Disclaimer: Los Servicios Secretos de la Corona Inglesa me han prohibido acercarme a la Sra. Jotaká para que podamos tratar a quien le corresponde la historia; por ende el Potterverso le sigue perteneciendo a ella, y lamentablemente el pequeño Jimmy forma parte de él aunque haya propuesto declararlo patrimonio de la humanidad. Y no, Sirius me sigue perteneciendo.

Sí, estoy perdida y completamente obsesionada con James Sirius.


A nadie le sorprendió mucho la elección de los nombres.

Por eso, aquella noche tormentosa, cuando el primogénito de los Potter llegó al mundo nadie comentó nada. Nadie dijo que ese día era, casualmente, el mismo donde hace muchos años atrás James Potter besaba por primera vez a Lily Evans.

Y por supuesto, nadie se percató de que en el mismo instante en el que el pequeño lanzó un alarido memorable para demostrar que estaba vivo, Sirio se afirmaba sobre el horizonte, mostrándose tras meses de ausencia.

James Sirius Potter nacía, y que el mundo se preparase para ello.

Con el paso del tiempo, sus padres comprendieron que quizá no era la elección de nombres más correcta que podrían haber hecho, puesto que el pequeño Jimmy se tomaba muy enserio eso de llevar el nombre de dos Merodeadores, porque aún pese a sus cinco años de edad, él podía revolucionar la casa solito; y como se escucharía decir a un Harry Potter abatido a una sonriente Andrómeda, el niño estaba más que orgulloso de poder poner la casa patas para arriba en menos de diez minutos.

Poco a poco James fue recolectando información, acerca de aquellos a los que su padre había llamado una vez Merodeadores, su abuelo; el padre de Teddy, y el padrino de su padre. Hombres nobles y valientes según la propia definición de Harry, hombres que lucharon en la guerra contra Voldemort y dieron su vida por la tranquilidad del mundo mágico. Y James supo, que si había alguien a quién admirar en su familia (y eso que él estaba rodeado de personas que eran dignas de admiración) eran ellos.

Porque ellos le habían dado al mundo algo que no todos son capaces, les habían otorgado risas, alegría. Y a James le encantaba que la gente ría, que se divierta, que sonría y por sobre todas las cosas le encantaba observar cómo se maravillan cuando él inventa una nueva manera de romper la armonía.

Porque James se dedicaba a eso, lo decidió de muy pequeño, cuando logró que Lily sonriera después de haber estado llorando desconsoladamente durante un tiempo interminable. Claro, logró que dejara de llorar a costa de que el cabello de Albus se tornara rojo, verde, violeta, azul marino y luego desapareciera por un periodo de dos horas.

Pero Lily se había reído y había olvidado que su muñeca se había roto. Había reído y dejado de lado sus desdichas, y James decidió en ese mismo instante que el castigo que le proporcionó su madre al encontrar a Albus calvo no era un impedimento mayor para seguir ejerciendo ese nuevo don que había descubierto. Porque era glorioso ver el brillo de la alegría en los ojos de otra persona y más cuando él la había ocasionado.

Porque era un don y él no iba a desaprovecharlo.

Muchos le aseguraron que seguiría los pasos de sus tocayos. Y James se encargó de empaparse en su historia, en aprender cada una de las anécdotas que podía recolectar, para saber más de ellos, porque sin lugar a dudas aquellas personas que lograban hacer reír incluso en épocas de guerra eran héroes, y él quería ser como ellos.

Con el tiempo supo que su abuelo era una persona alegre. Extremadamente alegre, que no se venció ni cuando Lily Evans le arrebató el bate a uno de los golpeadores del equipo y se lo dio de lleno en la cabeza luego que él le propusiera salir por décima vez en la mañana; James Potter era sin lugar a dudas una persona tenaz, que conseguía lo que quería siempre, sin acobardarse aún pese a que la situación pareciera imposible a simple vista. Porque después de todo, en un futuro no muy lejano, el apellido de Lily había sido Potter. Era un hombre de convicciones, de eso el pequeño Jimmy no tenía dudas. Y él lo admiraba por eso, porque Jimmy sabía que debía admirar al hombre que murió para proteger la vida de su abuela y de su padre. Él no podría estar más agradecido por ello.

Luego estaba Sirius, el padrino de su padre. Sabía que era un hombre irresponsable, que había querido por sobre todas las cosas ser feliz. Y eso a Jimmy no sólo le parecía sumamente lógico, si no que él mismo intentaría seguir su ejemplo. Porque él quería divertirse, vivir, sentir esa sensación de adrenalina que recorre el cuerpo cuando te sientes a gusto. También aprendió que la familia no sólo es cuestión de sangre, si no que los amigos forman parte de ella. Jimmy juró que siempre protegería a sus amigos, porque él admiraba la amistad que se había profesado su abuelo con Sirius, así como admiraba la determinación de Tía Hermione y Tío Ron para seguir a su padre en la lucha contra Voldemort. Porque no sólo era una cuestión de guerra, era una cuestión de amistad. Y Jimmy pensaba valorarla más que a nada.

También estaban sus tíos, George y el fallecido Fred. Según su abuela Molly eran un par de bromistas incurables que se pasaban la vida alborotando el silencio conseguido en La Madriguera. Nada de silencio, nada de tranquilidad. Porque la vida no era para estar sentado, la vida era para moverse, para correr, saltar, reír, gritar. Y Jimmy Potter se encargaría que todos los que lo rodeaban entendieran el mensaje; quieran o no.

Pero Jimmy es mucho más que una conjunción de genes alborotadores.

Porque James Sirius, definitivamente es mucho, mucho más que las ganas de hacer reír de los gemelos, la terquedad del abuelo James y rebeldía innata de Sirius, porque no sólo es leal con sus amigos y familiares, porque además de compartir esa obsesión por saltarse las reglas y esa afinidad a meterse en problemas con muchos de esos rasgos particulares que definieron a personas que forman parte de su herencia. Jimmy es más.

Por algo es, el pequeño Jimmy y no James.

Porque James es el abuelo, el hombre que entregó su vida en protección a su familia. Y él no puede competir con eso, el nombre es demasiado pesado; denota algo, una fuerza mágica quizá, que a Jimmy le resulta insoportable de cargar.

Tampoco puede ser James Sirius, intentó durante un tiempo de su vida que la gente lo llamara así, pero por alguna extraña razón las personas se empecinaban en acordar las palabras y lo llamaban James, cosa que no quería, o peor...terminaban inventando nombres raros como Jasi o Jarius. Y para deformar un nombre como el de él, con tanta historia; que directamente lo llamaran "cosita hermosa" que era igual de espantoso.

Y así lo explicaba al resto del mundo. Pero hubo una persona que no le creyó nunca.

Porque aquella primera noche que pasó en Hogwarts, luego de haber sido seleccionado a Gryffindor, salió a caminar por los pasillos a deshoras. Jimmy quería conocer el lugar, sin tanta gente yendo y viniendo. Él quería explorar, y nadie se lo iba a prohibir.

Salvo, quizá, una muy asombrada Minerva McGonagall.

-Y dígame joven Potter...¿Qué se supone que está haciendo aquí y a estas horas?- preguntó con el seño fruncido, intentando ignorar la sensación que crecía en su pecho. Porque ella ya había hecho esa pregunta un millón de veces. Pero nunca creyó volver a vivir algo tan similar.

-Exploro. El castillo es muy bonito, profesora.

Y Minerva ahoga un quejido, porque no sólo es la misma respuesta que James Potter le había dado en su primera noche de cursada. Si no que además, el niño que estaba parado frente a ella tenía la sonrisa descarada de su abuelo y la pose altiva del joven Sirius Black y no sólo eso, tenía algo más.

Algo que Minerva McGonagall no había visto en ningún chico antes.

Los ojos de James Sirius brillaban con una intensidad única, y ella que ha visto pasar miles y miles de alumnos puede reconocerla.

James Sirius Potter no sólo comparte rasgos y le hace honor a su herencia, si no que además tiene un aura única, algo que refulge en sus ojos con fuerza.

Y Minerva McGonagall sabe, en ese preciso instante, que serán unos largos siete años.

Porque el pequeño Jimmy se encargará que así sea. No el hijo de Harry ni el nieto de James.

Lo hará Jimmy. Porque eso es lo que es.

Un nuevo individuo de una nueva generación, y Minerva se siente resignada. Porque nada, absolutamente nada puede parar a ese tifón que tiene adelante y ahora le sonríe con desfachatez. Porque nada podrá interponerse entre la herencia merodeadora, y los nuevos genes que conviven en James Sirius. De eso, ella está segura, le traerá más de un dolor de cabeza. Pero sabe, valdrá la pena.

Es herencia, es obstinación.

Pero por sobretodas las cosas, eso...es él.

Porque es el legatario de los genes, porque es su decisión.

Porque es el pequeño Jimmy.


A ver, ahora es cuando me ayudan con la idea. Son series de viñetas, por lo que pueden pedir cualquier cosa. Me fue difícil hacer a Jimmy, porque me salía o muy James o muy Sirius, y mi idea es que si bien está más que orgulloso de seguir con esa herencia, és diferente a ellos. No quiero que se limite a ser, simplemente un poco de James y un poco de Sirius. Por eso, para mi es Jimmy; desde que lo leí en el epílogo, siempre fue en mi mente Little Jimmy por eso la obsesión de tratarlo así en la historia, sepan disculpar...pero es como figura en mi mente.

Aparece James P. y Jimmy P. en personajes porque como no estoy segura cuál es cuál (algunos dicen que Jimmy P. no es el pequeño Jimmy) la hago fácil y que entre en ambas categorías.

Ahora es cuando dejan los rw, para decirme que me dedique a vender medias en el subte o para lo que ustedes quieran. Pero no dejen de hacerlo, si no me deprimo; y ustedes no quieren ser los causante de mi muerte (creo).

Nos leemos en la próxima.

Lita Black. Sí, Sirius, me obsesioné con Jimmy pero eso no quiere decir que no te ame.