N/A: Esta historia no me pertenece, es de LadyCornamenta! Ella es la creadora de ella, yo solo le cambie algunos detalles para hacerla Sasu-Saku, todos los créditos son para ella y Gracias Lady por el permiso!

Bajo el mismo techo.

By LadyCornamenta

Capítulo 1: Introducción.

Sentía que las cosas a mi alrededor se movían, pero tenía esa sensación de que todo lo que me rodeaba no podía llegar a tocarme, porque yo estaba apartada de todo. Sentía mi mente dar vueltas y varias veces creí que, de no ser porque estaba sentada, hubiera acabado en el piso, inconsciente. Intenté calmarme, respirando repetidamente y tratando de acomodar los sucesos en mi cabeza. Aún no podía creer lo que había sucedido.

Enfoqué mi vista en las inmaculadas paredes blancas, intentando por todos los medios volver a la realidad; mas mi mente se encontraba abarrotada de hechos confusos que me impedían concentrarme en lo que me rodeaba. Aún podía recordar la gran sonrisa entusiasta de mi padre cuando partimos en nuestro auto hacia Forks, en busca de un intento por cambiar nuestro estilo de vida.

Mis padres habían estado separados por algunos años, debido a sus fuertes diferencias personales. Mi madre era una mujer de ciudad, autosuficiente y siempre dispuesta a trabajar para alcanzar sus sueños y metas. Mi padre, en cambio, había crecido en aquél pueblo —de hecho, había vivido allí hasta hacía un par de años— y tenía un estilo de vida bastante más conformista y rutinario, al que, con el tiempo, se había terminado por habituar. Tenían sus notorias diferencias, pero habían querido una nueva oportunidad, una nueva chance de probar que podían funcionar juntos como un matrimonio feliz. Y todo por mí. Yo sabía que no había otro motivo que mi felicidad, y aquello me había hecho sentir llena de dicha. Mi padre se había encargado de buscar una nueva casa en Forks y la tarde anterior habíamos comenzado nuestro viaje.

Sin embargo, los hechos se sucedieron de manera errónea.

Un camión, luces por doquier, gritos y una repentina oscuridad.

Y allí estaba yo, rodeada de aquellas paredes insoportablemente blancas; velando por la salud de mis padres; esperando, inútilmente, para que despertaran a la brevedad. Miré mis brazos pálidos, rodeados de fuertes vendas blancas y suspiré, sabiendo que hubiera deseado con toda mi fuerza la misma suerte para mis progenitores. Sin embargo, a ellos el repentino accidente les había costado bastante más caro que a mí.

Sentí que una sombra impedía que la cegadora luz del techo me siguiera encandilando, por lo que levanté la vista para encontrarme con el rostro de un hombre que no podía tener mucho más de treinta y cinco años. Lo reconocí no sólo porque él me había curado las heridas, sino porque tenía una belleza muy poco propia de aquél monótono pueblo. Vi que sus cálidos ojazos negros, resaltando contra su pálida piel, me observaban seriamente, aunque sin abandonar aquél aire de comprensión.

—Sakura Haruno ¿Cierto? —preguntó con una voz suave como el terciopelo.

Asentí en silencio.

—Soy el doctor Uchiha —se presentó el hombre, extendiéndome su mano.

La estreché de forma torpe.

—¿Cómo están mis padres? —pregunté ansiosamente.

—Tienen heridas bastante graves —explicó suavemente. Parecía predecir que en cualquier momento yo podía desmayarme allí mismo—. Necesitamos trasladarlos a terapia intensiva —me explicó.

Suspiré entrecortadamente, fijando la vista en el piso.

—¿Se despertarán? —pregunté, alzando la vista con los ojos empañados por aquellas lágrimas que querían comenzar a recorrer mis mejillas.

—Voy a luchar porque así sea —me respondió con su voz suave, para luego retirarse con andar elegante por el lugar.

Suspiré, volviendo a acomodarme en aquella dura silla de la sala de espera. Los ojos comenzaron a pesarme y pronto no vi nada más que oscuridad. Tuve un sueño horrible y demasiado vívido, que me hizo despertar con la respiración agitada y el corazón desbocado. Intenté enfocarme en el lugar donde estaba y, si bien no sabía a ciencia cierta cuánto había dormido, la desolada sala me indicaba que había sido un tiempo bastante prolongado. Me saqué el sweater que traía puesto, dándome cuenta que había más calor que cuando me había quedado dormida. Cuándo asomé la cabeza por afuera de la prenda, vi de nuevo aquél rostro gentil observándome. Terminé de sacarme mi abrigo y me enderecé para mirar al doctor Uchiha.

—Sakura ¿No crees que sería conveniente que vayas a tu casa a descansar un poco? —me preguntó cortésmente el hombre.

Entonces caí en la cuenta de algo.

Mi rostro debió de haber adquirido el mismo tono pálido que su piel, porque me miró confundido y, en cierta forma, preocupado. Intenté acomodar mi mente; quizás, solo quizás, tenía un olvido momentáneo. Quizás, quizás…

¡Entonces por qué estaba tan segura de que no sabía nada!

—No…yo no…no sé exactamente dónde vivo… —murmuré con la contrariedad seguramente reflejada en mi rostro—. Nosotros llegábamos a Forks esta misma mañana para vivir aquí, pero la casa la compró mi padre y…

Dejé la oración en el aire, sin saber demasiado bien cómo explicarme.

El doctor Uchiha, ante mi notable confusión, me dedicó una sonrisa cálida; aunque en sus ojos podía leerse, aún, la preocupación.

—Tranquila, pediré que se encarguen de las averiguaciones correspondientes para ubicar tu casa —me calmó.

Asentí en silencio, aún demasiado confundida como para decir algo al respecto.

Se sucedieron unos cuantos minutos en los que dormité en mi asiento, a pesar del inminente movimiento que sentía a mí alrededor. Luego, cuando abrí los ojos, me levante dificultosamente de mi lugar y me moví un poco. A pesar de que tenía una herida en mi pierna —no demasiado profunda, pero si lo suficientemente molesta— , tuve la necesidad de caminar después de tantas horas sentadas. Sin embargo, después de dar unos pocos pasos, mi pierna me falló y fui a parar directo al piso. Suspirando y sin las fuerzas necesarias para levantarme, me arrastré hacia un costado del pasillo y me quedé sentada con la espalda apoyada en la pared. Abracé mis rodillas, dejando la vista fija en el piso e intentando por todos los medios que aquella pesadilla acabara de una buena vez.

Me levanté otra vez, sintiendo el dolor en mi pierna nuevamente, y me encaminé hacia el sector de terapia intensiva. Por todos lados intenté hallar el rostro del doctor Uchiha, tratando de conseguir su permiso para poder ver a mis padres. Con mucha dificultad, debido al a la molestia de mi pierna, que cada vez se incrementaba más, me acerqué al escritorio a principio de la planta y pregunté por el doctor. Una mujer de unos cincuenta años de edad me indicó que él se encontraba al final del pasillo. Luego de agradecerle, me acerqué allí tan rápido como mis piernas y las personas que se ponían en mi camino me lo permitían. Me aproximé a la puerta, más el sonido de voces provenientes del interior me hizo quedarme estática en mi lugar.

—…porque estás tomando decisiones apresuradas —dijo una voz suave como la seda, aunque podía percibirse un matiz duro en ella—. ¿Por qué el compromiso especial? ¡Ni siquiera sabes nada de ella!

Conozco a su padre —replicó otra voz, que reconocí como la del doctor Uchiha—. Confió en ti, y sé que podrás hacer algo así.

Confías en mi ciegamente ¿Sabías? —respondió la primera voz aterciopelada y suave—. ¿No puedes decirle a… Itachi? —agregó la voz exasperada de forma vacilante, alzando levemente la voz.

Sasuke, sabes que Itachi no puede cuidarse ni de sí mismo —respondió el doctor, y pude percibir un leve matiz de diversión en su voz.

¿Qué tal Hinata? —preguntó ahora el tal Sasuke—. ¿O alguno de los Uzumaki?

Porque los conozco demasiado a todos como para saber que tú eres el más apropiado para una situación como esta. Deposito en ti toda mi confianza —volvió a hablar el doctor Uchiha—. Es muy importante que lo intentes. Ella está completamente sola en un lugar que no conoce. Acaban de llegar esta mañana a Forks —explicó y dejó escapar un suspiro, antes de agregar—: Además, está bastante herida como para andar sola por ahí y tú —hizo una nueva pausa— deberías aprender a superar las cosas que no puedes cambiar.

Obviando aquella última frase, comprendí todo.

Entonces, toda aquella conversación giraba en torno a mí.

Fruncí el ceño. ¿Qué era lo que estaba intentando el doctor Uchiha?

Escuché un gruñido, y a él le siguieron las palabras de Sasuke:

Estoy bien, y el pasado no tiene nada que ver con esto —respondió de mala gana— Además ¿Qué pretendes? ¿Que sea su niñero?

El doctor Uchiha soltó una suave risa.

Es una forma muy particular de ver las cosas.

A mi no me resulta gracioso —replicó Sasuke sin una pizca de humor en su voz.

Confundida, me alejé de allí dando tumbos y sin terminar de comprender que era lo que sucedía allí. ¿Quién era aquél que hablaba con el doctor? ¿Por qué hablaban sobre mí? ¿Qué no podía estar sola? ¿Eso significaba que mis padres no saldrían de allí en cuánto tiempo? Con un dolor de cabeza creciendo progresivamente, volví a desplomarme en aquél asiento en el que había pasado varias horas. Eché la cabeza hacia atrás, intentando tranquilizarme y calmar las punzadas en la sien. Estuve en aquella posición hasta que me sentí observaba y un exquisito aroma dulzón inundó todos mis sentidos. Alcé la vista y entonces vi una de las cosas más hermosas que había visto en mi corta vida. Allí frente a mí se encontraba un muchacho de piel increíblemente pálida, con la que solo desentonaban unas suaves ojeras, ubicadas bajo sus ojos brillantes, de color negro. Sus labios carnosos estaban torcidos en una mueca de duda, al igual que sus cejas, levemente cubiertas por un cabello negro azulado algo desordenado.

¿Estaba soñando todavía?

—¿Eres tú Sakura Haruno? —preguntó con aquella voz aterciopelada, que identifiqué al instante.

Aquél era el joven que había estado hablando con el doctor Uchiha.

—Saku —corregí casi como autómata. Nunca me había gustado mi nombre.

Vi que me miraba fijamente y estoy segura que por unos segundos me olvidé de respirar.

—Soy Sasuke Uchiha, hijo de Fugaku —se presentó rápidamente.

Pensé que me daría la mano, sin embargo solo se limitó a mover un poco su cabeza.

Como si una especie de llamado se hubiese tratado, cuando su nombre fue pronunciado, el doctor Fugaku Uchiha hizo acto de presencia detrás de su hijo. No cabía duda que eran padre e hijo, el rebelde cabello negro y la piel pálida como la nieve los delataba. Vi como Fugaku le ponía una mano en el hombro a Sasuke y luego volvía su vista hacia mí.

—Sakura, hemos averiguado algunos datos sobre tu hogar —me explicó. Vi como Sasuke desvió la mirada con cierta exasperación—. En pocos minutos me alcanzarán algunos papeles con la dirección y algunas cosas que deberías tener en tu poder, sólo por precaución.

Asentí en silencio.

—Muchas gracias.

—No, de nada —replicó él, mostrando una hilera de relucientes dientes blancos—. Sasuke te acompañará hasta allí —agregó luego.

Sorprendida me volví hacia el muchacho en cuestión, que seguía mirando al vacío con aquél aire de fastidio. Suspiré mientras volvía a asentir y, dificultosamente me ponía de pie. Sasuke me miró en el proceso y su vista se centró en mi pie.

—Fugaku, ¿No crees que sería útil una silla de ruedas? —preguntó el muchacho mirando a su padre y me sorprendió la formalidad de su voz.

—No, estoy bien —repliqué yo rápidamente.

Lo único que me faltaba era tener que moverme para todos lados con una silla de ruedas. Ya de por sí, era bastante torpe con mis propios pies. ¡Ni me imaginaba cómo sería si tuviera que moverme sentada!

Además, la herida no se veía tan mal como para algo así.

Sasuke me dirigió una mirada profunda y creo que no miento si digo que me quedé congelada en mi lugar ante el escrutinio de sus ojos negros. Comencé a caminar con dificultad y él se movió a mi lado con elegancia y tranquilidad, siguiendo mi ritmo lento. Luego de pasar por el escritorio para tomar la dirección que nos habían conseguido, salimos del edificio. No tuvimos que caminar demasiado para situarnos frente a un reluciente auto plateado que me dejó con la boca seca. Un imponente Volvo se encontraba frente a nosotros, estacionado frente a un insignificante almacén. Creí que seguiríamos de largo, pero me llevé una sorpresa cuando Sasuke abrió la puerta del copiloto, permitiéndome la entrada. Después de agradecerle, me deslicé en el interior del reluciente coche. No pude concentrarme en el viaje ni un segundo, debido al extraño y fuerte aroma dulzón que ya había sentido antes, y que ahora se concentraba en aquél automóvil. Sólo me di cuenta de que habíamos llegado, cuando vi que Sasuke me esperaba fuera del vehículo, con la puerta de mi lado abierta.

Igualmente, no había demasiado para ver, ya que en Forks todo parecía abrumadoramente verde. Cualquier rincón al que mirara parecía estar repleto de vegetación, por lo que el paisaje se volvía monótono y aburrido.

Bajé del auto aún un poco mareada por el aroma que me había rodeado durante todo el viaje. Supuse que el sueño tampoco ayudaba; después de todo, había dormido un poco, pero los asientos de las salas de espera no eran tan cómodos como una cama. Vi como Sasuke, con mi maleta en una mano, tomaba de su pantalón un juego de llaves y comenzaba a avanzar por un camino de asfalto. Alrededor nuestro había algunas plantas decorando el pequeño jardín delantero. La fachada de la casa, de un color amarillo pálido, era bastante más amplia de lo que me la imaginaba. Llegamos rápidamente frente a una puerta de madera, la cual Sasuke se ocupó de abrir con las llaves que había tomado. Los dos ingresamos en silencio a la casa y, con solo un par de pasos, pronto nos encontramos en el recibidor. Este conectaba con un living comedor y con otra puerta que daba a la cocina, la cual a su vez permitía la salida a un pequeño, pero pintoresco, patio trasero. Las escaleras, ubicadas a un lado del recibidor, llevaban al segundo piso, donde se encontraban dos habitaciones —una matrimonial y una simple para mí— y un baño en medio de ambas.

Luego del rápido recorrido por la casa; dejé mi maleta, con ayudar de Sasuke, en mi cuarto, conformado por una cama con la mesa de noche a juego, un viejo ordenador, un sofá de dos plazas pequeño, una diminuta mesita ratona, un equipo de música y un placard antiguo. Sentada en el sofá comencé a ordenar, de forma desganada, mi ropa dentro del armario. No había siquiera acomodado la mitad; cuando, fastidiada por la tarea, alcé la vista al techo…

…topándome con un par de ojos negros en el proceso.

Sasuke se encontraba cruzado de brazos, apoyado en el marco de la puerta.

—¿No sería mejor que durmieras un poco? —comentó, en aquél tono suave, aunque con el rostro serio.

Tardé varios segundos en poder despegarme de sus ojos. Luego, con toda mi fuerza de voluntad, dirigí mi mirada hacia el reloj que pendía de la pared, que marcaba las tres y diez de la mañana.

Suspiré.

—Debería comprar algunas cosas para la casa, pero creo que puedo esperar hasta la mañana —comenté con cansancio. Luego me volví para mirarlo, con una duda asaltando mi mente—. ¿Tú…te quedarás aquí? —inquirí, dubitativa.

El asintió en silencio, aún desde su posición.

—Fugaku me pidió que así lo hiciera —replicó. Claro, yo lo sabía porque había escuchado su conversación detrás de la puerta, pero él no tenía por qué saberlo—. Me dijo que eras nueva aquí y que quizás te vendría bien tener un poco de compañía ahora que…

Se quedó callado de forma súbita, incómodo, y yo entendí que se refería al accidente de mis padres.

Asentí levemente.

—¿Tú…? —me quedé observándolo, vacilante—. Quiero decir… ¿El doctor Uchiha te ha dicho algo…sobre mis padres?

Negó con la cabeza.

—Fugaku no me ha dicho nada, pero estoy seguro de que, ante cualquier novedad, se encargará de llamar —respondió seriamente—. Pero, mientras no tengamos novedades, me quedaré aquí.

Luego de aquella breve y tensa charla; nos quedamos en silencio, mientras yo terminaba de dejar las ropas que me faltaban doblar dentro de la maleta. Me puse de pie y me dirigí nuevamente hacia él:

—Esto…si quieres puedes usar el otro cuarto —comenté, un poco nerviosa. De acuerdo, sabía que aquello era bastante obvio; después de todo, no creo que le agradara dormir en el piso.

El asintió en silencio y luego cerró con suavidad la puerta de mi habitación.

Suspiré, antes de desplomarme en la cama con cansancio. Sin siquiera preocuparme por cambiarme de ropa, giré sobre la almohada, dándome cuenta de cómo me dolía la espalda luego de mis siestas improvisadas en la sala de espera. Me acurruqué en un costado de la cama y en un tiempo récord me quedé completamente dormida. No pude recordar lo que había soñado aquella noche, pero tenía una extraña opresión en el pecho que me decía que aquello, muy posiblemente, no debía haber sido nada bueno.

La mañana siguiente me desperté bastante temprano con la luz matutina dando de lleno en mi rostro. Claro, después de todo, ni siquiera había cerrado las cortinas, por lo que la claridad perlada del cielo se filtraba por mi ventana. Con dificultad me incorporé y me pasé las manos por los ojos, intentando enfocar mi vista en lo que me rodeaba después de haber dormido solo unas pocas horas. Entonces, abrí la boca sorprendida y me acerqué a la mesita ratona que se encontraba frente al sofá. Allí había una bandeja con un vaso de jugo, algunas tostadas, un par de galletas, mermelada y algunas otras cosas. Parpadeé varias veces y, sin probar bocado, salí de la habitación. Bajé las escaleras desenredándome un poco el cabello con las manos y me sorprendí al encontrarme con aquella figura masculina mirarme desde la mesa de la cocina.

Entonces recordé que Sasuke estaba conmigo.

—Bueno días —saludé torpemente.

Él cerró el libro que estaba leyendo.

—Buenos días.

—¿Tú…hiciste el desayuno? —pregunté.

Bravo Saku, el premio a la mente brillante es para ti.

Él simplemente se dedicó a asentir.

—Fui a hacer algunas compras esta mañana —explicó, mientras se ponía de pie y abría el refrigerador ¿Cómo había hecho, si no eran más de las siete de la mañana?—. No sé si eso —señaló lo que había dentro— es de tu agrado, pero si necesitas algo podemos volver —comentó, con indiferencia.

Asentí y me volví para mirarlo.

—Muchas gracias.

Luego de aquello, corrí escaleras arriba —sorpresivamente, llegué al final de ellas sin caerme— y me metí en el baño, dispuesta a quitarme aquellas ropas que traía puestas desde el día anterior y a darme una ducha reparadora. Mientras me bañaba, me di cuenta de que ya había shampoo, acondicionador y jabón.

Evidentemente, Sasuke estaba en todos los detalles.

Una vez que acabé con mi baño, me vestí y descendí para echar un vistazo a las cosas que faltaban comprar. Tomé un cuadernito que se encontraba cerca del teléfono y comencé a anotar las cosas que tenía que buscar en una rápida visita al supermercado más cercano. En el momento en que terminé de hacer aquello, tomé mi abrigo y me dispuse a salir de la casa. Sasuke, que miraba la televisión, elegantemente sentado en el sofá de la sala, alzó la vista para mirarme.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó, poniéndose de pie. En pocos segundos lo tuve a mi lado.

—Quería ir a comprar las cosas que faltaban —comenté.

—¿Y cómo piensas ir? —preguntó, alzando las cejas.

—Pues caminando, o en autobús o algo —respondí yo rápidamente, aunque la verdad es que ni siquiera había pensado en ello.

Lo vi suspirar profundamente, antes de que se acercara unos pasos a mí. Por instinto me eché hacia atrás y mi espalda dio con la pared. Él pareció notar aquello, porque se acercó aún más a mí, casi de forma amenazadora. Su rostro se mantenía serio mientras me observaba fijamente con sus ojos del color de la obscuridad, profundamente negros.

—Mira, Saku, quiero dejarte en claro una cosa —habló en con aquella voz suave pero firme que había utilizado en el hospital para hablar con el doctor Uchiha—. Estoy aquí porque Fugaku me pidió que cuidara de ti, y eso es lo que haré.

Asentí, sin entender demasiado bien el punto.

—Te voy a pedir solo una cosa —continuó severamente—. No me hagas las cosas difíciles.

Lo miré alzando una ceja.

Su mirada se volvió más dura y me vi obligada a asentir, hipnotizada por sus ojos.

¡Aquello era tan injusto!

—¿Entonces debo suponer que quieres acompañarme al supermercado? —deduje, siendo ahora mi turno de alzar ambas cejas.

Debo acompañarte —me corrigió, supongo que intentando dejar en claro que aquello no lo hacía más que por compromiso.

Asentí, mientras me daba vuelta y ponía los ojos en blanco, para salir de la casa.

Aquella convivencia sería de lo más difícil.

Eso, si es que los dos podíamos convivir antes de volvernos locos.

Woow!!

Pues solo les quiero dejar claro que la historia no es mía, es de LadyCornamenta! Yo solo tome prestada su historia, ya que la original es sobre Twilight (Crepúsculo)…

Espero y haya sido de su agrado y si les gusto, dejen un review porfavor! Les estaría totalmente agradecida…

Y mil gracias LadyCornamente por tu permiso, en verdad que me hace muy feliz y así como me fascino la historia a mí, espero y a ustedes también.

Atte:

LunithaMoon