Camino hacia el futuro...

el destino es incierto, y bien dice el dicho que "del odio al amor sólo hay un paso"... pues yo te lo comprobaré

¡Hola hermanito/as del fic!

Un nuevo año, OMG! Espero que tengan muchos sueños que cumplir en este 2017. Les deseo lo mejor.

Regresando con mucha batería. Este capítulo lo estuve redactando bastantes veces ya que no sabía como darle el giro que necesitaba. ¡Espero que les guste!

Cualquier mensaje en contra o a favor de esta autora, dénmelo. Les prometo que seguiré hasta terminar lo que ya he iniciado…

Bis bald!


Capítulo 23: Tsuru

No estaba segura de lo que estaba pasando, sin embargo, lo que veía en las noticias la tenía completamente asustada. No conforme de tener que aguantar por meses completos el daño que les hicieron a sus nietos y los amigos de estos, ahora veía con tanto dolor que aparecieron cuatro de los maestros de Naruto y Shikamaru asesinados. Lo peor de eso fue que los cuerpos mallugados tenían dentro de sus ropas fotografías de cómo habían dejado a Naruto y a Shikamaru tiempo atrás. Kakashi trató de guardarlas, no obstante, ese malhechor fue capaz de lastimar nuevamente a la familia Nara y Uzumaki-Namikaze revelándolas al mundo entero. En esos momentos Tsunade se encontraba en el hospital revisando algunos expedientes de sus pacientes mientras Dan había llegado rápidamente cuando salió la noticia al aire. Su esposo le llamó cuando vio las noticias desde su despacho y sin dudarlo salió a su auxilio. Sabía que ella necesitaría apoyo emocional.

-¿Estás segura de que estarás bien?- Dan, en cambio, veía con malestar como su mujer comenzó a temblar ante el enojo que estaba sintiendo una vez que ambos volvieron a ver la noticia por internet. Ante eso no pudo más que abrazarla. ¡Odiaba a todos ellos! ¿Acaso los dejarían un día en paz?

-Sí, amor. No debes de preocuparte, es sólo la impotencia de no poder hacer nada por acabar con esta guerra- la rubia se dejó consentir ante el fuerte abrazo de su amado.

-Talvez no sea de gran ayuda en estos momentos, peeeroooo puedo quedarme un rato más. Es más, dame cinco minutos y pedimos sushi para comer- Dan rio ante su idea. Necesitaba verla sonreír nuevamente.

-¡Oh Dan!- Tsunade no pudo decirle que no, ¡cómo lo amaba! La respuesta afirmativa a su comentario, fue un tierno beso en los labios. –Muchas gracias, me encanta tu idea, siempre y cuando no tengas nada importante que hacer-

-Tsunade, tú y nuestra familia son las cosas más importantes en mi vida. La empresa siempre puede esperar.-

Y con ello ambos se dieron la tarde juntos, bajo la promesa de que Dan averiguaría el por qué esos profesores fueron asesinados. Mientras que Tsunade fue al sanitario, Dan generó algunas llamadas esperando la respuesta a sus preguntas a la brevedad.

.

.

.

.

.

Cuanto dolor.

Sus entrañas estaban siendo carcomidas ante el terror de saber cuándo había sufrido su hijo amado. ¿Por qué a Naruto? Algo no cuadraba en todo esto. A pesar de todos los ataques generados a todos sus conocidos, la gran mayoría eran dirigidos hacia él, tomándolo directamente su empresa y ahora su familia: los atentados a la empresa Namikaze con infiltrados, dos obras monumentales levemente saboteadas y ahora su hijo. Minato estaba encerrado en su oficina en casa absorbiendo todo el dolor de sentirse impotente al no poder salvar a su familia como se lo merecía.

Sin que nadie lo supiera, él recibió un sobre con todas las fotografías de la agresión de Naruto que se encontraron en los cadáveres esa tarde. En el grupo de fotos, no solo estaba la que alguna vez Kakashi le escondió, sino que había otras más que reflejaban por qué al día de hoy su hijo aún se encontraba inconsciente. Esperaba en verdad que ese maldito bastardo no se haya salido con la suya y dejara secuelas graves a su primogénito.

-¡Dios! Ayúdame por favor- se recargó en su silla y por el impulso que tenía, dejó que el respaldo de esta llegara hasta su reclinación límite, permitiéndole relajar levemente sus músculos. Estuvo así por unos cuantos minutos más hasta que su móvil sonó. Primero ni siquiera quiso ver quien llamaba, sin embargo, a los segundos lo tomó y con resignación contestó por la insistencia de la misma. Era Shikaku Nara.

-Hola Shikaku…- apenas le salía la voz.

-Minato, escucho que tú también las recibiste, ¿verdad?- el hombre comentó sin ánimos, con reflejo de dolor en su voz.

-Los voy a matar sin piedad, te lo juro-

-Me apunto a tu causa…- Shikaku no sabía si continuar o no con la llamada, obtuvo el valor del recuerdo de ver a su hijo en el hospital. –Minato tengo que decirte algo importante. ¿Tienes tiempo para un café? -

-Lo siento mucho, pero Kakashi no nos permite salir nuevamente. El atentado contra los profesores de nuestros hijos ha generado nuevamente todo un movimiento en mi casa e inclusive me hizo regresar de la oficina. -

-No te preocupes, yo voy para tu casa. Esto que tenemos que ver es, como decirlo, algo importante y no puedo esperar a mencionártelo-

-¿Qué ocurre?- Minato se reincorporó para sentarse bien y recargarse en su escritorio. El tono de su amigo era algo realmente alarmante. -¿Todo bien?-

-Minato, Shikamaru acaba de recordar algo de suma importancia que escuchó mientras a él… bueno, mientras era agredido- el hombre dejó una leve pausa ya que escuchó un suspiro lleno de frustración, el mismo sentimiento en su ser. –Y desgraciadamente involucra nuevamente a Naruto, en si a toda tu familia-

-¡¿Qué?!- ¡No podía ser! Abrió los ojos ante el asombro. –Te veo en la oficina, ¿o estás en tu casa?- Minato se levantó de su asiento y tomó su saco, no tenía tiempo que perder.

-No es necesario, yo estoy llegando a tu casa en cinco minutos. He de confesarte que me habló Kakashi informándome de que te mandó de regreso y vengo de la oficina escapándome de mi mujer. La pobre está desolada por los profesores-

-Ni me digas- dejó su saco para continuar recargado en la pared –Estoy igual con mi mujer-

-¿Está Kushina contigo?-

-No exactamente. Ella está cuidando a mi hijo en su recámara-

-Esto que tengo que decirte no debe saberlo. Corremos un gran riesgo si ella específicamente se entera. Lo lamento mucho Minato pero te estimo mucho y quiero ayudarte a terminar de una buena vez con todo lo que está pasando. No hay nadie más que quiere ver la sangre de ese maldito infeliz que yo-

-Avísame cuando llegues. La seguridad sabrá que estás por arribar-

Y colgó con el corazón latiéndole a mil por hora.

.

.

.

.

.

-Respira profundo y relájate. Todo va a salir bien- Konan se encontraba en su habitación muy, muy nerviosa. Tenía dos días encerrada en ese lugar con la preocupación de haberse confesado toda la verdad a los Namikaze y a Hatake, quienes la miraron con asombro y, pasando unos momentos de deliberación y plática entre ellos, la recibieron como nunca lo imaginó. Ahora era parte de la familia Namikaze-Uzumaki. Terminó con el trabajo de la casa y dejaron que ella tomara su espacio para decidir qué hacer, cómo continuar. Lo cual llegaba a sacudirle su interior por el simple hecho de que no tenía una respuesta a esa pregunta. ¿Qué hacer?

Revelando todos sus hechos y planes por ejecutar, decidió no mencionar el nombre de "Nagato" sustituyéndolo con el de "Pein". ¿Habrá hecho lo correcto? A él le tenía un singular miedo por lo atroz que podía ser. No tenía escrúpulos si mató a toda su familia y decidió hacerse cargo él mismo del Genocidio Uchiha, simplemente ¿qué no le podía hacerle? Agregando a todo su pesar no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo Kensaru. Ese hombre había desaparecido de la faz de la tierra y estaba tan preocupada por él.

-¿Qué es lo que tengo que hacer?- estaba acostada en su cama con los ojos cerrados mientras suspiraba esas palabras.

-Lo primero por hacer es relajarte y comer- la voz tranquila de Kushina generó que la pobre muchacha se levantara de un solo golpe, asustada. -¡Oh lo siento! No quise espantarte- intentó disculparse sin reírse. ¡La pobre brincó como si fuera un gato!

-No… no lo hizo, Kushina-san. No la esperaba- Konan le sonrió pidiéndole una disculpa por su reacción. Dejó que esa mujer se sentara en su cama a su lado.

-¿Qué tienes? No bajaste a cenar-

-Yo… no tenía hambre. Lo siento-

-¿Quieres que te traiga algo de comer?- Kushina le sonrió. Ella sabía perfectamente que Konan era también una consecuencia de la maldad de Akatsuki. Jamás la culparía ya que el sufrimiento de la pobre muchacha era inconmensurable. Ella, y nadie más, podía darle por lo menos un poco de paz ante tanto dolor. Kushina se sentía con tanta fuerza que podía resistir como un árbol en medio de un huracán.

¿La razón? Naruto, a pesar de que aún seguía dormido, se recuperaba a pasos agigantados. Hinata estaba demostrando el amor hacia su primogénito cada segundo, dándole un buen augurio a esa relación. Sus hijas Yuko y Hanabi eran cada día más unidas y su mejor amiga estaba recuperando su salud. En el caso de Minato tenía que seguir siendo fuerte para él. Cuando llegó Shikaku a la casa, dos horas atrás, ambos se adentraron a los terrenos del despacho y no habían salido. Se había propuesto sacarle una sonrisa cuando ellos dos se quedaran solitos :D

-No gracias. - Konan abrazó sus piernas después de recargarse mejor en la pared. –Kushina-san, ¿puedo hacerle una pregunta? -

-Claro pequeña- Kushina se acomodó a su lado.

-¿Cree que soy una mala persona?-

-Claro que no, no lo eres-

-¿A pesar de todo lo que estuve decidida a hacerles?- Konan agachó más la cabeza y pequeñas lágrimas salieron de sus ojos. Se sentía tan mal.

-Eres una mujer fantástica. Y no eres mala porque a pesar de que tú tenías una misión preferiste protegernos poniéndote en peligro. ¡Dios! Hasta nos defendiste de ese tal Pein… ¡Cómo lo odio! Si fuera por mí esperaría que estuviera muerto-

-Tengan mucho cuidado, él es un hombre de lo peor. No tiene escrúpulos ni miedo, es un ser negro…- Konan se acomodó mejor en su lugar y se sintió más confidente con la pelirroja. Dejó que algunos momentos en los cuales reflexionó lo afortunada que era después de todo. Tenía que ayudarlos a destruir a Nagato. Él no podía salirse con la suya esta vez. -Nagato puede ser un hombre malvado si se lo propone…-

.

.

.

.

.

-Shikamaru no está completamente seguro del nombre, lo sé, pero tenía que informarte antes porque ese imbécil puede generarte algún problema en caso de que sea cierto- Shikaku tomó más de su bebida. No era nada grato lo que estaba confesando, literal no tenía de otra. Debía proteger a sus amigos como ellos lo hacían con él. –Y más porque es alguien cercano a Kushina-

-Todo puede pasar si hablamos de Akatsuki- Minato estaba observando el patio a través del gran ventanal. No le agradaba nada lo que tenía que hacer de ahora en adelante.

-¿Te parece si hago una reunión con todos para que pongamos en alerta esta situación?-

-Sí, que sea el viernes, tú pon la hora-

-De acuerdo. Me voy antes de que mi mujer se ponga de problemática, como diría Shikamaru. Prometo mantenerte al tanto de lo que investigue de ese engendro.- Se levantó de la cómoda silla y con un leve apretón de manos se fue, dejando a Minato en soledad.

¿Ironías de la vida? Unas horas antes se preguntaba el porqué de sus males y ahora se abrió todo el panorama frente a sus ojos. Estaba consciente que más que nunca tenía que deshacerse de ese animal rastrero. ¡Tocó a su mujer! ¡Tuvo enfrente de sus mendigas narices al maldito imbécil! Dios, ahora sí lo iba a matar. Regresó la vista al patio para meditar qué es lo que iba a hacer y cuáles serían sus planes a partir de hoy. Culparlo sería un punto bastante complicado ya que no tenía realmente pruebas.

Mientras tanto Kushina salió disparada al estudio de su amado ante el terrible descubrimiento que tuvo. Cuando Konan mencionó ese terrible nombre su mundo se vino abajo. Se sintió desfallecer ya que no podía ser que su amigo hubiera hecho todo lo que Konan les describió. ¡No lo creía! ¡No quería creerlo! Él no, no… sin nada que decir, extrañando a Konan, se levantó de la cama completamente desorientada y corrió hacia el estudio de su amado. Observó cómo Shikaku salía por la puerta principal y con ello tuvo el impulso para abrir la puerta del estudio rápidamente. Lagrimas surcaban sus mejillas cuando su atónito Minato la observó por voltear ante el ruido que ella misma realizó.

-Kushi…- Minato, al verla en ese estado, corrió a su lado para abrazarla y ella se aferró a él con tanto dolor que le espantó por completo. Estaba seguro que no era por su hijo ya que el rubio menor estaba mejorando y las niñas jamás la derrumbarían de esa manera. -Kushina, mi vida, ¿qué pasa? ¿Qué tienes?- se separó un poco de ella para besarle su frente intentando calmar su llanto lleno de dolor.

-Mi Minato, no lo puedo creer-

-¿Qué no puedes creer, amor mío?- en verdad que se sentía tan mal. Desgraciadamente no estaba anímicamente estable por la noticia anteriormente recibida y ahora se derrumbó al ver tanto dolor en su pilar.

-Fue Nagato… fue él- ante el disonante llanto Minato cerró los ojos fuertemente, realmente frustrado a que ella se entrara por lo que fue Shikaku. -¡Él lastimó a nuestro hijo!-

"Lo lamento, pero Shikamaru escuchó como uno de sus asaltantes mencionaba que Nagato Kawaguchi iba a pagarle una gran cantidad por deshacerse de Naruto. Que era parte importante dentro de su plan de destrucción hacia los Namikaze".

-Kushina…- no podía decirle nada ya que para él descubrir que el odio de ese ser trascendió a su hijo fue un detonante de dolor en todo su ser.

-¿Tú lo sabías?- a pesar de que deseaba dejar de llorar, no pudo. Al ser que quiso por mucho tiempo y pensó que era como su hermano resultó ser quien hirió gravemente a su sangre y estaba decidido a destruir a toda su familia.

-Acabo de enterarme- ante su voz masculina bastante baja, ella le miró con sus ojos llorosos. –Shikaku vino a decirme que Shikamaru escuchó de sus agresores que Nagato pagaría por el ataque a Naruto. Desgraciadamente le creo y ahora tú lo sabes. ¿Quién te lo dijo?-

-Fue Konan. La pobre está tan triste que fui a verla y…- dejó que su amado esposo le limpiara sus lágrimas con sus labios. -… y se le salió. No lo llamó Pein, lo llamó Nagato-

-Tenemos que ver de qué manera logramos generar una denuncia a su persona. No tenemos pruebas para hundirlo-

-Konan puede hablar y…-

Minato negó con la cabeza. –No, en el caso de que hable Konan, ella tendría que ir a la cárcel por ser su cómplice-

-¡Dios! No podemos permitirlo- Kushina volvió a abrazar a Minato. Ahora entendió porque estaba completamente aterrada cuando lo vio. Esa mirada estaba llena de odio y maldad.

-Todo va a salir bien, tranquila. No voy a permitir que vuelva a lastimarnos. Te lo prometo amor mío-

-¿Crees que él…?-

-No te atormentes, Kushina. Tú dedícate a cuidar a nuestro hijo y yo haré el resto-

.

.

.

.

.

MARZO

Otro mes había pasado y Naruto no había despertado completamente. Conforme a lo que le había dicho Tsunade y Sakura, Naruto había salido del Coma, desgraciadamente los golpes recibidos fueron bastante fuertes para aún mantenerlo dormido. Hinata estaba sentada en uno de los sillones colocados en el cuarto del rubio para que pudiera cuidarlo mejor. Kushina y Minato habían salido por la cena mientras que todos los demás se quedaron en casa esperando a que llegara la comida para disfrutar un momento en familia.

Ya habían pasado tres semanas desde el asesinato de los profesores de su marido y poco a poco dejaban que ellas salieran de esa casa. Ellos habían sido extorsionados por los delincuentes para obtener más información de sus respectivos alumnos y al no querer cooperar, pues les dieron un horrible fin. Para esto los Namikaze y Nara junto con la universidad habían dado apoyo a sus respectivas familias para salir adelante.

-¿En qué estarás soñando, mi amor?- Hinata acariciaba suavemente la cabellera larga de su marido. ¡Cómo deseaba ver sus ojos nuevamente! Esperaba de todo corazón que pronto pudiera confesarle todo el amor que tenía en su ser. Con mucho cuidado le acomodó la almohada y cambió los vendajes que tenía en su hombro. Su mejoría era bastante notoria y lo único que le hacía falta realmente era despertar. Diariamente generaban sus ejercicios para evitar que sus músculos se atrofiaran y le ayudaba a limpiarle todo lo necesario para que estuviera cómodo y limpio.

-¿Puedo pasar?- Hanabi tocó la puerta sacándola de sus pensamientos.

-Adelante- se retiró un poco de la cama para ayudarle a su hermana con la charola que le prometió.

-Te traje sushi. Kushina-san está un poco atareada con Yuko y nuestra mamá, así que yo te ayudaré a cuidar a Naruto un rato-

-¡Muchas gracias!- Sin más comieron en silencio escuchando las respiraciones pasadas de Naruto. Pasado un rato entraron Minato y Kushina con una gran sonrisa, ofreciéndoles un tiempo para divertirse en la casa de Ino. Sin que ellas pudieran decir que "no", la rubia llamó en la tarde y quería ver si Hanabi, Yuko, Konan y Hinata podían salir y ver juntas una buena movie "solo para mujeres". Sakura iba a estar también ante las exigencias de su prometido. Tiempo que les ayudaría a romper la rutina que habían tenido desde que todo había iniciado. Obviamente Hinata negó rotundamente ir, pero ahora sí no tuvo de otra. Entre pucheros de su suegra y sonrisas consoladoras de su suegro, tuvo que decir "de acuerdo".

-¿Me avisarán si despierta?- Hinata pregunto acongojada. No quitaba el dedo del renglón, haciendo reír a los mayores.

-Claro, cuenta con ello- Kushina sonrió de un lado a otro. Le daba mucho gusto saber que Naruto encontró su amor.

-Bueno ya nos vamos, pero me llaman… por favor-

Y se quedaron solos con su hijo. Esa noche, aprovechando que las chicas estarían fuera, Tsunade, Shizune, Kakashi y Dan estarían con ellos. Ambas médicos le darían un chequeo general a Naruto y después cenarían en compañía del bello durmiente. Necesitaban un tiempo de paz y tranquilidad ante lo que avecinaba. Kushina y Minato tenían que decirles acerca de Nagato y su conexión directa con él, mientras que Kakashi tenía que revelarles los avances que tuvo con respecto al nuevo líder de contrabando.

Con lo que ninguno contó fue que, mientras estaban Tsunade y Shizune realizando los ejercicios de rehabilitación en Naruto, él se quejó levemente y con ello ellas observaron que poco a poco comenzó a abrir los ojos. Con una gran dificultad el pobre rubio observó su panorama. Intentó moverse, pero en verdad le costaba tanto trabajo y sonrió cuando pudo distinguir a dos de las mejores doctoras del mundo atendiéndole. ¡Madre santa! -¿Ta…n mal e…stoy?- la voz apenas entendible de Naruto les hizo reír fuertemente.

-No hijo mío, ya no estás tan mal, vas mejor- Tsunade se acercó a él sonriendo de felicidad mientras que su hija corrió a la cocina para darle la excelente noticia a sus padres, quienes en unos segundos después, con alegría y lágrimas de felicidad observaran como su primogénito les sonreía levemente cuando los vio entrar. ¡Naruto había despertado! Él mismo, con algo de trabajo por tener el respirador en su nariz (lo cual odio rotundamente), les comentó que sus energías realmente estaban bajas.

-No te preocupes, dentro de poco no la necesitarás- Minato se sentó a su lado y aún con lágrimas, acarició la cabeza de su hijo no sin antes acomodar nuevamente el respirador artificial.

-E… eso e…s- Apenas podía hablar. Desgraciadamente sus energías estaban muy lejos. ¿Cuánto tiempo había ocurrido? ¿Qué la había pasado a él para estar en esa circunstancia? Podía recordar muy pocas cosas… necesitaba una buena charla con su viejo.

-Sh, no te preocupes. Te contaremos todo lo que ha pasado hasta el día de hoy, sólo prométeme que te relajarás mientras te damos algo de comer, haz de estar hambriento- Minato habló lo más tierno posible, ganándose una cara zorruna tan extrañada por todos, que le hizo reír fuertemente.

Naruto, en cambio, no tuvo de otra que dejarse llevar por su familia. Sí que le había pasado algo grave después de todo…

.

.

.

.

.

Tres horas después y el grito se escuchó por toda la sala.

-¡¿Despertó?!- Hinata tenía una gran sonrisa en su rostro. Cuando le llamaron informándole que tenía que tomar sus cosas ya que era urgente su regreso por la promesa que le hicieron sus suegros, le importó un bledo dejar a todas a la mitad de la película. Agarró su bolsa y como bólido llegó al encuentro del chofer del abuelo de su amado.

Literal le pidió que llegara en 5 minutos.

Hirako, que había estado en el hospital por revisión, arribó media hora antes que ella y recibió esa gran noticia. Ante eso preparó junto con Kushina el reencuentro. -Así es mi vida, ¡Tenemos que arreglarte!- y así, hija, madre y suegra se dirigieron a la habitación de Hinata para ponerla más guapa de lo que estaba para que Naruto la viera. Cuando Kushina salió de la habitación mientras Tsunade y Minato le ayudaban a su hijo a acomodarse mejor y reavivar el movimiento de sus brazos, ella salió disparada en auxilio a su ya mejor consuegra.

Tardaron quince minutos en lograr su cometido. Le arreglaron el cabello y proponiéndole un vestido blanco sin mangas que le llegaba arriba de la rodilla permitieron que la primogénita Hyuga se sintiera segura. Se veía realmente bien y ahora esperaba con fervor que el rubio se enterara de todo lo que ella sentía por él.

Para ese momento, Tsunade y Minato se encontraban en la habitación de Naruto.

-Vamos hijo, tienes que tranquilizarte- el Namikaze no sabía qué decirle a su hijo… no se esperaba esa noticia.

-Que me calme… ¡Pero qué…! ¡Ah!- un fuerte dolor de cabeza lo estaba azotando y no solo eso, el no poder mover sus piernas lo había destrozado. Colocó con debilidad sus manos en su cabeza tapando sus orejas para intentar amortiguar el dolor, algo realmente imposible. Apenas podía mover sus brazos y ese malestar en su cabeza no ayudaba en nada, sin olvidar que todavía tenía que tener semejante aparato molesto en su nariz.

-Tranquilo Naruto- Tsunade se acomodó al lado del chico y lo abrazó fuerte –Entiende que no te has movido en mucho tiempo y necesitamos reavivar tus músculos, pero verás que dentro de algunos días podrás revolverte en la casa como siempre lo has hecho- estrechándolo fuertemente sin lastimarlo –te he hecho todos los estudios correspondientes y puedo asegurarte que no tienes ninguna lesión en tu columna-

-Pero…- el rubio se sentía realmente mal.

-Tus brazos también presentaron los mismos síntomas y ve, ya puedes moverlos- Minato se sentó en el sofá, sin dejar de ver a su hijo. Deseaba quitarle todo malestar, sin embargo eso ya no estaba en sus manos. –Además después de una rica comida vas a ver que…-

-No es lo mismo…- Naruto lo interrumpió de pronto.

-Lo sé hijo, lo sé- tocaron a la puerta y él sabía perfectamente quien era. Deseaba con todo el corazón que eso calmara a Naruto. –Adelante…-

Y fue cuando se atrevió a girar la perilla. Hinata estaba que se moría de los nervios pero tenía que guardarlos para ver al dueño de esos ojos cielos y al ser que amaba con toda su alma. Entró lentamente y observó el panorama. Por una parte el rostro de Minato-sama no era de lo más alentador y cuando miró a Tsunade entendió que algo raro estaba pasando. Sus ojos se posaron en el chico que tenía ambas manos en su cabeza…

-Naruto…- la voz que salió de ella mostraba duda y al mismo tiempo fue segura y tierna.

Y fue cuando chocaron miradas. El corazón de ambos comenzó a latir fuertemente. Por una parte Hinata estaba más que contenta al ver despierto a Naruto y él sintió que su vida había regresado. Hinata estaba frente a él y… y… ¿qué estaba haciendo ella ahí? Oh no, no Dios. No podía tenerla en frente en esos momentos. ¿Por qué su vida era tan dura e injusta? ¿Por qué la tenía enfrente de él tan hermosa estando todo perdido? De pronto no aguantó la hermosa mirada perlada por lo que buscó un punto diferente y se desesperó al ver sus piernas inmóviles. Perdió todo.

-¿Qué haces aquí?- la pregunta que generó Naruto hizo que todos los presentes lo miraran asombrados.

-¿Eh?-

-¡¿Qué demonios haces aquí?!- gritó frustrado, generando que el dolor de cabeza aumentara considerablemente.

-Naruto, yo…- Hinata quedó paralizada al ver esos cielos fríos, vacíos. No pudo moverse. ¿Qué es lo que estaba pasando?

-¡Quiero que me dejes en paz!- comenzó a gritar desesperado. Se sentía tan mal. ¿Sería un inválido para siempre? ¿Ella aún lo querría si él no podría caminar? Una gran inseguridad se apoderó de su ser y ya no le importó su malestar físico. Sólo quería estar solo. –¡Déjenme solo!-

-¡Naruto!- Tsunade lo abrazó más fuerte, pero él mismo intentó zafarse, sin lograrlo –Tranquilo-

-¿Tranquilo?- viendo de nuevo a Hinata, la cual comenzó a llorar –Déjame solo… ¡no quiero verte!-

-Naruto…- Hinata sintió que su corazón se rompió en mil pedazos. Todas sus esperanzas se fueron abajo.

-¡LARGO! ¡AAHHH!- se quejó fuertemente. Minato se había levantado segundos atrás y ayudó a Tsunade para controlar a un rubio irreconocible -¡Largo! ¡Déjenme todos en paz!- cerró los ojos ante el malestar -¡No quiero ver a nadie!

-Hijo…-

-¡Laaahhhhh!- no podía más con ese dolor. Colocó sus manos en su cabeza cubriendo sus orejas, intentando amortiguar el dolor ante el ruido que escuchaba. No obstante se intensificó más, al extremo de ensordecerle y generarle una gran molestia, la cual a los segundos provocó que de su nariz comenzara a sangrar. –Déjenme tranquilo…-

¡Sangre! Tsunade lo apoyó rápidamente en la cabecera y tomando las manos del rubio menor intentó calmarlo. No le hacía nada bien esos arranques apenas levantado después de reaccionar al 100% del coma. Le hablaba pero él parecía no escucharle. Tenía los párpados apretados y el hilo de sangre que no dejaba de salir, manchando poco a poco la cobija.

-Vamos Naruto, reacciona- la médico necesitaba hacerlo reaccionar. Esto no le daba buena espina. Minato y Hinata quedaron a la expectativa. No podían moverse, espantados ante la reacción de Naruto.

-La… ah…- fue lo último que pido decir antes de caer en los brazos de Tsunade. Se había desmayado.

-¡Naruto!- Minato gritó desesperado. Lo tomó entre sus brazos y ayudó a acomodarlo mejor en su cama. Hinata en cambio no podía moverse, sólo dejó que sus lágrimas cayeran libres en sus mejillas.

-Sal Hinata, por favor-

-yo…-

-No te preocupes, te diremos qué fue lo que pasó. Por ahora es mejor que nos dejes solos con él- Minato la miró con tristeza.

Realmente el verdadero trabajo acababa de comenzar.

.

.

.

.

Dos horribles días en la cual no podía acercarse a él. Naruto ya despertaba por largas temporadas pero aún tenía esa horrible manía de alejarla. Ya iban nueve veces que ella quería acercarse y nada. Solo quejas de su parte y un "lo platicamos después" de Minato-san, que obviamente no llegaba porque ahora era él quien se quedaba con Naruto. Ni siquiera Kushina podía estar dentro de esa recámara.

-¿Qué voy a hacer?- Hinata se encontraba acostada en su cama y, como dos días atrás, no hallaba de qué manera acercarse a su amado. ¿Rogarle? No, no era una buena idea. Y ni siquiera pensaba en su orgullo. Tsunade les comentó que el golpe de su cabeza aún tenía rezagos y el derramar sangre podía ser algo verdaderamente malo para su rubio. En sí iba a hacerle unos nuevos estudios el viernes. Esperaba que todo saliera bien. ¿Lamentarse por su mala suerte? ¡Jamás! Ella no era una gallina y salvaría su matrimonio.

¡Pero cómo! Awa, estaba harta de esperar solamente mirando el nada del techo. Con un grito de frustración, giró su cabeza y encontró las 1000 grullas que desarrolló y terminó dos horas antes de la llamada de Tsunade meses atrás avisándole que habían encontrado a Naruto. Las observó por unos cuantos momentos cuando de pronto llegó la iluminación divina haciendo que una gran sonrisa apareciera en su rostro. ¡Eso era! Se levantó como bólido y, asaltando el contenido de su mochila, manos a la obra.

Si había hecho mil grullas, ¿por qué no hacer otra cantidad igual para pedir que su amado la dejara entrar y platicar con él? -¡A trabajar!-

Tomó su cuaderno, dos libros que ese estúpido maestro violador le había regalado, hojas recicladas que tenía la impresora y aun así no fueron suficientes. Comenzó a trabajar a las 3 de la tarde y siendo ya las 2 de la mañana del miércoles, apenas llevaba trescientos cincuenta y dos grullas de diversos tamaños.

-Rayos, ¿y ahora?- la exHyuga no sabía cómo continuar. ¡No tenía más papel! Y desgraciadamente no podía tomar otros libros ya que esos los había comprado su amado y por nada del mundo los gastaría sin sentido… aunque su misión era bastante importante no se atrevía a hacerlo.

Como no tenía sueño, sin hacer ruido salió de su recámara, la cual tenía el letrero de "no molestar", y se dirigió al estudio de su amado. ¡BINGOOOOOOOO! Encontró un sinfín de documentos –unos más feos que otros, como la copia del acta de divorcio- y continuó con su labor…

Trabajo que prolongó hasta las 7 de la mañana, siendo detenido por su madre que se asomó a su habitación y la encontró con las mismas prendas del día anterior, su cena sin tocar y unas ojeras del tamaño del mundo.

-¡Hinata a descansar!-

Como no tuvo de otra, se acostó pero eso no la detuvo a continuar horas más tarde. Para Hinata el dolor en sus manos y en su espalda por el trabajo fue el símbolo de amor hacia su amado Naruto. Era un pago mínimo ante el sufrimiento que estaba pasando el pobre. Sabía que era un sueño pero esperaba que esas grullas fueran el inicio a algo realmente maravilloso.

-¡Si! ¡Son quinientas treinta y seis!- Gritó emocionada. Le faltaban menos…

.

.

.

.

.

El ver el panorama desde su nuevo apartamento le motivaba a continuar.

Nagato estaba recargado en el gran ventanal de su estancia disfrutando de esos momentos llenos de triunfos. Sabía perfectamente que no había trabajo mejor hecho que el de él mismo. Ejecutó las importaciones de droga sin ningún contratiempo y sus nuevos clientes estaban contentos con su trabajo. ¡Felicidad total! Como no le había pasado en meses, él había surtido el contenido de Venezuela a Konoha junto con cuatro hermosas vírgenes que en estos momentos estaban saciando a dos de sus compradores más importantes.

¡El triunfo se comía en frío! Como la venganza.

Sabía perfectamente que Konan abriría su bocota y pronto sabrían –o ya lo tenían en mente- que él en realidad era Pein. Tema que no le quitaba el sueño por el simple hecho que no había nada que pudiera inculparlo. No era nada tonto y esperaba fervientemente que ella lo hubiera hecho para que Minato supiera de lo que era capaz. ¿Y si Kushina se entraba también? ¡Perfecto! Así ella sabría a qué se enfrentaría una vez que la hiciera suya para siempre.

No le importaba nada más que hacerla su compañera, a costa de lo que fuera.

-El que ríe al último ríe mejor…- comentó antes de tomarse su último trago de whiskey.

Esa noche volvería burlarse de Kakashi porque estarían entregando más mercancía a las afueras de Konoha. Regalo esta vez del cargamento planeado por Kisame que fue interceptado a tiempo. Lo mejor de todo esto fue que ése cara de pez pensó que él estaría derrotado. ¡Jamás! Primero le demostraría a ese infeliz que con su poder no se juega. Ahora más que nunca estaría agradecido de todo lo que tenía antes de la traición de Kushina porque era exactamente lo que le ayudaría a tenerla. ¿Minato un triunfador? Cuando la cabeza de su hijo fuera rodada al suelo y su bella hija Yuko fuera vendida para prostitución y películas pornográficas, sabría realmente el significado de ser un perdedor.

Tomó su móvil y marcó al único número que podría generarle otra sonrisa más. -¿Tienes lo que te pedí?- Preguntó al contestar la persona del otro lado.

-Como siempre, Pein- la voz tenebrosa de ese hombre le inspiraba a continuar con todo lo que estaba haciendo.

-¿En dónde vas a dejar la mercancía?- tomó un poco más de su bebida.

-Personalmente voy a entregarla. No me lo tomes a mal pero con todo tu historial no voy a arriesgar mi pellejo por tu estupidez. Además tienes al Hatake tras tus huesos y la verdad no quiero que sepa por el momento que estamos liados con los negocios-

¿Entonces se confirmaba que ya sabían que él era Pein? Muy bien. –Como quieras. Tienes que tener limpia la zona antes de irte- se enderezó y caminó hacia su recámara. –No me falles-

Y colgó.

-¿Dónde te habías metido?- una mujer pelirroja le interceptó en el pasillo. Ella llevaba solo una camisa de él en su cuerpo. -¿Vienes? Me tienes muy abandonada-

-Claro, vamos a seguir…- Nagato comenzó a desabrocharse su camisa.

Iba a pasarla bien, esperando que cuando tuviera a la Uzumaki mayor en su lecho, sabría realmente el significado de hacer el amor… por el momento disfrutaría de su sustituta.

.

.

.

.

.

-Minato…- Kushina estaba cruzada de brazos, realmente molesta.

El mencionado, en cambio, suspiró frustrado. Naruto no solo no había mejorado con respecto al movimiento de sus pies, sino que había tomado una actitud hosca hacia Hinata (y toda la familia, en general), provocando una pequeña discusión con su esposa y ni qué decir de sus continuos desmayos por el dolor de cabeza. Necesitaba esos análisis a la brevedad. –No puedes obligarlo. Entiéndelo- el rubio mayor intentó razonar con su mujer. –apenas despertó y esta terriblemente frustrado por no poderse mover. Ruego a Dios que nos ayude para que esto pase pronto y él cambie también.-

-Oh Minato- Kushina bajo las manos resignada. Su amado tenía razón. Esperaba que dentro de poco todo terminara y con ello dejar que la justicia se hiciera cargo de Nagato y a sus seguidores como debía de ser. Se acercó a su marido y le abrazó fuertemente. Tenía que serenarse para ser nuevamente el pilar de ese hombre maravilloso. Jamás se arrepentiría de haber elegido a Minato como esposo. Siempre estaría agradecida por tenerlo a su lado a pesar de su forma explosiva de ser.

-¿Aún tienes que ir al súper?- esa pregunta la sacó de sus pensamientos. ¡Era cierto! Hirako estaba esperándola porque en verdad ya no quedaba nada en la despensa. Naruto despierto era igual a recuperar a un barril sin fondo.

-¡Cierto!- y como lo abrazó, se separó de él. Sin decir más palabras le besó levemente sus labios y se retiró. Irían acompañadas por dos escoltas de Kakashi y otros 5 infiltrados en el centro que las protegerían de cualquier cosa. -¡Te encargo a Naruto!- La idea de dejarlos solos con Naruto era bastante mala, no obstante tenía que hacerles rico de comer, recordando "panza llena, corazón contento".

-Cuenta con ello, amor- Minato sólo sonrió divertido. A pesar de todo, estaban regresando a la normalidad, sólo tenía que apoyar a Naruto con respecto a sus piernas…

Sin más que hacer, tomó su móvil para revisar su agenda y así retomar su trabajo en la oficina, su secretaria había preparado una reunión virtual con algunos del consejo para platicar un nuevo proyecto para el parlamento. A pesar de que no deseaba ir, no podía darse el lujo de perder el legado de su familia.

-Minato-sa…sama- la voz de Hinata interrumpió sus pensamientos junto con sus pasos. Ella se había quedado esperando a que el jefe de familia se quedara solo. Tenía conocimiento y experiencia de que Kushina esta vez no podía ayudarla. ¡Sólo la alejaría otra vez para no causarle enojos a Naruto!

-Hola Hinata- volteó a verla y lo que encontró lo dejó sin habla.

-Quie-quiero pedirle u-un favor…-

.

.

.

.

.

Naruto se encontraba acostado como siempre. La desesperación y sobretodo frustración por no poder salir de esa recámara había crecido en esos 4 días, agregando el hecho de apenas movía los dedos de sus pies. ¡¿Por qué demonios no podía siquiera separar sus pies un milímetro de la cama?! También, siendo lo más desagradable a su pesar, se sentía una verdadera rata por tratar así a Hinata o a sus hermanas. ¿Pero qué le quedaba? Cuando había encontrado la oportunidad de estar con ella… ¡Zas! El destino cruel le había jugado una muy mala pasada dejándolo, al parecer, todo un inválido. ¿Cómo quedarse con Hinata siendo un hombre a medias? Ella no se merecía semejante carga.

Una carga…

¡Dios! Eso era en esos momentos. Estaba luchando para no serlo, no obstante, ¿cómo lograrlo? No podía valerse por sí mismo y ese desgraciado dolor de cabeza le aturdía más de lo normal. Además, viéndolo en un futuro muy cercano, si sus piernas no funcionaban, lo más probable es que… ¡Dios no! No permitiría que una silla de rueda fuera su nueva manera de moverse en el mundo…

Naruto estaba tan metido en sus pensamientos que no se percató que se abrió la puerta lentamente entrando nada más ni nada menos que Hinata. Ella observó como el rubio suspiró frustrado al intentar mover sus pies. Internamente lloró fuertemente al verlo con tanto dolor en su ser. ¡Al paso que él iba nunca lograría caminar de nuevo! Estaba recargado en la cabecera con un sinfín de cojines y almohadas e intentaba fallidamente mover sus piernas con una mirada llena de frustración.

"Ahora o nunca" Pensó la ojiperla antes de agarrar el valor suficiente para demostrarse a si misma que no era una gallina. -Naruto-kun-

-¡Pero qué dem…!- Naruto esperaba a Tsunade o a su madre para su horrible terapia, pero quedó desarmado al ver a esa diosa que aún tenía como esposa. ¡Se le secó la boca de la impresión! ¡Estaba hermosa! Sí que era bella, esa blusa morada resaltaba su esbelta figura y esos pantalones de mezclilla… ¡Por qué era tan bella y lo descontrolaba con su presencia! Se quedó sin palabras. ¡Dios! Como la amaba.

-Necesitamos hablar- La ojiperla se equipó de "fortaleza-me-vale-madres-tu-actitud" como pudo y aprovechando que la casa se quedó sola, intentaría solucionar todo de una buena vez y demostrarle que lo amaba con todo el corazón.

-Tú-tú… tú y yo no tenemos nada de qué hablar- Regio y sereno tenía que estar, pero era más que imposible ante esa mirada llena de esperanza. Apenas podía responder, se sentía realmente nervioso ante la presencia femenina.

Espero que el plan funcione:. 1, 2… 3 -¡Eres un idiota desconsiderado!- Hinata lo soltó de pronto, callando inmediatamente al hombre pasmado que tenía enfrente. –¡Estoy harta de tu actitud! Ahora más que nu-nunca tenemos que hablar y no me i-iré de aquí ha-hasta que lo logre-

Obviamente no recibió respuesta, con ello aprovechó su estado de "idiotez" para entrar y con bastantes nervios medio cerró la puerta. ¡Bingo! Sí que Minato-sama sabía cómo controlar a sus fieras, le agradecería con un Ramen de cerdo semejante consejo. "Dile que es un reverendo idiota, déjalo atontado y lo recuperarás" A los segundos, tomó asiento en la cama a un lado de su rubio y comenzó a jugar con sus dedos. Eso sí, nunca perdieron contacto visual. Sintiéndose segura por ver esos hermosos océanos llenos de asombro, no descansaría hasta recuperar a ese hombre.

-Sé que nuestra relación no inició bien…- se acercó lentamente a él para acortar la "gran" distancia que se encontraba entre los dos –también reconozco que hice cosas que te lastimaron y… y no sabes cuánto me arrepiento-

-No te creo- Naruto habló lo más regio que pudo. Tenía que alejarla de su lado para no atarla, aunque el hacerlo lo destrozaría por dentro.

-Naruto, déjame hablar- Hinata no quitó el dedo del renglón.

-No Hinata- suspiró para calmar sus nervios por tenerla tan cerca, su corazón latía fuertemente. –Es mejor que dejes todo como está. No necesito que me dediques palabras de arrepentimiento que en estos momentos no necesito escuchar. No requiero de tu lástima-

-No es lástima lo que siento por ti-

-¿A no? ¡Por Dios Hinata! Me ves herido y postrado en esta cama… ¡No necesito nada de ti! Ya eres libre, sólo déjame tranquilo y sé feliz- comenzó a exaltarse, y por lo mismo ese maldito dolor de cabeza comenzaba a hacer de las suyas. Colocó ambas manos en su cabeza para apaciguar el iniciante dolor.

-Tranquilo, no te exaltes o te va a hacer daño- tomó una de sus manos dulcemente, algo que el rubio no pudo evitar –Naruto-kun, yo no siento lástima por ti- le acarició la marca del suero… ¡Dios! Le dolía tanto verlo así. Le habló lo más tranquila que pudo. –Te necesito, ¿acaso no puedes entenderlo? –Se enfrentó a esa mirada sorprendida –Me has dicho que haga lo que yo desee… pues bien, deseo hablar contigo y solucionar todo-

-No lo necesito-

-Pero yo si- la voz de ella ya no era fuerte como en su inicio, era triste y débil –Te necesito-

-¿Por qué me haces esto?- Naruto apartó su mano –En verdad no me debes nada, sólo se feliz… es lo único que quiero-

-En eso est-estamos de acuerdo. Es exactamente lo que intento hacer- Tomó de nuevo su mano sin recibir ninguna resistencia y la besó dulcemente. –Déjame ayudarte, déjame entrar, déjame ser lo que no he sido-

-No… no puedo-

-¿Por qué no?- y colocó esa mano masculina levemente bronceada en su rostro, comenzando a recibir caricias suaves y tiernas -¿No puedes entender que me matas con ese rechazo tuyo? Déjame ayudarte.-

-Nadie puede hacerlo…- agachó la mirada mostrando miedo, tristeza, dolor, dándole a Hinata la respuesta a todas sus dudas y a su rechazo –… ellos ganaron, soy un inválido-

-¡No digas eso! ¡Eso es una gran mentira!- se acomodó de tal manera que pudo ponerse enfrente de él y con su mano le tomó la barbilla para chocar miradas –No eres un inválido. Te estás recuperando de un gran incidente- colocó sus manos en esas mejillas ruborizadas y sonriéndole con toda la felicidad del mundo generó en él que ese rubor creciera enormemente, dándose cuenta que él no la odiaba como creía y que esa tonta barrera estaba destruyéndose –Y créeme que voy a hacer hasta lo imposible para que vuelvas a ser el mismo que antes… sólo déjame entrar… ya que… yo…- ¿Cómo convencerlo? Al mirarlo encontró la solución perfecta, entendiendo que era lo único que podía abrir la mente a ese cabeza dura que tanto amaba…

¡Qué mejor respuesta que esa! Acercó sus labios a los de él y lo besó. ¡Cuánto necesitaba hacerlo! Era tan embriagante el sabor de ese hombre. Al principio no recibió respuesta, pero dejó de preocuparse a los segundos ya que él le correspondió de una manera que fundieron sus labios en una danza que sanaba cada uno de sus corazones.

-Te amo- Hinata se lo dijo como un susurro al terminar el beso a lo cual solo tuvo unos segundos antes de que Naruto juntara sus labios de nuevo, demostrándole con hechos la alegría que albergaba su ser ante esas dos simples pero maravillosas palabras.

-Yo ta…- él intentó hablar, pero Hinata lo cayó con otro beso y cuando se separaron, por falta de aire le sonrió.

-Mi Naruto-kun, ¿puedes perdonarme?- acariciaba su rostro tan delicadamente. –Me he dado cuenta un poco tarde, pero te prometo que si me perdonas lograré sacarte adelante y…- se sonrojó para después separarse de él y comenzar a jugar con sus dedos.

-No tengo nada que perdonarte, al contrario, yo soy el que…- sonríó moviendo levemente su mano (ya que no tenía mucha fuerza por falta de comida) y la motivó a acercarse nuevamente. Cuando la tuvo cerca le tomó del cuello y la acercó para probar de nuevo esos labios que soñó por tanto tiempo. –¡Dios! Hinata, te amo con toda mi alma-

-Lo sé, lo sé… yo también- estando a punto de besarlo se detuvo para mirarlo pícaramente. -¡Espera!- Se levantó rápidamente de la cama y dejándolo anonadado –Tengo que darte algo-

-¿Eh?- el pobre no entendía nada, y mucho menos cuando la vio entrar con dos bolsas grandes de plástico negro unos segundos después.

-Quiero confesarte algo. Cuando te perdiste nosotros estábamos completamente desesperados por encontrarte y…- ruborizándose generando una gran carcajada en su marido –pedí dos deseos por medio de estas cosillas –sacó una bolsita transparente, las cuales contenían 10 grullas de buen tamaño.

-¡¿Hiciste 2000 grullas?!- Estaba más que feliz ante esa confesión. No había más dolor ni desesperación en su ser. A pesar de todo sabía que con la ayuda de su mujer, pasara lo que pasara, él estaría bien. ¿Por qué de pronto parecía un maravilloso y soleado día?

-Así es- se sentó de nuevo a su lado y le regaló la bolsita –Yuko-chan me contó esa historia y pues mi primer millar lo hice para que te pudiéramos encontrar con vida, ¡Y funcionó!- sonriendo lo besó súbitamente –a las dos horas de haberlas terminado Tsunade-sama nos llamó avisándonos de que estabas en el hospital…- para lo siguiente sonrió de manera que generó en Naruto un levantamiento de ceja un poco contrariado. -… y para realizarlas no tuve de otra que asaltar la oficina de tu papá y algunos papelillos que tenías en tu habitación para lograr mi cometido- Hinata levantó las cejas rápidamente jugando con él.

-No te creo- se divertía ante el rostro alegre y apenado de su mujer. Su mujer, qué bien se sentía decir eso.

-En se-serio- riendo igual que él –es más, te aviso que el último papelito que habías firmado con Shikamaru y Temari sirvió como mero entrenamiento.-

-¿Qué papel?-

-Uno horrible y espantoso. ¡Fue lo más horrible que he leído en toda mi vida! Sin embargo, logré deshacerme de él ya que en verdad fue de gran ayuda para aprender a hacer estas grullas-

-¿El papel que… yo firmé?- momento, el único papel que habían firmado esos dos era ¡el acta de divorcio!

-Lo siento Naruto, pero no voy a dejarte libre y no vas a poder deshacerte de mí tan fácil después de saber que te amo con todo mí ser- comentó al ver el asombro en esos ojos azules, entendiendo que él sabía exactamente a qué papel se refería. –Deseo permanecer con el apellido Uzumaki hasta que sea demasiado viejita, y a tu lado, ciertamente. No sabes cuánto lamento no haberte convencido que te quedaras conmigo después de… de…- se ruborizó ante el el recuerdo, aunque no fue solamente ella, al contrario. Ambos presentaron un rubor de campeonato.

Ante eso el rubio no hizo nada más que sonreír. ¿Esto era un sueño? Esperaba fervientemente que no, ya que era el momento que tanto había esperado. Amaba a Hinata y saber que era correspondido lo llenó de una alegría que le dudaría por tiempo indefinido. Con la ayuda de Hinata pudo tomar otras grullas de la otra bolsa. –Por mí no hay ningún problema. ¿Y el otro millar?- no pudo más ante su curiosidad.

-Pues…- se acomodó de tal manera que él pudo recargarse en su pecho –… las hice para poder recuperarte y lo logré, ¡funcionó!-

-¿A sí?- con un tono demasiado pícaro -¿Y quién te dijo que me recuperaste?-

-¡¿Eh?!- la cara de Hinata se encontraba al rojo vivo, ya que Naruto acomodó su cabeza en su cuello y su respiración le dio exacto a la unión de su cuello y hombro. -¿Na…Naruto?-

-¡AUCH!- él se tapó los oídos al escuchar ese gritillo de Hinata. Con eso obtuvo toda la atención de ella y pudo entender hasta esos momentos por qué a su papá le encantaba ser "apapachado" por su madre exactamente en su pecho… ¡era pervertidamente fantástico sentir como los grandes dotes de Hinata se rendían ante las mínimas atenciones que le daba con su cabeza!

-¿Te encuentras bien?-

-Mejor de lo que tú crees- y como niño pequeño, se aferró a esos pechos, aprovechándose de la inocencia de su dueña. Sus energías estaban regresando por arte de magia y el miedo ante lo que pasaría en el futuro disminuía a cada segundo.

Sabía perfectamente que nada sería fácil, ¿pero quién era él para que no dejar que el amor de su amada Hinata le ayudara a curarse?

.

.

.

.

.

-¡LO DEJASTE CON HINATA!- Kushina entró corriendo a la casa, después de llegar a los segundos detrás de Minato. Él, teniendo la curiosidad al mil por lo que podría hacer Hinata con su primogénito, ni siquiera llegó a la junta. Entró a la oficina y se dio la media vuelta dejando asombrada a su secretaria.

Ahora bien, Hirako estaba divertida ante la situación. Como buena madre, sabía cada uno de los maravillosos planes de Hinata y por nada del mundo lo iba a echar a perder. Después de encontrar a su primogénita deshaciendo uno de los cuadernos antiguos de Hanabi que ella tenía en su poder, escuchó pacientemente el plan de esa loca hija suya. No se le hizo mala la idea, al contrario, la apozó pasándole todos los cuadernos de Hanabi… la pobre ya no tenía apuntes para repasar en caso de que lo necesitara para sus exámenes finales… ¡tendría que aplicarse para pasar todas sus materias en un solo examen! Mató dos pájaros en una sola pedrada XD

El rubio mayor levantó los hombros diciendo "¿Y?" -Era más que necesario, ella me lo pidió-

-¡ASH MINATO! No cabe duda que a veces eres un bruto- y como alma al diablo subió las escaleras. Se dirigió al cuarto de su primogénito echa una furia, aunque bajo su velocidad asombrada al escuchar los ruidos que salían de esta. Pensó erróneamente que Naruto estaría en una histeria total o completamente desmayado, no obstante solo escuchaba murmullos, quejas y una que otra risa.

-¡Te dije que me duele!- era Naruto, en definitiva.

-¡Pues eso es excelente!- ahora fue Hinata –y si sigues gritando te va a doler la cabeza nuevamente-

-¡HN! ¡Mandona!- un bufido más de Naruto para presenciar nuevamente silencio. En esos momentos llegó a la puerta de la recámara y observando por el pequeño espacio que quedaba, encontró que su adorado hijo estaba siendo besando por su nuera, la cual se había sentado en la orilla de la cama muy juntita.

-¿Y dices que soy un bruto ?- la voz chillona masculina que apareció muy cerca de su oreja, provocó que su cabeza le diera exactamente a la nariz de su amado. ¡knock out! El pobre Minato cayó de espaldas generando que la puerta se abriera precipitadamente espantando a los presentes.

-¡MINATO!- la pobre pelirroja se lanzó a los brazos de su marido, para intentar sostenerle, no obstante fue en vano ya que ella cayó a su lado.

-¡Papá!/¡Minato-sama!- el grito de los esposos se escuchó por todos lados…

Cinco minutos después, ambos rubios tenían en su nariz papelito para intentar detener la hemorragia nasal provocada por un grito y por el golpe, mientras eran atendidos por sus respectivas mujeres. -En verdad lo siento Minato- Kushina recibía en su regazo a su marido. Ambos se encontraban acomodados en el gran sillón de la recámara, él boca arriba teniendo como almohada el atractivo de su mujer –pero quien te manda a espantarme sabiendo lo loca que me pongo-

-No buscaba epandalde- el padre de familia intentó justificarse, y realmente no se molestó por eso, él se lo buscó ya que si quería espantarla.

-Si clalo- ahora fue el turno de Naruto, el cual regresó al regazo de Hinata y disfrutaba de las caricias de ella en su cabello –se noda que buscabas espandalde pala indelumpilnos-

-Ahola ecame la culpa- Minato miró con rencor a su hijo. ¿Por qué le encantaba delatarlo? –Yo no quelia vel como mi hijo ela comido pol su esposa- ¡Lero, lero! El rubor en esas mejillas llenas de franjas le dio la victoria.

-Me la pagalás calo…-

-No me digas-

-Ya lo velás, papá-

-Basta ustedes dos- Kushina reía ante la mirada asesina que ambos se daban. Se agachó un poco y besó primero la frente de su esposo para después dirigirse a la boca de él –tenemos noticias que darles y son importantes-

-¡Cielto!- Minato se sentó y sin quererlo, chocó con la frente de Kushina.-

-¡AUCH!-

-¡Mamá! / ¡Kushina-san!- Ahora fue el turno de ellos gritar. Ante eso, no tuvieron de otra que esperar a que Kushina se recuperara en el pecho de su amado con un pequeño trapo en su frente.

-No bueno, sí que tenemos a toda la familia mallugada- sonrió Hirako ante la vista. Regresaba de la cocina después de que esperó pacientemente a que Kushina apareciera y encontró a todos con una cara de "oeps".

-No digas nada, no es gracioso- Kushina estaba completamente feliz, aunque intentó disimularlo. ¡Todo sería como antes y mucho mejor! Su amado hijo era abrazado por su nuera y esperaba que eso fuera así en adelante.

-¡Bah! Claro que lo es- la madre Hyuga sonrió nuevamente. –Pero bueno, ¿ya les dieron la noticia? Quedamos en que pronto podríamos hacer una fiesta y festejar todo lo bueno que nos está pasando :D-

-¿Qué noticia?- Naruto fue quien preguntó. Alzó levemente la cabeza y encontró la misma mirada de duda en Hinata.

-Pues, que ustedes dos no solo van a ser padrinos de Sasuke y Sakura cuando se casen-

-¿Eh?- Naruto puso su cara zorruna. ¿A qué se referían? ¡Él no sería padrino de ese mediocre Uchiha! Aún no le había dado el si a la relación que tenía con Sakura. ¿Cuándo y cómo se le había declarado? No lo recordaba, pero cuando lo hiciera se burlaría de ese zángano. ¿No que el Uchiha no sería domado? ¡HA! Pura blasfemia.

-No entiendo, ¿padrinos?- Ahora fue Hinata quien cuestionó las palabras escuchadas.

-¡SIIIIIIIII!- Se levantó Kushina súper animada. –Lástima que se lo perdieron pero, ¡Sai le pidió matrimonio a Ino ayer por la noche!-

-¡¿Ino casada?!- Naruto comentó con un gran asombro. Hinata sonrió cómplice. Ya lo sabía porque le mandó un mensaje Sakura informándole de la noticia. -¿Pero es neta?- Naruto estaba contrariado. -¿Sai no es gay?-

Minato se carcajeó sin poderlo evitar mientras que Kushina le miraba incrédulamente ante su comentario. -¡Vamos Naruto! Claro que no es gay. Gracias a él Ino está completamente recuperada y la va a hacer muy feliz.-

-¿Recuperada? ¿De qué?- Naruto miró a Hinata y volvió a cerrar los ojos. ¿Qué había pasado en todo ese tiempo? Neta que no entendía nada.

-Tranquilo, tenemos todavía mucho que platicar- Minato controló su risa. Ya era tiempo de empezarle a detallar algunos aspectos importantes a su hijo con respecto al secuestro y a su ataque.

Naruto, por primera vez en su vida, fue muy paciente mientras escuchaba a su padre.

.

.

.

.

.

Sasuke estaba de la mano con Sakura iracundo, agradeciendo que ella estaba a su lado para no ir y partirles la cara a todos los presentes que tenía enfrente. ¡Ahora resultaba! Después de que salió a la luz que Sasuke Uchiha siendo el único sobreviviente del Genocidio Uchiha y heredero de esa fortuna, sus parientes lejanos estaban buscándolo para ofrecerle su apoyo. ¡Pamplinas! Si antes no lo necesitó, ¡ahora menos!

-Es mejor que nos retiremos- Sakura habló por su amado. Cuando el abogado de los Uchiha, quien fue el que leyó el testamento meses atrás, les pidió que le visitaran para revisar unos pendientes finales de la herencia, nunca se imaginaron que estarían esas personas tan desagradables. Esas personas solicitaron ver al joven Sasuke y presentarse ante él. Desgraciadamente no era algo que se esperaban. Apenas Sasuke estaba asimilando que era dueño de una gran fortuna y con esto, los pocos pasos que había avanzado con él se esfumaron. La mirada rojiza de su amado indicaba que no iba a salir nada bien esa reunión.

Se lo había dicho su papá, pero tenía que desobedecerle…

-Pero hijo espera…- Un hombre no mayor a sesenta años habló.

-No vuelvan a siquiera pensar que somos parientes- Sasuke les miró con mucho rencor. Su única familia ya los estaban esperando en la casa del Dobe para comer juntos. Ese rubio estúpido ya no se desmayaba con facilidad y raramente se quedaba dormido ante sus pocas palabras. –Me vale un comino quienes son y no me interesa interactuar con alguno de…- se calmó un poco para no soltar una mala palabra. -…ustedes-

Y sin más palabras salieron.

Sasuke tenía como nota decirle a ese abogaducho que no volviera a quitarle el tiempo con semejantes tonterías. Estaba completamente seguro de lo que haría con el dinero que su familia e Itachi le dejaron y no estaba dentro de sus planes alimentar bocas de unos acarreados.

-Sasuke-kun…- Sakura rompió sus pensamientos.

-…- Sólo la miró. Neta que no tenía nada que decir.

-Sé que estás de malas pero…- suspiró antes de continuar. -…pero es importante que…-

-¿Qué Sakura?- regresó su vista al frente. Sabía que algo iba a sacarle esa molesta mujer.

-…Si llegas con esa mirada no creo que Naruto deje de fregarte la existencia y tendré que taclearte de nuevo- ella se ruborizó ante el recuerdo. Amaba a Sasuke pero el volver a tener a esos dos peleando con el peligro de que su amigo Uzumaki tuviera dolor de cabeza no era aceptable. Después de que se pelearon "verbalmente", gritos llenos de lamentos fueron escuchados por Naruto ya que aún no podía caminar y el canijo de su prometido salió corriendo de la habitación burlándose de él. Lo bueno es que ella sí pudo vengarse de su amigo. No se imaginó que el haber jugado americano durante unos meses le diera el poder de, literal, tirar a su amado en el frío mármol del vestíbulo con su sutil y nada masculina fuerza.

-¡HN!- Se ruborizó ante el recuerdo. ¡¿Cómo ese cuerpecito de mujer presentaba tanta fuerza?! Aún le dolía el costado y ni decir de su orgullo.

Y con ello caminaron hacia la camioneta que les esperaba. Desgraciadamente no solo eran escoltados por el tema de Akatsuki, el hecho de haber heredado muchos millones lo hacía un blanco bastante interesante. Esa era la parte de odiar la riqueza. El plan que tenía de apoyar a las asociaciones de adopción y apoyo al necesitado sabía que se llevaría parte de esa riqueza, sin embargo, la verdad no tenía ni la menor idea de qué hacer con tanto dinero. Sasuke se sentía bastante extraño y, aunque su orgullo sería pisoteado, sabía que tendría que hablar con Naruto y pedirle uno que otro consejo. Tenía pensado desarrollar una empresa o algo con ese idiota para que ese dinero no se perdiera nada más porque sí.

Cuando llegaron a la mansión Namikaze-Uzumaki se llenaron de alegría al ver desde la puerta del jardín, como Naruto era ayudado por la misma Hinata y este comenzaba a levantarse de la silla de ruedas. El hecho de que ella se había declarado tres semanas atrás, generó que el rubio menor tomara la fuerza suficiente para salir adelante. Sasuke entendía esa parte y le daba mucho gusto verlo sanar. Como todos, agradecía a Dios que Akatsuki no se había salido con la suya, ni siquiera con Shikamaru que estaba recuperándose de la última operación de columna. Igual que Naruto, Shikamaru estaría caminando en poco tiempo.

-¡Bienvenidos hijos!- Kushina se acercó a los recién llegados con muchos abrazos y besos, sin importarle la cara de fastidio del Uchiha.

-Hola hija, Sasuke- Shizune les acompañó a los segundos. Ella principalmente estaba revisando el avance de Naruto y no podía ser más feliz al ver su avance. La verdad todo esto había sido gracias a Hinata.

-¿Cómo les fue?- Kakashi venia entrando después de cortar la llamada con Dan.

-Mejor ni preguntes papá- Sakura se separó de su mama y abrazó a su padre, quien rio fuertemente imaginando el resultado de esa reunión.

Unas palabras más y se reunieron con un rubio más que feliz. Estaban en camino los Nara, Inuzuka y Yamanaka para pasar una tarde en familia.

...CONTINUARÁ...