Sailor Moon no es de mi propiedad todo sus personajes le pertenecen a Naoko Takeuchi.


¡Vendida!

Capítulo 1.

Bien mi vida es un poco extraña, la verdad es que casi no salía del castillo era solo "alguien" más viviendo ahí solo que con más categoría esa era la única diferencia. No tenía amigos, de echo no sabía bien lo que realmente significa el termino amigo o compañerismo, las raras veces que salía del Palacio era para observar los habitantes de la Luna con sus ojos confundidos e implorándome algo, por supuesto que no entendía lo que trataban de decirme.

Mi vida siempre ha sido tan extraña y horrenda, mi madre había muerto de echo no la recordaba y mi padre siempre me echaba la culpa, tengo mi carácter, pero también al ver la impotencia que él me marcaba hacía que mi cuerpo recorriese una impresionante descarga de miedo. Siempre me recordaba lo mal que fui yo, hasta quizás tenía razón. Soy buena en el patinaje, en el baile, soy una buena dama con buenos modales aunque también era o soy más bien tímida.

Siempre deseé tener alguien con quien charlar pero mi padre no me dejaba, innumerables veces se reía de mí, me echaba la culpa de la muerte de mi madre y el desaparecer del Cristal de Plata y el de las senshis, la verdad es que mi padre solo buscaba cualquier tontería para castigarme ¿El Cristal de Plata? ¿Las senshis? Eran puras leyendas y lo peor de todo es que ni siquiera sabía la leyenda, que me era tan traumatizante eso. Lo único que sabía es que el planeta Tierra se "alimentaba" por así decirlo de las plegarias de este planeta aunque no entiendo muy bien ese funcionamiento, mi padre nunca me ha dejado leer los libros de mis antepasados y la verdad es que no encuentro una lógica razonable por la cual no me lo permitía.

Siempre estoy muy aburrida a cualquier hora, tengo ya mis diecisiete años y lo más humillante es que aún no tengo amigos, ni algún pretendiente, no tenía nada era aburrido de echo en mi cumpleaños no paso a menores, siempre tan desapercibida como siempre lo había sido mi vida en todo este tiempo, los subordinados me habían regalado algo en mi cumpleaños pero el castillo era tan silencioso que los centinelas de mi padre - ¡Malditos centinelas! – no nos dejaban hablar, eran habitantes también del reino de la Luna solo que tenía entendido que son más fuertes que los demás.

La verdad es que no sabía mucho de lo que es en si mi lugar de nacimiento, solo que soy la princesa del Milenio de Plata, mi padre me odia de echo siempre ha querido lo peor de mí, creo que me odia aparte de la muerte de mi madre es que él es muy supersticioso, cree ciegamente en que yo escondo el Cristal de Plata, siempre me fastidia con eso, también he pensado que la gente tiene un ligero rencor hacía a mí, me ven con aquellos ojos de insistencia, de un golpe, de vergüenza, no lo sé con exactitud ¿Acaso ellos también me odiaban? Me gustaban mis materias de las pocas clases privadas que me dieron.

A veces salía con mi padre a la Tierra a proveer "cosas" tampoco sabía que era lo que se intercambiaban, me quedaba siempre a fuera como tonta esperando a que mi padre regresará, tampoco entendía el planeta Tierra estaba divido en cuatro "regiones" por así llamarlo:

- Los Humanos.
- Los Youkais.
- Los Vampiros.
- Los Elfos.

No sé quién los dividió de esa manera tan tonta, y más que tonta fantasiosa, ¿Youkais? ¿Vampiros? ¿¡Elfos!? No sabía mucho de estos "seres" pero no era nada de lo que llegaban a salir en los libros que he llegado a ver, todos tenían el mismo aspecto, como el de nosotros, como el de los humanos, la diferencia entre los humanos y los habitantes de la Luna, era sencilla y es que los puros habitantes no de la realeza aclaro es que nos preveníamos más de fuerza y juventud, los de la realeza, a pesar de envejecer mucho más lento aún que nuestros propios habitantes teníamos el don de curar heridas, y también había escuchado que éramos una especie de inmortales que solo la espada Sagrada nos podría matar, cosa que con tan solo escuchar esa estúpida leyenda me reí.

¿Una espada sagrada? Me supongo que mi madre murió de esa forma, y si así fuese ¿Dónde estaba la espada? Además que era estúpido por que tengo –o al menos creo – de lo que tengo entendido que esa espada solo puede ser sacada por los de la realeza ¿Quién mataría a mi mamá? ¿Ella sola? No me hagan reír…

Tampoco viajábamos mucho a las regiones denominadas "Vampiros" ni la de los "Elfos" mi padre decía que los vampiros son unos sádicos y los elfos son unos salvajes, siempre que decía eso hacía como que no escuchaba y rodaba los ojos, para ser sinceras los "youkais" eran mucho más salvajes que los elfos y los humanos era más sádicos que los mismos "vampiros". Eran muy raras veces cuando viajaba en esas regiones no sé por que a mi padre no le gustaba que no fuera allá ¡Ah ya sé! Que tonta, me iban a chupar la sangre los vampiros ¡Pues si! ¡Que tonta! ¡Por favor! ¿Cómo podrían creer en esas tonterías?

Cada reino de las regiones era muy diferente a su estilo, aunque solo una vez pise el suelo tanto "vampírico" como "élfico". Los vampiros eran demasiado bellos, creo que tanta belleza no la creía en esa región, me era desconocido si tenían o no poderes que lo dudo ya que eran humanos aunque lo más irónico de todo es que no sé si por que su región era la vampírica le hacían honor a estar blancos, albinos, y estar mucho más fríos que lo que concurrentemente estaba el calor humano, además que si lo fueran deberían de comer sangre como tal y cuando fui en esa ocasión jamás vi la sangre de algún ser, puros mitos. Los elfos no es que eran salvajes solo por el simple hecho que vivían en el bosque, yo podría vivir toda la eternidad y no por eso querría decir que soy una completa salvaje, sus vestimentas eran holgadas quizás para sentirse más libres, son de un tono bronceado y tampoco sabía por que ellos estaban bronceados y los del clan de los vampiros no lo estaban ya que el bosque y la región de los vampiros no estaba tan alejada, traté de hacerme teorías de aquella "diferencia" pero por más que trataba no encontraba alguna solución elocuente, de echo tampoco sabía por que no los visitábamos me caían realmente bien, aunque los vampiros era gente más extraña quizás.

Los humanos era con los que muy a menudo visitábamos, como había dicho con anterioridad eran iguales a nosotros, eran claros, no albinos, no bronceados, su castillo se asemejaba al nuestro solo que era de piedra y el nuestro era…bueno solo que era diferente, se me hacían muy morbosos, sádicos no sé por que les agradaba degustar burlarse de los demás y pisotear literalmente a su compañero para llegar hasta donde habían llegado ser muy "dignamente" odiaba a los humanos no tenían la decencia de nada, se trataban de sobrepasar en las cosas o al menos lo había visto en ese lado no muy amable de ellos. Por otro lado los youkais eran aún mucho más hostiles que los humanos, los humanos se quedaban pequeños a lado de ellos, tenían muchos encuentros "sanos" con los humanos hacían la caza con los humanos "pobres" y ya se imaginaran lo que la palabra caza significa, y viceversa, habían echo un pacto los humanos y los youkais en ser "amigos" aunque creo que esa no era la palabra predilecta para definir esa "amistad". Aunque también cabe mencionar que de vez en cuando los youkais les gustaba fastidiar a los elfos, estaba retirado esas dos zonas humanos-youkais de los elfos-vampiros.

Me habían comentado una vez que me encontraba merodeando en la zona de los youkais que los elfos y los vampiros se odiaban a muerte, y la verdad es que esa noticia no me interesaba y no sabía si tenía veracidad. Así estaba divido la Tierra y siendo lo más franca es que me fascinaba enormemente quizás morbo, llámenlo como quieran, me apasionaba la historia era una chica culta. No sé por que pero mi padre se comportaba más hostil conmigo cuando había cumplido ya los diecisiete, me quería lejos más lejos de lo acostumbrado.

- ¿Estas lista Serenity? – me observó severamente, mientras arqueaba la ceja.

- ¿Lista para que papá? – Dije confundida, de repente me vio más duramente - ¡Oh lo siento! ¿A dónde vamos rey?-

A mi padre no le gustaban los afectos, ni mucho menos que lo llamara tan simple y bonito como lo era "papá" ni que decir de su nombre "Wotan" si no fuera la princesa ya me hubiera matado y echo la más horrenda de las torturas que hubiera. Mi padre me daba miedo y no sé por qué, realmente no lo sabía. Nos encontrábamos en la sala, comía.

- Creo que no es mi deber decirte lo que hago o no, solo tu cumples órdenes de acompañarme eso es todo – se limpió con la servilleta de mesa los extremos de su boca.

Agaché la cabeza – Si pa…rey.-

Se levantó de la silla y se fue hacía a mí – Come algo Serenity, te vez muy demacrada, tu tez se ve muy repugnante – me alzó la barbilla – No llores, no quiero que en tu vida ni siquiera por equivocación me llames papá o Wotan sabes que soy tu rey y así es como debes llamarme – quitó su mano muy bruscamente - ¡Eres una inútil! Te he enseñado esto siempre y no aprendes Serenity.-

Abrí mi boca pero no articulé palabra alguna, él solo se limitó a sonreír despectivamente.

- Come – me ordenó – No quiero que los vampiros te quiten la sangre, aunque mejor un peso de encima me quitarían si te matan – dijo burlón y se marchó del lugar.

Quería llorar de una gran impotencia ¡Es mi propio padre! Y sin embargo desde que recuerdo he tenido una vida tan humillante, me ha rebajado a nada, hasta esos estúpidos centinelas tenían mejor prioridad que yo, aunque me tranquilicé por el simple hecho que iríamos a la Tierra solo por eso me sentía mejor aunque la verdad es que ganas no le faltaban a mi padre el de matarme, aún no entendía bien por que no lo hacía. Me senté en mi asiento correspondiente, no comía con él era muy raro cuando sucedía eso, decía que le causaba asco y me hacía la vida lo más miserable posible aunque cuando había gente me decía a regañadientes que lo llamase papá…maldito.

- ¿Qué desea comer princesa? – se acercó una sirvienta.

- Lo que sea – suspiré, ella no dijo más y se marchó.

¿Cuánto tiempo voy a soportar esa actitud en él? Voy a ir a la Tierra, voy a ir a la Tierra memorizaba para que se me pasará el enojo, pero ahí seguía que era lo peor, ganas no me faltaban de huir pero algo me lo impedía y no sabía con exactitud qué era lo que me lo impedía. La sirvienta se acercó y me sirvió crema y al lado puso el pan.

- Disfrute, en seguida le traeremos el platillo fuerte.-

- No, así esta bien con la pura crema, no tengo tanta hambre – sonreí, de echo tenía un fuerte retortijón en el estómago que me impedía comer bien.

Agarré el pan y lo empecé a remojar, a veces me preguntaba ¿Realmente la gente se dará cuenta que mi padre me maltrataba? Y bueno aunque se diera cuenta era el rey, el sumo mandatario ¿Qué podrían hacer?, nada, absolutamente nada. Con la cuchara movía en círculos la sopa, la verdad es que con el enojo provocado por mi papá se me había ido el hambre y el viaje a la Tierra era pesado, no sabía por que mi papá esta vez iría con los vampiros ¿Mi sangre? Quise reírme en ese momento no sé por que era tan supersticioso, esas cosas no existen, aunque, no ¿Por qué dudo? No existe y punto, solo fue algún ocioso que le puso así a esas regiones, no creo en eso yo los veía iguales todos eran iguales.

Inhalé y exhalé por fin el dolor del estómago se me había pasado y con lentitud empecé a saborear la comida. Zanahoria, me gustaba esa crema aunque aquí la zanahoria no se cultivaba creo que eso le competía a los vampiros me parece. Tenía frío, la Luna era un lugar frío, tenía mi vestido de princesa, por supuesto que me arrastraba y dejaba en descubierto mi pecho y mi espalda. Muchos decían que era la viva imagen de mi madre ya fallecida y les daba valor y orgullo de ser una digna heredera, aunque esas palabras vagas que me decían no las entendía ¿Heredera? De todas formas no me acuerdo del como es mi mamá.

- ¡Serenity! – Escuché la voz ronca de mi padre - ¿Acabaste de comer?-

- Si – dije con un poco de entusiasmo.

Estaba vestido con el traje de la realeza lunar, blanco aperlado y la luna creciente que era nuestro símbolo, aunque no entendía como es que mi padre no tenía la marca en su frente ya que era de la realeza, los habitantes tenían la marca de nacimiento en la espalda pero mi padre no la tenía ni siquiera ahí y me era extraño eso, también tenía la tez apiñonada no era claro como nosotros y parecía más envejecido del como debería de ser, tenía el pelo negro azabache, ojos cafés con un ligero brillo verdoso, tenía una sonrisa enigmática, era mucho más alto que yo e imponía rudeza y hombría ante sus centinelas, él era quién estaba a cargo de todos nosotros incluyendo a la Tierra como les decía nosotros éramos como una especia de batería para ellos pero no sé quién le daba la batería o tan simple cuál era la batería.

- Súbete – ordenó con rudeza.

Me subí a nuestro carruaje real, era simple o al menos yo lo veía simple, se subió él también enfrente de mí, desvié la vista hacía nuestro astro solar, no tardaríamos mucho en descender a la Tierra, a la pequeña bolita azul con nombres fantasiosos. Suspiré, me agradaba salir de aquí al menos salía.

- Quiero que te comportes con "ellos" – dijo despectivamente la última palabra.

- No son ellos rey – lo volteé a ver, estuve a punto de reírme por lo que iba a pronunciar pero no era su culpa que su región se llamase de esa forma – Son vampiros.-

- No sabes lo fastidioso que son más que ya han elegido un pilar aunque – bufó burlesco y mostró su colmillo – No los hacen más poderosos como lo son nuestro guerreros.-

¿Habían elegido a un pilar? Para empezar ¿Qué demonios era un pilar? Pestañeé repetidamente esperando que mi padre captara mi señal de que me explicará lo que acababa de decir, pero hizo caso omiso. Volteé de nuevo hacía la ventana tenía frío y mi padre lo notó y como de costumbre me ignoró, no era de esperarse. ¿El pilar? ¿Nuestros guerreros? Me sonaba a una guerra y el pilar una especia también de batería, alguien viejo y feo ¿Qué otra cosa más podría ser un pilar? ¿Cada cuándo se cambiaba un pilar? Entonces los vampiros si tenían poderes o al menos eso quería creer. Nos acercábamos al planeta Tierra, su atmosfera era sencillamente embriagante, el calor era fascinante, podría enamorarme de la Tierra para toda la eternidad.

Metí mi cabeza, conformé íbamos desciendo se hacía un frío prominente, se cristalizaban las cosas a esa gran velocidad pero el carruaje era invulnerable a eso y tampoco sabía como es que funcionaba nuestro medio de transporte. Siempre fue y será tan majestuoso su palacio, es como si regresarás a una época muy vieja pero no perdía su toque tan enigmático, me enloquecía de ver a todos esos habitantes "vampiros" tan bellos, no sabría como describir tanta belleza en esa región. Sus vestimentas eran mucho mejores que la nuestra de echo me daba pena andar con mi vestido me sentía con un andrajo a comparación de ellos, eran tan finos vestidos que hacían concordé a las muchachas blancas o albinas los hombres tan sumamente apuestos, desearía que algunos de ellos se fijara en mí pero eso francamente no sucedería en primera por la gran y estúpida reglas de todos y es que todos se deben de casar con sus congéneres correspondientes y segundo que no creo que ellos les parezca hermosa al lado de todas ellas, era simplemente horrible.

- Por aquí – escuché la voz seductora de un hombre como siempre sumamente apuesto, su tez blanca le hacía resaltar su bello cuerpo musculoso, tenía el pelo platinado, ojos verdes, no lo había visto, era sin duda perfecto – El pilar los esperará.-

Tenía ganas de hablar, de preguntarle su nombre me sentía como en un animal en su jaula y olía el olor a carne, por supuesto era mi fantasía y eso jamás sucedería, la luz del sol era tenue al menos era mucho mejor que la Luna, me sentía anormal ante la gente e incluso nuestro guía no se vestía con colores no alegres pero si llamativos, parecíamos extraños con tanta "pureza".

- Abran la puerta – sonrió, tenía una sonrisa tan bella.

Una vez como había dicho había visto la región de los vampiros y no me había dado cuenta de lo realmente hermosa que es, de todas formas era una niña en esa entonces y creo que no pensaba en estas cosas. El hombre que nos acompañaba se detuvo y dejo pasar a los cuatro mejores centinelas que nos acompañaban y a mi padre, él seguía sonriendo o ¿Me estaba sonriendo? Era tan sumamente galante podría derretirme en sus brazos.

- ¿Princesa? – dijo desconcertado al verme.

¡Que tonta! Fui demasiado obvia - ¿Si? – lo volteé a ver.

- Es un placer tenerla aquí – dijo entre susurros, cerré los ojos la embriaguez de su voz me derretía ¿Así serian todos?

- El gusto es mío – traté de que no sé me quebrara la voz ni notase que mis piernas me temblaban.

- Princesa Serenity, creo que lo mejor es que se apure ya que el Rey la ha dejado – sonrió mostrándome sus dientes perfectos.

- Si tienes razón – sonreí.

- Yaten Kou princesa, caballero del príncipe – se acercó a mi oído y me susurró – Estoy a sus órdenes.-

Sentí como mi respiración se agitaba, un calor frenético se apodero de mí no quería titubear me iba a ver tonta pero era tan guapo – Gracias – susurré y me alejaba de ahí sintiendo aún su mirada en mí – Tonta – musité - ¿Cómo es posible que ese hombre solo haya jugado contigo? Y lo peor es que tu lo hayas dejado, grandísima tonta.-

Lo vi de reojo y ya no estaba, demasiado veloz el tal Yaten, con que caballero del príncipe el castillo verlo por afuera era una cosa pero verlo por dentro era otra cosa totalmente diferente es como si mis sueños fueron plasmados aquí, era una belleza innata no era sombrío era elegante, tocaba el muro, las puertas parecían tan viejas pero demasiado bien cuidadas que era una locura lo que veía, candelabros impresionantes, cuadros de varios príncipes, hijos, familiares y todos como de costumbre…pálidos y hermosos.

- ¿Por qué demonios te quedaste atrás Serenity? – mi padre me sacó del trance en el cual me encontraba me dijo severamente y en voz baja.

- Por qué…- ¿Por qué me tarde? Observé a ver el brillo verdoso de mi padre – Yaten…-susurré.

- No quiero que hagas amistades aquí – gruñó - ¿¡Entendiste!?-

- Si rey – baje la cabeza – No volveré a molestarte rey.-

- Así me agrada – sonrió.

- El pilar lo verá con mucho gusto su majestad – dijo la voz de una muchacha sumamente hermosa, tenía el pelo negro azabache, su traje era amarillo, realmente era una persona sumamente hermosa.

- De acuerdo – dijo mi papá con simpleza – No hagas nada Serenity – me fulminó con la mirada.

Suspiré y me recargué en la pared fría del castillo, nunca hago nada y él lo sabe de antemano, sus centinelas lo seguirían, sola nuevamente, no había sentido como la muchacha se había acercado a mí.

- ¿La princesa de la Luna, verdad? – susurraba.

- Así es – sonreí - ¿Cómo te llamas?-

- Luna – se acomodaba su esplendida cabellera negruzca - ¿Cuántos años tienes Serenity?-

- Diecisiete – dije con timidez – Y ¿Tú? – no podría creerlo estaba haciendo una amiga, bueno estaba teniendo una conversación decente.

- Ciento veinte – sonrió.

No sabía si reírme ante su comentario o gritar como loca ante lo mencionada ¡No podía tener ciento veinte!, bueno los de la Luna ni siquiera llegaban a esa edad y si así lo fuera somos los únicos que nos vemos más jóvenes de lo que realmente somos – No pareces de ciento veinte.-

Sonrió tiernamente – No pareces de diecisiete.-

Vaya golpe bajo, pero yo si podía justificarme – Soy descendencia de la Luna es normal que me vea más joven.-

- Descendencia vampírica es normal que el tiempo no pase en mí.-

Hubo un silencio, no sabía que contestarle ¿En serio creía que yo creía que ella en verdad era un vampiro? La verdad no es que me exasperará pero se me hacía tonto yo si podía justificarme ella no.

- El pilar y su majestad del reino Lunar se van a tardar – sonrió maquiavélicamente - ¿Has montado?-

¿Montar? - ¿Montar un caballo? – Ella con una sensualidad asintió – N-no.-

Sonrió de oreja a oreja – Siempre hay una primera vez para todo – me agarró de la mano, estaba fría, esto me desconcertó pero no le tome importancia. Bajamos a una especie de establos y ahí se encontraban caballos a mi parecer salvajes – Son hermosos, te prestaré el mío.-

- N-no ¿No piensas ir conmigo? – la miré con un tono de pánico.

- No – paso su lengua en sus labios – La primera vez la tienes que aprender tu, así son las normas aquí.-

- Luna – supliqué – No puedes hacerme esto, cómo sabrás que no me pasará nada, que tal si me lastimo.-

Ella sonrió y me ayudo a ponerme en su caballo, era negro y en su estómago tenía color blanco – Sé que no te pasara nada eres fuerte y lo sabes – me subí al caballo.

Me había puesto rígida, tenía miedo y más miedo aun que entrará a un pánico, pensaba que era fácil montar un caballo pero francamente una cosa era decirlo a otra muy diferente que era hacerlo – Q-que. ¿Qué se supone que haga? – dije entre dientes sin ver siquiera a Luna.

- Tranquilízate princesa – dijo sin apuros – Son muy inteligentes los caballos y él es uno de ellos.-

- Dime Serenity – aún la veía tensa – Voy a morir Luna y lo sabes, jamás he visto alguien montar, bueno si, pero una cosa es ver y otra cosa es intentarlo, tú me quieres matar aquí – el caballo se movió y enseguida mis uñas se encajaron en la base de cuero.

- No te quiero matar Serenity, tenlo por seguro – sonrió – Es solo que te veo frágil tan llena de vida que necesitas descargar esa tensión que tienes.-

En algo tenía razón y quizás sería divertido ir a dar un paseo por ahí aunque quizás terminé muerta pero al menos moriría feliz – Y… ¿Cómo voy a saber a que hora regresar?-

Luna agachó la cabeza, estaba pensando al menos en eso supongo yo que no había pensado en mi horario y no sabía si tenían especies de relojes y espero que no se le ocurra que me diga del como se ve el sol o las estrellas, las nubes o esas tonterías por que para mí todo se veía igual y el sol cuando estaba en el horizonte lo veía que ya estaba anocheciendo y punto.

- No pasará de la noche, el pilar me lo dijo tienes que regresar antes de que el sol este en el horizonte – sonrió mostrándome una vez más su dentadura perfecta.

Respiré hondo, apreté los ojos, exhalé – De acuerdo – asentí – Y espero regresar cuando sea el horizonte.-

Ella se limitó a sonreír le tenía envidia tenía veinte años y no los parecía al igual que yo no parecía de diecisiete, le pegó al caballo con cuidado y este relinchó mis cincos sentidos se alertaron cuando el caballo empezó a trotar las puertas del palacio se abrieron.

- No vayas al bosque Serenity – gritó Luna con un atisbo de severidad.

Asentí al menos creo haber asentido por que el caballo hacía que temblara ¿El bosque? ¿Qué podría tener el bosque de malo? Bueno no iría al bosque, salí de la ciudad y la gente se me quedaba viendo y no sabía a ciencia cierta si es por que tenía mi cara de pánico o por que estaba saliendo con un caballo o probablemente las dos cosas. Iba rumbo al bosque y no sé que hice pero lo hice y le ordené al caballo que se detuviera para mi mala suerte la parte en donde ponía mi pie se había atorado con el vestido e hice darle un golpecito al caballo y este se puse a trote más rápido, había entrado sin duda al pánico y lejos de cualquiera civilización humana, de repente el caballo se paro e hizo que me cayera del lado izquierdo por suerte no caí como pensé que iba a caer y gracias a mi gran vestido hizo que no doliera tanto, aunque claro no tenía ya vestido largo y parecía mordido.

- Genial – gruñí – Me ensucié el vestido, no tengo una parte de él, creo que se aproxima el ocaso y mi padre me odiara mucho más de lo que ya me odia – callé y me empezó a gruñir el estómago – Y creo que debí haber comido ese plato fuerte.-

Me sacudí el vestido lo más que pude – Debo de verme más horrible de lo que ya estoy – agarré la correa del caballo – Necesito comer – observé el bosque pero me negué rotundamente Luna me había dicho que me alejase de él pero tenía hambre era un gran dilema aunque tampoco si me encontraba ahí no sabría que era comida y que era veneno.

Escuché música en mi cerebro y no sabía de donde venía solo que ahí estaba y me era atrayente, era como si el viento colara ese sonido dentro de mi ser deje el caballo de lado, me incitaba a entrar al bosque era una fuerza sobrenatural no sabía que era solo que me mantenía hipnotizada y que había olvidado por completo mi hambre. Sentí como una mano fría tocaba mi hombro desnudo, me sobresalté tanto como su mano fría en mi hombro como del también que había despertado de esa música, volteé a verlo un poco espantada él sonrió.

- El bosque es peligroso.-

- Él me guiaba – dije en susurro, era de aquél lugar era un vampiro tez pálida, ojos azul zafiro, cabello negro amarrado por una coleta – Me cantaba el bosque.-

- El bosque miente – dijo con voz severa – No sé te ocurra acercarte al bosque una vez más, los elfos son personas malas – aseveró aún más sus palabras.

Empecé a reír ante lo dicho, meneaba mi cabeza repetidamente para atestiguar que la música finalmente había desaparecido - ¡El caballo! – dije alarmante.

- No te preocupes es el caballo de Luna es muy inteligente – dijo con voz varonil.

- ¿Te puedo hacer una pregunta y no te molestas? – él asintió es tan bello como los demás de su clan, si tendría que enamorarme de algunos de ellos no sabría a quien elegir – Sonará quizás un poco tonto pero – gruñó mi estómago.

- ¿Tienes hambre? – Asentí nerviosa, él sacó en una pequeña bolsita una manzana – Toma – me dijo seductoramente.

Comí hubo segundos de silencio y volví hablar – De echo mi estómago hablo lo que pensaba – él se limitó a sonreírme - ¿Por qué se llaman vampiros? ¿Quién les puso de esa manera? – dije obviando las cosas con tono un poco burlón.

Él me acomodó mi flequillo e hizo una sonrisa curveada - ¿No crees verdad? Pero nuestra majestad el rey si.-

- Mi padre es muy supersticioso, si realmente fueras un vampiro ya me hubieras matado – bajé la manzana – Además que compruebo de que eres un simple humano por que tienes comida, los vampiros no comen al menos eso creo – le enseñé la manzana y le di otra mordida.

Sonrió mostrándome también su hermosa dentadura – No te quito la vida por que eres mi batería, princesa.-

- ¿Qué soy tu batería? – Hice una mueca de desagrado – Pero yo no soy la batería de ustedes, la batería es mi padre.-

Sonrió tiernamente – Pero princesa – me acarició con sus dedos fríos – Eres la batería.-

- Realmente eres un simple humano ¿no es así?-

Él me vio asqueado – No nos compares con esas bestias, además que yo soy perfectamente hermoso como para que me rebajes de esa manera tan baja princesa.-

- ¡Oh lo siento! – Desvié la mirada ya que me cohibía – Aún así no eres un vampiro, no sé por que son tan…- vacilé temí decirle perfectos.

- Tan guapos, perfectos, somos maquiavélicos.-

¿Me leía la mente? O ¿Era yo tan predecible? – No, eres un altanero – él torció su labio – Si eres un vampiro, si realmente eres un vampiro lo dirías ¿Verdad? No creo en eso es fantasioso pero no lo eres.-

Sonrió burlonamente – Te diría si fuera un vampiro – mostró la mitad de sus dientes – Pero no soy un vampiro, no sé quien puso esos nombres tan estúpidos.-

Sonreí triunfante, era de esperarse eran unos simples humanos comunes y corrientes – No me mentirías, siendo un… - rodé los ojos – Un vampiro, no lo harías, casi no vengo aquí y la verdad es que esto me ha comprimido.-

- Palabra de príncipe – sonrió tan maravilladamente, me derretía ante ese simple y sencillo acto – Que no soy un vampiro jamás te mentiría, jamás – con su dedo índice toco mi nariz.

- Príncipe – sonreí al sentir como su dedo frío bajaba a mi mejilla – Y no me dijiste que lo eras.-

- No hay necesidad – me guiñó el ojo – Me dijiste altanero y quise aparentar serlo solo un poquito menos.-

Negué con mi cabeza, era extremadamente guapo y no me cansaba de verlo, repetirlo, quería besarlo y no sabía por qué, quizás por que en el fondo me sentía sola - ¡Oh no! Wotan me odiara más – observé el ocaso.

Frunció las cejas molesto - ¿Wotan te odiara más?-

- Nunca me quiso, no te preocupes he vivido diecisiete largos años de mi vida sin amigos, sin nada y ya me acostumbre aunque últimamente me ha odiado más que de costumbre y ¡no! – Dije perturbada al ver mi ropa sucia y rota – Me odiara, me odiara más, ni siquiera quiero imaginarme que tanto me odiara si es que me puede odiar más – dije resignada.

- No me agrada eso – gruñó.

- A ¿Quién podría alegrarle el día? – me levanté resignada por que eso es lo que me quedaba la resignación – Por cierto no me has dicho tu nombre.-

Hizo una sonrisa curveada – Seiya.-

- Esta bien Seiya, tengo hambre la manzana no funcionó del todo – sonreí – Y mi padre se va enojar mucho conmigo ¿Podremos irnos ya a tu castillo?-

- Por supuesto princesa cuando guste y ¿Quién la dejo montar el caballo de Luna?-

- ¿Eh? – trataba de subirme de nuevo al caballo – Pues Luna.-

- Que extraño – de un brinco se subió a su caballo, parpadeé los ojos repetidamente sorprendida de lo veloz que se subió al caballo – Luna no le deja a su caballo a…cualquiera.-

- ¿Qué trataste de insinuar? – Dije molesta, él me sonrió galantemente, perdí – Me lo presto Luna – dije pausadamente y agaché la mirada estaba cohibida.

- Solo digo que es extraño – dijo burlón – Que te lo haya prestado a ti ¿Cuántos años cumples princesa?-

- Ya los cumplí – le pegué con sumo cuidado al estómago del caballo, no quería parecer una tonta a su lado – Diecisiete y ¿tú?-

- No pareces de diecisiete te vez más joven de catorce – se acomodó galantemente su coleta – Yo princesa – sonrió sensualmente - Tengo…-dudo – Veinte años.-

- ¿Por qué dudas? – entre cerré los ojos - ¿Acaso eres más grande?-

- No – dijo seco y pensativo – No podría ser más grande es la edad común de la gente común y corriente ¿Apoco creías que soy más grande? – dijo molesto.

- No – deje de verlo realmente ese tipo me ponía nerviosa – No pareces de veinte además que tampoco podrías tener más de veinte sería ilógico.-

- Así es princesa, soy solo una persona común y corriente aunque – sonrió retorcidamente – Un príncipe por supuesto – se acomodó de nueva cuenta su coleta.

Era rotundamente un altanero, dando su ego de que era bello y tenía una muy buena posición en lo alto y quizás lo peor de todo es que era cierto que quizás era lo que más me frustraba en todo esto, podía ver en él algo que notó mi ligera curiosidad al momento en el que íbamos en trote.

- ¿Por qué? – Él volteó a verme serio - ¿Por qué en tus ojos azules se ve en brillo rojizo? – lo veía con más detenimiento.

- El sol quizás – dijo con rudeza.

No hablé más y la verdad es que no entendía por que se molestaba lo que le decía de hecho se le veía muy bonito ese tono rojizo en sus ojos, él se volteó molesto y la verdad es que no lo entendía no había dicho nada malo o ¿si?

- Llegamos princesa – dijo seco sin siquiera verme a la cara.

Tampoco le contesté observé como un tipo de campo de fuerza o una barrera protegía aquél lugar lejos de la luz del sol casi no había sol quizás del por que no había sol respondería a mi respuesta de la cual están pálidos, albinos y su calor corporal es casi nulo, los rayos del sol eran tenues en su región, volteé mi mirada y me imaginé ver al bosque, tampoco entendía que es lo que había escuchado en el bosque quizás desvariaba por que tenía hambre. Volvimos a entrar nuevamente a su región gigantesca, lo veía de reojo y él seguía serio eso me molestaba enormemente - ¿Acaso dije algo malo?-

- ¿Perdón? – me vio seriamente, todos se nos quedaron viendo, él mantenía sus ojos cerrados.

- Si ¿Por qué me evades? – lleve mi caballo hacía él.

- No te evado – abrió los ojos, esta vez los tenía rojos.

Me quede sin palabras, desvié mi mirada al ver a sus habitantes un poco excitados ¿Por qué tenía los ojos de color rojo? Él bufo y desvió la mirada nuevamente al ver mi cara sorprendida - ¿De qué color son tus ojos?-

Los que estaban alrededor nuestro empezaron a cuchichear y a pasarse vez tras vez su lengua remojando sus labios, esto me hizo estremecerme un poco.

- Azules ¿Por qué la pregunta? – me vio de reojo mientras aun seguíamos cabalgando lentamente.

- Los veo de un tono rojizo – dije simple.

- Nunca, princesa…- hizo una sonrisa de lado.

- Serenity – dije severamente.

- Serenity – dijo burlón - ¿Acaso nunca te enseñaron que a veces algún color se refleja en uno?-

- Pues si pero… - medité.

- Entonces ¿Cuál es el problema? – Dijo sarcástico – No le veo el por que te tengas que alocar por el color de mis ojos.-

Bufe fastidiada - ¿Por qué vamos tan lento? Mi padre me fastidiara-

Él no contestó y eso me irritó – Mal educado – musité.

Él arqueó una ceja sorprendido – De algo que debes de saber Serenity es que los vampiros somos muy educados, no te contesté por que no le veo el caso de que me gaste mi saliva en esa pregunta obvia.-

- ¿¡Obvia!? – Me tensé más agarrando la base de cuero - De bonito tienes mucho pero de educado muy poco, principito – dije entre dientes.

Él solo se limitó a echar una gran carcajada riéndose de mí, como tenía las ganas de golpearlo por creído además ¿Por qué tenía que ir a su paso? Le pegué más duro al estómago del caballo y este caminó más rápidamente, un poco dolida pero tenía mi orgullo y no iba a dejar que ese "príncipe" me dijera lo que quisiera.

- ¡Ey! ¡Ey! – Me alcanzó a gritar - ¿Por qué te enojas?-

- ¿Acaso no entiendes la palabra "mi padre me odiara más"? – Reí sarcástica - ¿Acaso no me vez? ¡Estoy sucia con un vestido roto!-

Seiya se quedó serio era de esperarse, por primera vez en mi vida había sentido varias experiencias, un sonido extraño en la cabeza razón por la cual me estaba volviendo loca, un "querido" príncipe llamado Seiya, una chica bonita diciéndome que tenía ciento veinte, ver el castillo nuevamente me hizo sentir un escalofrío solo pensar que, bueno la verdad es que no pensaba mucho, y Seiya ni siquiera sabía lo que me esperaba con mi padre. Abrieron las puertas principales del castillo, sentía la mirada en mí, suspiré, Yaten abrió las puertas haciéndome un ligero coqueteo, por extrañas razones se puso rígido al ver a Seiya. Fuimos directo al establo y dejamos los caballos en sus respectivos lugares.

- Tranquila Serenity, nuestro rey no creo que sea tan malo con la soberana ¿verdad? – me tocó el hombre y me sonrió.

Rodé los ojos, lo vi cansadamente, frustradamente, él no lo conocía y mi sentencia había llegado, me daba miedo, él me notó muy mal.

- ¿Qué tal el paseo? – Salió Luna de una parte del establo, se acomodó su bella cabellera – Aunque Serenity – rió por debajo – Nuestra majestad salió hace tiempo te dije que llegaras en el ocaso y…- volteó a ver a Seiya, pareciera que no lo había visto - ¿Seiya tus…? – abrió más los ojos.

- Ni lo digas – cruzó de brazos – No sabía que Serenity estaba por los alrededores y bueno – rodó los ojos – Me la encontré ¿Acaso no le dijiste que no fuera al bosque?-

- Así es lo hice ¿Fuiste al bosque Serenity? – dijo molesta.

¿Era necesario que me delatara? – Si me lo dijiste Luna – suspiré – Pero te dije que yo no sé andar en caballo además que el bosque me habló.-

Luna parecía muy impactada por mi comentario – T-tú ¿Fuiste, entraste, bosque?-

- No – dijo seco Seiya – Me alegra que no pasara eso, el bosque es peligroso – soltó con atisbo de rencor.

- ¡Oh por Dios, mi padre! – me lleve las manos a la boca.

Pareciera como si lo había invocado en esos momentos pude ver su capa blanca, su pelo negruzco con rayitos plateados, me helé, me paralicé, había llegado mi fin y a él lo más probable es que no le importase que estuviéramos con ellos.

Al ver mi apariencia de arriba hacía abajo hizo una cara de asco - ¿Dónde demonios estabas Serenity? Tuve que estarte esperando – dijo encolerizado.

No hubo palabra por mi parte.

- Fue mi culpa nuestra majestad – dijo Seiya sereno – Yo me la lleve.-

- Y tú – lo vio despectivamente - ¿Quién demonios te da permiso que te la puedas llevar?-

Seiya frunció el entrecejo molesto y arrugó la nariz – Su majestad no somos hostiles, ella es la soberana.-

Mi padre soltó una gran carcajada, que me heló los huesos literalmente - ¿¡Soberana!? ¿Y tú quién eres? ¿¡Hostiles!?-

- Esta en mi región su majestad, se lo recuerdo – Luna se acercaba con cautela a los centinelas, mi padre soltó un bufido burlesco – Solo trae a esos centinelas, son fuertes pero ¿Esta seguro?-

- Supongo que eres el príncipe Seiya – sonrió retorcidamente - ¿Una amenaza?-

Seiya se acercó a él, le susurró algo que no pude escuchar ¡Maldición! Mi padre podría acabar con ellos a pesar de que estuviéramos en su región, ¿Acaso no le tenía miedo Seiya? ¡Ellos eran simples humanos! Me vi horrorizada al siquiera pensar que podría matarlos, realmente me caían bien – Vamonos rey – agaché la cabeza, me daba coraje, era su fiel esclava, estaba sumisa a sus órdenes.

- Serenity – musitó, yo lo observaba - ¿¡Por qué te me quedas viendo!? Súbete al carruaje – ordenó.

Asentí débilmente, Luna me observaba y los centinelas empezaron a caminar detrás de mí, ahora sí en definitiva era mi última vez que vería y quizás vendría a la Tierra, a mi amor platónico. Seiya le gritó a mi padre y yo me subí al carruaje, estaba desesperada quería salir corriendo al establo, agarrar un caballo y escapar de mi padre pero me atraparían lo sabía, lleve mi vista hacía donde se encontraba el bosque algo de ahí me atraía y no sabía que era, pero ahí estaba como si alguien me esperara, escuché las botas de mi padre y una sonrisa burlesca en sus labios.

- ¡Bájate del carruaje! – Ordenó aún con esa sonrisa - ¿¡Puedes creerlo!?-

- N-no, no entiendo ¿A qué te refieres? – alcé la ceja incrédula.

- Te dije que te bajes del carruaje Serenity ¿Acaso no escuchas? – se subió en él y yo bajé aún muy confundida.

- Será la última vez que nos veamos – sonrió satisfactoriamente.

- ¿¡Última!? – lo vi espantada ¿Qué tenía en mente?

- Así es, dudo que…- no acabo la frase – Tan ingenua mi hija Serenity, me saliste demasiado barata – echo una carcajada - ¡Ahora desaparece! – arrugó la nariz y me cerró la puerta del carruaje en mi nariz.

Al igual que yo los centinelas parecían confundidos ante el suceso, pero ellos también eran los "esclavos" de mi padre así que se habían quedado con una duda más. El carruaje empezó a elevarse una vez más, regresando al Milenio de Plata, regresando a casa, a mi casa pero…sin mí. Estaba impactada, me había abandonado con ellos, ¿Qué había pasado? Me lleve mis manos al vestido roto y sucio, empecé a llorar y no sabía por que lloraba de todas formas siempre estaba sola, de todas formas mi padre nunca me quiso ahora que sería ¿Una esclava? No sé si tenía miedo, no sé si me matarían ¿Le había salido barata?

- Serenity – sentí unos brazos alrededor mío – Soy tu guardián.-

Me separé de él - ¿Mi guardián? No entiendo.-

- No tienes que entender – sonrió mientras caminaba de regreso hacía con Luna.

- Por supuesto que debo de entender – dije molesta - ¿¡Viviré aquí por siempre!?-

- Solo di, gracias Seiya por salvarme de mi padre – dijo sarcástico – Y dices que yo no tengo modales ¡Ja!-

- No diré las gracias cuando ni siquiera sé que paso aquí.-

- Y no lo sabrás – encogió de hombros y bostezó – Por favor Serenity, lo único que debes hacer es disfrutar de que ya no estarás con tu padre, decirme las gracias y por último pero no por menos importante es que yo de ahora en adelante seré tu guardián y tú serás mi protegida.-

Me quede sin habla ¡Maldición! ¡Siempre me quedo sin habla en estas situaciones! Caminó hacía el castillo y desapareció en la oscuridad, me abracé a mi misma confundida, perdida, ¿Realmente todo esto me pasaba a mí? Luna se acercó a mi con cautela, yo la vi lentamente ella me abrazo, supongo yo para darme calor pero no lo lograba creo que estaba yo más caliente que ella.

- Tranquila Serenity – susurró en mi oído cariñosamente – Es mejor que descanses tuviste mucho el día de hoy.-

Desperté de mi trance – Creo que si, Luna…- divagué mientras caminábamos dentro del castillo.

Hubo un silencio desconcertante y Luna no me cuestionó, quizás creía que necesitaba tiempo para todo lo que no había entendido y lo que Seiya no me quería explicar ¿Tenía que confiar en estas personas? Llegamos a un bello cuarto gigante, parecía la exacta replica del mío solo que más gótico, una cama grande arriba de él caían sensualmente cortinas guindas, había una chimenea, un cuadro raro, un baúl enfrente de mi nueva cama, al lado un tocador y un inmenso armario, pareciera que siempre tenían visitas o simplemente pensaban que me quedaría ahí, como si ya lo supiesen.

- ¿Te agrada?-

Asentí.

- Es todo tuyo, por allá – señaló una puerta – Esta el baño ¿quieres que te preparé el baño o lo harás por ti misma?-

- Como quieras – me fui a la cama, exactamente como es la mía, en definitiva pareciera como si ya me esperaran, ella abrió la puerta, la seguí detrás de ella y empezó a abrir las llaves de la tina del baño, chorreó múltiples fragancias en la tina, yo me quite mi vestido, me deshice mi peinado, quede completamente desnuda, no sentía ningún pudor estando frente a una mujer y por extraña razón me sentía en confianza.

Ella tocó el agua y me ayudo a meterme en ella, me empezó a bañar, toda la suciedad, la tierra todo me limpiaba y me sentía bien, me dio ligeros masajes en mi cabello, me sentí tontamente en la gloria era como si de nueva cuenta empezara a nacer, empezara desde cero aquí, desgraciadamente no en el Milenio de Plata, ni la que me bañaba no era mi mamá, pero quizás era más que eso, me sentía verdaderamente contenta. Salí de la bañera y Luna me entregó una pijama color guinda, tenía un escote muy prominente la blusa, y un pantalón de seda ambos.

- Eres clara – se fue a mi cama y la deshizo – Y el color guinda y tu bello cabello dorado semi-ondulado hacen en ti una magnifica mujer – musitó.

Me sonrojé y ella se excitó, se veía que tenía alguna ansiedad ya que sus ojos le brillaban con su mano me dijo que fuera a la cama, me acerqué a la cama me recosté en ella, ella me tocó con sus dedos fríos mis pómulos – Luna –bostecé – ¿Seré feliz aquí?-

- Lo serás Serenity – pareciera como si me cantase tiernamente, tenía una linda voz – Serás protegida aquí…-

- Y… ¿Voy a volver a escuchar esa música? – Dije recordando de nueva cuenta la música tranquila que escuché en el bosque – La del bosque.-

- No mi pequeña princesa – me acarició vez tras vez mi pelo – No hagas caso de la música del bosque, Seiya estará ahí para protegerte, tú eres su protegida, solo descansa.-

Quede profundamente dormida entre las suaves caricias de Luna, mañana, mañana será un nuevo día, donde un desconocido altanero es mi guardián y yo soy su protegida en donde ni siquiera en mis más locos sueños pasaría esto, una vez más la música del bosque regresó a mi cabeza y me había atrapado.

Continuará…


¡Hola! :D

¡Oh por dios! Es que es mi primer fanfic fantasioso, mi primer fanfic que escribo sobre Darien, no soy muy devota a Darien pero quise escribir sobre él y Seiya y se dieron las cosas. Me siento tan emocionada con este nuevo proyecto mío.

Me siento como Picasso con su Mona Lisa jajaja xD siento que esto será en grande, me siento muy feliz solo haber como le va a este fanfic por que chicas aún a pesar que me agrada Seiya, aún no sé con quien Serenity se quedará, todo lo tengo ya maquiavélicamente en mi cabeza muajaja xD (excepto que el final con el quién se va a quedar Serenity u.u)

¿Dudas? ¿Sugerencias? Sobre mi "Mona Lisa" Yo feliz de la vida n.n, como verán todo será en primera persona exclusivamente de Serenity.

Dejen reviews ;)

Ashamed