Instinto Maternal

-¿Draco está vivo? ¿Está en el castillo?

La daga no se quita del pecho y de alguna manera sabe que no lo hará hasta que esté segura de que su hijo está bien. El hijo de sus entrañas, al que le cantaba canciones de cuna a escondidas de Lucius, al que sacaba a pasear al parque, al que enseñó la mueca desdeñosa a los Sangre Sucia.

A ese chico de cabellos idénticos a los de Lucius, el hombre que ama –aunque a veces tenga mal carácter- y ojos tan fríos como los suyos. Tan inexpresivos.

Porque puede ser una Malfoy, y antes que nada una Black, pero el instinto maternal ya lo tiene arraigado en el pecho y no se lo quita nadie, ni siquiera su madre. Ni siquiera Lucius. Nadie.

Porque ella fue la que tuvo que aprender a preparar un biberón con leche pura y se quemó las manos delicadas. Ella fue la que estuvo ante los primeros pasos de Draco. La que vio su primera sonrisa ladina y sonrió idénticamente.

Porque ella fue la que le susurraba palabras de consuelo al oído en las noches en que los rayos y los truenos asomaban por las ventanas y formaban sombras que se convertían en monstruos. La que le arropaba y le sonreía tranquilizadoramente. Ella.

Porque Narcissa Black de Malfoy pudo ser una zorra, puede ser una perra, puede haber besado a una hermana y repudiado a la otra, pero el instinto maternal le ha crecido en el pecho y a Draco no lo toca nadie.

Porque es capaz de arañar al mismo Lord Voldemort si con eso Draco está a salvo. Es capaz de gritarle a Dios y patear al diablo si con eso a Draco no le pasa nada. Es capaz de ser amable con un Sangre Sucia si con eso Draco es feliz.

Porque el instinto maternal ya lo tiene, no hay nada que pueda quitárselo. Porque ella es la que ha vivido los veranos felices en la habitación de Draco, leyéndole o insultando a Harry Potter. O esas cosas que hacen las madres y los hijos Sangre Pura. Porque ella es la que le envía las golosinas y le escribe todos los días. Porque ella es la que al recogerlo en la Estación le besa la mejilla y le pregunta si está bien, cómo se siente, qué sucedió de interesante en el colegio. Porque rogó al Señor Oscuro que no lo eligiera a él, que fuera cualquier otro, porque le gritó y se ganó un feroz Crucio.

Porque ella es la que tiene el corazón acelerado y está preguntándole a un vulgar mestizo, su enemigo, si su hijo está bien. Y maldita sea, quiere saberlo ya. Quiere saber si Draco está vivo, si podrá volver a leerle, si podrá jugar con sus nietos, si –al fin- conocerá a una novia oficial. Sólo quiere eso, demonios, no puede ser un pecado.

-Sí.

Y la daga se desentierra con suavidad. La felicidad le llena desde la punta de los pies y sus ojos de acero de repente se vuelven de mercurio. Porque está contenta como una condenada y no le importa si la matan. Sólo quiere que Draco esté bien. Aprieta el pecho del chico de lo aliviada está y a duras penas puede contener una sonrisa.

-¡Está muerto!

Porque ya quiere que la oscuridad se acaba y quiere poder salir a pasear con Draco a cualquier parque, o tomar un helado en el atardecer. Sólo quiere eso.

Se levanta y su figura digna se vuelve inquebrantable. Como si dijera la verdad más grande del mundo.

Todo es culpa del instinto maternal.


Nada, que me leía otra vez el final de DH (puaj, puaj, pero sin epílogo) y, como al principio sale Narcissa pidiendo ayuda por Draco, y luego ella le pregunta a Harry si Draco está vivo, me vino la inspiración.

Revies, please. Es la primera vez que describo una relación madre-hijo XD.

Katherine