Bueno... ultimo cap! Espero que os haya gustado, y gracias por leer!! Por cierto... aviso de escenas no aptas para menores!! Besos!!

Capitulo 11.

Dean suspiro aliviado cuando cerró su móvil. Acababa de terminar de hablar con Bobby, el cual le comento que llego bien a su casa y que no había señales de que el FBI o alguien los buscara por ahora. El viejo cazador les aconsejo que se escondieran un tiempo, solo por si acaso. Que se quedaran donde estaban al menos un par de semanas, hasta que se calmaran las cosas. En ocasiones normales, eso sería una tortura para Dean. Quedarse encerrado en un motel durante dos semanas, sin hacer nada productivo ni nada improductivo para no llamar la atención, era lo más parecido al infierno para él. Pero esta vez no iba a ser así. Nop. Eran dos semanas sin poder salir de la habitación del motel… con Sam allí encerrado también. Era perfecto para sus planes.

Yeah… Sam… su Sammy… para el solo por dos semanas… Después de ese tiempo, Sam no iba a poder sentarse bien durante un mes… eso fijo… Miro a su hermano que, sentado en la mesa de la cocina, miraba su portátil buscando alguna señal de que el FBI les estuviera siguiendo. Sonrió, divertido. Se miro las ropas y luego las de su hermano. Aun no se habían cambiado, por lo que su ropa apestaba a humo y estaban sucias de hollín y tierra. Bien… ahí tenía su excusa. Se acerco a él, con una sonrisa picara y se apoyo en su hombro para mirar la pantalla del portátil.

- ¿Qué? ¿Hay algo? ¿Henriksen va a aparecer por la puerta y la echara abajo antes de chillarnos que pongamos las manos arriba? – pregunto burlón. Sam soltó una risita.

- Parece que no. Al menos por ahora. ¿Qué ha dicho Bobby? – Dean se inclino un poco más.

- Nah… poca cosa. Que nos quedemos escondidos un par de semanas antes de volver a pillar un caso, por si las moscas. – Sam sintió el aliento de Dean en su cuello y se estremeció sin querer.

- Ah… ¿y tu estas de acuerdo con eso? Pensaba que eso de estar tanto tiempo en el mismo sitio te daba claustrofobia… - Dean rio y su aliento volvió a darle de lleno en el cuello de Sam.

- Bueno… seguro que encuentro algo que hacer… tío… apestas a humo…

- Pues tú a rosas no hueles tampoco… - el pequeño noto como su hermano le olisqueaba el pelo.

- Buff… y el pelo también te apesta… está claro que necesitamos una ducha… porque así no te metes en el dormitorio a dormir, vamos. Te echo a patadas. – Sam rio y se levanto.

- Ok… pillada la indirecta. ¿Quién se ducha primero? – Dean le dedico una sonrisa tan pervertida que a Sam le entraron ganas de huir de allí despavorido.

- Oh… ¿te vas a duchar solito? – le pregunto con tono de burla. – Y yo que pensaba pedirte que me frotaras la espalda… - término, dirigiéndose a la ducha y lanzando su camiseta lejos. Sam parpadeo. No… su hermano no le estaba sugiriendo lo que él pensaba que le estaba sugiriendo, ¿verdad? Dean se volvió en el marco de la puerta del baño y soltó una risita. - ¡Venga, pavo! ¿Te lo tengo que escribir en letras de neón para que lo entiendas o que? ¡Ven a la ducha ya! Joder… no se puede ser tan ingenuo, en serio… - Sam volvió a parpadear y se dirigió a la ducha, mosqueado. ¿Qué culpa tenía el si a Dean le daba por no hablar claro?

Sam entro al baño y pillo a Dean prácticamente desnudo, regulando el agua caliente. Al pequeño se le olvido hasta respirar al ver el musculoso cuerpo de su hermano. El mayor se volvió, cuando ya estuvo satisfecho con la temperatura del agua y le miro arqueando las cejas.

- ¿Todavía estas vestido? ¿Piensas hacer la colada y bañarte al mismo tiempo o que? – le pregunto burlón, acercándose. – Si necesitas ayuda con esto… - le dijo, tirando de la camiseta de Sam hasta sacársela, aprovechando para acariciarle la espalda. El pequeño se dejo hacer, mirando intensamente a su hermano. Dean lanzo lejos la camiseta de su hermano y procedió a desabrochar sus vaqueros, mientras le daba pequeños mordiscos por el pecho. Sam suspiro de gusto. Sus pantalones cayeron al suelo con un susurro apagado y el los pateo para no tropezar con ellos.

Dean le empujo en el pecho, haciéndole retroceder hasta entrar en la ducha. El agua templada cayó sobre ellos, empapándolos. Las manos del mayor tiraron de la ropa interior de Sam hasta que esta cayó al suelo de la ducha. Los ojos verdiazules del pequeño brillaron mientras cogía el rostro de su hermano y se inclinaba para besarlo en los labios. Lo que Sam empezó como un beso tierno y suave, Dean lo convirtió en uno salvaje, posesivo y apasionado. Tal y como era el. Sam no podía imaginarse a su hermano besando de otra manera. Dean era fuego y arrasaba con todo. Y eso estaba haciendo con ese beso. Arrasarle.

Su espalda choco contra los azulejos de la ducha. El contraste entre el frio de los azulejos, el tibio del agua y el calor de la piel de Dean hizo que se le pusieran los vellos de punta. El mayor se pego a su cuerpo, haciendo que sus erecciones se rozaran. Sam ahogo un gemido. Los dos Winchester se miraron durante un segundo, con la respiración agitada. Los ojos de Dean, que normalmente eran de un verde brillante, se habían oscurecido tanto que Sam volvió a pensar en una posesión demoniaca. Idea que no le pareció tan descabellada cuando, después de recibir otro profundo beso que le corto el aliento, Dean le volvió bruscamente contra la pared. El pequeño iba a protestar por el mal trato, pero lo olvido de repente cuando sintió los dientes del mayor mordisqueando su nuca, haciéndole estremecer. El hecho de que la mano de Dean estuviera masturbándolo con sensual lentitud tampoco ayudaba mucho.

Sam arqueo su cuerpo cuando Dean le rozo la punta de su miembro con el pulgar. Su trasero choco contra la erección del mayor, que se mordió los labios ansioso. Como deseaba entrar de una vez… Se obligo a esperar un poco más. El agua de la ducha les empapaba el pelo, pegándoselo a la cara y las gotas corrían por sus cuerpos. Dean lamio varias de esas gotas de la espalda de Sam, subiendo hasta ese trocito de piel entre su cuello y su hombro que el pensó hace tiempo que era muy mordible y le dio un buen bocado, dejándole la marca de sus dientes. Sam gimió, pero no protesto.

Dean sonrió y fue guiando su miembro para entrar en su hermano. Lo hizo despacio, sin prisas, frenándose cuando lo sentía tensarse bajo sus manos. Pero cuando paro del todo a medio camino, su hermano reculo, urgiéndolo a terminar de entrar. No se hizo de rogar. Con un gruñido de satisfacción, entro por completo en Sam. Joder… que bien se sentía eso…

- Tío… - la voz de Sam sonó como un susurro ronco por la excitación. - ¿Te piensas mover hoy o vamos a estar así hasta mañana? – Dean gruño ante la bromita de su hermano.

- Estoy concentrándome, capullo…

- Vaya… no sabía que el señorito necesitara concentrarse para follar. Usted perdone. – ironizo el pequeño. Dean le dio un sonoro capón.

- ¡Eso por mal hablado! Además… - salió lo justo para darle una buena embestida que hizo gemir fuerte al pequeño. - … si quieres perfección, deja que el maestro se concentre, pequeño renacuajo. – Dean siguió moviéndose, con embestidas que empezaron lentas y sensuales para luego convertirse en rápidas y salvajes. Sam araño los azulejos del baño, mientras su hermano le seguía acariciando a la vez que se movía en su interior.

Dean gruño el nombre de su hermano cuando se vino dentro de el. A Sam le fallaron las piernas cuando le orgasmo le dejo viendo lucecitas y Dean tuvo que agarrarlo de la cintura para que no se diera un coscorrón contra la pared.

- Tío… ya sé que soy un dios del sexo y que follo de muerte pero… ¿para que casi te desmayes? No creo que ser para tanto, la verdad… - se burlo el mayor, cuando ya estaba terminando de secarse. Sam le gruño desde el espejo, donde se miraba la nueva marca que tenía en el cuello, cortesía de Dean.

- ¿Tu tienes complejo de vampiro o que? Te voy a tener que comprar un bozal. – Dean le beso en el cuello, pasando la lengua por el mordisco. Sam se estremeció.

- ¿Bozal? – pregunto, encaminándose al dormitorio. – No. Yo estaba pensando mas bien en darle utilidad a esas esposas que hay en el maletero… un poco de chocolate tibio… un pañuelito de seda… - Sam parpadeo sorprendido.

- Er… ¿Dean? ¿Cuánto tiempo dijiste que teníamos que quedarnos?

- Dos semanas. ¿Por? – Sam salió a la salita. Dean no estaba a la vista. El pequeño supuso que estaría en la cocina o en el dormitorio.

- No pensaras pasarte estas dos semanas en este plan, ¿verdad? Digo… tenemos tiempo de sobra para esto… no hace falta que sea todo en estas dos semanas… - dos brazos fuertes le atraparon por la espalda.

- Claro que tenemos tiempo, Sammy… pero… - mordisquito en el hombro. - … es que quiero aprovecharlo…

FIN.