —comentó Harry, rumiando en recuerdos de sus años anteriores. Aunque su perspectiva inicial de Remus fue la de un chico trece años y descubriendo la existencia de su padrino que era un asesino. Por otro lado, no se consideraba un experto en relaciones amorosas, así que redirigió el tema—: Ya que te digo esto, también quiero que sepas que ustedes dos son mis mejores amigos —pausó, no sabiendo si era buena idea seguir hablando sin la presencia de Ron, pero ya viendo que lo más significativo estaba dicho, persistió—: Valoro todo lo que han hecho por mí y significaría mucho que aceptaran a Blaise, incluso si no les agrada del todo- ¡No! Espera —exclamó, levantado su otra mano para detener a su amiga de decirle algo—, entiendo que hay cosas que hace Blaise que son... Uhmm, peligrosas. Lo hace por mí, y hay motivos por los que se comporta de esa forma.
— Y no puedes decirme sobre esos motivos —razonó Hermione, titubeando de expresar sus opiniones, Harry deducía que en su mayoría consideraba la misión por la que estaban por embarcarse, y estuvo en lo correcto cuando ella le dijo—: No confío en él, los siento, Harry, pero tengo que preguntar. Eres mi mejor amigo —suplicó, y ambos ignoraron la falta de mención de Ron, porque era obvio en qué categoría caía bajo los pensamientos de ella—. ¿Puedes decirme qué es lo que te hace ignorar... ignorar l-la fría forma en que usa Imperdonables? C-Creo que es muy peligroso, considerando lo que estamos por hacer.
Esto está empezando a cansarme, se dijo, mordiéndose los labios para no decir algo que nacería de su temperamento. Lo que usualmente era irracional y algo descarriado.
— Él nunca me traicionaría —aseguró, tan fuerte como si alguien le hubiera cuestionado la honestidad de sus amigos, lo que era algo grande considerando que a ellos los conocía desde hace años—. Confío todo lo que tenga que ver conmigo con ustedes, pero no cuando se trata de Blaise —rebatió Harry, soltando su mano e ignoró, sintiéndose culpable, la mirada dolida que le dio—, si Blaise decide explicarte es su decisión, y yo no le voy a presionar... Puedes confiar en mí, en que yo sé sus razones y que no son mis sentimientos los que nublan mi juicio. Lo amo; en medio de esta guerra, no me doy el lujo de juzgar sus acciones. Sobre todo cuando salvan a muchos.
— No es justificable. A parte de que hay mucho en juego aquí —musitó Hermione, voz estremecida, pero algo resignada—. Aunque puedo decir que no puede haber un Mago que te proteja como él lo hace.
— El daría su vida por mí —respondió de regreso Harry, clavando sus expresivos ojos verdes en los de ella, haciéndole entender que a pesar de lo significativo, era algo que le apesadumbraba—: Y si es posible, ustedes pueden ser lo suficientemente considerados para evitar que esto ocurra. Tal como veo las cosas no creo poder cumplir yo mismo esto.
— Sus acciones son solo suyas, más cuando suena tan determinado como tú —apuntó Hermione irónicamente. Después de unos minutos en los que se vieron, ella concedió—: Puedo asegurarte que haremos todo lo que esté en nuestra capacidad, pero esto va para ti también. Tú vida no es menos importante solo porque los riesgos son mayores en ti, especialmente cuando son mayores... Y es algo que aún no comprendo, tu tendencia de estar en medio de todo.
Harry echó su cabeza hacia atrás, apoyándola en la madera, soltando un lamento frustrado.
— Los problemas me siguen, no yo a ellos —refutó simplemente, cruzándose de brazos y captando el movimiento de su amiga cuando el anillo se perdió de vista debajo de su brazo. Se mantuvo callado; para no comenzar en un nuevo ciclo la conversación. Su amiga pareció comprender su actitud, porque se mantuvo solícitamente callada.
Suspiró, esta vez en molestia, estaba comenzando a ponerse ansioso de nuevo, sin tener una conversación que le distrajera. Podrían hablar de los Horocruxes, pero sin dos del resto de los conocedores no creía que fuera adecuado. Y no ayudaba que el dolor en su cabeza acrecentara su actual estado de ánimo. Consideraba preguntarle a la Señora Weasley si tenía algo para el dolor, pero aún no estaba listo para ver al resto de los residentes. Y entonces, de la nada, un dolor agudo refulgió de su cicatriz y cuando levantó su mano para cubrirla, una voz fría, furiosa, retumbó por su mente:
— ¡Otra varita! ¿Acaso tratas de desafiarme? ¡La solución al problema era otra varita!
Un hombre viejo, en ropas desgarradas y rostro hundido por el hambre gritaba horrorizado, voz rompiéndose en agonía pura.
— ¡N-No! ¡Se lo suplico!
— ¡Mentiras no serán toleradas, Ollivander!
— ¡U-Una conexión... s-solo e-entre d-dos varitas! ¡P-Por favor!
— ¡MENTIRAS!
Vio la esquelética mano levantarse, una varita que no reconoció entre los largos dedos y, con la furia quemando en su interior, Voldemort veía el cuerpo retorcerse-
— Abre los ojos—siseó una voz demandante en su oído, rompiendo la aterradora imagen. Le tomó tiempo comprender, pero cuando lo hizo, agradecía que la visión no fue tan larga como para desplomarlo, ya que aún estaba sentado en el alfeizar. Aunque todo su cuerpo temblaba ligeramente y su mano estrujaba la ropa en el costado de la persona que le sostenía en brazos, y no necesitó más que el sedoso comando para reconocerle—: Mírame a los ojos, Harry.
Era Blaise. Sentado en el lugar en que había estado Hermione, y no necesitaba mirar a su amiga para saber que estaba cerca, y probablemente aterrorizada de reconocer su episodio. Le preocupaba lo que le iba a decir, sabiendo que solo iba a alterarla más, sin embargo le inquietaba más la reacción de su prometido. El cual, viendo que ya estaba mejor, tiró de su cuerpo para colocarlo en su regazo.
— H-Hola —susurró Harry, y supo que su intento de relajarle fue patético cuando Blaise le miró en silencio por un largo tiempo.
El suficiente como para que Hermione se atreviera a reclamar:
— ¡Pensé que habías dicho que la conexión estaba cerrada!
— ¡Yo nunca dije tal cosa! —respondió Harry, sin girarse a mirarle, como sabiendo que si apartaba la vista de los ojos marrones iba a ser peor que su silencio.
— B-Bueno, Dumbledore querría que mantuvieras cerrada tu mente.
— Voldemort estaba torturando a Ollivander —soltó en lugar de reconocer sus palabras, logrando acallar de golpe su siguiente protesta, y notando el ligero cambio de expresión en Blaise al entrecerrar sus ojos sagazmente. Decidiendo rápidamente le explicó—: Tenemos esta teoría, cuando estábamos en cuarto año, al final del Torneo-
— Enfrentaste a Voldemort y sus Mortífagos; solo —siseó Blaise, claramente con una resurgida furia y que le hizo desear a Harry haberle tenido a su lado en aquella ocasión. Imaginaba que nadie se hubiera atrevido a llamarle tramposo.
— Fue una conspiración que no se pudo detener ni desde un principio —admitió Harry, el cual podría considerarlo no como uno de los peores, pero si uno de sus años más solitarios, pensó en Cedric, pero su recuerdo fue fugaz ante la dimensión de lo que había visto—. Pero, ese no es el punto, ¡ahora! —exclamó, ya que reconoció el desagrado en los ojos marrones por su comentario—, la teoría que formamos, que Dumbledore piensa- pensó, fue que mi varita y la de Voldemort no pueden enfrentarse porque se forma un efecto de resonancia que hace imposible intercambiar más de un hechizo, ¿no sé si Hermione te puede explicar mejor?
Ante esto último, Hermione miró algo intimidada a ambos, y cuando Blaise asintió su cabeza, firmemente sin apartar la vista de Harry, ella empezó a explicar:
— D-Dumbledore comentó que la varita de Harry reconoció el mismo núcleo en la varita de V-Voldemort, una pluma del mismo fénix, y muy probablemente la s-sangre de Harry que utilizó en su ritual para obtener un cuerpo. El efecto es Priori Incantatem, que muestra-
— Sé lo que es —gruñó Blaise, haciéndola saltar, y con una dureza que solo vio Harry en Prive Drive, demandó—: ¿Sangre?
— ¡No me gruñas a mí! Ni a ella, solo te está explicando —reprendió de regreso Harry, frunciendo el entrecejo y cuando Blaise logró controlar su temperamento, le explicó—: El Profeta se rehusó a publicar los detalles, pero no es un secreto que el regreso de Voldemort se debe a mi descuido en la prueba final. Tomó mi sangre, después... después d-de matar a Cedric.
— No hables así; enfrentarse a Voldemort no es un descuido —solicitó Blaise, un poco más sosegado, y Harry hubiera esperado que se disculpara, pero por otra parte su prometido no estaba ni cerca de ofrecer esas mociones a nadie más que a él—. No me agrada cuando hablas así.
— Siempre hace eso —agregó Hermione, ofreciendo una sonrisa pequeña.
— No debería —confirió Blaise, apartando su vista de Harry para verla.
— Así lo vi en ese entonces —defendió Harry débilmente y resopló en molestia cuando ambos le ignoraron. Seguramente sabían que mentía, porque, lo admitía interiormente, aún pensaba lo mismo.
— Hacemos lo posible para que no haga eso todo el tiempo —comento Hermione llanamente, un poco más confiada ahora.
— Lo necesita —aceptó Blaise, incluso asintiendo aprobatoriamente con su cabeza.
Harry, aún indignado, no sabía si la idea de que su prometido y su mejor amiga formaran una alianza tentativa sobre su estado mental era buena para su salud o no.
— ¡Muy bien! Ambos, deténganse, no me gusta que hablen de mi cuando yo estoy aquí mismo —bufó Harry, cruzándose de brazos cuando Blaise se giró a verle—, estábamos hablando de la varita de Voldemort.
— Tienes razón, disculpa Harry —dijo Hermione, no sonaba como tal pero si lo suficientemente seria como para mostrar su aire analítico—. También tienes que solucionar eso de la conexión, lo sabes, ¿no?
— No hay tiempo —negó Harry, rumiando en los sentimientos que Voldemort le forzó a sentir—, está furioso, y creo que estará ocupado buscando otra varita como para detectar mi lado de la conexión.
— ¡Harry!
— ¡No! Déjalo —pidió Harry, honestamente no creía que perder tiempo en un arte que no era para él le iba ayudar, es más, recordaba las sesiones con Snape y creía que solo iban a resultar peor. Lo que le tranquilizaba un poco era que recordaba la reacción que tuvo su varita, algo que ya habían hablado la noche anterior, y que Hermione desestimo como Magia Accidental. Algo que Harry no creía para nada—. Creo... Creo que ninguna varita le va a servir, en la visión dio a entender que uso otra, y es algo impresionante que mi varita haya roto la que tenía.
Hermione le miró con los ojos entrecerrados y le dijo:
— Ya hablamos de esto, Harry, no hay tal cosa como tu varita reaccionando por sí misma, ¡es absurdo!
— ¡Oh, por-! Bien, como digas —accedió Harry, decidiendo que era mejor mirar el rostro de Blaise, para distraerse, que empezar otra pelea.
Hubo un largo silencio, que se iba haciendo cada vez más incomodo, hasta que su amiga comentó que tenía que hablar con Ron, y después se despidió, igualmente inquieta que cuando empezó todo. Ya solos, Harry dejó caer todo su peso en los fuertes brazos que le esperaban solícitamente.
Al parecer la desaparición de Hermione fue la invitación que esperaba su prometido para hablar de nuevo: — ¿Estás bien?
— Define "estar bien" —musitó Harry, contra el cuello de Blaise, respirando, sin vergüenza alguna, en su aroma y deleitándose interiormente al reconocer eso. Y antes de que se distrajera más, admitió—: Últimamente me cansa mucho más el estar explicando mis acciones a cada paso que doy... Es frustrante.
— Entonces no lo hagas.
Harry soltó una risa breve que terminó en un gemido exasperado. Sintió un arrebato algo infantil al enterrarse más en el más grande cuerpo, cubriéndose en la túnica de Blaise, sus cálidos brazos, y encontrando confortante la oscuridad que proporcionaba.
— No creo que pueda salirme con la mía al actuar como tú, amor —bromeó Harry, deslizando una de sus manos por el bien formado torso y cuando su mano se atoró en uno de los botones de la fina camisa, recordó el motivo por el cual había permanecido en un estado de ánimo familiar al de un paseo por una montaña rusa esa mañana—. Sabes, ¿Sebastián, o Silvia, nunca te enseñaron que poner un anillo de compromiso sin que el otro se dé cuenta es rudo? Sin decir, ¿inconsiderado?
— Se me enseñó a marcar lo que es mío —respondió Blaise, y como haciendo énfasis en sus palabras inclinó su cuello para morderle ligeramente. La espalda de Harry se arqueó ante la sensación y gimió largamente cuando la mordida fue relamida y besada hasta el punto que sabía que dejaría una marca que ni una bufanda iba a cubrir fácilmente.
— E-Eso no- ¡ah! ¡Blaaaaaise!
— Harry.
Cuando su cuello fue finalmente liberado, Harry aún respiraba con dificultad, sin contar con el problema en sus pantalones. Se obligó a imaginarse cosas nada atractivas.
Umbridge en ropa de baño, pensó, lo que ayudo pero al momento siguiente sintió deseos de vomitar. Blaise, como era usual, estaba en general inmutable, aunque se atrevía a apuntar la pasión brillar en sus ojos. Y cuando se dio cuenta que Harry estaba más tranquilo, su mirada se suavizó.
— La promesa iba a ser propiamente cumplida en Hogwarts —explicó, con un remordimiento templado y que estrujo el corazón de Harry—. Disculpa.
— ¿Antes del ataque? Blaise, no eres tú el que debe disculparse —insistió Harry, mientras su anillo era observado por ambos y sonrió cuando Blaise beso la superficie.
— Ni tu tampoco.
— Uhmm, ahora lo sé —asintió Harry, inadvertidamente recordando al Director y la fría cueva, en lo que no se permitió ahondar, ya que no deseaba arruinar el momento—. Deja que yo te ponga el tuyo, ¿no crees que sea lo más justo ahora? No lo estas usando, pero puedo apostar que lo tienes contigo.
Blaise le observó por un momento, y reconociendo su determinación, asintió con su cabeza. Le sorprendió al sentirse ser levantado por un fuerte brazo, pasando por su posterior e instalándose fuertemente debajo de sus piernas, para luego verle buscar en el bolsillo de su pantalón hasta que procuró un caja de color negro. Incluso siendo asido de esa forma, incomodo en ocasiones pasadas con la facilidad que Blaise levantaba su peso (con un brazo), Harry se maravillaba, y a veces le avergonzaba admitir que le gustaba más cuando estabas solos en la cama. Y antes de que profundizara en sus fantasías, Blaise le volvió a instalar en sus piernas para presentarle la cajita. Era lisa, como el anillo, donde la luz aún se reflejaba en su oscuridad y justo en la tapa había un árbol rodeado por nudos, no del todo triangulares, algo curveados, que hacían un círculo perfecto en conjunto.
— El Árbol de la Vida —habló Blaise, observando su rostro. Lo que le hico enrojecer un poco. Y en respuesta su mejilla fue acariciada, para luego detallar con un largo dedo el círculo de símbolos—. Granger te ha explicado los símbolos celtas.
— Sí —respiró Harry, observando sus acciones con una nueva excitación—, me dijo que representan, ah, la primavera, la eternidad de la esencia de la vida y —pausó, pasando saliva por su, de pronto seca, garganta y sin apartar la vista de ese elegante dedo, musitó—: la fertilidad... Blaise, ¿qué estamos haciendo?
Blaise se quedó quieto, su dedo congelado en medio de la caja. Harry vio en su expresión la placidez de hace unos segundos tornarse en incertidumbre, pero no dijo nada. Esperó, entendiendo que para su prometido era igual de difícil dar a conocer sus intenciones. Y después de verle pelear consigo mismo por lagos minutos, Harry vio, por primera vez desde que le conoció, una tranquilidad pura, carente de esa línea de tensión, de ese instinto peligroso, en sus gestos y en su voz cuando pronunció:
— Te ofrezco mi mente, mi cuerpo y mi alma, porque tú me complementas. Te doy esta promesa; de hacer tu hogar, tus amigos y tu mundo el mío... Te ofrezco crear una familia. Te ofrezco mi pasado, mi futuro y mí ahora. Te ofrezco mis pensamientos, mi esperanza y mi voz. Te ofrezco eternidad, te ofrezco este anillo —susurró esto, tocando con ese mismo dedo el patrón esmeralda en el anillo de Harry. La magia que lo formaba, encontró satisfecha su ofrenda, al brillar por un momento. Luego, Blaise removió su dedo.
Hubo un silencio, tan pesado como muchos, pero no tan asfixiante, donde ambos se observaron, donde Blaise pacientemente esperaba, ternura y devoción en sus ojos y en donde Harry, con el corazón en la garganta, solo pudo articular: — T-Tienes que decirme qué d-decir, porque, esto es un E-Enlace, ¿verdad? Esto es el ritual, ¿no es así? P-Por favor, Blaise, d-dime qué decir...
— ¿Aceptas?
— ¡Sí! —exclamó fieramente, sin espacio a que la duda arrebatara la certeza de Blaise y tomara sus palabras de regreso con la excusa de que no estaba listo, y supo que no era todo cuando Blaise se inclinó más cerca, hablar más bajo, para instalarle a repetir el resto, lo que Harry hizo voz tan suave que solo ellos dos escuchaban—: "Te doy mi mundo, mi mano, todo el dolor y mis batallas. Te doy mi vida. Te doy este beso" —musitó Harry, tomando los labios que se le eran ofrecidos en una suave y pausada caricia, y sin apartarse mucho, continuó— "Te doy estas palabras. Te doy mi esperanza y eternidad. Te doy este anillo".
Sus manos temblaron cuando abrió la caja, sin pausar para deslizar el anillo plateado en el dedo de Blaise. Y entonces, con el anillo perfectamente acomodado, se permitió detallarlo, el brillo era el mismo que el suyo, titanio, liso y plateado, sencillo. Los patrones de color ónix eran diferentes, formaban nudos en forma de ocho, que también pudo interpretar como el signo de infinito, a diferencia del suyo, el cual los patrones eran triangulares en ciertas partes y más abiertos. Algo que Harry le pareció adecuado, perfecto.
Fue aún más perfecto cuando Blaise le miró a los ojos para decir—: Infinidad; nunca finalizado...
No necesitó que le indicara que decir, Harry, instintivamente selló—:... nunca empezado; eternidad.
Con la última palabra resonando en el aire cargado, ambos observaron sus anillos resplandecer una vez, en donde el corazón de Harry se sintió lleno de una calidez que nunca antes había experimentado, que duró incluso cuando un segundo resplandor llenó su mente en recuerdos, algunos suyos, otros donde vio a un pequeño de piel oscura, escondido en las sombras y que le robaban el aliento con solo ver las lagrimas en esos bellos ojos marrones, tan dolorosamente familiares y que no pudo rodear en sus brazos ya que un tercer resplandor nubló sus sentidos, donde su cuerpo enteró vibró, reconociendo vagamente la sensación de su magia mezclándose con otra. Y finalmente se detuvo; su respiración era lenta, contrario a lo que esperaba, mientras su pecho se expandía, buscaba las palabras con las cuales expresarse.
Blaise, con sus ojos tan grandes como nunca le había visto, le miraba con el mismo mutismo que Harry no podía romper. Y entonces, se dio cuenta que había lagrimas debajo de esos marrones, deslizándose silenciosamente por sus mejillas. Harry respiró una vez, y al instante se lanzó hasta estar casi trepado sobre su cuerpo y le rodeó con sus brazos. Apoyando la cabeza de Blaise en su pecho y frotando su rostro en sus cabellos. Los fuertes brazos le rodearon sus costados, apretando tan fuerte que sintió sus costillas protestar.
Harry no dijo nada más, ni tampoco Blaise.
CONTINUARA...
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Notas finales:
No contemplaba hacer el ritual de esta forma (mi idea original contenía escenas más aptas para adultos), ni mucho menos ahora (le echo la culpa a los anillos ^). Pero bueno, mi mente tiene vida propia y hace lo que quiere. Y luego me quise consolar a mí misma contemplando esto: 7mo libro (la película no cuenta), Bill y Fleur, Remus y Tonks de pronto están casados y no había muchos indicios de algo entre ellos antes, JK puede crear un matrimonio de la nada, y finalmente concluí que ¡hay una guerra y Harry se merece estar casado antes y no al final! Este cambio no afecta la trama, se los juro.
Alguien me preguntó del "Mío" que gritó Voldemort. Está en libro, su repentino posesivo grito es tan canon que me le quedé viendo a esa parte por largos minutos y decidí insertarlo en la historia antes de que me distrajera para hacer un Tom/Harry. ¿Tiene significado esencial? No para mí, solo que Voldemort es canon al libro.
La imagen: Hay una imagen en mi perfil de los anillos les sugieron fuertemente verla, no fui muy buena describiéndolos.
Las cosas se van a mover rápido. Tomo en consideración que me quedan cinco capítulos para describir el 7mo libro, haré todo lo posible para no dejar cabos sueltos.
El ritual, el momento, los anillos: ¿Exagerado? ¿Bueno? ¿Trillado?
Gracias, de nuevo, por leer y su paciencia. Comentarios son bienvenidos (disculpen por no contestar aún sus comentarios).
AR
PS: El ritual no es el final del Enlace.