Disclaimer: Los personajes Hermione Granger y Severus Snape pertenecen a la ahora adinerada J.K. Rowling y yo los "utilizo" sin fines de lucro, nomás para la entretención de la muchedumbre que lea...

Agradesco a "Lady-Fic" por ayudarme en la parte del "beteo" en este intento de arte.

Waazzaaaaaaa!!

Pues esta la siguiente nueva oleada de relatos cortos escritos por el Heich. Se trata de 30 relatos en los que los personajes principales serán Hermione Granger y Severus Snape y bueno, la idea de este primer relato me llegó de camino a casa, aún estaba en la facultad y recordaba que el ayudante de la ticher, nos dijo que una vez se había dormido tratando de resolver un ejercicio y que cuando despertó ya tenía la respuesta, la anotó y entregó el examen...
entones pensé, cómo sería Snape siendo maestro de cálculo??

Enjoy.



Límite.

(Reto uno)

Números.

Naturales, enteros, racionales, reales, complejos, irracionales e imaginarios. Extrañas cosas que existen únicamente en la mente de los muggles, de vez en cuando necesarios en el mundo mágico; pero únicamente para las fechas importantes, medir los días y realizar algunas transacciones. Lo único que se necesitaba en el mundo mágico eran sus representaciones, las bonitas figuras rectas y curvas que definían al número en el que uno pensaba. Nada de complejos, ni irracionales y mucho menos imaginarios, al mundo mágico no le importaba la raíz de i, lo único que los magos de verdad necesitaban eran sus varitas y una colección de frascos, por si uno decidía dedicarse a las pociones.

Pero Hermione Granger no era una bruja y mucho menos un mago, qué tontería, ese tipo de cosas únicamente existen en la mente de personas con mucho tiempo libre, como los números en las mentes de los matemáticos, pobres tipos sin vida social, pegados a un lápiz, un papel y con suerte una buena calculadora; pasando el día entero haciendo cálculos para darse cuenta al final del día que su suma no era positiva, sino negativa y comenzar de nuevo porque todo estaba mal por el estúpido signo.

Y ahora ella estaba allí, sentada en su pupitre con un lápiz en la mano y una hoja llena de garabatos que no entendía. Era borrosa y el aula en la que estaba era muy oscura. Levantó la mirada y observó a millones de personas sentadas y vestidas igual que ella, todos ellos agachados sobre sus propias hojas con el lápiz en la mano, algunos escribían más rápido que los otros, aquellos que llevaban calculadora.

Hermione bajó la vista y los garabatos en su papel comenzaron a moverse lentamente, como lombrices salidas de una maceta rota con la tierra excesivamente húmeda. Se retorcían y adoptaban nuevas formas que Hermione trataba de distinguir. Finalmente las letras fueron entendibles.

Números.

"¡Señorita Granger!"

Chilló una voz acercándose rápidamente, distorsionada por el efecto que se escucha cuando un auto pasa a tu lado muy rápido a gran velocidad.

El efecto Doppler, pensaba Hermione que se llamaba. Levantó la vista hacia aquella voz fría y cargada de un infinito desprecio que había mencionado su nombre, que lo había escupido se acercaba más a la realidad.

La persona que estaba de pie junto a ella era nada más y nada menos que Severus Snape, un hombre de aspecto enfermo, con las pupilas encendidas en rojo y las fosas nasales como enormes ceros que chorreaban de un líquido verdoso y espeso.

"¡Señorita Granger!" volvió a chillar el profesor Snape. "¿Por qué no ha contestado su examen, señorita Granger?"

Hermione quiso contestar pero sus labios no se separaron.

"¡Contéstame mocosa! ¿Acaso quieres reprobar? Mira tu examen tonta, no tienes anotado ni tu nombre, ¿no sabes cómo te llamas? Quizás ni siquiera deberías estar aquí, ¿quieres irte a casa, quieres que mamá venga por ti y que papá conteste el examen por ti? ¡¿ES ESO LO QUE QUIERES?!"

''¡Déjeme en paz!''

Hermione gritó al tiempo que se ponía de pie. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho se quedó petrificada.

¿Cómo se le ocurría gritarle a un profesor? Estaba perdida, hacer eso seguramente era lo peor que un alumno podía hacer en una escuela con aulas como aquella. Aulas en la que las filas y las columnas de pupitres se extienden hasta el infinito.

"Cierra la boca, estúpida" siseó Snape. "No tienes ni idea de lo que es un infinito, no respondiste en el examen cuál es el límite de uno sobre n cuando ésta tiende a infinito, ¿cómo podrías saber lo que es eso?"

Tenía razón, ese maestro mocoso tenía toda la razón. Hermione ni siquiera había entendido lo que significaban sus palabras. ¿Qué demonios era una n que tiende al infinito?

"Lo sabía" murmuró Snape complacido. "No tienes ni puta idea de lo que es infinito" se burló y su carcajada lastimaba los oídos de Hermione quien tapó sus orejas con los puños intentando apagar aquella carcajada.

'' ¡Basta!''

Gritó echándose a correr por el pasillo. Los alumnos no se inmutaban al verla pasar, hasta que chocó con uno.

El pupitre, el chico que estaba sentado en ella y Hermione cayeron con un estruendo al piso. Entonces todos los alumnos levantaron las cabezas sin rostro en los que únicamente se veía el relieve de antiguos rostros borrados por el paso del tiempo, como las montañas que son erosionadas por el clima hasta llegar a desaparecer.

Los Alumnos sin rostro comenzaron a reír a carcajadas junto con el profesor Snape. Carcajadas agudas que le dolían en la piel a Hermione como si se trataran de infinidad de alfileres que se clavaban y salían de su piel para volver a clavarse.

Se puso de pie y corrió a lo largo del pasillo sin detenerse, sentía los ojos inundados de lágrimas, le ardían tanto, pero no permitiría que una sola de sus lágrimas se derramara, no frente a todos ellos.

No frente a Snape.

Corrió a lo largo de la interminable fila de alumnos que seguían carcajeándose detrás de ella. Las palabras de Snape (el límite de uno sobre n cuando esta tiende a infinito) resonaban dentro de su cabeza junto con su horrible carcajada. ¿Cómo podía ser tan molesto?

La fila se terminó repentinamente y Hermione resbaló al intentar detenerse antes de caer al enorme abismo que estaba frente a ella. Negro e inmenso. Una pequeña piedra cayó por el borde y Hermione escuchó como el golpeteo se iba haciendo cada vez más profundo, intentó ver hasta donde llegaba la piedra, pero la negrura era tal que parecía palpable.

Los ojos rojos aparecieron entonces en medio de aquel agujero negro de proporciones infinitas.

"Ven Hermione"

Los ojos rojos de Snape chillaron haciéndose cada vez más grandes, "ven conmigo y te enseñaré cuál es el límite de las cosas, te tomaré de la mano, los cabellos, o los pechos y te llevaré hasta el infinito y si quieres más allá, donde cogeremos por la eternidad, te va a gustar Hermione, ven conmigo y volemos juntos hasta el límite de uno sobre ene"

"No", quiso gritar Hermione, "No, ¡déjame en paz maldito degenerado!"

Pero su boca estaba sellada. Sus labios habían desaparecido y ahora no podía decir absolutamente nada.

En medio de su forcejeo por hablar, Hermione resbaló y calló al abismo. Sintió el aire pegándole en el rostro, sus cabellos revoloteando detrás de ella como la estela de un cometa de camino al sol.

Llegó al fondo y sintió un dolor repentino en la parte izquierda de todo su cuerpo. Con dificultad abrió los ojos y se encontró en la penumbra de su habitación. Se había caído de la cama.

Se puso de pie con dificultad, estaba un poco mareada y le dolía la cabeza. Se sentó en la cama maldiciendo su sueño, los números y a Snape también.

"Qué bueno que no tengo que asistir a esas escuelas de muggles", pensó, seguramente me volvería loca con tantos números. ¿Además para qué me serviría saber el límite de algo?

- Límite de uno sobre ene- murmuró.

- Cero -respondió una voz al otro lado de la puerta de su habitación, antes de abrirse y que su madre se asomara por la rendija-. El límite de uno sobre ene es cero. ¿Desde cuándo estudias matemáticas, también te enseñan eso en Hogwarts?

- Afortunadamente -respondió Hermione-, no.

15/10/08

Dedicado especialmente para la maldita de Zely
quien ama a esta pareja
y yo a ella.

«-( H.S )-»™