Disclaimer: Nada de esto es mío, ni siquiera la idea inicial, ya qu es para los retos de drabbles 30min.

Compañero

Dedos, largos y huesudos que se cuelan por todas partes.

Lenguas, ásperas y húmedas, que cubren con una especie de segunda piel líquida labios, mejillas, cuellos y lo que surja en su recorrido imparable.

Alcohol. Demasiado alcohol que corre por las venas y empapa los alientos. Whiskey de fuego que abrasa gargantas y nubla los sentidos.

Whiskey de fuego que te lanza a hacer cosas puede que altamente deseadas, pero nunca llevadas a cabo.

Las túnicas no vuelan por los aires ni los botones saltan como locos después de un estirón demasiado fuerte, simplemente caen con un frufrú suave al de desatar cintas y despojar los botones del abrigo de los ojales.

Si hay un velo que les cubre los ojos es el alcohol, y no un amor apasionado.

Simplemente son ellos. Los dos. Juntos. El pequeño de pelo grasiento y ese rubio etilista que retozan entre hierba húmeda y piedras con cantos puntiagudos.

Se muerden, se besan. Dientes, saliva y lengua, mucha lengua. Se tocan intentando abarcarlo todo, estirando los dedos, apretando los músculos, deslizando una pierna inquieta entre las dos del otro, frotándose el uno contra el otro.

Las varitas pinchan en la piel blanda del estómago, los torsos desnudos se rozan una y otra vez sin pudor, entre beso y beso. Durante el beso.

Es tarde. Es de noche, una noche fría, y la marca brilla en el cielo y parece que todo sea un escenario montado expresamente para lo que están haciendo.

Borrachos de muerte, alcohol y algo de cruda desesperación se besan, rozan y muerden sin pausa. Con prisa.

Siete años compartiendo dormitorio y unos cuantos más luchando codo con codo, las túnicas revoloteando a su alrededor, compartiendo miradas furtivas entre maldición y maldición. Unos cuantos años más bebiendo en algún pub mugriento entre ataque y ataque, hablando de todo y de nada y notando como ese algo intangible que siempre había habido entre ellos dos iba creciendo a marchas forzadas con cada borrachera, con cada Malfoy ¡detrás de ti! gritado con la urgencia escondida bajo un tono áspero.

Esta noche han bebido antes del ataque. El uno le ha salvado la vida al otro y luego han vuelto a beber. No en un pub, si no en el mismo sitio cuando ya todos se habían ido, botellas llenas de un líquido ambarino dentro de bolsas de papel.

Y ahora se comen, arañan, agarran y destrozan el uno al otro sin compasión. Se marcan con mordiscos, el sentido de posesión más arraigado que nunca. Esta noche, y posiblemente solo durante esta, desaparecen los estudios, las Maestrías en pociones, las mujeres rubias y los hijos llorones.

Esta noche, y probablemente solo durante esta, reconocen que esos roces casuales, alientos demasiado cerca de la nuca y rodillas que entrechocan, eran aposta. Que el hijo de Lucius aún sigue vivo porque Severus se esforzó especialmente en intentarlo, pese al pelo rubio y los ojos claros que no son de Lucius, si no de Narcissa.

Esta noche, y solo esta, el poder del alcohol y el deseo, lujuria, sexo crudo, les embriaga, les rodea en una espiral sin fin, en un camino sin retorno que una vez empezado ya no puedes desandar por muchos que te esfuerces.

Esta noche, y solo esta, no son dos sino uno.