Card Captor Sakura no me pertenece, todos sus personajes le corresponden a Clamp; lo único de esto que me pertenece es la historia.


Apostando al Amor

By

Goddess Aeris

Cuando ella menos lo esperaba, él apareció en su vida para volver su mundo de cabeza… sin saber que el suyo cambiaría también… ¿cómo saber que ibas a terminar perdidamente enamorado de la chica que incluiste en tu propio juego?... S&S

Capítulo 1

"De malos desconocidos, a malos por conocer"

-'Hoy no es mi día'. –pensó una muchacha castaña de brillantes orbes verdes mientras caminaba, a paso ligero, hacia el destino de todas las mañanas.

No. Definitivamente, ese no había sido su día, y eso que apenas lo estaba comenzando. Tendría que cuidarse si quería salir viva de él.

En primer lugar, su despertador había quedado sin batería –y consecuentemente –no sonó. Motivo por el cual, ya estaba definitivamente tarde. Dos horas para ser exactos; pero ahí no terminaba la odisea.

Cuando despertó, le había dado un rápido vistazo al reloj para ver si aún era de madrugada. Y ¡oh! Sorpresa, cuando vio que no sólo ya había pasado la madrugada, sino que ya era una hora más tarde, de la que acostumbraba a levantarse. Ante tal apuro, quiso hacer algo –lo primero era levantarse ¿no? –sí, eso era lo primero que tenía que hacer. Sin embargo, todo parecía volverse en su contra ese día –y no era que estaba paranoica, quizás un poco –porque las sábanas se –

enredaron en sus piernas, haciendo que –ante el acto de querer levantarse a toda velocidad –caiga al suelo como un pez caería en una honda pecera sin agua. Sí, imagínense, así sonó. ¿Doloroso? Pues pregúntenselo a Sakura Kinomoto. Ella tiene la respuesta.

Pero ahí tampoco termina todo. ¿Qué más?

Luego de un 'muy agradable' golpe que casi le quebró las costillas y revolvió todo su cerebro –no sabiendo si cada hemisferio del mismo quedó en su lugar –fue a la ducha para, por lo menos, obtener un baño… relajante. No obstante, como ya lo había mencionado… -emm ¿Cuántas veces ya? –ese no era su día. El edificio entero se había quedado sin agua caliente, teniendo que bañarse con agua fría, casi helada. Eso no sería un problema en verano, pero estaban en otoño; un otoño más frío de lo normal. Y lo más raro de todo esto, era que ella amaba esa época del año.

Con los dientes tiritando, salió de la ducha, y se vistió lo más pulcramente que su tiempo le daba. Se puso una pollera y un saco, ambos de color rosa pálido, haciendo conjunto. No era que fuera coqueta, ni nada que se le parezca, pero trabajar para una empresa de modas, incitaba a que tuviera que ser –por lo menos –algo elegante. De todos modos, su jefa la conocía, y sabía que ella era una mujer sencilla. No le gustaban las extravagancias.

Saliendo de su departamento –que se encontraba en el noveno piso – fue hacia el ascensor. Pero, ¡oh! Casualidad, tampoco funcionaba. ¡Maldito día! Sip, eso era. Y ahora que lo pensaba, no había luces, eso debía ser. No había agua caliente, ni el ascensor funcionaba; algo debió pasarle al regulador de la electricidad.

Cuando terminó de bajar todas las escaleras… todas, era poco decir que su lengua estaba por el piso y casi no podía respirar por los jadeos. Era buena en deportes, pero bajar nueve largas escaleras, corriendo y con tacos es todo un desafío. Si no lo creen así, pues invito a que lo comprueben. Por fin, ya iba a comenzar a salir del edificio, cuando un recuerdo llegó bruscamente a su cabeza…

—"Kero…" –murmuró, para salir corriendo directo a las escaleras y comenzar nuevamente el recorrido pero a la inversa, es decir, subiéndolas.

Así es, había olvidado que su regordete gato, estaba en el balcón –el cual ella se aseguró de cerrar antes de salir –, y tampoco le había dejado nada para comer. Hecho que adjudicaría una venganza gatuna hacia sus pantimedias. La verdad, la venganza felina era algo que nadie quisiera tener que experimentar, en particular, la comunidad femenina.

Finalmente, luego de hacer todo lo que tenía que hacer en su edificio, y de una mirada desaprobatoria de su gato de color miel, salió a la calle, intentando devolver todo el aire a sus pulmones.

El clima era estable, no hacía tanto frío ni tampoco calor. Había llovido toda la noche, y en las calles estaba la evidencia de eso. Era lindo dormir cuando la lluvia caía, claro que mientras uno esté enterado de ello. Ese no era el caso de Sakura, o la señorita Kinomoto, como muchos la llamaban. Si lo hubiese sabido, se hubiera puesto un pantalón –con lo cómodos que eran –pero no, ahí estaba la despistada Sakura con su lindo traje de pollera. Era una pena que el bonito color rosa pálido del vestido quedara veteado por unas –no muy refinadas –manchas de lodo, que habían saltado cuando un auto pasó a toda velocidad.

Sakura ahogó una maldición y siguió en su camino. Ya en su trabajo se cambiaría, no estaba dispuesta a volver a su casa luego de haber caminado un par de cuadras. Lo bueno era que la empresa no quedara tan lejos de su edificio. Después de todo, esa era una zona céntrica… por lo que también así, afectaban las expensas a su billetera…

Haciendo un recuento de toda la odisea de esa mañana –la más grande de su vida –y obviando unas cosas que sucedieron en el camino, bastante vergonzosas como para mencionarlas, al fin había llegado a la dichosa empresa.

Cuando ingresó, varias miradas se posaron en ella. Nunca iba tan poco… glamorosa. Ni tampoco –casi nunca –llegaba tan tarde; podía ser que tuviera problemas para despertarse en las mañanas, pero era muy puntual, a menos que fuera un caso de fuerza mayor. Siguió su camino sin importarle los rostros desencajados de sus colegas y se dirigió a la oficina de su jefa. Iba rápido, no quería que…

—"¡Sakura!" –ahí estaba, eso era lo que no quería que sucediera antes de que pudiera excusarse.

—"Tomoyo". –musitó junto a un suspiro cansado. Ella era su mejor amiga. La gran diseñadora Tomoyo Daidouji que fue justamente la que la metió en el negocio de la moda.

—"¡Pero mira nada más!" –exclamó la morena dándole un vistazo de arriba a abajo, sin dejar que la castaña pudiera decir algo. —"¿Qué te paso?" –comenzó a interrogar. Cuando Tomoyo empezaba a hablar, era muy difícil callarla. Prácticamente imposible. —"Está claro que estás tarde. ¡No te imaginas lo preocupada que estaba! Ya pensaba que algo te había pasado, tú nunca llegas tarde. Bueno, casi nunca. Además…"

—"Tomoyo…" –dijo Sakura, pero no pareció hacer efecto.

—"… ¡Dios! Mírate, parece que te hubiese pasado un camión por encima. Está claro que tengo que arreglarte, no puedes quedarte así todo el día…" –la muchacha de ojos amatistas continuaba sin ver que el seño de su amiga se estaba pronunciando.

—"Tomoyo…" –apuntó la ojiverde en un tono en el que sus emociones estaban a punto de desbordarse.

—"… hay tantas cosas que hacer. Tienes que hacer ese estudio de factibilidad ¿recuerdas? Mis modelos ya casi están listos, sólo debemos saber como son aceptados por los consumidores. Quiero que tú también te los pruebes ¡¡quedarás tan kawaii!! Y…"

—"¡TOMOYO!"

—"¿Qué?" –interrogó la pelinegra con una sonrisa. Ella conocía a su amiga y sabía que ya estaba bien de tanto palabrerío. Sería mejor que primero se tranquilizara antes de que pudiera continuar con sus indagaciones.

Sakura suspiró, por fin su amiga había cerrado su boca. —"Tengo que hablar con la señora Hoshiro. Tengo que disculparme por la tardanza y además mencionarle unas cosas." –le dijo un poco más tranquila. —"¿Podrías separarme algo de ropa para cambiarme?" –la amatista asintió. —"Bien, gracias. En unos minutos estaré en el deposito". –dijo para continuar con su camino.

Al fin se encontraba frente al despacho de su jefa. Estaba desalineada y algo alterada, por lo que suspiró pesadamente para devolver el aire a su organismo –quien se lo llevaría a su cerebro –, y dio unos leves toquecitos a la puerta. Tras escuchar el permiso ingresó.

—"Con permiso, Hoshiro". –dijo al entrar y pararse delante de su jefa. —"En verdad siento mucho la tardanza". –mencionó algo avergonzada haciendo una reverencia.

—"Ay, Sakura, Sakura". –comenzó la mujer. —"No tienes nada de que disculparte. Se de tu compromiso con tu trabajo, y si tardaste es porque algo pasó". –sonrió. —"Tu apariencia lo dice todo". –dijo ampliando su sonrisa.

La joven castaña sabía que su superiora estaba bromeando con ella, pero no por eso, pudo evitar el sonrojo que adornó sus mejillas. Minako Hoshiro, una reconocida y distinguida empresaria en el ámbito de la moda, era una mujer de unos cuarenta y cinco años, con un gran conocimiento. A pesar de la edad, era una mujer hermosa; la típica rubia de bellos ojos azules, pero no juzguen, ¡esta sí tenía cerebro! Lo que significa que las excepciones existen.

Cuando apenas había comenzado a trabajar con ella, Sakura había pensado que era fría y exigente. Pero estaba equivocada. Sí era exigente, siempre buscaba la excelencia, pero no era fría. Muy por el contrario, era una mujer amable y hasta divertida con quienes consideraba personas dignas de confianza. Fue así que tanto ella –, por su inocencia y espontaneidad; –como Tomoyo – por su astucia –eran consideradas las más talentosas y las más cercanas a la jefa. También eran llamadas por algunos de sus envidiosos compañeros de trabajo las 'predilectas' o 'chupa medias'. Pero qué más daba… eran unos envidiosos.

—"Pero de todos modos, llegué tarde y eso no es correcto. Tengo un horario que respetar". –espetó la ojiverde de forma profesional. —"Creo que debería descontarme parte del día".

Hoshiro suspiró para luego fijar sus profundos ojos azules en ella. —"Si no lo hago no estarás tranquila ¿cierto?" –ella asintió. —"Está bien, lo haré…"

—"Gracias Hoshiro". –retribuyó Sakura con una sonrisa.

—"Pero…"

Sakura parpadeó. ¿Por qué siempre tenía que haber un pero?

—"¿Pero?" –cuestionó.

—"¿Reconsideraste lo que te propuse?"

Sakura la miró confundida pero luego entendió. Le estaba preguntando si iba a tomarse las vacaciones que no se tomaba desde hacía ya dos años.

—"No, aún no…" –respondió escuetamente.

—"Tendrás que tomarte las vacaciones correspondientes. Hace dos años que no las disfrutas y se te nota agobiada. Ya es hora de que sepas que el descanso es parte del trabajo". –le dijo con un semblante serio.

La castaña no sabía que decir. Tenía tantas cosas que hacer. No podía tomarse las vacaciones… por lo menos no ahora.

—"Pero…" –intentó explicar.

—"Sin peros Kinomoto". –la cortó su jefa llamándole por su apellido. —"Ya lo decidí. Es una orden que te estoy informando. Necesito una empleada completa y con mente abierta". –al ver que estaba por protestar, continuó. —"Está decidido y no se discutirá más".

La joven suspiró y asintió resignada. —"Está bien, pero Tomoyo querrá asesinarme". –suspiró. —"Ella contaba conmigo para promocionar sus nuevos diseños".

—"Tomoyo sobrevivirá". –refutó la mujer. —"Al contrario, coincidirá con mi decisión".

—"Bien. ¿Cuándo comienzan estas vacaciones?" –preguntó.

—"Ahora mismo". –dijo ante la mirada perpleja de la joven. —"Se que no podrás veranear en la playa por la estación en la que estamos". –sonrío triunfante. —"Pero vacaciones son vacaciones".

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—"¡Hey hermano!" –exclamó un muchacho de ojos índigos, precedidos por unas delicadas gafas. —"¿Es esa la nueva moda?" –cuestionó, señalando los manchones de salsa que se podían ver en la camisa del joven de cabellos castaños.

—"Ya cállate Eriol" –dijo el muchacho de ojos ámbar. —"Hoy no estoy para bromas".

—"Te ves fatal". –Señaló su amigo con rostro serio, pero sin abandonar su tono jocoso. — "Tuviste una mala noche, eh"- bromeó.

—"Ni que lo digas".

—"¿Pero que fue lo que te sucedió?"

El joven con rebelde cabellera castaña bufó. —"Harumi se está volviendo cada vez más exigente y ni siquiera sabe limpiar una estúpida camisa de manera correcta".

Eriol Hiragizawa no contuvo la carcajada. Su amigo siempre tenía algo por lo que quejarse, pero no hacía nada para cambiarlo.

—"Si no sirve para limpiar, no se para que la contrataste". –señaló.

El castaño lo miró incrédulo. –"¿Qué? ¿Acaso no viste esos pechos?" –increpó, haciendo que el joven de ojos zafiros clavara su vista en él. —"No se lo que te hicieron, pero estás mal, muy mal".

—"No, Shaoran. No soy yo el que está mal". –refutó con una enigmática sonrisa.

—"Deja de decir estupideces. Cada vez te conozco menos". –le dijo pasando una mano por su desordenado cabello. —"¿Qué pasó con el Eriol que no pasaba ni una noche sin tirarse encima de una buena mujer con tentadores pechos? ¿Eh?" –cuestionó con una maliciosa sonrisa.

Eriol sólo sonrió con un brillo muy particular en los ojos –que el castaño no pudo descifrar –y negó con la cabeza.

—"Esos días se acabaron, amigo. Y creo que tú también deberías tratar de sentar cabeza".

Un momento. ¿Dónde habían metido al verdadero Eriol Hiragizawa?

El castaño lo miró como sólo se miraría a una cucaracha siamesa y negó bruscamente con la cabeza. No tenía sentido seguir con ese tema. ¿Para qué tener una sola mujer si se podían tener a todas a tus pies sin ninguna clase de compromiso? ¿Para qué querer volverse un estúpido que se pasa el tiempo en las nubes pensando en 'su caramelito' o 'su conejita'?

Nah, eso no estaba hecho para el gran Shaoran Li. Y así lo pensaba sobre Eriol, pero evidentemente estaba equivocado. Desde que conoció a Eriol en la universidad –cuando tenía dieciocho –, y hasta sus actuales veinticuatro años, él había sido todo un rompe corazones, siempre con una chica distinta; y si por algún hecho sobrenatural llegaba a meterse con alguna en una especie de 'noviazgo' –éste mismo –no duraba más de una semana, o dos como mucho.

Pero ahora era diferente. Llevaba meses con la misma chica. No le era infiel. Siempre andaba con una sonrisa de oreja a oreja y con un brillo especial en sus ojos azules. Ese no era el Eriol que había conocido. Este Eriol estaba perdido… estaba ¿feliz? Puede ser… pero por sobre todas las cosas… él estaba… estaba… enamorado.

—"¿Qué? ¿Te comieron la lengua los ratones?" –se mofó el pelinegro. —"¿O quizás alguna de tus tantas amigas?"

El castaño lo miró levantando una ceja. Claro, ahora eran 'sus' amigas.

Era mejor cambiar de tema. No quería meterse en esos terrenos –que eran justamente –en los que había perdido a su mejor amigo.

Shaoran dio un largo suspiro.

—"Mejor cállate de una vez. De todos modos, tengo que encontrar a una nueva empleada para la limpieza. Ya me cansé de Harumi, ni que fuera tan buena en eso".

—"¿Otra más? ¿Cuántas van? ¿Siete? ¿Ocho? Siempre lo haces, Shaoran". –le recriminó sin apartar su sonrisa, sabía que su amigo le cambiaría el tema de esa forma cuando reconocía que tenía las de perder.

—"Es que al principio parecen tan… entregadas". –le dijo soltando un suspiro. —"Pero luego, sólo saben actuar bien en la cama y no son capaces de distinguir, siquiera entre un detergente de vajilla y un jabón para lavar la ropa". –expresó frustrado.

—"Entonces simplemente contrata a alguien competente". –recomendó el moreno.

—"Sí, las únicas competentes son señoras de no menos de cuarenta años con unas muy pronunciadas curvas, pero con la particularidad que esas curvas son hacia afuera".

Eriol rió. —"No puedes pedirlo todo, mi querido amigo. A veces lo bueno no está envuelto en papel de seda".

Shaoran no pudo evitar rodar los ojos. ¿Por qué siempre hablaba en esa forma misteriosa y desesperante?

—"Tú y tus benditas frases baratas". –bufó. —"¿No puedes decir algo mejor? ¿O recomendarme una mujer caliente y que tenga algo de materia gris en el cacahuate de lo que llaman cerebro?"

Eriol lo ignoró. —"No siempre puedes tener todo lo que quieres". –continuó. —"¿Qué tan duro golpearía a tu ego que alguien te rechace?"

—"Nadie me rechaza".

—"No lo sabes. No a todas las mujeres les gusta que jueguen con ellas. Hay algunas que tienen materia gris en el cacahuate que llaman cerebro".

—"¿Cuántas?" –rebatió el joven de ojos miel, incrédulo. —"Sólo una en un millón. Pero de todos modos, también caería".

—"No te confíes tanto, Shaoran. No te confíes tanto".

Shaoran bufó mientras su amigo reía divertido y continuaba con su charla, que para el ambarino no eran más que habladurías.

—"Cuando te enamores no sabrás como actuar. Parecerás un estúpido adolescente en su primera cita. Créeme, para ti soy la voz de la experiencia en esto".

Shaoran lo miró intensamente. —"Esas tonterías no son para mi. Y ya deja esto porque me estoy cansando".

—"Algún día te enamorarás y ahí te tendré a mis pies". –le dijo obteniendo una mirada asesina del que era su jefe y conductor de las empresas Li. —"Está bien. Avanzaré mi análisis psicológico de a poco". –dijo mientras veía a su amigo resoplar. —"Pero como ya te lo dije, siempre puedes preguntarme lo que necesites".

—"Sí, sí, lo que digas". –accedió el castaño. Era una causa perdida intentar contradecir a su amigo. —"¿A qué hora es la reunión con los accionistas?"

El ojiazul verificó su reloj. —"A las 11: 30. Más precisamente, dentro de media hora".

—"Bien".

—"¿Trajiste los proyectos que habíamos organizado?"

—"¡Mierda! Con todo el problema de pretender hallar una camisa limpia los olvidé". –dijo Shaoran parándose bruscamente de su escritorio. —"Iré a buscarlos. No creo tardar más de esa media hora. Si no llego, excúsame y comiencen sin mi".

—"Sí señor". –dijo Eriol, fingiendo un tono solemne. —"Pero ve con cuidado".

Shaoran negó con la cabeza en desaprobación.

—"Sí… abuelo".

O-o-O-o-O-o-O-o-O-o-O-o-O-o-O-o-O-o-O

Después de ir a su edificio a toda velocidad –sin tomar en cuanta las recomendaciones de 'papá Eriol' -, pasando unos cuantos semáforos en rojo y obteniendo uno que otro grito de los demás conductores, llegó para tomar sus papeles. De paso se ocupó de otros asuntos no tan importantes, dícese, despedir a la 'chica de la limpieza' que ya le había aburrido, ganándose junto con unos berrinches una buena bofetada en la mejilla izquierda.

-'Quizás me la merecía' –pensó, ya que después de todo, sus métodos no eran nada caballerescos.

Al haber tomado todas las carpetas e informes que había olvidado, emprendió el camino de regreso. Estaba apurado, tenía sólo diez minutos para regresar de forma elegante si quería llegar a la reunión antes de que ésta comenzara para no pasar un bochorno. Había pensado en comprar una camisa nueva, pero no tendría tiempo; ya se le ocurriría algo para pasar desapercibido con los estirados accionistas.

Estaba por acelerar, no podía esperar que el semáforo cambiara. No había peatones en ningún sitio, así que decidió que era lo mejor. Pero lo que no vio, fue que una muchacha castaña comenzaba a cruzar la calle –al parecer –perdida en sus pensamientos.

Ambos castaños cruzaron miradas a través del vidrio delantero del deportivo negro. Una era de sorpresa mientras que la otra, la mezclaba con el horror.

Shaoran apenas tuvo tiempo de pisar el freno –por suerte tenía rápidos reflejos –, y pudo parar a tiempo antes de embestir a una muy asustada castaña.

Él bajó apresuradamente de su auto, dando pasos torpes y caminando hacia la chica que yacía estática. Habría jurado que no la golpeó, pero ahora que la chica no emitía ningún sonido ni hacía movimiento alguno se estaba asustando.

—"¿Estás bien?" –preguntó con evidente preocupación.

Al fin la joven reaccionó y lo miró. Unos grandes orbes verdes se encontraron con las pupilas ámbar del muchacho.

—"¿Estás bien?" –Volvió a preguntar, haciendo, finalmente, que la castaña reaccionara para reemplazar su expresión de asombro por un seño fruncido, una facción muy extraña en su rostro.

—"¡¿Que si estoy bien?!" –exclamó ella. —"¡Casi me matas!"

El castaño suspiró. La chica estaba lo suficientemente sana como para gritarle.

—"Pero no lo hice ¿cierto?". –dijo encogiéndose de hombros, restándole importancia.

—"¡¿Qué?! ¡Dios! ¡Esto es inaudito! ¿Qué clase de persona eres?" –explotó. —"¡Casi me matas y hablas como si no fuera importante!"

—"Yo no dije que no era importante". –contestó dándole un vistazo para luego sonreír ladinamente. —"Créeme, hubiese sido todo un desperdicio".

Ella lo miró confundida, pero luego de un instante, su rostro se volvió rojo –tanto de la vergüenza como de la furia.

—"Eres un…" –comenzó a decir, pero no pudo continuar porque el joven la tomó de un brazo y la arrastró hasta el cordón, ante la mirada intrigada y furiosa de la ojiverde.

—"Estábamos en medio de la calle y no me gustaría armar un teatrito". –se explicó. —"Bien, puedes continuar con lo que ibas a decir". –dijo comiéndosela con los ojos.

La chica era bonita. De cabello castaño hasta los hombros y ojos verdes. Su cuerpo era… era… tentador para cualquier hombre. Pero lo que desencajaba era que el traje color rosa que usaba, estaba todo manchado de lodo que ya se estaba secando. Lo que le recordaba a la chica de la mañana.

Un momento… ¡ella era la chica que había ensuciado con su auto en la mañana, hacía unas horas! Claro, él nunca olvidaba una cara bonita, pero estaba tan apurado antes que no le dio tiempo a pedirle… unas disculpas.

—"Olvídalo". –musitó la chica con un suspiro cansado. —"No vale la pena perder el tiempo. Tengo que irme".

No, no, no. Esperen. ¿Ella no se le insinuó? ¿No le pidió algo para compensar el gran delito que iba a cometer? ¿No lo miró como queriendo desnudarlo con los ojos?

—"¡Espera! Yo quiero… quiero remediar lo que hice".

—"No hay nada que remediar. No hiciste nada ¿cierto?" –contestó con un evidente tono sarcástico.

Él sonrió. Esto sería interesante. —"Bueno, puedo compensarte con… otras cosas". –musitó lo último en un tono tan sexy que haría a cualquier mujer derretirse ante sus pies.

Sakura lo miró dubitativa, pero luego negó con la cabeza. —"No quiero nada. Si piensas compensarlo con dinero, puedes guardártelo. No me interesa".

¿Dinero? ¿Quién dijo algo de dinero?

—"¿Eh?" –ahora era él, quien estaba confundido.

—"Lo único que hubiese aceptado, sería una disculpa; pero al parecer, tú no sabes darlas". –volvió a hablar ella tajantemente para luego girarse y seguir con su camino.

Él estaba más que confundido. ¿Es que no lo había entendido? Bueno, no lo dijo tan directamente, pero todo el mundo se da cuenta cuando se le insinúa otra cosa. ¿Ella se hizo la que no entendió?

Era extraño, tampoco parecía como que se hubiese hecho a la difícil. Había hablado tan sincera. Pero…

Wow, éste era un caso para recordar. Y no uno que precisamente le suba el ego. Sería mejor olvidarlo, ya se conseguiría algo mejor.

Y ahora recordaba… ¡Estaba tarde!

Rápidamente fue hacia su coche que había quedado en medio de la calle y se metió. Ahora sí que llegaría tarde. La reunión ya tendría que haber comenzado hacía cinco minutos y él estaba a más de diez antes de llegar a la corporación. Oh, sí tendría que buscar una muy buena excusa, no sólo por su camisa, sino también por el retraso.

Pero a pesar de que una importantísima junta lo esperaba para el cierre de un contrato billonario –por no decir trillonario –él no podía quitarse a esa chica de la cabeza. Lo había rechazado. Lo había rechazado a él. No con esas palabras, pero sí lo había hecho.

Ahí iba un certero golpe hacia su orgullo. Daba gracias a que el mismo aún no esté K.O. sino el próximo sería el ego.

Sonrió, era una sonrisa un tanto retorcida y extraña. Esta chica parecía todo un desafío. Lástima que no volvería a verla.

—"No importan lo que digan, Shaoran Li es Shaoran Li".

Y con decir tan sólo esa frase, era suficiente para convencerse de que a él… nadie, absolutamente nadie, se le resistía.

Simplemente por ser él.

Sin saber que algún día, podría caer como el mayor idiota de todos…

Como sólo caería un hombre enamorado...


Notas de autora:

¡Hola de nuevo! Bien, como les dije en mi otra historia, ya tenía varias otras en la cabeza. Esta es una –que por cierto la haré en tercera persona –que en particular me gusta mucho n.n espero que me quede como la tengo planeada en mi cabeza. El final del capítulo no era este en realidad, pero si lo hacía como quería hacerlo iba a quedar demasiado largo y podría serles pesado. Es mejor que siga en el próximo.

Como ven, tenemos a una Sakura adulta, que sigue conservando algo de ingenuidad y a un Shaoran también adulto bastante arrogante ¿no lo creen? ¡Pero igual de bello y sexy!

En este capítulo, a pesar de enfocarme en ambas partes, la que tiene mayor importancia es de la Shaoran, como se ve, él es bastante creído (¿y como no serlo con lo mono que es?) y no cree en que él podría enamorarse. No es que no crea en el amor, sino que no lo ajusta a él; no se vería en una situación así. ¿Ustedes qué creen? ¿Seguirá pensando eso luego de que…? Ejem, mejor me callo XD

Bueno, no me queda más que decir que espero que les guste esta nueva historia. Y agradecería que me dejaran sus reviews, son de gran importancia para mi.

También agradezco a quienes me dejaron comentarios en mi otra historia, esos los responderé en el próximo capi al igual que los reviews que me encantaría recibir en esta n.n.

¡Nos vemos! :D