Buenas buenas, supongo que pedir disculpas por tardar tanto no será suficiente, pero aún así LO SIENTO!! Saben cómo es la escuela…

En todo caso, les agradezco muchísimo su apoyo y como compensación por tanta espera me gustaría que escribieran en sus reviews alguna petición, idea o sugerencia que tengan. Haré lo posible para incluirlo en el fic (FALON: ya estoy considerando las ideas que me diste :D)

En fin, aquí les presento la continuación de esta historia, disfruten y no olviden comentar.

Capítulo 3: Recuerdos. Parte I

Lluvia. Qué extraño, se suponía que no llovía mucho durante esa época del año en ese pueblo y ya era la tercera vez esa semana.

La lluvia le recordaba a aquel día en que regresó a casa poco después del amanecer. Apenas entró, sus padres la recibieron con euforia, lágrimas y algo de enojo. Al parecer, había estado perdida durante una noche entera, después de haberse ido de paseo con sus amigos.

Lo que era aún más desconcertante es que ella misma no recordaba dónde había estado ni qué había hecho en ese tiempo. Tampoco se explicaba por qué se había ido con su vestido azul y regresado, sin razón aparente, con unas ropas extrañas.

La policía concluyó que simplemente había sido arrastrada por el río hasta la orilla y que alguien la había ayudado. Después de todo, siempre cabía la posibilidad de que en esos bosques viviera algún ermitaño.

-Chihiro, ¿puedo entrar?- dijo una voz desde el pasillo.

-Claro mamá- respondió la niña, acercándose a la puerta de su habitación al tiempo que ésta era abierta por su madre.

-Querida ¿estás segura de que no quieres ir a visitar a tu abuelo? A tu padre y a mí no nos agrada la idea de dejarte sola en casa-

-Vamos mamá, tan sólo será un día- respondió la niña, cruzando los brazos.

La mujer se cruzó de brazos al igual que su hija, mirándola con perspicacia.

-Sólo tienes 12 años, Chihiro-

-Casi 13- replicó la menor.

-Aún faltan varios meses. Sabes a lo que me refiero, hija. Estamos preocupados por ti-

-Mamá, no me pasará nada. Lo que sucedió el mes pasado… bueno, no se repetirá ¿de acuerdo?-

Se miraron durante unos segundos, pero al notar el brillo de honestidad en los ojos de su hija, la mujer tuvo que darse por vencida.

-Está bien- fue lo único que dijo, mientras extendía un brazo para acariciar la cabeza de su hija.

Chihiro sonrió, complacida. Finalmente tendría algo de tiempo a solas.

Después de eso, su madre salió de la habitación y poco después se escuchó el sonido del motor del auto de sus padres, alejándose hacia la calle.

Ese día sería todo un alivio para la pobre chica, ya que desde el incidente del río, hacía un mes, no había podido tener un minuto de calma.

Su padre había tomado la vergonzosa costumbre de llevarla a la escuela, que estaba a sólo unas cuantas calles de su casa, y pasar por ella a la salida. Sus amigos tampoco la dejaban tranquila. Desde su desaparición, habían sufrido un ataque de culpabilidad que aún no cesaba. La acompañaban a todos lados, incluida Lina, quien sorprendentemente se había convertido en su sombra.

Y por si fuera poco, su madre siempre entraba a su habitación a revisar que siguiera allí, o la llamaba constantemente cada vez que estaba fuera de casa.

Era una verdadera pesadilla, aunque entendía que todos se preocuparan por ella. Era bueno saber que tantas personas la cuidaban, a pesar de lo molesto que pudiera ser.

Probablemente esas horas que estaría sola también serían una oportunidad para probarles que no iba a volver a desaparecer como la vez anterior. Quizás así la dejarían en paz por fin.

El teléfono sonó en el instante en que la niña se iba a sentar en su cama, por lo que tuvo que bajar a atender, con un suspiro de fastidio.

-¿Diga?-

-¿Chihiro?- habló una persona al otro lado de la línea. Al reconocer aquella voz, la susodicha soltó un bufido de molestia.

-Shako ¿qué es lo que quieres?-

-Tus padres ya se fueron ¿cierto? Marcos ha visto su auto. ¿No te gustaría venir a mi casa? Estamos todos aquí, podrías quedarte hasta que…-

¡Oh no, eso sí que no! No iban a quitarle sus pocas horas de paz así como así.

-Escucha Shako, no se preocupen por mí; mis padres se han ido sólo unas horas…-

-¿Entonces prefieres que vayamos a tu casa?- protestó Shako.

-¡No!-

-¡Pero Chihiro…!- se escuchó la voz de Lina, como un sonido de fondo.

-No me pasará nada ¿entienden? Y hagan el favor de no acercarse a mi casa hoy, les prometo que estaré bien –

Sin esperar un segundo más, colgó, y de paso aprovechó de desconectar el teléfono y cerrar la puerta de la casa. Lo último que necesitaba era que la estuviesen vigilando todo el día.

Enseguida regresó a su habitación, en el piso de arriba, y abrió su armario. Esta era la primera vez que tenía la privacidad suficiente para hacer algo que había estado deseando desde hacía mucho tiempo.

Tomó entre sus manos las extrañas prendas con las que había regresado a casa el mes pasado y las examinó, aunque dudaba que fuera a descubrir algo en ellas.

Eran bastante simples, un pantalón y un camisón rosados que estaban un poco manchados de tierra y tenían un raro aroma, como a vapor, sal y madera.

Ese día estaba decidida a regresar al río para buscar a quien la había ayudado. Con seguridad, esa persona vivía en alguna de las casas que ella y sus amigos habían visto antes del incidente.

"Nigihayami"

-¿Eh?-

¿Qué había sido esa voz en su cabeza? Nigihayami, vaya nombre más extraño. Le había dado dolor de cabeza. En fin, lo mejor era que se apresurara antes de que sus padres regresaran.

Más tarde

Deja vu.

Ese era el término ¿cierto? Cuando tenías la sensación de haber vivido una situación en otro momento.

Estaba completamente segura de haber oído gemir a ese edificio rojo, tal y como le había sucedido aquel día… Pero no se iba a acobardar por eso. Más aterrador aún era el túnel que había atravesado, tan oscuro y estrecho.

Ahora, esa estación de trenes le traía recuerdos… En realidad no era así, sino que la hacía sentir nostalgia, por alguna razón. Era como si ya hubiese estado allí y hubiese visto a las personas que esperaban y veían pasar los trenes. Trenes que viajaban de ida y nunca de vuelta.

¿Pero cómo sabía ella eso?

Bueno, no tenía tiempo que perder. Al volver a casa pensaría en todo eso. Había jurado encontrar ese mismo día al ermitaño o quien fuera que la había ayudado. El primer paso era volver al lugar donde todo había ocurrido. Listo, ya había llegado a orillas del río, que curiosamente estaba completamente seco, como si estuviese a medio hacer. Se sentó un momento a observarlo, en un césped suave y completamente verde.

¿¡Cómo era posible que casi se hubiese ahogado ahí!? Tenía la sensación de que algo muy raro sucedía allí…

-Humo- pronunció de pronto, sorprendida de su descubrimiento.

Sí, olía a humo por allí. ¡El ermitaño podía estar cerca!

Chihiro se levantó y corrió rápidamente en dirección a la fuente del humo. Saltando varias rocas del "río seco" y subiendo unas cuantas escaleras de piedra, llegó a lo que parecía un pueblo abandonado. Bueno, no del todo. Desde donde se encontraba se podía ver varios restaurantes con las mesas llenas de montañas de comida, en el sentido más literal.

Caminó, ahora con un poco más de calma. El lugar parecía desolado, casi como si nadie hubiese caminado por allí en años. Pero eso no era posible ¿cierto? Si no ¿quién había preparado toda esa comida?

Misteriosamente, aquella comida, que se veía en verdad apetitosa, le resultaba sospechosa, le daba un muy mal presentimiento. Mejor sería no tocarla.

Continuó su camino con normalidad, viendo a diestra y siniestra muchos más locales de comida, todos con la misma apariencia tradicional y un tanto acogedora; pero ni en sueños se atrevería a dar un paso dentro de esos lugares.

Finalmente, llegó a lo que parecía el final del pueblo, y se quedó paralizada. No tanto por el susto o por la sorpresa que le causó ver semejante enormidad de casa, sino por el sinnúmero de sentimientos que la invadieron al divisar la casa de baños.

Tristeza, nostalgia, curiosidad, admiración, felicidad, todo al mismo tiempo y cada uno acompañado de un recuerdo.

Una despedida, un interminable viaje en tren, la luz de la luna reflejada en el mar, un dragón y un chico al que había esperado durante 2 años.

Todo, absolutamente todo había vuelto a su memoria. Lo que había vivido en la casa de baños, su viaje para salvar a su amigo, la transformación de sus padres, su despedida con el dios del río, todo estaba allí otra vez.

Pero también algo nuevo, algo inesperado, algo que no le parecía para nada familiar, apareció en su mente.

Era una visión de ella misma de niña, sentada a las orillas de un río, abrazando a un Haku más joven, que lloraba desconsoladamente.

Bueno, hasta aquí llegamos. Muchas gracias por leer, espero que lo hayan disfrutado ^_^ No olviden comentar con sus sugerencias por favor!!