Notas de la autora: Lo prometido es deuda. Un capítulo más para esta loca historia. Espero les agrade tanto como a mí y que compartan sus opiniones. Ha sido un placer escribir para ustedes. Un beso enorme y feliz 2019.

Mi pequeña seductora

Capitulo IV

Siento decir que el gusto de mi hermana para la música es horrible. Llevo sentado media hora en este maldito sofá y ya quiero cortarme las venas. Se supone que es una fiesta de fin de año, dónde hay que bailar, charlar y beber alcohol hasta caerse muerto. Pero en vez de música tecno, disco o lo que sea que escuchen los jóvenes hoy en día, mi hermana ha preferido llenar la casa de baladas sosas y deprimentes. Puede que sea por su reciente divorcio, yo que sé. Anda deprimida por todas partes, contando a todos los invitados lo muy cabrito que es mi excuñado. Y estoy de acuerdo, nunca me cayó bien el tipo. Pero si estaba de un humor de perros, debería haber cancelado la fiesta. Digo yo. Así yo podría haber organizado una cena algo más… personal e íntima con Sakura. Sólo nosotros dos, tranquilos y sin interrupciones. Porque me moría por estar con ella.

¡Y es que llevábamos casi cinco meses sin vernos! Yo tuve que volver a Hong Kong por varias incidencias en la cede principal de mi empresa, y para cuando volví ella se había largado a Canadá. Sí, sí. Han leído bien. Al mismísimo Canadá. Y a la parte francesa nada menos. Al parecer sus historias se han hecho muy famosas en esa zona y una editorial le ha pedido realizar más libros ilustrados y querían hacer una serie para una cadena infantil de televisión. Creo que nunca había oído la voz de Sakura tan chillona como esa vez que me llamó a la oficina para contármelo toda emocionada. Y puede que mi reacción no fuera… la más correcta. No era que no me alegrara por ella, claro que sí. Sólo que yo volvía en dos semanas y ella se iba en dos días. No nos encontraríamos si quiera. Así que le dije que era una irresponsable por dejar a sus niños sin su profe favorita ¡dos meses nada menos! Y se enfadó tanto que casi estuvo una semana sin cogerme el teléfono. Lo admito, fui un idiota, pero llevaba ya casi tres meses sin verla, y alargarlo dos meses más me resultaba un infierno.

Intenté buscar una semana de pausa y cogerme unas merecidas vacaciones. Nunca había estado en Canadá y sería divertido ir a verla. Ya casi podía imaginar su rostro sorprendido. Pero claro, la empresa no podía permitirse un solo jodido día sin mí. Una montaña de papeles y asuntos pendientes me recibieron en Japón en vez de unos preciosos y vivaces ojos verdes. Una bienvenida memorable digna de mi…

Suspiro observando la puerta abrirse por undécima vez esa noche, y una vez más, no es Sakura. Al menos conocía al recién llegado así que me levanto para parecer sociable. El joven de larga melena plateada me recibe con una pequeña reverencia formal, muy típica de Japón.

- Buenas noches y feliz año joven Li.

- Buenas noches Tsukishiro. ¿Dónde has dejado a tu alocada esposa? Sakura se moría por ver a Nakuru.

- Tiene turno de noche, pero termina a las once. Vendrá corriendo para la cuenta atrás. ¿Y Sakura? ¿Ha vuelto ya de Canadá? – chasqueo la lengua molesto. Y es que la muy desalmada ni me había llamado para decirme que había llegado bien.

- Supongo… ha quedado con su hermano para que la recoja en el aeropuerto y han ido a cenar, o eso me dijo que haría hace unos días. – Yue sonríe de lado, de forma tan sutil que si parpadeabas te lo perdías.

- Pareces molesto… ¿salen ya de forma oficial? – frunzo el ceño incómodo. Que el exnovio de mi casi novia me preguntara por nuestra relación era algo bizarro.

- No creo que seas la persona más adecuada para hablar de este tema Tsukishiro, sin intención de ofender. – una vez más esa sonrisa ladeada. En verdad esa Nakuru podía derretir el mismísimo polo norte si había cambiado a semejante bloque de hielo.

- Es cierto, disculpa mi preocupación. Es que ayer cuando hablé con ella la noté un poco extraña. – mis ojos se abren por la sorpresa. ¿había hablado con Yue? Yo llevaba dos días sin poder comunicarme. No me cogía el teléfono y solo me envió un mensaje diciendo que nos veíamos en la fiesta de mi deprimida hermana Fanren.

- ¿Has hablado con ella?

- Sí, pero de casualidad. Estaba con mi hermano y Sakura le llamó para concretar una comida con él. Puede que fuera con Touya a buscarla al aeropuerto. A fin de cuentas, esos dos van pegados a todas partes. Son tan empalagosos… - un escalofrío me recorre la espalda al pensar en la pareja del año. Touya Kinomoto era el ser más varonil de la tierra y verlo todo cariñoso con Yukito aún me asombraba. Sakura se enfadaba por mis perjuicios, pero no puedo evitarlo. ¡Es antinatural! Aunque… el amor que se tienen es envidiable, digno de cualquier historia de Disney. Así que me aguanto y les dejo ser.

- ¿Y dices que estaba extraña? ¿En que sentido? – Yue niega con la cabeza restándole importancia.

- No me hagas caso. Puede que solo estuviera apurada. Se oía a un joven de fondo que la llamaba cada dos por tres. Puede que estuviera en una reunión o en una salida con amigos. Es muy popular, ya sabes. Siempre rodeada de gente. Tan jovial como una niña de primaria. – trago pesado al imaginarme a Sakura de fiesta en Canadá, con esos franceses educados… siempre tan puros e inocentes. Seguro que Sakura encajaba perfectamente con su filosofía pacifista. - ¿Entonces han quedado aquí?

- Eso creo… - una ceja se levanta en ese rostro esculpido sobre hielo y no puedo evitar sentirme incómodo. – Últimamente hablamos… menos. Estamos siempre ocupados con el trabajo.

- Oh, lo lamento. Pero seguro que ahora que está de nuevo en Japón hablan y lo arreglan.

¿De donde le había salido la vena de metiche a ese ahora? Ya dicen que todo lo malo se pega, y si de algo pecaba Nakuru Akizuki, era de entrometida. Unos ojos color violeta aparecen en mi campo de visión, seguidos de una larga melena morena y un joven inglés muy apurado con un cochecito doble. Sí, Tomoyo y Eriol eran desde hacía un mes los orgullosos padres de dos bebés histéricos. Y es que ni mis sobrinos lloraban tanto. Y no era un llanto suave, no. Más bien era en aviso del fin del mundo. Así que no me sorprende en absoluto ver dos sombras oscuras bajo los ojos de ambos. Me despido de Yue y voy raudo a reunirme con la familia Hiraguisawa-Daidouji.

- ¡Ni un ruido! Ambos están milagrosamente dormidos Shaoran Li, así que boca cerrada y reza para que dure al menos dos horas.

- ¿Quieres que le diga a mi hermana que quite la música deprimente? Creo que todos los invitados te lo agradecerán.

- No, no. De hecho, creo que ha sido la música lo que les ha adormecido. Estaban como locos en el ascensor, ha sido entrar aquí y se han clamado como por arte de magia. No llevamos ni diez minutos en la casa y ¡bum! Niños dormidos. Voy a pedirle la play list a tu hermana y a ponerla en bucle a todas horas.

- Si te gusta Celine Dion…

- ¡Todo es mejor que el llanto de dos bebes histéricos! – Eriol sale del cuarto de los abrigos sin el enorme cochecito. En su lugar lleva un chivato de bebé y sonríe de oreja a oreja.

- Es un milagro, duermen como dos angelitos. Estoy por tumbarme en ese sofá y dormir hasta el año que viene.

- Creí que no vendrían… a fin de cuentas tienen la excusa perfecta. Son padres primerizos, de gemelos nada menos – Tomoyo hace un mohín con los labios que me recuerda a Sakura.

- No quería venir, pero… le prometí a Sakura que los traería. Se muere por verles. Aún se culpa por no estar aquí el día que nacieron. ¡Aunque le he mandado mil fotografías! – ruedo los ojos conteniendo una risa sarcástica. Sí Tomoyo decía que había mandado mil fotos, era literalmente el número exacto. Casi podía verla todo el día cámara en mano retratando a sus pequeños a todas horas. Yo ya tenía material para cinco álbumes por lo menos, no quiero saber cuentas fotos tenía Sakura. – Pero al final podíamos habernos quedado en casa… a fin de cuentas sin Sakura no tiene sentido estar aquí.

- ¿¡Cómo que sin Sakura?! – Tomoyo y Eriol dan un tremendo bote ante mi grito, pero es que me ha salido como un acto reflejo. Casi ni yo me reconocí en ese reclamo agudo.

- Esto… ¿no te ha llamado? Su vuelo se canceló y no podrá venir hasta dentro de un par de días. – mi corazón ha dejado de latir, lo juro y lo perjuro.

- ¿Disculpa? No es una broma agradable Tomoyo… - mi mejor amiga mira con temor a su marido que sólo levanta los hombros sin saber qué decir. - ¿Es cierto? ¿No está en Japón?

- Yo… creí que lo sabrías… es decir. Me llamó esta tarde y me lo dijo. Imaginé que tu serías el primero al que habría llamado.

- No… no me ha dicho nada. – algo se rompe en mi pecho y siento ese desasosiego que siempre me acompañaba tiempo atrás pero que últimamente me había dado una tregua. Cojo mi teléfono móvil y lo reviso una vez más. Nada, cero mensajes. Ni de ella ni de nadie. – Yo… le he enviado mensajes, pero no me ha contestado. Creí que estaría liada con su hermano… me dijo que Touya la recogería. – Tomoyo se lleva la mano a la boca sin saber que decir y me siento un tremendo idiota. Yo llevaba meses echándola de menos, al borde de un abismo, casi como en mis peores momentos. Tentado por coger un avión y presentarme en su puerta aún a riesgo de perder mi empleo, y Sakura ni si quiera me llamaba para avisarme de que no vendría. Tras tres noches inolvidables de fin de año, está la pasaríamos separados. Y a ella ni siquiera parecía importarle.

- Pues… puede que tenga miedo de decírtelo… a fin de cuentas esta es una noche especial para ambos…

- Claro, muy lógico. Para qué avisarme, mejor tenerme aquí esperando como idiota. – Tomoyo se muerde el labio, nerviosa. – No… no hablamos mucho últimamente. Creo que… está demasiado ocupada para perder su tiempo conmigo…

- No digas eso. Le debe resultar duro hablar contigo… estoy segura de que te echa de menos. La conozco ¿sabes? – miro esos ojos violeta buscando la verdad tras ellos, pero no puedo hallar nada más que tristeza y ¿pena? ¿Eso era lo que provocaba en mis amigos? ¿Pena? ¿Otra vez? Esa etapa había quedado atrás en mi vida. O al menos, eso había pensado yo, idiota de mí.

- Esto… creo que… me iré a casa. – Tomoyo me toma de la mano arrepentida por su metedura de pata.

- ¡No seas tonto! Quédate con nosotros. Será divertido. Hace casi dos semanas que no nos vemos y puedo enseñarte todas las fotografías de ese par de diablillos. Son tus ahijados, a fin de cuentas. – Si, eso es lo que me alegrará el alma, ver fotos de niños llorones.

- No Tomy, vine aquí por ella y… sino está, no tiene sentido.

- Shaoran…

- Da igual. No pasa nada. Ya la veré en un par de días, si no está demasiado ocupada.

- Seguro que tiene una buena razón… Sakura es un amor, lo sabes.

- Ya… pero no se me ocurre ninguna excepto que…

- ¿Excepto que…?

- Nada, déjalo. – Le doy un par de besos y les pido que se despidan de mi parte de Fanren, si me quedaba seríamos un par de deprimidos y lo cierto es que la familia Li ya tenía suficiente con un alma en pena esa noche. Tomoyo insiste de nuevo para que me quede, pero declino amablemente, pasar un rato a solas me sentaría bien.

Camino por las calles frías de Tokio pensando en el último año. Tras nuestra noche loca de fin de año, Sakura y yo seguimos con nuestra amistad intacta. Con el agradable añadido del sexo ocasional. Y es que era inevitable tras un par de cervezas no caer en la tentación de esos ojos verdes. Sakura era hermosa, cariñosa y dulce. Pero en la cama se volvía una diosa ingenuamente seductora. Sus mejillas sonrojadas me volvían loco y su forma de llamarme cuando hacíamos el amor me erizaba el vello de la nuca.

El tiempo pasó y nos veíamos al menos dos veces por semana y charlábamos por teléfono todas las noches. No hablamos de exclusividad en ningún momento, pero ninguno de los dos salió con nadie durante los seis primeros meses. Luego me llamó una amiga de Hong Kong que había llegado a la ciudad y decidí ir a tomar unas copas con ella. Sakura se lo tomó muy mal y no entendía el motivo. Sólo era una cena y un par de tragos. Nada que no hiciera con Tomoyo o Eriol de vez en cuando. Pero vi como nuestra relación se deterioraba tras eso y el sexo desapareció, como por arte de magia. Intenté provocarla un par de veces, y nada. Siempre tenía sueño o estaba cansada. Y nos distanciamos un poco. Ya no me llamaba cada noche, y nos veíamos a penas una vez cada quince días. Y luego me fui a Hong Kong, y ella a Canadá. Y nuestras llamadas fueron cada vez más distantes y cortas y ahora estábamos en noche vieja, el momento especial de nuestra… relación, por decirlo de algún modo. Y ni siquiera me había llamado para avisarme de que no vendría.

Cruzo la calle sin apenas fijarme en los coches que pasaban, y por suerte la carretera esta desierta. A pesar de mi mal humor, no quiero finalizar el año en un jodido hospital. Una pareja acaramelada pasa por mi lado casi chocando conmigo y siento envidia. Sí, yo, el lobo solitario sin sentimientos ni escrúpulos, siento envidia de un par de chavales empalagosos. El mundo llegaba a su fin, sin lugar a dudas.

A pesar de mi orgullo herido, cojo una vez más el teléfono de mi bolsillo y la llamo rezando para que esta vez me contestara y me dijera que todo era un malentendido. Que estaba en la fiesta esperando por mí. Así que cuando suena el quinto tono y salta el contestador, no puedo más que apretar los puños con fuerza hasta que mis nudillos se ponen blancos. Estoy cabreado, muy cabreado. Pero sobre todo dolido. ¿Por qué me hacía esto? ¿Qué había hecho yo para merecer ese trato? ¿Tener una cena con una amiga? Ese… era un castigo algo desmesurado. Más teniendo en cuenta que la muy idiota se me había insinuado y me negué rotundamente. No quería hacerle eso a Sakura, y ni siquiera me apetecía tocar a otra que no fuera ella. Pero claro, no se lo dije. En vez de eso me planté en su casa como si nada, con una película y unas palomitas y me negué a contestar sus preguntas metiches.

Mirando en retrospectiva quizá sí fui un idiota. Pero es que no me gustaban sus celos. No es como si estuviéramos saliendo ¿no? Y quizá ese había sido el principal problema. No éramos pareja, ni tampoco amigos. Éramos algo… entre medias. Y ninguna mujer se merecía eso. Mucho menos Sakura. Touya me odiaba por tratar de ese modo a su hermana y no ser concreto con ella, y tenía razón. Lo sabía. Pero tenía tanto miedo… poner un título a nuestra relación era dejar en el pasado definitivamente a Shara y… aunque sabía que jamás volvería, me dolía proclamar que había pasado página. Era como menospreciar lo que habíamos tenido. O eso pensaba. Ahora lo veo de forma distinta. Porqué conocía a Shara y sé, que ella amaría a Sakura tanto o más que yo.

Me paro en la acera asombrado por mi descubrimiento y es que mi corazón había hablado por si solo. La amaba. Joder si lo hacía. No paraba de pensar en ella a todas horas y siempre que ocurría algo destacable en mi día a día no podía esperar a contárselo. Anhelaba su compañía y me ponía feliz con solo oír su voz. Y me destruía no saber de ella o sentirme desplazado por su causa. Cómo esa noche, una de las más especiales y que esperaba con jodidas ansias desde hacía al menos un mes. Pero era evidente que, para ella era distinto. Ahora al menos ya no parecía especial para Sakura. Y era mi culpa. Por seguir interponiendo mi pasado y dejar nuestra relación a un lado, siempre confiado en su comprensivo corazón. Qué idiota había sido y que tonto por pensar que ella no se cansaría de mí.

Un pensamiento funesto cruza mi cabeza haciendo que los nervios y el miedo se apoderen de mi persona. ¿Y si había conocido a alguien en Canadá? ¿Alguien dispuesto a amarla sin condiciones, libre de pesadas cargas y de un pasado que le perseguía? ¿Cómo iba a luchar contra eso? Miro mi teléfono casi con desespero, rogando que sonara de una maldita vez. De nuevo, nada.

Me doy cuenta entonces de que ya llevaba al menos treinta minutos caminando y había dejado el coche aparcado en el lujoso apartamento de Fanren. Si volvía a por él se me haría tardísimo, y no quería vagabundear más rato bajo ese maldito frío inhumano. Así que entro en uno de mis bares favoritos y pido una cerveza. Y luego otra y otra. Había dejado de beber con el tiempo, al menos el alcohol pesado como el whisky o el vodka. Pero la cerveza seguía presente en mi vida. Y esta noche me la merezco.

Un par de chicas borrachas ligan conmigo y estoy tentado de llevarme a una y tirármela. Sí, lo reconozco. Me siento la última mierda del mundo y estoy enfadado con el género femenino. Aunque soy consciente de que en realidad todo era mi jodida culpa, como siempre. Pero en cuanto voy a besar a esa joven curvilínea que se me ofrecía en bandeja de plata, simplemente no puedo seguir. Mi cabeza no deja de ver esas esmeraldas sin parar, brillantes y sinceras. ¡Y me doy cuenta de que no quiero a nadie más! Llevo más de cinco meses sin un polvo y aun así soy tan imbécil de no querer nada si no es con ella. ¡Cómo si Sakura estuviera aún dispuesta! De seguro llegaría en un par de días feliz cual perdiz y me diría que había conocido a su jodido príncipe azul y yo me quedaría como pasmarote rogando por volver atrás en el tiempo para poder demostrarle lo importante que era ella.

Así que pido perdón a la muchacha que había estado a punto de besar en plena conmoción cerebral y aguanto estoicamente que me llame de todo menos guapo y me encamino de nuevo a mi apartamento. Son las once y media de la noche y no hay ni un alma en la calle. Cojo mi teléfono para llamar a un taxi, aunque sé de antemano que será una misión imposible y entonces lo veo. Al menos diez perdidas y cinco mensajes de Sakura. Mi corazón da un brinco y casi me caigo al suelo buscando un lugar para sentarme.

"Hola. Te he llamado un par de veces pero no me contestas. ¿Dónde andas? Tomoyo me ha dicho que te has ido de la fiesta"

"Shaoran, por favor, ¿puedes llamar? Estoy preocupada…"

"Pequeño lobo, más te vale llamar ahora o envío una patrulla a buscarte por todo Tokio"

"Shaoran… no tiene gracia… si estas enfadado lo siento… llama por favor"

"Estoy en tu piso… quería darte una sorpresa y le dije a Tomoyo que te engañara con lo del vuelo… pensaba que vendrías derechito a casa, pero… supongo que no fue buena idea y bueno… que ya no importa… ¿Estas con… alguien? Te esperaré media hora, si no puedes venir o no quieres, me iré y hablamos mañana. Feliz año nuevo, mi pequeño lobo. Te quiero…"

Mierda, hostia puta y todas las jodidas maldiciones posibles y por haber. ¡Estaba en Japón, en mi piso nada menos! ¡Que idiota soy por no mirar mi móvil en dos jodidas horas! El maldito teléfono casi se me cae al suelo de los nervios y marco su número a toda prisa. Dos tonos van ya y siento que el corazón se me va a salir por la boca. ¡Mierda, parezco un niño de primaria soñando con su primera cita!

- ¿Shaoran? – Gracias al cielo.

- ¡Sakura! Menos mal… ¿dónde estás? ¿En mi piso?

- No… yo… lo siento. Cómo no contestabas creí que… bueno… que estarías ocupado y decidí irme…

- ¿Dónde estás?

- Eh… en mi coche, camino a casa.

- ¡Y una mierda te vas a casa! Estoy frente a nuestro bar. ¿puedes pasar a buscarme?

- Cla… claro. Pero no quiero estropear tu noche si… bueno… si estás con alguien. – mis dedos revuelven mi cabello frustrado por la situación.

- Sakura, ven ahora mismo si no quieres que me dé un jodido infarto. ¿Sabes el tiempo que hace que quiero verte?

- Yo… también quiero verte…

- ¡Pues ya tardas! Pero ve con cuidado… hay mucho hielo en la carretera. – su risa dulzona me suena a música celestial.

- Si papá…

- Sakura…

- ¿Dime?

- En serio… ve con cuidado…

- Ok.

La línea se corta y casi salto de alegría. ¡Estaba en Tokio y quería darme una sorpresa! Sí… dios existe. Y yo casi me lío con una adolescente borracha. Soy un imbécil. ¿Lo he dicho ya? Sí, lo soy y no me importa admitirlo abiertamente. Tomo asiento en uno de los bancos sin importarme que está congelado y que mi culo va a quedar como la escarcha. Mi pierna tiembla sin parar y temo crear un terremoto. Los segundos se convierten en minutos y mi corazón late tan fuerte que temo seriamente por mi salud. El efecto de las cervezas se había pasado con la fría brisa y el vahó que sale de mis labios empieza a sacarme de quicio.

- ¡Joder Sakura! ¡¿Dónde mierda te has metido?! – dos chicas que fumaban a mi lado saltan ante mi grito demente, pero las miro como si ellas fueran las locas. - ¿Qué? ¿No tienen nada más que hacer que mirarme pasmadas? – veo como ambas salen corriendo y entran temerosas de nuevo al local. – eso… déjenme solo con mis penas…

El deportivo de Sakura gira la esquina al fin y me levanto cual resorte. Casi no puedo esperar a que aparque para correr hasta la puerta del piloto. Sakura desciende con una sonrisa brillante pero no le doy tiempo siquiera a que me salude. La empotro literalmente contra el coche y beso sus labios, hambriento de ella. Su reacción es instantánea y pronto parecemos dos locos devorándose el uno al otro. El frío ha quedado atrás, así como mis dudas y miedos. Y solo estamos ella y yo en el mundo. Ni siquiera sabía cuánto la había echado de menos. Su olor, sus besos, esa voz dulce y chillona que podía sacarme de mis casillas o llevarme al mismísimo cielo. ¡Dios! Cuanto la amaba… No sé si han pasado segundos o minutos, pero me cuesta el mismísimo infierno separarme de ella. Veo su sonrojo y esos benditos labios hinchados y quiero comérmela, literalmente. Pero si no paraba en ese mismo instante, juro que le haría el amor en la misma calle, sin importarme el escándalo público.

- Dios Shao… veo que me has echado de menos…

- Joder que sí… - esa risa iba a volverme loco. - ¿En que pensabas al querer engañarme con eso de que tu vuelo se había cancelado? ¿Tú sabes cuantas veces he mirado el móvil esta noche?

- Pues no mucho en las dos últimas horas.

- ¡Porqué estaba cabreado y me he encerrado a beber como idiota, para ahogar mis jodidas penas!

- Ya casi había olvidado tu maleducada forma de hablar… ¿no puedes decir una frase entera sin maldecir u ofender a alguien?

- Puedo, pero me resulta tremendamente aburrido. Y deja de sonreír o juro que vuelvo a devorarte y te hago mía encima del capó.

- ¡Shaoran!

- ¿Qué? Ahora te ofendes. Más de cinco meses sin verte ni tocarte. ¿Qué esperabas?

- Yo… no has… ¿no has estado con nadie más? – mis ojos se abren como platos y de repente me aparto de ella como si quemara.

- ¡¿Acaso tú sí?! ¿Te has tirado a un jodido canadiense?

- ¡No! Claro que no. Pero… creí que bueno… ya me entiendes.

- ¡No Sakura! No te entiendo… ¿Crees que me estoy follando a toda mujer viviente o qué?

- ¡Basta! No seas así de basto ¿quieres?

- Sakura… joder… mírame por favor. – veo como esas preciosas esmeraldas me observaban con temor y duda y quiero matarla al menos dos veces. Pero en vez de eso tomo entre mis manos sus mejillas y me acerco hasta que nuestras narices se rozan. – No he tocado a otra mujer más que a ti. Y no quiero tocar a nadie que no seas tú. ¿Te queda suficientemente claro? – puedo notar el calor subir a sus mejillas a través de las palmas de mis manos y no puedo contenerme más. Beso sus labios, esta vez pausada y delicadamente. Dándome todo el tiempo del mundo para saborear la comisura, el labio inferior y su bendita lengua que se entrelaza juguetona. Me separo gruñendo y tengo que presionar mi cuerpo contra ella en busca de algo de alivio. Ella da un respingo al notar mi estado, pero me da igual a estas alturas. Quiero que sea consciente de lo loco que me tiene – Te vienes a mi piso… ¿verdad?

- Sí…

- Gracias a dios… porque era eso o llevarme a un hospital. No creo que una ducha fría fuera suficiente… - una vez más su risa reconforta mi alma y le abro la puerta fingiendo ser caballeroso. - ¿Conduces tú?

- Claro. Ni loca te dejo mi coche.

- Eso ya lo veremos… por hoy te dejo salir victoriosa, pero solo porqué quiero cobrarme venganza en unos minutos.

El trayecto se me hace eterno. A pesar de la charla alegre y trivial de mi preciosa musa. La miro extasiado, sintiéndome el idiota más cegato del mundo por no haber notado antes lo que sentía por esa ninfa de ojos verdes. ¡Que afortunado era y ni siquiera lo había notado! La vida me había dado una segunda oportunidad tres años atrás, la noche que ese montón de ropa se cruzó en mi camino. Y yo ni siquiera me di cuenta. La traté fatal, como un trapo viejo y sin valor. Cualquier otra chica habría salido despavorida, o se habría cansado de mis desplantes. Pero Sakura no.

- ¿Me estas escuchando? – parpadeo confuso y carraspeo intentando disimular mi aturdimiento.

- Claro que lo hago.

- Entonces estás de acuerdo.

- Yo… eh… ¿sí? – Sakura levanta una ceja y se carcajea alegremente. – Perfecto entonces. Está decidido.

- Yo… sí. Claro. ¿Puedes recordarme qué está decidido?

- Claro don estoy en las nubes, pero recuerda que ya te has comprometido…

- Hay dios… a saber que vas a hacerme ahora… venga, di mi sentencia.

- Oh, pues has accedido muy amablemente a ser mi acompañante a la boda de Chiharu y Yamasaki. – Mi mano se va directa a la frente y de nuevo mi lengua sucia dice de las suyas. - ¡Esa boca!

- Odio las bodas…

- Lo sé mi lobito… pero lo harás porqué me quieres.

- Si… es verdad… lo haré porqué te quiero. – el coche da un volantazo y casi muero de un infarto al sentir los frenos clavarse de golpe. El cinturón tira de mí con fuerza y puedo decir que mi corazón está a punto de salir disparado contra el cristal. - ¡Sakura! ¿Estás bien? – miro a todas partes, buscando un perro o un gato que justificara el frenazo, pero no veo nada más que hielo y nieve. – Joder… ¿qué ha pasado? – Mis manos buscan sus mejillas y para cuando levanto su rostro y veo sus ojos llenos de lágrimas me siento terriblemente desesperado. - ¡Sakura! ¿Qué ocurre? – su boca se abre varias veces y veo con miedo como su labio tiembla. No para de llorar y mi cabeza no entiende nada. - ¡Di algo por dios!

- Has… ¿has dicho que me… me quieres? – de repente nacen las chispas en mi cerebro lento y tonto y me doy cuenta de que, en efecto, lo he dicho. ¿Su reacción había sido por eso? ¿Tanto podía afectarle un "te quiero" mío? Dios… que jodidamente estúpido e insensible he sido. Me desato el cinturón y me abalanzo de nuevo a sus labios, devorándolos con hambre animal una vez más. Beso su frente, su nariz respingona y sus mejillas con devoción y oigo sus sollozos en mis oídos. Por suerte estamos ya en la calle de mi casa, y no hay un alma a la vista. A fin de cuentas, eran las doce de la noche. Un año nuevo más nos había pillado perdidos y encerrados. Solos ella y yo.

- Si Sakura… lo he dicho… te quiero… no… te amo. – El llanto cae como una tormenta y la abrazo con fuerza. - Lo siento tanto… nunca quise hacerte sufrir… lo siento… te amo… joder Sakura, te amo tanto…

No sé cuánto tiempo pasamos en ese coche, ni cuento los pitidos que nos lanzan por estar parados en medio de la carretera. Pero no me importa. Sakura está en mis brazos, tras meses sin ella, y aunque está llorando, sé que son lágrimas de júbilo. Porqué ella siempre había sido sincera y jamás había ocultado su amor por mí, aunque en verdad lo hubiera intentado. Ahora sé sin temor a equivocarme que ese ángel de ojos verdes me ama, no tengo la menor duda. Y me siento el ser más afortunado de la tierra. Cuando al fin nos separamos y veo sus ojos hinchados por el llanto no puedo evitar reír de puro gozo. Y el mohín que se dibuja en esos labios seductores es el más hermoso que recuerdo haberle visto.

- Oh, no te burles…

- No me burlo… es que me resultas tan adorable… ya verás cuando le cuente a Eriol esto… ¡Te lo recordará el resto de tu vida!

- ¡No se lo digas!

- Oh, claro que sí. Como diría nuestra adorada Tomoyo… ¡Ha sido la reacción más tierna del mundo mundial! ¡Kawai! ¡Y de haber tenido una cámara la subiría a youtube!

- Eres tan malo… yo… no sabes cuánto tiempo llevo esperando que… que… dios, ni siquiera puedo decirlo…

- Lo siento… pero juro compensarte por todo. – Los dedos de Sakura apretujan sus hermosas esmeraldas con fuerza, intentando alejar las últimas lágrimas. - ¿Quieres dejar de llorar? En verdad que me muero por subir a mi piso. ¿Salimos ya de esta carretera congelada? Van a enviar una maldita grúa. – Sakura parece bajar de su mundo y de repente se da cuenta de dónde está y lo que ha hecho. Se mueve apurada y casi nos mata al arrancar a toda prisa para salir de allí. Sonrío de nuevo y me abrocho el cinturón. – Definitivamente para la próxima conduzco yo…

El resto del viaje transcurre en silencio. Aparcamos sin más sobresaltos y bajo del vehículo con una sonrisa de oreja a oreja. Sakura sin embargo esta roja como tomate a causa de la vergüenza y el llanto. Tomo su mano con delicadeza y la arrastro hasta el ascensor. En cuanto se cierran las puertas, apoyo su espalda contra la pared y beso de nuevo sus carnosos labios. Sin prisa… sólo rozándolos con mi lengua. Adoro sentir sus gemidos de placer y sueño con la idea de hacerla suplicar por más. Ni siquiera noto cuando se abren las puertas. Por suerte ella sí y su risa suave me baja del cielo al que me había subido.

- Creo que es nuestra parada… - Gruño en respuesta y ella se relaja entre mis brazos mucho más alegre. De nuevo tomo su mano y la arrastro pasillo abajo, llegando al fin frente a mi puerta. Me enfurruño con las llaves y estas caen al suelo haciendo que gritara otra maldición. Sakura vuelve a reír y levanta un juego de llaves en color fucsia. Son una copia que le había dado a mi hermana Fanren.

- Granujilla… - me dedico a observar esas pequeñas manos trabajar y espero con paciencia a que abra la puerta de mi hogar. Aunque no puedo evitar besar el lóbulo de su oreja mientras lo hace. Y su voz suspira mi nombre de nuevo enardeciendo mi alma. Así que cuando oigo el chasquido que indica que la puerta está abierta, la levanto con fuerza por su bendito trasero y la llevo pasillo abajo. Sin embargo, un ligero perfume a velas mezclado con el olor de palomitas y ¿pizza? hacen que me detenga para observar a mi alrededor. La mesa del comedor está preparada y la cena servida y fría.

- Yo… cómo he dicho quería darte una sorpresa… me dijiste que añorabas un fin de año normal… sin las locas fiestas de tu hermana… una cena sencilla e íntima… pero me ha salido todo mal. Lo siento. – me acerco con cautela y veo con asombro mis platos favoritos, todos dispuestos en una sola mesa.

- Pizza peperoni…patatas asadas… palomitas, perritos calientes y cerveza…

- Si… es que eres algo simple… y… ¡oh! Aún falta una cosa - Sakura corre alegre hasta la cocina y saca de la nevera un enorme pastel de chocolate. – Lo he preparado con Yukito esta tarde. Tiene doble ¡no! Triple de chocolate. – miro esas preciosas esmeraldas una vez más. Brillan como las mismísimas estrellas.

- Te amo. – veo con temor como el pastel se tambalea en sus manos y casi no llego a sujetarlo. – Dios Sakura… me aseguraré de que no conduzcas ni lleves cargas pesadas cuando te lo diga… qué peligro.

- ¿Me… me amas? ¿De verdad?

- Sí Sakura… - aseguro el pastel en el mármol de la cocina y tomo sus manos entre las mías. – Te amo…

- Por… ¿por qué? – Mis ojos se abren sorprendidos.

- ¿Por qué? No… no esperaba esa pregunta…

- Yo… lo siento… no me contestes. No sé ni porqué lo he preguntado, como si importara. Sólo necesito que me quieras… porqué… ahora que lo has dicho si te hechas atrás moriré… - una sonrisa se dibuja en mis labios y la acerco a mí con tranquilidad.

- Sakura… sé que la cena estará deliciosa y el pastel increíble. Gracias, pero… si me permites cenaré otra cosa…

La levanto con fuerza una vez más sin importarme dónde estamos ni el hecho de que ella merece algo más… suave. No puedo esperar ni un segundo más. Quiero que sea mía. Aquí y ahora. Así que levanto su falda y beso hambriento sus labios hasta devorarlos. Oigo sus gemidos de placer y no me detengo. Nada podrá pararme ya. Rompo sus medias como si fuera un demente y le hago el amor en la cocina. Encima del mármol de forma rápida y salvaje. Y ella lo disfruta, puedo jurarlo porqué siento como todo su cuerpo se contrae de placer mientras grita mi nombre una vez tras otra. Y para cuando mi cuerpo cede y cae como peso muerto sobre su pecho, soy consciente de que he tocado el mismísimo cielo. Sus dedos se entrelazan en mi cabello, acariciando mi cabeza con delicadeza y me adormezco casi sin notarlo, pero soy consciente de que ella esta tumbada sobre una superficie más que incómoda con todo mi peso encima suyo. Así que la levanto como una jodida princesa en mis brazos y la tumbo en mi cama. La desvisto lentamente, besando cada parte de su sensual fisonomía y le hago el amor una vez más. Esta vez de forma lenta y dulce. Digna de ella.

Despierto pasadas unas horas y contemplo su rostro dormido con devoción. Su pecho desnudo sube y baja lentamente, hipnotizando mis sentidos. Y mi cabeza vuela al pasado viendo a Shara en una cama muy parecida y en la misma posición. Y por primera vez no siento dolor, culpa o pena. Claro que es muy triste e injusto que Shara ya no esté en mi vida, pero… ahora podía vivir con ello y disfrutar de un nuevo futuro, de mi nuevo futuro. Acaricio el rostro de mi ángel y veo con fascinación como esas esmeraldas se abren bajo la luz de la luna. Es tan distinta y a la vez tan única… y no me la merezco.

- Lo siento… no quería despertarte…

- Tranquilo… no lo has hecho… sigo soñando… porqué tú estás aquí… conmigo. – sonrío como panoli enamorado y beso por milésima vez esa noche esa boquita que me traía loco.

- Porque eres la mejor persona que conozco, dulce, buena y sincera – Sakura levanta una ceja sin comprender, pero callo sus labios con mi dedo – porque no te importa sacrificarte por todo el mundo y ni siquiera te das cuenta de lo hermosa que eres. Porque a pesar de mis múltiples defectos estas ahí para mí, sin importarte mis desplantes o mi carácter huraño. Porque has traído la luz a mi vida y una nueva esperanza. Por ser tú… y nadie más que tú. Por eso te amo. – aparto con mi dedo una lágrima traicionera y me doy cuenta de que estoy llorando.

- Shao… - ella empieza a llorar también y ambos nos ponemos a reír y a llorar como idiotas.

- Joder… en verdad estoy loco…

- Me encanta que lo estés… - Sakura se abraza a mí y suspira en mi oreja. – Te amo mi osito gruñón.

- ¡Oye! No soy para nada peludo…

Esa noche pasó, y luego un día, y otro y otro. Nunca le pedí que fuera mi novia, pero ambos lo dimos por entendido. Tampoco le pedí que se casara conmigo, un papel no haría diferencias en nuestra sólida relación. Pero hoy, años más tarde, cuando veo esos preciosos ojos llenos de felicidad mirando esa jodida línea lila en el dichoso predictor, estalla en mi pecho el mayor de los júbilos. Sé que ya nada volverá a ser igual y que esté donde esté mi preciosa Shara, se alegra por mí. Pues Sakura había llegado a mi vida con sus locuras, su montón de ropa de abrigo y sus historias dulces y me había hecho el mayor de los regalos. Una vida nueva, feliz y en familia. Una familia que empezaba aquí y ahora, con ella. La abrazo con cariño apoyando mi cabeza en su larga melena y suspiro de puro gozo. Su voz, ahora mucho más suave pero igual de dulce, hace que me estremezca y miró de nuevo esos profundos pozos esmeralda que tanto amo.

- Si es niña… se llamará Shara. ¿Te parece bien… Shaoran?

Y sí… para su información…fue niña.

Fin.

Notas de la autora: ¡Hola! Aquí termina esta historia una vez más. Esta vez con un final abierto pero mucho más… detallado. Jajaja. Espero que sea de su agrado y que satisfaga sus expectativas. Siempre me cuesta concluir una historia y me da la sensación de que los finales son demasiado abruptos. Pero me gusta dejar algo para la imaginación de cada uno.

Les deseo un feliz año 2019 y espero compartirlo con ustedes. Saben que pueden dejar sus opiniones y que contestaré encantada sus dudas o preguntas.

Un beso muy grande y un abrazo de oso.

¡Felices fiestas!