Paring: Shikamaru - Ino.
Categoría: One-Shot.
Genero: Romance.
Disclaimer: Todos los personajes de Naruto le pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Lemon. Lemon fuerte y sin piedad. Si eres menor de edad o susceptible ante este tipo de escritos, no leas.
Revancha
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O si, ella iba a saber que con Nara… nunca se juega.
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Ino introdujo con sutileza las llaves de la habitación dentro del cerrojo y la hizo girar suavemente, en un intento por no despertar a su esposo, quien seguro debía haberse quedado dormido. De hecho, aún se lo imaginaba atado de manos y pies a los extremos de su cama, y brillando de miel por todo su cuerpo, más apetitoso que nunca: tal y como lo había dejado en la mañana. Pero es que, en realidad, él se lo tenía bien merecido.
Lo que Shikamaru le había hecho, era imperdonable, ¿Cómo se le pudo ocurrir hacer viajar a una mujer a cientos de kilómetros de su casa sin siquiera permitirle traerse una muda de ropa interior? ¿Qué acaso no sabe lo importante que es para una mujer llevar por lo menos cuatro prendas extras de ropa por día? ¿Y lo importante que son los productos para el cabello? Si, Shikamaru se había excedido al no permitirle cargar con todo su equipaje, y por ello se había hecho merecedor de un castigo severo. Un castigo que Ino no había dudado en darle, al menos al inicio.
Sin embargo, el castigo había sido tan duro para ella como lo había sido para él. Y luego de haber recorriendo por tantas horas insulsas tiendas, escuchado los elogios de todas las vendedoras, y haberse probado por lo menos quince pares de zapatos, toda la furia inicial se había ido. Incluso, hasta le parecía estúpido haberse enojado por algo así, y haber sido capáz de abandonar a Shikamaru justo cuando prometía ser capaz de todo por complacerla.
Ahora estaba más que dispuesta a perdonarlo, y mucho más…
Abrió con suavidad la puerta de su habitación, para encontrarla con las luces apagadas. No podía ver nada. Con sutileza, ingresó y colocó sus siete bolsas de compras en el suelo, para luego cerrar la puerta, sin percatarse de que había una sombra que la estaba esperando, tras la misma, al acecho.
Buscó a tientas el switch de encendido de la puerta, para de pronto recordar algo: Ella no había apagado la habitación antes de salir.
Antes que pudiera reaccionar, una poderosa mano la tomó de la muñeca, y otra le rodeó la cintura, haciéndola prácticamente volar hacia atrás, para chocar contra un pecho cálido y duro como la roca que la había estado aguardando por horas, deseoso de ella.
Ino se ruborizó al sentir la presión de ese brazo fuerte contra su cintura, y el contacto de su espalda contra el cuerpo del hombre al que amaba. Más que eso, pudo sentir la dura erección de él, que se le clavaba justo por donde terminaba su cintura, más deseoso que nunca. Aquello la hizo gemir de placer.
De pronto, los deliciosos labios de Shikamaru comenzaron a saborear la piel de su cuello, succionando como si estuviese hambriento de ella. Y de hecho, estaba hambriento de ella.
Antes que pudiera decir algo, sintió que la mano que la había sujetado de la muñeca la soltaba, para moverse con rapidez hacia su busto, el cual estaba cubierto por una diminuta blusa blanca de botones que acababa de comprar, justo la que más le había gustado de todas. Una prenda que pronto sería hecha trizas.
–No, Shikamaru… esa me gusta mucho.
Demasiado tarde. Sin escucharla, el castaño cogió con fuerza la prenda y, de un jalón, la hizo pedazos. No tenía intenciones de esperar, o de ser amable; y mucho menos, ganas de lidiar contra cientos de botones que lo único que hacían, era separarlo de lo que tanto deseaba: su busto.
–Ahora vas a saber lo que es un verdadero hombre.
Escuchó el sonido ronco de la voz de su esposo susurrándole por el cuello, y se estremeció de placer. Su sola voz, y fuerte masaje que la mano de éste estaba ejerciendo sobre su busto derecho, comenzaron a excitarla. O si, ella quería conocer lo que era un verdadero hombre.
–Hazme tuya.
Shikamaru sonrió. Las palabras de Ino le llegaron como una suave melodía a sus oídos: una voz de súplica. Algo a lo que no se podría negar, incluso cuando estaba furioso con ella por haberlo dejado abandonado en el estado en que lo había dejado; incluso luego de haber tenido que pasar la vergüenza de ser desatado por una mucama que no dejaba de observarlo, más enrojecida que nunca; incluso luego de haber tenido que jabonarse por lo menos siete veces para quitarse la miel, que se había adherido como goma sobre su cuerpo. No podía negarse a algo que él también deseaba, y mucho.
Suspiró. Esa noche, Ino iba a conocer al hombre con el que se había casado.
La rubia sintió que la mano que había estado atormentando su pezón la soltaba de golpe. Estaba a punto de protestar, cuando sintió que era elevada por los aires, para terminar siendo cargada por Shikamaru. Sonrió, para luego ver el rostro de su esposo, de pronto la sonrisa se le borró del rostro. La mirara lujuriosa de éste era algo que jamás se había imaginado; lucía como un cazador que acababa de atrapar su presa.
Y eso la excitaba aún más. Si, ella quería ser su presa.
Shikamaru cargó a Ino hasta la cama y luego la tumbó en ella con tal fuerza, que sintió su cuerpo revotar por lo menos un par de veces. Observó con deleite como los grandes pechos de Ino saltaban junto con el movimiento de la cama, y pronto se acercó a ellos para saborearlos y disfrutarlos hasta el cansancio.
Ino intentó acariciar con sus manos el cabello y la espalda de su esposo, pero no pudo. Las manos de Shikamaru pronto la sujetaron de las muñecas, con una fuerza que casi la lastimaba.
–Qué haces…
–Tomo mi revancha.
El castaño continuó atormentando el pezón de la rubia con la lengua, mientras comenzaba a frotar su miembro erecto contra la femeinidad de ella, causándoles a ambos descargas eléctricas de placer. Deseaba estar dentro de ella, y mucho, pero no lo iba a hacer, no hasta que ella estuviese lista.
Soltó las manos de ella, para descender lentamente, hacia el diminuto short: Otra prenda que sería convertida en jirones.
Demostrando su poca paciencia, el castaño jaló los extremos de la prenda, y sintió que los botones salían prácticamente volando de ella. Eso poco le importaba.
–Al menos espera… a que… me las quite. – Habló agitada Ino, mientras observaba a su esposo tomando posesión de lo que era suyo.
Antes que pudiera decir algo más, ya se encontraba en interiores, frente a su esposo.
Uno esposo, que estaba total y completamente vestido.
Un hombre, que iba a demostrarle lo que era el verdadero placer. Placer, con amor.
Y ella lo deseaba. Lo amaba.
Las manos del castaño se deslizaron por las curvadas caderas de la de cabellos dorados, y al instante ella las levantó, ayudándole a desprenderse de su prenda de encaje rojo.
Ahora estaba expuesta ante él.
Shikamaru deslizó un dedo por la parte más íntima de ella, disfrutando de lo cálida y húmeda que estaba. Comenzó a agitar su dedo en ella, dentro y fuera, provocándole espasmos de placer. La observó retorcerse de placer, y sonrió, antes de acelerar el movimiento. Y sin disminuir el ritmo de su mano sobre la parte más íntima de Ino, comenzó a subir lentamente hacia sus pechos, para volver a disfrutarlos, saborearlos.
Ino sintió que su cuerpo se endurecía ante el movimiento pecaminoso de la mano de Shikamaru contra ella. Aquello era demasiado bueno para ser real. Con las manos libres, comenzó a masajear la espalda del castaño, debatiéndose entre pedirle que se detuviera y rogarle a que continuara. Sentía que su cuerpo iba a explotar.
Notando lo excitada de su esposa, el castaño volvió a descender lentamente hacia la femeinidad de su mujer, para notarla aún más húmeda que antes. Estaba lista y preparada para él, pero él aún quería algo más: quería enseñarle lo que un verdadero hombre podía hacer por su mujer; y lentamente, comenzó a acercarse hacia ella.
Ino lo observó con los ojos desorbitados.
–¿Qué es lo que piensas ha…a…
La rubia no pudo terminar de hablar, antes de sentir la lengua de Shikamaru deslizándose dentro de ella. Si pensaba que lo de antes era pecaminoso, con esto de seguro que se iría al infierno. Nada se podía comparar a eso, nada. Estaba más excitada que nunca. Sentía que ya no podía más en sí misma. Era demasiado tormento para ser real. Estaba más excitada que nunca, más deseosa que nunca.
Y justo cuando pensaba que no podría soportarlo más, llegó la liberación. Llegó al orgasmo.
Ino gimió sonoramente cuando sintió que su cuerpo y su ser se deshacían en las manos y la lengua de Shikamaru, mientras las descargas eléctricas obligaban a su cuerpo a tensarse y la hacían contraerse contra sí misma.
Disfrutó cada segundo de placer que le dio su esposo, para luego caer rendida sobre su cama, con una sonrisa de felicidad en el rostro. Aquello había sido como llegar al paraíso y luego caer al infierno. Un placer sin igual.
Cuando abrió los ojos, sintió los del castaño sobre ella, más deseosos que nunca. Y recién cayó en cuenta que él aún no había acabado, ni siquiera había comenzado.
Con su cuerpo aún en estado sensible, comenzó apegarse al de él. Quería sentirlo. Quería saborearlo. Quería darle el mismo placer que él le había dado a ella.
Sus manos temblorosas avanzaron hacia la cremallera de su pantalón, deseando poder coger su endurecido miembro, pero no pudo. Antes que llegara a su objetivo, las manos del castaño la detuvieron.
–Aún no he acabado contigo. – le susurró al oído. –Aún no has gritado mi nombre.
Ino abrió los ojos con sorpresa cuando escuchó el susurro glutural de su esposo en su cuello. Luego de ello, sintió que era empujada hacia la cama nuevamente, y que todo lo anterior se repetía nuevamente, para su sorpresa, deleite, y placer.
La lengua de Shikamaru se deslizó nuevamente dentro y fuera de ella, causándole espasmos de placer indescriptibles. Si ella pensaba que lo anterior había sido bueno, había estado totalmente equivocada: lo de antes, no había sido nada en comparación al placer que ahora le estaba brindando su esposo.
Apretó con fuerza las sábanas blandas de su cama y su cuerpo se tensó cuando se corrió por segunda vez. Y lo mismo, cuando lo hizo por tercera vez.
Con los nervios a flor de piel, observó la sonrisa de su esposo. Él no iba a tener piedad con ella, no a menos que ella hiciera algo por detener aquello.
Decidida, se incorporó sobre la cama, para pronto sentir que todo le daba vueltas. Maldijo internamente. ¿Por qué su esposo tenía que ser tan buen en la cama? Se preguntó extasiada, pero ella no iba a quedarse atrás. No. Ella era Yamanaka Ino, y estaba dispuesta a demostrarle que no se iba a dejar vencer por su esposo.
Con sus blancas manos, acarició el pecho de su esposo. Shikamaru sonrió. Si luego de lo que le había hecho ella no había perdido todas las inhibiciones que a{un quedaban en ella, nada en el mundo podría hacerlo.
–Aun no has gritado mi nombre. – le dijo en tono seductor, a lo que ella le contestó segura.
–Lo haré, cuando estés dentro de mí.
Aquella respuesta le cogió de sorpresa al castaño, pero también le gustó. Pronto su mente comenzó a volar…
Cuando volvió a la realidad, se percató que ahora era él el que estaba de espaldas contra la cama, y las manos de Ino corrían hábilmente el cierre de su pantalón. "O si, continúa, nena…" le dijo mentalmente, para pronto percatarse de la realidad.
–Espera. – le detuvo. –No tienes que hacerlo, si no quieres…
–Nunca hago nada que no quiera. – le contestó ella, a lo que él no protesto.
Sonrió, y se dejó llevar por su mujer.
Las manos de Ino deslizaron con imperiosa necesidad el pantalón de Shikamaru, hasta deshacerlo de él. Y pronto hizo lo mismo con su prenda interior, dejándolo expuesto a ella.
Ino cogió el largo y endurecido miembro de su esposo con sus manos, para recorrerlo en forma pausada de arriba hacia abajo. Lo vio gemir ante el contacto, y continuó jugueteando con él, con sus manos. Estaba tan grande y endurecido, que no podía esperar más para sentirlo dentro de ella. Lo deseaba, y mucho. Pero ella estaba dispuesta a esperar, a devolverle todo el placer que él le había dado, y a perder todas las vergüenzas con él. Por él.
Y entonces supo lo que tenía que hacer.
Primero deslizó la lengua por toda su larga extensión, ocasionándole un gemido glutural, y luego jugueteó con su dedo índice alrededor de su punta, observándolo de reojo. Él estaba deseoso de que ella se lo hiciera, y ella lo iba a hacer.
Shikamaru observó con deleite la belleza de su mujer, y pronto noto que sus mejillas se tornaron de un ligero color carmín, que la hicieron ver más adorable. Amaba a esa mujer, y todo lo que significaba ella. La mujer imperiosa, la engreída, la mandona, la enojona. Las amaba a todas y a cada una de ellas. Porque todas ellas eran Ino, y ella era Única.
Pronto sintió la calidez de la boca de Ino recorrerlo por completo, deslizándose de arriba abajo, succionándolo con pasión y deseo. Y en ese momento, se sintió el hombre más dichoso del mundo. La observó, y sintió que las manos no le respondían como debían para acariciarla con ternura, que su cuerpo no respondía a sus deseos. Su lengua recorriendo su miembro era algo que le nublaba el pensamiento, algo que lo estaba volviendo loco.
Continuó observándola con deleite, mientras todas sus fantasías se hacían realidad. Ino sometiéndolo, haciéndolo suya, dándole un placer indescriptible. Pronto sintió que la respiración se le hizo dificultosa y que no podía más dentro de sí, que ya no soportaba más para liberarse y experimentar el placer que le estaba brindando Ino. Y soltando un gemido de placer, se liberó en ella.
Cayó pesado sobre la cama y sintió que la cabeza le dio vueltas, cuando de pronto se dio cuenta que estaba solo.
Ino no tardó mucho en volver, para pronto echarse en sus brazos.
Esa había sido una noche buena, y apenas estaba comenzando…
Porque, si Ino pensaba que eso había sido todo, estaba equivocada.
Shikamaru observó a Ino acurrucarse en sus brazos, para pronto girar hasta tener su cuerpo sobre el de ella, apretándola contra las blancas sábanas de su cama. Le encantaba tenerla así, bajo él, sometida.
–Ahora que ya calentamos…
Las palabras de Shikamaru le hicieron estremecerse a Ino. Si, lo deseaba, quería sentirlo dentro de ella.
–Hazme gritar tu nombre. – le dijo ella. – te reto.
Shikamaru sonrió. Ella no sabía lo que era retar a un Nara. Pero pronto él le iba a enseñar, que aun Nara no se le reta. Esa noche ella iba a gritar su nombre, y mucho más. Y todos en el hotel se iban a enterar que en esa habitación, se encontraba Nara Shikamaru.
El castaño deslizó su lengua por los labios de Ino, solicitando el acceso. Acceso que fue concebido en el acto. Pronto se encontró dentro del paraíso. Con avidez, comenzó a recorrer cada espacio de la boca de su mujer, disfrutando de su sabor. Ella sabía tan bien…
No tardó mucho en darse cuenta que ya estaba erecto, listo para introducirse en ella.
Ino sintió el endurecido miembro de su hombre apretándole con imperiosidad en la cadera. Si, estaba listo. Y ella lo deseaba.
Con gran habilidad, el castaño abrió las piernas de la rubia y se acomodó entre ellas, presionando su endurecido miembro en su sexo. La oyó gemir. Y en ese momento, supo que ambos estaban listos.
Sin poder contenerse más, Shikamaru se deslizó dentro de Ino, en un movimiento rápido y enérgico, uno que los hizo gemir a ambos de placer. Comenzó a moverse en forma pausada dentro de ella, pero pronto sintió como las piernas de la rubia apretaban su agarre en la cintura de él, empujándolo con fuerza hacia ella. Él sonrió. Si eso era lo que ella quería…
Shikamaru besó con pasión los labios de Ino, para luego separarse de ella, y observarla con deseo. Luego levantó con las manos las caderas de ella, para pronto comenzar a empujar hacia ella, dentro y fuera. En esa posición, podía sentir mejor como se introducía dentro de ella, cada vez con más fuerza, y podía observarla retorcerse de placer ante cada embestida. Ambos estaban disfrutando de un placer indescriptible.
Las embestidas continuaron sin piedad, mientras ambos sentían con cada golpe descargas de placer indescriptibles. Ino se aferró a las sabanas mientras sentía que ya no podía más consigo misma, y Shikamaru sonrió. Pronto deslizó una mano cerca de su sexo, y se dispuso a ayudarla con su liberación, dándole aún más placer del que ella pudiera imaginar.
Sin poder contenerse más, Ino gritó su nombre mientras se corría por él.
Shikamaru sonrió satisfecho, y pronto cayó sobre ella, para continuar con la acción.
Aun faltaba que él terminara.
Ino observó la expresión divertida del castaño mientras éste se regocijaba en su victoria. Ella había gritado su nombre, había perdido ante el reto, pero eso poco le importaba. Por el placer que había recibido, había valido la pena.
Pero ahora sería él quien gritaría su nombre.
Con agilidad, ella obligó al castaño a perder el equilibrio y caer sobre ella, para luego, con esfuerzo, obligarlo a girar y caer de espaldas. Todo eso sin sacarlo de dentro de ella.
Ahora ella tomaría las riendas del asunto.
La rubia se sentó sobre las caderas de Shikamaru, y comenzó a moverse en forma lenta y tortuosa. Shikamaru la observó deleitado. Pronto el movimiento de la rubia comenzó a acelerarse, y el castaño no pudo menos que derretirse ante el movimiento del cuerpo de su amada sobre él, con sus senos rebotando ante cada salto de ella, dándole una sensación de placer indescriptible.
Pronto, sintió que no podía más, y ella se sintió igual. Gimiendo y gritando cada uno el nombre del otro, ambos cedieron ante la sensación del orgasmo, que los golpeó de lleno al mismo tiempo, y los dejó exhaustos.
Ino cayó rendida sobre el cuerpo de Shikamaru, y éste disfrutó de la sensación de su pequeño y frágil cuerpo sobre el de él, mientras deslizaba sus dedos por los cabellos de ella, ligeramente humedecidos por sudor. Por su parte, Ino apoyó la mejilla en el pecho de su hombre, y pudo sentir el ritmo acelerado de su palpitación, tan acelerado como el de ella. Estaban exhaustos, felices...
Pero aún faltaba mucho para que estuvieran satisfechos.
–¿Sabes? – comentó ella. – Me pregunto… ¿Cómo será hacerlo en el jacussi?
–Eso lo sabremos pronto, mujer problemática. – le contestó en un susurro el castaño, para luego agregar. – Y luego, sabremos lo que se siente hacerlo en el armario, en la repisa, sobre la mesa de la cocina, en la entrada, en….
Antes de que pudiera continuar, los labios de Ino sellaron los suyos con un cálido beso.
–Entonces, tendremos que apurarnos. – le dijo en un tono pícaro. – no vaya a ser que se nos acabe la semana de reserva en el hotel.
Shikamaru asintió, y pronto se incorporó. Salió de la cama, y en un hábil movimiento cargó a su esposa, con las piernas de ella rodeando su cintura, y una mano de él sujetando su espalda. Y con la mano libre, comenzó a acariciar tiernamente su mejilla.
Ino se sorprendió. No sabía que él podía sostenerla con una sola mano. Su vago le tenía muchas sorpresas bajo la manga.
Pero pronto se dio cuenta que no iban al jacuzzi.
–¿A dónde vamos? – preguntó, curiosa.
–A la mesa de centro. – le contestó él, deteniéndose repentinamente. – el jacuzzi me queda muy lejos, luego iremos por él.
Dicho eso, la colocó suavemente sobre el mueble circular en medio de la habitación, y comenzó a besarla con pasión y deseo.
Y la acción volvió a comenzar…
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-Fin-
¿Demasiado Atrevido?
Bueno, aquí les dejo el último capítulo de esa lista de One-Shots. Espero les haya gustado.
Creo que con el lemmon es una buena oportunidad para cerrar por acá. Hasta otra oportunidad.