Comentario de hoy: Controlar el arte de llegar fashionable tarde no es tarea fácil

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Obertura



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-¿Ishida-kun?

-¿Si, Inoue-san?

-¿Me harías ese favor?

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Kuchiki Rukia oyó cómo se deslizaba la puerta de su despacho. No tuvo necesidad de apartar la mirada del pergamino en el que estaba trabajando para saber quién era el que acababa de entrar, además, hace unas horas, ella misma se había hecho el propósito de ignorarlo.

-Oye, Rukia.

La muchacha no le hizo caso, ni quiso notar el tono de voz un tanto deprimente que tenía Ichigo desde que regresaron de Hueco Mundo; siguió concentrada en su trabajo, si seguía con este ritmo tal vez podría terminar antes del anochecer y descansar al fin.

-¡Eh, no me ignores!

Rukia suspiró mentalmente y alzó el rostro con el cuidado de poner una de sus miradas más asesinas.

-¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Por qué estás enfadada?

-No estoy enfadada, estoy trabajando.

-Pues parece que…

-Ichigo.

-¿Qué?

-¿Qué estás haciendo aquí? Deberías estar descansando, aún no te has recuperado del todo.

-Tú tampoco, y no te veo reposando en cama –replicó Ichigo viendo hacia todos lados menos a Rukia.

-Yo estoy trabajando; tú, en cambio, estás aquí perdiendo el tiempo.

-No entiendo porqué te obligan a hacer todos estos informes.

-Es mi castigo.

-¿Por qué? ¿Por ir a ayudar a tu amiga?

-Ichigo, el hecho de que Renji y yo hayamos ido a Hueco Mundo representa una grave falta a las normas de la Sociedad de Almas y a una orden directa del Comandante General.

-Yo…

-Ahora bien, no estoy diciendo que me arrepiento de haber ido, lo que quiero decir es que cuando fuimos estábamos conscientes de lo que estábamos haciendo y de que luego asumiríamos la responsabilidad de nuestros actos. Y si el castigo que nos impusieron fue que llenáramos todos estos aburridos reportes, pues está bien, pudo haber sido peor de todas formas…

-Aún así, no veo porqué estás tienes que hacer lo de Renji también.

-Porque él sigue un poco malherido y mi capitán no me ha impuesto la cantidad de trabajo extra que mi hermano le ha dejado a Renji.

-Renji se está haciendo la víctima… -murmuró Ichigo malhumorado. Rukia sólo sonrío y replicó:

-Ve a descansar Ichigo, estás cansado.

-Tú también –el pelirrojo se acercó al escritorio y tomó un par de pergaminos -. Al menos déjame ayudarte.

La shinigami estuvo tentada de quitárselos, pero era cierto, ella también estaba fatigada.

-¿Qué tengo que hacer?

-Esos ya casi los he terminado, sólo tienes que escribir mi nombre donde lo pida.

-Vale.

Ichigo se dejó caer en el piso de tatami cerca de la puerta que daba al patio. Mientras revisaba el primer pergamino se dio cuenta de algo, que por alguna extraña razón, le hizo sentir nervioso: nunca antes había escrito el nombre de Rukia.

-Oi, Rukia. ¿No sería más fácil usar un sello?

Rukia se tardó un poco más de lo normal en contestar.

-Sí, pero no usaré el sello que me otorgó la familia Kuchiki en algo así.

El pelirrojo la miró, preguntándose si alguien la habría obligado a no usarlo o si sería iniciativa propia. No, conociéndola, seguro que ella misma había decidido no usar el sello. Decidió no seguir el tema, se encogió de hombros y volvió su atención al documento; no fue hasta entonces que notó otro pequeño problema, aún más embarazoso.

Cinco minutos menos

La chica vio de reojo a Ichigo, quien no se movía desde hacia rato. Arqueó una ceja preguntándose a qué se debía su insólita concentración y estaba a punto de expresar en voz alta su duda cuando entendió qué pasaba. Una sonrisa burlona decoró su rostro entonces.

-¿Qué pasa, Ichigo? ¿No puedes leer los kanji?

-¡Claro que sí! ¡Esto es pan comido! –exclamó el muchacho intentando esconder su despiste.

Rukia se rió por lo bajo. Con el orgullo machacado, Ichigo se contentó con maldecir a enanas que escriben en lenguaje de ancianas; sin embargo, la menor de los Kuchiki no se dio por aludida y todavía riéndose volvió a su trabajo.

Veinte minutos menos

-Hoy he visitado a Inoue.

Ichigo no apartó la mirada del "Kuchiki Rukia" que acababa de escribir.

-No me preguntó por ti, pero no fue necesario para saber que siempre está preocupada por ti.

-No debería, sino fuera por mí ya se habría recuperado del todo.

-Ichigo… Sé que te sientes culpable y por eso no has ido a visitarla, pero con tus acciones en vez de protegerla estás lastimándola. ¿Acaso no es tu amiga?

El pelirrojo no contestó, en ese momento, llegó una mariposa negra que notificó a la muchacha de una reunión urgente en su división.

Media hora menos

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-Soy una amenaza para todos, ¿por qué sigo aquí?

Ichigo lo dijo con una expresión tan llena de desesperación y abandono que Rukia no tuvo el coraje suficiente para golpearlo. Se sentó frente a él, cerró los ojos por un segundo y cuando los abrió se encontró con el color avellana de los ojos del chico.

-Cuando peleas con tu Hollow interno, ¿qué buscas defender? ¿Tu vida, tu orgullo? O quizá… ¿tu corazón? ¿Qué es lo más valioso para ti?

El pelirrojo la vio sin comprender a lo que se refería.

-El capitán Ukitake suele decir que hay dos tipos de pelea, peleamos por proteger la vida o peleamos por proteger el orgullo. No obstante, alguien después me enseñó que, en realidad, todos peleamos por el corazón.

Ichigo se preguntó quién le enseñaría esa filosofía a Rukia, por un momento sintió un poco de envidia.

-Y el "corazón" está aquí –dijo Rukia levantando su puño izquierdo frente al shinigami sustituto.

-¿El corazón? –dudó Ichigo, mirando su puño e imitando el gesto de la chica.

-El "corazón" no está dentro de ti, nace cada vez que proteges a tus seres queridos, cada vez que compartes con ellos, cada vez que piensas en ellos y ellos en ti, por tanto te aseguro que si peleas por tu corazón, tu Hollow no podrá derrotarte.

-Ve a visitar a Inoue, no dejes que el Hollow gane.

-… Está bien –aceptó el chico con una mezcla de alivio y remordimiento.

Rukia suspiró mientras se masajeaba el cuello.

-Uff, hacer estos discursos es cansado… ¿Qué pasa?

Con la mirada fija en su puño, Ichigo había fruncido el entrecejo como si una realización le hubiera pegado de repente.

-Estaba muy bien el discurso, pero quien te lo dijo estaba equivocado, al menos en algo: Mi corazón no está aquí…

Rukia observó con curiosidad a Ichigo, quien ahora tenía la palma extendida. Lentamente, el pelirrojo colocó su mano en el hombro de ella.

-Está aquí.

Él la miró sonriendo de oreja a oreja. Ambos se miraron sin decir nada, hasta que:

-Eh… Pero qué tenso estás… vaya sonrisa más falsa…

-¡Cállate! ¡Tú también te has sonrojado!

-¡Claro que no!

-¡Claro que sí!

Dos horas menos

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Ishida Uryuu se detuvo frente al despacho de Kuchiki Rukia. Había pasado la mitad del día deambulando de un lado a otro, intentando decidir cuál sería la manera más fácil de abordar al bastardo de Kurosaki y ponerle un poco de sentido común en su cabezota. Aparte que, sentía vergüenza con la pobre de Kuchiki-san, quien desde que habían regresado no había tenido ningún minuto de descanso y para colmo tenía que aguantar al irritante pelirrojo. Lo menos que quería hacer era armar un desbarajuste en su oficina.

¿Cómo lo soporta?

Tenía que cumplir su promesa a Inoue-san. Asegurarse de que Kurosaki estuviera bien, que descansara apropiadamente, que dejara de sentirse culpable y deprimido. Ishida se preguntó si habría alguien capaz de hacer todo eso.

El último de los Quincy deslizó con cuidado la puerta; se encontró con algo que lo sorprendió un poco.

Kuchiki-san dormía con la cabeza descansando sobre su pequeño escritorio, aún tenía la pluma entre los dedos de la mano derecha. A su lado, Kurosaki roncaba también, no obstante él estaba con la espalda apoyada al escritorio con la cabeza cayendo sobre su pecho. Él tenía un pergamino arrugado en su regazo, parecía que alguien se había equivocado e inútilmente había intentado arreglar los errores de caligrafía.

Pero eso no le interesaba a Ishida. El joven se preguntaba cómo podían permitirse tanta cercanía entre ellos. Caminó hacia donde Ichigo con la clara intención de despertarlo. Esperaba que el muy idiota no hiciera mucho ruido para no despertar a la shinigami, después de todo, ella merecía descansar.

Pero notó algo que le hizo detenerse de golpe. Y pronto entendió que quizá ya todo estaba bien con Kurosaki, y que más tarde el shinigami sustituto al fin iría a visitar a Inoue-san y ella volvería a sonreír con el calor que la cruel esperanza le daría.

Los dedos de la mano izquierda de Kurosaki reposaban sobre los de la mano izquierda de Kuchiki-san. Ishida se preguntó si de haber entrado minutos antes los habría encontrado tomados de la mano.

Él se dio la vuelta y salió despacio de la habitación, al cerrar la puerta tras de sí, se dio cuenta de que se sentía triste. No sabía si por Inoue-san o por él mismo.

-De verdad odio a los shinigami –masculló y no supo si lo decía porque era cierto o porque esto era la soledad. Él prefería pensar que era por lo primero.


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