Todo esto pertenece a Rowling y bla bla bla

Capítulo 20: La lucha ha comenzado

Estelle temblaba llorosa mientras miraba por la ventana, que les ofrecía a través de sus cristales la visión de una noche más oscura de lo normal. Remus permanecía cerca de ella, sufriendo por dentro cada sollozo de la chica como si de un arañazo en su interior se tratara.

Hacía más de dos horas que la enfermera Pomfrey se había encerrado con una inconsciente Lily, un alterado Dumbledore y una cabreada y preocupada profesora Mc Gonagall en la enfermería, sellando sus puertas antes de que James pudiera abalanzarse sobre ellos para acompañar a la pelirroja.

El no tener noticias le estaba consumiendo los nervios, de modo que el joven de gafas desaparecía del pasillo en el que esperaban para volver a aparecer allí a los cinco minutos.

Sirius estaba apoyado en la pared, con la mirada funesta y gacha. La actitud de James lo ponía aún más nervioso de lo que ya estaba, pero no tenía fuerzas ni ánimos para parar a su amigo, pero si a cierta castaña que no paraba de caminar dando vueltas sobre sí misma y con el corazón en un puño.

-¡Roberts! Deja de hacer eso o te saco del pasillo a rastras…- siseó con el recuerdo de la joven acompañada por el chico alto de gafas aún latiendo en su sién.

La interrupción de aquel silencio de espera hizo que todos los allí presentes levantaran la cabeza en un movimiento automático, y que la joven cesara su paseo obsesivo. Miró a Sirius dolida, y antes de que el joven pudiera agregar nada más salió a paso rápido por el mismo sitio por el que James acababa de aparecer. El joven de ojos marrones y pelo revuelto miró extrañado la escena, pero pronto volvió a fijar su atención en la puerta de la enfermería.

-Por favor, por favor… que salgan ya…- dijo mientras se acercaba a ella y apoyaba la cabeza sobre su superficie.

Lily abrió los ojos. Le dolía todo el cuerpo. "Hasta las raíces del pelo" pensó, sin poder evitar sonreír ante aquella expresión propia de Yasmine. Sin embargo, hasta sonreír le dolió de modo que tuvo que dejar de hacerlo.

Intentó concentrarse, pensó en lo que James le había dicho una vez. Que el dolor, el frío, el calor, el picor, son sensaciones exageradas por la mente, de modo que se dispuso a relajarse lo suficiente como para dejar de pensar en el dolor penetrante que la invadía por completo.

Fue entonces cuando se dio cuenta realmente de que no había abierto los ojos. O al menos no en el mundo real, en Hogwarts. Todo su alrededor era de color blanco. Del cielo blanco-grisáceo caían una serie de copos de nieve que no estaban fríos, eran como algodón y se posaban en el suelo, también blanco, en un gracioso vaivén.

-¿Dónde…?- su voz sonaba extraña, como si hubiera eco en aquel extraño lugar.

Escuchó una risa musical, alegre, y al incorporarse se dio cuenta de que de repente todo había dejado de dolerle, es más, se sentía ligera, liviana, como uno de los copos que caían a su alrededor. Aguzó la vista y observó como una figura lejana se acercaba a ella a paso lento y rítmico, pausado. Solo cuando estuvo muy cerca pudo observar que era una mujer alta, de cabellos de un color rojo oscuro y unos ojos azul claro, profundos, hipnóticos. Lily no sintió miedo, pero si un gran respeto hacia la mujer que tenía delante suya, como si supiera que sus conocimientos y habilidades estaban muy por encima a los de ella.

-Te has dado un buen golpe, Lilian- dijo con un matiz cariñoso y burlón.

-Ha sido todo muy rápido- respondió la joven sin saber si confiar en ella o no.- ¿quién eres?- la mujer sonrió enigmáticamente, pero no respondió a su pregunta.

-Estoy aquí para que resolvamos ciertas incógnitas, pero no es esa la pregunta a la que debes encontrar respuesta, querida.- dijo con su voz musical, envolvente.

-¿Entonces que hago aquí?- preguntó Lily empezando a asustarse- ¿Estoy muerta?- un nudo en el estómago le indicó que era la primera vez que acababa de pensar en esa opción, y que no le gustaba para nada. La mujer amplió su sonrisa y negó con la cabeza de forma tan pausada como la velocidad a la que caían los copos a su alrededor.

-Estás aquí para descubrir. ¿Quién soy yo? Solo tú lo sabes, pero ahora seré yo la que haga "tus" preguntas… ¿Has sentido algo nuevo recientemente?

-¿Qué quiere decir… algo nuevo?- preguntó Lily mientras su cabeza iba a toda velocidad, pero insistiendo en dos escenas que no lograba recordar.

-Sensaciones, miedos, desasosiegos… sin motivos y puntuales- matizó la mujer mirándola con sus penetrantes ojos claros.

Lily enmudeció unos segundos y recordó la forma en la que había encontrado a Yasmine en los acantilados en Little Hampton, y aquella misma mañana la horrible sensación que había experimentado tras pasar la noche con James… alzó la mirada para cruzarla con la de la mujer pelirroja, y se llevó una mano a la boca, sorprendida.

-Parece ser que sí…- afirmó satisfecha su interlocutora.

-¿Qué quiere decir con eso? ¿Acaso ocurre algo malo?- Lily percibió en los ojos de la mujer un atisbo de duda, de carraspeo involuntario, pero fue tan fugaz que pensó que se lo había imaginado.

-Verás, Lily… a veces, cuando nos ocurren sucesos tan… traumáticos como el hecho de que aquella maldición te alcanzara y atravesaras la cristalera del bar, entramos en un estado mental tal y como este. Para algunos magos no es un lugar tan apacible- sonrió acariciando los copos que seguían cayendo- ni yo tengo este aspecto- añadió con una suave sonrisa.

-Aún no entiendo que hago en este lugar.- replicó Lily, que sentía como necesitaba respuestas con urgencia. La mujer la miró y la obligó a acompasar su ritmo a la pausa que reinaba en el entorno.

-Eres especial. Estás destinada a hacer cosas especiales a lo largo y al final de tu vida. Y es aquí, cuando empiezas a darte cuenta de que eres capaz de hacerlo.

Lily la miró con incredulidad. No había resuelto ninguno de sus enigmas.

-Pero las sensaciones…

-Las sensaciones, querida Lilian, las sensaciones…- la mujer la miró intensamente- no les has prestado atención. No has leído entre líneas. Y ese, ese es tú trabajo. Mi trabajo consiste en hacerte ver que están ahí. Y que no son fruto del azar ni de la fortuna. Cuando despiertes, cuando veas a James, a tus amigos, a los demás, debes empezar a pensar en qué debes hacer o no hacer para con tu futuro. A quien tienes que apoyar, que debes aprender para seguir formándote como maga, como mujer, y lo más importante… como protectora. - y justo y cuando pronunció aquella última palabra, su silueta comenzó a desvanecerse en el aire sin previo aviso.

-¡Espera!- Lily gritó e intentó agarrar la túnica de la mujer pelirroja, pero era un simple espejismo que iba perdiendo cada vez más nitidez, esfumándose, elevándose y desapareciendo de aquel mágico lugar.

Yasmine no lloraba. Hacía algún tiempo que cada vez se le hacía más difícil llorar. Lily estaba en la enfermería, a saber en qué estado, por culpa de uno de los engendros con los que ella tenía que colaborar forzadamente. ¿Qué podía hacer? Llevaba horas dándole vueltas a la cabeza. Ahora entendía que alejar a Sirius de su lado, aunque oportuno y necesario, no había sido la solución adecuada, ¡estaba entregándose a ellos! No estaba poniendo una solución de por medio por miedo. Pero era inteligente, y ante todo valiente. El atentado de aquella tarde había servido para abrir en ella una mella, como si hubieran accionado un resorte que le indicaba con punzadas de dolor e incomodidad que no estaba haciendo lo que una buena gryffindor debía hacer. Acalló durante unos segundos sus arrebatos de rebeldía voldemortniana mientras se concentraba en mantener la mente fría y calcular paso a paso los puntos de una jugada que tendrían que acabar finalmente con su esclavitud… en vida… o muerta.

Finalmente, Remus no pudo soportarlo más y colocó con suavidad una mano en el hombro de Estele, quien, tras unos segundos iniciales de sorpresa, se giró y se derrumbó en brazos del chico. El licántropo la abrazó protectoramente mientras ella se dejaba llevar por los sollozos, encontrando en el chico un consuelo que nunca había encontrado en ninguna otra persona. Tras un rato en el que los suspiros fueron disminuyendo en número e intensidad, Estele alzó la cabeza y miró a los ojos a Remus.

-Lo siento tanto, Remus, tantísimo…- dijo refiriéndose a su enfado mientras el joven limpiaba con sus dedos las mejillas mojadas de la pelirroja.- tengo tanto miedo…- añadió entre hipidos espontáneos.

Remos la apretó aún más entre sus brazos, acariciando sus redondos rizos con delicadeza. Seguía enfadado, pero no podía soportar ver sufrir a la pequeña pelirroja.

-Algún día tendrás que explicármelo, Estelle- dijo con la voz grave y ronca.- tendrás que hacerlo para que pueda entenderte, para que no me duela tu rechazo, para que puedas confiar en mí. Algún día, yo también te lo explicaré todo.

Estelle asintió, en ese mismo instante, el hecho de que Remus fuese licántropo o no, estaba mucho más lejos de su realidad de lo que nunca lo había estado.

El reloj rondaba la medianoche cuando al fin, la puerta de la enfermería se abrió dando paso a Dumbledore y a las dos mujeres. Los tres tenían aspecto de haber estado discutiendo y trabajando durante largas horas, y el cansancio se reflejaba en sus rostros en forma de ojeras y muecas de disgusto.

-¡Profesor Dumbledore!- James se avalanzó sobre el hombre, que interpuso una mano conciliadora entre ambos.

-James…

-¿Cómo está Lily? ¿Está bien? ¿Puedo verla? – el chico atacó a preguntas a su profesor, que a pesar de todo dibujó una sonrisa mientras subía sus gafas a lo largo de su aguileña nariz.

- Jovencito, Lily está recuperándose, gracias a la inestimable eficacia de nuestra enfermera- la señora Pomfrey agradeció el cumplido inclinando levemente la cabeza- y a la fortaleza de la señorita Evans. Es toda una luchadora.- dijo con gran admiración.

-Pero, ¿puedo verla? Necesito verla, por favor.- insistió James con energía.

-¡De ninguna manera!- esta vez fue la enfermera la que se interpuso entre el profesor y el alumno.- la señorita Evans a sufrido fuertes golpes, ¡lanzarla contra un cristal! ¡Menudos salvajes! ¡Mil culebras y pirañas los alcanzaran!- graznó con la voz encendida.- la joven descansará hasta mañana por la tarde, a partir de ahí, ustedes ya conocen el horario de visitas.

-Pero no puede ser… - James avanzó hacia la puerta, pero McGonagall se lo impidió cerrando la puerta con un hechizo.

-Ya ha oído usted a la enfermera, señor Potter. Deje descansar a Lilian, se lo agradecerá- dijo con voz firme que no alentaba a contradecirla.

James les lanzó una iracunda mirada, murmuró un buenas noches bastante seco y desapareció por uno de los pasillos.

-Con este chico, más le valdría poner un vigilante en la puerta- la señora Pomfrey lo observó alejarse desconfiada.

-Poppy… vamos a descansar- el hombre de larga barba la cogió con delicadeza de un brazo- chicos, vosotros deberíais hacer lo mismo, ha sido un día muy duro- dijo dirigiéndose a Remus, Estelle y Yasmine, que acababa de llegar.

Sirius se alejó rápidamente tras James, sin mirar a la joven castaña, para después seguir a Remus y a Estelle, que seguían abrazados sin darse cuenta.

Lily se incorporó. Sentía todo su cuerpo entumecido. El dolo iba cesando y poco a poco, iba recuperando recuerdos de lo ocurrido aquella mañana. Vio en su mente la cara de angustia de James mientras ella volaba por los aires y le dieron unas ganas terribles de salir en su encuentro. Sin embargo, el simple movimiento de incorporarse en la cama ya le había recordado que sus heridas aún estaban cicatrizando.

Suspiró aburrida, mirando la bóveda de piedra y pinturas de la enfermería, a sabiendas de que le iba a ser imposible dormir el resto de la noche, cuando unos golpecitos rítmicos y suaves llamaron su atención.

La curiosidad pudo al dolor de sus heridas, de modo que con gran esfuerzo, se levantó de la cama y se dirigió a uno de los grandes ventanales, de donde venían los golpecitos. Su sorpresa no pudo ser mayor al encontrarse a un James Potter subido a su escoba mientras golpeaba la ventana intentando no hacer mucho ruido.

-¡James!- exclamó la joven sorprendida. Intentó abrir la ventana, pero estaba sellada con magia. Miró al chico, que le hizo una señal de impotencia y de "ya lo he intentado", y por un momento odió la extremada protección a la que la enfermera sometía a sus pacientes.

Volvió a su cama y buscó su varita entre sus pertenencias. La encontró al lado de su bolso, y regresó a la ventana donde esperaba James.

-"Alohomora"- susurró mientras hacía el pertinente movimiento con la varita. Tras un suave "click", la ventana se abrió de par en par, dejando entrar a un James Potter algo congelado.

-Maldita sea, no podía abrirla desde fuera- dijo tiritando y aterrizando con suavidad.

-Has venido…- Lily se acercó a él, que la miraba de arriba abajo intentando encontrar algún rastro de heridas de aquella mañana. Frunció los labios enfadado al ver el labio partido de Lily, que se iba regenerando poco a poco, y el enorme moretón de su frente.

-No pensaba dejarte sola- dijo acercándose a ella y tocándole la mejilla- pero no quiero hacerte daño…- dijo sin abrazarla.

Lily sonrió ante la delicadeza del chico, y fue ella la que le rodeó con sus brazos.

-La verdad es que la espalda me duele bastante, pero… ¿Qué tal si jugamos al juego en el que tú debes ir encontrando mis zonas sanas?- dijo sonriendo sin poder evitar sonar pícara.

James rió con ganas, cogió a la joven con una delicadeza extrema y la recondujo a su cama.

-De eso nada señorita, usted es la enferma, y yo soy su cuidador, de modo que vamos a portarnos bien… -dijo sin dejar de sonreír.

Lily lo miró divertida, aunque de repente recordó la extraña escena que había vivido en aquel mundo paralelo.

-James… tengo que decirte algo…- carraspeó y se incorporó en el pecho del chico, que hacía de almohadón para ella. Él le acarició el pelo, incitándole a hablar.- quiero que luchemos juntos- dijo la pelirroja con suavidad.

James se incorporó levemente y le lanzó una mirada grave, con un matiz siniestro. Sostuvo su mirada unos segundos que a Lily se le hicieron eternos, y después suspiró.

-No puedo hacerte cambiar de opinión, Lily…- ella negó con la cabeza, testaruda como siempre- y tal vez, tal vez si permanecemos juntos, podamos protegernos mejor, podré cuidar de ti…- razonó el joven.- hoy he pasado un miedo terrible, cuando te ví allí, tirada, yo…

-Shhh…- Lily posó uno de sus dedos sobre los labios del joven, acallando sus palabras.- estoy bien, y estamos juntos… y pase lo que pase… nada ni nade podrá impedirlo.

Se miraron intensamente durante un par de segundos, y luego, la pareja se fundió en un beso que no hizo más que transformarlos en lo que realmente les daba la fuerza… en ellos mismos y el amor que sentían el uno por el otro. Único. Inquebrantable. Poderoso.

Próximamente más largo y mejor, que ahroa ando con prisas

Gracias a todoooos, un besazo :)