Capítulo 16. Domingo en La Madriguera

Cuando ya llevaban más de dos semanas en la Guarida, Harry fue en busca de Jessica para encargarle que rellenara unos informes, mientras él inspeccionaba el asunto del giratiempo. Esperaba que no se hubiera ido muy lejos y poderla alcanzar antes de que llegara al punto preparado para las desapariciones.

Cuando al fin pude distinguirla desde la distancia, estaba acompañada. Era Sirius su acompañante, estaban agarrados de las manos. Y entonces se besaron.

Harry se quedó helado, cuando al fin reaccionó decidió no decir nada y marcharse de allí. La pareja no se dio cuenta de que los habían visto.


Harry dejó pasar varios días desde que vio juntos a Sirius y a Jessica. Las discusiones entre ambos habían disminuido notable y agradablemente para todos. Después de tantos años juntos, Ginny sabía cuando Harry tenía algo en la cabeza rondándole. Una de aquellas noches, Harry notó la mirada interrogativa de su esposa y preguntó:

-¿Qué ocurre querida?

-¿Qué te preocupa?- le preguntó mientras se arrimaba a su esposo, y este le pasaba un brazo por su hombro para permitirle apoyar la cabeza sobre su pecho.

-El otro día vi algo. –Harry tenía la mirada pérdida en sus pensamientos, como obligaría a volver a Sirius ahora que estaba con Jessica. Al fin decidió que su esposa podría aconsejarle que hacer a continuación – Cuando fui a buscar a Jessica hace unos días, ...- Ginny miraba expectante- la vi besándose con Sirius.

El asombro de Ginny hizo que esta se incorporara y levantara las cejas al mismo tiempo. Cuando asimilo aquello, comenzó a sonreír, Harry se animó al ver aquella sonrisa angelical. Estuvieron varios minutos riendo hasta que Harry le contó lo que le preocupaba de todo aquello; el hecho de que Sirius encontrara el amor por fin durante su viaje al futuro, sabía que se lo merecía y se alegraba por él y también por Jessica, pero no quería que cuando tuviera que volver a su tiempo para morir a los dos días se negara a hacerlo, y por lo tanto algo en el curso de la historia pudiera ser cambiado para mal. Ginny le aconsejo que no se adelantará y que antes hablará con su padrino.

Pronto se acomodaron acurrucados y se quedaron plácidamente dormidos.


Al día siguiente, aprovechando que era fin de semana, Harry decidió buscar el momento para hablar con Sirius a solas, sospechaba que aun sus padres , Remus y Tonks no sabían nada, de lo contrario se lo habrían contado. Se levantó en silencio para no despertar a Ginny, se vistió y salió al pasillo en dirección a la habitación donde dormía Sirius, cuando abrió la puerta vió que la cama de Sirius estaba vacía. Decidió bajar a desayunar, pero cuando se acercó a la puerta escucho voces en la cocina.

-¿Estás seguro Sirius?-la dulce voz de su madre, Lily, le llegó hasta el salón.

-Sí. –respondió Sirius, su voz sonó con convicción.

-¿Qué ocurrirá cuando te marches?

-Eso es lo único que enturbia todo. Pero, ¿acaso no me merezco una oportunidad de ser feliz?

"Por supuesto" pensó Harry.

-No digo que no te lo merezcas. Sólo que si de verdad la amas tanto, ¿has pensado que le pasará cuando os separéis?

- Lo sé, lo sé... Todos estos días le he dado muchas vueltas, pero no he podido evitarlo. ¿Cómo obligas a tu corazón a que no se enamore?

-Sirius... –susurró Lily en voz muy baja.

Harry había decidido no interrumpir, había escuchado suficiente como para tranquilizarse, había averiguado lo que quería saber, Sirius tenía todavía los pies sobre la tierra y también había tenido en cuenta las consecuencias de su tener una relación con Jessica. Cuando fue a darse media vuelta para volver al piso de arriba, se encontró con su padre a los pies de la escalera.

-Buenos días.- saludó James con una sonrisa.

Harry escuchó sonidos procedentes de la cocina por lo que supuso, que habían escuchado a su padre.

-Buenos días, papá.-aún le resultaba raro mencionar esa palabra, por un instante pensó que prefería que se fuera antes que se acostumbraran a ella, por que cuando la dejara de pronunciar le dolería mas.

-¡Qué temprano te levantas! ¿Algo planeado para hoy?

-Iremos a almorzar a La Madriguera, creo que estarán todos allí hoy.

-¿Desayunamos?

-Por supuesto.

Ambos pasaron a la cocina. Lily y Sirius ya se encontraban desayunando, al entrar James le dio un breve beso en los labios a su esposa, y saludó a Sirius. Durante el desayuno Harry no quitó ojo a Sirius, cosa que a Sirius comenzó a incomodarle.

Pronto el resto de la casa se despertó y comenzó el habitual movimiento de los domingos en el que se preparaban para ir a La Madriguera. Después de un rato, consiguieron al fin que la pequeña Lily se pusiera el vestido que su abuela Molly le había comprado y se pusieron en marcha.

En La Madriguera ya se encontraban Ron y Hermione con sus hijos, Bill y Fleur y sus hijas, Percy y su familia, y los Lupin junto con la señora Tonks. Después de un fuerte abrazo de la señora Weasley a todos los recién llegados, les dijo que aun esperaban a George y Angelina. Una vez liberados del abrazo de la señora Weasley, el resto de la casa fue a saludar.

Pronto, los que faltaron llegaron a la casa y el día transcurrió como normalmente lo hacía, el sol brillaba en el horizonte, aportando calidez a su alrededor, los niños jugaban y corrían de un lado al otro por todo el jardín. Todo era increíblemente normal, sino fuera porque todos sabían que había entre ellos un grupo de personas que no les tocaba estar allí, la preocupación por si estaban cambiando algo en el curso de la historia y la alegría por tenerles allí inundaban el ambiente.

Antes de que todos se sentaran a la mesa, Harry consiguió un momento a solas con su madre, mientras los demás iban de acá para allá llevando cosas al jardín donde comerían. Y le contó que los oyó esa mañana en la cocina.

-Me preocupan ambos, a Jessica le costó superar lo de su familia, y Sirius tendrá que marcharse. No sé si ella será capaz de volver a superar algo así, y ¿de verdad crees que Sirius volverá a su tiempo?- expresó Harry su preocupación por la situación a su madre.

-No puedo hablar por Jessica, pero sé Sirius volverá cuando tengamos que hacerlo, hijo.

Ambos se quedaron mirando a Sirius que en esos momentos tenía a un grupo numeroso de los niños sentados en las escaleras, como si estuvieran en un teatro, mirándole asombrados mientras le contaba una de sus aventuras. Ambos sonrieron al ver la situación. Al cabo de unos minutos tras los cuales se habían quedado observando a Canuto, James se acercó masticando algo.

-¿Ya estás moviendo el bigote?-le preguntó su esposa con una sonrisa.

-Nob...pubde evitablo... la señoba Wealey... me bo metió en ba boca.-dijo como pudó James mientras masticaba y Harry y Lily reían como locos.

-¿Qué os tramáis? –les preguntó James, cuando al fin consiguió tragar.

Madre e hijo se miraron cómplices, pero sin mediar palabra, simplemente ambos sonrieron a James con picardía. Antes de que James pudiera replicar, Molly Weasley había salido de la cocina gritando:

-¡A comer!

Todos se dirigieron al jardín sin dudar un segundo, James siguió a su esposa y a Harry, mientras les miraba con curiosidad.

Pronto todos estuvieron sentados a la mesa, comiendo, hablando y riendo. Antes de que acabarán de comer todos vieron a una figura ir andando hasta ellos. Pronto pudieron reconocer a Jessica. Entonces James observó a Sirius, sonreía muy empalagosamente y miraba con un brillo en los ojos poco acostumbrado en él, Remus y él se miraron, y ambos volvieron a observar a su amigo. También observó la preocupación en la mirada de su esposa y de su hijo, no necesitó nada más para saber lo que Canuto sentía por aquella mujer que caminaba tan despacio hacia todos ellos.

Cuando al fin alcanzó la mesa todos la saludaron , y por supuesto le ofrecieron un asiento. Sirius fue el primero en levantarse para hacerle un hueco a su lado. Cuando fue a sentarse estaba tan distraído observándola a ella, que no se dio cuenta de que él era observado por más de una persona sentado a aquella mesa. Debido a su distracción tampoco se dio cuenta de que la piedra que cogió del bosque prohibido y que guardaba siempre en su bolsillo como amuleto desde entonces se le había caído al suelo.

La pequeña Lily estaba correteando alrededor de la mesa y vio la piedra en el suelo.

-¡Qué bonita!¡Mira papá que bonita!-gritó mientras corría a enseñarle la piedra a su padre.

Harry se quedó petrificado. Ron que estaba a su lado miró la piedra, y reconoció al instante aquel símbolo que vio más de una vez en el cuento que aun poseía su esposa.

-¿Eso es...?-pudo pronunciar Ron.

-La piedra de la resurrección.