Disclaimer: Todo le pertenece a Rowling, bla, bla, bla… mías sólo son las insanas palabras que leerán a continuación xD.

Agradecimientos: Gracias a todas aquellas que leyeron este pequeño fic. Gracias por soportar los mis desvaríos, por ver a través de una ventana más en éste mundo inmenso que es Harry Potter, por gastar o malgastar su tiempo leyendo mis ideas hechas hechos –y valga la redundancia! –. Simplemente por estar aquí diciéndomelo por medio de un review, o por lo menos, como ya dije, gastando su tiempo en mí.

Gracias por leer…

Nota Final: Soy feliz, porque aunque sea a través de esto pude hacer que Severus conociese la felicidad por un momento, y aunque después se la arrebaté cruelmente –si, soy mala muahahaha–, ahora estoy a gusto conmigo y con él –se lo debía por el otro fic que escribí de él xD– y porque he terminado mi primer "relato relativamente largo" dentro del fandom HP.

Y otra vez: Gracias.

O.o.O.o.O.o.O.o.O.o.O…

I.- Pereza.

Trasciende.

"¿Estoy muerto? Al parecer si…y si no es así¿por qué veo mi cuerpo agonizante bajo mis ojos, mirándome? Definitivamente lo estoy.

Me estoy elevando. Asciendo como un espíritu incorpóreo que camina sin temor hacía el paraíso prometido. Pero ni siquiera soy un espíritu; logro ver a través de un velo traslúcido, más no alcanzo a sentir nada, incluso me veo impugnado por la sensación de paz que supuestamente debería sentir al morir.

No merezco el cielo. Y definitivamente tampoco iré al infierno –viví en él–. No merezco nada.

Sigo elevándome. Lo hago lentamente pero sin detenerme. Esto es irreversible, lo comprendo ahora, pues vislumbro frente a mis ojos algo abrumador, casi doloroso.

Una telaraña roja, roja como la sangre; inmensa, infinita, atrayente. Se cierne a mí alrededor, sofocándome. Me aferra y envuelve después, lentamente, permitiéndome entrever la última escena de mi cuerpo convulsionándose bajo unos faros luminosos y verdes. E inmediatamente llegan los recuerdos, las memorias pérdidas en algún recoveco inhóspito de mi mente, las últimas luces antes del colapso final.

«Mírame»

He muerto. Ya no existo más.

Y son sus ojos lo que veo al final de mi vida. Son sus ojos luminosos los que reducen poco a poco la inmensidad de la telaraña sanguinolenta, haciéndola mesurable, rescatándome de la oscuridad que me acechaba. Llenan mi corazón, me hacen sentir, ser algo más que un espíritu perdido dentro de la nada…

Mi corazón me tortura, mis ojos me juegan malas pasadas, mis sentidos fallan. Aún en la muerte sólo puedo verla a ella, clara y eterna.

Prometí amarla; y aquí estoy, amándola hasta en la muerte.

¿Es mi corazón el que se exalta al percibir ése perfume tan característico que sólo ella emanaba? Por que lo percibo, lo siento. ¿O mi mano la que se extiende deliberadamente para atrapar sus cabellos rojizos entre mis dedos?

Si estoy muerto… ¿por qué pienso en ella? No debería pensar, ni siquiera en ella. No debería sentir. No debería anhelar su contacto. No debería presenciar el lento parpadeo de sus ojos mientras me observan fijamente.

Esto no es doloroso, al contrario. Un sentimiento de completa armonía, una paz interna que me reconforta, se apodera de mis sentidos. Y no tiene nada que ver con el sacrificio que marcó mi destino final, con el hecho de que con mi muerte cientos de vidas se salvaron, de que el mundo mágico tuvo la oportunidad de una mejor vida. Pero todo tiene que ver con ella.

Y ahora mi corazón me tortura, justo cuando mendigo en un limbo que no me concede el descanso eterno y tampoco me redime de mis crímenes.

Me elevo cada vez más alto.

Más allá del perdón.

Estoy más allá de todo sufrimiento o culpa.

Más allá del bien o del mal –ya tal vez más cerca del infierno que del cielo–.

Pero no logro estar más allá de ella. De trascender éste amor marchito desde hace mucho tiempo. En esta vida vacía o en la otra, siempre estaré con ella.

La telaraña cambia. Renace, más inmensa y hechizante que antes. La he visto, muchísimo antes de comenzar a morir; merodeando entre mis sueños, entrelazándose con mis fantasías más profundas, aquéllas fantasías rojas a las que me encantaba abandonarme y a veces, embriagarme.

Más ahora es verde, verde esmeralda, justo como los ojos que vi antes de morir.

Puedo distinguir algo dentro de la inmensidad de la nueva telaraña que en vez de sofocarme, me reconforta. Es un punto brillante y rojo. Y temo. No quiero que sea de nuevo la telaraña de sangre que ofuscó por completo mi ser, no quiero desaparecer antes de verla frente a mí con un vestido blanco y los cabellos rojos al viento.

¿Por qué me torturan ahora que estoy muerto¿no fue suficiente sufrir en vida y debo ahora pagar mi penitencia también en la muerte?

- Sev... estoy contigo…todo ha pasado – mi corazón se detiene, mis ojos hacen un esfuerzo vano de ver más allá de la bruma, en busca de la persona que pronunció esas palabras, estiro los brazos, arañando el aire, enredando entre mis dedos los retazos de telaraña pegajosa que de nuevo me envuelve y me engulle.

El veneno ha penetrado por completo en mi sangre, la ha contaminado. Y con ironía me doy cuenta de que siempre estuve contaminado, podrido, corrompido por todo lo que ella aún representa para mi.

Mi corazón no palpita más –he muerto de verdad–. Más no lo necesito ya, pues ahora estoy junto a ella."

Fin.

O.o.O.o.O.o.O.o.O.o.O…

N/A: La escena se sitúa en la muerte de Snape –cuando Voldy le echa encima a Nagini uu– y cuando Snape escucha la palabra "mírame", se refiere a cuando se lo dice a Harry, cuando este llega después de haber presenciado la escena –y ésos son los ojos que ve antes de morir y que después le traen el recuerdo de Lily–.

Espero que no haya confusiones. Es un poco enredado, porque esta lleno de metáforas, pero es la forma en que me imagino la muerte de Snape, que siempre pensará en ella.

En fin… muchísimas gracias por todo! Y contestaré todos los reviews que se dejen en este capítulo final –lo prometo!–. Besitos.