Después de dos años...más de dos años, me siento culpable, de verdad que sí más porque el capítulo aquí estaba, hecho, listo... pero la próxima semana les prometo el capítulo final. Un besotototote y un abrazo a saría, dónde quiera que esté, porque la muy wench se me ha perdido :(
Era el quinto suspiro de la tarde, no encontraba nada interesante que hacer en casa y, contrario a lo que Hikaru hubiera pensado, Kaoru no tenía tiempo de jugar, se había ido a la última clase del semestre en la academia de moda.
-No me lo creo – murmuró para sí mismo justo antes de que su móvil sonara
ring ding dong, ring dingdong ringgy dinggy
-¿Aló? – dijo Hikaru
-…
-Voy a colgar
-No, habla Haruhi –
El silencio se prolongó más de lo que a Fujioka le hubiera gustado, pero esperó pacientemente antes de escuchar cómo Hikaru le cortaba la llamada. "Ese imbécil", pensó y volvió a marcar el número del gemelo.
-¿Qué te piensas eh? No vuelvas a colgarme el teléfono. Estoy revisando la lista de invitados de Tamaki-san por última vez, Kaoru ya confirmó, ¿vas a ir o no?
-Y tú, ¿a quién invitaste?
-No digas tonterías, no tengo razón alguna para invitar a alguien a una fiesta que no es mía… ¿Vendrás, cierto?- Hikaru no contestó a tal contestación tan fuera de lo común para venir de Haruhi, –bien, tomaré eso como un sí,- y la chica colgó.
El carro aparcó cerca de la entrada al salón de fiestas. Los gemelos iban de traje y Kaoru no podía dejar de sonreír…le pasaba exactamente lo contrario a Hikaru.
Una de las chicas de servicio los guió hasta el salón de fiestas donde Tamaki estaba tocando el piano.
Kaoru se asomó por el cristal de las puertas antes de abrirlas.
-Me voy a casa –dijo Hikaru en cuanto vio todo el tumulto
-No seas idiota –susurró Kaoru mientras sujetaba firmemente el brazo de su hermano.
Tamaki caminaba directo hacia ellos
-Pensé que no vendrían, es algo tarde –El presidente los saludó y después intentó llamar la atención de los presentes, pero nadie le hacía caso y Kyouya hizo lo suyo.
-Hoy estamos aquí para celebrar a mi amigo y su futura esposa, Haruhi –EL corazón de Hikaru se detuvo y él estuvo seguro de que se iba a desmayar o algo -¿Ya está lista Ruka? –
¿Ruka? ¡¿Ruka? ¿QUIÉN COÑO ERA RUKA?
Haruhi desapareció un momento antes de volver con una chica rubia.
-Ruka Nishikido –anunció Haruhi y Tamaki se acercó a la pequeña rubia. Hikaru no sabía qué decir o qué hacer.
-Te dije que eras un imbécil –
Hikaru abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua tratando de encontrar alguna frase coherente.-Pe-pero, ella y Tamaki, él dijo…-
-Él dijo que no tenía que decirnos algo importante ese día –
-Haruhi, el debía decirle a Haruhi como se sentía, él…-
-Él planeaba decirle a Haruhi, a todos de hecho, que no iría al viaje porque debía conocer a su prometida –
El gemelo salió del salón lo más discretamente que le fue posible con dirección al balcón, se recargó en el barandal y observó los jardines bajo la luz de la luna. Suspiró con pesar y se sujetó el puente de la nariz. Murmuró algo incoherente y se dio la vuelta como dándose valor para regresar a la celebración a estrechar la mano de Ruka y darle un abrazo a Tamaki, sentía menos resentimiento hacía él ahora que sabía que Haruhi no era más que un amor adolescente para el rubio.
-Te dije que eras un idiota –canturreó Kaoru en el oído de su hermano tan pronto lo vio emerger de una de las puertas.
-Cállate –espetó el otro y, de no haber sido por a figura de Haruhi, le habría dicho peores insultos. En lugar de eso murmuró un –ahora vuelvo –y se dirigió a ella.
Ataviada con un vestido púrpura que se ajustaba a su figura, incluso a su pecho, objeto de las burlas de los gemelos. El cabello ondeando a la altura de su cintura…Hikaru se uiso patear por ser uno de esos hombres cursis que se juró jamás sería; Haruhi lucía hermosa…no, ella era hermosa.
Casi pudo escuchar el efecto de un cristal rompiéndose cuando Kyouya apareció en el cuadro, ofreciéndole un trago a la castaña. Aún así, hizo algo que no había sido capaz de hacer hace un año: se acercó a ella y la sacó a bailar.
Con ojos expectantes ella aceptó y sin más se dejó llevar por la música y por Hikaru, no había nada más en ese lugar, sólo ellos dos, con su melodía, con sus pasos, no había pasado…
Cuando la música se detuvo Hikaru no la dejó ir, en lugar de eso la llevó a uno de los tantos balcones en el salón de baile.
-Perdón –dijo el pelirrojo.
-¿Por qué? –cuestionó ella.
-Por irme sin despedirme, por no responder la carta que me enviaste, por todo –
-No te preocupes, ya estás aquí, volviste –entonces hizo lo que había querido hacer en cuanto lo vio en el aeropuerto. Aprovechó los tacones que usaba, jaló a Hikaru del corbatín y sus labios se encontraron.
Lento, dulce, perfecto. Cuando se separaron, Hikaru no puedo controlar su expresión y su cara parecía la de un imbécil. Haruhi se rió de él y volvieron de la mano a la fiesta.