Capítulo 23: Lazos

(Parte dos)

Los tenues pasos de alguien en el corredor lo hicieron sobresaltar, y se levantó de la cama. Salió al pasillo y vislumbró luz en la sala de estar. Corrió hacia las escaleras, dispuesto a saber qué sucedía, y allí la vio, de pie junto a la chimenea. Su largo cabello rojo se entrecortaba con la luz del fuego. Se veía cansada.

-¿No sabes a dónde fue?-inquirió Ginny. Albus frunció el entrecejo al no notar a nadie en la sala, y pudo observar que la chimenea estaba encendida, y allí vio la cabeza de su tía Hermione entre las llamas.

-No Gin, me dejó en el hospital completamente sola, y no volvió…-

-¿Hace cuánto que pasó eso?-

-Unas dos horas-Ginny se mordió el labio, nerviosa. Suspiró.

-Sabe cuidarse solo-

-No es eso lo que me preocupa…debiste verlo…estaba desencajado por completo…lo conoces furioso…no piensa con claridad-

-No te creas-susurró Ginny-es en esos momentos cuando más clara tiene la mente-

-Temo por él…allá afuera hay una horda de magos que están torturando a diestra y siniestra a todo aquel que tenga una relación con Harry…-Ginny suspiró.

-¿Cómo está William?-Albus dio un respingo al oír aquel nombre, y se acercó más al vestíbulo. Pudo ver el rostro triste de Hermione, y empalideció.

-Está en coma-susurró Hermione. Albus se dejó caer lentamente al suelo, nervioso-casi se desangra, y las convulsiones le dañaron la poca salud que tenía su cerebro-Ginny se tocó la frente con la mano, en un acto de desesperación. –Perdió mucha sangre…sus órganos se deterioraron…-

-Sé lo que sucede cuando alguien pierde sangre, Hermione, no tienes que decírmelo-

-Lo siento-

-¿Y es por eso que Harry se fue del hospital tan rabioso?-

-Harry aún no sabe que William está en ese estado…se echó la culpa por todo…-

-Tiene esa tendencia-susurró Ginny. Se sentó pesadamente en el sofá-¿quieres tomar algo Hermione?-Hermione sonrió y negó con la cabeza.

-No…te lo agradezco, pero necesito poner en orden unas cosas y ver a Ron…-

-Mándale saludos de mi parte cuando lo veas-

-Lo haré-dijo Hermione-cuida bien de mis hijos, Gin-

-No te preocupes-la cabeza de Hermione fue absorbida por las llamas, y Albus vio en ese momento su oportunidad para encarar a su madre. Bajó las escaleras, cruzó el vestíbulo y llegó a la sala de estar con vehemencia. Ginny levantó la mirada de la alfombra y lo observó horrorizada.

-Al…-

-Dime ya qué es eso de que William está en coma-

-Él….-

-¿Dónde está papá?-

-No lo sé, Albus, no me hagas preguntas…-

-El padre de la mujer que amo está a punto de morir-dijo Albus con rabia-mamá…-

-Albus, basta…-ordenó Ginny-basta…podrás hacerle esas preguntas a tu padre cuando vuelva, si es que lo hace-

-Mamá…-

La repentina aparición de un mago por la puerta lo hizo callar. Harry fue iluminado por la luz de la sala, y Ginny corrió hacia él con rapidez. Lo abrazó con fuerza.

-¿Te encuentras bien?-lo miró atentamente-¿qué te sucede?-

-Necesito hablar con Hermione-susurró Harry con voz apagada.

-¿Qué te ocurre?-preguntó Ginny preocupada-cielo…-

-Papá, William Adams está en coma-Harry levantó la mirada y la enfocó en Albus. Tragó saliva.

-No lo sabía-

-Debes decírselo a Gwen-

-Ella ya sabe que su padre está delicado-

-¿Hablaste con ella?-inquirió Albus-¿dónde está?-

-No te diré dónde está-

-Necesito verla-

-La verás a su debido momento, pero no ahora…-

-¿Por qué no ahora?-Albus se interpuso en su camino hacia el segundo piso. Harry apretó los dientes.

-Porque los magos que están allá afuera torturando muggles están buscando mis puntos débiles-Albus se mordió el labio-no voy a dejar que te toquen…atacaron a mi primo Dudley y a William…-

-William no es nada de nosotros-

-Es el padre de Gwen…el esposo de Ofelia…ellos saben que estamos unidos a aquella familia de una manera u otra…No te has dado cuenta, ¿cierto?-

-¿De qué?-

-De que están intentando hacerte caer a ti, Albus-

-¿A mí?-

-Si empiezan a atacar a los Malfoy, estaré en lo cierto-

-¿Qué tienen que ver los Malfoy?-inquirió Ginny. Harry empujó a Albus y subió al segundo piso.-HARRY-ella miró a Albus-¿qué quiso decir con eso?-Albus hizo una mueca.

-Pues que…supongo que por Rose-Ginny frunció el ceño.-Sé que no me crees, pero mejor así-

-Albus…-

-Tengo que hablar con papá-

-ALBUS-

Albus corrió hacia el segundo piso, dispuesto a encarar a su padre como diera lugar. Debía ver a Gwen costara lo que costara. Entró al despacho dando un portazo, y Harry lo miró enojado.

-¿Dónde está Gwen…?-

-No te lo diré-dijo Harry, mientras lanzaba polvos flú a la chimenea.

-¿Te vas a alguna parte?-inquirió Albus. Harry lo miró siendo iluminado por las llamas de la chimenea.

-No…necesito hablar con Ron y Hermione…-

-El tío Ron está internado-masculló Albus.

-Vendrá si es urgente-dijo Harry. -Además, ya estaba mejor-

-Papá, por favor…-Harry le tomó el rostro dulcemente con las manos, y acercó su frente a la de él.

-Te amo demasiado para dejar que te lastimen Al…-

-Yo soy dueño de mi propio destino, si muero será por mi culpa…-

-Pero si yo tengo la oportunidad de evitarlo, no lo pensaré dos veces-

-Papá, necesito verla-

Harry abrió la boca para hablar, pero la intromisión de Hermione y de Ron lo hizo callar.

-¿Nos necesitas?-inquirió Ron, saliendo de la chimenea. Miró a Albus-si estás ocupado, podemos esperar afuera-

-No Ron, Al ya se va-Hermione tosió, y Ron le quitó el polvo que tenía sobre el cabello.

-Me alegro que estés mejor, tío-

-Yo también me alegro-dijo Ron, sonriente-aunque aún me duelen varias partes del cuerpo-

-Déjanos a solas Albus-ordenó Harry. Albus apretó los dientes.

-Papá no quiere decirme el paradero de Gwen-

-Albus…-dijo Harry.

-Pues nosotros no tenemos idea de a dónde la llevó…-dijo Hermione con rapidez. Ron frunció el ceño.

-¿Cómo que no?-preguntó él, logrando que Albus lo mirara con interés-¿no la había llevado al V..?-

-Cállate Ron-dijeron Harry y Hermione a dúo. Ron pareció caer en la cuenta de algo, y enrojeció.

-¿Al V…?-preguntó Albus.-¿A dónde tío?-

-Lárgate Albus-dijo Harry. –Vete-

-Me las pagarás, ya verás-

-VETE-Albus refunfuñó enojado, y salió al corredor dando un portazo.

-Odio cuando se pone en testarudo-chilló. Suspiró. Una sombra a su derecha lo hizo sobresaltar, y enfocó la mirada en el hombre que se acercaba a él. Las luces de los candelabros lo iluminaban apenas, marcando con tenebrosidad sus pómulos. Albus tardó un par de segundos en reaccionar, y cuando lo hizo, lo observó con desdén.

-¿Hace cuánto que estás ahí mirándome?-

-Mientras tú le gritabas a tu padre, yo subía las escaleras-murmuró Ted. Sus dorados ojos brillaron tenuemente a la luz del pasillo.-¿Qué sucede?-inquirió, percibiendo la expresión de Albus.

-Nada-susurró Albus.-¿Tú dónde estabas?-

-Llevé al primo de tu padre a un lugar seguro-respondió Ted-lo atacaron en su casa en Liverpool…tu padre decidió esconderlo por un tiempo-Albus frunció el entrecejo-¿qué está sucediendo ahí dentro?¿tienes idea?-

-Papá debía hablar con los tíos de algo importante, pero no me ha dicho qué-

Ambos se quedaron en silencio luego de eso, esperando poder oír algo de la conversación llevada a cabo dentro del despacho. Albus podía llegar a imaginarse de qué se trataba la discusión, pero había cabos que no lograba enlazar. No comprendía por qué Harry debía hablar con tanta urgencia con Hermione y Ron, y no entendía por qué había tardado varias horas en volver a la casa si San Mungo quedaba a unos pocos minutos de allí.

-Ted…¿papá tiene alguna casa aparte de ésta?-Ted levantó las cejas pensativo.

-Pues no que yo sepa-

-¿Conoces…algún lugar en donde pudiese haber algo que…esté relacionado con él de alguna manera?-

-Hogwarts-

Albus hizo una mueca. Gwen no podía estar escondida en Hogwarts. Era lógicamente imposible. Una muggle escondida en una escuela repleta de magos era completamente inútil. Si su padre intentaba esconderla y protegerla, no iba a ser allí a dónde la llevaría.

-¿No hay ningún otro lugar?-vio que Ted hacía una mueca, y lo observó con atención, expectante.

-Hay otro lugar…-

-¿Cuál?¿dónde?-

-¿Para qué quieres saberlo?-

Aquella pregunta no debía ser respondida. No por lo menos mientras Albus supiera de buena mano en dónde escondían a Gwen. Se mordió el labio, intentando encontrar una excusa para su repentino interés sobre los posibles hogares de su padre, cuando observó la expresión de Ted.

-Quieres saber dónde está Gwen, ¿cierto?-

-Ted…-

-Albus, tú ya eres lo suficientemente grande como para saber lo que tienes que hacer…y peligrar tu vida buscando a Gwen no es algo que debieras hacer-

-Ted, métete en tus asuntos-dijo Albus-encontraré a Gwen aunque tú no quieras y aunque papá me niegue su paradero-

-Pues te será difícil si tu padre no quiere darte explicaciones…él, mejor que tú, sabe lo que hace-

-¿Por qué diablos eres tan chupamedias?-aquella pregunta acusadora hizo enrojecer a Ted. Albus lo enfrentó sin remordimiento.

-Porque amo a tu padre como si fuera mi padre…porque le debo todo lo que tengo, mi educación y mi felicidad…¿te parecen pocas razones, imbécil?-Albus levantó el puño.

-Yo que tú, no haría eso-la repentina aparición de James provocó que ambos bajaran los puños y lo observaran.

-No te metas, tú siempre eres el primero en querer golpear a Ted-

James rió, y sus dientes brillaron en la oscuridad como luces fosforescentes.

-Sí, pero tú eres un niñito débil y patético. Debes dejarle eso a las personas mayores-

-Cierra el maldito pico, James, que no eres nada si te ataco con mi varita-tanto él como James avanzaron de forma ofensiva, pero Ted se interpuso entre ambos. Apoyó sus manos sobre el pecho de Albus y de James.

-Oigan, Potters…no peleen-ordenó-no peleen…ambos están rabiosos y necesitan descansar, son las cuatro de la mañana-

-Ted, cierra la maldita boca-dijo Albus.

-Oye, ya basta por favor…-

-¿A qué fue papá a San Mungo?-inquirió James, logrando que tanto Albus como Ted lo miraran atentamente. Ted carraspeó, mientras ambos hermanos lo fulminaban con la mirada.

-Dile a James qué fue a hacer papá al hospital-dijo Albus con rudeza. Ted suspiró.

-Fue a ver a su primo Dudders-

-¿Dudders?-inquirió James-¿quién diablos puede llamarse así?-abrió mucho los ojos-¿su primo muggle, Dudley Dursley?-

-Sí-

-¿Y por qué…?-

-Lo atacaron mientras atacaban a los Adams…seguramente lo de los Adams fue una clase de…señuelo, para distraer a tu padre…-

-¿Pero por qué atacarían a Dursley?-preguntó James.

-Querían saber el paradero de tu padre…-susurró Ted.

-Quieren matarlo-dijo James.

-Y tú eres el único que lo sabe, James, así que deberías decírselo-dijo Albus, colérico.

-Cállate y déjame intentar oír lo que hablan dentro-dijo James, acercándose a la puerta.

-No vas a oír nada-dijo Ted-seguramente tu padre…-

-Shhh, oigo algo-dijo James, apoyando su oreja derecha sobre la gruesa puerta.

Posiblemente si Harry hubiese sabido que James podía oír algo, habría bajado la voz. Obviamente, eso no le importaba en ese momento, en donde discutía de forma acalorada con Hermione. No podía entender cómo ella no lograba ver su punto de vista, como siempre había pasado. Hermione siempre se había empeñado en poner por delante la verdad verificada que sus ideas.

-Dame sólo una razón para no ir-dijo él, rabioso. Estaba cansado, sudado, sucio y necesitaba urgentemente comer. Le rugía el estómago del hambre y los nervios. Y que Hermione le reprochara no mejoraba las cosas.

-No puedes ir allí-

-¿Por qué no?-

-A ver, entiende esto: tú eres lo primero que esta gente quiere…Quieren lastimarte, matarte y hacerte desaparecer…¿de acuerdo? Ya no es como antes, tienes muchas cosas que perder…Ir a requisar un lugar como si fueras un niño estúpido de diecisiete años no es razonable-

-Haré de mi vida lo que se me de la gana, tú no eres nadie para decidir sobre mí-

-¿Y entonces para qué diablos nos hiciste venir?-preguntó Ron.

-Porque necesito que ustedes se queden aquí mientras yo…-

-NO VAS A IR-bramó Hermione.

-¿POR QUÉ NO?-graznó Harry.

-Porque es una trampa, ¿acaso no lo ves?-Hermione estaba completamente fuera de sí- Dejan pistas para que tú averigües y agarrarte solo y desprevenido, ¿eres idiota o todos los golpes que te han dado las bludgers durante tus años escolares te afectaron las neuronas?-Harry apretó los dientes.

-Debo ir-dijo él con voz de ultratumba. La expresión de Hermione le supo aterradora. Pero él no se dejaba escarmentar.

-No puedes-dijo ella, con el mismo tono de voz bajo y serio que él había utilizado.

-No eres quien para decirme si debo ir o no-susurró Harry con voz cínica. Aquello fue la gota que rebalsó el vaso, y Ron se levantó con rapidez del sofá en donde se encontraba sentado cómodamente, enfrentándolo con cólera.

-NO LE HABLES ASÍ A MI ESPOSA-

-PUEDO HABLARLE COMO SE ME DÉ LA GANA, PORQUE ANTES DE SER TU ESPOSA, ES MI MEJOR AMIGA-Ron apretó los dientes. Hermione suspiró, mientras Harry enrojecía y respiraba de forma agitada.-Voy a ir…y nada de lo que me digan me hará cambiar de idea-

-Muy bien-susurró Ron. Volteó hacia la puerta y salió al corredor. Observó atentamente y con desdén a los tres jóvenes que fingían no saber nada de lo que ocurría en el despacho, y se dirigió hacia las escaleras con pasos firmes, mientras Albus, James y Ted volvían a sus lugares cerca de la puerta.

Harry miró hacia la ventana, en donde un oscuro cielo nublado empalidecía la noche. Nevaba apenas, aunque lo suficiente como para empañar los vidrios y humedecer el césped. Comenzó a tomar todo lo que encontraba a mano que le resultara importante, como su varita, el mapa del merodeador (que a efectos prácticos, no era realmente esencial), su bufanda con los colores de Gyffindor y una foto de sus tres hijos, estratégicamente escondida en el cajón. Si debía morir, quería ver el rostro de las tres personas que más amaba antes de irse de la faz de la Tierra. Se encontraba observando atentamente aquella fotografía cuando la puerta se abrió, y Ron apareció por ella caminando delante de la persona con la que Harry menos ganas tenía de hablar.

-¿Para qué la trajiste?-preguntó nervioso.

-Nosotros no seremos nadie para hacerte cambiar de idea…pero ella sí-

-Ron…-

-Mi hermano me dijo que quieres ir a la casa de Dudley para inspeccionar-Harry maldijo por lo bajo.-

-Sí, Dudley dijo que había alguna clase de inscripción…-

-No quiero que vayas-

-Gin…-la miró, y lo que vio no le resultó para nada agradable. Se veía terriblemente hermosa con su largo cabello rojo cayendo sobre sus hombros, y su rostro completamente blanco. Pálida como un fantasma y ojerosa. La notó cansada y triste. Y verla de aquella forma no le gustaba, lo hacía sentir miserable.

-Harry, no quiero que vayas-

-Por favor Gin, necesito ir a verificar…no…tú no sabes lo que padecí en San Mungo-

-Si me lo dijeras, lo sabría-susurró Ginny, observando atentamente lo que Harry llevaba en las manos. La fotografía. Harry la escondió rápidamente en su bolsillo, y su esposa hizo una mueca.-Pero no te preocupes, Hermione ya me lo ha dicho todo-

-¿Te ha contado lo de Dudley?-

-No-susurró Ginny-pero Ron me ha dicho algo…-

-Gin…amor…-

-Harry, sé que tienes la tendencia de echarte la culpa por todo y dar tu vida por todo…pero no voy a permitir que peligres tu existencia para ver una idea que tú tienes…-

-No es una idea. Dudley me dijo que había una inscripción…y lo que yo necesito saber es si esa inscripción es…-

-¿Por el bien de todos?-Harry se sintió vulnerable al mirarla a los ojos.

-Sí…-

-¿Acaso había alguna inscripción en la casa de los Adams?-

-No que yo sepa-

-¿Y qué te hace pensar que en la de Dudley sí?-

-Él me dijo…-

-Harry, tu primo te ha odiado durante toda su vida…-

-No tiene nada que ver-chilló él. Ron carraspeó y frunció el entrecejo-Ron, no te metas…estoy discutiendo con mi esposa-

-Es mi hermana-

-Me importa un comino, sigue siendo mi esposa-

-No peleen-rogó Hermione-por favor-

-Yo iré a verificar les guste o no-dijo Harry, completamente decidido. Ginny se interpuso en su camino hacia la puerta con las manos sobre la cintura, en una típica pose Molly.

Harry tragó saliva al verla así. Menos mal que ella no llevaba en la mano ni una sartén…ni la varita. Ella lo señaló con el dedo índice, amenazante.

-Si sales por esa puerta, procura no volver-

-¿Qué?-

-Si te vas, no vuelvas-

-Pero…-

-Ya me has oído Potter, estoy cansada de que andes peligrando tu vida como si fueras un joven que no tiene nada que perder-mientras Ginny gritaba, enrojecía cada vez más. Faltaba que le saliera humo por las orejas-harta, completamente harta…no dejaré que eches por la borda todos los años de felicidad y paz que tuvimos juntos, no voy a dejar que me dejes sola con los niños, yo te amo y no quiero perderte-

-Gin…-Harry apoyó su frente sobre la frente de su esposa, en un completo acto de ternura. Ginny podía ser aterradora cuando se enfadaba, pero le enternecía completamente que dijera sin tapujos que lo amaba. Era más de lo que podía pedir.

Fue en ese instante en que, sin que ninguno de los cuatro lo notara, la puerta se abrió.

-Vaya, parece que llegamos en mal momento-

-¿Qué hacen aquí?-preguntó Ron, mirando con atención a los jóvenes que cruzaban el umbral.

-Tenemos la solución a sus problemas-susurró Ted. Harry se separó de Ginny y levantó las cejas. Ted rebosaba seguridad. No había forma de decirle que no.

-Esta conversación es privada-dijo el hombre de gafas con voz rabiosa.

-¿Ah sí?-la voz de Ted sonó irónica-¿de veras? Pues si fuese privada, habrías imperturbado la puerta- Harry apretó los dientes.

-Además, tus gritos pueden oírse desde la cocina-Harry fulminó a James con la mirada, y éste sonrió de forma desafiante.

-¿Qué es lo que quieren?-los tres jóvenes se miraron.

-Iremos nosotros-dijo Ted, luego de recibir asentimientos por parte de los otros dos chicos.

-Claro que no-chilló Harry.

-Iremos tío, y no lo evitarás-

-Ted…-

-Ya soy mayor, y no soy tu hijo…no me detendrás-

-¿Por qué cuando tienes que heredar algo de tu padre, tiene que ser un defecto?-Ted abrió los ojos asombrado.

-Tú eres igual-graznó en contraataque.

-Lo que faltaba, que ahora se peleen estos dos-susurró Ron.

-Tú no puedes ir-dijo Ted-no puedes…hagas lo que hagas, tendrás que mandar a alguien más-

-No te enviaré a ti, Ted…-

-Entonces iremos nosotros dos-dijo Albus, dando un paso delante. Harry lo observó atentamente, y sus pupilas se dilataron de horror.

-No…-

-Papá, alguien tiene que ir…-lo persuadió James.

-NO USTEDES, NO QUIERO-bramó Harry.

-Somos adultos-dijo Albus-y queremos participar…no es necesario que nos grites…aunque intentes detenernos, no lo harás-

-Además, tu salud no es la de antes…y si has renunciado a tu puesto como jefe del Departamento de Aurores, no tienes por qué ir…podrías enviar una cuadrilla…-sugirió James. La cara de Harry se contorsionó.

-Ustedes no tienen entrenamiento como Aurores-replicó.

-Yo sí-dijo Ted, interrumpiéndolo-y Ron también…envíanos a nosotros-

Ron observó a Harry, esperando seguramente a que éste se enfureciera. Pero para su sorpresa, éste no lo hizo, y bajó la mirada hacia la alfombra, pensativo.

-Ron…-

-Sí Harry, iré-Harry carraspeó y luego clavó sus ojos en Ted.

-Espero que sepas en qué te estás metiendo-

-Lo sé desde que nací, tío…-

-De acuerdo-susurró Harry.

-¿Dónde debemos ir?-preguntó Ted.

-A Liverpool, a la casa de Dudley…se aparecerán…-

-Es demasiada distancia-dijo Albus.

-Ted sabe desaparecerse y aparecerse perfectamente…-replicó Harry-no te preocupes-

-¿Nosotros iremos?-inquirió James, mientras observaba a su padre revolver los cajones del escritorio. Harry levantó la mirada y lo miró frunciendo el entrecejo.

-Pues si no puedo detenerlos, no me queda otra opción que decir que sí-James por poco se orina de la emoción-pero con condiciones-

-¿Cómo?-graznó Albus.

-No puede ser-chillo James. Ambos hermanos comenzaron a protestar, mientras Harry se cruzaba de brazos y se mantenía serio y callado.

-Sí, con condiciones, sino, no irán- James refunfuñó.

-¿Qué condiciones?-preguntó Albus.

-Irán cubiertos por la capa de invisibilidad, y no participarán en ninguna pelea que se lleve a cabo…¿me han comprendido?-

-Pero si yo quiero pelear-dijo James con un chirriante tono de desesperación en la voz-quiero pelear, quedarme de brazos cruzados me parece más patético que ir a Slytherin y apellidarse Malfoy-

-No me importa si tú quieres pelear y morir de la misma forma que lo hizo Sirius…no me interesa, obedecerás mis órdenes, porque si no lo haces y vuelves, te atendrás a las consecuencias, ¿me has comprendido?-James apretó los dientes.

-Está bien, obedeceremos-dijo Albus. Miró a James-haremos lo que nos digas, pá-James le devolvió la mirada de una forma extraña, como si entre él y su hermano menor existiera una conexión que aún no había descubierto. Algo en los ojos de Albus le hizo saber que éste se traía algo entre manos, y asintió con la cabeza, repleto de curiosidad.

-Me parece perfecto…ahora salgan, necesito hablar con Ron y Ted-

-¿Por qué siempre nos excluyes de todo?-chilló James. Harry apretó la mandíbula.

-Salgan ahora-

Ginny les hizo señas para que la siguieran al pasillo, y los dos jóvenes, circundados por Hermione, salieron al corredor. La puerta se cerró tras ellos con un suave chasquido, suficientemente fuerte y claro como para hacerlos sobresaltar.

-Todo saldrá bien, chicos, no se preocupen-

-No nos preocupamos, tía, sólo que queremos ser más partícipes de todo esto…al fin y al cabo, nuestras vidas están en riesgo también-

-Lo sé-susurró Hermione.

-Ustedes son lo suficientemente grandes como para saber en qué se están metiendo…sólo les pido que, por todo el amor que sienten por mí, no se dejen lastimar-aquellas palabras fueron devastadoras para ambos jóvenes, y se miraron.

-Mamá…-comenzó Albus. Ella lo detuvo con un gesto de la mano.

-Sólo les pido eso…no hay nada más doloroso para una mujer que perder al fruto de su propia carne-

-Por como lo dices, suena horrible-dijo James. Ver a la mujer más importante de su vida preocupada y herida le resultaba escalofriante. Ginny no era como las demás mujeres, no sólo por el hecho de que ella lo había traído al mundo con todo lo que eso implicaba, sino que, además, y estaba más que seguro, ella sería la única mujer que lo amaría toda la vida sin importar lo que hiciera. Además, él siempre había sido muy pollerudo con su madre. A pesar de sentirse ligeramente desplazado por Albus y luego por Lily, sabía que una parte de ese enorme corazón que tenía Ginny le pertenecía.

-Te prometo mamá, que voy a volver-dijo James segundos después de quedarse callado y completamente ensimismado en sus pensamientos. Tomó suavemente las manos de su madre, y la vio sonreír.

-Te amo James-dijo Ginny con dulzura. James tragó saliva con dificultad-los amo a ambos-los abrazó con fuerza. La cabeza pelirroja de Ginny les llegaba a los hombros a ambos. Y ese pequeño espacio entre ellos logró que se miraran a los ojos. No sabían qué iba a pasar aquella noche, y seguramente estaban haciendo las cosas de forma impetuosa, pero la sangre tiraba y ellos eran Potter, y eran Weasley, y no se iban a quedar de brazos cruzados.

Albus sollozó una fracción de segundo, y James lo escudriñó con la mirada.

-¿Qué pasa Al?-preguntó Ginny, levantando la cabeza para mirarlo.

-Recordé a Lily- susurró-ella es demasiado igual a ti-Ginny sonrió con lágrimas en los ojos.

-Ella se repondrá-

-La vengaré si es necesario, te lo juro-dijo Albus, y James levantó las cejas, anonadado. La relación que Albus tenía con Lily era tan especial que él, como hombre y hermano mayor, no comprendía del todo. Seguramente por la diferencia de edad y por la tristeza inicial de ser ligeramente olvidado por el nacimiento de una niña tan buscada, no había logrado amar a Lily tanto como lo hacía Albus. Aunque eso no significaba que no la amara. Porque al crecer, y olvidar las rivalidades normales entre hermanos, había aprendido a cuidarla y a soportar las chiquilinadas típicas de la única hija.

-Te pareces tanto a Harry-dijo Hermione. Sí, Albus era muy parecido a Harry. Y eso, por mucho que le pesara a James, y a Albus, era una virtud.

Fue en ese instante en que la puerta se abrió, y Ron y Ted salieron al pasillo. Ted se veía completamente enfurecido, como si estuviera llevando a cabo una lucha interna.

-¿Qué sucede?-inquirió Albus, notando, al igual que James, la expresión de Ted.

-Nada-respondió Ron, de forma cortante.

-De acuerdo, si tú lo dices-susurró James.

Harry cerró la puerta tras la comitiva, y caminó hacia las escaleras sin mirar a nada ni a nadie.

-¿A éste qué le pasa?-murmuró Albus. James se encogió de hombros. Siguieron a Harry hacia el vestíbulo, en donde los esperaba.

-Bien…-susurró Harry-ya saben qué hacer-dijo, mirando a Ted y a Ron. –Ted, por favor, cambia la cara…no te he pedido nada del otro mundo-

-No…no quiero ir contra…-

-Ted, por favor-Ted se cruzó de brazos, rabioso. Albus y James lo observaron sin comprender la situación, pero Ted se mordió el labio y miró la alfombra como si fuese lo más interesante del mundo. Pareció ser que de repente recordó algo importante, y volteó hacia las escaleras.

-¿A dónde vas?-preguntó Albus-tenemos que irnos…-

-Tengo algo primordial que hacer antes…espérenme aquí-subió las escaleras a trompicones, y al llegar al segundo piso, se encaminó a la habitación de Lily. La puerta estaba entornada, y tomó aire hondamente antes de entrar, como si tuviese que entrar en el cuarto de un moribundo. La oscuridad de la habitación le supo desesperante. Iluminó apenas a su alrededor con su varita, y allí, ubicada en la cama, se encontraba la mujer por la que dejaría todo de lado, su pasado y todos sus prejuicios, sólo para estar con ella. Sonrió tenuemente al notar que Nimuë estaba allí también, abrazando a Lily de la misma manera en que abrazaba a su almohada al dormir. Se quedó de pie junto al umbral, apoyado contra la pared. Suspiró y dio un paso al frente, y los ojos dorados ojos de su hija se clavaron sobre él. Era asombroso, pero lo había oído.

-Nalle…-

-Ella estará bien, te lo prometo-susurró Nimuë-el abuelo me lo dijo…-Ted tragó saliva con mucha dificultad.

-El abuelo siempre te dice cosas, ¿verdad?-inquirió él con voz quebrada.

-Sí…siempre…es mi ángel guardián-Ted se acercó lentamente a la cama, y acarició el rizado cabello rubio de Nimuë.

-Dile que lo amo-

-Él ya lo sabe-Ted sonrió-él a ti también..más que a nada en el mundo-

-Em…tu abuela….Nymphadora…-

-No la llames así, lo odia-

-Era su nombre-

-Es su nombre…y te repito, lo odia-Nimuë bostezó, y apretó aún más fuertemente el brazo de Lily. –Ella está aquí…ambos siempre van a estar contigo-

-Nalle, yo vine aquí para decirte que iré a una misión-susurró Ted, mirando a su hija atentamente. No sabía con certeza si ella dormía o lo escuchaba, pero sabía que de alguna forma ella recibiría sus palabras-quiero que sepas que…trataré de volver-carraspeó tenuemente-dile a Lily que la amo si despierta mientras yo estoy fuera-caminó lentamente hacia la puerta. Tomó aire hondamente y suspiró. Se detuvo de repente, y aspiró el aire a su alrededor. Conocía ese extraño aroma a madera y goma de mascar. Contuvo la respiración, intentando no lanzarse a llorar, y cerró la puerta dando un portazo. El corazón le latía a toda velocidad, y le temblaban las manos y las piernas. Él creía en fantasmas, en Hogwarts se los había cruzado más de mil veces en los pasillos, en la biblioteca, en la sala común de Gryffindor. Pero esto era diferente. Sus padres no eran fantasmas, no como los convencionales. No eran de color grisáceo ni atravesaban las paredes. Pero, inexplicablemente, sus presencias estaban alrededor. Nunca le había sucedido nada parecido en todos sus años de juventud. En la casa de sus abuelos jamás le habían pasado esas cosas, nunca había sentido alguna presencia extraña, ni aspirado un aroma familiar en el aire, ni siquiera un susurro de una voz conocida. Pero allí, en Grimmauld, era como si todo su pasado se le viniera encima. Era esa casa, esa extraña casona vieja y desvencijada lo que potenciaba la presencia invisible de los muertos. Muchas veces, sentado solo en su cama, había sentido como si una mano le acariciara la nuca. Jamás le asustaban esas cosas, pero en esos instantes, se estremecía de pensar que sus padres lo seguían por los corredores de la casa y lo observaban dormir. Y no comprendía por qué le ponía nervioso aquello. Sacudió violentamente la cabeza, y caminó hacia las escaleras. Se detuvo de repente al observar a Canuto mirándolo atentamente. Había olvidado lo especial que aquel perro era. Y lo aterrador. No tenía sentido pensar realmente en que aquel animal tuviera algún poder oculto que seguramente jamás se descubriría. Y tampoco tenía sentido pensar en Lily, porque le dolía. Bajó al vestíbulo, en donde toda la comitiva aún lo esperaba.

-Demonios, tardaste, ¿qué diablos fuiste a hacer?-preguntó James, rabioso.

-Hablé con mi hija-dijo Ted, increpando al joven de gafas-necesitaba decirle lo que vamos a hacer-

-Bien-dijo Harry, dando por acabada la discusión entre Ted y James. Si no la detenía, ya sabía cómo sería el final. Más valía prevenir que curar. –Ron tiene las coordenadas exactas de a dónde van…-le entregó un papel en mano a Ted-guárdalo bien-

-¿Qué le has dado?-preguntó Albus con curiosidad.

-Cosas entre él y yo-

-Papá…-

-Vayan con cuidado, no olviden ir con varita empuñada…y cualquier cosa que vean, por favor…-

-Tendremos cuidado-dijo Ron-ya Harry, no te preocupes…ya hemos hecho esto…-Ted enarcó una ceja-bueno, yo ya he hecho esto-

Harry asintió con la cabeza, dubitativo. Abrió la puerta con lentitud, y les hizo señas a los tres jóvenes para que salieran. Miró a Ron antes de que éste saliera a la calle. El pelirrojo le devolvió la mirada.

-Ron, te…te entrego a lo que más amo en el mundo…-

-Harry, voy a cuidarlos como si fueran mis hijos…-Harry se veía desolado-ya son grandes, Harry…son dos hombres, deja de preocuparte-

-Ron…por favor, vuelve con ambos…tráelos de vuelta, pase lo que pase…-carraspeó-vuelve con los tres-

-Harry, lo prometí…voy a cuidarlos…-Ron le palmeó la mejilla dulcemente.

-Vuelve tú también-susurró Harry. Ron sonrió y asintió con la cabeza. –Ten-Harry le dio una pequeña botella con un extraño líquido azul. Ron levantó las cejas-ya sabes cómo se usa….durará una hora…espero que…que te alcance-

-Sí, gracias…-

-Bien-

Ron abrazó fuertemente a Ginny, para luego besar a Hermione. Titubeó antes de abrir los brazos y recibir a Harry en ellos. Qué más daba. No era momento para fingir que no se adoraban cual hermanos ni para simular que eran fríos. Carraspeó y salió cruzando el umbral. Al caminar hacia Ted, que lo esperaba aparentemente solo en la plaza, Grimmauld Place doce desapareció. Miró atentamente al joven que lo observaba preocupado, y sonrió.

-Transfórmate-susurró Ron-no queremos levantar tantas sospechas-Ted sonrió y, segundos después, su rostro se transformaba en el de un hombre de edad avanzada. –Bien, vamos…-

Ron debía recordar que detrás de ellos caminaban Albus y James bajo la capa de invisibilidad, para no asustarse debido a los sonidos de las pisadas de los dos jóvenes sobre la hojarasca del suelo. Miró hacia atrás e hizo señas. Formaron un círculo, estratégicamente ubicados tras un frondoso y oscuro árbol, y desaparecieron.

Ron podía sentir los fuertes apretones de las manos de sus dos sobrinos, invisibles, a su izquierda. Cayeron pesadamente sobre un duro y frío asfalto.

Ron se levantó del suelo y se apoyó contra la pared más próxima, y observó a su alrededor, buscando a Ted. Lo vio acomodarse la túnica con una expresión tan fastidiada y rabiosa que, en otros instantes, seguramente le habría hecho reír. Pero no era momento para lanzarse a chillar a carcajadas. Lo único en que podía pensar era en las casas linderas, oscuras y sombrías, que los acorralaban. Era como estar encerrado en una celda de gruesos ladrillos.

-Este barrio es horrendo-la voz de James hizo que Ron diera un respingo, y la risa susurrante del joven Potter se oyó en el aire.

Ted observó anonadado cómo Ron, con una destreza abrumadora e inesperada, golpeaba fieramente a alguien invisible que comenzó a chillar de dolor y a insultar a la mitad de la familia del pelirrojo.

-Eso te pasa por hacerme asustar, imbécil-masculló Ron, mirando hacia atrás.

-Por favor, sean normales-murmuró Ted entre dientes. Ron bufó. Durante varios segundos nadie dijo ni hizo nada, sólo se quedaron ahí, esperando.

-Ron…-

-Shhhh-masculló Ron, mientras buscaba algo en su bolsillo. Sacó un aparato pequeño parecido a un encendedor.

-¿Vas a fumar?-la voz de James se oyó chirriante en la oscuridad, y Ron levantó el puño para golpearlo.

-Sean normales, por favor-dijo Ted, deteniendo a Ron en su cometida de golpear al ahora visible James, que había caído al suelo de sentón.

Ron miró a su sobrino con rabia.

-Ponte ya bajo la capa-ordenó. James se levantó del suelo con enojo.

-No sé dónde está Albus-

-Aquí-la mano de Albus apareció de la nada en mitad de la oscuridad. Segundos después, James volvía a desaparecer bajo la capa.

-¿Qué es lo que piensas hacer con eso?-inquirió Ted, observando cómo Ron intentaba accionar el pequeño aparato plateado.

-Espera y verás-Ron levantó el pequeño objeto y lo dirigió hacia una de las luces de la calle. Automáticamente, la bola de luz anaranjada del alumbrado fue absorbida, y Ted se quedó boquiabierto.

-Ese es el famoso Desiluminador de Dumbledore-susurró, mientras Ron continuaba apagando las lámparas de la calle.

-Sí-dijo Ron, guardando el desiluminador nuevamente en su bolsillo una vez que la calle quedó completamente a oscuras-me lo legó-

-Wow-murmuró Albus.

-Bien-dijo Ron-vamos…la casa de Dursley es la de la esquina-

Sigilosamente se dirigieron hacia una pequeña y modesta casa ubicada en una de las esquinas más oscuras del barrio.

-Pareciera ser que todo está en orden, ¿no?-murmuró Ted, mientras observaba a Ron abrir la puerta de la casa y cruzar el umbral.

-Pareciera…aunque no comprendo por qué alguien deja abierta la puerta principal de su casa…-

-Oh…tienes razón…-

Un potente ruido detrás de ellos los hizo voltear con las varitas empuñadas.

-Demonios, James, compórtate-graznó Ron.

-Me resbalé-chilló James, mientras se levantaba del suelo y se limpiaba el barro de los pantalones-el trasero de Albus es demasiado grande, no cabemos los dos debajo de la capa…-

-Cállate-ordenó Ron-y métete ya bajo la capa-

James desapareció una vez más, y los cuatro recorrieron la casa.

-Es muy acogedora-dijo Ted. Ron hizo una mueca de disgusto al oír aquello.

-Es muy muggle, le falta el toque maravilloso que sólo un mago puede dar…-Ted rió por lo bajo.

-Miren, una fotografía de papá de joven-susurró James. Su voz hizo eco contra las paredes de la solitaria casa, y tanto Ron como Ted se dirigieron a la sala de estar, en donde se encontraba.

-Sí…míralo que guapo era-dijo Ron entre risas-aunque ese cabello siempre fue un problema-

-Es como verme en un espejo-murmuró Albus, observando atentamente la fotografía-de veras…es escalofriante-

-Tú eres más bonito-dijo James. Albus lanzó una carcajada.

-No lo dices en serio…-

-No-dijo James, sonriendo ampliamente. Albus lo golpeó duramente en la nuca-Auch-

-Basta-dijo Ron. Miró a su alrededor-¿Ted?-

-Aquí-la voz de Ted se oyó desde las escaleras. Durante varios segundos todo se mantuvo en silencio-¿Ron?-

-¿Qué ocurre?-

-Algo…huelo algo extraño proveniente del piso superior-la voz de Ted se entrecortó-y…me da mala espina-

-Quédate donde estás que ya voy-dijo Ron. Miró a sus sobrinos-quédense quietos y compórtense-

-Sí tío Ron-dijeron James y Albus a dúo. Ron se encaminó hacia el umbral, pero Ted ya no se encontraba en las escaleras. Sus pasos amortiguados se podían oír desde el piso inferior de la casa, y de repente se volvió a hacer el silencio en medio de la oscuridad.

-Diablos-

- ¿Ted?-

-DIABLOS-

Los tres hombres corrieron por las escaleras. Atravesaron el oscuro corredor, buscando con desesperación a Ted. Lo encontraron arrodillado en el suelo, apoyando la cabeza contra la pared.

-¿Te encuentras bien?-inquirió Ron, apoyando su mano sobre el hombro de Ted. Ted asintió con la cabeza a duras penas, conteniendo las arcadas.

-¿Qué es ese olor?-masculló Albus-huele horrible-

-No entres-dijo Ted-Albus, no entres-

Era inútil. Albus no obedecía órdenes, mucho menos si esas órdenes acrecentaban su curiosidad. Abrió la puerta de la habitación lentamente, y cruzó el umbral. El chirrido de la puerta provocó que la situación se tornara más siniestra de lo que parecía ser, y Albus sufrió un escalofrío. Iluminó el cuarto con la varita, y debió taparse la boca para no gritar.

-¿Qué demonios es esto?-

La pared, que debía ser de un color blanco y límpido, se encontraba teñida de rojo, de un espeso rojo escarlata.

-Que horror-susurró Albus. –Esos son…-

-¿Son cadáveres?-murmuró James, observando un montículo extraño contra una de las esquinas de la habitación.

-Sí-respondió Ron-y…parece ser que les quitaron toda la sangre-

-¿Quiénes serán?-inquirió Albus-¿no serán Gwen y sus hermanas?-

-Gwen está a salvo, Albus-dijo Ron con rabia-ya te lo dijo tu padre-sacudió la cabeza en señal de abatimiento-Ted, ven…ayúdame…-Ted no respondió-¿Ted?-Ron volteó, buscando alarmado al ahijado de Harry. Lo vio ubicado contra la puerta, en estado catatónico-¿qué te sucede?-

-Algo…algo no anda bien-respondió Ted con voz seria-no anda bien…Dudley…Dudley dijo que su casa estaba destruida…se supone que…debíamos encontrar escombros…-Ron abrió mucho los ojos.

-James, Albus, bajo la capa…tenemos que salir de aquí-

-Pero…¿qué?-

-Rápido-ordenó Ron, tomando la capa de invisibilidad de las manos de James y lanzándose arriba-Albus, vamos-

Fue en ese instante, en que Ron acomodaba con desesperación a sus sobrinos, que la habitación estalló. Las paredes se convirtieron en polvo en un santiamén, y Ted, lastimado en el suelo bajo escombros, vislumbró una inscripción escrita en verde en el cielo. Por el bien de todos. Se levantó del suelo, tosiendo severamente, y buscando con desesperación a los otros tres hombres.

-RON-bramó. No podía ver nada.

-CORRE TED-

-¿Qué?-

-LARGO-Ron lo empujó salvajemente cuando el humo y el polvo se disiparon, y Ted pudo vislumbrar con terror que los atacaban. Había sido una emboscada.

-Ron, no puedo dejarte aquí….-susurró Ted. Un rayo de luz cruzó el cielo hacia ellos, pero Ron lo desvió con un movimiento de la varita.

-Haz lo que Harry te ordenó-

-¿Dónde están Albus y James?-inquirió Ted, mirando a su alrededor. Durante algunos minutos olvidó la búsqueda y luchó encarnizadamente junto a Ron, pero algo en su cerebro le recordó lo que había jurado hacer, y miró en derredor, entre escombros, polvo y sangre. Y allí los vio a ambos, a pocos metros. James estaba encolerizado, y Albus luchaba con rabia. Iban a matarlo.

-Rápido Ted…-dijo Ron-no puedo controlarlos más-

-Tengo que hacer algo antes de irme…por favor Ron…no me obligues a hacer esto-

-RÁPIDO TED-Ted tomó aire y corrió hacia donde se encontraban Albus y James. Tomó la capa de invisibilidad del suelo y se lanzó sobre James, que forcejeó. Tomó a Albus completamente desprevenido de la camiseta y, con un movimiento de varita, su patronus en forma de lobo corrió velozmente por la calle. Rogaba con todo su corazón que llegara a destino. Miró por última vez a Ron, que había sido acorralado. Apretó los dientes, mientras James lo golpeaba duramente. Ron lo miró en ese instante con ojos preocupados, urgiéndolo a que cumpliera su palabra. Y Ted, luego de cerrar los ojos, desapareció junto con Albus y James. La oscuridad los absorbió durante algunos segundos que les parecieron eternos. Algo no andaba bien, sentía un extraño peso del lado en que tomaba a James, y oyó un grito lastimero justo antes de caer pesadamente al suelo. Los nervios lo atacaron con ímpetu al notar que había perdido de vista a James y a Albus.

-¿Dónde estamos?-preguntó Albus, mirando a su alrededor. Había niebla en el ambiente, tanta, que no podía mirarse las manos, ubicadas sobre la fría nieve. Se puso de pie-HOOOLAAA-

-Cállate-graznó una voz a su izquierda, y se sobresaltó.

-¿Ted?-vislumbró una silueta muy cerca de él, y dio un respingo.

-Sí, tranquilo, soy yo-Ted apoyó la mano sobre su hombro, y Albus suspiró aliviado.

-¿Dónde estamos?-Ted se había alejado unos metros, pero no pudo verlo debido a la niebla. -¿Ted?-

-Eso no importa ahora. Ven y ayúdame-

-¿Dónde estás?-

-Aquí, junto a James-Albus trastabilló en la nieve al caminar hacia Ted. Pudo verlo observar algo sobre el suelo, o mejor dicho, a alguien. Se arrodilló junto a su hermano, que tenía la pierna derecha completamente destrozada.

-¿Qué le…?-

-Se escindió, no te preocupes-Ted abrió su túnica y sacó de uno de sus bolsillos internos una pequeña botella, cuyo líquido vertió sobre la pierna de James. –Se pondrá bien-James abrió los ojos en ese instante, y, luego de fruncir el ceño, miró hacia su derecha, y observó su pierna destrozada. Abrió mucho los ojos y comenzó a chillar.

-James, por favor…te pondrás bien-

-ME DUELEEEEE-bramó. Sus gritos se oyeron por la nevada noche, como escalofriantes aullidos. Albus puso expresión de dolor al oír gritar a su hermano casi al borde del llanto. –Detén esto por favor-

-James, sólo es díctamo-dijo Ted con suma tranquilidad. James continuó gritando a viva voz-si no te callas, podrían encontrarnos-

-Detén esto Ted, por favor-

Albus no lo aguantó más, y apuntó a James con su varita.

-Desmaius-

-Albus-chilló Ted, mientras James cerraba los ojos, desfallecido.

-No es bueno dejar que alguien sufra…si puedes evitarlo, lo haces-graznó Albus, guardando su varita. Miró a su alrededor, sin poder distinguir el ambiente-¿dónde estamos?-cayó en cuenta de algo mientras miraba a Ted-¿y el tío Ron?-Ted suspiró-¿dónde está el tío Ron?-

-Albus…-

-¿DÓNDE ESTÁ MI TÍO?-bramó Albus, encolerizado-¿acaso tuviste el valor de dejarlo solo en la casa de Dudley?¿estás demente?¿qué diablos se te cruzó por la cabeza?-

-BASTA-chilló Ted-basta-se tomó la cabeza con ambas manos-sí, lo dejamos solo…nos traje aquí para…-

-Para escapar-dijo Albus, estupefacto-dejaste solo a mi tío para huir como un cobarde…-tomó aire con dificultad-Ron está delicado, apenas hoy salió del hospital…-

-Tu tío Ron fue Auror-masculló Ted-fue Auror, está completamente capacitado para escapar de una escena caótica como una pelea..además, no eran muchos-

-Pero lo dejamos solo…SOLO-

-Deja de gritar-ordenó Ted-deja de chillar como una banshee-

-No puedo creer que hayamos dejado solo al tío Ron-masculló Albus-¿por qué..?-

-Tu padre me pidió que los cuidara a ti y a tu hermano en caso de…-

-¿Papá?-chilló Albus-¿papá te pidió…?-enrojeció de rabia-si papá te pide que te tires a un pozo, ¿lo haces?-

-Sí si eso le produce un beneficio-

-No seas idiota, Ted…-

-Tu padre me pidió que los sacara de cualquier cosa extraña que sucediera-

Albus no podía quedarse quieto en su lugar. Oía las palabras de Ted, pero como murmullos muy lejanos. Le zumbaba la cabeza y tenía las manos entumecidas, pero no sabía si era por el frío o por las ganas imperiosas que tenía de golpear a Ted en la cara.

-Albus…¿te encuentras bien?-

-¿Dónde rayos estamos?-masculló, increpando a Ted. Éste miró a su alrededor, con ojos ausentes.

-No importa dónde estamos-

-¿Cómo que no importa?¿cómo diablos vamos a volver a casa?¿acaso eres idiota?-

-Albus, basta, cálmate-

-No me puedo calmar, dejamos solo al tío Ron…-

-Tu tío podrá apañárselas muy bien sin nosotros-

-Está delicado-bramó Albus-delicado, ¿te dice algo esa palabra?-

-Deja de gritar-masculló Ted con los dientes apretados.

-¿Por qué?¿no se supone que es un lugar desolado?-

-No, no lo es. Ahora cállate-

-¿Aunque sea sabes qué hora es?-Ted no necesitó abrir la boca para responder. El sol se asomó lentamente entre nubes, tenue y tibio, e iluminó a los tres hombres que se encontraban en la nieve. La niebla se atenuó apenas, y Albus pudo vislumbrar casas y parques a pocos metros.

-Quédate donde estás-ordenó Ted al percibir que Albus pretendía avanzar hacia el pueblo-quédate-

-Quiero saber dónde estamos-

-No seas pesado, Albus, y quédate quieto-

Albus no podía obedecer a esa orden. Necesitaba imperiosamente salir de allí, saber dónde diablos se encontraba y por qué ese lugar le resultaba familiar, a pesar de que lo observara a través de la niebla. Algo a lo lejos captó su atención, y la voz de Ted se desvirtuó por completo. Avanzó varios pasos, y pudo notar la fuerte mano de Ted forzándolo a retroceder. Volteó sin siquiera meditar lo que hacía, y golpeó a Ted fuertemente en el estómago. Y luego corrió, sabiendo que lo que estaba haciendo no estaba del todo bien. Algo le decía que corriera, que escapara de Ted hacia lo que él quería saber. Dónde rayos estaba.

El terreno subía hacia lo que supuso era la plaza principal. Se detuvo derrapando sobre la nieve, frente a un monumento. Lo observó atentamente durante varios minutos, esperando que algo mágico sucediera. No sabía por qué, pero algo le decía que se quedara allí. Se impacientó y se cruzó de brazos, furioso, para luego patear rabioso aquel obelisco repleto de nombres. Y de repente, y sorprendiéndolo, el monumento desapareció y se transformó, y Albus tuvo completa certeza de quiénes eran aquellas tres personas que le sonreían.

-Abuelo James-susurró. Aquella estatua ya la había visto antes. Por poco se le cae la mandíbula al suelo del asombro.

-ALBUS-la voz de Ted le hizo dar un respingo, e intentó escapar, pero Ted se le lanzó encima, tomándolo de las rodillas. Éste lo abofeteó con rudeza al caer al suelo, enojado, y le tomó los lados del rostro, inmovilizándolo con las rodillas y las manos sobre la fría nieve.

-¿QUÉ DIABLOS CREES QUE HACES POTTER?-Albus forcejeó, pero el peso corporal de Ted lo mantenía quieto en el suelo-¿acaso no sabes obedecer una estúpida orden cuando te la dan?-

-Tú no eres nadie para darme órdenes-

-Soy el adulto al mando-

-Me importa una mierda-gritó Albus-me importa una mierda, no vas a detenerme. Sé que estamos en el Valle de Godric…Gwen debe estar por aquí-Ted empalideció, pero Albus no supo si fue por sus declaraciones o por el frío que les calaba los huesos.

-Aquí no hay nadie…es un pueblo de magos y brujas, Albus…-

-Con más razón, ella debe estar por aquí…papá tenía una casa…-

-La casa de tu padre está destruida y es considerada patrimonio cultural del mundo mágico…-Albus forcejeó, intentando escapar. En vano-deja de moverte-

-Te detesto…detesto que papá me ponga un guardaespaldas que aprobó las pruebas para Auror-Ted rió por lo bajo. –Ted, por favor…necesito ver a Gwen-Ted no lo miró a los ojos cuando dijo eso-Ted…¿tú no harías lo mismo por Lily?-

-No trates de hacerme la psicológica, Albus-Ted lo levantó del suelo tomándolo de las muñecas.-No me obligues a inmovilizarte con hechizos-

-Ted…por favor-se miraron a los ojos-por favor, no seas tan comedido como lo fue tu padre…-

-Tú no conociste a mi padre, Al…-los dorados ojos de Ted se llenaron de lágrimas. Suspiró, y lentamente soltó las muñecas de Albus.

Albus por poco salta de felicidad en su lugar ante la acción. Eso significaba algo muy bueno. Ted lo señaló con la varita, y Albus se tensó. Sintió calor en la frente, y frunció el ceño.

-¿Qué…?-

-Es para que puedas ver a Gwen cuando te acerques a la casa-

-¿Ella está…?-

-Sí, Al-Ted guardó la varita, y suspiró-tu padre va a matarme si se entera…-tomó aire-te doy una hora, una hora y luego nos vamos-Albus asintió fervientemente con la cabeza.

-¿A dónde voy?-

-Sigue a tu corazón-dijo Ted con una media sonrisa. Albus levantó las cejas.

-¿Que siga qué?-graznó, sin poder creer lo que acababa de oír-¿te has golpeado la cabeza muy duramente?-Ted lo hizo callar con un gesto.

-Tu corazón te guiará…no me preguntes cómo…tú sólo…confía en él…no tiene sentido, pero es veraz aunque no lo creas-miró hacia el cielo, en donde el sol asomaba, y hacia el pueblo, que poco a poco se vislumbraba entre la niebla-corre, no tenemos tanto tiempo. Ponte la capa-Albus se acomodó la capa de invisibilidad sobre él, y volteó, trastabillando en la nieve. Le echó un último vistazo a sus abuelos paternos, que le sonreían desde el centro de la plaza, y corrió en dirección a las casas más alejadas. No sabía por qué, pero estaba seguro que iba por buen camino. Su corazón le latía con fiereza dentro de su pecho, y los pies le dolían del esfuerzo y del cansancio. No había logrado pegar un ojo al estar acostado en su cómoda cama en Grimmauld Place, y tenía el cuerpo repleto de adrenalina por la pelea que había vivido en Liverpool. Todavía no lograba entender cómo su padre había dispuesto aquella orden y arriesgar la vida de Ron. Aunque estaba seguro de que Ron no se había negado. Y sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en Ron y en su padre. Ambos arriesgaban todo por ellos, por ellos que lo único que sabían hacer era meterse en problemas y sacarlos de sus casillas. Su corazón rebosó de amor hacia Harry. Le debía todo, y se lo correspondería tarde o temprano.

Se detuvo de repente frente a una oscura iglesia. El sol iluminaba la entrada pero no llegaba al edificio. Observó atentamente las ventanas vidriadas, y la extensión de lo que supuso, era un cementerio. Su corazón palpitó fuertemente, instándolo a avanzar hacia las tumbas.

-Tengo que ir a ver a Gwen-susurró, tocándose el pecho. Era absurdo hablar con un órgano, pero fue lo único que se le ocurrió hacer. Éste palpitó más fuertemente. –Esto no tiene sentido-y caminó hacia la verja. Resbaló debido a la nieve acumulada, y se levantó pesadamente del suelo. Caminó hacia la parte trasera de la iglesia, maldiciendo, y pudo observar hileras e hileras de tumbas. Avanzó con pasos lentos y deliberados, para no caer de bruces al suelo. El lugar ya estaba completamente iluminado por el sol matutino cuando llegó, a lo que supo, era lo que su corazón le marcaba. Se detuvo mirando una lápida que parecía resplandecer entre las demás. Sonrió dulcemente. Había flores frescas sobre la nieve. Y ese simple hecho le hizo saber que su padre había estado allí pocas horas antes. Lily y James Potter descansaban en paz hacía ya muchos años, y Albus se enterneció por completo al observar una nota escrita de puño y letra por su padre. "Mi corazón siempre estará con ustedes". Se limpió la nariz con la manga de la túnica, y se abrazó, mientras el frío se arremolinaba a su alrededor y el sol era opacado por las nubes.

Observó detenidamente las flores sobre la nieve, y su corazón palpitó. El hecho de que hubiese flores significaba que Harry había estado allí pocas horas antes. Lo que le daba muchas esperanzas. Gwen y sus hermanas debían estar cerca de allí. Miró su reloj. Faltaba poco para que se acabara la hora que Ted le había dado.

-No sé a dónde ir-susurró, arrodillándose en el suelo y tomando una de las rosas rojas que allí había. Volvió a observar la tumba frente a sus pies, y una idea le cruzó por la cabeza. La casa de sus abuelos debía estar muy cerca. Miró atentamente los pétalos, y se sobresaltó al observar fijamente algo que le había parecido extraño. Allí, a lo lejos, observó la fachada de una rústica y modesta casa. Se levantó con estrépito del suelo y corrió trastabillando. Salió del cementerio y avanzó por la desierta calle con el corazón en la boca, quedándose sin aire. Un ladrido a la distancia y unas risas le hicieron saber que se estaba acercando. Sonrió. Se detuvo jadeando frente a un grupo de casas que no le llamaron la atención. Le dolía el pecho de forma punzante, y miró alrededor. No había nada. Tomó aire hondamente y lo exhaló, observando cómo su respiración se transformaba en vaho. Tragó saliva, intentando calmarse y lograr apaciguar el dolor en su garganta. Cerró los ojos y se tocó el pecho, justo en el lado izquierdo, en donde sentía sus fuertes latidos.

-Necesita verla-murmuró-necesito…encontrarla…-

-Canela, deja de ladrar-abrió los ojos al oír aquella voz aguda, y fijó su vista en lo que creyó era una casa abandonada y vejada por el tiempo y, por lo que notó, el desastre. Se acercó lentamente y apoyó sus manos sobre lo que quedaba de una maltrecha verja. Se quitó la capa con lentitud. La edificación frente a él estaba destruida y completamente cubierta por maleza. Allí no había nadie. Apoyó la cabeza sobre la verja y suspiró. Y algo ocurrió en ese instante, justo cuando su corazón palpitaba fuertemente, sin sentido.

-ALBUS-él dio un respingo y abrió los ojos, para fijar la mirada en una niña pelirroja que lo observaba a pocos metros.

-Sam…-susurró.

-Hola Al…-

-SAMANTHA, ENTRA YA MISMO-la niña rió y se dirigió hacia la maleza, desapareciendo mágicamente entre los arbustos.

Albus frunció el entrecejo. Él que era un mago…¿iba a creer que eso era imposible?. Claro que no. Y como mago que era, encontraría la forma de descubrir el hechizo. Cruzó la verja con paso firme y caminó entre la hierba. En algunos momentos era difícil avanzar por lo tupido del césped y la incomodidad del suelo descuidado. Y allí, frente a él, apareció una modesta casa.

-Ven Gwen, Albus está afuera-él sonrió con los ojos llenos de lágrimas al oír aquello, observando a dos niñas que lo miraban desde una de las ventanas. Gwen se asomó también, y chilló. Salió al patio corriendo, y se lanzó sobre él. Se abrazaron fuertemente. Ella temblaba entre sus brazos, y la apretó contra él.

-Al…-murmuró Gwen, sollozando sobre su hombro.

-Tranquilízate…vamos adentro-la llevó en andas hasta la puerta trasera de la casa, y entraron a una acogedora cocina. Allí, sentadas alrededor de una mesa redonda, se encontraban las dos pequeñas hermanas de Gwen, que le sonrieron abiertamente al verlo. Él les devolvió la sonrisa, y miró a la joven que se encontraba a su lado, abrazándolo por el cuello.

-¿Cómo te encuentras?-Gwen suspiró tristemente.

-¿Cómo crees?-se la veía pálida y ojerosa, como si hubiese estado llorando amargamente durante largas horas.

-Pues…supe lo de tu padre-Gwen carraspeó al oír eso-lo siento mucho…no sé si…-se quedó sin aire al notar que ella lo observaba sin comprender nada-te lo dijo mi padre, pero tu padre está en coma-los ojos azules frente a él se nublaron-¿Gwen?-

-¿Cómo que él está…él está…?-hizo un extraño gesto con el rostro, y se lanzó a llorar estridentemente.

-No…Gwen…por favor, no…-

-Estoy perdiendo a toda la gente que amo, Al…a todos…tu padre me dijo que no podré comunicarme con Emily y Alex hasta nuevo aviso y que procure no alejarme de aquí…-Albus entendió toda la oración a duras penas, entre las lastimeras lágrimas de Gwen-no sé qué voy a hacer…-ella se quedó callada unos segundos, sollozando.

-Todo saldrá bien Gwen…-

-He perdido a mis padres Al, todo lo que tenía, mi vida entera…-Albus acarició dulcemente el mentón femenino, y sonrió.

-Yo estoy aquí-

-Tengo miedo de perderte también-

-No pasará-se miraron tiernamente durante varios minutos. Albus se mordió el labio con fuerza al observarla tan cerca. Se veía tan débil y hermosa, tan frágil. Tenía tantas ganas de abrazarla fuertemente y nunca dejarla ir, hacerle saber que él siempre iba a estar firme a su lado. Y la besó, sin importarle que Hannah y Sam estuvieran mirándolos. Sin importarle siquiera que todo a su alrededor no tuviera sentido. Nada tenía sentido en esos instantes, absolutamente nada. La vida los estaba avasallando, los estaba pasando por arriba como un tren. Ambos eran jóvenes, y tenían el derecho de vivir sus vidas y su amor como cualquier persona normal, pero no podían. Las circunstancias y las diferencias entre sus familias habían terminado por arruinarles las esperanzas y las expectativas de un futuro juntos. Pero en ese momento, abrazados y besándose, un ápice de ilusión brilló en sus corazones, que palpitaron felices al reencontrarse. Y Albus se sobresaltó y se separó de Gwen rápidamente, como si acabase de recordar algo sumamente primordial.

-¿Oyes ese sonido?-preguntó él. Gwen frunció el ceño.

-Es como un reloj-

-Se me está agotando la hora-susurró Albus. Gwen levantó las cejas-debo irme…-

-¿Ya?-

-Sí…sólo me dieron una hora para poder verte-la apretó contra él, sabiendo que podría llegar a pasar mucho tiempo hasta que volvieran a verse-estaré siempre cuidándote, esté donde esté…-

-Dale las gracias a tu padre-dijo ella, mientras lo seguía hasta la puerta. Albus carraspeó.-Al, por favor, tu padre ha hecho mucho por nosotras…-

-No pudo salvarle la vida a tu madre…ni a tu padre-ella sonrió con tristeza.

-Al…hizo todo lo que pudo…él sacó a mis hermanas y a mi padre de la casa cuando los atacaron…mis hermanas me lo contaron, luchó valientemente contra un grupo de…-tragó salvia, como si le costara hablar-de magos…y nos trajo aquí-ella le acarició dulcemente el rostro-Albus, es el mejor hombre que conozco-

-Todos lo adoran-

-Tú también deberías-

-Lo hago, te juro que lo hago…-ella sonrió abiertamente.

-¿Él sabe que estás aquí?-

-No…y no quiero que lo sepa…-

-Yo no le diré nada…-dijo Gwen-pero quiero saber por qué-

-Mi padre no quería decirme tu paradero-

-Alguna razón debía tener…-

-Gwen, te amo…-ella se mordió el labio con fuerza al oír aquello, y suspiró.

-Lo sé, y yo también te amo a ti, pero tu padre sabe lo que hace…-

-Quería verte…necesitaba verte, quería saber si estabas bien…-Albus la abrazó nuevamente. No podía despegarse de su lado, ella era su aire vital.

-No debes peligrar tu vida sólo para verme, Albus…tú eres muy preciado allí en tu mundo…y…también en el mío-

-Es nuestro mundo, Gwen-

-Tu padre sabe lo que hace, Al, no lo desobedezcas-él suspiró mientras cruzaba el umbral hacia la maleza del jardín.

-Volveré…vendré a verte con asiduidad, no te preocupes-ella sonrió.

-Eso espero-la sonrisa se le desvaneció del rostro-ten cuidado, este lugar es extraño-

-Es un pueblo de magos-dijo Albus entre risas-nada pasará-ella se abrazó, temblorosa-tranquila…-le sonrió, y ella le devolvió la sonrisa-te amo-y desapareció bajo la capa de invisibilidad. Caminó entre la hierba, volteando de vez en cuando para no perder a Gwen de vista. La casa desapareció frente a sus ojos, transformándose en la destruida casa maltrecha que había visto minutos antes. Y suspiró aliviado. El encantamiento Fidelio era perfecto. Su padre sabía lo que hacía. Caminó dificultosamente entre la maleza, y se sobresaltó al llegar hasta la verja y ver un mago apostado frente a ella. Se detuvo, esperando a ver qué sucedía, intentando no hacer ningún ruido. Su corazón palpitaba nervioso, y tenía la sensación de que aquel mago ubicado allí podría oír sus latidos sin dificultad.

-Sé que estás ahí, Al…soy Ted-Albus frunció el ceño y observó a la persona que le hablaba, mirándolo sin ver. Y de repente, un pequeño mechón del cabello oscuro de aquel hombre se volvió turquesa, y sonrió.

Ted observó cómo el césped tupido y crecido frente a la casa se movía y hacía extraños sonidos, para luego ver con asombro cómo la verja se abría.

-Casi me matas del susto Ted-la voz de Albus le llegó desde su derecha, y sonrió.

-Ya se acabó la hora amigo mío, tenemos que irnos-

-¿Por qué estás transformado?-

-Porque no quiero que nadie sospeche…y no me obligues a hablar tan fuerte, acércate-Albus apuró el paso y se ubicó junto a Ted. Caminaron juntos hacia la plaza, retrocediendo en sus pasos-¿y?¿la has visto?-

-Sí-respondió Albus. Una pregunta flotó en su mente-¿cómo sabías que ella…?-

-Tu padre me lo dijo-aquello descolocó por completo a Albus, y frunció el ceño, enojado.

-¿Por qué te lo dijo a ti y no a mí?-esa pregunta sonó como acusación. El hombre de cabello oscuro rió.

-Es obvio, Al…tú eres un tremendo idiota impetuoso-Ted sonrió mientras Albus maldecía por lo bajo-más allá de esa obviedad, me lo dijo por una cuestión de seguridad…ahora tú, además de Harry y yo, sabemos el paradero de Gwen…y por ende, tienes una gran obligación de no decírselo a nadie-

-Ted…no peligraré la vida de la mujer que amo…-

-Lo sé, pero eres tan idiota e impulsivo que eres capaz de venir sin protección…-

Albus suspiró-de veras Al, eres como tu padre…mandado a hacer-

-Sigo sin comprender por qué te lo dijo…-

-Tu padre quiere que sea uno de los aurores que vigilan la casa-

-¿Cómo?-

-Sí Al…¿tú creías que tu padre iba a dejar a esas tres chicas solas en un pueblo de magos? No-se detuvieron al llegar al lugar en donde se encontraba James, sentado contra un árbol, desfallecido.-Albus, la casa está protegida por un encantamiento Fidelio del cual creo que ya sabes quién es el guardián-Albus asintió con la cabeza, en vano, puesto que estaba escondido bajo la capa-pues bien, además de eso, tu padre ha apostado varios aurores en derredor para vigilar…por lo que me ha dicho, no les ha informado de que la casa en realidad no está destruida, pero mejor así…no quiere que nadie lo sepa…-

-Es decir…que muchos magos pueden pasar por esa casa…y nadie sospecharía jamás…-

-Exacto-

-Es un genio-

-¿Alguna vez lo dudaste?-

Albus hizo una mueca de incomodidad al oír aquella pregunta. Sí. A veces lo dudaba, pero no porque realmente lo creyera, sino porque…los hijos eran así.

-Ted…¿crees que el tío…?-

-Él va a estar bien, Al…antes de que desapareciéramos, le envié un mensaje a tu padre para que supiera que nos íbamos-Albus suspiró aliviado.

-No me lo habías dicho-

-No lo preguntaste-respondió Ted, mientras tomaba a James de las axilas y lo acomodaba como podía sobre él-vamos, tenemos que volver…-Albus tomó el brazo que Ted le entregaba, y desaparecieron.

Albus trastabilló y cayó al suelo al llegar a la plaza de Grimmauld Place. Ted se tambaleó debido al peso del cuerpo de James, pero se mantuvo en pie.

-Vamos Al-

Cruzaron la calle hacia Grimmauld Place doce. Ted abrió la puerta de la casona como pudo, mientras acomodaba a James contra la pared. Entraron a trompicones luego de oír los típicos sonidos de cadenas y tuercas. La casa los recibió oscura y sombría, mucho más que de costumbre.

Albus se quitó la capa y se dirigió hacia la sala.

-No hay nadie…-

-¿Dónde estarán todos?-preguntó Ted. Miró a James-Al, ayúdame a ubicar a James sobre el sofá-

Acomodaron a James sobre el sofá. Albus observó a su hermano con desesperación.

-¿Crees que se pondrá bien?-la pierna de James había vuelto a la normalidad, pero él aún estaba blanco como un fantasma.

-Perdió mucha sangre-murmuró Ted como respuesta. Albus suspiró-se pondrá bien, Al…James es un hueso duro de roer-

-¿Dónde crees que estarán todos?-inquirió Albus, mirando hacia la cocina y las escaleras.

-Tal vez fueron a ayudar a Ron…-

-¿Crees que estén en Liverpool?-Ted hizo una mueca al oír aquella pregunta. No estaba seguro de dónde estaban los adultos, pero algo le olía mal.

-No lo sé…hay algo que…que me da mala espina-Albus levantó las cejas, estupefacto.

-¿Habrá pasado algo malo?-Ted se encogió de hombros. Un fuerte chispazo verde apareció en la chimenea, y ambos se sobresaltaron. Otro chispazo.

-La conexión de la red flú…-susurró Albus, observando cómo de a poco la chimenea se encendía con llamaradas verdosas. La cabeza de Hermione apareció entre las leñas, y suspiró aliviada al verlos.

-¿Dónde rayos estaban?-graznó ella sin siquiera decir hola-¿qué pasó?-

-Hermione…-dijo Ted. Ella lo miró con rabia-¿qué pasa?¿dónde están?-

-Estamos en el Ministerio-respondió Hermione.

-¿Qué hacen ahí?-preguntó Albus, acomodándose en la alfombra para poder observar mejor a su tía. Hermione suspiró, y su aliento provocó que las llamas se movieran.

-Atrapamos a los atacantes-

-¿De veras?-chilló Ted-¿cómo…?-

-Harry, como siempre-dijo Hermione-Harry y Ron…luego de que tú mandaste el mensaje, Harry fue disparado a Liverpool. Se apareció. No comprendo cómo no se escindió, podría haberse matado..-

-Es Harry, tía…Tú lo conoces mejor que nosotros-dijo Ted, entre orgulloso y asombrado.

-Sí, por eso mismo…no tendría que sorprenderme-susurró Hermione. Frunció el entrecejo mientras observaba una mano que caía desde el sofá hasta la alfombra-¿quién…?¿James?¿qué le ocurrió?-

-Se escindió-respondió Ted. Miró a James, blanco como un papel y desfallecido-no comprendo por qué…él sabe aparecerse perfectamente-

-Yo sé por qué-susurró Hermione, afligida-los siguieron, Teddy, los siguieron a ustedes tres-

-¿Qué?-graznó Albus.

-Los siguieron…-

-Ahora entiendo qué era eso que me tiraba de la túnica-dijo Ted-diablos…-

-¿Y fueron hasta el Valle de Godric?-inquirió Albus. Hermione frunció el ceño.

-¿Qué hacían en el Valle de Godric?-

-Fue el primer lugar que se me ocurrió-dijo Ted, preocupado-¿nos siguieron hasta allí?-

-No…Ron atacó al mago antes de que fuera con ustedes-ambos jóvenes suspiraron con alivio. –Por eso se escindió James…seguramente entre los nervios y el mago…-

-Dicen que los atraparon…¿cuántos eran?-

-Seis-susurró Hermione. De repente frunció el entrecejo, y miró hacia atrás. Lanzó un grito de dolor, y desapareció.

-¿Tía?-masculló Albus.

-¿Hermione?...-

-Rápido, cierra la conexión flú-dijo Albus con desesperación. No lograron cerrar la conexión entre las chimeneas, porque ambos salieron disparados hacia atrás, contra la pared opuesta con inusitada fuerza, mientras la habitación se llenaba de un denso humo negro.

Albus se quedó completamente aturdido al golpear su cabeza contra la mesa ubicada contra la pared. Ted, en cambio, se levantó rápidamente del suelo, varita en mano. Pero no hubo necesidad de empuñar las varitas, ni de atacar o huir, porque al dispersarse el humo, pudieron ver al mago que los observaba apoyado contra la pared. Éste observó el sofá, mientras Ted tosía y ayudaba a Albus a levantarse del suelo.

-Despiértalo-ordenó con voz de ultratumba.

-Tío…-

-Despiértalo Ted, tengo que hablar con él-

-Está desmayado…está débil…tío…-

-Despiértalo, es urgente-dijo Harry. Dio varios pasos hacia el centro de la habitación, y abrazó a Albus con fuerza.-Me alegro que estés bien hijo…temí tanto por ti-

-Yo también me alegro…-susurró Albus. Era reconfortante sentir los brazos de su padre a su alrededor, conteniéndolo. El cuerpo de Harry era tibio y fuerte, y por un momento recordó épocas lejanas, cuando era niño.

-Harry-dijo Ted, y Harry soltó a Albus para dirigirse al sofá, en donde James abría los ojos.

-¿James?-James enfocó la vista en Harry. Se veía enfermo.

-¿Qué ocurre?-

-Necesito hablar contigo de algo muy importante-James cerró los ojos con fuerza, como si algo le doliera muchísimo.

-¿De qué se trata?-inquirió con voz pastosa. Harry se arrodilló a su lado con una completa expresión de tristeza y disconformidad.

-Ven, te lo diré en privado-Harry le hizo gestos a los dos jóvenes que lo acompañaban para que lo ayudaran a levantar a James. Entre los tres lo llevaron hasta su habitación, trastabillando en las escaleras. Lo acomodaron sobre la cama luego de entrar al cuarto pateando la puerta.

Harry observó el desorden de la habitación, y caminó en varias zancadas hasta la ventana. Descorrió las cortinas, y el sol invernal entró con todo su ímpetu en la habitación.

Albus hizo una mueca de dolor al sentir los rayos solares en el rostro. Había olvidado cuán rápido se había hecho de día.

-¿Ya es de día?-preguntó James, tapándose el rostro con las manos. El sol le lastimaba los ojos.

-Sí, es de día-el rostro de Harry fue completamente iluminado en ese momento, y tanto Ted como Albus se asustaron al verlo demacrado y miserable. El hombre de gafas los miró, y sus ojos verdes brillaron de expectación.-¿Tan mal me veo?-

-No, para nada-respondió Ted con ironía. Harry sonrió para su tranquilidad.

-Bien…déjennos a solas-

-¿A…a solas?-

-Sí, Al, a solas…vayan a desayunar-

-No tengo hambre-dijo Albus, y su estómago, fiel enemigo suyo, rugió como un colacuerno enojado. Carraspeó mientras Harry reía por lo bajo.

-Recordé algo que me ocurrió en segundo año-susurró Harry al notar la expresión de su hijo menor, mirándose las manos, jugueteando con su anillo de bodas. Suspiró, percibiendo las miradas extrañas de Albus y de Ted-nada importante-

-Bien, vamos…-dijo Ted, desperezándose-necesito tomar un buen café y darme un baño…oh…y ver a mi hija-

Albus se quedó momentáneamente rezagado, indeciso entre salir al pasillo y quedarse allí. La mirada que Harry le lanzó no fue para nada amistosa, pero abrió la boca para hablar.

-Papá…estuve en el Valle de Godric…-Harry abrió mucho los ojos, y un extraño rictus de furia apareció en su quijada. Clavó sus ojos en Ted, que se sonrojó y comenzó a silbar.-Gracias pá-aquello había sido inesperado para Harry, y sonrió.

-De nada…cualquier cosa para verte feliz, lo sabes-Albus asintió con la cabeza, feliz.-Tú y yo hablaremos luego, Teddy-Ted puso cara de aflicción. Como si estuviese yendo al cepo.

La puerta se cerró suavemente tras Albus, y Harry aprovechó ese instante para mirar a James. Tomó aire hondamente y lo exhaló. Había vivido momentos tan devastadores aquella mañana, cuando Ted le había enviado el mensaje de que estaban siendo atacados y que él, debido a las condiciones impuestas, debía llevarse a James y a Albus de aquel lugar. Los nervios lo habían atacado de tal forma que había necesitado tomarse varias copas de una poción que ni siquiera recordaba el nombre, pero que lo había calmado casi por completo. Ginny había sido su pilar, como siempre, y lo único que había hecho fue abrazarlo con fuerza y decirle que no cayera. Y luego del miedo, el enojo y la rabia. El enojo consigo mismo por dejar a sus hijos ir a Liverpool, a buscar algo que nadie sabía si iba a existir o no. Y rabia, rabia porque no quería que le quitaran lo que más amaba en su vida.

-¿De qué quieres hablar pá?-preguntó James con voz débil, sacándolo de sus más profundas cavilaciones. Harry tomó aire y lo miró. Se veía casi tan pálido como él.

-De Megara-respondió, y las pupilas de James se dilataron.

El corazón de James palpitó dolorosamente. Tragó saliva con dificultad, y desvió la mirada hacia la fotografía pegada en la pared. Su abuelo le sonrió desde el retrato, pero él no tenía ganas de devolverle la sonrisa como en otras épocas. Quería morir, lenta y tortuosamente, para que supiera de verdad lo que era padecer y así olvidar momentáneamente el punzante dolor que le había aparecido en la garganta y en el pecho.

-¿Por qué la nombras?-inquirió, entre quebrado y desolado. No quería oír su nombre, no quería verla, ni siquiera quería saber sobre su existencia o su deceso. Ya nada le interesaba de ella. O eso era lo que aparentaba. O lo que necesitaba con fervor.

-Porque…-Harry se miró las manos y jugueteó nuevamente con el anillo de bodas-porque ella…-James lo miró con ojos húmedos.

-¿Ella está muerta?-preguntó. Harry levantó las cejas y enfocó la mirada sobre James.

-No…ella no…-respondió. Tomó aire-James, todo esto quiero decírtelo para que…para que entiendas que ella no te conviene, que tú mereces mucho más…-

-Papá, di de una vez lo que quieres decir-dijo James con voz fastidiosa.

-Megara fue arrestada esta mañana-dijo Harry. James levantó las cejas-está en el Departamento de Seguridad Mágica ahora mismo, a punto de ser juzgada por el Wizengamot-

-¿Por qué me lo dices?-

-Porque sé que la amas…y a pesar de que no la apruebo, es tu elección-

-Ella y yo no tenemos nada-

-Pero lo tuvieron, James…te conozco…y sé que tus sentimientos por ella fueron reales-

-Fueron, fueron…acabas de decirlo, fueron…-chilló James, enrojeciendo-ella ya no me importa, no me importa…-

-Ella está herida-dijo Harry, mientras James se debatía entre gritar o sollozar de rabia-está herida, necesita cuidados urgentes…-claro que estaba herida, como no saberlo si él había sido el perpetrador de aquel tajo profundo en la pierna. Con suerte no se desangraría.

-¿Y qué tiene que ver eso conmigo?-

-Nada…sólo quiero que lo sepas…James, no te digo esto para que sufras…-

-No te preocupes, no lo hago-Harry asintió con la cabeza, con expresión preocupada.

-Por extensión, habrás concluido en que ella es…una…clase de mortífaga-James apretó los dientes y los párpados.

-Sí-

-Bien…-susurró Harry-eso era todo-

-¿Ella irá a Azkaban?-preguntó con voz quebrada. No podía evitarlo, pero sufría aunque no quisiera.

-Si se demuestra su culpabilidad, sí…-

-¿Irá a Azkaban con qué cargos?-

-Tentativa de homicidio y ataque a propiedad privada…y tal vez, si se demuestra que estuvo en el asesinato de Kingsley y de Ofelia…tal vez le den perpetua-

-No creo que ella haya sido capaz de asesinar a alguien-

-James…ella es una Malfoy…-susurró Harry. Aquella frase bien podría zanjar el tema y dar por terminada la conversación. Pero James estaba demasiado nervioso y tenso como para quedarse callado.

-Eso no concluye nada, nada…Scorpius también es un Malfoy y difiere bastante del imaginario común de su familia-

-¿Ahora estás del lado de Scorpius?-

-No…simplemente que…tal vez…si él puede ser diferente, ella podría…-

-Deja de engañarte a ti mismo-gritó Harry-deja de…ser tan ciego…¿acaso no comprendes? Ella…-

-Ya lo sé, ya lo has dicho-graznó James. Se quedaron en silencio, observándose.

James estaba completamente desorbitado, pálido y con los ojos rojos, conteniendo las lágrimas. A pesar de estar furioso y de querer menguar hasta desaparecer, tenía algo que decirle a su padre. Pero decirlo acarrearía consecuencias.

Harry observaba fijamente a su hijo desde la esquina del cuarto. En el momento de atrapar a Megara algo había colapsado en su interior. No porque le importara Draco, sino por James. Sabía lo que aquella mujer significaba para él. Además, se debía contar también con la presencia de Scorpius, que había sido adoptado como un sobrino más. Había decidido, luego de hablar seriamente con Ron y Hermione, decirle a James las buenas nuevas. Aunque de buenas no tenían nada. Y obviamente que ninguno de sus dos mejores amigos sabían las verdaderas razones para ir urgentemente a Grimmauld Place doce cuando los muchachos llegaran.

Unos suaves golpes en la puerta provocaron que James, acostado en la cama, diera un respingo. Harry suspiró y en cuatro zancadas cruzó el cuarto. Abrió la puerta con lentitud. El rostro severo y agotado de Hermione lo recibió desde el otro lado del umbral.

-¿Qué sucede?-Hermione le propinó un fuerte golpe en la cabeza, y él chilló adolorido-¿qué te pasa?-

-Esto es por el golpe que me diste tú cuando estaba hablando por la chimenea-graznó ella-agradece que no te atacó con mi varita…-

Harry bufó, y Hermione, satisfecha, prosiguió a contar las noticias. Tomó aire.

-Megara Malfoy está siendo llevada a San Mungo…evidentemente, podría morir desangrada-James se mordió el labio al oír las palabras de su tía. No debía llorar. Ella ya no era importante.

Harry asintió con la cabeza.

-¿Y el juicio?-

-Quieren que tú seas parte del juzgamiento-

-¿Quién?¿el Wizengamot?-Hermione asintió débilmente con la cabeza-me importa una varita de regaliz, no iré-

-¿Por qué no?-

-Porque es la hija de Draco…porque es la hermana de Scorpius…y porque…-Harry carraspeó, conteniendo las palabras.

-Comprendo tu desolación y tu incomodidad, Harry, pero..ella debe ser juzgada-

-Es una niña-

-Es una mujer-replicó Hermione-una mujer que ha tomado sus decisiones-

-Mientras esté en San Mungo no podrá ser juzgada…-

-Lo sé-susurró Hermione. Tomó aire y suspiró-hay algo más-Harry la miró con el entrecejo fruncido.

-¿Qué?-

-Draco…Draco dice que Megara fue maldita por un….-

-Por un Imperio-terminó Harry-lo mismo dijeron Lucius y Narcissa al ser juzgados…-

-Y los absolvieron, por lo menos a Narcissa y a Draco…-Harry suspiró.

-Me tienen cansado los Malfoy-James hizo un extraño sonido mientras él hablaba, y Harry prefirió callar. Miró a su hijo con atención, y lo vio llorar en silencio.

-¿Qué le ocurre a James?-inquirió Hermione.

-Lo ocurrido en la mañana lo tiene nervioso…además se escindió, se siente enfermo-

-No lloro por eso-chilló James, colérico, desde la cama-sabes bien que no lloro por eso-

-Hermione, déjame a solas con mi hijo-dijo Harry con voz seria. Hermione asintió con la cabeza, aturdida, y salió del cuarto. Al verse solo en la habitación, Harry volteó a mirar a James.

-¿Qué rayos te pasa?-

-¡No lloro por lo que tú dices, me importa un cuerno perder la mitad del cuerpo!-

-¡James!-chilló Harry, quebrado-¿qué diablos te ocurre? Dímelo-

-Sufro por ella-bramó James. Se retorció en la cama, adolorido. Su pierna palpitaba y le provocaba terribles puntadas nerviosas-ya no aguanto este dolor-

-James, tranquilízate-

-¡No!-graznó James-no…Ella va a ir a Azkaban, no quiero que la metan a la cárcel, haz algo…-miró a Harry con odio acérrimo-eres el maldito jefe del Departamento de Aurores, quisieron hacerte jefe del Wizengamot, tienes la Orden de Merlín de primera clase por asesinar a Voldemort…haz algo-

-Ella debe ser juzgada-susurró Harry.

-HAZ ALGO-

-¿De verdad la amas?¿después de todo lo que ella te hizo?-

-No me des sermones sobre moral, padre-escupió James. –No soy inmune. Mi corazón no es inmune al dolor, al amor, a la traición. ¡MI CORAZÓN NO ES INMUNE, NO SOY UN ROBOT!-Harry tragó saliva, sintiendo un punzante dolor de garganta.

-No te reconozco, James-James apoyó la cabeza sobre la almohada y miró hacia el techo, carcomiendo bronca y odio.

-No me importa…haz algo para salvarla-

-Ayúdame a decidir algo-susurró Harry. Su voz sonó baja y grave, y James cerró los ojos, que estaban repletos de lágrimas-¿qué es más importante?¿hacer prevalecer la justicia o salvar al amor de tu vida?-James sollozó.

-No lo sé-

-James, si quieres que la salve, sólo dilo…-James enfocó su mirada en Harry.

-¿Harías eso por mí?-

-Haría cualquier cosa por ti-murmuró Harry-cualquier cosa…si tuviera que matar a alguien, lo haría-

-Me asustas-Harry sonrió tristemente.

-Te dejaré dormir-dijo, caminando hacia la puerta.

-No me dejes solo-rogó James con voz débil.

Harry volteó y retrocedió en sus pasos, dirigiéndose a la cama. Se arrodilló junto a James, y le acarició dulcemente la cabeza.

-Nunca te dejaré solo-vio a James cerrar los ojos como si le doliera hacerlo, y varias lágrimas le empaparon las mejillas.

-La vida no tiene sentido-

-No te creas-respondió Harry-a veces sí lo tiene con el tiempo-James suspiró. Y Harry lo observó respirar de forma acelerada y caótica, como si sus pulmones no fuesen capaces de aspirar el oxígeno vital. Poco a poco, la respiración de James se apaciguó, y él pudo suspirar tranquilo.

-Ya eres todo un hombre-susurró Harry, observando detenidamente las marcadas facciones de James-y como tal, eres responsable de tus decisiones…pero me dejas con un gran dilema…saber si es más importante mi deber como Auror…-suspiró-o mi deber como padre…-nuevamente tocaron a la puerta, y Harry vio entrar a Hermione a la habitación con suma cautela.

-¿Todo en orden?-

-Sí Hermione, todo en orden-

-¿Cómo se encuentra?-

-Mejor…duerme-Harry se levantó del suelo y miró a la mujer que observaba a James con preocupación-debería avisarle a Ginny, ¿no?-

-Ella ya lo sabe, está abajo esperando-

-¿Tú le dijiste?-

-¿Qué otra cosa podía hacer? Es su madre-Harry hizo una mueca mientras se acariciaba la nuca y el cabello.

-Sí-dijo. Suspiró-nosotros deberíamos ir al Ministerio-

-Sí…tal vez tú deberías quedarte…renunciaste, ¿no?-Harry sonrió tristemente.

-Sí…-

-Tómate unas vacaciones-Harry negó con la cabeza-Harry, el trabajo debería ser placer, no tortura. Estás sufriendo, se te nota cansado y débil..¿hace cuánto que no duermes?-

-Unas trece horas…-Hermione se escandalizó. Él prefirió no hacerle caso-Hermione…tengo un problema-

-Dime-

-Si tú tuvieras que elegir entre hacer bien tu trabajo-Hermione frunció el ceño-y la felicidad de uno de tus hijos…-

-Esto tiene algo que ver con Megara…¿cierto?-Harry abrió y cerró la boca, anonadado.

-¿Cómo..?-

-Harry, te conozco como a la palma de mi mano…es obvio-dijo Hermione entre sonrisas-además, resultó muy sospechoso que partieras con tanto ímpetu del Ministerio y vengas aquí a hablar con tus hijos…-

-¿Qué hago?-

-¿Realmente…ella es la felicidad de James?-

-No lo sé con exactitud…sólo sé que si ella va a Azkaban, James no me lo perdonará jamás-

-James tiene que entender que esto está por sobre tu control…no puedes…hacer nada-

Harry se quedó meditabundo durante varios segundos, mientras observaba a James dormir. –Harry, no te preocupes, seguramente Draco ya esté haciendo todo para evitar que Megara vaya a Azkaban-

-¿Qué sucedería si ayudo a Megara y…ella no es la indicada para él?-Hermione levantó las cejas al oír aquella pregunta. Ella solía tener respuestas para casi todo, pero ciertas cosas la sobrepasaban. Ver a Harry de esa forma, completamente vulnerable y débil, le resultaba atroz e incomprensible.

-Pues…piensa que hiciste un bien-lo dijo poco convencida, y vio a Harry hacer una mueca de desaprobación. Qué más daba. –Sé que no te gusta la idea de ayudar a la hija de Draco, pero…-

-No es eso, no me disgusta la idea…sólo que ella…ella no es para él-Harry enfocó la mirada nuevamente en James, que dormía-él se merece una mujer que lo dé todo por él…alguien que…que le corresponda…alguien…alguien como mi madre, o como Ginny…mujeres dispuestas a luchar por lo que sienten-

-Ginny no luchó mucho que digamos-dijo Hermione con sorna, logrando que Harry sonriera.

-Sí lo hizo, lo sabes mejor que yo-Hermione hizo un ademán de impaciencia con la mano.

-Ya, vamos abajo…Ginny quiere verte y hablar contigo-

-Bien-

Ambos salieron al pasillo, dejando a James dormir tranquilo. El sol invernal iluminaba la madera del suelo, y perfilaba sombras contra las paredes.

Harry se sentía cansado, muy cansado. Como aquella vez en que había vencido a Voldemort. El mismo agotamiento, el mismo dolor de músculos, el mismo dolor punzante de cabeza. Bajó las escaleras siguiendo a Hermione, y sonrió al observar a Ginny sentada lo más cerca posible del vestíbulo, como si lo esperara. Ella lo miró con enojo.

-Deberías irte a dormir-

-No quiero…tengo muchas cosas que hacer antes-Ginny se levantó de su asiento, sosteniendo un papel en la mano. O más bien, El Profeta matutino. Él se lo arrebató y leyó la primera plana.

-¿Tan pronto?-inquirió, asombrado-vaya-

-Sabes que el diario en el que trabajo es…eficaz-

-Oh vamos, Gin, lo conoces mejor que yo- ella sonrió.

-¿James se encuentra bien?-la voz de Albus los hizo sobresaltar. Se encontraba escondido en las escaleras que iban a la cocina-sótano. Harry suspiró mientras la luz del sol iluminaba el rostro de su hijo menor. Y se recordó a sí mismo en la batalla de Hogwarts. La misma expresión de agotamiento, las mismas ojeras y la misma palidez. Vaya que era igual a él.

-Digamos que sí-Albus se levantó del suelo y observó lo que él llevaba en las manos. El Profeta.

-¿Qué es lo que dice?-inquirió el joven, y Harry intentó esconder el diario, pero las manos de Albus eran tan rápidas. Manos de buscador. Los ojos de Albus se abrieron de par en par al mirar la primera plana.

"Los Malfoy nuevamente involucrados en actividades ilícitas".

-¿Ahora le dicen actividades ilícitas a matar a alguien?-preguntó Ted, observando, también, lo que Albus intentaba leer.

-¿Megara Malfoy…detenida en…escena del crimen?-Albus miró atentamente a su padre, ubicado en el sofá principal. Algo en la expresión del hombre de gafas le hizo levantar las cejas, fruncir el ceño y correr con rapidez hacia el cuarto de James, lanzando El Profeta por el aire.

-ALBUS, ESPERA, ¿A DÓNDE VAS?-Harry se levantó del sofá tan rápido como se lo permitió el cansancio, y persiguió a Albus hacia el segundo piso. Alcanzó al joven a los pocos minutos, y lo tacleó, tomándolo de las rodillas. Ambos cayeron pesadamente al suelo.

-Tengo que hablar seriamente con James, papá suéltame-

-Por favor Albus, déjalo en paz…está delicado-

-Papá, tengo que hablar con él-suplicó Albus-por favor, él sabe algo que tú debes saber también-

-¿Qué cosa?-

-Lo que tú hablaste con él tiene que ver con Megara, ¿verdad?-

-Sí-

-Relacionado con lo ocurrido ayer, ¿verdad?-

-Sí, pero la detuvimos hoy en Liverpool-Harry ayudó a Albus a sentarse en el suelo. Se miraron detenidamente durante algunos segundos, mientras Albus intentaba acompasar su respiración y tranquilizarse. Sentía electricidad recorrerle las extremidades, y una necesidad imperiosa de gritarle a su padre lo que sabía.

-Ella…ella estuvo en el ataque a la casa de Gwen-

-Sí-respondió Harry. Miró a Albus con fijeza-¿qué es lo que sabes, Al?-

-Tengo que hablar con James primero-se escudó el joven, levantándose del suelo.

-Albus-chilló Harry.

-Por favor, déjame hablar con James, y luego te lo diré todo-procuraba no tener que decirle nada, porque obligaría a James a hablar. Harry lo miró detenidamente, como estudiándolo. Y asintió con la cabeza. –Gracias-atravesó el pasillo hacia el cuarto de James, y entró sin mediar palabra.

James lo miró con el ceño fruncido. Se encontraba completamente despierto.

-Creí que estabas durmiendo-

-Tuve una pesadilla-susurró James, jugueteando con las sábanas-Megara estaba en ella-

-Precisamente de eso tenía que hablarte-James lo miró sin comprender.-¿Recuerdas que me dijiste que este grupo quería asesinar a papá?-

-Sí-

-¿Cómo lo supiste? Y dime la verdad-

-No puedo decírtelo…-susurró James débilmente.

-¿Fue Megara?-James empalideció-fue ella, ¿cierto? Ella te dijo que…-

-Albus, no puedo…-

-¿Por qué no puedes?-chilló Albus-¿por qué?¿hacerlo la condenaría a ir a Azkaban? Irá de cualquier modo-

-¡No!-bramó James, cambiando su expresión de forma radical-no, papá prometió ayudarla-Albus se quedó completamente anonadado al oír aquello.

-¿Papá prometió ayudar a Megara?-preguntó. Negó con la cabeza, mientras James carcomía la bronca-¿no te das cuenta? Papá es capaz de hacer todo por ti, y tú no haces ni la décima parte-

CÁLLATE!-graznó James, enrojeciendo-cállate-

-James, Megara fue la que te dijo que iban a matar a papá, ¿verdad? Admítelo…ella es uno de los suyos, ella…ella es nuestra enemiga-

-Ella ha tomado malas decisiones-

-¡NO LA JUSTIFIQUES!-bramó Albus-basta, ella no es buena para ti, nunca lo fue, y siempre lo supiste…¿qué otra razón necesitas para dejarla a un lado?-

-LA AMO, IDIOTA-

-¡ELLA VA A MATAR A PAPÁ!-graznó Albus, completamente fuera de sí-no voy a permitir que esa mujer le ponga la mano encima a papá, no lo voy a permitir…si ella se atreve siquiera a acercársele, la mataré-

-No te atreverías-

-Es hora de que decidas qué es más importante…si tu padre o tu amante-

-Albus, por favor-

-Dile a papá lo que sabes o se lo diré yo-

-Ella no va a matar a papá-dijo James-ella no…-Albus se sentó a su lado. James tragó saliva-ella atacó a papá en la casa de Gwen, fue ella la que lo atacó…no sé con certeza si quiso matarlo o no…-

-¿Cómo lo sabes?-

-Ella me lo dijo…-

-¿Cuándo?-

-¿Recuerdas cuando…cuando corrí al encapuchado?-Albus asintió con la cabeza-el encapuchado era ella…la ataqué…intentó lanzarme un Avada Kedavra y le quité la capucha por accidente…y ahí la vi-los castaños ojos de James se nublaron-ella sangraba…yo fui quien la hirió de muerte…-

-Debes decírselo a papá-

-No puedo…no la ayudaría-

-James, debes decírselo a papá-

-La mandarán a Azkaban-

-No me importa-

-Albus, por favor…-

-James, ella atacó la casa de Gwen. Ella y su grupo dejaron en coma a William, seguramente también tuvieron que ver con la muerte de Ofelia…me importa un cuerno si la mandan a Azkaban, a ella no creo que le hayan interesado los Adams-James se mordió el labio-te toca decidir a ti…si en una hora no le dices a papá lo que sabes, se lo diré yo-

-No Albus, por favor-James se apresuró a tomar a Albus de los pantalones, como si le rogara.

-James, suéltame…te queda a ti decidir qué es más importante-

-No me hagas elegir-rogó James con voz quebrada-por favor, no me hagas elegir…-

-Espero que elijas lo correcto porque te juro, te juro por mi vida y por la magia que corre en mis venas…que me la cobraré y dejarás de ser mi hermano-Albus se desprendió de James con rabia y brusquedad, provocando que el joven en la cama cayera pesadamente al suelo. Se miraron, Albus con odio, James con angustia.

-No tiene sentido lo que dices, no lo tiene-chilló James, golpeando el suelo con las manos. Con ambas manos cerradas en fuertes puños-no lo tiene-

-No tiene sentido que estemos discutiendo esto…Tienes una hora James-Albus volteó hacia la puerta, y salió al pasillo dando un portazo. Se quedó en el corredor, respirando de forma entrecortada. Suspiró. A él no le gustaba ser rudo, puesto que, además, no lo era. Pero en ciertas ocasiones, y principalmente en esos instantes, le surgía la necesidad de hacer respetar lo que pensaba…y hacerles entender a los demás que ciertas cosas no eran correctas. No lo hacía a menudo, pero…el momento lo ameritaba. James era un completo idiota. Un idiota de primera. Y él no aceptaba que la vida de su padre fuese puesta en peligro por los caprichos estúpidos de su idiota hermano mayor. No lo iba a permitir. Y el ultimátum ya estaba dado. En una hora vería los resultados. Y las consecuencias.

-¿Todo bien Al?-la voz de Ted lo hizo dar un respingo.

-Sí…-respondió Albus, inquieto-¿dónde está papá?-

-Está en el cuarto de Lily-susurró Ted. Se mordió el labio-no lo veo muy…¿crees que él se encuentre bien?-

-¿Qué le ocurre?-inquirió Albus, caminando con paso apresurado hacia la habitación de Lily. La puerta se encontraba completamente cerrada, y se desesperó.

-Pues realmente lo vi muy angustiado-

-Lily está inconsciente desde hace muchas horas, Ted, es comprensible-

-¿Crees que ella se recupere?-

-Eso espero-

-No te pregunté eso-

Albus suspiró.

-Lo sé Teddy-

Albus miró atentamente la puerta frente a él, y golpeó suavemente.

-No creo que te vaya a abrir-la voz de Nimuë los hizo dar un respingo a los dos.

-Demonios, no te aparezcas como si fueras un fantasma-chilló Albus. Nimuë rió, resguardada en la oscuridad del pasillo.

-No va a abrirte…se lo veía muy triste-

-¿Tú qué haces ahí?-preguntó Ted.

-Harry me pidió que lo dejara solo con Lily-

Albus volvió a mirar la oscura madera de la puerta, y la aporreó con ganas.

-Albus…-dijo Nimuë.

-No voy a dejar que caiga solo-susurró Albus-papá ya ha sufrido suficiente…¡PAPÁ, ABRE LA MALDITA PUERTA!-

Sólo necesitó decir aquellas palabras para que Harry abriera la puerta sin chistar. Se miraron durante varios segundos. Albus tragó saliva con dificultad. Los ojos de su padre no eran los de antes, algo había cambiado en su semblante.

-¿Estás bien?-preguntó.

-Sí Al, estoy bien-

-¿Puedo pasar?-

Harry suspiró.

-Albus…-

-Por favor papá…-rogó Albus-necesito hablar contigo sobre…sobre lo de anoche-Harry enfocó los ojos sobre él, escudriñándolo. –Por favor…-

-Bien, entra-miró a Ted-tú no…quédate ahí-

-Yo también estuve en Liverpool-

-Quédate ahí-repitió Harry, y Ted bufó enojado.

Albus trastabilló al entrar al cuarto de Lily. A pesar de que ya era de día y el sol brillaba con demasiado ímpetu para ser un día de invierno, la habitación se encontraba oscura y sombría, apenas iluminada por los pocos rayos que entraban a través de las persianas cerradas. Era como entrar a la casa de un difunto.

-Papá….-

-Estoy bien Al, sólo quería ver a tu hermana-

-No te sientas culpable…ninguno creyó que esto le podía pasar-hablaba con demasiada prisa, como si intentara convencer a su padre de algo indiscutible. Miró atentamente al hombre apoyado contra la puerta cerrada, y se asombró al verlo sonreír.

-Albus…ya te he dicho que estoy bien…no haré nada estúpido-

-De acuerdo-susurró Albus. Se había sentido repentinamente nervioso, pero la sonrisa de su padre lo había hecho tragar saliva con dificultad y calmarse segundos después.

-¿De qué querías hablarme?-preguntó Harry. Albus se sentó lentamente en la silla más próxima, y se miraron.

-No sé si te has enterado, pero…había una inscripción en el cielo-

-Ron me lo dijo-Albus dio un respingo.

-¿Cómo está el tío Ron?-

-Está bien-

-¿Herido?-

-Está bien-repitió Harry-lo lastimaron un poco, pero…es Ron…y los atacantes son novatos-

-¿Los han atrapado a todos?-

-Sí…aunque estoy más que seguro que el autor intelectual sigue prófugo y maravillosamente escondido-Albus se miró las manos.

-Fue una emboscada…-

-Lo sé…no debí haberlos mandado allí…-Harry carraspeó al decir aquello, y sus ojos se llenaron de lágrimas que contuvo rápidamente.

-Hiciste bien en mandarnos-

-No Albus…se podrían haber muerto allí mismo…-

-Papá…James y yo podemos con esto, entiéndelo-

-Albus, esa emboscada fue por algo…sé, desde lo más profundo de mi alma, que esa gente los quiere atrapar a ustedes…-

-No pudieron, ya van dos veces que lo intentan-

-No pudieron porque yo le ordené a Ted que los sacara de allí-dijo Harry con voz de ultratumba-y a pesar de ello, los siguieron hasta el Valle de Godric-

-Papá…-

-Y ustedes no entienden que yo quiero cuidarlos y evitarles el sufrimiento…-

-Papá, el sufrimiento no lo puedes evitar-dijo Albus-no puedes, la vida es así-

-Al, hice muchos sacrificios por ustedes…muchos…y por más que James no me crea cuando lo digo, todo lo hice y lo hago por ustedes-

-Lo sé…-

-Soy capaz de dejar todo por ustedes…todo-susurró Harry-dejé mi puesto en el ministerio, no solo por mi salud, sino porque quiero estar cerca de ustedes…tengo la extraña sensación de que los perderé en cualquier momento…-Albus sonrió tenuemente y, luego de atravesar el cuarto en dos zancadas, abrazó fuertemente a su padre.

-No pasará nada papá…siempre estaremos ahí-

Harry apretó a Albus fuertemente contra él. Era una sensación horrible y desesperante, no quería perder a sus hijos. Su vida no valía nada. Haría cualquier cosa con tal de preservar a sus tres niños. Era un sacrificio que estaba dispuesto a hacer.

-¿Crees que Lily se recupere?-inquirió Albus con voz amortiguada, ya que apoyaba el rostro sobre el hombro de Harry.-¿Crees que estará bien?-

-Ustedes son niños fuertes…se recuperará-

-No somos niños-chilló Albus, apretando aún más a su padre. Harry rió.

-Lo sé…pero para mi y para mi corazón, lo serán siempre-

Unos golpes en la puerta los hicieron separar, y ambos miraron hacia el umbral, en donde aparecía la cabeza de Hermione.

-Tengo noticias…urgentes-

-¿Qué ocurre?-

-Llevaron a Megara Malfoy al Ministerio…la van a juzgar-

-¿Qué? Pero…pero si está herida-

-Lo sé, pero parece ser que recobró el sentido…-

-¿Y por qué me lo dices?-Hermione puso tal expresión de fastidio y sorna que Albus rió.-De acuerdo, no me mires así…pero…yo ya no trabajo en el Ministerio-

-Megara pidió hablar contigo-aquella frase fue como una bomba lanzada en el centro del cuarto.

-¿Qué?-

-Sí…y…y algo más-

-¿Qué?-

Hermione tomó aire y lo exhaló.

-Hermione, el suspenso no me gusta-chilló Harry. Ella sonrió levemente.

-Quiere hablar con James…lo pidió expresamente…-

-No puedo llevar a James al ministerio-

-¿Por qué no? Estará protegido-

-Hermione…-que Harry utilizara su nombre completo no era buen augurio-James está débil…y…muy irascible…tú sabes lo que implica que se cruce nuevamente con Megara…además, el ministerio no es seguro-

-Ella lo pidió Harry…dice que sólo así confesará-

-¿Tiene algo que confesar?-preguntó Harry. Albus, ubicado detrás de él, miró al suelo, principalmente al notar los ojos escudriñadores de Hermione. Los mismos ojos de rayos X de Harry, demonios.

-Pues…supongo que sí…-dijo Hermione. Harry torció el gesto y observó a Lily, para luego enfocar su mirada en Albus.

-¿Crees que…estaría bien que…?-

-Lleva a James, papá…le hará mal…no lo niego, pero lo hará recapacitar-

-No quiero que salga herido-

-Ya es tarde para eso-dijo Albus, en una muestra de madurez que provocó que los adultos exhalaran el aire con violencia.

-Bien, entonces…le diré a James…-a Harry no le hacía muy feliz aquella idea, pero no había de otra. Salió del cuarto con paso dubitativo, dejando a solas a Albus y a Hermione.

Albus procuró hacerse el distraído mientras su tía lo estudiaba con los ojos, en busca de algo que lo incriminara.

-Tú sabes algo-

-No…-

-No era un pregunta Severus-que lo llamaran por aquel nombre le ponía la piel de gallina.-Era retórica, cariño-

-Yo no…-

-Albus Severus, se te nota en la cara…no puedes mentir…eres igual a Harry en eso, son malos mentirosos-Albus se cruzó de brazos, rabioso.

-Sé algo…pero no te lo diré-

-¡Albus!-

-No lo diré aunque grites como una banshee-aquello indignó a Hermione-no soy Ron ni Hugo, así que no lograrás sonsacarme información-

-Albus, por favor…-

-No…no soy yo quien debe hablar de eso-había sido un error garrafal decir aquello, puesto que los ojos de Hermione se iluminaron-auch-

-¿Quién entonces?-Albus carraspeó y enrojeció-James, ¿cierto?-

-Tía…-

-James sabe algo…-

-Él no está en condiciones de contar nada…-

-Tú lo sabes también…Albus, si tiene que ver con la seguridad de tu padre, deberías decírselo-

-No quiero oírte-dijo Albus rabioso, dando tres zancadas para salir del cuarto. Hermione lo tomó fuertemente del codo, impidiéndole irse.

-Albus, la vida de tu padre es muy importante en este momento…si algo le sucede, la esperanza del pueblo mágico se irá al caño…él es el estandarte de la lucha-

-Lo sé…-susurró Albus-lo sé…y por eso me carcome la culpa…si algo le sucede…-

-Entonces entiendes lo importante que es que no ocultes información-

-Tía…dame dos horas…si en dos horas…-

-Dos horas Albus…en dos horas tu padre estará metido en el Ministerio…así que mas te vale que…-

-Nada le ocurrirá, te lo juro-y Albus salió de la habitación. Atravesó el corredor, y vislumbró la silueta de Ted recortada contra la puerta del cuarto de James. Tomó aire, nervioso.

-¿Sucede algo?-inquirió al llegar junto a Ted. Éste lo miró con ojos preocupados.

-Parece ser que…tu padre tiene algo importante que comunicarle a…-la puerta de la habitación se abrió, y Harry salió cruzando el umbral. Ambos hombres en el corredor se quedaron callados, esperando.

-¿Y…?-preguntaron a dúo. Harry sonrió tenuemente.

-Lo tomó…bien-

-¿Qué significa eso?-preguntó Albus, casi en un chillido tan agudo que sólo los perros podrían oírlo.

-Pues…que después de llorar como un marrano, ha decidido acompañarme-

-¿Acompañarte a dónde?-chirrió Ted. Harry abrió la boca, dubitativo.

-Pues….-carraspeó-iré al ministerio con James…-

-Te lo prohíbo-

-¿Disculpa?-siseó Harry-tú…a mí…no me prohíbes nada…el adulto soy…-

-Yo también soy adulto…-

-Eres diecisiete años más joven, por lo tanto, yo tomo las decisiones-Harry volteó hacia las escaleras, dándoles la espalda. Su túnica ondeó tras él, provocando que su perfume danzara en el aire. Albus tragó saliva pensando en cuánto extrañaría aquel aroma si algo malo sucedía aquella noche.

-Si sales por esa puerta hacia el ministerio, me iré y no me verás más la cara-Albus levantó las cejas al oír esa frase. Jamás en su corta vida había visto a Ted actuar de aquella forma tan inmadura y letal. Harry volteó con brusquedad, lanzando chispas de sus ojos. Y Albus supo que se venía el Apocalipsis en medio del pasillo.

-¿Qué has dicho?-

-Me iré a Italia con mi hija y no me verás más-

-Ted…-

-¿Qué pasa si es una emboscada?-chilló Ted, enrojeciendo. Su lacio cabello castaño claro se tornó rojo escarlata, y sus ojos se ennegrecieron.-¿Qué pasa si te matan allí?-

-No va a pasarme nada…-

-NO IRÁS-

-NO ERES MI PADRE-bramó Harry. Albus tragó saliva y se arrinconó lentamente en una esquina, mientras los otros dos hombres peleaban. La mención de su abuelo era algo que no soportaba, y notaba con tristeza cómo los ojos de su padre se inundaban de lágrimas cada vez que debía hablar de James Potter. –Yo iré Ted, no puedo dejar que James vaya solo-

-Irá conmigo-

-No-

-Harry…soy un…-

-Me importa un rábano frito…no irás…mi vida no vale nada-

-La mía tampoco si tú te mueres-Harry no encontró palabras para refutar aquella frase llena de sentimientos de su ahijado, y lo único que logró hacer fue abrazar a Ted con fuerza, como si nunca quisiera dejarlo ir.

-Tengo una idea-susurró Albus, saliendo de la oscuridad. Ambos hombres lo miraron, apaciguados.-James irá…y Ted también…pero…-dijo, antes de que alguno de los dos levantara una queja-James irá escondido bajo la capa de invisibilidad…y Ted irá transformado…-

-Es buena idea-susurró Ted. Harry hizo una mueca.

-Yo iré también-

-Tío…-

-Yo debo ir-lo interrumpió Harry-…sino, levantaríamos sospechas…no se preocupen, iré escoltado de algunos compañeros del Ejército de Dumbledore-

Ted suspiró. Harry era tan terco…

La puerta de la habitación de James se abrió bruscamente y los dos jóvenes se sobresaltaron. Harry se mantuvo tieso, observando con asombro al muchacho que acababa de aparecer de la oscuridad cruzando la puerta.

Albus levantó las cejas estupefacto al observar a su hermano. Alguna vez había visto una fotografía de su abuelo James, y juraría que en esos instantes, su hermano era un vivo calco de él. La misma expresión desafiante, los mismos ojos castaños potentes...y una extraña similitud con Harry, una similitud que pondría la piel de gallina a cualquiera que hubiese conocido a Harry a los diecisiete años, en donde era un rebelde.

Harry sólo atinó a tragar saliva al percibir, aterrado, cuán parecido a él era su hijo. Recordaba con tristeza su expresión de rabia, odio y desafío que había visto en su reflejo luego de las muertes de Sirius y Dumbledore. Una sed extraña de venganza que había apaciguado por temor e incapacidad durante sus años de infante y que, en su adolescencia, había procurado mostrar sin que le importaran las consecuencias. El odio y el resentimiento eran útiles como excusas cuando se trataba de preservar la vida y los ideales. Aunque no era lo conveniente.

-¿Te encuentras bien?-

-Sí-respondió James, sin un atisbo de melancolía en su masculina voz-¿a qué hora iremos?-

-Ya mismo si estás listo-James tragó saliva.

-¿Crees que…crees verdaderamente que deberías llevarlo?-inquirió Albus-míralo…-

-Me encuentro perfectamente Severus-dijo James con voz rabiosa.

-No me llames Severus-dijo Albus con los dientes apretados.-Te ves pálido y enfermo-

-Me encuentro muy bien…-masculló James-¿vamos papá?-

-Sí…espera igualmente unos minutos, debo arreglar detalles antes-fue así que Harry volteó en medio del corredor, y se dirigió hacia las escaleras. Albus y Ted aprovecharon aquel momento para clavar sus miradas en James, que los ignoró olímpicamente.

-¿Estás…completamente seguro de que quieres ir?-inquirió Ted. James refunfuñó enojado.

-Sí, completamente…-

-Bien James-la voz de Harry atravesó el corredor hacia los tres hombres al final del pasillo. –Ya es hora…vamos-

James miró a Albus y a Ted por última vez, con una extraña expresión en el rostro. No era tristeza, ni preocupación, ni odio…era…desconcierto.

Albus percibió aquella mirada castaña levemente perturbada. Intentó decir unas palabras, animarlo, hacerle saber que iba a estar ahí para confortarlo, pero James pasó por su lado sin siquiera levantar la mirada del suelo.

-Voy contigo, James-dijo Ted, provocando que los dos jóvenes se sobresaltaran.

-No…-

-Sí James…-

-Yo no quiero que…-

-Ted vendrá con nosotros, James-la súbita aparición de Harry provocó que James apretara los puños enojado, mientras que Ted lo observaba con regocijo.

-¿Por qué tiene que venir?-graznó James, y su rostro pálido se enrojeció.

-Porque…es mi guardaespaldas-respondió Harry con voz calma. James apretó los dientes.

-Bien, que el lobezno venga-siseó, y la vena de su sien palpitó peligrosamente. Los ojos de Ted, en ese instante dorados y claros, se oscurecieron con brusquedad.

-James-chilló Albus, aterrorizado por la expresión reinante en el rostro de Ted. Parecía ser como si un lobo interno intentara salir a la luz y arrancarle la cabeza a James de cuajo y dejarlo desangrar.

-¿Cómo me llamaste?-masculló Ted, y su voz gutural y ronca sonó a través del corredor, rebotando contra las paredes.

-¿Cómo te atreviste a llamarlo?-preguntó Harry, incrédulo-¿de verdad acabas de decir lo que acabo de oír?-

James miró a su padre con ojos rabiosos, pero su mirada se suavizó lentamente al ver la expresión atónita de Harry.

-No…no he dicho nada…-

-Lo llamó lobezno-murmuró Albus. Miró a James-no puedes atreverte a semejante cos..-

-Ya ya Al…-dijo Ted, sacudiendo la cabeza a los lados, logrando que tanto su cabello como sus ojos cambiaran de color. Su rostro se apaciguó, aunque su expresión aún se mantenía rabiosa-no me avergüenzo de mis orígenes…que me llame como se le antoje-

-No tiene derecho a ofenderte-dijo Harry, mirando directamente a Ted.

-Ya aprendió su lección, tan sólo míralo-

James fulminó a Ted con su intensa mirada castaña, provocando risas maliciosas por parte del hombre de cabello claro. Ted era un maldito cínico cuando se lo proponía, los genes Lupin se los podía meter ahí…donde no le diera el sol.

-Bien, basta de discusiones…-sentenció Harry, utilizando, seguramente, el mismo tono de voz que usaba con sus Aurores. Albus y James así lo sintieron. No solía hablar así con ellos.

-Que tengas suerte James-susurró Albus. Hizo un gesto con el brazo, como si tuviera la intención de abrazarlo, pero se contuvo mucho antes de que su mano llegara al hombro de su hermano.

James sólo atinó a mirarlo fijamente, con una extraña expresión de desprecio y asco. No era muy dado al cariño a no ser que fuera absolutamente necesario. Y no era necesario realmente.

-Gracias Albus-masculló, mitad ladrido, mitad habla. Albus sonrió dificultosamente.

-Vamos James-ordenó Harry, y ambos se dirigieron a las escaleras.

Ted dio un paso, siguiéndolos, pero la mano de Albus lo tomó fuertemente del brazo. Volteó.

-¿Qué..?-

-Cuídalos Ted, por favor-

Ted sonrió tenuemente, enternecido.

-Como a mi vida Al, no te preocupes-besó dulcemente a Albus en la frente, y caminó hacia las escaleras, siguiendo a los dos hombres Potter.

Ginny los esperaba al comienzo del rellano, bajo el umbral que daba a la sala. Miró a Harry con una mirada profunda y preocupada, y le acomodó la capa de viaje.

-Hace frío afuera-susurró. Ted levantó las cejas. Lo normal en su tía era que se pusiera a gritar como banshee, no que fuera condescendiente con las decisiones de su marido. Algo ocurría, algo extraño. Nota mental, en Grimmauld Place nunca pasaban cosas normales. Todo era fuera de lo común allí. Aunque no pudo evitar sentir que algo no andaba bien en Ginny. Las manos no le temblaban, pero había algo en su manera de tocar a Harry…la forma en que le acomodaba la bufanda y la túnica…

-¿Te encuentras bien Ginny?-Ted abrió la boca anonadado. No había sido el que había hecho la pregunta, sino Harry.

-Estoy bien-respondió ella. Sus manos se detuvieron sobre el pecho de Harry.

-¿Cariño?-las manos de Harry sostuvieron a Ginny de los laterales del rostro, haciendo que levantara la mirada-todo estará bien mi amor-

-¿Podemos irnos ya?-chilló James. Se había quedado levemente rezagado, resguardado por la oscuridad.

-¿No podrías ser un poco más…tolerante…? Iremos al ministerio, en donde las cosas no están demasiado bien…y en donde tu padre puede ser atacado en cualquier momento…-

-A mí también me atacaron, y no vivo haciendo alharaca-

-James, ten respeto por favor-chilló Ginny. –No seas tan desconsiderado-los ojos de Ginny se inundaron de lágrimas, y James tragó saliva con dificultad.

-Ya vámonos-susurró Harry. Abrazó fuertemente a Ginny, apoyando su nariz sobre el cabello colorado. –Adiós-

-Sí-susurró Ginny, restregándose las manos al separarse de Harry. Abrazó a James cuando él pasó por su lado.-Te amo cielo-

-Mamá…por favor…-murmuró James-todo va a estar bien, no te preocupes-carraspeó y se separó lentamente de ella.

Ginny se mordió el labio y apretó los puños, nerviosa. -¿Estás completamente seguro de ir James?-

-¿Acaso toda mi maldita familia se conspiró para preguntarme aquello?-chilló James ofuscado.-Albus también me lo preguntó…-

-Respeta a tu madre, James-ordenó Harry. James hizo muecas con la boca, pero prefirió callar.

-Estoy seguro de ir…nunca estuve más seguro de algo en mi vida-respondió a la pregunta de su madre, mirando fijamente al suelo. -¿No confían en mi?-

-Confiamos en ti…pero algunas cosas van más allá de tus decisiones-

-Vámonos ya-dijo Harry. Tomó a James del hombro. Y Ted, ubicado detrás de ellos, se sorprendió gratamente al ver que James no rechazaba el abrazo de su padre. Y lo notó frágil entre los brazos de Harry, frágil, vulnerable y débil, como si pidiera a gritos cariño y apoyo. Y así, ambos salieron a la calle. Cruzaron hacia la plaza.

-Ponte la capa James-murmuró Harry-no quiero correr riesgos-sacó su capa de invisibilidad de su bolsillo, y se la entregó a James.

-¿Nos apareceremos?-

-Sí, en la entrada al ministerio para visitantes-

-¿No iremos como empleados?-

-No Ted…-

-Pero levantarás sospechas-

-Ted, basta-dijo Harry con cansancio-transfórmate-Ted cerró los ojos y apretó los párpados. Harry lo observó atentamente, viendo cómo cambiaba de aspecto. Le recordaba tanto a Tonks al fruncir la nariz. Sonrió, y notó que Ted lo observaba desconcertado al abrir los ojos.

-¿Sucede algo tío?-

-Me recordaste a tu madre-susurró Harry con voz tierna. Ted carraspeó.

-¿Dónde están los miembros del Ejército…?-Harry lo miró de tal forma que cerró la boca.

-Allá-respondió el hombre de gafas, haciendo un gesto con la cabeza. Ted pudo vislumbrar a pocos metros, a dos personas observándolos.

-Oh-

-Vamos, es hora-Harry estiró el brazo, y Ted apoyó la mano sobre la suya. Sintió algo frío, y supo que era la mano de James bajo la capa. Y desaparecieron.

Ted sacudió la cabeza al caer al suelo.

-Levántate-dijo Harry. Ted se levantó con dificultad del suelo, y miró atentamente lo que Harry hacía. Se habían aparecido en un callejón, por lo que Harry observaba a la calle desde detrás de la pared.

-Bien, despejado…vamos-

Caminaron en silencio hacia la desvencijada cabina de teléfono.

-No entraremos los tres-dijo Ted-creo que…deberías ir tú primero con James-

-Ve tú primero…estaré más tranquilo si sé que entraste-

-Tío, por favor…tú eres más importante que yo…-

-Ted, te diré algo que me dijo una vez un mago muy sabio: soy mucho más anciano, mucho más inteligente, y mucho menos valioso…entra ya-

Ted refunfuñó, y se acomodó en la cabina. Harry marcó el número para poder entrar al ministerio, y, luego de unos segundos en que se oyó la voz de una telefonista invisible dándoles la bienvenida, la cabina se hundió en el pavimento.

Ted tomó aire hondamente al llegar al Atrio, en donde multitudes de magos y brujas caminaban hacia los ascensores o se detenían a hablar entre ellos de cosas sumamente importantes o, tal vez, de banalidades.

-Quédate cerca de mí James-susurró Ted, esperando que el joven pudiera oírlo. Y supo que sí lo había hecho, porque una mano se apoyó sobre su hombro. Se quedó de pie en medio del lugar, mirando a su alrededor, sin saber qué hacer.

-Tiene que registrar su varita señor…-Ted dio un respingo cuando un mago de seguridad se le acercó y le tendió la mano.

-Er…-

-Su varita señor, debo registrarla-dijo el hombre, frunciendo el entrecejo.

-Yo…-

-Déme su varita-ordenó el mago. Ted se mordió el labio. Si entregaba su varita, sabrían quién era. Y la idea era que no supiesen. –Señor, su varita o lo llevaré…-el hombre de seguridad se quedó callado, observando aterrorizado a alguien detrás de Ted. Éste se tensó al mirar la expresión del mago frente a él, y sintió una mano apoyarse sobre su hombro.

-Está conmigo Gerard, no te preocupes-Ted suspiró aliviado al oír la suave voz de su padrino.

-Señ…señor Potter…-dijo Gerard, carraspeando-no…no sabía-

-Era obvio-masculló Harry-vamos Rupert…-Ted frunció el ceño, mirando a su alrededor, buscando a aquel a quien le hablaba Harry-tú…Rupert, vamos-alguien lo empujó desde atrás.

-Tú eres Rupert, idiota-la voz de James le llegó susurrante.

-Oh…oh sí-Ted carraspeó.

-Te estás comportando como un reverendo estúpido-masculló James.

-Habla más bajo-murmuró Ted, mientras seguían a Harry a los ascensores. Entraron apresuradamente. Un mago intentó subir con ellos, pero Harry lo miró seriamente y negó con la cabeza.

-Oh, de acuerdo Potter-masculló, acomodando su maletín en el suelo.

El ascensor hizo ruidos y se hundió. Ted miró a Harry con estupefacción.

-No puedes hacer eso-

-¿Hacer qué?-

-Decirle a alguien que no puede subir con nosotros al ascensor-

-Sí que puedo, y lo hice-

-Harry, eso…eso parece de…mala persona-

-Necesito hablar con ustedes antes de llegar a la sala del juicio, y no me arriesgaré a que alguien más me escuche-

-De acuerdo-susurró Ted, cruzándose de brazos.-¿Qué es lo que quieres decir?-

-Necesito que ambos se comporten cuando bajemos…no hay tiempo para cometer errores, allí está el Wizengamot a pleno…-

-¿Van a juzgarla ahora?-chilló James.

-Parece ser que sí…pero ella quiere hablar conmigo…y contigo-

El ascensor se detuvo dando un chirrido, mientras la voz femenina anunciaba que se encontraban en el Departamento de Misterios.

Harry salió del elevador tomando aire hondamente, y se quedó allí de pie, junto a las rejas, como si algo invisible le impidiera seguir.

-Tío…-

-¿Papá?-

-Tío, lo que te haya sucedido aquí…aquí quedó…y no va a volver a suceder…no eres un niño de quince años, ni un muchacho de diecisiete…-James escuchaba con atención lo que Ted le decía a Harry. No sabía con certeza qué era lo que estaba ocurriendo, pero estaba seguro de que, aquello que molestaba a su padre, tenía relación con su pasado.

-¿Qué sucede?-murmuró, mirando a Ted, quien no pudo verlo, pero sí oírlo.

-Aquí murió Sirius-Harry respondió con frialdad. James levantó las cejas, estupefacto.

-Oh-

-Todavía puedo recordar la risa de Lestrange al asesinarlo-susurró Harry, caminando lentamente por el corredor. Las paredes desnudas provocaron escalofríos en James, mientras Harry caminaba dando fuertes pasos. Ted los seguía muy de cerca, cabizbajo.

-El olor de este lugar es…asqueroso…-

Doblaron a la izquierda y bajaron por unas angostas escaleras.

-¿Por qué el ascensor no llega aquí?-

-Porque estas son las salas más antiguas del ministerio-respondió Harry-generalmente no se celebran juicios aquí por lo incómodo del lugar y lo lúgubre de su fisionomía…pero…bueno…allá ellos y sus decisiones-llegaron a un corredor de piedra repleto de antorchas y pesadas puertas con cerrojos.

James se detuvo a mirar con atención cada detalle que le llamaba la atención. Aquel lugar era escalofriante.

-La audiencia es en la sala diez-susurró Harry.

-¿Cómo lo sabes?-inquirió Ted, mucho antes de que James pudiera siquiera abrir la boca para preguntar lo mismo.

-Porque me lo dijo Hermione…y porque…mira quién está allí en la puerta-

No tuvieron ni que pensar una milésima de segundo para voltear la mirada hacia el lugar que Harry señalaba.

-Los Malfoy-murmuró James-no te van a mirar con buena cara pá-

Harry hizo una mueca y, al llegar junto a los Malfoy, se detuvo. Astoria lo observó atentamente al percibir su presencia, como si lo estudiara. Draco ni siquiera levantó la mirada del suelo, así que Harry, con suma cordialidad, inclinó la cabeza hacia Astoria y pasó por su lado, sin siquiera observar al hombre de cabello platino que se encontraba a pocos centímetros.

-Vamos James-murmuró Ted-delante de mi-James pasó junto a los padres de Megara intentando no respirar. Trastabilló al entrar en la sala, y pudo jurar que Draco observaba atónito la aparición de dos pies, pero no estaba seguro. Siguieron a Harry hacia el estrado, en donde él hablaba seriamente con otro mago.

-Está en la sala contigua…detrás de esa puerta-

-Muy bien-dijo Harry-ella pidió hablar conmigo…-

-Sí-

Fue así que Harry caminó con paso firme hacia la puerta a su derecha, seguido por Ted y el invisible James.

James tomó aire con brusquedad al entrar a la sombría habitación. Ted y Harry se habían quedado catatónicos en sus lugares. Allí, contra una de las esquinas, se encontraba Megara, pálida, sucia y cabizbaja, escoltada por tres dementores. Los tres seres voltearon hacia los tres hombres que acababan de entrar, y se acercaron con peligrosidad.

Harry sacudió la cabeza con lentitud, y empuñó la varita. Cerró los ojos, y pensó en sus hijos. En sus tres hermosos y amados hijos, y en Ginny…y en Ted.

-Expecto Patronum- un ciervo apareció entre él y los dementores, y con sus astas los mantuvo a raya. Harry respiró con dificultad durante varios minutos, y luego caminó hacia Megara.

-Que hermoso patronus-dijo Ted, estirando la mano para tocar el ciervo que resplandecía a pocos metros de él-es maravilloso-

Megara levantó la mirada del suelo y clavó sus grises ojos en Harry. Intentó moverse en su lugar, pero las cadenas que la mantenían cautiva la apretaron aún más, si es que eso era posible, contra los laterales del asiento. Una mueca de dolor indescriptible apareció en su rostro, y miró sus brazos, que comenzaban a palpitar y a ponerse morados.

-Señor Potter…-susurró.

-He venido porque pediste expresamente que querías hablar conmigo-

-Sí señor Potter…tengo algunas cosas que decirle antes de que…de que me envíen a Azkaban-

-Te escucho atentamente-

-¿No debería…escribirlo…?-

-Mi palabra vale más que cualquier otra cosa señorita Malfoy-dijo Harry. James levantó las cejas, asombrado-todo lo que yo diga será tomado en cuenta-

-De acuerdo-

-Traje a un testigo. No te preocupes-

-Yo…señor Potter…yo soy inocente…-los ojos de Megara se veían aterrados por la presencia de los dementores que se encontraban en ese momento acorralados por el imponente ciervo de Harry-soy inocente…es verdad, me uní a ese grupo, pero…pero luego, quise desistir, pero uno no puede dimitir de un cargo semejante…-

-¿Estuviste en la casa de los Adams el día que asesinaron a Ofelia?-Megara se mantuvo callada durante unos segundos.

-Sí-

-¿Tienes idea de quién asesinó a Ofelia?-

-No…-

-¿Estuviste en el lugar o no?-

-Sí, pero yo no maté a Ofelia y no estuve cuando la asesinaron…yo…yo sólo…yo sólo…-

-Le creo señorita Malfoy-ella se veía aturdida, y a punto de llorar.-¿Algo más?-

-Sí…algo muy importante señor Potter…por favor, no se postule como ministro-

-¿Qué?-aquella frase conmocionó a Harry-¿por qué?-

-Porque no…-susurró Megara-no lo haga…lo van a matar si lo hace…no lo haga…-

-¿Qué es lo que sabes Megara?-

-Hay…hay un plan…hubo un plan…usted estorba señor Potter…-

-No me digas nada…por el bien de todos, ¿cierto?-Megara se veía desolada.

-Sí….-

-No lo aguanto más-la voz de James provocó que Megara diera un respingo y que Harry hiciera una mueca.

-James…-susurró Megara con voz pastosa-James, viniste-

-Claro que vine, sucia víbora rastrera-

-James-masculló Harry-compórtate-

-¿Podrías dejarnos a solas?-Megara lo miró espantada, como si tuviera temor de lo que él pudiese ser capaz de hacer. Y tenía razón. Debía temer. No había nada más peligroso que una persona con el corazón roto y el orgullo herido.

-Vámonos…Rupert-dijo Harry, haciéndole señas a Ted para que lo siguiera afuera.

-¿Estás seguro?-masculló Ted, observando con preocupación la expresión que James tenía en el rostro.

-Por supuesto…ellos deben hablar-Ted salió del lugar a regañadientes, siendo arrastrado por Harry.

Una vez que la puerta se hubo cerrado tras los dos hombres, y de que James invocara un Patronus contra los dementores puesto que el de su padre acababa de desaparecer, él y la joven cautiva se miraron. Su gigantesco perro plateado lo observó durante largos segundos antes de mirar directamente a los dementores.

-James…-

-Sucia serpiente hipócrita…ahora te haces la arrepentida…quisiste asesinar a mi padre en el ataque en Grimmauld Place…-Megara se mordió el labio, que le temblaba- y ahora intentas hacerle creer a mi padre que quisiste dimitir-

-NO ES MENTIRA, YO QUISE DIMITIR…-Megara respiraba entrecortadamente, procurando mantener el aire en sus pulmones, en vano-yo quise…pero no puedes simplemente ir y dar tu renuncia…no, la única manera de escapar de ese grupo es morir-

-Pues deberías haber muerto-graznó James-deberías haberlo hecho, desangrarte por ese tajo profundo que te hice en la femoral…aún no comprendo cómo no te moriste-

-James…por favor…van a llevarme a Azkaban…-

-Te lo mereces-la voz se le quebró. Él había intentando convencer a su padre de que la ayudara, y allí estaba en ese momento, tratando de destruirla. –Quisiste matar a mi padre-

-No comprendes James-aquella frase no logró hacerlo amedrentar ni un poco, y le llegó como si ella estuviera a muchos kilómetros de allí. No lograba captar absolutamente nada de lo que sucedía a su alrededor, salvo a la mujer que lo observaba con ojos lastimeros y enrojecidos.

-¿Qué es lo que no comprendo?-

Megara se retorció en su lugar, y las cadenas volvieron a apretarla contra la silla, haciéndola gemir de dolor. Por un instante, un breve instante, James se regocijó al verla sufrir.

-Me usaste para llegar a mi padre-susurró él. Apretaba la varita muy fuertemente en su mano derecha, como si quisiera transformarla en astillas.

-Sí…-James apretó aún más su varita. Podía sentir a su mano palpitar peligrosamente-pero…el plan era llegar a tu padre y asesinarlo…y cuando supieron que yo te conocía…-

-No digas nada, te obligaron-masculló James con sorna-eres patética, eres mentirosa…-

-No-dijo Megara, sacudiendo la cabeza como si estuviera sufriendo convulsiones-no. Yo acepté…yo dije que te conocía y que podía llegar a Harry-

-Maldita…-

-Pero luego me arrepentí…me arrepentí…aunque nuestras familias se hayan odiado hace décadas y siempre hayan estado en bandos distintos, tu padre es…es tan honorable-James la miró incrédulo, aunque ligeramente asombrado.-Lo que hizo por Scorpius es la muestra de respeto y amor más grande que alguien haya tenido con algún miembro de mi familia…y no sólo eso, sino que además tu padre le salvó la vida al mío en la batalla de Hogwarts y perdonó a mis abuelos por haber sido mortífagos…-los intensos ojos grises de la joven se encontraban inundados en lágrimas-no podía matar a alguien así…-

-¿Fue por eso que quisiste irte?-

Megara aspiró bruscamente el aire por la nariz, mientras sus mejillas se empapaban en lágrimas pesadas.

-No…hubo algo más…-

-¿Qué?-

Megara se veía desolada, como si se estuviera debatiendo en decir lo que quería decir o callarse.

-No podía matar a tu padre…porque…porque te amo-

James sintió aquellas palabras como un certero golpe en el pecho. Un golpe que por un momento lo dejó sin aire. No podía ser que Megara acababa de decir lo que había dicho.

-Pero…-carraspeó durante varios segundos debido a que su voz había sonado débil y ronca-pero te vas a casar…dijiste que…-

-ERA UNA PANTALLA…UNA PANTALLA-

-¿Una…una pantalla?-

-James, debía alejarte de mi…ellos me habrían obligado a asesinar a tu padre si seguíamos…-

-¿Cómo?…no…-James se tomó la cabeza con las manos. Sentía como si su cerebro se estuviera hundiendo debido al peso de las palabras que estaba oyendo-no puede ser-se tambaleó en su lugar, aturdido-no puede ser…-

-James, yo te amo-

-TÚ NO ME AMAS…QUISISTE MATAR A MI PADRE…-

-No…no…no comprendes James…no quise matarlo…sólo quería aturdirlo para que los demás lo dejaran en paz-

James no podía creer lo que estaba escuchando.

-Entonces…todo era mentira…-

-No…en realidad, sí voy a casarme-susurró Megara-pero fue una buena excusa para alejarme de ti y de tu padre…-

-Diablos…-masculló James. La miró fijamente-¿por qué debería creerte?¿no podría esto ser una jugarreta tuya? ahora mismo tus amiguitos podrían entrar al ministerio y atacar a mi padre…-

-No son tan estúpidos…tu padre aquí está rodeado de gente que lo apoya…-dijo Megara con mirada ausente-además…es un oponente difícil…nadie se atreve a atacarlo…-

James tragó saliva con dificultad.

-Hoy fui atacado en Liverpool…-

-Yo estaba ahí…-susurró Megara. James tomó aire hondamente, conteniendo las lágrimas de rabia.

-Me escindí porque alguien me tomó de la pierna…-

-Lo sé…-murmuró Megara.

-¿Lo sabes?-siseó James con rabia-¿lo sabes? ESTUVISTE AHÍ, SI TANTO ME AMARAS NO HABRÍAS ESTADO AHÍ…-

-¡NO TENÍA OPCIÓN!-

-¡NUNCA LA TIENES SEGÚN PARECE!-chilló James-los cobardes jamás tienen opciones…pero sí la tenías en Liverpool, sí la tenías…-

-James…-

-Siempre tienes otras opciones-graznó James-siempre…-

-Me habrían matado-

-PUES DEBERÍAS HABER MUERTO…-

-James, por favor…-

-Por favor nada…atacaron a mi familia, mi hermana está inconsciente, casi asesinas a mi padre, mataron a la madre de la ex novia de mi hermano, el padre de esa chica ahora está en coma gracias a tus amigos…-

-James, yo no tomé parte de ninguno de esos ataques…-

James no podía pensar. La cabeza le daba vueltas como un trompo. Era como si de repente su cerebro no aceptara excusas.

-Intentaste matarme con un Sectumsempra…-

-No sabía que hacía eso-masculló Megara con voz quebrada.

-¿No lo sabías?-inquirió James con ironía-no claro que no…-Megara comenzó a llorar lastimeramente-¿de dónde lo sacaste?-

-Tu padre se lo hizo al mío en sexto año…creo…creo que era un encantamiento inventado…-

-¿Inventado por Voldemort?-Megara se tensó al oír aquel nombre. Qué más daba. Él no le temía al nombre ni al hombre, debido a que ya no existía. Ella negó con la cabeza.

-No…creo que…inventado por…por Severus Snape-James levantó las cejas.

-¿Severus…?-carraspeó. Si Albus supiera…

-Sí…Severus Snape…el gran traidor…-susurró ella. James la miró con asco y odio.

-Intentaste lanzarme un Avada Kedavra-murmuró-¿cómo explicas eso?-

-Jamás te lo habría lanzado-James tomó aire hondamente. –No quiero ir a Azkaban-

-Te enviarán…aunque seas inocente, no te creerán…-

-¿Tú me crees?-preguntó Megara con desesperación.

-Me es muy difícil creer todo lo que has dicho-sentenció James-muy difícil-

-Sólo necesito que tú me creas…-James hizo una mueca.

-Eres una mentirosa profesional…una Malfoy….una…seudo mortífaga-Megara sollozó.

-Por favor…aunque sea ayúdame a no ir a Azkaban…mi familia caerá en desgracia-

-Tu familia ya está en desgracia…-

Se oyeron potentes ruidos contra la puerta, y gritos.

-Déjeme pasar señor Potter, debemos juzgar a la chica-

-No pueden pasar, ella no está en condiciones de ser juzgada-chillaba Harry desde afuera.

-Potter, te encerraré por desacato a la autoridad. Hazte a un lado cabezota-

James miró a Megara con rapidez. Se escondió bajo la capa de invisibilidad justo en el instante en que la puerta se abría. Su Patronus desapareció al instante y los dementores se lanzaron sobre Megara. James estiró el brazo bajo la capa, mientras varios magos se dirigían a la joven encadenada, y conjuró en voz baja:

-Sectumsempra-la voz le tembló de nervios y pena al ver cómo Megara comenzaba a sangrar desde distintas partes de su pálido cuerpo. Cerró los ojos y salió de la habitación, mientras Megara chillaba de dolor y los magos a su alrededor gritaban.

-¿QUÉ LE SUCEDE A MI HIJA?-bramó Astoria, empujando con salvajismo a los hombres que intentaban ayudarla. Draco se lanzó sobre Megara luego de golpear a varias personas que le estorbaban. Le temblaban las manos al tomar la varita e intentar conjurar un contrahechizo.

Harry observó la escena con un potente nudo en el estómago, recordando viejas épocas. Cruzó la habitación hacia el hombre que temblaba de horror. Lo tomó del brazo y, con tranquilidad, susurró el contrahechizo. Necesitó hacerlo varias veces para que Megara dejara de sangrar. Al detenerse y ver que ella se encontraba bien, miró a Draco.

-Potter…-masculló Draco con voz quebrada-¿nunca vas a cansarte de salvar a mi familia?-

-Necesita cuidados urgentes…-dijo Harry, esquivando las miradas de Draco y Astoria. Se sentía incómodo.-Deben llevarla a San Mungo ya mismo…debe tomar díctamo para poder evitar las cicatrices-

-Sí…sí señor Potter…-murmuró un mago bajito y vestido con una larga capa rayada-rápido, hay que llevarla al hospital-

Harry se levantó del suelo, siendo aún observado fijamente por el matrimonio Malfoy. Su Patronus en forma de ciervo lo miró atentamente, como si se burlara.

-Sí, ríete en donde quiera que estés papá-murmuró, apretando la varita en su mano derecha.

-Potter…-susurró Draco, siguiéndolo hacia la puerta-por favor…-

-Malfoy, ocúpate de tu hija…te necesita…-dijo Harry, dando una vuelta de ciento ochenta grados para enfrentar a Draco-yo tengo otras cosas que hacer, permiso-hizo una inclinación de cabeza ante el pálido hombre. Y volteó hacia la puerta, en donde Ted lo miraba aterrorizado.

-¿Dónde está James?-le preguntó Ted cuando llegó junto a él.

-Eso es lo que me gustaría saber….-masculló Harry-el muy idiota le conjuró un Sectumsempra a esa pobre chica, menos mal que Draco estaba ocupado viendo cómo diablos paraba el sangrado…-

-Le salvaste la vida a esa chica…-

-Draco también podría haberlo hecho. Al fin y al cabo, yo le lancé ese hechizo una vez-

-No te sulfures tío…-dijo Ted sonriendo-James debe estar por aquí-Harry suspiró.

-No lo dudo…pero podría haberla matado-

James escuchó atentamente todo lo que su padre le decía a Ted, apoyado contra la pared, escondido bajo la capa. Suspiró, mientras una tropa de magos salía de la habitación con Megara en andas. Podría haberla matado, sí. Sonrió muy a su pesar, intentando contener las lágrimas. La amaba tanto que podría haber sido capaz de matarla antes que verla encerrada como un hermoso pájaro en una jaula. Era absurdo decir que la amaba como para matarla…pero…ella le había pedido ayuda para no ser encerrada. Y había sido lo único que se le había ocurrido. Suspiró. Ella se iba a poner bien. Era un hueso duro de roer. Por lo menos, durante unos días, con suerte meses, no iba a ir a Azkaban.