Ayer recibí una notificación. Una persona, Pochan, comentó que llevaba 10 años esperando a que actualizase este fic.

No daré excusas baratas (pero ciertas) del poco tiempo que tengo ahora para escribir debido a mis obligaciones en la vida real (empecé a escribir en el instituto). Siempre he tenido la intención de acabar las historias que empecé, pero con DGM la inspiración me entraba al leer el manga o ver el anime. Obviamente, con los largos hiatus esta inspiración fue desapareciendo.

No sé cuándo lograré terminar esta historia (tengo la trama clara, y mis apuntes guardados). De hecho, este capítulo lleva escrito años. Con este capítulo termina la saga de las Arpías, al menos puedo ofreceros eso y dejar el arco de trama cerrado, con la promesa de intentar retomar la escritura en un futuro.

Para rememorar viejos tiempos: DGM no me pertenece


El silencio de la oscura noche solo era perturbado por los sonidos provocados por la fauna de la selva en la que se encontraban. Todo lo contrario al lugar donde estaban actualmente. A pesar de la cantidad de personas reunidas en aquel paraje, nadie se atrevía a mover ni un solo músculo. Era como si la escena se hubiese congelado.

Ante los atónitos y horrorizados ojos de Lavi, aquellas mujeres se arremolinaban alrededor del más joven de los hombres de su tripulación. Ninguna hacía nada, solo mantenían las posiciones alrededor de la dispar pareja, observando como su compañera absorbía sin piedad alguna la vida de su compañero. Uno de los suyos.

El gemido de frustración de Lavi rompió el hechizo de aquella horrible escena.

- SOLTADLE! MALDITAS HIJAS DE PERRA! DEJAD AL CHICO EN PAZ!-

Todos a una, el resto de sus hombres comenzaron a despotricar contra aquellas mujeres de aspecto feroz. Era visible que el efecto paralizante de aquellas mujeres ya no tenía tanta fuerza, pues todos comenzaron a removerse en sus lugares de asiento, intentando en vano zafarse por completo del embrujo.

- No tienes por que ponerte tan impaciente, capitán. Pronto será tu turno. Solo deja que Kaya termine con este espléndido ejemplar.- Le informó Miena, cuya ávida mirada no se despegó ni un momento de la figura del albino.

Allen permanecía inmóvil apoyado contra el tronco. Sus ojos estaban cerrados mientras Kaya le absorbía la energía vital a través de aquel beso. Con uno de sus brazos inutilizado por la lanza que le atravesaba y el fuerte agarre que las arpías tenían de su cuerpo le habría sido imposible liberarse por mucho que se resistiera.

Durante unos de los minutos más agonizantes de la vida del pelirrojo, la escena no cambió en absoluto. No obstante, de pronto aquellas mujeres soltaron un grito de triunfo que heló la sangre de todos los varones presentes.

Kaya se había separado finalmente de su presa, que permaneció inmóvil, mientras se relamía los labios.

- Bien hecho, querida mía! Ahora eres oficialmente una de nuestras hermanas en pleno derecho.- anunció Miena, acompañada por los vítores del resto de arpías. – Dime, que tal te has sentido? Verdad que la sensación de apropiarse de la vida de uno de esos viles varones es lo más gratificante que jamás hallas sentido?.-

Para sorpresa de la líder, la joven dudó.

- Ciertamente ha sido una experiencia agradable. El joven tenía un gusto dulce… pero no me siento rejuvenecida como se dice que debía pasar. Acaso he hecho algo mal?-

- No te preocupes, seguramente será por tu falta de experiencia. Por suerte esta noche serás capaz de practicar algo más.-

Mientras se producía semejante conversación, los ojos de Lavi no se habían separado ni un momento del cuerpo sin vida de Allen, que aún seguía clavado al árbol. Su cabeza gacha hacía imposible ver su rostro, pero su ropa manchada de sangre no hacía más que empeorar la imagen del muchacho. Lavi no se lo podía creer. No quería creérselo.

Justo después de haberse ganado la tan deseada confianza del chico van y se lo arrebatan un grupo de locas enfermizas. Que justicia había en eso?

Algo en él se rompió y una rabia descontrolada le inundó por completo. Quería ver a aquellas mujeres muertas. Quería ver como sangraban en sus propias manos.

Sacando fuerzas de flaqueza y, para sorpresa de todos, logró ponerse en pie.

Las mujeres cesaron sus gritos de alegría casi al instante, lanzando miradas cautas pero confiadas al pelirrojo. Finalmente fue Miena la que de nuevo se dirigió a él.

- Admiro tu fuerza, capitán. No muchos hombres son capaces de ponerse en pie, aunque nuestro hechizo se haya debilitado. Pero qué piensas hacernos si has gastado todas tus fuerzas en este último movimiento? Acaso crees que podrás vencernos alimentándote solo de tu ira? Por eso los hombres sois unos necios!- le espetó despectivamente.- No obstante, reconozco tu fortaleza. Es una verdadera lástima que tengas que morir ahora, realmente me habría gustado tener descendencia tuya.-

- Vete al infierno, monstruo.- le replicó, no sin poco esfuerzo.

- Rudo hasta el final. Chicas, a por él!- ordenó Miena, haciendo un gesto con la cabeza a las mujeres que rodeaban a Allen.

Kaya, la más cercana a él, le extrajo la lanza, para poder usarla de nuevo como arma. No hubo dado ni dos pasos cuando notó un ligero roce en su cadera. Girándose para comprobar de qué se trataba ahogó un grito de sorpresa.

Un par de gélidos ojos plateados le devolvieron la mirada.

- Qu- un dolor agudo en el pecho hizo que mirara hacia abajo. Justo donde se juntaban sus costillas en el tórax se hallaba clavada profundamente una daga que siempre llevaba en su cinturón. La sangre empezó a brotar de la herida, manchando su ropa. Kaya volvió la mirada hacia su asesino.- Es… imposible…

- Y eso… me lo dice un pájaro… con cuerpo de mujer.- respondió dificultosamente Allen.

Un rápido sonido como el de un latigazo seguido de un golpe sordo contra el suelo alertó a todos los presentes.

Todos se dieron la vuelta para ver como aquel que debía estar muerto se hallaba erguido, con una daga ensangrentada en sus manos, frente al cuerpo ensangrentado de Kaya.

Su cabeza se encontraba a unos cuantos centímetros de distancia.

KYUKYUKYUKYUKYUKYUKYU

Lavi no sabía si reír o llorar ante tal situación. Allí, a unos pocos metros de él, se hallaba tan campante aquel que había creído muerto hasta hace solo unos instantes. Un alivio que no había sentido desde hacía mucho tiempo le inundó, casi haciéndole caer al suelo. Pero no podía permitirse caer ahora. Aunque vivo, todavía sin saber muy bien cómo, Allen estaba muy malherido, por lo que lo que no consiguieron los besos de las arpías bien podría lograrlo sus armas.

- Maldita sea, Moyashi! Sabes el susto que nos has dado!? – el resto de sus hombres recibieron entre vítores al joven, la alegría claramente denotada en sus voces.- Se puede saber cuantos intentos son necesarios para acabar contigo?- preguntó burlonamente, mientras sopesaba las posibilidades de ataque ante la nueva situación. Ahora eran dos (bueno, casi) en vez de uno en aquella lucha.

En ese momento, Allen le lanzó una mirada y una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Su corazón pegó un salto. Aquella era la prueba de que el chico seguía con ellos. Con él.

- Eso mismo quisiera saber yo!- preguntó Miena, enfurecida. – Cuantas veces vamos a tener que matarte hasta que la palmes de verdad!?-

- Al menos una más.- le respondió Allen, desafiante.

Miena estaba lívida. La cara de este crío era infinita. Pero como era posible que siguiera vivo? Acaso sus artes habían encontrado un obstáculo tras tantos años de eficacia?

Por qué aquel muchacho era inmune a ellas? Podía ver como sus hermanas se movían a su alrededor, asustadas de aquel ser extraño al que sus artes no le afectaban.

"Como es posible que siga con vida? Como es posible que pueda moverse tras soportar el efecto de sus danzas y armas?"

Todas las mujeres se preguntaban lo mismo, inquietas ante la amenaza que presentaba para ellas aquel complejo ser.

Miena cruzó su mirada con la del chico, que estaba intentando formar un plan de escape en su cabeza, estaba claro. Aunque inseguras, las arpías seguían superándole en número. El capitán no contaba, y mucho menos el resto de sus hombres, ya que apenas podía moverse. Si estaba de pie era por pura cabezonería.

Miena miró de soslayo a aquel grupo de sucios y ruidosos hombres, todos presas de sus hechizos. Por qué aquel joven era tan diferente? Cierto que era demasiado joven para que las danzas le afectaran, pero ningún hombre era capaz de sobrevivir al Beso de la Sirena. Ni uno solo… Y sin embargo, este chico de rasgos finos y exquisita belleza sí pudo… Una belleza impropia de un hombre…

Todas las piezas del puzzle encajaron en ese instante y la conclusión a la que había llegado debió de mostrársele en la cara, porque el albino se puso en movimiento de inmediato. El resto de mujeres, aún asustadas de Allen, se defendieron torpemente de sus ataques.

- Allen!- grito Lavi, esforzándose por unirse a su hombre en la batalla, pero viéndose incapaz de dar un paso siquiera.

Mientras tanto, Allen se iba abriendo paso entre la multitud, con la daga plateada de Kaya en mano. Su avance era lento, pues sus heridas le impedían luchar al cien por cien (uno de sus brazos estaba completamente inutilizado durante una temporada), pero tenía claro su objetivo: destruir por completo lo que quedaba de las "Lágrimas de Sirena"

- Detenedle! Que no llegue hasta la joya!- bramó, Miena. Las mujeres dudaron. Estaba claro que ninguna quería tocar a aquella extraña criatura pues sus ataques eran débiles.- Maldita sea, no os dejéis engañar! Esa persona no es ninguna criatura extraordinaria! No es más que una maldita mujer!-

Aquella información cayó como una bomba en el grupo, provocando dos reacciones bien diferentes. Mientras que los hombres parecían hallarse en estado de shock ante esa revelación, las mujeres atacaron con fuerzas renovadas. Que tenían que temer? No era más que una mujer, por eso sus tácticas de control no habían funcionado!

- Mierda!- se quejó Allen, pues los ataques de aquellas mujeres-pájaro se habían vuelto mucho más fieros, ahora que no la temían. Y ella contaba con un brazo menos con el que defenderse y mantener el equilibrio. Tanto era el desnivel de poder entre aquella horda de mujeres y la solitaria pirata que acabaron por tirarla al suelo.

A Allen no le quedó otra que defenderse con las piernas. Aunque también sabía pelear con ellas, no eran precisamente su fuerte. Pero era suficiente para derribar a aquellas arpías. Con un par de buenas patadas tiró al suelo a aquellas que tenía más cerca y por tanto eran una mayor amenaza. Apoyándose sobre el brazo bueno, se puso de pie de un salto. Allí siguió con su demostración de maestría en las artes de la lucha, sin embargo sus fuerzas empezaron a abandonarla y lograron abatirla de nuevo.

Esta vez fue Miena la que la amenazó con una lanza presionada en su pecho, evitando que se moviera.

- Vaya, vaya. Es increíble la cantidad de problemas que nos has dado, pequeña. Quién iba a imaginar que la solución era algo tan fácil como que en realidad eres una mujer… Pero dime, querida, como es que has decidido de motu propio no solo estar rodeada de esos inútiles hombres sino que además te has hecho pasar por uno de ellos? Satisface mi curiosidad, antes de que te mate, por favor.-

- Lo que yo haga o deje de hacer es solo asunto mío.- le respondió, desafiante.

- Hmm, se te han pegado hasta sus modales. Que lástima, habrías sido una buena guardiana de nuestras tierras. Pero has matado a demasiadas hermanas. Este es tu final, querida.-

La lanza que tenía contra el pecho se elevó para descender con una fuerza y velocidad increíbles. Sin embargo, no lograron su objetivo.

Miena fue violentamente empujada, desviando la trayectoria de la lanza, que se limitó a rozar el costado de Allen. Esta sintió como tiraban de ella, pero no llegaron muy lejos pues cayeron al suelo enseguida. Aquel que la había cogido clarísimamente no tenía fuerzas para cargar con ella. Girando la cabeza, vio como Lavi la atraía hacia su cuerpo con uno de sus brazos, mientras que con el otro elevaba una temblorosa espada.

- Capitán? Cómo?- Allen se fijó bien y observó como el sudor inundaba la cara de Lavi. Su respiración estaba entrecortada y el filo de su espada estaba manchado de sangre. Pero de quién? Lavi había sido incapaz de alcanzar a Miena…

- Capitán!- sus hombres le llamaron.

Lavi y Allen no estaban en las mejores condiciones para luchar, precisamente. Miena se había recuperado del golpe y se hallaba erguida ante ellos, con la mirada llena de furia. Las arpías que habían sobrevivido a los ataques de Allen se arremolinaron en torno a ellos. Les tenían rodeados.

- Vaya, vaya, capitán. Veo que tienes prisa por morir. Mira que herirse a sí mismo para

sobreponerse al efecto de nuestro encanto. Hay que ser masoquista.-

- Que te crees tú que me voy a quedar de brazos cruzados mientras veo como atacáis a unos de los míos!- Lavi dirigió su espada hacia Miena, retándola a acercarse, mientras acercaba el cuerpo de Allen al suyo propio en un claro gesto defensivo.

- Que bonito, vas a morir defendiendo a uno de tus perros. Debes de sentirte realizado, a que si?- le sonrió Miena, o lo que quiera que hiciese con ese rostro desfigurado.- El juego se ha acabado, capitán ~

La lanza descendió hacia ellos una vez más, esta vez sin ninguna opción de escapatoria.

BANG!

Ante las sorprendidas miradas de Allen y Lavi una mancha rojiza empezó a formarse en el pecho de Miena, que tenía una expresión sorprendida. Ambos giraron las cabezas en dirección al origen del disparo, que estaba a sus espaldas. La imagen que les recibió les llenó de nuevas esperanzas.

Allí estaba, todo lo largo que era, fundiéndose con la oscuridad natural del bosque, un japonés que, pistola humeante en mano, mostraba una expresión fría como el hielo.

- Tch, es que tengo que salvarte el pellejo en todas las ocasiones, imbécil?-

- Kanda!-

- Teniente!-

- Yuu! No sabes lo mucho que me alegro de verte a ti y a esa mirada agria tuya que tanto adoro! Me tenías tan sumamente preocupado…- empezó a exclamar Lavi, claramente aliviado de ver a su mano derecha. Parecía un milagro caído del cielo.

- Si lo sé no vengo.- refunfuñó Kanda. Mirando a su alrededor y reparando en la escena que tenía ante sí, con esa cantidad de pájaros (¿?) amenazando a Lavi y al Moyashi, estaba claro que su llegada les había salvado justo a tiempo. Con una señal, surgieron de entre los árboles el resto de la tripulación, que empezó a atacar a aquellas aves con figura femenina. Kanda también desenvainó su espada y estaba a punto de unirse a la batalla cuando reclamaron su atención a gritos.

- Kanda!- gritó Allen, retorciéndose en el cuerpo de Lavi para poder mirarle de frente. – Destruye la joya!- le ordenó el albino.

Kanda buscó la susodicha con la mirada, encontrándola en lo alto de un altar. Estaba claro que habían intentado destruirla, pero no habían sido capaces de darle un golpe certero. Molesto por tener que seguir las órdenes del Moyashi (quién se creía que era aquel enano?) Kanda empuñó nuevamente a su espada. Cogiendo impulso, lanzó su querida arma contra la piedra, como si de una lanza se tratase. Mugen atravesó limpiamente el centro del cristal, resquebrajándolo por completo. Mientras veían como los fragmentos de la joya caían uno a uno contra el suelo y se despedazaban, un grito desgarrador resonó en el aire.

Las arpías supervivientes se habían vuelto locas. Se habían olvidado de atacar a los hombres, concentradas ahora en aguantar un insufrible dolor que les recorría por todo el cuerpo. Algunas de ellas empezaron a convulsionar.

Cuando no quedó nada de la joya, y con un grito final, empezaron a convertirse una a una en tierra, desmoronándose ante la atónita mirada de los recién llegados.

Todo terminó tan rápido que nadie se atrevió a moverse, por miedo a que aquella pesadilla empezara de nuevo.

Finalmente, fue Allen la que tomó la iniciativa. Zafándose del agarre de Lavi, logró ponerse en pie y, aunque iba cojeando y agarrándose del brazo malherido, se acercó al lugar donde estaba el altar y comenzó a recoger sus armas, junto a Mugen, que permanecía clavada en la pared.

- Allen, - empezó Lavi, que también había logrado ponerse en pie, ahora que el hechizo de las arpías había desaparecido. Allen no se volvió. – tenemos que hablar.

KYUKYUKYUKYUKYUKYUKYU

- Ay, ay, ay!-

- Quieres dejar de quejarte, maldito estúpido?-

- Lo siento, Yuu, pero es que me estás haciendo mucho daño… No podrías ser un poco más cariñoso conmigo?- le dijo Lavi, haciéndole un puchero. Por toda respuesta, Kanda apretó aún más el vendaje que le estaba haciendo a la pierna del pelirrojo, provocando que este soltara un grito de dolor.

- No haberte herido a ti mismo, entonces.-

- Ya… Bueno, la situación lo requería, no?-

- … Y, que vas a hacer ahora?-

- No lo sé, Yuu.-

Ambos se quedaron mirando en dirección a la sala de curas del barco. Normalmente habría sido Doc el que se encargara de la herida de Lavi, pero ahora estaba demasiado ocupado tratando a Allen.

Nada más reunirse la tripulación al completo, aquellos que quedaron bajo el influjo de las arpías regresaron al barco, mientras el resto buscaba en la aldea posibles botines. Resultó que había montones de tesoros guardados en las casas de la aldea, seguramente de víctimas anteriores.

Zarparon de inmediato en cuanto todos subieron al barco, cargados de botines y provisiones.

El día podía considerarse un éxito, salvo por un pequeño detalle: Allen.

En el momento que todos oyeron lo ocurrido a ambas partes, tanto el grupo de Kanda como el de Lavi, la tripulación comenzó a discutir sobre el futuro de Allen en el barco. Había gente a la que no le importaba que fuera una mujer, pues admiraban su fuerza, mientras que otros se negaban en rotundo a tener una mujer a bordo.

Y así, la discusión comenzó.

- Me niego! Una mujer en un barco de hombres es algo impensable!- declaró Suman a los cuatro vientos. Estaba claro que este pertenecía al grupo de los que no querían a Allen como compañera.

- Suman, baja un poco el tono, vale? Me duele la cabeza.- se quejó Lavi. Que un grupo de mujeres te emboten los sentidos para controlar tu cuerpo no es lo mejor precisamente para las migrañas.

- Como puedes estar tan tranquilo? Una mujer se ha colado en el barco!-

- Su presencia no te molestaba lo más mínimo antes.-

- Por que no sabía que era una mujer! Nos ha estado mintiendo a todos!-

Por el rabillo del ojo Lavi vio como un grupo bastante grande de hombres asentían con la cabeza. La verdad es que él también estaba algo molesto por el hecho de que Allen les hubiese tomado el pelo de esa manera. Sin embargo, estaba más inclinado a pensar a que debía de haber una buena razón para ello. Solo esperaba que Allen se decidiera a explicarse.

- Como si todos los aquí presentes hubiesen sido sinceros desde el principio.- masculló Kanda, con un tono bastante audible. Lavi tuvo que estar de acuerdo con eso. Todo el mundo oculta algo.

No pudo evitar que una sonrisa se le escapara. A pesar de todo había gente capaz de defender a Allen. Curiosamente Kanda era uno de ellos.

- Suman, ha sido gracias a ella, al hecho de que se trataba de una mujer precisamente, que algunos de nosotros seguimos con vida. Yo incluido.-

- Eso! Aunque sea una mujer es indudable que es muy fuerte!- uno de los piratas que había sido capturado por las arpías exclamó. Claramente, todos se sentían agradecidos hacia Allen por haberles salvado.

- Y valiente!-

- Y una gran luchadora!-

Viendo como iba perdiendo terreno, y gente que le apoyara, Suman decidió dar un ultimátum.

- Pues yo no lo pienso tolerar. Me hice pirata para vivir una vida de completa libertad, y no para tener que aguantar los quejidos de una mujer. Cuanto creéis que tardará en empezar a quejarse sobre todo aquello que no le gusta, ahora que no tiene que esconderse? Cuanto tardará en empezar a manipularos para que hagáis sus tareas? Las mujeres son caprichosas por naturaleza! Si ella se queda, yo me voy!- algunos hombres se unieron a la amenaza de Suman.

- Oe, eso ya es pasarse un poco. No creo que Allen sea...- empezó Lavi, para ser silenciado por un repentino golpe.

La puerta de la sala de curas se había abierto de sopetón, dejando a la vista a un… una maltrecha Allen, con uno de sus brazos cubiertos completamente por vendas, junto con otros vendajes que se dejaban ver en su rostro y brazos, más aquellos que tapaban sus pantalones y su camisa ancha.

Todo el mundo guardó un silencio repentino, esperando a la reacción de la albina.

Con toda la parsimonia del mundo, y como si todos aquellos hombres hubieran estado hablando del tiempo y no de ella, se acercó cojeando, pero con paso firme, hasta donde se hallaba Suman, que la observaba de manera cautelosa.

Al llegar a su altura, se limitó a mirarle y a cruzarse de brazos delante de él.

- Si tienes algún problema conmigo vas y me lo dices a la cara, pero no vayas gritando a las espaldas de otros. Eso es de cobardes. Además, tus chillidos son molestos.- le comentó, como quién no quería la cosa.

Si no fuese por la seriedad de la situación, Lavi se habría puesto a reír a carcajadas en ese mismo instante. La tranquilidad de Allen era surrealista. Prefirió ver como la mujer de la banda se las arreglaba por sí sola, divertido.

Claramente, la paciencia no era una virtud de Suman, pues su cara se había enrojecido tanto por la ira que a nadie le extrañaría si le empezase a salir humo por la orejas.

- Que si tengo algún problema? Claro que lo tengo! Tú eres mi problema. Tú y todos esos problemas que las mujeres traéis consigo, como las hormonas o los cambios de humor, o las continuas quejas.-

- Que yo sepa el único que se está quejando aquí eres tú. Y no hace ni dos días que me seguías como a un perrito faldero. Que ha pasado con eso?-

- Y-yo nunca te he seguido como un perro! N-no te inventes cosas.- Suman tartamudeó, avergonzado.- Ves? Ya estás intentando manipularme con tus trucos. Seguro que lo próximo será encargarnos todas tus tareas, alegando que son muy duras para ti o… o que estás en uno de esos días… o yo que sé que mentira te inventarás!-

Ante esa declaración, Allen se limitó a elevar una ceja, como si no se acabara de creer que realmente le habían acusado con semejantes tonterías. Mirando a su alrededor, vio como muchos tenían la duda dibujada en sus rostros. Estaba visto que aquellas bobadas parecían ser de importancia.

- Habéis convivido conmigo durante varios meses, acaso he relegado mis tareas a alguien o he puesto alguna vez excusas para no tener que realizar mi trabajo? Alguien tiene alguna queja de mi como compañera? Aparte del hecho de que sea una mujer, claro está.- preguntó Allen, dirigiéndose a todos.

Nadie dijo nada. Tampoco podían. Allen había sido un compañero, compañera, ejemplar. Nunca se quejaba por nada y no paraba hasta que un trabajo estaba bien hecho. Ayudó a muchos durante las batallas que habían tenido y siempre era el primer voluntario cuando se requería algo de ayuda.

- Pero eso fue antes de saber que eras una mujer. Ahora que ya no tienes por qué ocultar ese hecho dejarás caer esa fachada que nos has vendido. No tardarás nada en comportarte y vestirte como una mujer, provocando a la tripulación.-

Ahora la cara de incredulidad de Allen no dejaba lugar a dudas. Podía verse escrito en ella cómo pensaba que Suman era un auténtico estúpido. De pronto, sus ojos se agrandaron, como si se acabara de dar cuenta de algo.

- Así que de eso se trataba, eh? Dime, Suman, acaso tienes miedo de sentirte atraído por mí? O a lo que tienes miedo es que una mujer resulte ser mejor pirata que tú?-

- E-en tus sueños! Jamás me sentiría atraído por ti, pero los hombres tenemos ciertas…. necesidades, y tener una mujer cerca no nos vendrá nada bien. Alguien podría descontrolarse… Y seguramente alguien acabará malherido dándoselas de caballero al intentar ayudarte en alguna pelea o algo. Ya que las mujeres sois tan frágiles y delicadas, lo lógico es…-

Pero Suman no terminó de decir lo que era tan lógico. Habiendo llegado a su límite y con un movimiento increíblemente ágil para alguien tan malherido, Allen tumbó a Suman en el suelo. Sentándose en su tripa y poniéndole una bota en el cuello terminó con cualquier posibilidad de escape de su presa.

- Frágil y delicada? Estas de coña, verdad? En serio te parece que yo necesite protección? O que me quedaré de brazos cruzados si alguno de vosotros se "descontrola" como dices tú? Que esto quede bien claro.- gritó al resto de la tripulación, que la miraba algo retraídos.- No quiero ni necesito vuestra protección. Me las apaño bastante bien yo solita, como podéis comprobar. Y os aseguro que como alguno de vosotros se le pase si quiera la idea por la cabeza de tocarme sin mi permiso, deseareis estar muertos para cuando acabe con vosotros, entendido? Algo más?.- dijo, volviendo a dirigirse a Suman, zarandeándole con lo bota.

- Yo sí que tengo una pregunta.- interrumpió Lavi. Todo el mundo dirigió su atención al capitán.- Por qué te tomaste tantas molestias, como hacerte pasar por hombre, para entrar en mi navío?-

- Eso es cosa mía.-

- No, Allen. Verás, independientemente de lo que toda esta gente crea, mía es la decisión de si te quedas o no con nosotros. Soy el capitán, recuerdas?-

Allen sopesó los pros y contras de hacer caso a Lavi durante unos instantes. Finalmente se resignó.

- Está bien. Tu barco, el Bookman, es famoso por lo impredecible que es. Nadie conoce su rumbo, por lo tanto es difícil de seguir. Eso me conviene por dos cosas: la primera es que así podré zafarme de algunos indeseables que no me dejarían en paz de haber continuado con mi anterior tripulación. Y la segunda es que estoy buscando algo, y ese hábito tuyo de ir visitando toda la tierra que se te ponga por delante me beneficia. Contento?-

- Espera, has dicho tu anterior tripulación?-

- Sí. Te creías que este el primer navío pirata en el que me he embarcado? Para tu información llevo siendo pirata desde los 11 años-

- Fiuu! Y cuál fue tu anterior tripulación?-

- Lo siento, pero no puedo decirlo. Normas de mi antiguo capitán y, aunque tú ahora seas mi nuevo jefe no traicionaré a los que han sido mis compañeros por tantos años.-

- Vale, vale, no te pongas a la defensiva. Respeto tu decisión. Una cosa más. Tranquila, es lo último que te preguntaré. Cuál es tu nombre? Porque Allen es indiscutiblemente un nombre masculino y no creo que tus padres tuvieran tan mala leche.-

-…-

- Uh? Moyashi? Mini-Yuu?-

- … Mi nombre… es Allen. Es el nombre que me puso mi anterior Capitán. No respondo a ningún otro, y mucho menos a esos dos últimos.-

- Je, je, vale, entendido.-

- Entonces… puedo quedarme?- preguntó Allen, lidiando con un Suman que se resistía a su agarre.

- Sip. No veo por qué no. Si surge algún problema ya lo solucionaremos.- le dijo Lavi, con una sonrisa en la cara. Kanda le miró de reojo, desconfiado.

- Bien, gracias. Entonces ahora iré a…-

- A donde dices que irás, Walker?- una voz profunda y aterradora le preguntó a su espalda. Sin saber por qué a Allen le empezó a recorrer un sudor frío por la espalda. Girándose lentamente se vio cara a cara con un Panda, ejem, anciano muy cabreado.- Me da igual si eres mujer u hombre. Como si quieres ser de otra especie. Pero eres paciente mía y no me hace gracia que mis pacientes vayan haciendo esfuerzos justo después de que les haya curado las heridas. No querrás que se te habrán y todo mi trabajo haya sido para nada, verdad?-

- N-no, por qué iba a querer yo eso?.-

- Entonces, podrías explicarme que haces encima del señor Suman? Y cómo has llegado a esa posición sin provocar que tus heridas se abrieran?-

- Mera casualidad, Doc, de veras. Ya me levanto, ves?-

Y fiel a su palabra, Allen se levantó evitando hacer movimientos bruscos. (Como si tirar al suelo a un tipo que le dobla en peso y tamaño no se hubiera categorizado como tal) Bueno, al menos la tripulación ya estaba segura de que, a pesar de todo, Allen era humana. No había ni una sola persona que no temiera la ira de Doc.

Humillado y derrotado, Suman se irguió, dándole la espalda a Allen.

- Que sepas que aunque el capitán te lo permita, para mi no eres una pirata de verdad. Y no te reconoceré como tal!-

- Y que debería de hacer para probar mi valía, si todo lo que he hecho hasta ahora no te vale de nada?-

- Eh, venga, dejadlo ya! El día ha sido muy largo.- se quejó Lavi, pero no le hicieron caso.

- Los verdaderos piratas son gente ruda y fuerte.-

- Creo que eso ya lo he demostrado. Y no me importaría hacerlo ahora mismo de nuevo si no fuera porque temiera las represalias de Doc.-

Para afianzar su punto de vista, Doc les lanzó una mirada asesina, como retándoles a que hirieran más a su paciente en plena recuperación.

- También se les conoce por su afición al ron y a la juerga.-

- Eso no tienes ni que mencionarlo, verdad? Lamentablemente no puedo beber pues estoy tomando medicamentos. Además, no me gustaría acabar borracha y terminar haciendo daño a uno de mis compañeros.-

Ouch! Un golpe bajo.

- Bien! Pues entonces juguemos a las cartas! Apostar en las tabernas también es propio de los piratas.-

- Y también llevar un parche en el ojo, pata de palo y un loro en el hombro. Pero yo no veo ningún pájaro, ni tampoco estoy dispuesta a cortarme una pierna por un estúpido estereotipo-

- Ey! Que yo llevo parche!- Para el caso que le hacían, era mejor que Lavi no abriera la boca.

- Da igual. Te reto a una partida de póker! Nos jugaremos tu derecho a permanecer en el barco y tu reconocimiento como una más de la tripulación.-

- Ya se ha decidido que Allen se quedará con nosotros. Me oís?-

- Reserva saliva. No te hacen ni caso.-

- Pero Yuu, y si las cosas se ponen feas?-

- Veamos cómo se defiende Moyashi-

Allen parecía estar pensando en la oferta de Suman.

- Está bien, acepto. Yo me jugaré vuestra aceptación y vosotros podéis jugaros lo que queráis. Se pueden pedir revanchas, pero hay que apostar algo nuevo vale?- los pocos hombres a los que no le hacía gracia su presencia asintieron.- Vale. El póker era ese juego en el que se hacían tríos y parejas, verdad?-

Las sonrisas maliciosas que adornaron las de los piratas no auguraban nada bueno.

Lavi tenía la sensación de que aquello no iba a acabar bien.

….

….

…..

.

.

Y no se equivocó en lo más mínimo.

- Escalera de color!- anunció una más que sonriente Allen. Por un lado estaba ella, recogiendo sus ganancias. Y, por otro, un grupo de hombres en ropa interior y con gesto aterrorizado. No habían logrado vencer ni una sola mano obligándoles a apostar sus pertenencias para poder seguir jugando. Tardaron unas cuantas partidas en darse cuenta de que Allen les había tomado el pelo y que no se estaban enfrentando precisamente a una novata. Era un auténtico demonio de las cartas!

El resto, los más cautos, se limitaron a observar el juego, asombrados de las habilidades de Allen. Parecía una profesional. Lavi tenía un gesto en la cara similar al de un niño el día antes de Navidad.

Con Allen aquí las cosas se volverían mucho más interesantes.

- Bueno, señores, creo que mi punto ha quedado aclarado. Es tarde y este día ha sido largísimo, así que me voy a dormir. Podéis recuperar vuestras ropas, pero el paquete de cartas me lo quedo, que me gusta. Halé, buenas noches!-

Y sin dirigir la mirada hacía los pobres, humillados y semidesnudos hombres, se retiró a su cama. Llevándose consigo las cartas.

Definitivamente, no iban a volver a aburrirse con ella por allí.