Ni Sesshomaru ni Ahome me pertenecen, son única, desgraciada y exclusivamente de Rumiko Takashi.

Bien, primero gracias por estar aquí. Estas leyendo esta historia porque yo no encontraba un Sess/kag que lograra satisfacerme del todo, por lo que decidí escribir aquello que me gustaría leer.

La historia tendrá más o menos unos 5 o 10 capitulos, ya que no me quiero alargar mucho. Actualizaré cada 5 días (solo me queda tiempo para escribir los fines de semana) y por supuesto agradeceré mucho, mucho, mucho cada review.

Aquí, Los personajes son llamados por los nombres que aparecen en la traducción latina de Inuyasha, Ej. Kagome es Ahome, Rin es Lin etc. Principalmente porque no me gusta como suena Kagome, se me antoja como a necesidad fisiológica.

Ejem... creo que eso es todo.

!A leer!

1. PORTAL

Los rayos del sol iluminaban el alegre rostro de Lin que irradiaba entusiasmo en su prácticamente insignificante labor de recoger pequeños ramilletes de flores silvestres para luego desparramarlos en el aire. Que infantiles e inútiles podían llegar a ser los humanos, eran débiles y se contentaban con tan poco… sin embargo, ella no se le antojaba un estorbo como el resto de esos insípidos seres. No, Lin tenía algo que no se atrevía a definir pero que lo impulsaba a mantenerla a su lado; tal vez eran la falta de miedo y el extraño aprecio que le manifestaba, o bien podría ser…

-Señor Sesshomaru mire- Dijo la niña interrumpiendo el rumbo de sus cavilaciones. Él se limitó imperturbable a seguir la dirección que su pequeño y rosado dedito de humana le indicaba, aún a sabiendas de que no era necesario que ella le señalara aquello que se acababa de convertir en objeto de su interés. Había percibido (además del sonido) el olor del humo que despidió una fuerte explosión a unos kilómetros del lugar donde se encontraba con sus acompañantes. Además, el olor de aquellas sangres tan conocidas, una, la misma que corría por sus venas, la otra… eso era arena de otro costal. Ya sabía que el necio de Inuyasha se encontraba merodeando cerca de la zona donde él mismo había parado para que Lin se alimentara, no en vano se atribuía un gran sentido del olfato, sin embargo no se imaginó que de repente el olor de Naraku le llegara como si de una aparición se tratase. Agregada una explosión al coctel…

-Lin, espera aquí con Yaken. No se muevan a menos que peligren sus vidas- Murmuró con voz impersonal.

Yaken lo miró con ojos desorbitados- Pero amo bonito usted todavía no ha sanado, no debe acercarse a ese sucio de Naraku, usted… -Sesshomaru le ignoró por completo y desapareció con un susurro de hojas a su paso- oh, ya se fue.-Musitó Yaken con tono desinflado.

-Espero que el señor Sesshomaru tenga cuidado- Dijo Lin con aire distraído mientras retomaba su labor de jardinera.

Tardó solo un par de minutos en recorrer la distancia que lo separaba de su objetivo. Era cierto que aún no se recuperaba por completo de la última vez que se enfrentó a Naraku, pero no era un debilucho. No se lo iba a poner fácil esta vez. Se detuvo sigilosamente a una distancia más o menos prudencial para hacer un pequeño análisis de la situación antes de entrar en escena. El olor de la sangre de Inuyasha le inundaba casi nauseabundamente las fosas nasales, sin embargo, la sangre de Naraku también era palpable en el ambiente. Era fácil percibir que quien se encontraba en peor estado era su arrebatado medio hermano.

Decidió acercarse un poco más para obtener información visual. Divisó a Inuyasha a un centenar de metros con colmillo de acero agarrado a medias pero firmemente apuntando a Naraku, estaba desnudo de la cintura para arriba y su ridículo traje se veía chamuscado; Tenía una horrible costra que lucía como una herida sangrante y peligrosa y a la vez como una fea quemadura a la altura del pecho. Se estremeció levísimamente al notar como la herida de Inuyasha parecía expandirse lentamente por el resto de su pecho, abarcando suavemente, casi acariciando, su estomago y su abdomen, como una pequeña mancha de agua que se expande entre la tela humedecida. Vio como Naraku sonreía impasible a su propia herida sangrante en respuesta a la aparente ignorancia que tenía Inuyasha sobre la gravedad de su caso. Ambos estaban separados por unos cincuenta y tantos metros y se miraban fijamente, el suelo estaba destruido y varios árboles a la redonda se veían chamuscados, algunos incluso todavía llameaban levemente. De pronto, Naraku giró el cuello para mirar justamente a los ojos lejanos de Sesshomaru y sonrió.

-Lo estábamos esperando señor Sesshomaru, ¿porque no nos acompaña?- Dijo Naraku lánguidamente como paladeando cada silaba- Aun hay bacantes en nuestra pequeña reunión ¿no es así Inuyasha?- Aún sonriente miró de nuevo al ahora grisáceo rostro de Inuyasha.

-Feh, no seas lucido Naraku. Sesshomaru no tiene nada que ver con esto, tu oponente soy yo-Ladró Inuyasha.- ¡OYE SESSHOMARU! MAS TE VALE NO ENTROMETER TU NARIZ EN ESTO ¿ME ESCUCHASTE? PUEDO APAÑARME PERFECTAMENTE SOLO- Gritó con más energía de la que parecía poseer en dirección a donde se hallaba su medio hermano. No era necesario que gritara porque por supuesto él le habría escuchado aunque se hubiera tratado de un susurro.

-Claro, veo que te puedes defender perfectamente solo, tu aspecto lo confirma Inuyasha- Contestó Sesshomaru suave pero firmemente con una nota sarcástica en la voz- No pareces haberlo notado pero tu herida empeora por segundo, si sigues en pie morirás.

-YA TE DIJE QUE NO TE MET…-Inuyasha se interrumpió y soltó a colmillo de acero que cayó reducida al suelo, posteriormente tambaleó ligeramente y miró a Naraku con desprecio antes de caer desmayado junto a su espada.

Naraku observó a Inuyasha fuera de batalla y su sonrisa se ensanchó increíblemente aún más.- No sobrevivirá a esto- Dijo dirigiendo sus ojos de nuevo al rostro de Sesshomaru que le sostenía la mirada sereno- He devuelto su Baku ryu ha y lo he mezclado con una poderosa maldición que carcomerá su cuerpo por completo dentro de unos minutos. Más le vale despedirse de su pequeño hermano, señor Sesshomaru.

Con que eso era, el distraído de Inuyasha no había contado con la genialidad de Naraku quien seguramente se había pasado un buen tiempo buscando la forma de detener su ataque más poderoso. Y lo había logrado.

Pobre imbécil,-pensó Sesshomaru observando a Inuyasha en la distancia- moriría lenta y de seguro dolorosamente de una forma poco honorable, gracias a su propio ataque. Ese engendro solo le generaba lastima. La explosión se debía al ataque de Inuyasha y a lo que sea que hubiera utilizado Naraku para devolvérselo. Sin embargo, no lograba explicarse como la presencia de Naraku había aparecido repentinamente… como de la nada. Era como si Inuyasha (a quien había percibido hace horas) de repente se hubiera encontrado con Naraku salido de ninguna parte y se hubiera agarrado a lanzarle ataques a la loca. Todo había ocurrido muy rápido. No dudaba de que su hermano se lanzara en una batalla sin pensar las consecuencias ni analizar el terreno, por eso era una simple bestia hibrida, sin embargo… Naraku había aparecido, de eso estaba seguro. ¿Cómo lo habría hecho? Si había aparecido de repente, seguramente utilizaría el mismo método para escapar cuando se sintiera acorralado. Además debía tener precaución con esa extraña maldición que Naraku le había lanzado a Inuyasha, no estaba seguro de que la pudiera hacer dos veces, pero siempre era bueno luchar inteligentemente.

-No me interesa ese hibrido inútil y tú bien lo sabes Naraku-Dijo Sesshoumaru mientras avanzaba acortando la distancia entre él, su hermano y su enemigo.- Mi objetivo principal eres tú.

-Oh, veo que aún se encuentra incomodo con el resultado de nuestro último encuentro, ¿o me equivoco señor Sesshoumaru?-Contestó Naraku medio sonriendo, medio hablando mientras observaba a Sesshoumaru acercarse tal vez inconscientemente, al cuerpo inerte de su hermano.

-Esta vez te eliminaré Naraku-Dijo Sesshomaru atravesándolo con su fría mirada ambarina, erguido cuan alto era y con tono helado. Por el rabillo del ojo se percató de que Inuyasha respiraba débilmente y de que la mancha sanguinolenta de su pecho ya abarcaba todo su tronco y empezaba a extenderse por sus extremidades. ¿Y si realmente ese estúpido moría? No, a él eso le traía sin cuidado. Como para olvidar por completo su corto lapsus de debilidad, dirigió rápidamente la mano hacía Tokiyi, su poderosa espada y estaba a una centésima de sacarla y embestir a Naraku cuando escuchó un leve gimoteo a su izquierda.

-Inu..ya..sha.

Era la voz de esa sacerdotisa que siempre iba con su hermano y que según entendía, era la reencarnación de la otra sacerdotisa que antes también iba siempre con él. Por supuesto que se había percatado de su presencia desde hace bastante rato, de la suya y la del resto del grupo de Inuyasha, todos estaban desperdigados por el terreno, inconscientes. Pero ya estaba tan acostumbrado a pasar de ellos que no les había dedicado un pensamiento. Su atención se enfocaba en Naraku y levemente en Inuyasha. Pero la humana había llamado su atención por un momento ya que parecía recobrar el conocimiento y lo primero que se le ocurría era nombrar al inservible de Inuyasha. Debilidades humanas- pensó con desprecio- él ni siquiera puede escucharla, mucho menos ayudarla es… ridícula.

Pero al parecer, a Naraku si le había importado que esa sacerdotisa hiciera presencia en el mundo consciente de nuevo, porque amplió más la sonrisa que no había perdido ni por un segundo desde que Sesshomaru apareciera.

-Ahome, que bueno que nos honras de nuevo con tu presencia-siseó el demonio- esperaba que al menos pudieras acompañar a tu amado Inuyasha en su lecho de muerte.- Luego como si no pudiera contenerse más, soltó a reírse estruendosamente, con la burla y la emoción de la inminente victoria marcada en cada una de las vibraciones de sus carcajadas.

Sesshomaru ignoró completamente a la mujer cuando empezó a gritar como una histérica el nombre del hibrido y la sintió acercarse a rastras hasta el sitio donde este yacía. La escena en particular de aquella mujer arrastrándose lastimeramente hacía su hombre medio muerto parecía despertar una maniaca alegría en Naraku. Sesshomaru siguió con la vista fija en su enemigo y sin importarle nada más, sacó rápidamente a Tokiyi y se lanzó hacía Naraku (que detuvo su risotada en seco) a una velocidad sobre natural, decidió atacarle solo con el campo de energía de la espada para no arriesgarse a que Naraku le devolviera el ataque como había hecho con Inuyasha. Pero comprendió todo antes de verlo, o siquiera de sentirlo: Naraku no solo había encontrado la manera de vencer el ataque de colmillo de acero, sino que también sabía cómo enfrentar a Tokiyi, lo comprendió cuando sintió la energía sobrenatural de su espada revelándose contra su orden, contra la orden de atacar a su enemigo. Tokiyi le rechazó y le envió un poderoso campo de energía con el fin de separarse de sus manos, el campo que él quería lanzarle a Naraku. La espada se desprendió de su agarre por voluntad propia y cayó al suelo estacándose en la tierra, mientras él volaba por los aires gracias a la potencia del ataque recibido. Se las arregló para caer de pie justo detrás de donde se encontraba la sacerdotisa con su Inuyasha.

Su espada le había repelido con tal potencia que lo mandó a volar. Increíble. Ahora Naraku le observaba absolutamente regocijado pero ya sin rastros de la extraña sonrisa que había formado parte de su expresión momentos atrás.

-Calma señor Sesshomaru, calma. No es con su vida con la que quería terminar el día de hoy, solo le invité a unirse a nuestra fiesta para que presenciara el final del gran Inuyasha.- Dijo el 

demonio con parsimonia- Sin embargo, le recuerdo que la espada Tokiyi fue fabricada con el colmillo de una de las extensiones de mi cuerpo, por lo tanto su energía sobrenatural me reconoce como principal dueño.

-Mientes, ya te he atacado con Tokiyi y nunca habías podido hacer algo semejante- Aseveró Sesshomaru atravesándole con sus ojos de hielo- Dime Naraku, ¿Cómo es que has podido vencer el Baku ryu ha y a tokiyi sin mayor esfuerzo? Debes estar utilizando algún sucio truco que incrementa tus poderes. Es cierto que mi espada podría tener una ligera tendencia a obedecerte, pero siempre me ha reconocido como su dueño, si has logrado que me rechace de esa forma es porque algo grande traes contigo.

Ahome sintió la presencia de Sesshomaru aterrizando a un par de metros por detrás de ella y de Inuyasha, pero no le importaba, nada le importaba salvo ayudar a Inuyasha. Esa herida que tenía en el cuerpo era tan espantosa, tan horripilante que no dudaba ni por un segundo que las palabras de Naraku fueran verdaderas: "esperaba que pudieras acompañar a Inuyasha en su lecho de muerte". Su lecho de muerte, ¿verdaderamente estaría presenciando los últimos minutos de Inuyasha? No, no lo permitiría bajo ninguna circunstancia, Inuyasha se salvaría aunque ella tuviera que ponerse en su lugar y morir por él. Estaba tan desesperada que la presencia de Naraku a corta distancia no la intimidaba ni un poco, mucho menos la imponente figura de Sesshoumaru a sus espaldas. Y qué decir de la batalla entre ambos. Sus voces le llegaban como molestos zumbidos interrumpiendo su intento por quemar cada una de las neuronas que poseía en busca de una solución que salvase a Inuyasha. Él respiraba quejumbrosamente y aún inconsciente su rostro se contraía en una mueca de infinito dolor mientras su horrible herida crecía por milímetros como si una mano invisible le estuviera rociando el torso desnudo con pequeños baldados de acido. Ahome no lo soportaba, quería arrancar su propia piel y pegarla como fuera en las heridas de Inuyasha, cubrirlo, no verlo más deshaciéndose ante sus impotentes ojos.

-Inuyasha, Inuyasha… ¡INUYASHA!-Ahome gritaba su nombre y ni siquiera era consciente de cuando había empezado a hacerlo, o de si había parado en algún momento desde que despertase y lo pronunciase por vez primera.

Sesshomaru la observó por primera vez y se sintió extraño. Esa mujer había salvado a Lin en una ocasión, y ahora lloraba y gritaba desesperada por una solución para Inuyasha. Pero ese no era su asunto, en ese momento, más que su moribundo medio hermano, le interesaba la respuesta de Naraku, necesitaba saber a que debería atenerse en aquella batalla.

Naraku miró a Sesshomaru con una ceja enarcada en son de burla, luego sonrió con satisfacción al reparar en Ahome tirada junto a Inuyasha llorando los mil mares para que se salvara. Tal vez si… no, eso sería muy arriesgado. No era estúpido y sabía que con o sin espada Sesshomaru no era un hueso fácil de roer. Sin embargo, si utilizaba aquel gran sortilegio con el que cargaba hace poco, podría deshacerse de la molesta presencia de Ahome para siempre, y lo haría dejándola con la incertidumbre de si Inuyasha murió o no. Sufriría, sufriría tanto que tal vez enloquecería.-Ante este pensamiento se pasó la lengua por los labios satisfecho al imaginar a Ahome destrozada- Pero ¿y Sesshomaru?, de sobra sabía que él no movería un dedo por defender a la sacerdotisa, pero ¿y si lo hacía? Ahí estaba el fallo del extraño y rápido plan que se estaba gestando en su cabeza. No podría intentar enviar a Ahome a esa extraña dimensión de la que le había hablado ese loco anciano, no con Sesshomaru de por medio. Además nunca lo había hecho, sabía que se podía solo porque el anciano se lo había mencionado, pero no tenía idea de lo que sucedería en cuanto utilizara su poderoso sortilegio para abrir las puertas de la otra dimensión. Sin embargo… la idea era tan atrayente. Tal vez se arriesgara, si todo salía bien… se desharía de Sesshomaru también. No estaba mal.

-He tomado una decisión señor Sesshomaru-Dijo Naraku después de unos segundos de silencio por parte de ambos, donde el único ruido era provocado por los sollozos y balbuceos de Ahome.

Sesshomaru le miró sin rastro de haberlo escuchado, se mostraba impasible pero estaba prevenido ante cualquier acto por parte de Naraku. No sabía de qué decisión estaba hablando, él le había preguntado por algo completamente distinto.

Naraku sonrió ante la indiferencia de Sesshomaru pero consciente de que tenía su atención- He decidido que probaré mi nuevo juguete con esta sacerdotisa- Dijo tranquilamente. Luego, sacó una pequeña piedra desvencijada y la agitó suavemente en el aire, sin soltarla. –Te enviaré a un bonito lugar -Soltó con sarcasmo- adiós Ahome.- Luego se dio la vuelta y tras caminar un par de metros desapareció con una pequeña nube de humo envolviéndole.

Ahome retiró por primera vez la mirada del cuerpo de Inuyasha al llamado de su nombre. Observó a Naraku desapareciendo y luego todo se quedó en silencio. Se sentía en shock, como si las palabras de Naraku no pudieran afectarla en lo más mínimo. Todo lo que le importaba estaba tirado en el suelo frente a ella, agonizando. Sin embargo observó como si se tratase de otra persona, de otros ojos los que veían por ella, como el aire del lugar donde Naraku había agitado esa piedrita empezaba a perturbarse extrañamente.

De pronto, un agujero negro del tamaño de una moneda apareció en aquel lugar, Ahome no lo pudo distinguir en la distancia, pero se percató de que una presencia extraña había aparecido y por primera vez desvió su atención de Inuyasha para fijarla en el lugar de donde provenía la extraña sensación. Sesshomaru si pudo ver el pequeño agujero y en el momento en que este empezó a agrandarse rápidamente, comprendió lo que era: Un portal.

Naraku se había marchado, no había razón para permanecer en ese lugar. Sin embargo no se movió un solo milímetro. Era consciente de que las intenciones del demonio consistían en enviar a esa sacerdotisa a otra parte, quería que ella sufriera. Pero… ella ya sufría.

No supo que lo impulsó, solo supo que no quería que esa mujer se enterara de lo que estaba a punto de hacer. Tomó rápido el mango de Colmillo Sagrado y estaba a punto de agitarla sobre el cuerpo inerte de Inuyasha cuando sucedió. Todo muy rápido, apenas tuvo tiempo de erigir la espada sobre el hibrido cuando una fuerte energía empezó a arrastrar a la mujer hacía el agujero que ya había alcanzado las proporciones suficientes para tragar un león. Ahome miraba el lugar completamente ida, olvidando a Inuyasha, se puso en píe y pasó al lado de su cuerpo para acercarse al portal que la llamaba. Sesshoumaru actuó sin pensar y soltó a colmillo sagrado para agarrar por el brazo a Ahome y de pronto, no pudo retirarlo, se quedó pegado a ella sin poder aflojar su agarre y cuando observó de nuevo el agujero, ya se encontraba frente a ellos. No pudo ni siquiera articular un pensamiento antes de que el gran hoyo negro los tragara por completo.

Luego, todo fue silencio.

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Hasta aquí va el primero. Espero que les haya gustado. Si sí, dejen un review, si no, tambien.

Gracias por leerme

Eufemismo.