Hola chicos!!
Bueno aquí me tienen de nuevo en las andadas con este fic que, en realidad no es completamente mío, sino que la idea e historia originales fueron planificiadas e ideadas por Nakasu Malakiel. Yo sólo cooperé con este primer capítulo (lo escribí casi en su totalidad) y mezclé las ideas de Nakasu con las mías y les di forma, etc. En pocas palabras yo afiné un poco la historia nadamás.
También quería agradecerle a fern25 por haber aceptado corregir nuestra historia y afinarle los últimos detalles para su publicación. Así que lo que están a punto de leer es el trabajo conjunto de estos 3 autores que créanme nos hemos esforzado mucho para que esta historia sea de su agrado. Se las dejo y espero la disfruten.
--NARUTO: THE START OF THE STARTS--
Prólogo
Mis antes relucientes cabellos se mecían resecos y sin brillo, bajo la capucha de este abrigo café de tercera mano. El fétido hedor que todos destilábamos tras semanas sin bañarnos y bajo el ardiente sol del desierto, no hacían mas que destruir las pocas expectativas que tenía para este viaje. Por eso la falsa sonrisa que siempre trato de mantener para mis niños era más y más difícil de conservar con cada paso que daba.
Dios, cómo desearía que estuviera aquí con nosotros. Él no tendría problemas para mantener la llama de la esperanza viva en todos nosotros o cuando menos Gai o Lee para hacer este viaje mas llevadero. En especial para estos pequeños que por desgracia hace años que han perdido la sonrisa que debería estar siempre en niños de su edad. Los tres habrán sido idiotas pero nadie podía decir que se aburrían con ellos alrededor.
Evocar su "juventud", me recordó nuevamente lo sedienta que estaba. Dios...lo que daría por una botella con agua, pero esa ya se nos agotó ayer en este tramposo y desconocido desierto. Pero aunque temo por una insolación en cualquier segundo, no la temo por mí sino por ellos. Tengo tres preciosas criaturas llenas de tristeza tras la sombra de una de las tantas caravanas que siguen sin agua y sin saber cuándo la tendremos.
Podría besarle los pies a cualquiera por un buen baño sino fuera porque mi orgullo me haría romperle la cara antes je je. Pero aun con el daría mi vida, mi sangre, carne y alma solo por no tener que decirles "no" a mis pequeños la próxima vez que me pidan agua y comida.
No son mis hijos de sangre. (Demonios a mis 23 años ni siquiera he besado a un tío en los labios y lo sé muy bien porque ni siquiera he tenido el placer de beber un vaso de licor para dudarlo). Pero aún así estos niños son mi razón para vivir en este infierno llamado vida.
Quizás si solo él estuviera aquí, esto sería más fácil para todo el mundo o cuando menos para mí, pero no lo está. Quizás si solo siguiera con nosotros esto no estaría pasando y estaríamos felices, quien sabe quizás hasta casados con hijos propios, pero no lo está. Solo puedo desear que donde quiera que esté sigua vivo y sea feliz aunque sea con otra.
Ahora los sobrevivientes de Konoha y Suna viajamos por el continente de Aster al norte del elemental donde se ubicaba la Hoja. Buscando una nueva tierra donde volvernos a establecer y recuperarnos para la venganza.
Esta es la historia.
/Capítulo I: Comienzo/
Nubes grises de tormenta se arremolinaban por docenas en el cielo encapotado, descargando su carga con furia sobre dos figuras que permanecían de pie en el cementerio de Konoha.
Una de ellas se encontraba encogida ante el monumento que tenía grabado en su superficie de fría roca los nombres de los héroes de la aldea. Pasaba su mano una y otra vez sobre uno en particular, con la mirada perdida y el corazón hecho pedazos. Sus rubios cabellos se pegaban a su frente por la humedad y sus ropas estaban hechas una sopa, pero nada de esto parecía importarle en aquéllos momentos.
Volvió a delinear lentamente aquél nombre tallado en la piedra: Jiraiya. Resaltaba entre las demás letras por ser del doble de tamaño, remarcando la importancia de las hazañas que ese hombre había hecho en vida. Y para Naruto la muerte de su maestro era inconcebible. El tamaño de su dolor sólo era comparable al de la segunda figura que se encontraba a sus espaldas.
Una kunoichi de rosados cabellos que lloraba con la suficiente intensidad para compensar las lágrimas que el rubio se veía incapaz de derramar. Tenía entre sus brazos aquélla llama que era la reencarnación de la mismísima esperanza y que, en situaciones normales, hacía arder con más fuerza a las personas que lo rodeaban. Sin embargo, ahora estaba en sus manos evitar que aquélla llama se extinguiese.
Naruto tenía la mirada perdida, muerta y vacía como lo estaba ahora su alma. Jamás se le hubiera pasado por la cabeza creer que ese hombre, aparentemente inmortal e invencible en batalla, yaciera ahora en una tumba a tres metros bajo tierra. Era injusto e increíble y para el rubio shinobi, estaba fuera de toda lógica y mucho más allá de su escasa comprensión.
Era demasiado difícil y doloroso tener que asimilar esa verdad. Que había perdido no solamente a un extraordinario hombre, si no también a su sensei, su amigo... a un padre y a un abuelo. Todas esas figuras encarnadas en aquél viejo pervertido de larga melena blanca que había sobrevivido incansables veces a la cólera de Tsunade, a Naruto en cuatro colas, a un kage legendario y a un puñado de numerosos enemigos; y cuya ancha sonrisa recordaba que nadie, excepto tal vez dos peculiares personajes vestidos de verde, podía desprender tanta energía, vitalidad y espíritu con cada paso que daba.
Porque si alguien le hubiera preguntado a Naruto, días atrás, lo que se necesitaba para matar a Jiraiya, seguramente hubiera respondido que con tal de seguir espiando a las damas en las fuentes termales, se hubiera necesitado que toda una legión de shinigamis se lo llevasen a rastras al otro mundo.
Pero ahora... ahora la realidad los abrumaba a los dos, envolviéndolos en su oscuro manto de tinieblas y sumiéndolos en un océano de frío y confusión. Sakura lo abrazaba por detrás, queriendo consolar a su amigo, decir algo que pudiera atenuar, aunque fuera un poco, el dolor que sabía lo estaba lacerando por dentro. Pero las palabras se ahogaban en su garganta y todas las frases que le pasaban por la mente se le hacían huecas e insignificantes. ¿Qué debía decirle en un momento como aquél? ¿Que estaba en un lugar mejor? ¿Que vivió como un pervertido pero murió como un héroe? ¿Que hiciese algo, lo que fuera, que llorara, gritara, se desahogara, todo... con tal de romper ese maldito silencio? ¿O que en ese otro mundo al que había partido, habría infinidad de mujeres hermosas y ángeles de inaudita belleza con las que seguramente estaría de fiesta?
No, nada de eso parecía suficiente. La vida le iba arrebatando poco a poco lo que para él parecía más importante. Primero la muerte del Sandaime, después la partida de Sasuke y ahora... esto. Lentamente se iba quedando sin ganas, sin voluntad y sin fuerzas para seguir adelante. Y ni Iruka, ni Tsunade, ni Sasuke, ni Konohamaru ni Kakashi podrían consolarlo en estos momentos, a pesar de ser ellos lo más cercano a una familia que todavía le quedaba. Porque ninguno de ellos había estado tan cerca de él como lo había estado Jiraiya. Nadie había significado tanto para él como ese Sannin, nadie... excepto probablemente la chica que se abrazaba a él con desesperación, tratando de ofrecerle, con su calor y presencia, un poco de compañía y comodidad.
Y no sólo para él fue brutal esa revelación. En los días que siguieron a ese acontecimiento la villa de la Hoja se sumió en el caos total. Tsunade se derrumbó al enterarse de la noticia y lloró desconsoladamente sin que ni siquiera su sobrina, Shizune, pudiera consolarla. Los habitantes se vistieron de luto para despedirse de aquél extraordinario ninja que tanto había hecho no solamente por su aldea, si no también por el mundo entero.
Durante tres días y tres noches de silencioso tormento, en los que Sakura cuidó de Naruto, administrándole fuertes dosis de sedantes para que pudiera dormir sin pesadillas y nutrientes para que no se debilitara porque el kitsune no probaba bocado, finalmente pareció despertar de su letargo. Se abrazó a Sakura, llorando por fin todas aquéllas lágrimas que al parecer se habían cristalizado en sus ojos, contenidas por el shock inicial de aquélla fúnebre noticia.
Lloró sin parar, hablándole a Sakura de los buenos recuerdos que tenía de él, de los momentos que compartieron juntos, dejando fluir todo su dolor, expresándolo con su llanto y desahogándose de toda aquélla pena que lo estaba consumiendo por dentro. Que lo mataba con cada segundo que pasaba, que marchitaba su corazón y mutilaba su alma. Habló largo y tendido, hasta que finalmente, se quedó sin más lágrimas.
Y días después, cuando se sintió capaz de afrontarlo de nuevo, regresaron al monumento.
- ¿Por queeeeeeeeeeeé? ¿Por qué tú? Las cosas no debían ser así. Se supone que todos deberían haber permanecido a salvo, mientras yo mataba a los Akatsukis uno por uno. Yo debería ser el que los protegiera, no la causa de tu muerte. ¿Por qué no te quedaste mirando tus estúpidas fuentes termales? ¿POR QUÉ TUVISTE QUE MORIR POR MÍ, BAKA? - se culpó su amigo entre ahogados sollozos, gritándole con furia al nombre de Jiraiya. Sakura se quedó paralizada por estas palabras, sintiendo crecer la cólera en su interior.- Naruto... tu vida significa mucho para nosotros y sobretodo lo significó para él. ¿Cómo puedes pedir que no se sacrificara para salvarte a ti? Él sabía los riesgos a los que se estaba enfrentando y sin embargo, decidió que tú valías todos y cada uno de ellos. Y no porque fueras el jinchuuriki de Konoha, no porque tuviera que proteger al zorro que yace en tu interior, si no porque eras alguien especial para él. Y créeme no es el único. Más de la mitad de esta aldea habría hecho lo mismo por ti - gritó enardecida.- Je- rio sarcásticamente Naruto- Qué ironías de la vida. Me pasé mi infancia tratando de demostrar que era un niño y no un demonio. Y luego muchos años intentando ganarme el cariño y respeto de la gente, y solamente para que al conseguirlo las personas que me aman empiecen a morir por enfrentarse a quienes me siguen viendo como al Kyuubi. Que idiota soy. Solo empeoro las cosas - murmuró él con la cabeza gacha.
SPLASSSSS
Ahora Sakura sí que estaba cabreada y con lágrimas en los ojos le abofeteó sin usar su súper fuerza... Pero ese golpe hizo más efecto en él que si la hubiera usado.
- ¿Realmente crees que estuvo mal tu decisión? No Naruto, amar significa que a veces tenemos que arriesgarnos por las personas que son importantes para nosotros y sacrificarnos por ellos. Tú me enseñaste eso. Que si no existen esos lazos, entonces viviríamos una vida en blanco. Por eso morimos y sufrimos para protegerlos. Y no sé tú, pero yo no cambiaría el haberte conocido por nada en este mundo. No sabes cuanto vale tu vida para mí. Tú me diste esperanzas y un motivo para vivir... Me enseñaste lo que es verdaderamente importante.
Todo esto lo dijo sin siquiera haberse percatado de que en ese mismo momento había comenzado a madurar. Ella simplemente se desahogó, sin saber muy bien a dónde quería llegar pero con una idea clara en la cabeza: sin el incondicional apoyo de su amigo, ella seguiría siendo un patético despojo de kunoichi que se aferraba inútilmente a unos falsos ideales. Sin Naruto, seguiría siendo el perrito faldero de Sasuke.
Un prolongado silencio se instaló entre ambos, durante el cual se miraron a los ojos. Esmeraldas y zafiros se clavaron los unos en los otros, tratando de leerse los pensamientos y las emociones, adivinando el dolor que atravesaba ambos corazones por igual, ofreciéndose la clase de apoyo silencioso que nadie más podría brindarles.
- Lo siento, Sakura-chan... Tienes... tienes toda la razón, pero no puedo evitar... tener miedo - confesó Naruto al fin, con un hilo de voz y secándose las lágrimas que aún brotaban de sus ojos a borbotones. - No sé qué hacer y... - Se interrumpió a media frase, inseguro, sin saber cómo continuar. Nunca había sido el tipo de persona que hablaba de sus sentimientos con fluidez y aún estando frente a la amiga a la que le confiaría su vida sin vacilar, le costaba hacerlo. Pero Sakura no necesitaba de palabras para comprender. Con sólo verlo a los ojos, había averiguado mucho más de lo que cualquier palabra podría describir o explicar. - Lo sé Naruto... - y lo decía con sinceridad. - Yo también tengo miedo. Konoha está ahora más vulnerable que antes, nos hemos quedado sin un gran ninja que la protegía - comentó.
Se sentía impotente por no poder aclarar las preguntas que le surgían a su amigo, por no poder despejar las nubes de dolor y confusión que se habían instalado en su, antaño, límpida mirada. Ahora navegaba en un mar de desconcierto, lanzado a la deriva hacia las corrientes que lo arrastraban sin remedio a un profundo abismo del cual ya no saldría una vez hubiera caído. Y Sakura luchaba con todas sus fuerzas, estaba dispuesta a entregar su alma y su corazón para mantenerlo a flote en medio de ese inmenso y oscuro océano.
Porque no solamente tenía que lidiar con el dolor de su amigo, sino con el suyo propio. Era cierto que Jiraiya jamás había significado para ella más de lo que lo había hecho para Naruto o para Tsunade o para cualquier otra de las personas que lo habían llegado a conocer. Pero el ver a su amigo sufriendo la ahogaba por dentro, la llenaba de frustración y de impotencia, la hacía sentirse inútil de nuevo.
- Jiraiya era... era... como un padre para mí - dijo Naruto de pronto, cayendo de rodillas al suelo, cubriéndose la cara con las manos y estremeciéndose por completo bajo la fuerza de sus sollozos. Se veía tan frágil así encogido, que a Sakura se le partió el corazón. Jamás lo había visto en ese estado y por no hacerlo de nuevo se sintió capaz de venderle su alma al diablo.
Con el corazón oprimido se arrodilló a su lado y colocó suavemente una mano sobre su espalda. Su mente daba vueltas, buscando las palabras adecuadas que le levantaran el ánimo a su amigo, que lo hicieran sonreír de nuevo con aquélla sonrisa suya que iluminaba su rostro entero y que lo hacían parecer un sol aún en la más negra de las noches. Pero no las encontraba y sabía que muy probablemente ni siquiera existían.
- Yo... estoy aquí Naruto - Pensaba que no era un gran consuelo, pero en realidad era el mejor que le podía ofrecer. Naruto se descubrió el rostro, revelando unos ojos velados por el dolor. Todo lo que había sido Naruto, esa explosión de felicidad y vitalidad que parecía destilar cada poro de su cuerpo, pareció quebrarse en ese momento. Sakura se preguntó qué tan desgraciada y maldita tenía que ser la vida para doblegar a un hombre de esa manera. - Juntos saldremos adelante, lucharemos contra aquél miserable que ocasionó esto - le prometió. - A-arigato Sa-Sakura-chan - contestó Naruto, secándose las lágrimas con el antebrazo. - Realmente no sé qué haría sin ti. Probablemente ya me habría tirado a la desgracia - Intentó sonreír, pero la mueca que resultó fue aún más mustia que la expresión que ya tenía. - No hay de qué Naruto. Yo también tengo mis dudas, yo también estoy asustada y... perdida, pero de alguna manera... de alguna manera he de salir de este infierno. - Saldremos - corrigió su amigo, incorporándose con torpeza.
Y pasaron los días, durantes los cuales, Naruto pareció recuperarse poco a poco. Lentamente fue saliendo del oscuro agujero en el que había caído. Al principio, nadie más que Sakura se dio cuenta. Eran pequeños progresos, imperceptibles a primera vista pero signo inequívoco de su constante mejoría. Comenzó a mostrar entusiasmo por el ramen, y aunque a duras penas se acababa un cuenco cuando antes despachaba por completo el puesto de Ichiraku, Sakura se fue tranquilizando. Dormía mejor en las noches, y poco a poco su amiga fue disminuyendo la dosis de calmantes. Volvió a sonreír de nuevo, aunque no con la frecuencia y vibrante intensidad con la que lo hacía en épocas mejores, pero era un progreso. Ya no lloraba, aunque a veces Sakura lo hubiera preferido antes de ver a su amigo abstraído en otro mundo, seguramente en uno en el cual Jiraiya todavía seguía vivo. De vez en cuando lo cachaba con la mirada perdida, viendo hacia la aldea con los ojos húmedos y el rostro serio. En esas ocasiones se le unía en silencio, compartiendo, simplemente, el mismo espacio pero sin emitir sonido alguno.
Hasta ese entonces, Sakura había vivido literalmente en su apartamento. Se iba por las noches, dejando a su amigo profundamente dormido gracias a los milagros de la medicina, y volvía en las mañanas, después de ducharse y cambiarse y mucho antes de que Naruto se despertara. Su madre la había regañado por permanecer tanto tiempo fuera de casa y diariamente su amiga Ino la acosaba a preguntas, queriendo saber qué era lo que se cocinaba entre ellos dos.
Pero independientemente de todo esto, Sakura se sentía incapaz de abandonarlo ahora, y menos en la precaria situación en la que se encontraba el rubio. Pero el problema es que él no pensó lo mismo y tras recuperarse un poco, se marchó a entrenar de nuevo, dejando a una kunoichi sola y desamparada en un mundo que no podía entenderla.
Ocurrió un día en que ella arribó a la casa de su amigo, un poco más tarde que de costumbre porque había ido a comprar comida, que se agotaba a un ritmo alarmante ahora que Naruto parecía haberse recuperado.
- ¡Hey, Naruto! Levanta tu trasero de la cama y ven a ayudarme con estas bolsas - le gritó la kunoichi desde la puerta, esperando escuchar una queja, un bufido, una carcajada... todo, menos el tétrico silencio que la recibió.
Enfadada, dejó todas las bolsas sobre la mesa y se encaminó hacia la habitación del rubio, comprobando que sus temores no eran del todo infundados. La casa estaba vacía. Sólo una solitaria nota yacía sobre la cama. Ella la cogió con dedos temblorosos, sabiendo lo que encontraría en ella aún antes de desdoblarla.
Gracias Sakura-chan. Gracias a ti supe que la felicidad existe aún en los momentos más tristes. Y también me has recordado lo estúpido que he sido je je. Perdona las molestias. Nunca seré capaz de pagarte todo lo que has hecho por mí. Ni decirte lo mucho que has significado en mi vida, ni cuanto me ha ayudado tu compañía en estos días. Pero he de irme. Hay mucho que hacer y poco tiempo para hacerlo. Quizás te preguntes a dónde, pero lo único que puedo decirte es que iré a entrenar, a superar a Ero-sennin. No es seguro para nadie que esté de momento aquí. Ya hablé con Tsunade-obachaan ayer.
Quiero que sepas que lo que te estoy contando es la verdad, aunque la versión oficial es que Uzumaki Naruto es un ninja desertor que tras la muerte de su sensei se marchó dejando a su pasado y a sus amigos atrás para hacerse más fuerte y así acabar con Akatsuki...
No sé cuanto tiempo me tome. Podrían ser 5 años o 30. Pero un día volveré y entonces cumpliré todas mis promesas. Lamento que no podamos ir por Sasuke hasta entonces.
De nuevo gracias y espero el día que nos volvamos a ver.
Atentamente: El próximo Hokage
Y fue así como se fue, sin siquiera despedirse, desapareciendo como la brisa en el verano, dejando tras de sí sólo esa pequeña nota dirigida a la única persona a la que en verdad le estaba agradecido.
En esos momentos Sakura sostenía la nota entre sus manos temblorosas, con un par de amargas lágrimas deslizándose por sus mejillas y mirando hacia fuera, por la ventana abierta del departamento de Naruto. "¿A dónde te has ido?" se preguntó con los dientes apretados para enjugarse la humedad de sus ojos.
Alzó la vista al techo y cerró los ojos con fuerza para evitar que las lágrimas volvieran a traicionar sus sentimientos. Para bien o para mal... él se había ido. Y lo único que sabía con certeza, era que tarde o temprano, su amigo regresaría. Y fuera como fuera, estaba dispuesta a luchar para que sus caminos se volvieran a encontrar.
Naruto miraba la aldea desde muy lejos. Sabía que la había lastimado al irse así. Y se aborrecía por ello. Odiaba verla llorar o sufrir. Prefería arrojarse desde un acantilado antes de tener que soportar esa mirada de angustia que penetraba su alma con fulminante fuerza y la partía en dos. Pero lo que de verdad aborrecía era ser él el causante de su sufrimiento. Sin embargo sabía que al marcharse, mantendría la promesa más importante que se había hecho: protegerla a como diera lugar, sin importar si tenía que renunciar voluntariamente a su vida para cumplir aquél cometido. Aunque el dejarla sola significaba ir en contra de sus principios, es más, desafiaba sus mismísimos instintos.
Pero al parecer se equivocó al pensar que bastaría con irse.
Regresando al presente
TUUUUUUDUMMMMMMMMMMMMM
- ¡AHHHHHHHHHH!
Estaba tan sumida en mis pensamientos que di un respingo cuando, de pronto, se oyó el cuerno de aviso sonar a lo lejos.
Tras algunos prolongados segundos se repitió. Era una alerta de aviso de nivel uno pero aún así todas las 50 carretas empezaron a ponerse en posición inmediatamente, formando un círculo que se extendía varios kilómetros a lo lejos, mientras, casi cien shinobis con ropas y equipo tan desgastado como el mío, nos poníamos en posición. Tenzou sabía que poco podría hacer en ese terreno, pues la arena no se mueve como la tierra, y además en su estado no podría forzarse a sacar agua de su cuerpo que, lamentablemente, no sería potable y le costaría fluidos propios.
El sonido del cuerno todavía reverberaba en mis oídos, recordándome lo que aquélla alarma significaba: un solo toque quería decir que de una a ocho personas estaban a lo lejos. Podrían ser el cebo para guiarnos hacia algún grupo que intentara robarnos lo que nos quedaba. O tal vez representaban nuestra única esperanza de reabastecer nuestros suministros de agua.
Mientras nos preparábamos para recibir un posible ataque, varias cabezas comenzaron a asomar desde las carretas donde se encontraban resguardadas. Y aún a la distancia en la que me encontraba, pude notar las tres que más me importaban. Me veían con ojos expectantes, como rogándome en silencio que regresara a salvo con ellos, que ya habían perdido mucho y habían presenciado demasiadas desgracias como para que yo me apartara de su lado.
"Descuiden, de una manera o de otra, sacaré algo para ustedes" me prometí a mí misma, apartando la vista de aquéllas tres figuras que en pocos días se habían logrado convertir en el epicentro de todo mi universo.