Disclaimer: La serie Twilight/Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer.


Shooting Star

Me ayudé con ambas manos y cerré de golpe la ventana. Entonces me invadió la extraña sensación de haber pasado por esto antes. Algo me decía que esa noche había cerrado la ventana. ¿Por qué estaba abierta?

Me di vuelta sobre mis talones, pegando mi cuerpo contra el frío cristal de la ventana al ver la esquina de mi habitación.

Allí, sentado sobre la vieja mecedora estaba Edward.

Apenas podía verlo, pero era él, de eso no tenia duda alguna. Era el mismo rostro que había visto debajo del agua. Solo que esta vez se veía mas perfecto. Quizás era por que había escuchado su maravillosa voz esta tarde, o quizás las alucinaciones comenzaban a parecerme demasiado reales, pero le veía más perfecto que nunca. Hasta podría jurar que Edward realmente estaba allí.

Permanecía inmóvil en la mecedora, con sus manos apoyadas sobre los apoyabrazos, como si estuviera a punto de levantarse –pero no lo hacia- sus ojos negros estaban fijos en mi, y las sombras violáceas debajo de sus ojos me indicaban que no estaba bien alimentado. Esto se estaba saliendo de mi control. Se suponía que las alucinaciones solo venían cuando estaba a punto de hacer algo estúpido, no en cualquier momento.

Sacudí mi cabeza mientras sonreía. –Charlie va a internarme- hablé con migo misma en voz alta, al mismo tiempo que llevaba mis manos a frotar mis ojos para borrar aquella visión. Me sorprendió verle aun allí, ahora su ceño estaba fruncido y sus ojos llenos de confusión. –Por favor vete- le pedí a su imagen. Mi imaginativo Edward se estremeció al escuchar mi petición, pero se puso de pie y caminó hacia la ventana.

-¡No! Espera.- le pedí alzando mi mano hacia él, no me atreví a tocarlo. Edward se quedó con su mano extendida en el marco de la ventana. No quería que desapareciera…pero tampoco quería terminar en una celda con un chaleco de fuerza. -¡Dios mírame! ¿Qué hago hablando contigo? Si Charlie se llega a despertar…Dios…creerá lo que es…que he perdido completamente la cordura.- me reí ante la ironía de ello. Quizás había enloquecido, ¡Pero que bien se estaba así!

Edward frunció su ceño, -Lamento haber venido. Se que no debí- suspiré resignada. No quería que se fuera. Esta vez la alucinación era perfecta; su rostro, sus movimientos, su voz…hasta el brillo de sus ojos.

-No importa. Se que en un momento te iras. Por lo general no duras más de un minuto.

-¿De que hablas, Bella?- preguntó acercándose a mi. Me alejé de el como si ambos fuéramos imanes con la misma carga magnética, y me dejé caer sobre el colchón de mi cama.

-Eres una alucinación…nunca te quedas todo el tiempo que me gustaría.- le dije abrazando mis piernas contra mi pecho. Edward dejó caer sus hombros y se arrodilló frente a mí.

-Bella. Estoy aquí.

-Entonces aun sigo dormida- puntualicé. Hubiera comprobado aquello fácilmente, bastaba con pellizcarme el brazo y todo acabaría…pero no deseaba tal cosa. Si era un sueño prefería que durase todo el tiempo que pudiera.

-Bella- Edward sacudió su cabeza –No es un sueño…y definitivamente no soy una alucinación.- su mano se alzó y rozó suavemente las mías. Mi cabeza comenzó a dar vueltas ante la realización.

Las alucinaciones solo eran eso, producto de mi imaginación. Si trataba de alcanzarlas o tocarlas de desvanecían. Los sueños no eran tan reales y por lo general Edward no tenia sus ojos negros y las ojeras violáceas, siempre estaba mejor alimentado.

-¿Entonces estas aquí?- me aventuré a preguntar. Edward asintió con su cabeza, y yo escondí la mía entre las manos al sentir que mis ojos se humedecían. Edward había vuelto. -¿Por qué?- Sentí el colchón hundirse a mi lado, y sus pétreos brazos me rodearon, acomodándome contra su pecho.

-Bella, no llores.- inspiré profundamente entre los sollozos. Podía notar como mi corazón latía alocadamente, haciendo que la sangre fluyera caliente y rápida por mi cuerpo. –Lo siento, lamento haber roto la promesa, pero no podía soportar mas estar lejos de ti.

-¿Por qué? Dijiste…dijiste que no…no me amabas- sollocé con mas fuerza hundiendo mi rostro en su duro pecho. Edward se separó de mí y apoyó ambas manos a los costados de mi rostro, alzándolo a la altura del suyo.

-Oh Bella- susurró presionando sus fríos labios contra mi frente. Cerré los ojos con más fuerza, aquel suave roce…creí no volverlo a sentir jamás. –No sabes lo difícil que me ha sido estar lejos de ti. Ha dolido demasiado.- me dijo cerrando sus ojos como si quisiera borrar algún recuerdo.

-No…no entiendo- la cabeza me daba vueltas mientras trataba de buscarle lógica a sus palabras.

-Bella, lo siento. Lamento tanto lo que hice. Mentí al decir que no te amaba y que no me convenías. Tuve que hacerlo.- me quedé helada entre sus manos, la herida de mi cuerpo tembló y ahogué un quejido de dolor.

-O sea que…en el bosque…aquello que me dijiste--

-Nada fue verdad, Bella. Quise darte la oportunidad de hacer una vida en la que yo no estuviera…pero ya ves, no soy bueno para cumplir esa clase de promesas. Soy bastante egoísta.

-Pero…sonaste tan sincero.

-Tuve que hacerlo. Pero me dolió que lo aceptaras tan fácilmente. Creí que te darías cuenta que mentía. Lamento haberte echo eso Bella, lamento todo lo que sufriste, lamento tanto haberte dejado sola. Alice me ha contado todo, por lo que vi mi partida no trajo nada bueno. Deportes extremos- me dio una mirada de desaprobación –hombres lobo recién iniciados…y ni que hablar de Victoria.

Yo seguía petrificada, a pesar de las pocas frases que podría murmurar, pero ni siquiera pensaba coherentemente. ¿Edward me amaba? ¿Cómo era posible? Sacudí mi cabeza mientras las lágrimas seguían cayendo de mi rostro. Me sentía mareada y me costaba mantenerme concentrada. Las palabras de aquella charla en el bosque seguían dando vueltas por mi cabeza.

¿Tú…no…me quieres?

No.

No me convienes, Bella.

Te garantizo que no volverás a verme. No regresaré ni volveré a hacerte pasar por todo esto. Podrás retomar tu vida sin que yo interfiera para nada. Será como si nunca hubiese existido.

Aquella tarde todo había terminado. El amor, la vida, todo había terminado. Y ahora Edward estaba sosteniéndome entre sus brazos, insinuando que lo que había dicho no habían sido mas que mentiras.

-Debo de seguir dormida.- dije suspirando suavemente, tratando de tranquilizarme.

-Bella, para ya con esto. Estoy aquí. Y te amo. Siempre lo hice y siempre lo haré. El tiempo que pase lejos de ti fue una eterna agonía. Cada pensamiento de cada segundo fue de ti, de tus gestos, de tu aroma, de tu calor…Bella, eres mi mundo. No puedo estar sin ti.

Volví a sacudir la cabeza. Definitivamente se me habían aflojado varios tornillos. -¿No te iras?

-No- dijo soltando mi rostro. Edward se inclinó y apoyo su oído contra mi pecho. –No puedo estar sin ti. Solo te dejé por que tenía la esperanza de que pudieras seguir con tu vida humana…sin exponerte a los peligros de mi mundo. Creí que dejarte seria lo mejor.

-¿Qué pasa si mañana recapacitas? ¿O si Jasper o algún otro vampiro trata de atacarme en el futuro?- Edward se endureció, y yo cerré mis ojos no queriendo recordar aquellos días.

-Bella, no soy tan fuerte como crees. Iba a volver, tarde o temprano. La llamada de Rosalie y escuchar tu voz en el teléfono solo aceleraron las cosas. Pasaba la mayor parte del tiempo –cuando no cazaba- aovillado en algún rincón, con mis ojos cerrados recordándote a ti y los momentos que vivimos juntos. – se incorporó en la cama, tomando mis manos entre las suyas. –Bella…no se con exactitud que fue de tu vida en estos meses…se que te hice daño, mucho…muchísimo…pero te pido…te ruego que me aceptes de vuelta en tu vida. No puede estar sin ti…no lo consigo.

-Por favor…habla en serio.

-Lo hago, si quieres me arrodillo, me arrastro hasta tus pies…pero tómame de vuelta.

-Yo…

-¿Acaso ya es demasiado tarde? No me extrañaría, te he hecho demasiado daño. ¿Seguiste con tu vida? Solo dímelo, no temas herir mis sentimientos, pero quiero saberlo…así se si debo marchar o--

No le dejé continuar. Me arrojé hacia él, interrumpiendo con mis labios sus palabras. Edward se quedó inmóvil unos segundos, pero luego sentí sus manos atraerme hacia él por la cintura, acomodándome en su regazo. Sus labios comenzaron a moverse sobre los míos sin cuidado alguno, esta vez no era un beso cuidadoso como los recordaba. En un inesperado movimiento de su parte me vi recostada sobre el colchón, con su cuerpo presionado contra cada curva del mío –aunque bien sabia que de alguna forma evitaba que sintiera todo su peso- comencé a sentirme mareada y Edward aparto sus labios de mí, dejándome respirar.

-Te amo Bella.- abrí mi boca para decirle que yo nunca había dejado de amarlo, pero entonces me dio un fugaz beso. – ¿Sabes en que pensaba la mayoría de las noches?- sacudí mi cabeza. –Pensaba en ti…las noches estrelladas eran mis preferidas, por que podía sentirte mas cerca. Solía pensarte como la luna. Pero luego me di cuenta de que en realidad no eres ni la luna ni una brillante estrella.- Le fruncí el ceño. Edward se movió de encima de mí y se acomodó a mi lado en la cama, tumbándose boca arriba. Me acoplé a él, descansando mi cabeza sobre su hombro.

-Eres una hermosa estrella fugaz. Un evento inusual que todo el mundo se detiene a admirar, pero tristemente solo dura un instante. Si parpadeas te lo pierdes. Mis ojos se quedaron ciegos con tu brillante luz, después de ti las pequeñas cosas no tenían sentido. Me has dejado completamente atado a tu amor, Bella. Sin ti el mundo es un lugar demasiado oscuro.

Me removí mas cerca de el, escuchando y disfrutando de sus dulces palabra. Todo parecia ser mentira. No podria creer que Edward hubiera vuelto. Sin embargo estaba entre mis brazos, y le habia besado como nunca antes lo hice.

-Yo soy una estrella.- afirmó.

-Definitivamente eres el Lucero.

Edward me besó la cabeza mientras escondía una sonrisa. –La que más te guste. El punto es que yo siempre estaré allí brillando por toda la eternidad. Una patética y solitaria existencia.

-Sabes que yo quiero ser una estrella también. Y juntos…podremos convertirnos en una aun mas brillante. iluminando los cielos por los siglos de los siglos.- Edward se sonrió, pero luego sus ojos se fijaron en mí.

-Bella...

-Por favor Edward, no me vengas con eso nuevamente...no otra vez con la idea de condenar o no mi alma.- Edward no me contestó. Sabía que estaba pensando en ello. Entonces molesta me puse de pie y fui hacia el armario. Tomé mi campera polar y comencé a buscar mis botas.

-¿Que haces?

-Me visto- le espeté

-¿Puedo saber para que?

-Iré a tu casa. Voy a someter a votación el tema de mi transformación.

--

Espero que les haya gustado. Se que el final es súper abierto, pero me gustaría que si quieren preguntarse que pudo haber sucedido después recuerden Luna Nueva...mi punto principal era imaginar que habría sucedido si Bella atendía el teléfono...una de los tantos '¿Y si...?' que tengo en mi mente. El próximo será mas largo...y he de decirles que cambiare por completo el curso de la historia, pero aun debo terminar los fic y sus secuelas...pro la idea esta procesándose. Es solo que los libros han dejado puntos en los cuales me he preguntado que hubiera sucedido si...En fin.

¡¡Nos leeremos!!

Gise

PD: Mi otro '¿Y si? Esta en proceso… pueden buscarlo en mi perfil bajo el nombre de 'The Sweetest Sin' ¡¡prometo que les va a gustar!!