Advertencias: si no sabes quién es Barry, probablemente no te enterarás de nada xD

N/A. No es ni mucho menos TAN ÉPICO como los Bartola/Roy que hace Adazmerize, pero se ha intentado (todo lo que han dado de sí las prácticas de farmacognosia XD). Es para su cumple, con un poco de retraso que me pilló en medio de una kedada y no me dio tiempo a preparar nada TT ¡Japy, japy, guapa! :D

Para el claim de Roy Mustang en la tabla de la comunidad LJ retos a la carta, con el prompt de "sentido del humor".

DORK IS BEST

IV. CAMBIO DE ROLES

Roy Mustang dejó sonar un par de veces el teléfono y dejó la pluma sobre el montón de papeles que Hawkeye le había dejado casi cinco horas antes encima de la mesa y que no había comenzado a firmar.

-Coronel Mustang.

-Al habla Falman.

-Ahh, Falman –dijo lo suficientemente alto como para que le escuchase la teniente. Roy se recostó en la silla y estiró las piernas, intentando evitar la sonrisa de satisfacción que amenazaba con aparecer en sus labios al tener una excusa para escaquearse del trabajo-. ¿Hay algún problema?

-No exactamente.

-¿Entonces? Tengo mucho trabajo.

Mirada escéptica de Hawkeye, carraspeo escondiendo una risita de Falman. ¿Sería posible? ¡Qué poco respeto mostraban ante un superior! Roy se indignó.

-Como sea otra tontería sobre…

-Bartola dice que necesita hablar con usted.

-¿Ha pasado algo?

-Pues creo que no, pero dice que es muy import…

-Dígale que si se aburre afile el cuchillo –ironizó-. ¡Mire, he perdido cuatro minutos! ¡Trabajo!

Y dicho y hecho colgó. Se quedó unos segundos mirando el teléfono y volvió a coger la pluma. No le había dado tiempo a terminar el garabato que había empezado a hacer cuando volvió a sonar el teléfono. Esta vez lo dejó sonar un poco más.

-Aquí Falman de nuevo –se identificó el subordinado, suspirando-. Siento molestarle de nuevo, Coronel, pero Bartola no para de insistir y dice que es muy urgente.

-Conociéndola…

Roy se quedó con la palabra en la boca, acallado por los ruidos y la breve pelea que escuchó al otro lado de la línea ("Que no, el teléfono…" "Yo hablaré con él, ¡dejémelo!" "¡He dicho que no!").

Lo siguiente fue una voz que intentaba sonar aflautada saludándole.

-Hola, querido.

-¿Qué quieres? Sabes que no podemos usar este teléfono para…

-Estoy harta de que me des largas, querido. –Más que cariñosa sonaba entre dientes la voz-. Podrías venir a verme…

-Estoy trabajando.

-Sí, pero es que tengo que hablar contigo… y es demasiado personal para decírtelo por teléfono. ¡Tienes que venir!

Roy dejó escapar un gruñido al colgar. Sería pesado. Iba a acabar compadeciendo a Falman y todo por el muerto que le tocaba cargar, a pesar de que Roy había tenido hasta entonces el trabajo idealizado (¡todo el día en casa, y lo más cansado que hacían era jugar al ajedrez!)

-¿QUÉ? –bramó al aparato cuando volvió a sonar de nuevo, estridente.

-¡Me has colgado! –exclamó indignada la voz pseudo-femenina.

-¡Claro que te he colgado!

-¡No puedes hacerme esto, no a tu Bartola!

-¡Claro que puedo!

-¡Vuelve a mis brazos, tortolito!

-AHG, ESTÁ BIEN –aceptó sólo por dejar de escucharle, clamando al cielo.

Y colgó de nuevo. Roy suspiró y se levantó perezoso, guardándose los guantes blancos en el bolsillo del uniforme.

-Voy a ver qué quiere ese inútil.

-De acuerdo, Coronel.

Mustang miró de soslayo a Hawkeye, intentando adivinar la intención oculta bajo el tono seco y obediente en la respuesta de la mujer. ¿Estaría pensando que evitaba el trabajo?

-Hum. Volveré pronto.

-Los papeles seguirán en su mesa.

Roy estuvo a punto de tropezarse en su camino a la salida. Sí, efectivamente parecía pensar eso mismo.

OoOoO

Asegurándose de que nadie lo seguía, sólo por si acaso (después de todo y pese a su peculiar carácter, iba a visitar al que seguía siendo el tan afamado –o eso le gustaba pensar a él- Barry el Carnicero), llamó a la puerta con los nudillos.

Falman consiguió abrir al final, y, saltándose el protocolo, ni saludó a su coronel. Eso sí, un poco más y se lanza a sus brazos.

-¡Menos mal que ha venido! –dijo casi llorando.

-Que sepa que he venido jugándome la vida. La teniente…

Ambos hombres se miraron y tragaron saliva, y luego Mustang entró en el saloncito de la casa dispuesto a ver qué quería aquel maniaco falto de atención.

-¡Has venido! –comentó con ilusión. Seguía poniendo aquella voz de falsete tan desesperante.

-Más vale que sea algo importante porque…

-Siéntate, siéntate –dijo, dando unos golpecitos en el sillón, al lado de donde él estaba sentado. Mustang se acercó con cautela y no pudo evitar mirarle raro.

-¿Y bien?

-Tenemos que hablar –siguió Barry, dejando de bromear. Por primera vez, Mustang se lo tomó en serio y se inclinó para escuchar con atención-. De ti y de mí.

Por un momento Roy no supo que le distrajo más, si las palabras de Barry o la boca abierta de Falman. Obviamente éste empezaba a ver peligrar su puesto.

-¿Qué? –consiguió decir al final.

-Pues eso. Creo que… Esto no funciona.

-¿El qué?

-¡Esta relación! Quiero decir… ¿por qué tengo que ser yo la mujer?

En honor a él y para que recupere parte de su dignidad herida, hay que decir que Mustang consiguió cerrar la boca.

-¿No lo crees tu también? Si sólo hay que mirarnos… ¡Soy mucho más masculino!

-Ya veo.

-¿Entonces cambiamos papeles? –preguntó ilusionado-. He estado pensando nombres para ti... Roya lo descarté rápido, pero he pensado que quizá…

Despacio, sin perder los nervios, Mustang empezó a ponerse un guante.

-¿Qué me dices de Musta? –preguntó, pero pareció captar la vena palpitante en la sien de Roy y decidió cambiar de técnica. Suavizó el tono e intentó mostrarse encantador. De haber podido, habría parpadeado-. ¿Misti? Aunque si te soy sincero parece un poco de burdel…

Roy intentó decir algo, pero volvió a cerrar la boca, mudo de espanto. Barry se le quedó mirando un momento y empezó a carcajearse en cuanto escuchó al alquimista contar despacio hasta diez.

-Venga, venga, Coronel –se burló, poniéndole una mano en el hombro-, no hace falta que se ponga así… ¡Que era sólo una broma! ¿No tiene sentido del humor?

Cuando Roy levantó la vista, Barry se quedó petrificado en el sitio. Los ojos del coronel despedían rayos y tenía una mirada que sólo podía calificarse como malévola.

-Je je, claro que sí –dijo, sonriendo con los dientes apretados, y antes de que Falman pudiera reaccionar o Barry lanzarse al cuello de su querido, Roy Mustang chasqueó los dedos.