13. Piel.

Lo primero que preguntó James es si dolía cuando la piel se estiraba y cambiaba. De todas las cosas que podría haber dicho, fue eso y Remus se sintió tan sorprendido y estúpido que no supo que decir. Una tarde mientras preparaban los exámenes finales le dijo de pronto que la piel era lo que menos dolía.

Cuando se convirtieron por primera vez en los animales que le acompañaban cada Luna Llena James se sentó a su lado en las escaleras del cuarto piso. Se mantuvo callado el tiempo suficiente para que Remus empezase a preocuparse seriamente. Su amigo nunca estaba en silencio más de diez minutos seguidos. Incluso hablaba en sueños. Era incapaz de cerrar esa bocaza suya, como la llamaba Sirius, aunque su vida dependiese de ello. Solo su encanto natural y su destreza para librarse de los problemas le habían hecho mantener los dientes intactos durante todos estos años.

- Creo que sé a qué te referías cuando decías que lo que menos dolía era la piel –dijo después de quince eternos minutos.

Remus era todo lo contrario a James o Sirius. Muchos no entendían como los cuatro eran amigos. Lo de Peter lo asumían al hecho de que besaba el suelo por el que pisaban James y Sirius. Lo de Remus era un misterio. Prefecto, inteligente y merodeador. Era una combinación que todos esperaban que explotase algún día.

Le hubiese gustado explicarles que todo se resumía en que sus amigos, esos dos vándalos brillantes eran las mejores personas que había conocido en toda su vida. Y la vida de Remus Lupin no era tan fácil como la de cualquier adolescente que paraba en Hogwarts.

- Pero te digo una cosa, Lunático. Aunque sea lo que menos te duele, seguro que lo hace mil veces más de lo que nos duele a nosotros. Y eso sigue siendo una puta mierda.

James no era tan mal hablado como Sirius. Seguramente era porque el segundo cada vez que hablaba soltaba nueve palabrotas de quince palabras. Era el precio de ser tan gratuito en algunos aspectos. Pero James siempre lo sentía cuando lo decía.

- ¿Crees que podríamos inventar una poción para que dejase de dolerte la piel? Podríamos empezar por eso. Y si sale bien, inventar otra para que no te duela nada hasta que demos con la poción anti-lobo –sonrió de oreja a oreja y las gafas le rozaron las mejillas.

Podrían inventar cualquier cosa.

Fin.