N. de A: Aquí estoy con otro fic, tranquilos que terminaré el de Itachi, pero tenía ganas de ir subiendo éste y que me fuerais dando vuestra opinión para modificar lo que no guste.

Es un UA, ambientado en el Tokyo de hoy día pero sin que sea el tópico de los personajes convertidos en chicos de instituto, es una historia de reencarnación, de destinos cruzados, intriga y con sobredosis de romance XD.

Pasaos por mi profile porque este fic tiene Opening, lo he colgado en youtube para vuestro disfrute, me ha costado sangre, sudor, lágrimas y dos meses de trabajo.

Para hacer más interactivo el fic, muchas veces os pasaré listas de música para momentos claves en la narración, es la que yo uso para escribir, así que os ayudará a meteros aún más en la historia. También os recomendaré fanarts o webs de las que he ido sacando mis ideas, casi todos los lugares que aparecen en mi relato existen, y me he documentado a fondo para hacerlo lo más realista posible aunque sea un fic sobre Naruto.

Agradezco muchísimo vuestros reviews, por eso cada cinco capítulos regalaré algo al review que más me haya gustado y más original me parezca, me podéis pedir alguna escena en especial o incluso un oneshot paralelo a la narración principal, lo que más os guste.

OooO

Grita, llora, maldice, desgarra tu piel hasta llegar al corazón. La sangre es muerte y vida, pasado y futuro, la senda que recorres está marcada por gotas de llameante rojo y olor metálico, la senda que conduce a tu victoria y tu ruina.

OooO

Cuando atardece es como si el horizonte de la villa se incendiara. Contra ese fondo de llamas se recorta una figura de túnica blanca. Es joven, es poderoso, es Hokage... y se está muriendo. Ha dado cada segundo de su vida por la aldea, por las personas que ama y protege, y sin embargo muere triste porque no pudo protegerle a él. Un destino de fuego convertido en cenizas.

OooO

Siempre solo. Siempre odiado. Siempre maldecido. Porque hay cosas que un niño no puede entender. Porque hay cosas que los adultos tampoco. Porque hay cosas que sencillamente no se pueden explicar, es por lo que existen palabras como Destino.

OooO

La oscuridad, la nada, es lo único que queda cuando lo pierdes todo. Contempló las paredes blancas que lo habían confinado durante días, semanas, quizás meses, con la desesperación grabada a fuego en sus ojos. Alzó ambas manos sujetando el cuchillo y lo propulsó contra su corazón.

OooO

La apariencia cambia. El nombre. Mas el interior siempre es el mismo. Y siempre le busca aunque no sea consciente, ya sea en una jungla de árboles o de asfalto, laborando en un mar de aguas coléricas o de fresca hierba verde. Día y noche. A través de los años, a través de los siglos.

OooO

Una solitaria farola iluminaba la dantesca escena de aquel callejón olvidado. Una mujer, ropas desgarradas y expresión horrorizada, contemplando los cuerpos de los tres hombres que hacía un momento intentaban violarla. Entre los cadáveres salvajemente despedazados, un niño de no más de seis años bañado en sangre mira sus manos temblando sin parar, hasta que un grito escapa de su garganta, un alarido de terror e incomprensión.

OooO

No necesitas fingir que eres fuerte, no debes probar siempre que todo va bien, no puedes preocuparte de lo que piensen otros, llora si lo necesitas, es bueno llorar hasta que no quede ni una lágrima, pues entonces podrás volver a sonreír.

OooO

–Naruto, marmota humana, despierta -.

El chico abrió los ojos bruscamente para encontrar el rostro divertido de su hermano mayor.

–¿Qué? -.

–Otra pesadilla -.

–Ahm -.

–Además, ya estamos llegando -.

Estirándose en el asiento del avión, echó un vistazo por la ventanilla. Bajo ellos se extendía el aeropuerto internacional de Narita y, más allá, el resplandeciente mar de edificios de Tokyo. Resopló enojado.

–En breve estaremos en nuestra nueva casa, hermanito -.

Naruto le sacó la lengua a su acompañante; al contrario que él, John estaba entusiasmado con la idea de vivir en Japón, seguramente por el hecho de empezar a trabajar con su madre en la embajada norteamericana. Sin embargo, Naruto dejaba atrás toda su vida; amigos, novia, universidad, ah, la uni, sólo le faltaba un año para terminar y le tocaría pasarlo en la TODAI con todos esos estudiantes japoneses reprimidos. ¿Qué sería de su vida ahora que no existirían las juergas de 72 horas? Gimoteó.

–Vamos, Naru-chan, te gustará Japón, además no es como si no lo conocieras -.

–John, ir tres veces a un país en 21 años no cuenta, así que deja de intentar animarme -.

–Pero mamá siempre nos ha hecho vivir al estilo japonés, así que conoces todas las costumbres y formalidades, no es como si fueras a empezar desde cero -.

–Ya, pero fuera de casa yo era un sano y atareado universitario americano -.

–En Japón también hay chicas y discotecas, creo que incluso conocen el heavy -.

Mirada fulminante del más pequeño.

–Ah, bueno, pues nada, sigue haciéndote el mártir -.

–¡Hmpfffff! -.

Tomaron tierra y fueron a recoger sus maletas, el último cargamento de sus preciadas posesiones, ya no quedaba nada de ellos en EEUU. La gente, la mayoría de rasgos orientales, les miraba con curiosidad, no sólo por su raro pelo rubio, tez morena y ojos azules, sino por las pintas que llevaba Naruto; como John decía, su hermanito había decidido exteriorizar su mosqueo existencial vistiendo lo más heavy posible, a base de pantalón vaquero hecho trizas, camiseta negra de Metallica, pañuelo anudado a la frente y demás aderezos, como las pulseras de cuero o la línea negra de maquillaje que perfilaba sus ojos.

Naruto enfiló hacia las cintas transportadoras como si se dirigiera a una batalla y empezó a cargar de mala manera los maletones en un par de carros. En uno de los movimientos casi empotra a un transeúnte, un chico de su edad con abrigo de cuero, gafas de sol y cabello negro de punta con mechas azules.

–Malditos extranjeros descerebrados – masculló en japonés y añadiendo en inglés – Ten más cuidado, animal -.

–El descerebrado y animal lo serás tú, baka – replicó Naruto en su perfecto japonés – Si no quieres que te golpeen no te pongas en medio -.

El joven nipon se sorprendió un instante antes de añadir.

–Que adelantada está la ciencia si hasta los monos hablan -.

–Mira, tengo un día asqueroso, así que si no quieres que te haga una cara nueva ya puedes largarte -.

–Naruto quieres hacer el favor de no pagar tu frustración existencial con los habitantes del país – intervino John antes que aquello se saliera de madre – Disculpa a mi hermano -.

–Sólo ponle un bozal o no le dejarán entrar en el metro –. Sonrisa de autosuficiencia.

–Parece que las personas desagradables son patrimonio de la humanidad y no sólo de L.A., ains – suspiró John – Y tú deja de gruñir, que al final tendrá razón y todo -.

–Vete a la mierda y el japonesito contigo -.

–Esto es lo que pasa cuando un cerebro de un crío de cinco años habita en un cuerpo de diecisiete -.

–Tengo veintidós, capullo, y quítate las gafas cuando hablas, mala imitación de macarra mafioso -.

Naruto se adelantó y le arrancó las carísimas gafas de sol al chico japonés. Fue extraño. Cuando topó con esos ojos gris oscuro una intensa sensación de deja vú le invadió, a la ola de ira se sumó un sentimiento de frustración y ansiedad que no entendía y, antes de saber lo qué pasaba, estaba pegándose con ese chico. Los policías pronto aparecieron y les inmovilizaron a los dos, para después arrastrarles a las salas de detenciones.

Sentado solo en la pequeña estancia, machacado física y emocionalmente, Naruto se dio cuenta que su mano aún sostenía las gafas, unas Rayban de última temporada. Quizás debería disculparse con ese cretino, realmente él no tenía la culpa de la mudanza ni de todos los problemas que la habían desencadenado.

La puerta se abrió de golpe, dejando ver a los policías de antes escoltando a una mujer oriental de largo cabello negro y aspecto de ejecutiva. Enfiló hacia el rubio y le cruzó la cara de una bofetada.

–¡Mamá! -.

–Ni mamá, ni leches, acabas de pisar suelo japonés y ya organizas una de las tuyas; da gracias que el muchacho no va a denunciarte – le regañó a grito pelado, aprovechando la insonorización de las paredes – Soy la embajadora estadounidense en Japón, Naruto, no puedes seguir haciendo lo que te venga en gana. Además, hacía siglos que no te peleabas con nadie¿se puede saber qué te ocurre? -.

–Quizás que en un mes me he quedado sin vida -.

–Eso no es justo -.

–¿¡Que no es justo¿¡Y te parece justo arrástrame contigo a otro país teniendo que abandonar mis estudios y a mi novia!? –. La silla cayó al suelo por la brusquedad al levantarse su ocupante – Estaba empezando a vivir como una persona normal, con mis amigos y mis propias metas; todo esto es tu sueño y el de John, no el mío, yo no quería venir así que no pretendas que sonría y haga como si nada, no soy así, no vas a cambiarme -.

La mujer le dedicó una mirada triste.

–Lo siento... hagamos un trato: yo no te exigiré que aceptes el asunto de la mudanza, ni que muestres una alegría que no sientes, si a cambio prometes que no desencadenarás ningún incidente más -.

–Tranquila, señora embajadora, su reputación está a salvo -.

Visto que aquello no llevaba a ninguna parte, la mujer habló con los policías y se llevó a su rebelde hijo de allí. John esperaba en la calle, con las maletas cargadas en el coche de la embajada. Naruto subió con gesto hosco, dejando que le condujeran a lo que tendría que ser su nuevo hogar, contemplando con desgana el mar infinito de edificios que configuraba la inmensa capital nipona.

OooO

–¿Konoha? -. Naruto miró el rótulo que colgaba sobre la entrada a uno de esos rascacielos con pisos de super lujo de las nuevas zonas residenciales a las afueras del casco urbano.

–Sí, en este barrio las casas tienen nombres tomados de la naturaleza – asintió su madre.

Cargando con las maletas entraron en un bonito recibidor, adornado con su correspondiente jardín zen, para tomar el ascensor. Era lo curioso de los japoneses, podrían hacinarse en colmenas de cemento pero siempre prevalecería su sentido de la estética y la comodidad, al menos en aquellos que pudieran pagarlo.

Lo primero que pensó Naruto tras recorrer su nuevo hogar fue que era inmenso; cinco habitaciones, una de ellas con suelo de tatami, y luego un aseo, dos cuartos de baño, cocina, comedor y terraza; mostrando una interesante simbiosis entre lo oriental y occidental. Sin dar su opinión, entró en el que le habían dicho era su cuarto y empezó a desembalar las cajas que lo llenaban; estaba cansado del viaje y el cambio horario, pero seguía tan enfadado que necesitaba canalizar su rabia de alguna manera.

–Naruto -. Su madre se asomó – La cena está lista. Deberías comer e ir a dormir, mañana has de acercarte a la TODAI para las entrevistas -.

–¿A qué hora? -.

–Tienes cita a las once, y no olvides el GPS -.

Naruto miró airado al aparatito encima de la mesa, el regalo de John por su último cumpleaños. Odiaba su pésimo sentido de la orientación, incluso después de pasar toda su vida en Los Ángeles todavía se perdía. Desenterró su mochila y metió dentro todo su expediente académico y personal, además de papeleo variado que podrían pedirle.

–¿No te importa ir solo? – insistió su hermano por quinta vez en la cena.

–Mamá y tú tenéis cosas que hacer en la embajada, ya no soy un crío de dos años, me apañaré -.

–Y si tiene problemas siempre podrá llamarnos por teléfono – añadió su madre. Hablando de, aquí tienes -.

Algo desconfiado, Naruto tomó la caja que se le ofrecía y abrió para ver el contenido, los ojos se le desorbitaron al ver el móvil que tenía entre las manos; su mal humor quedó relegado a un segundo plano ante aquella pequeña maravilla de la tecnología.

–En la tienda me han dicho que es el último modelo, lleva hasta un programa para que puedas acceder al ordenador de tu habitación desde dónde quiera que estés -.

–Mamá, el ordenador que tenía en Los Ángeles tenía menos potencia que este móvil – exclamó él, encendiéndolo y empezando a trastear por todas sus aplicaciones – Juas, puedo hasta pagar cosas con el móvil, y tiene sistema de videoconferencia -.

–Y aquí tienes dinero y tu tarjeta de transporte, en el metro sólo tienes que pasarla por encima de los sensores -.

–Ok -.

Aplacado en parte su mal humor con el cacharrito de marras, Naruto se desnudó y se metió en la cama. Mañana empezaba su vida como habitante japonés.

OooO

Para alguien acostumbrado a una ciudad como Los Ángeles, amoldarse a Tokyo era relativamente sencillo, al fin y al cabo Naruto ya conocía los principales problemas de toda gran urbe: edificios demasiado altos, demasiados atascos, demasiada gente, demasiado ruido y demasiada contaminación, aunque la inexistencia de esas grandes y soleadas avenidas llenas de palmeras frente al mar le amargaron bastante. Sin embargo, nadie le había preparado para vivir la experiencia del metro en hora punta, él que odiaba los espacios cerrados y se veía empotrado por los empujadores del metro dentro del vagón, definitivamente se sentía como sardina en lata de conservas.

Abandonó el metro aliviado y echó un vistazo a los alrededores de la estación de Hongo-Sachome, miró su GPS y decidió que lo mejor sería preguntar a algún aborigen.

–Perdonad -. Detuvo a un par de chicas con mochila – Buscaba las oficinas de administración de la TODAI -.

–Eres nuevo¿ne? – sonrió una de ellas.

–Sí, en la uni y en el país, ando un poco perdido -.

–Se ve, tendrías que haberte bajado en la estación de Yushima y entrar por la Puerta de Tatsuoka, espera -. La jovencita rebuscó y sacó su móvil, un par de botones y el mapa de la universidad apareció en pantalla - ¿Ves? Tienes que subir toda la calle y a la izquierda, es el primer edificio que verás nada más entrar -.

–Ah, genial – suspiró pensando en el paseo, menos mal que había salido con tiempo de sobra - ¿Te importaría pasarme ese mapa a mi móvil? Lo necesitaré luego para encontrar mi facultad -.

Así, con los teléfonos de dos lindas japonesitas apuntados, Naruto entró en los terrenos de la TODAI. Era agradable, un campus en el que se enmarcaban muy bien los variopintos edificios con la naturaleza que los rodeaba; apenas daban las diez de la mañana y, no obstante, multitud de estudiantes animaban cada rincón.

Después de perderse un par de veces, consiguió dar con el despacho del que debía hacerle la entrevista. Sonrió divertido al percatarse de la desaprobadora mirada a sus vaqueros rotos y la camiseta negra, esta vez de Blind Guardian.

–¿Usted es...? -.

–Kishimoto Naruto, señor, creo que tenía una entrevista -.

–Siéntese -.

El hombre tomó una carpeta del montón y la ojeó, aunque a medida que leía sus ojos se abrían como platos.

–Parece que sus notas en su anterior universidad eran inmejorables, Kishimoto-kun -.

–Me gusta lo que estudio, eso es todo -.

–Aunque se mencionan aquí ciertos problemas de conducta -.

–Debe ser lo de la novatada, en primer año siempre se obliga a los nuevos a cometer alguna locura para entrar a las Hermandades o ser miembro de pleno derecho en los equipos deportivos -.

–Espero que no exhiba un comportamiento semejante en nuestra universidad -.

–Se lo puedo prometer, esa época ya pasó, aunque me guste vestir de manera llamativa – sonrió Naruto – Como si fuese a encontrar gente con la que correrme juergas parecidas a las de mi primer año de carrera, mierda de vida -.

–Su principal problema es la incorporación a mitad de curso. Teniendo en cuenta la posición de su familia y sus grandes aptitudes como estudiante, el consejo decidió permitirle comenzar el segundo semestre y el año que viene cursar el primero, así concluirá su licenciatura en Septiembre -.

–Mejor eso que perder un año completo sin hacer nada, se lo agradezco -.

–Bien, lleve estos impresos a la secretaría de su facultad y pregunte por su tutor, Mori-san, y recuerde que debe elegir un club al que unirse, dado su historial sospecho que escogerá el de Artes Marciales -.

Naruto se despidió con una reverencia y salió con el móvil encendido en modo mapa. Su camino le llevaba cerca de la gran laguna rodeada de vegetación de Sanshiro, decidió echar un vistazo, no tenía prisa y así se iría familiarizando con el campus. Las clases ya habían empezado pero bastantes estudiantes pululaban por los alrededores, cambiando de aulas, de camino a la biblioteca o, simplemente, disfrutando de los últimos días soleados de Septiembre. Reparó en un chico de chándal verde que practicaba patadas contra un árbol, poseía muy buena técnica y unas piernas a prueba de bombas por la fuerza con la que pegaba. Debió sentirse observado, porque paró y miró inquisitivamente al rubio de aspecto occidental.

–Perdona si te he molestado – dijo Naruto – Mola tu estilo -.

–¿Practicas Artes Marciales? -.

–Ajá, un poco de todo, aunque me centré mucho más en taekwondo -.

–Soy Naito Lee – realizó una pequeña reverencia -, siempre me gastan bromas porque me parezco y me llamo como Bruce Lee -.

–Kishimoto Naruto, encantado – sonrió él, divertido con la original forma de presentarse del otro chico.

–¿Recién llegado a Tokyo? – interrogó Lee.

–Nos hemos mudado por el trabajo de mi madre y mi hermano – asintió el rubio – Iba a mi facultad a terminar papeleo -.

–Yo estoy en la de Educación¿y tú? -.

–Estudio Psicología, creo que está en la de Ciencias Sociales -.

–Justo al lado de la mía, genial, es obra del destino que nos conociéramos, bwahahaha! – se entusiasmó Lee – Si quieres te acompaño, siempre es bueno que alguien te haga de guía durante los primeros días, aunque ya te asignarán a algún alumno que te ayude a adaptarte -.

Naruto no pudo evitar sentir una súbita simpatía por aquel chico, desbordaba una ingente cantidad de energía y entusiasmo, además era muy abierto para los cánones japoneses.

–¿¡Mori-san es tu tutor!? – exclamó Lee, una vez dentro de la facultad.

–¿Qué pasa? – se extrañó Naruto.

–Ese hombre vino a darnos una conferencia sobre psicología pedagógica el año pasado, da miedo, parece más de la policía secreta que un profesor -. Lee se detuvo junto a unas butacas – Yo te espero aquí, prefiero no acercarme ni a su despacho -.

Inquieto, Naruto recorrió el pasillo y llamó a la puerta con el rótulo: Mori Ibiki.

Una hora después, salía del despacho blanco como el papel y los ojos desorbitados. Lee le ofreció una botella de agua, que aceptó para tomar un trago y luego echársela por la cabeza.

–¿Qué tal? -.

–Digamos que me ha amenazado con hacerme de todo menos matarme si se me ocurre tener mal comportamiento – suspiró Naruto – Se me están cayendo los estereotipos a pasos agigantados, ese tío es cualquier cosa menos dócil -.

–Te lo dije... oi, se ha hecho un poco tarde, he quedado con mi hermano para comer¿te apuntas? -.

–¿También estudia aquí? -.

–Nah, terminó la carrera hace dos años y es informático en la empresa de su padre, pero se saca dinerillo extra ejerciendo de modelo a tiempo parcial -. Lee se echó la mochila al hombro – No te sorprendas si no nos parecemos; nuestra madre se divorció y yo soy el resultado del segundo matrimonio, pero se lleva mejor conmigo que con nuestros dos hermanos mayores -.

Cruzaron el campus hacia la cafetería donde Lee había quedado, tiempo que fue aprovechado para preguntar y contar más cosas de sus respectivos pasados.

–Estuve a punto de ir a la Olimpiada, pero sufrí un percance y me destrocé la rodilla, aún estoy con rehabilitación -.

–A mí me pasó algo parecido – dijo Naruto – Aunque yo me rompí el hombro; una estupidez, haciendo pirulas con el monopatín -.

–Lo mío fue algo más... complicado -. Su expresión se oscureció por un momento antes de recuperar su gesto alegre – Ah, mira, ahí está -.

Junto a la entrada de la cafetería, se distinguía a alguien aparcando una brillante moto blanca y azul de gran cilindrada. El casco fue retirado dejando al aire un llamativo pelo rojo y un rostro atractivo de expresión serena.

–¡¡¡Gaa-niisan!!! -.

El motorista alzó una ceja, sorprendido por el aspecto de quién acompañaba a su hermano.

–Ohayo Lee – saludó cuando llegaron a su altura - ¿Un nuevo amigo? -.

–Kishimoto Naruto, te presento a mi hermano, Akatsuna Gaara; Naruto-kun acaba de llegar de EEUU y estaba ayudándole con su primera expedición por la TODAI -.

Respectivas inclinaciones de cabeza.

–¿Eres compañero suyo? – interrogó el pelirrojo.

–De club, voy a apuntarme al de Artes Marciales, pero estudio Psicología -.

–Podríamos ir comiendo y hablar dentro¡me muero de hambre! – dijo alegremente Lee.

–Pareces ese amigo tuyo... Akidachi -.

–He estado toda la mañana entrenando, tengo derecho a tener hambre; hay que disfrutar plenamente de la primavera de nuestra juventud y no se puede con el estómago vacío -.

–Tomaron unas bandejas de bento y ocuparon una de las mesas libres junto a las cristaleras, disfrutando del soleado exterior arbolado.

–Espero que no te moleste, pero siento curiosidad por saber de dónde vienes – preguntó Gaara; fue cuando Naruto reparó en el desconcertante color aturquesado de sus ojos y en lo extrañamente familiares que le resultaban.

–Soy de Los Ángeles -.

–Pues hablas muy bien nuestro idioma, no tienes acento siquiera – señaló el otro.

–Mi madre es mitad japonesa mitad australiana, aunque mi hermano y yo hemos sacado los genes de mi abuelo paterno... creo que era sueco, no sé, mi familia es un tutum revolutum cultural bastante divertido – explicó Naruto, demostrando su desenvoltura al usar los palillos.

–¿Las marcas también son una herencia? -.

El rubio se llevó una mano a la cara, a las tres finas marcas paralelas que adornaban sus mejillas.

–Que yo sepa soy el único, las chicas suelen encontrarlo exótico – sonrió divertido – Mi abuelo dice que es el sello que los dioses ponen a sus elegidos, de pequeño me contaba leyendas de guerreros ninja y demonios -.

–Ani-ue – intervino Lee – Naruto-kun es nuevo en la ciudad, no tiene amigos ni conocidos¿podría acompañarnos al cumpleaños? Así conocería gente -.

–No sé, ya sabes lo gruñona que puede ser Sakura cuando algo no sale como ella quiere -. Gaara esbozó una media sonrisa – Aunque no creo que se moleste si le llevamos un chico guapo -.

–¿Qué? -. Naruto casi se ahoga con la comida.

–Es el cumpleaños de nuestra amiga Sakura-san y ha invitado a todo "el grupo" -. Lee hizo comillas con los dedos – Somos muy variopintos, pero casi todos nos conocemos desde hace tiempo, muchos desde la infancia -.

–Como vaya él yo me largo -.

–Ani-ue, no seas rencoroso, hay que disfrutar de nuestra juventud y... -.

–Lee no empieces con tus consignas pacifistas, si él va yo me largo, porque la otra opción es partirle personalmente las piernas -.

Naruto se sentía más perdido que un burro en un garaje, pero sabía que preguntar cosas personales recién conocido a alguien se consideraba de mala educación y más si tenía algo que ver con "partir piernas" a terceros implicados.

–Hemos tenido algunos problemillas dentro del grupo – se excusó el moreno.

–Por eso ya no es el grupo¿hace cuanto que no quedábamos todos? -.

–Desde el cumpleaños de Sakura-san del año pasado –. Suspiro triste.

–Aguantaré a quien sea, incluso a la hermana de Sakura, pero no a él -.

–Etooo... ¿puedo preguntar al menos cómo se llama ese él? -.

–Uchida Sasuke -.

Un extraño escalofrío recorrió la espalda de Naruto a la mención de aquel nombre, como si debiese recordar algo. Sacudió la cabeza y le restó importancia.

–Venga, Gaara, llevemos a Naruto-kun al cumpleaños, si está Sasuke-kun siempre podremos irnos – insistió Lee, poniendo carita ilusionada – Además es improbable que acuda, ya sabes que no quiere saber nada de nosotros -.

–... -. Los raros ojos turquesa escrutaron un instante al rubio – Tú ganas, Lee, vendrá -.

–Genial. Naruto-kun, apunta mi móvil -.

–Sí, enseguida -.

–Será mejor que también apuntes el mío – dijo Gaara – Mi hermano es un poco entusiasta y su móvil tiende a sufrir "accidentes" -.

Sonrojado, Lee se llevó una mano tras la cabeza, riendo, en tanto Naruto aún se preguntaba por la inaudita simpatía que le inspiraban aquellos hermanos.

OooO

–¡Estoy en casa! -.

Silencio. Naruto se descalzó malhumorado y fue directo a su cuarto tras una pequeña escala en la cocina.

–Esto es ridículo – suspiró mientras conectaba la música en el ordenador – Es como si viviera solo -.

Abrió más cajas y siguió desembalando. Aprovechó y colgó algunos de sus posters favoritos: Angus de AC/DC (dios todopoderoso de la guitarra), Charlize Theron (diosa todobuenorra del la gran pantalla), y en la puerta uno rescatado in extremis de la basura, un intrincado símbolo celta.

Calentó en el microondas unos onigiris y vio un rato la TV; nunca le gustó mucho ese cacharro y ahora en japonés mucho menos. Su móvil emitió un suave timbre, la llegada de un mensaje: su madre y hermano llegarían tarde, al ser el primer día habían tenido muchísimo trabajo y tenía pinta de que así seguiría hasta que todos se adaptasen a la nueva embajadora.

Decidió que lo mejor sería apagar e ir a dormir, le caía clase a primera hora y después había quedado con Lee para correr por el parque Ueno y entrenar ya que hasta el sábado no conocería al resto de sus amigos; sin embargo, el locutor del telediario dijo algo que captó su atención.

–"...por el despido improcedente de más de mil trabajadores de la sede que la empresa Kawasaki tiene en Osaka. Se consideraba una causa perdida hasta la intervención del prestigioso abogado y fiscal Uchida Itachi que..." -.

–¿Uchida? -. Naruto escrutó con curiosidad al hombre que aparecía en pantalla hablando firme y seriamente para el centenar de periodistas; moreno, de ojos oscuros tras las pequeñas gafas, pero con un porte imponente que muchos envidiarían, enfrentarse a ese tío en un juicio debía dar miedo – Me resulta familiar... nah, supongo que se debe a que todos los japoneses parecen clones... aunque éste no pasaría desapercibido -.

Apagó la televisión y se marchó a dormir.

OooO