Capítulo 9

Confusiones peligrosas.

Luego de haber luchado en vano en contra de los sentimientos que lo embargaban, no había podido detener el instinto salvaje que le afloraba cada vez que la pelirroja se le acercaba. La había besado con toda la desesperación con la que un chico besa a la amada que durante meses ha permanecido alejada. Sus labios se habían juntado con impotencia ante, lo que constituía, un amor absolutamente peligroso, indiscutiblemente alarmante, evidentemente aventurado.

Junto a él ella corría peligro, junto a ella él se cegaba y parecía olvidar el mundo en el que se encontraba inmerso.

Pero no se arrepentía. Esa noche la felicidad había sido la gran protagonista. Esa noche habían sido ellos los personajes principales de la historia de amor que, sin haberlo planeado, habían comenzado a forjar hacía algunos meses.

Pero la luna se había retirado del despejado cielo de esa noche helada. Las estrellas habían dejado de brillar como luciérnagas estáticas luego de que el paso del tiempo se había encargado de dar bienvenida a un amanecer violento. Los primeros rayos de sol se posicionaron con ímpetu sobre la pareja que había utilizado la oscuridad de la noche para cobijar sus anhelos más recónditos y secretos. El día los había descubierto y la travesía planeada era, nuevamente, el motivo más importante para permanecer con vida…

Pero en el fondo sabían que el sentido de sus vidas se encontraba en el desenfrenado amor que cada uno sentía por el otro.

Y a pesar de su aparente egoísmo sabían que no podían gritar a voces su relación, porque en el universo, ellos eran los protagonistas, pero no los únicos personajes de la historia. Ellos vivirían el amor que se encargaba de proporcionarles el oxígeno para seguir respirando, pero su amor no debía ser descubierto, revelado ni promulgado, porque las consecuencias que acarreaba su descubrimiento eran evidentemente peligrosas.

- Ginny – se escuchó que decía una voz masculina entre susurros.

La pelirroja, que se encontraba recostada cerca del tronco del árbol que los había cobijado esa noche, alzó su rostro y desvió su mirada hacia los verdes ojos del chico.

- ¿si?

- ¿Crees que debemos contar…?

- No harry – respondió Ginny antes de que este acabase de formular su pregunta al mismo tiempo que desviaba su mirada hacia la choza en la que sus hermanos todavía se encontraban inmersos. – Nadie debe enterarse de que andamos juntos.

- ¿Ni tu familia?

- Pues los únicos que sabían de lo nuestro eran Ron y Hermione – dijo Ginny encogiendo los hombros – y bueno – añadió la pelirroja, esta vez dirigiendo a Harry la mirada – Ron no recuerda nada y Hermione se encuentra desaparecida –Luego de decir esto la chica emitió un suspiro prolongado – Hay Harry, no quiero que mis hermanos tengan más problemas de los que ya tienen por mi culpa. Esta sería una noticia que les caería como un verdadero expeliarmus en este momento.

- Lo sé – dijo Harry como única respuesta ante un problema que lo preocupaba de sobremanera.

La verdad es que la razón que Ginny le había dado, no constituía más que una excusa frente a la verdadera causa por la que Harry quería ocultar la relación que mantenía con la pelirroja. El chico de la cicatriz estaba convencido de que Voldemort no descansaría hasta conocer cada uno de sus puntos débiles para poder destruirlo… Ginny era, sin duda, uno de esos puntos débiles. Harry no se perdonaría nunca si la pelirroja se viera expuesta a situaciones peligrosas por culpa de su maldito egoísmo.

Porque si las circunstancias fueran diferentes, si fuera la paz la que reinara en el mundo, Harry no dudaría ni una milésima de segundo en gritar a voces el amor que sentía por Ginny Wesley, la hermana menor de su mejor amigo.

OoOoOoOoOoOoOoOo

Después de haber expulsado, prácticamente a empellones, a Pansy de su casa, Draco había salido al patio, para adentrarse en los parajes del bosque que rodeaba la mansión en la que se encontraba viviendo. El rubio había caminado alrededor de diez minutos hasta sentarse en una piedra situada cerca de una laguna de tonalidades verdosas.

Un colorido cien pies había pasado caminando cerca de los pies del rubio. Draco observó, por unos momentos, el insecto que sobre la negrusca tierra se posaba, para luego comenzar a lanzarle hechizos sucesivos que cambiaban el aspecto del bicharraco. De cien pies lo trasformó en tortuga, y de tortuga a una rata. A la rata negra, en que la antigua tortuga se había transformado, la convirtió en murciélago, luego de haber hecho que alas negras nacieran de su espalda.

Finalmente era un gato negro el que se posaba alrededor de los pies del chico de los ojos grises.

Le gustaban los gatos. Los felinos solían ser animales despiertos, astutos e inteligentes. Sí, definitivamente si tuviese una mascota escogería un felino…

Como un gato

Como un tigre o

Como un León.

Imbécil.

Hermione es una leona. Una maldita leona. Ella no recordaba nada, pero eso no justificaba que él pasara por alto su pasado de sabelotodo de Gryffindor ¿Cómo mierda se le había pasado por la cabeza tener a un León de mascota?

Un repugnante, sucio y asqueroso León.

Draco esbozó una sonrisa que revelaba a todas luces la malicia emanando de sus ojos.

- En todo caso ella es mi mascota – pronunció en voz alta y con voz ronca el rubio de los ojos grises.

Luego de haber hablado en voz alta en aquel sector despejado del bosque, su ceño volvió a fruncirse y su mirada había adquirido, una vez más, ese gesto inexpresivo capaz de congelar la sangre de cualquiera.

¿Por qué no podía sacársela de la cabeza?

Era cierto que se quería vengar de ella, y era esa la razón principal de la opción de mantenerla cerca que había adoptado. Pero había algo más. Existía algo que le impedía sacarla de su cabeza en momentos en que no se justificaba estar pensando en la sangre sucia.

Como ahora.

¿Por qué mierda no podía pensar en otra cosa ahora?

Después de pedirle que diera esa estúpida vuelta, sus sensaciones habían parecido frenarse hasta el punto de impedirle reaccionar de manera coherente. Se había comportado como un debilucho incapaz de articular palabras ante una sorpresa inesperada…

Es que jamás había tenido una vista panorámica de Granger. O bueno, sí, la había tenido, pero nunca de manera conciente. Nunca en la vida se le había pasado en la cabeza mirar a Granger más que como una asquerosa rival merecedora de una muerte segura.

Pero esta vez había sido diferente.

Él, el inigualable Draco Malfloy, le había pedido a la estúpida y repugnante Granger que girara con el vergonzoso objetivo de observarla. Simplemente apreciarla como la mujer que era.

Y qué mujer.

Mierda.

No de nuevo.

No podía volver a pensar en Granger como una mujer. Es decir, Técnicamente hablando, Hermione Granger era una mujer, pero no podía ser vista así por él… menos por él.

Era peligroso y más aún, era humillante y vergonzoso.

En primer lugar, no le estaba permitido relacionarse con sangres sucias más allá del acostumbrado vínculo de mandante – mandatario. Él daba las órdenes, las repugnantes sangres sucias las obedecían.

Pero dentro de esas órdenes no se contemplaban, en ningún caso y por ningún motivo, las que a él le gustaría dar a Granger en ese momento…

Granger, pasa tu legua sobre tus labios.

Granger, desvístete.

Granger ¿Estás dispuesta ha hacer absolutamente todo por mi y… conmigo?

Qué vergüenza. Es que había tocado fondo. Había caído tan bajo que no parecía posible que alguien lo pudiese rescatar del foso en el que se hallaba inmerso. Draco Malfloy, el príncipe de las serpientes, el representante de la pureza de sangre, el joven mortífago más respetado de los existentes, había deseado, por un momento, a una asquerosa, repugnante y aborrecible impura. Peor que eso, se había excitado con sólo mirar detenidamente las curvas de la mejor amiga del imbécil pobretón y del estúpido cara rajada.

Y le había gustado.

Le había gustado tanto que la habría forzado, si hubiese sido necesario, a abrir esas piernas bronceadas que le cortaban la respiración por completo. De ser necesario le habría rajado ese ropaje negro apegado al cuerpo que tan bien acentuaba esos pechos, esa cintura, ese culo…. Porque Hermione Granger tenía buen culo, había que reconocerlo. Una parte trasera digna de ser aplaudida con euforia.

Y justo cuando había perdido toda su capacidad para cerrar la boca y poder, de esa manera, abandonar la cara de imbécil que se había apoderado de él en ese instante. Justo en el momento en el que la adrenalina lo impulsaba a abalanzarse como un loco desenfrenado sobre la castaña que tan dócilmente había cedido a ser sujeto de su mirada penetrante, justo en el instante en el que su instinto había triunfado en la batalla contra la razón que en su mente se había llevado a cabo…

Pansy, su novia, había llegado para entorpecerlo todo.

O para salvarlo de cometer una injuria aberrante contra su familia, su apellido y su propia persona.

Sabía que debía agradecer la interrupción de Pansy. Sabía que de no ser por su repentina llegada, él habría cometido una falta grave y repulsiva. Estaba seguro de que no se habría perdonado nunca una recaída tan aberrante como la que había estado a punto de cometer con el consentimiento de su propia voluntad.

Y aún así estaba furioso con Pansy. La odiaba por su impertinencia, la despreciaba por la estúpida desfachatez de meterse donde nadie la había llamado. Pansy había estado a punto de revelarle a Granger su verdadero nombre…

¡Su nombre!

Por Merlín, ella no podía enterarse de nada.

Y menos ahora…

No ahora que quería tenerla cerca para siempre. No porque sintiera algún sentimiento propio de esos estúpidos maricas que creen en la monogamia, en el amor o en esos sentimientos propios de los debiluchos de sangre, sino porque quería vengarse de ella una y otra vez. Quería manifestarle su odio en las mañanas, en las tardes y en las noches. Draco Malfloy deseaba transformar la vida de Hermione Granger en un tormento tan reiterado, constante y molesto como el zumbido de un tábano revoloteando sin cesar alrededor del cuerpo de un individuo. El rubio de ojos grises quería controlar la vida de esa castaña, que había odiado con tanta fuerza en Hogwarts, para siempre…

Porque ya no sólo la odiaba por su pasado de sabelotodo insufrible amiga de los mayores imbéciles que a Hogwarts le había tocado conocer, sino que la odiaba además por su presente como guardiana amnésica igualmente insufrible. Es que incluso ahora, que se suponía que se trasformaría en la servidora más maltratada, repudiada y lastimada de las existentes, le había impedido, sin siquiera saberlo, llevar a cabo su plan de decirle lo repugnante, repulsiva e indeseable que era.

Porque no lo era.

Y porque se había quedado estático en el instante en el que se había propuesto aplastarla con sus insultos. Porque las injurias, los agravios y las ofensas no llegaron a su boca, sino que, por el contrario, se evaporaron cuando de su interior nació el deseo de decirle todo lo contrario.

Mierda.

Draco empuñó sus manos con toda la fuerza que pudo reunir en ese momento. Su respiración se torno agitada y ruidosa. Sus ojos se entrecerraron de tal manera, que su mirada adquirió esa expresión perdida que tomaba cada vez que algo le molestaba de sobremanera. El rubio se puso de pie y permaneció estático.

- Maldita sangre sucia – Dijo Draco en un volumen casi imperceptible – te odio.

OoOoOoOoOoOoOoOo

Luego de dar el anuncio, que su amo le había ordenado, a los elfos presentes en la cocina, la castaña de ojos marrones había salido con cautela hacia aquella pocilga de madera en la que había vivido junto con quinientas muchachas durante los primeros días de su estadía en la mansión de los Malfloy.

Tenía que hablar con alguien, necesitaba desahogar sus temores, angustias e inquietudes con una persona de confianza ¿Qué diablos le estaba sucediendo en ese momento¿Por qué se había sentido de esa manera cuando Draco Malfloy había echado a Pansy de su casa?

Es que aquello no le debería haber importado en lo más mínimo. La reacción del rubio constituía una respuesta natural ante su carácter de adolescente rebelde y obstinado. Malfloy era un individuo frío, calculador e insensible. Sea lo que sea que cuestionara o impidiera sus planes lo enfurecería de sobre manera…

Hermione lo sabía. Esto no tenía que ver con ella. El enojo de Draco con Pansy, no significaba que él la prefiriera a ella que a esa muchacha de cabellos negros. Draco había expulsado a Pansy por la sola razón de que ésta se atrevió a interponerse en su camino.

Entonces ¿Por qué se había alegrado tanto¿Por qué había bajado las escaleras con una felicidad tan grande como para hacerla sentir que flotaba con cada paso que daba?

¿Y por qué había sentido esa sensación de rechazo hacia la mujer que se había atrevido a interrumpir ese momento íntimo con Draco?

Porque había sido íntimo, tan íntimo como para hacerla olvidar, por unos minutos, el lugar, la situación y el contexto en el que se encontraba. Hermione había dejado de ser, por un tiempo indeterminado, la estúpida guardiana esclavizada contra su voluntad, para pasar a ser, por el contrario, la mujer que era.

Una mujer que siente mariposas en el estómago cada vez que el muchacho que le gusta la observa, y mejor que eso, que la observa con deseo…

Mierda.

No otra vez.

Que estupideces estaba pensando. Malfloy no la había deseado ni tampoco había olvidado el hecho de que ella, Hermione Granger, era una mísera guardiana sangre sucia con la que no podía entablar una relación más profunda que la de servidumbre asignada. De hecho, lo más probable es que todo lo que había sucedido en el momento en que se encontraron solos en la habitación había sido una más de las maniobras del estúpido de Malfloy para confundirla y, posteriormente, humillarla.

Que tonta.

Que estúpida.

Que ingenua.

Ella se había sentido despreciada, repudiada y avergonzada cada vez que ese imbécil le había proferido insultos. Él la había injuriado hasta el cansancio y ella, estúpidamente, se había sentido feliz de que hubiese expulsado a Pansy, que por lo demás, había sido la que había interrumpido la ola de ofensas que Malfloy tenía preparadas para proferir contra ella.

De alguna manera, debería estar agradecida de que esa chica hubiese entrado a interrumpir la escenita que el imbécil de Malfloy le tenía preparada. De no haber ingresado a la alcoba ¿Qué otra cosa le habría obligado hacer Draco¿Es acaso que no le habría bastado con aplastar y refregar su ego herido contra el suelo, sino que también se habría atrevido a intentar destruírselo por completo¿Hasta que punto habría sido capaz de humillarla, maltratarla y repudiarla¿Cuál era el límite del peor de los Malfloy para efectuar su venganza?

Ella no caería en su trampa. Draco jamás la habría mirado como la mujer que era, ya que ella, para él, no era nada más ni nada menos que el objeto de su venganza, de sus maltratos, de sus ofensas. Ella lo serviría y efectuaría al pie de la letra las órdenes que de su boca emanaran, pero jamás lo obedecería hasta el punto de denigrarse como mujer… Porque una cosa era comportarse como guardiana y otra muy distinta era hacerlo como prostituta. El imbécil de Malfloy no le iba a tocar ni un solo pelo, porque de ser así, su resistencia iba a ser peor que la de una leona ultrajada.

- ¿Vania? – escuchó Hermione que le decía una voz femenina al mismo tiempo que la sostenían de los hombros. La castaña pareció despertar de un mal sueño cuando notó como cientos de ojos se posaron sobre ella luego de haber ingresado corriendo a la inmensa habitación de madera en la que vivían las jóvenes esclavas.

Hermione se encontraba de pie frente a Delta, quien al notar que era su amiga la que había ingresado como desesperada al roñoso aposento, la había detenido con sus manos. En un principio trató de entender lo que le sucedía lanzándole una mirada de complicidad extrema, pero al notar que la castaña de ojos marrones se encontraba en un estado de trance incomprensible, decidió que lo mejor era llamarla por su nombre para ponerla en contacto con la realidad externa.

- De… Delta – alcanzó a pronunciar Hermione con la escasa porción de aire que había logrado reunir en ese instante – necesito hablar con alguien…

- Y ese alguien soy yo – acabó diciendo la rubia de ojos oscuros luego de comprender que su amiga necesitaba un apoyo. Ser guardiana de Draco no era ni tan fácil ni tan divertido como se lo habían imaginado. Sólo bastaba con ver la expresión de la castaña para darse cuenta que estaba sufriendo… y mucho.

Delta tomó la mano izquierda de Hermione y la sacó de la habitación por la misma puerta en la que había entrado. Subieron la angosta escalinata que conectaba con la cancha de entrenamiento en silencio, para luego lanzarse miradas de complicidad una vez que habían alcanzado la cima. La rubia tomó con fuerza la mano de la castaña antes de echarse a correr en dirección al bosque con el propósito de conversar con su amiga guardiana en un sector aparentemente apartado y distante. Un lugar poco concurrido era el bosque que Delta había escogido para que la guardiana de ojos marrones le confesara cada una de sus sensaciones en ese momento.

Las muchachas se adentraron con cautela y cuidado en el inmenso bosque que rodeaba la Mansión de la familia Malfloy. Sus pisadas eran suaves aunque ruidosas. El suelo del lugar estaba cubierto de una espesa capa de hojas secas que resonaban con estruendo cada vez que el pie de una de las muchachas se posaba sobre las mismas. Si bien ese día había amanecido soleado y caluroso, el bosque permanecía oscuro, sombrío y helado. Las copas de los árboles actuaban como escudos protectores del potente sol que se posicionaba sobre el despejado cielo de esa cálida jornada.

- Más suave Vania – dijo en voz baja la rubia que seguía sosteniendo la mano izquierda de su amiga – sería una verdadera tragedia que alguien nos descubriera en este lugar – acabó diciendo la chica ante el temor que le causaba la posibilidad de ser vistas o escuchadas dentro del bosque. El solo hecho de encontrarse en ese lugar constituía una falta grave a las normas impuestas al cúmulo de esclavas que se encontraban viviendo y trabajando para la familia Malfloy. Peor incluso sería que las oyeran conversando sobre, nada más ni nada menos, el rubio al cual le había jurado sumisión y lealtad para toda la vida.

Hablar a sus espaldas constituía una infracción tan grave que la sola probabilidad de que alguien se enterara les ponía los pelos de puntas. Por eso habían corrido hasta el bosque, porque nadie, con el mínimo de sentido común revoloteando dentro de su cabeza, se atrevería a ingresar dentro del mismo…

- Creo que ya estamos lo suficientemente lejos como para charlar tranquilas – dijo Delta al mismo tiempo que echaba un vistazo fugaz detrás de su espalda – Ahora dime Vania ¿Por qué llegaste corriendo como desesperada a nuestra habitación subterránea?

Hermione tomó gran cantidad de aire por su boca antes de expulsar el cúmulo de sentimientos que la embargaban en ese momento.

Confundida.

Muy confundida.

Primero había perdido la memoria, desconociendo su pasado, así como la explicación de su presente ¿Quién diablos era ella y por qué se encontraba ahora sirviendo a ese rubio que la despreciaba tanto¿Cuál era el motivo de su aparente desgracia¿Cuál era el motivo de la desgracia de las muchachas que, como ella, trabajaban para la familia Malfloy?

Luego había superado el primero de los innumerables obstáculos. Ella había escalado, había superado la barrera que la separaba de las guardianas que servían al amo directamente, había pasado de ser un número a ser la guardiana Vania.

Finalmente había logrado sobresalir entre la decena de muchachas de las que formaba parte. Ella era la única guardiana que servía al amo personalmente, la única capaz de ingresar a su habitación a cada momento, la única a la que Draco Malfloy le había confiado la tarea de ser su servidora directa.

¿Era eso un privilegio o una nueva desgracia?

- ¿Vania? - Acabó preguntando Delta nuevamente luego de notar que la castaña de ojos marrones había perdido, de pronto, toda conexión con el mundo externo – Te hice una pregunta.

- Fue por Draco – Respondió Hermione sin abandonar la mirada perdida que había adoptado hace unos segundos.

- ¿Por él? – Dijo Delta al mismo tiempo que intentaba comprender la respuesta que su amiga le había dado - ¿Qué diablos tiene que ver Malfloy en la turbación que te embarga? – Preguntó la rubia mientras apoyaba su mano en el hombro derecho de su amiga – No me digas que…. ¿Draco Malfloy te hizo algo?

- No – respondió la castaña con un gesto tan inexpresivo que si no hubiera sido porque el sonido de su respiración continuaba oyéndose en el ambiente, cualquiera hubiera pensado que esa muchacha había dejado de vivir en ese momento.

- ¡Cómo que no! – exclamó la rubia de ojos oscuros al mismo instante que apretaba bruscamente hombro de su amiga con su mano derecha. - ¡Mírate!

Hermione hizo caso omiso a la orden que su amiga había efectuado. Sentía el resonar de un silbato retumbando sobre sus oídos. Era ella y sus cavilaciones, ella y su mundo interno, ella y sus inquietudes, ansiedades y preocupaciones. Era ella, Hermione Granger, la chica que no lograba comprender nada sobre su vida…

- ¡Vania! – Le gritaba Delta a su amiga guardiana al tiempo que forcejeaba su hombro derecho para hacerla reaccionar de algún modo - ¡¡¡Qué diablos te hizo Draco Malfloy!!!

- ¡Ya te dije que nada! – Exclamó sorpresivamente Hermione - ¡Malfloy no me ha hecho nada! – acabó gritando la castaña con el afán de convencerse a sí misma de las palabras que estaba pronunciando ¿Qué se suponía que le había hecho Draco para hacerla sentir de esa manera¿Era normal tener una confusión de envergadura semejante revoloteando dentro de su cabeza?

Lo odiaba.

Quería vengarse del mismo.

Y, sin embargo, no podía dejar de sonreír cada vez que recordaba como el estúpido de Malfloy la había mirado ¿Qué había sentido¿Era correcta la interpretación que ella le había dado a esa mirada?

Que estúpida.

Se odiaba a si misma por su reacción. Jamás permitiría que alguien se enterara de su estúpida reacción ante la expresión que Draco había adquirido cuando la había observado. Ni Delta, ni nadie se enterarían jamás de lo que le había comenzado a hacer sentir el rubio. Ese imbécil no se merecía una atención mayor de la que él mismo le había encomendado. Su relación de mandante – mandatario era perfecta, simplemente perfecta.

Ella Jamás le demostraría nada. Su mirada hacia él sería, de ahora en adelante, tan cruda, gélida e inexpresiva como la que el mismo chico adoptaba cada vez que quería que sus sentimientos, emociones y sensaciones permanecieran ocultos.

- ¡Eso no es verdad! – Gritaba la rubia al tiempo que sacudía ahora con ambas manos los hombros de su amiga para lograr, una vez más, que esta reaccionara y lograra conectarse con la realidad externa - ¡QUÉ TE HIZO MALFLOY PARA QUE ADQUIRIERAS ESA EXPRESIÓN DE ZOMBI PERDIDO POR EL MUNDO!

- ¡¡¡NADA!!! – Chillaba Hermione Granger como una niña pequeña – ¡¡¡ABSOLUTAMENTE NADA!!!

- No me tragaría esa mentira ni aunque me la juraras con toda la convicción del mundo – Confesó Delta con voz ronca e inexpresiva – Ahora, dime la verdad Vania – Dijo la rubia al tiempo que tomaba una bocanada de aire para emitir, una vez más, la última pregunta que esperaba hacerle a su amiga esa noche - ¿¡QUÉ ES LO QUE DRACO MALFLOY TE HIZO PARA…!?

- ¿Eres retardada o sorda? – Preguntó sorpresivamente una voz masculina que provenía de uno de los tantos árboles del bosque – ¿Qué significa NADA para ti? – acabó diciendo el rubio, con especial énfasis y modulación en la palabra nada, al tiempo que caminaba en dirección a las muchachas que se encontraban estáticas y con sus mandíbulas tan desencajadas que habría sido fácil creer que habían perdido su capacidad para cerrarlas – Sabía que mis esclavas eran retardadas pero es una pena darse cuenta que ni la reiteración constante les ayuda a superar su retraso.

Draco se acercó a Hermione tomando su antebrazo con fuerza para luego tirarla con brusquedad hacia su propio cuerpo, luego acercó su boca a uno de los oídos de la castaña al mismo tiempo que apartaba el cabello de la chica para facilitar la audición del mensaje que se había propuesto otorgarle.

- Sígueme – Le dijo el rubio en un volumen casi imperceptible a la, en ese momento, inexpresiva castaña. Luego de esto la empujó con tanta brusquedad que de no haber sido porque Delta la sujetó por la espalda, Hermione Granger se habría desplomado sobre el suelo – y tú, retardada – comenzó a decir Draco enfocando su mirada de odio y tirria hacia la rubia de ojos oscuros que había impedido la caída de la castaña- ¡Vete antes de que me arrepienta de perdonarte la vida por tu estúpida impertinencia!

La mirada de la rubia se cruzó con los castaños ojos de su amiga, quien, sin pensarlo dos veces, le dio un gesto de asentimiento instantáneo para hacerle saber que debía arrancar de ese lugar cuanto antes.

Delta se echó a correr con toda la rapidez que sus piernas le permitieron. Una vez que sus pisadas sobre las hojas secas habían dejado de resonar en el interior del bosque, Draco Malfloy lanzó una mirada gélida a la castaña para luego darse media vuelta y comenzar a caminar en una dirección contraria a la que había tomado la rubia para encontrar la salida.

Hermione apretó sus puños al mismo tiempo que se mordía el labio con tanta potencia que su color rojo fue reemplazado por uno de tonalidades moradas. Si bien su respiración se había convertido en una ocupación difícil de mantener, no constituía esto un impedimento para mantener la compostura que se había prometido adoptar.

Luego de un par de segundos que le parecieron horas, la castaña de ojos marrones comenzó a caminar con pasos decididos por el mismo camino en que el rubio se había encaminado.


HOLA!!!!!!

he regresado de un prolongado lapsus de ausencia!!!! lo siento!!! debo disculparme enormemente por el tiempo que dejé pasar entre un capítulo y otro, pero espero q me entiendan... me había ido de vacaciones donde, lamentablemente, no tenía acceso a internet y cuando llegué a Santiago de nuevo me encontré con la lamentable sorpresa de que mi PC estaba malo y no podía ingresar a esta página. Por fortuna solucioné el problema luego de unos días y ahora me ven aquí, subiendo un nuevo Cap.

En el capítulo... notan la confusión de los dos jóvenes que, aparentemente, se odian??

esa confusión llevará a las más inesperadas consecuencias...

Bueno, espero que les haya gustado y me dejen sus reviews. Cada uno de sus reviews me ALEGRA la vida!!!!

Un especial agradecimiento le doy a Karyta34 (siempre me apoyas!!! mil gracias. A propósito he visto unas tres veces orgullo y prejuicio desde que me lo comentaste y siempre q la veo me acuerdo de ti jajajaja... i love Mr. Darcy), MeenaO.o (bienvenida!!! espero que me sigas apoyando en este fic, muchas gracias por darte el tiempo y dejarme un mensaje!!), silvana88 (amiga!! apoyo imprescindible no???... GRACIIASSS!), panshusca (bienvenida!! no te arrepentirás de haber pasado por este fic), Embercita (al fin esa bueno mi pc!!! voy a leer tu cap. y ahora si o si te dejo un review, te adoro amiga!!!!!!), Pau tanamachi Malfloy (bienvenida!!!! gracias por el apoyo, como te dije voy a hacer todo lo posible para que esta historia pase a la lista de aquellas que te han encantado!!)

A todas ustedes! gracias por sus reviews en el cap. anteriorr!!

un beso de todo corazón

Artemisa.