Resumen: ¿Cómo te sentirías si con diecinueve años descubres que tu familia te ha mentido durante toda tu vida, ocultándote no sólo que eres una bruja, sino que perteneces a una de las familias más importantes de todo el mundo mágico? Lily, la más joven del clan de los Potter, ha vivido toda su vida desconociendo su verdadera naturaleza. Debido a un suceso que tuvo lugar en su más tierna infancia, sus padres decidieron ocultarle la existencia del mundo mágico, borrando todos sus recuerdos relacionados con la magia y mandándola tan lejos como les fue posible. Ahora, tras dos años sin ningún contacto con su familia, Lily vuelve a su hogar, preparada para enfrentar un aburrido mes con su aburrida familia. Lo que ella no sabe, es que hay alguien más que sabe de su vuelta a casa, alguien que está dispuesto a enseñarle a Lily todo aquello que le ha sido negado, alguien… como Scorpius Malfoy.

Raiting: Para Mayores de 16 años. No debido a que vaya a haber alto contenido erótico, sino porque puede que el lenguaje no sea el más adecuado en algunos casos o las escenas y situaciones poco aptas para gente muy joven. Digamos que subo tanto el rating sólo por precaución.

Warning: Spoilers del último libro, ya que no resucita misteriosamente ningún personaje que Rowling finiquitara. No al menos por ahora.

Comentarios del autor: ¿Qué puedo decir? Es sólo el principio. Llevo meses perfilando como quiero que sea el resultado final del fic, espero estar yendo por el buen camino. Para todos aquellos que leyeron el fic de Ashley Potter va esta nota: Después de leer el último libro tuve que dejar de escribir, por el simple motivo de que la mitad de mis personajes estaban muertos y la otra mitad no concordaban con la imagen final que Rowling nos deja. Esta historia está un poco entremezclada con la de Ashley, los personajes pueden ser un tanto parecidos. Aun no sé que haré con el otro fic, de todos modos disculpen todas las molestias que les he causado.

Disclaimer: La historia y la mayoría de los personales pertencen a J.K. Rowling.

"Lily Luna Potter"

1. Prólogo

-Al número dos de la calle Franklin.- Le dijo al taxista mientras se recostaba sobre los asientos de goma espuma e inspiraba profundamente.

No es que no quisiera a sus padres. No, ella los quería, era sólo que los quería más cuando estos estaban a un continente de distancia. Y no, no es que después de dos años viviendo en Rusia no los echara de menos, era sólo que la idea de pasar las Navidades con ellos… y con sus hermanos… y con el resto de su aburrida, aburrida familia inglesa… bueno, no le hacía especialmente feliz. Dedicó un momento a imaginarse las innumerables fiestas que sus amigos harían durante su ausencia, celebrando el tiempo libre con litros y litros y litros de alcohol y después se imaginó a si misma sentada en el comedor de la casa de sus padres, rodeada de su absurdamente conservadora familia, bebiendo zumo de calabaza y hablando sobre geografía o sobre política, porque misteriosamente cuando los sacabas de estos dos temas parecían palidecer de miedo, como si fuera lo único que sabían del mundo exterior. Política, geografía y el tiempo, esos eran los únicos temas sobre los que había conversado con sus padres desde que a los once años entrara en el internado.

Hasta donde sabía, toda su familia adoraba de forma sospechosa los internados. Y sospechosa es la palabra más adecuada para definirlo ya que absolutamente todos los miembros de su familia, sí, todos, incluyendo a sus abuelos, se habían criado en internados. La palabra "sospechoso" deja de ser suficiente cuando un día tu tío deja caer de forma descuidada que no sólo todos han ido a internados, sino que, además, al mismo internado. Y para colmo, tú misma te vuelves consciente de cómo uno a uno todos tus primos y hermanos son mandados a internados a la tierna edad de once años. Pero no, no a internados, sino al internado. Lily sólo conocía tres datos relacionados con "El internado". Uno, estaba en Escocia, dos, se accedía desde los once años y hasta los diecisiete, y tres, todos los miembros de su familia habían vivido entre sus muros. Todos, todos… menos ella.

Con once años, Lily fue enviada al internado Herbert Gröenemeyer, en Köln, nada más y nada menos que a media Europa de distancia. Un precioso lugar para crecer rodeada de cultura y de alemanes. Al principio, se lo tomó realmente mal, aunque logró auto convencerse de que a sus padres no debía de haberles quedado otra opción después de que, sin duda, le denegaran el acceso a "El internado", probablemente debido a que todas las vacantes para primer año estaban ocupadas. Si esperaba, tal vez entraría el próximo año. Pero esto nunca ocurrió, ya que, por lo visto, Escocia estaba demasiado cerca cuando de Lily se trataba.

A los doce años, Lily tenía un buen nivel de alemán, tanto hablado como escrito, y a los quince su nivel era equiparable al de una persona con estudios superiores, sin embargo, medida que sus conocimientos se incrementaban, la relación con su familia se enfriaba. Los primeros años de su estancia en el Herbert, Lily había pasado las Navidades y los veranos en casa de sus padres, pero con el paso del tiempo, Lily había empezado a pasar las navidades en el colegio o en casa de Edward, su mejor amigo. Con 17 años sólo veía a sus padres una vez al año, en verano, cuando pasaba con ellos dos semanas. Por eso a nadie le extrañó que a la hora de elegir una carrera, Lily decidiera estudiarla en Asia, y tampoco que esta consistiera en la interpretación y traducción de diversas lenguas como el alemán, el inglés, el ruso, el italiano o el chino… entre otras.

Lily se colocó un mechón de pelo tras la oreja, hacía unos minutos que la noche había caído sobre Londres y fuera del calentito taxi, llovía a cantaros. ¿Qué dirían sus padres cuando la vieran? "Lily, cariño, feliz Navidad. Nos alegramos de que este año si hayas podido venir" imaginó a su madre diciendo con cierta ironía. Echo un vistazo a la ropa que llevaba¿qué pensarían sus padres de cuánto había cambiado en los últimos dos años¿Seguirían con la tónica de política y geografía durante su mes de estancia¿Como era posible que, siendo ella tan aventurera, tuviera a la familia más aburrida de todo Reino Unido?

El taxi paró de forma brusca, despertando a Lily de su ensoñación.

-El número dos de la calle Franklin, señorita- Musitó el taxista girándose hacia ella - Navidad familiar¿eh?- continuó, percibiendo el nerviosismo de la chica.

-No exactamente. – Dijo ella abriendo la puerta de taxi- Mi hermano mayor se casa.

El taxista asintió, interpretando el tono de voz de la chica- Así que ella no te gusta ¿eh?

Lily soltó un bufido y agarró el paraguas que había a sus pies -No es eso- Dijo negando con la cabeza y apoyándose en el sillón del copiloto- Es sólo… ni siquiera la conozco ¿sabe?

El taxista soltó una risotada.- Bueno, tu hermano no es tonto, seguro que ha escogido una buena chica.

-Ya, usted no le conoce, con doce años me ató a una silla del jardín con la manguera, no es exactamente un genio. Y sólo tiene veintitrés años¿qué le hace pensar que está preparado para casarse?- Dijo la joven, hablando más para sí misma que para el hombre.

El taxista volvió a carcajearse.- Bueno, bueno. Te regalo el viaje, tal vez así vengas más a menudo a Londres- le dijo tras salir del coche y abrir el portabultos.- Tal vez incluso puedas conocer a la novia de tu otro hermano antes de que también decida casarse.

Y acto seguido, el hombre volvió a meterse en el volvo y salió disparado calle arriba, dejando a la chica con las maletas a los pies y cara de interrogación.

-¿Cómo sabes que tengo otro…?- Murmuró Lily bajo el paraguas, fijándose en como el coche se iba haciendo más y más pequeño a medida que se alejaba.- En fin- dijo a tiempo que se encogía de hombros- que más da.

Miró a su alrededor, cerciorándose de que, de hecho, estaba en el sitio correcto, a solo unos metros del domicilio de sus padres. Acto seguido respiró profundamente, agarró la gran maleta por una de sus asas y se dirigió hacia el jardín más verde de toda la urbanización.