A Salvo

Harry estaba sentado al lado de la carpa, con la mano derecha sobre su pecho. Su mirada lucía perdida y si no hubiese sido porque sus dedos trazaban un recorrido sobre su ropa, habría parecido dormido.

"¿Te duele?" le preguntó ella, con voz baja. Últimamente, todo era un mero susurro.

"No, ya no lo siento," le contestó el muchacho, sin voltear la cabeza.

Ella caminó unos pocos pasos hacia él y se sentó a su lado, sintiendo el frío de la noche, que le azotaba la cara con su despreocupado viento. "Cuando todo termine, algún Sanador podrá quitártelo," le comentó, haciendo referencia a la marca que el horcrux había dejado en la piel del muchacho. "Debí quitártelo antes. Lo siento."

Ahora sí, Harry giró un poco la cabeza y la miró a los ojos. "Si no fuera por ti, estaría muerto. Es sólo una cicatriz más, no me molesta."

La muchacha asintió y ambos observaron los árboles nevados, en silencio.

"¿Por qué estás aquí?" inquirió Harry, improvistamente.

Eso la tomó desprevenida y no supo qué decir. "Te prometí que te ayudaría."

"¿No quisiste irte?"

"Sí pero-" Suspiró y contempló la oscuridad, sintiéndose aturdida. "Creo que sí tuve que elegir. Estoy aquí, contigo."

El chico no dijo nada pero ella supo qué era lo que pensaba: extrañaba a Ron tanto como ella pero ambos entendían que era mejor así. Al menos Ron sí estaría fuera de peligro.

"Gracias."

Ella le sonrió, muy levemente.

"Hace frío. ¿Por qué no vas a descansar? Yo vigilaré," musitó el moreno, aferrando la varita de la chica con fuerza, protegiéndola de cualquier amenaza que pudiera llegar a romperla.

"No, está bien, no siento el frío." Con él, no había viento ni miedo. Estaban solos, en el medio de la nada, con una sola varita y podían morir en cualquier momento pero con él se sentía segura, a salvo.