¡Hola a todos y todas!

Seguramente hay algunas personitas con buena memoria que recuerdan que esta historia se estuvo publicando aquí ya hace unos años, seguramente algunos la siguieron y quizás a algunos les pareció que iba a ser algo interesante y digno de regalarle algunos minutos en la tardes. Seguramente hay algunos con muy buena memoria que están consientes de que hace ya varios años que no le he hecho nada y que prácticamente ha estado olvidada... tienen razón y me da algo de vergüenza aceptarlo porque si, la he dejado olvidada y eso es terrible y es por eso mismo que quiero resarcirme… ¿y como lo voy a hacer?

Muy sencillo… terminando la historia

Pero no es solo eso porque eso no sería resarcirme, lo que voy a hacer es reeditarla, trasformar un poco, cambiarle algunas cosas, reemplazar algunos capítulos, hacer que algunos sean mas largos y otros mas cortos, revisar alguna ortografía (no les prometo que no va a haber errores porque a veces en el afán de publicar se cuelan algunos, pero tratare de corregir mucho) Al final cuando todo esto este listo aspiro dejar una historia que sea digna de ustedes, la gente mas maravillosa, los lectores de fanfics… ahí estaré resarcido

No voy a extenderme demasiado con las notas porque quiero empezar ya así que solo les digo… solo les pido que disfruten el nuevo capitulo 1 de la hija del profe


LA HIJA DEL PROFESOR

POR: GREEN LITTLE WOLF.

CAPITULO 1: UN HIJO PROBLEMA.

Me encontraba con los ojos fijos en la colorida tabla periódica que se encontraba en la pared a la izquierda del tablero. La clase de matemáticas tenía que estar por terminar, si, eso era lo más justo ya que en el reloj interno de mi cabeza calculaba que llevábamos mas o menos dos horas viendo números y letras que la verdad siempre entendí casi a la perfección, solamente con el problema de que nunca me interesaron en lo más mínimo, era por eso que normalmente no prestaba mucha atención en clase y mis exámenes no eran los mejores, claro, tampoco eran malos, pero eran algo que a penas me ayudaba a aprobar las materias con lo necesario y era por esto que nunca llegué a ser considerado un estudiante ejemplar.

Si, poco ejemplar y además algo perezoso, algo descuidado y algo desinteresado y una de las cosas que menos me interesaba (quizás la cosa que menos me interesaba) era ese concepto de la palabra escuela… o colegio o instituto o centro educativo, eso fue algo que nunca llegó a tocarme del todo, para mi el insti era un lugar donde la mayoría del tiempo ibas a aburrirte porque la mayoría de cosas que se hacen allí son cosas que no te interesan mucho: como aquella clase de matemáticas, en serio, muy aburrida. Sin embargo mamá siempre me estaba diciendo lo importante que era estudiar y creo que de algún modo prefería ir a clases que estar todo el día en casa escuchando sus sermones, además en la mañana nunca hay nada que ver en la tele.

En cierto momento de aquella clase sentí que estaba a punto de quedarme dormido, pero hacer eso sería ridiculizarme en frente de los demás y eso si que no estaba dispuesto a hacerlo, entonces usando gran parte de mi fuerza de voluntad retiré mis somnolientos ojos de la tabla periódica y los llevé hacia el señor Takamoto para darme cuenta del momento preciso en el que el hombre tomaba una tiza nueva del bolsillo de su camisa y se dirigía al tablero.

—Tablero lleno de ejercicios y seguramente para mañana —Murmuré para mi sintiéndome un poco mas despierto y ahogando con esta frase un bostezo que amenazaba con escapar de mi boca.

Así fue, casi 15 minutos después el profesor ya se encontraba escribiendo sobre la esquina inferior del pizarrón, un montón de ejercicios definitivamente complicados y tal y como me había imaginado, al salir del salón el hombre anunció que eran para entregar al día siguiente, supongo que era una venganza porque vio que gran parte de los estudiantes estaban (estábamos) a punto de quedarse dormidos desde que la clase llegó a sus primeros 30 minutos.

Sin mucho afán saqué mi libreta de apuntes y me puse a copiar los ejercicios, quizás los podía hacer en la tarde y luego venderlos al día siguiente por algunos billetes o quizás cambiarla por algo de comida, un emparedado o una de esas galletas de chocolate, no hay nada mas delicioso que comer a escondidas en clase, no sé que es lo que le sucede a la comida en ese momento, pero definitivamente, comer a escondidas del profesor siempre hace que la comida sepa mejor.

Otros casi 15 minutos pasaron y los ejercicios estuvieron copiados en mi libreta, no con mucho orden, es más, había unos encima de otros y mi bolígrafo estaba por llegar a su muerte pues ya estaba botando mas tinta de lo normal, manchando de esta manera el cuaderno, detestaba eso, sin embargo los ejercicios estaban copiados y si yo entendía lo que había allí no había problema. Me levanté de mi lugar y me dispuse a salir del salón para recostarme en la parte trasera de la escuela sobre la rama o contra el tronco de algún árbol, porque la verdad era que teníamos clase de historia, pero la verdad también era que la historia nunca me había interesado y esa era una materia que nunca había aprobado en ninguna de las escuelas en las que había estado antes. Y es que he estado en un sinnúmero de escuelas si se me permite decir.

¿Por qué tantas? Bien he tenido algunas problemas aquí y allá y creo que mi definición de "problemas" se queda corta para lo que en realidad estuvo por sucederme en algunos sitios, digamos que en varias ocasiones conocí de cerca, muy de cerca, el brillo plateado de una navaja, en otras tuve grupos de más de 10 tipos dispuestos a molerme a golpes e incluso una vez logré escapar ileso de un ataque con un arma de fuego, en serio, creo que aquella vez estuve de suerte o quizás el muchacho era aun algo inexperto con ese demoniaco aparato, de veras, si, puede que en algunas ocasiones yo sea un tipo indisciplinado y rebelde, pero eso si, estoy totalmente en desacuerdo con eso de las armas de fuego ¡Que invento mas disparatado! Por ese motivo, con el fin de conservarme en una sola pieza, mi madre y yo habíamos tenido que viajar más de lo que sería una costumbre para una familia promedio.

De acuerdo con esto, muchos me clasificarían como un chico problema, pero la verdad considero que esa no es la definición más correcta para mi, yo diría que soy un chico que busca no aburrirse con la vida y que siempre está viviendo al borde del peligro ¿Y es que a quién no le gusta el peligro? ¿A quien no le gusta esa sensación del corazón latiendo a más no poder? ¿A quien no le gusta sentir la sangre golpeando en las sienes como un tambor? Eso es genial, sin embargo hay ocasiones en las que la gente no entiende eso y es ahí cuando empiezan a llamarte chico problema.

Mi nombre es Syaoran Li y tengo 17 años, a esta edad ya estoy muy acostumbrado (como la mayoría de los jóvenes de esta edad) a que me llamen chico problema. Ya es una costumbre y prefiero no discutir a acerca de esto porque si lo hago tendría que ponerme a explicar eso de la sensación de tu corazón latiendo a más no poder y eso es algo que no todas las personas entienden.

Retomando, en aquel momento estábamos en una pequeña ciudad llamada Shibukawa y la verdad no había sucedido nada en 3 meses de estadía, bueno, no había sucedido nada hasta el momento en el que salí del salón de matemáticas aquel día y me dirigí a la parte trasera de la escuela en búsqueda de mi árbol, justo antes de alcanzar mi destino (creo que ese fue el inicio del problema en la pequeña ciudad) pude ver como una chica que estaba sentada en una de las bancas del patio, me hizo una seña para que me acercara, supongo que la miré de una manera extraña ya que nunca había cruzado palabra con ella, la había visto en clase, pero nunca me interesé en hablarle, sin embargo debo admitir que siempre supe que ella me miraba y la verdad eso era algo que me parecía desesperante.

Muchos lo podrían considerar extraño, es decir ¿A que chico de 17 años no le gusta ser observado por las chicas? Y mas aun ser observado de la manera como yo sabía que esa chica me observaba, porque les aseguro que no me miraba con intenciones de retarme en un juego de domino, no señores, esa chica quería otro tipo de acción, mi radar me lo decía. Correcto a ningún chico, a todos los especímenes de la raza masculina les gusta ser observados por los especímenes de la raza femenina y mas aun a esta edad, y de hecho a mi también me gusta mucho ser observado, eso aumenta el ego, no obstante cuando las miradas pierden disimulo y… um… decencia, digamos que se hacen desesperantes… ah… y mas desesperantes aun si se mezclan con risitas tontas.

Mmmm… otro tipo de acción.

Por muchos segundos dudé en acercarme y pensé en seguir mi camino como si nada, pero noté que se encontraba extrañamente sola (cuando normalmente debía andar con su parvada de amigas) y que además seguía haciéndome señales (cada vez más insistentes) con su mano, entonces sin mucho entusiasmo, pero debo decir que con algo de interés caminé hacia ella.

—¿Quieres algo? —Pregunté aburridamente cuando llegué a estar a casi un metro de distancia de ella.

—Vaya, siempre te comportas así de frío con las chicas lindas —Se quejó, fingiendo sentirse lastimada por mi escaso comentario.

—¿Qué quieres? —Insistí.

—Solo hablar, puedes bajar tus armas —Bien, al menos esa era una frase algo… ingeniosa… pero a pesar de eso no iba a ceder nada fácil a sus… deseos, la iba a hacer nadar un poco mas en contra de la corriente.

—La verdad ahora no tengo muchas ganas de hablar, estoy algo cansado y ahora que lo pienso tú y yo nunca habíamos hablado, y creo que en este momento no hay ninguna razón para empezar a hacerlo.

Unos segundos de silencio se mezclaron con el viento de la media mañana y ese fue el momento que elegí para hacer un amago de dar la vuelta, sabía que esto iba a hacer que la chica hiciera un movimiento.

—De acuerdo quiero pedirte un favor —Dijo de repente poniéndose de pie y acercándose un poco.

—¿Un favor?… te repito, nunca antes habíamos hablado, no puedes andar pidiéndole favores a gente desconocida, nunca se sabe de las intenciones de las personas al realizar un favor… hay algunas con malas intenciones —Dije agregándole unas notas graves a las palabras que salieron de mi garganta.

—He aprendido a manejar las personas con malas intenciones… basta con tenerlas también —Era una chica lista… o por lo menos no tan tonta… de acuerdo… se había ganado una oportunidad. Además… ¿Por qué hacerse del rogar?

—¿Que necesitas? —La chica sonrió al ver que por fin yo había "bajado las amas"

—Bueno —Comenzó— Antes de salir de clase vi que te quedaste copiando los ejercicios de matemáticas y supuse que quizás los ibas a hacer más tarde… la verdad es que yo también quiero hacerlos porque voy un poquitín mal en esa materia… y bueno… este… me preguntaba si tu podrías ayudarme con algunos… conceptos.

—A mamá no le gusta que lleve chicas a la casa —Comenté como niño bueno, aunque la verdad lo único que estaba haciendo era tantear mi terreno como un… lobo… no tan bueno— Tendríamos que quedarnos en la biblioteca o quizás podríamos ir a tu casa.

—En mi casa estaría bien —Contesto inmediatamente como si hubiera estado esperando mi propuesta por años— Esta tarde mi hermano tiene una cita odontológica y mi mamá lo tiene que acompañar, no habrá problema con eso de ser interrumpidos, podríamos hacer los ejercicios de la tarea sin que nadie nos moleste ¿Que dices?

En aquel momento recordé como habían empezado varios de los problemas en las otras ciudades y algo me pareció familiar ¿Qué cosa? Creo que ustedes lo saben, de cualquier manera y aunque la situación era similar opté por ignorarlo

—Supongo que está bien.

Quedé de encontrarme con esta chica a la salida para ir a su casa a hacer la tarea, organizado eso, decidí volver a caminar hacia donde se encontraba mi árbol favorito porque de verdad en aquel momento me quería regalar una siesta de por lo menos dos horas.

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La casa de la chica era muy bonita de verdad, se encontraba ubicada en una de las partes acomodadas de la ciudad, pero no era nada ostentosa y no tenía nada de exagerado como esos inmensos jardines equipados con laberinto de arbustos y fuentes de mármol o los corredores interminables que en realidad una persona adinerada sabe que nunca va a explorar. Era una casita mediana pintada de un agradable color lavanda, tenía dos pisos, un jardín muy bonito (apropiado para el tamaño de la casa) por su cara frontal y un patio del mismo tamaño en la parte de atrás, lo pude divisar mientras caminaba por las escaleras de la casa hacia la habitación de la chica.

Cuando estuvimos en su habitación le di la espalda y me quedé con la mirada fija en la ventana solo escuchando lo que ella estuviera haciendo a mis espaldas, podría haberse acercado con un puñal y haberlo clavado en mi espalda sin que yo alcanzara a reaccionar, sin embargo eso no iba a suceder, por el contrario, pude sentir como cerraba la puerta, no escuché que la asegurara, pero creo que eso no importaba, según ella íbamos a tener tiempo para hacer la tarea sin ser interrumpidos, debo admitir que en aquel momento una sonrisa ladina se posó en mi rostro y lentamente me giré hacia ella para ver que me estaba mirando con unos ojos que me decían que ni de chiste estábamos allí para hacer ejercicios de matemáticas. Creo que siempre lo supe.

Definitivamente esta escena ya se había repetido en algunas ocasiones pasadas, solo que con química, física y en una ocasión con filosofía… ¡Por Dios! ¿Quien necesita de ayuda para hacer una tarea de filosofía?

Bueno… al otro tipo de acción ¡Ja!

Segundos después me encontraba de espaldas sobre la cama de la chica mientras esta luchaba por quitarme la camisa con un desespero que aun ahora no logro llegar a entender, es decir, desnudarme debía ser la tarea más sencilla para cualquiera ya que yo era uno de esos estudiantes que nunca andaba con su uniforme vestido correctamente, por ejemplo nunca vestía la chaqueta de ese espeso paño vino-tinto, esta siempre se encontraba arrugada dentro de mi pequeño maletín, de alguna manera todos los días lograba emburujarla allí; nunca me anudaba la corbata de una manera elegante y solo la ponía alrededor de mi cuello como un detalle que al parecer le gustaba mucho a las chicas, de hecho no sé hacer el nudo de corbata, mamá en una ocasión me habló de algo así como el Windsor pero la verdad nunca le puse mucha atención; nunca me abotonaba totalmente la camisa y si lograban deshacerse de esta tenían total acceso a mi pecho desnudo ya que nunca vestía una camiseta o algo parecido, sin embargo la chica parecía estar tan desesperada que eso era lo que realmente le impedía hacer su trabajo con tranquilidad.

Yo por mi parte estaba simplemente muy divertido acariciando la suave piel de sus piernas por debajo de su falda.

Finalmente cuando después de casi dos o tres minutos logró quitarme la camisa sentí como sus labios tomaron como misión besar todo mi pecho procurando no dejar nada sin cubrir, no solo la piel de sus piernas era suave, sus labios también se sentían como el toque del terciopelo, esa sensación era una de la que estaba seguro nunca llegaría a cansarme y después vino la otra sensación, esa que solo experimentas cuando sabes que las manos de la chica se están dirigiendo hacia el sur, hacia la hebilla de tu cinturón, es en ese momento cuando empiezas a perder la noción de las cosas y la empiezas a besar como loco, es ahí cuando dejas de intentar quitarle la camisa y el sujetador con suavidad y en cambio decides rasgarlos o algo similar, claro, el rasgar es cosa de machos y a todas las chicas en algún momento de sus vidas les gustan ese tipo de chicos.

Es ahí cuando la tela de la ropa por más delgada que sea se convierte en algo realmente inútil y fastidioso. Bueno, eso fue lo que empecé a sentir ¿Qué más puedo decir? Nada más, desnudarse no es una gran ciencia después de todo, minutos después estábamos en ese estado y besándonos como locos, sin embargo lo más bueno aun no comenzaba y creo que ese día no iba ni siquiera a comenzar ya que de repente escuché que en el piso de abajo había actividad… y desgraciadamente no era la lavadora (en una ocasión en otra ciudad si había sido)

—¿Qué fue eso? —Pregunté susurrándole al oído.

—¿Qué fue qué?

—Un ruido, escuché un ruido.

—No fue nada —Se quejó ya que de repente había dejado de besarla, sin embargo ella decidió tomar como misión este trabajo.

—Hay alguien abajo —Insistí como pude con su boca sobre la mía.

—Que no hay nadie.

Creo que sin mucha ceremonia me la quité de encima y rápidamente me puse de pie mientras buscaba mi ropa, mis bóxers habían terminado sobre la lámpara de la mesa de noche, creo que al tomarlos incluso me sonroje. Con bastante prisa logré recolectar la mayoría de mis cosas y empecé a ponérmelas encima sin saber si lo estaba haciendo de una manera correcta, sentía que algo estaba por suceder y tenía que escapar de la escena antes de que ese algo ocurriera, sin embargo creo que fue un poco tarde, del otro lado de la puerta vino un toque y luego una voz masculina preguntó:

—¿Yuuko estas ahí?

¡Oh mi Dios!

—Si, aquí estoy —Contestó la chica que resultó llamarse Yuuko— Estaba tomando una ducha, pero ya salí, espérame afuera mientras me pongo algo de ropa.

Después de que terminó de decir esto la chica empezó a buscar algo con que vestirse mientras me explicaba con palabras casi imperceptibles que la voz del otro lado de la puerta pertenecía a su novio, en aquel momento sentí una gota de sudor frío rodar por mi espalda ¿Eso quería decir que también iba a tener que salir corriendo de esa ciudad? Esperaba que no. De verdad rogaba que no. La ventana de la habitación estaba bastante alta, pero parecía ser la única forma de escapar de aquel cuadro, me disponía a abrirla para saltar como fuera, pero antes de que pudiera dar siquiera un paso la puerta se abrió y pude escuchar que el chico dijo:

—Sabes que no tengo problema con verte sin nada de ropa, es más, eso me fascina.

Fue entonces cuando el chico (¡y que chico! era algo así como un miembro de la línea defensiva de los 49'ers de San Francisco ) notó mi presencia y la cara que un segundo atrás expresaba deseo hacia la chica, expresaba ahora un deseo hacia mi, pero digamos que era algo así como deseo de matarme.

—Hola —Fue lo primero y creo que lo más estúpido que alcancé a decir, por supuesto él no contestó mi saludo, solo se abalanzó hacia mi con ganas de destriparme, supongo, sin embargo antes de que me alcanzara a golpear, la tal Yuuko se interpuso entre nosotros dos y pude ver que estaba interviniendo a mi favor ¿Un detalla agradable? Me importó un comino.

—Déjame pasar Yuuko voy a matar a este mal nacido—Gritaba el chico que hubiera podido empujar a su novia y estrellarla contra la pared, sin embargo supongo que prefirió dejar que ella lo hiciera por voluntad propia.

—Hideki no le hagas daño.

Si Hideki, no me hagas daño, soy solo un pobre Syaorancito ¡Ja!

Debo admitir que la chica estaba haciendo un buen trabajo intentando detenerlo, incluso el chico por un momento quitó sus ojos furiosos de encima de mí y miró a Yuuko como diciéndole: O te quitas o no respondo. Y ese fue el momento, ese par de segundos de distracción fueron el tiempo que necesité para salir de aquella habitación lo más rápido que pude. Al ir bajando por las escaleras me encontré a mitad de camino a una señora que supongo era la madre de la chica, no reparé mucho en la señora, no cuando mi vida estaba en peligro, finalmente salí a la calle con la misión únicamente de poder llegar a mi casa vivo. Sentía las pisadas de Hideki a mis espaldas.

Al parecer era tiempo de buscar una nueva ciudad.

Acepto todo tipo de reviews, los buenos me pintan una sonrisa en la cara y me obligan a escribir mas y mejor, los malos me ponen triste y me dicen que quizas estoy perdiendo el tiempo con esto de escribir para fanaticos... tu decides que tipo de review quieres mandarme pero si quieres una recomendacion manda reviews que me hagan feliz si?