No sé si estoy feliz o triste por finalmente dar por terminada esta historia. Ha sido mucho tiempo, muchas ideas, unas buenas, otras no tanto. Lina-chan no es la niña de Luffy y Nami, sino mía y de todos los que alguna vez han leído la historia. ¡Ánimo!

Dejen reviews onegai! Recuerden que One Piece y sus personajes son propiedad de Eiichiro Oda y estas paranoias son meramente mías.

-¡Espérame Lina! - le gritaba Hikari a la princesa pirata luego de que ésta había salido corriendo a toda velocidad de la escuela al terminar la clase. Era el final del semestre, las vacaciones llegaban nuevamente y Lina no podía esperar para ir con sus padres de nueva cuenta, sobre todo cuando el embarazo de su madre había avanzado tanto que casi era momento de ver a sus hermanitos.

La jovencita corría por la calle empedrada desde donde se veía la playa de la Isla Celeste. Entró entonces a su casa y guardó lo poco que no había empacado desde días antes. Estaba preparada para partir, sabía que el Sunny llegaría por ella en pocas horas y quería estar totalmente lista.

-Iremos a Kokoyashi, Plue -le decía a su mascota. En ese momento, una agitada Hikari lograba llegar a la casa, pero se derrumbó en el sofá.

-El Sunny te esperará el tiempo que sea, no tienes porqué apurarte tanto -le dijo a su amiga.

-Pero entre más pronto nos vayamos, más pronto llegaremos a Kokoyashi, no está muy cerca de aquí.

-¿Y por qué tienen que ir a Kokoyashi?

-Mi mamá quiere que mis hermanos nazcan allá -respondió Lina- cuando yo nací, ellos todavía eran piratas inexpertos, pero ahora no tiene caso que sigan en el mar, al menos por algún tiempo.

La adolescente empacó lo que le faltaba y cargó con la maleta para dirigirse a la playa. Hikari la siguió, pues se despediría de ella hasta la playa. Allí no había nadie, sólo el tranquilo mar cubriendo una y otra vez alguna porción de arena.

-Qué extraño que Kayla no esté por aquí, dijo que vendría -comentó la Princesa Pirata.

-No te preocupes, aunque esa cabeza de cebolla sea una egoista, te aseguro que vendrá -sonrió Hikari.

Algunos minutos pasaron y, tal y como Lina lo esperaba, el Sunny apareció en el lugar. No vio a su madre en la cubierta o a su padre en la proa como usualmente pasaba. A quienes sí distinguió fue a Robin y a Seta.

-¿Dónde están mis papás? -cuestionó preocupada.

-Se han quedado en Kokoyashi -le dijo Robin y Lina se tornó más seria.- Pero no te preocupes, todo está bien, es sólo que dos niños es demasiado para ella y es preferible que descanse. Luffy y Chopper se han quedado con ella y nosotros hemos venido por ti.

Lina entonces se apresuró a subir al Sunny. Antes recordó despedirse de Hikari, pero cuando volteó, ya había una multitud en la playa. Ahí estaban todos sus compañeros de clase, su novio Kyo e incluso algunos maestros.

-¡Director! ¿Qué hace aquí?

-Esperando que te vayas para nunca regresar, niña pirata -respondió Sengoku sin mirarla.

-No es verdad -le interrumpió su secretaria, Naoko- él te estima Lina-chan, aunque le cueste trabajo admitirlo.

-Salúdame a tus padres, Lina -le pidió Tashigi y así también Hina la despidió con mayor cariño del que mostraba usualmente.

La Princesa Pirata también se despidió de cada uno de sus compañeros y al final, de Kyo, quien lamentó no poder ir con ella, al menos por esta vez. Finalmente, abrazó a sus dos amigas, Hikari y Kayla.

-Vamos, no es como si no nos volviéramos a ver. El siguiente semestre estaremos aquí, ¿no?

-Lo sé, pero no está de más despedirse así -sonrió Lina, mostrando los dientes. Luego de eso, finalmente subió al barco el cual segundos más tarde comenzó a moverse. Desde la popa, la adolescente agitaba los brazos y, emocionada, gritaba hacia sus seres queridos de aquella isla.

-¡Nos veremos en algunos meses! ¡Estaré ansiosa de volver! ¡Adios!

Así, culminó ese periodo de estudios para Lina y mientras limpiaba sus lágrimas, sus pensamientos se dirigían para con su madre. Durante el viaje jugó con Franky, platicó con Robin, intentó cocinar -aunque no se le dio mucho- con Seta y tuvo algunas prácticas de kendo con Zoro. Pero lo que más deseaba era ver el rostro de sus padres.

El Sunny navegó dos días más en Grand Line y luego se internó en el Calm Belt. Varios Coup de Burst después, el legendario barco estaba ya en las tranquilas aguas del East Blue. No pasarían más de cuatro días antes de llegar a Kokoyashi.

En aquel lugar, Nojiko ayudaba a Chopper a preparar todo para la llegada de los bebés, que según el reno, podría ser en cualquier momento. Nami parecía estar lista, pero, por alguna razón, sus pequeños hijos parecían no quere salir todavía del vientre de su madre.

-Ahora me gustaría ser de goma, como tú -le decía Nami, quien a pesar de que Luffy estaba siempre a su lado, no podía sonreír por más que lo tratara.

-Bebés, o salen ya, o ya verán -amenzaba Luffy, aunque, claro, ellos no o escuchaban, o al menos, no le entendían-. Quisiera ser yo el embarazado, así no me dolería.

-Lo que acabas de decir es muy tonto, Luffy -le dijo ella, pero luego se levantó lo suficiente como para estar cerca de su chico- pero gracias, sé que lo dices porque me quieres. -Él sólo asintió un poco cohibido, incluso temeroso.

-¿Qué sucede? -cuestionó ella volviéndose a recostar por completo- no te preocupes, no es como si me vaya a morir con esto.

-Es que, ya no creo que quieras tener más niños con esto, ¿verdad?

-Supongo que tres son suficientes - finalmente pudo ella reír, aunque fuese un poco.

-Entonces, nunca más podremos... tú y yo...

-No te entiendo, ¿qué quieres decir?

-Mi hermana y tú podrán seguir teniendo sexo, no te preocupes por eso, Luffy.

-¡Nojiko! -por un momento a Nami se le olvidó el dolor por la vergüenza.

-Es la verdad -rió la peliceleste y luego se volvió hacia su cuñado- hay muchas formas de seguir intimando, sin que la mujer se embarace. Ahora sólo debes ocuparte de cuidarla, ¿está bien?

Nojiko era una de esas personas que podían hacer callar a Luffy de inmediato, no sólo por su astucia y mente rápida, sino porque al Rey Pirata le parecía una mujer fuerte y de respeto, con todo y que su fuerza no se basara en derrotar enemigos. Era una fortaleza distinta que no lograba comprender del todo pero que le gustaba.

Así pasaron algunos días y el dolor y malestar era ya insoportable. Chopper decidió que era hora de hacer una operación, una cesárea. Dejar más tiempo a los bebés dentro de Nami podría ser peligroso para los tres, no podía arriesgarse a pesar de que sabía que lo mejor era que nacieran de forma natural. Justo preparaban a la pelinaranja cuando ella suspiró y sonrió con algo de tranquilidad que no mostraba desde hacía muchos días.

-Mi niña está aquí -dijo. Minutos después, Lina era precisamente la primera en llegar desde el Sunny. Apenas saludó a su padre, pues se dirigió de inmediato a donde estaba su madre.

-¿Estás bien mamá? Te ves terrible -le dijo, tomándole una de las manos.

-Ahora que estás aquí, estoy mejor, pero... -y Nami sintió un dolor bajo su vientre, uno que ya conocía de hacía más de 16 años, y supo que era momento-. No será necesaria la cesárea, Chopper. Ellos ya vienen solos.

Luffy se acercó a su niña y entonces ella lo saludó de buena forma, al estar algo más tranquila, a pesar de que todavía se sentía nerviosa. Robin llegó a la habitación y le guiñó el ojo a Nami, como señal de apoyo.

-Es mejor que no haya tanta gente por aquí. Salgamos por ahora -tomó la arqueóloga a Lina del brazo y la llevó hacia el huerto de mandarinas-. No estés nerviosa, mantendré algún ojo por ahí, para que estemos informadas, ¿te parece? -le preguntó y ella asintió. Luego se distrajo al ver que Zoro, Franky y Seta ya estaba comiendo una mandarina cada uno.

-¡Oigan! Ésas son de la abuela Bellemere.

-Las frutas son para comerse, así esperaremos con más ánimos -le afirmó Zoro.

Pasaron los minutos. Diez, quince, veinte, treinta, y nada sucedía, pero Robin, quien tenía un ojo en la habitación -literalmente- aseguraba que todo marchaba bien y que la tardanza se debía a que eran dos bebés en lugar de uno solo.

Y la arqueóloga, como casi siempre, tenía razón. Minutos después, se escuchó un llanto, y pocos segundos más tarde, otro más. Lina se levantó del suelo y echó a correr hacia el interior de la casa. Robin ya no hizo nada por detenerla, no era necesario.

-¡¿Cómo están, cómo están? -cuando Lina entró, vio a su madre con un pequeño bulto en cada uno de sus brazos. Los ojos de la pelinaranja se posaron tiernamente en su hija mayor y sonrió, invitándola a acercarse.

-Mira Lina, ya eres una hermana mayor -le dijo al momento que la adolescente miraba a sus hermanitos. Eran más blancos de piel que ella. Aunque todavía no se podía saber el color de su cabello, definitivamente no iban a ser morenos como la Princesa Pirata. Los pequeños abrieron los ojos y miraron a Lina un momento para luego volver a dormir. La joven sintió un abrazo, era su padre quien le sonreía en su modo más particular.

-Qué raros son los bebés, ¿no?

-Si lo dices así, son aún más raros, papá -le reprochó ella en modo de broma- ahora habemos dos princesas y un príncipe pirata.

-Eso no -afirmó Luffy- ellos son mis hijos, pero tú eres la única Princesa Pirata.

-¿Por qué dices eso?

-Ellos no vivirán en el mar -intervino Nami, atrayendo la atención total de Lina.- Hemos decidido que comenzaremos a vivir aquí, en el East Blue. La época es muy distinta, la vida pirata ya ha finalizado para nosotros. No quiere decir que jamás volveremos a subir a un barco, pero la vida diaria para nosotros y para los gemelos, será aquí, en tierra, en Kokoyashi.

Lina no sabía si estar feliz o triste. Su infancia y adolescencia no había sido para nada normal, pero muy pocas veces reprochó eso, ya que su vida había estado repleta de aventuras. De cualquier forma, sabía que sus hermanitos no correrían ningún riesgo, y estuvo conforme con la decisión.

-Pero seguiremos saliendo al mar de vez en cuando -dijo Luffy mientras reía- y tú nos acompañarás cuando tengas vacaciones.

-Claro -respondió. Lina, luego de ver una vez más a sus pequeños hermanos, salió a decirle las nuevas a los demás. Tras confirmar que los bebés estaban bien, platicó sobre la decisión de sus padres.

-Yo estaba pensando en lo mismo -le dijo Robin, para sorpresa de Lina.- Zoro y yo habíamos platicado acerca de esto. Tarde o temprano debíamos establecernos en tierra. Lo que no hemos decidido es si vamos a quedarnos aquí en Kokoyashi con tus padres o emigrar a una isla cercana, quizás a la villa de Shimotsuki.

La arqueóloga miró a Lina con un poco de nostalgia, pero luego su rostro cambió cuando recordó algo súbitamente -¿Sabes ya el nombre de los bebés?

-¡Lo olvidé! -exclamó la adoelscente- ¿por qué no entramos todos y les preguntamos?

Entonces entraron todos al cuarto donde Nami se recuperaba. Luffy presumió de inmediato a los pequeños y todos los admiraron unos momentos. Franky los vio con detenimiento y afirmó que serían, al parecer, pelinaranjas.

-¿Han elegido ya los nombres? -preguntó Robin.

-Él será Hiro -señaló Nami al que cargaba en su brazo derecho. Luego se giró hacia su izquierda- ella será Eri.

-Monkey D. Hiro y Monkey D. Eri, ¡me gusta! -dijo Lina.

Tu padre te ha elegido a ti el nombre, así que ahora me ha tocado a mí el de ellos.

Y de esa forma, fueron bautizados con sus nombres los pequeños gemelos de Luffy y Nami, y hermanos pequeños de Lina. Ella ayudó a su madre durante aquellos días a cambiar, alimentar, limpiar y cuidar a los bebés. Los pequeños estuvieron encariñados con ella desde el inicio y si alguna vez Lina estuvo celosa mientras su madre estaba embarazada, nunca jamás volvió a sentirse de esa forma.

Y justo al momento en que Lina tuvo que regresar a la Isla Celeste, Franky y Chopper tomaron una decisión. Regresarían a sus anteriores hogares.

-Ese Bakaberg necesitará de mis habilidades para seguir construyendo una flotante Water 7, sin mí sé que no lo logrará -afirmaba el carpintero.

-Drum, quiero decir, Sakura, sigue necesitando médicos. No me quedaré ahí para siempre, pero cuidaré de Doctorine, aunque ella diga que aún no está mayor -les dijo Chopper.

Ambos tomaron el Thousand Sunny y tras una despedida con fiesta incluida, partieron con rumbo a Grand Line. El barco regresaría a Kokoyashi cuando Franky llegara a Water 7 y pudiera venir con otro navío para dejar con Luffy el legendario Sunny.

Robin, Zoro y Seta se quedaron ahí entonces, por lo menos un buen tiempo, acompañando a Luffy, Nami y a los gemelos. Lina partió a finalizar sus siguientes semestres, pero cada vacaciones regresaba con ansias a Kokoyashi para ver a su familia.

Y así, pasaron cinco años. La joven Lina arribaba a la Isla Conomi y se adentraba en la villa de Kokoyashi. Al caminar saludaba a los lugareños quienes la reconocían de inmediato y devolvían el saludo con agrado. De pronto, una puerta se abrió casi en sus narices y estuvo a punto de golpearla, pero logró denterse.

-¡Pequeños monstruos! ¡Ahora verán! -gritó alguien y de una vivienda salieron dos niños corriendo a toda velocidad y detrás de ellos, Genzo.

-¿Qué sucede, Genzo-san?

-¡Ah, Lina-chan! -se detuvo él al verla llegar- no sabía que estabas aquí.

-¿Qué han hecho ahora? -se llevó ella la mano a la cabeza.

-Se han hecho los enfermos para robarme galletas. Me he asustado y todo.

-Pues no ha sido tan grave ahora, pero en un momento los atrapo. Mil disculpas y ya repondremos las galletas -y ni Hiro ni Eri supieron como, pero su hermana mayor ya estaba delante de ellos.

-¡Lina-oneesan! -ambos iban a abrazarla pero ella los golpeó en la cabeza haciéndolos caer.

-¿Siguen haciéndole bromas al viejo Genzo? No tienen remedio.

-No es nuestra culpa, onee-san -le dijo Hiro.

-Sí, mi mamá no quiere darnos más galletas, dice que si comemos demasiadas engordaremos, pero nosotros teníamos hambre y cuando vimos esas galletas que tenía Genzo-san, no pudimos resistirnos -explicó la pequeña Eri.

Aunque eran gemelos, Hiro y Eri tenían sus diferencias. Él llevaba el cabello corto mientras que ella lo tenía largo, hasta la mitad de su espalda; Eri también llevaba sus manos repletas de anillos diminutos y así también su brazo izquierda tenía varias pulseras e iba impecablemente vestida, al tiempo que Hiro apenas llevaba unos cortos y ni siquiera vestía una camiseta o zapatos, prefería estar así. Por supuesto, ambos eran pelinaranjas, con un rostro más parecido al de Nami que al de Luffy.

-¿Qué tal tu semestre en la Universidad? -cuestionó Eri.

-No ha sido fácil, pero he aprendido muchas cosas y además visité Mariejoa.

-¿Y sigues con ese tonto? Voy a patearle el trasero si lo veo de nuevo.

-Cálmate Hiro -le dijo Lina, seria- Kyo y yo tenemos algo de tiempo sin vernos, pero hemos seguido hablando, aún somos novios.

-¡Bah! Ni él ni nadie es suficientemente bueno para ser el novio de mi onee-san -Hiro caminaba con las manos en la nuca cuando entraron al huerto de mandarinas y, por lo tanto, estaban ya frente a la casa de al familia. Los niños corrieron hacia el interior y avisaron de forma escandalosa que su hermana mayor había vuelto.

-¡Lina-chan! -un brazo salió de la casa y atrajo a la joven al interior completando ahí el abrazo, toda acción obra de Monkey D. Luffy.- Has vuelto, qué bien -le dijo, y luego se acercó al oído- porque tu mamá está peligrosa últimamente.

-¡Mamá! ¡Tenemos hambre! -dijeron casi al unísono Hiro y Eri. De inmediato, Nami se presentó frente a ellos y les dedicó una mirada asesina, y todo se habría tornado peor si la pelinaranja no ve a su hija mayor por ahí. Rápido se adelantó para abrazarla, pero no pasó mucho tiempo antes de que regresara con los gemelos.

-Seguro han estado causando problemas, ¿no es así? Siempre están metiéndonos en dificultades, haciendo travesuras por todo Kokoyashi y escapándose de las labores del hogar. A ver, ¿ahora en que lío estaban?

Los rostros de Hiro y Eri se quedaron helados pues si su madre sabía que habían hecho otra travesura, seguramente significaría un castigo más, pero su hermana mayor les salvó.

-Estaban en la playa mamá, ahí los he encontrado, no vi que estuvieran haciendo algo malo, al menos no esta vez -afirmó Lina para protegerlos.

Nami no estuvo tan de acuerdo, pero finalmente se calmó y preparó café para que Lina comenzara a contar sus actividades recientes y así lo hizo la Princesa Pirata. Mientras las dos platicaban, Hiro y Eri tenían una pequeña disputa, nada grave, más bien era una discusión amistosa.

-Creo que no vale la pena apostar, yo también creo que mi onee-san.

-Pero, ¿estás seguro? Creo que así es, aunque no creo que sea por mucho -decía Eri.

-¿Qué discuten? -Luffy, curioso, quiso saber los pensamientos de sus hijos menores.

-No creo que sea muy importante para ti papá, casi no te interesan esas cosas -le sonrió Hiro.

-¡Pero te contaremos si tú quieres, papi! -le tomó Eri de la mano, poniendo un rostro pícaro. Pero Luffy sabía bien cuando no debía entrometerse en las travesuras de sus gemelos. Hiro y Eri no eran tan inocentes como Lina a esa edad y prefería estar al margen y dejar que Nami los controlara. Por supuesto, cuando se pasaban de la raya, no dudaba en ser duro, y ahí Hiro y Eri le temían incluso más que a su madre. Claro, esas ocasiones eran contadas y de esa forma los gemelos, aunque traviesos, habían aprendido a no excederse en su comportamiento.

Luffy, entonces se mantuvo al margen. Los gemelos miraron detenidamente a Lina hasta que ésta reaccionó y se atrevió a preguntar lo que estaban haciendo.

-Onee-san..., ¿cuáles son tus medidas? -le preguntó Hiro.

-¿Qué?

-Tranquila onee-san -le dijo Eri- sólo queremos saber si has superado a mamá.

-Cinco años y ya pensando en eso, no tienen remedio -suspiró Lina.

-Sólo es curiosidad.

-Pues déjenme decirles -intervino Nami- que a la edad de Lina, yo era una belleza sin igual, y todavía me defiendo bastante.

-Pero a mi edad, tú ya me tenías, mamá.

-Y recuperé mi figura fácilmente.

-¡No hay que pelear, mejor a comer! -les dijo Luffy, quien de la nada, había sacado carne. Sus dos gemelos festejaron alzando los brazos y se sentaron en la mesa junto a su padre para devorar la comida.

-Ve, debes tener hambre -le dijo Nami a Lina, resignada. La Princesa Pirata entonces acompañó a sus hermanos y a su progenitor mientras la navegante veía a su familia comiendo con tan pocos modales que incluso le causaba gracia.

Y aquí terminamos con esta historia. Ha sido difícil, aunque la verdad este capítulo no tanto. Sólo sufrí un poco con el nombre de los gemelos, no los tenía muy claros, espero que les gusten.

En fin, 383 reviews es algo que me sorprende, que me halaga y me emociona, porque tantas opiniones para mi humilde historia... créanme que es algo muy valioso para mí. Hay muchos lectores que me han hablado de una manera increible, que me han animado a seguir escribiendo, a tener nuevas ideas, y, sobre todo, a disfrutar la historia.

Siento mucho si hay a quien no le agrade que la historia termine, y agradezco eso también, me halaga bastante. Algún día tenía que hacerlo, es duro para mí también, pero creo que es necesario. Lina-chan ha sido mi niña en este mundo de los fics, pero, como dije antes de comenzar el capítulo, es también niña de todos ustedes que han leído, disfrutado y seguido la historia por tanto tiempo. Espero que en un futuro recuerden con, aunque sea, un poquito de cariño a Lina-chan. El nombre del capítulo ha sido un homenaje a esto, aunque en parte también a como Nami llamaba siempre a Lina: "mi niña".

Pero Lina no termina aquí. ¿Por qué? Bueno, tenemos a los gemelos, y en un futuro (no me pregunten en cuánto tiempo) habrá pequeñas historias sobre Hiro y Eri, no muy largas ni tan detalladas como las de Lina, pero las habrá, y nuestra Princesa Pirata aparecerá en algunas de ellas.

Agradezco a todos los que se tomaron el tiempo de leer uno, varios, mucho o, incluso, todos los capítulos. Y, por supuesto, aunque él nunca lo sepa, agradezco a Eiichiro Oda, por crear una historia tan mágica como es One Piece. Una obra que se ha hecho parte de mi vida, con la que disfruto a cada momento, con la que he reído, emocionado, disfrutado, incluso llorado.

Si pueden echarle un vistazo a mis siguientes (y al que está actualmente en desarrollo) fics, les agradeceré mucho.

¡Saludos a todos!