Sam creía que estar soñando, no podía ser verdad. Tanto tiempo convencido que su hermano había muerto y ahora lo tenía delante, como una sombra todavía, pero era Dean, era su hermano y estaba allí con él. Pese a todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, Sam sonrió, creía que se le había terminado el mundo en el mismo momento en el que había visto morir a su hermano y ahora lo tenía ahí, como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo estuviera bien.

"Sam, dime que no has aceptado ese maldito trato."

Incapaz de decir nada, Sam negó con la cabeza, mientras la sonrisa se ampliaba en su rostro. Dean dio un paso más hacia el interior de la habitación, con un rifle en una mano y un revolver en la otra.

"¿Lo reconoces?" Dijo Dean a Mercal, sin quitarle los ojos de encima, mientras elevaba el revolver en su mano. "Nos costó mucho encontrarlo, pero al final dimos con él. Da igual la seguridad que pongas, al final acabaré contigo."

Mercal se echó a reír y tras un rápido fogonazo sus dos alas negras se vieron reflegadas en al pared. Le gustaba el espectáculo y cuando además las cosas daban un giro que nadie, ni él mismo esperaba, entonces todavía se divertía más. Ahora si que se estaban poniendo las cosas realmente interesantes para el ángel. Ya empezada a cansarse de esperar la respuesta de Sam; si no fuera porque realmente le necesitaba, ya se habíra deshecho de él hacía mucho tiempo.

"Vaya, vaya, mirad quien tenemos aquí, pero si está toda la familia reunida. Vamos, Dean, no te quedes en la puerta, entra y disfruta de este momento con todos nosotros."

"¡Cállate Mercal! Tu juego se ha terminado para siempre."

"¿De verdad es eso lo que crees Dean?" El ángel dio un paso y se colocó en medio de la habitación. Con un movimiento rápido miró a los dos hermanos y Castiel, pero ninguno sabía de lo que estaba hablando. "¿De verdad crees Dean que no sabía que estabas vivo? No has sido más que juguete más y me has divertido, pero va siendo hora que me deshaga de los juguetes rotos e inservibles."

Se volvió hacia Sam, como si le muchacho tuviera que tomar alguna decisión de la que en realidad no sabía nada.

"Mercal, sigues siendo mi hermano."

En el tiempo transcurrido, Castiel había conseguido reponerse lo suficiente para volver hablar. Él si que sabía lo que se proponía, conocía demasiado bien a ese ángel corrupto que había sido su hermano y que se había convertido algo muy parecido a un demonio.

"¡Cállate hermanito, no estoy hablando contigo!"

Mercal levantó la mano y un momento después, Castiel protestó al sentir que la garganta se le cerraba y dejaba respirar, como si de un humano se tratara, se estaba ahogando. Pero su hermano no apretó, tan sólo lo dejó ahí, incapaz de hablar, de moverse, de hacer cualquier gesto. Tan sólo podía ser un sufrido espectador.

"Espero que no montes ninguno de tus trucos, Mercal, lo único que quiero es llevarme de aquí a mi hermano y a Castiel; ni siquiera me interesa matarte."

El revolver de Dean todavía apuntaba a Mercal, a la menor oportunidad dispararía, pero eso también significaba que un montón de demonios enfurecidos se lanzarían contra él y contra Sam.

Todavía no estaba del todo recuperado del todo, su pierna todavía no estaba bien y tratar de escapar de todos esos demonios, sería un completo suicidio. Por eso tenía que hacer las cosas bien y conseguir sacar a Castiel y a su hermano de allí sin montar un gran escándola.

""¿Y que gano yo con eso?"

"Vivir. Te dejaré vivir, nos marcharemos y jamás nos volverás a ver."

"No me parece que sea una gran compensación por lo que me haces perder. Pretendo ser el dueño de todo, el cielo, el infierno y este maldito mundo. ¿Crees que con dejarme vivir voy a tener bastante?"

"Pues espero que así sea porque no voy a darte nada más."

Dean era un buen jugador de poker, casi nunca se veía en sus ojos si mentía, los faroles que lanzaba los dejaba caer como si nada, como si o tuvieran importancia y cuando miraba de aquella forma, tan seguro de si mismo, por muy complicada que fuera la situación, hacía que todos los de alrededor, temieran lo que Dean era o no era capaz de hacer.

Mercal también dudó. Era cierto que el cazador podría matarle, incluso había oído muchas cosas sobre él. Para muchos de los demonios con los que se había encontrado, Dean era considerado un auténtico kamikaze, al que no le importaba morir en una batalla, con tal de que otros estuvieran a salvo.

Eso podía convertirlo en un enemigo muy peligroso, al que no se podía subestimar.

"Te llevarás a Sam, pero Castiel se quedará aquí porque debe ser castigado."

Sam clavó los ojos en su hermano. No podían dejarle allí, no después de todo lo que había hecho por ellos. Dean tardó unos segundasen devolverle la mirada, pero cuando lo hizo, Sam vio la desesperación en sus ojos, nadie lo conocía mejor que Sam; por lo que el menor de los hermanos no necesitó escucharle decir ninguna palabra para saber que no tenía ningún plan preparado para aquello.

"¿Qué me dices Dean? ¿No es a tu hermano a quien verdaderamente has venido a buscar? Casi no conoces a Castiel, quien te dice que no es alguien como yo, que quiere conseguir algo de ti y que solo te está utilizando.

Después de muchos años cazando y luchando contra demonios, sabía que a criatura así, no había que escucharles; al fin y al cabo, Lucifer era un ángel, así que en el caso de Mercal, seguramente tan sólo quería confundirle. Pero en algo tenía razón, Dean quería recuperar a Sam como fuera. Llevaban demasiado tiempo separados, ya había visto lo que ese desgraciado le había hecho a su hermano y quería recuperarlo ya, quitarlo de sus garras cuanto antes.

Miró a Castiel, era cierto que apenas le conocía, pero había algo en sus ojos azules que le hacía confiar. Le había ayudado a encontrar a Sam cuando no era más que un desconocido y por el momento no había hecho nada que le hiciera dudar. Sin embargo, Castiel asintió, como si le estuviera contestando a alguna pregunta que el cazador hubiera hecho.

Dean comprendió, aunque no estaba de acuerdo. Dean estaba convencido que todo el mundo creía que quería sacrificarse, pero no era así, al menos no con todo el mundo, no estaba dispuesto a morir por cualquier persona que se pusiera delante de él o que simplemente se lo pedía. Tan sólo lo haría por su hermano, de la misma forma que llevaba haciéndolo toda su vida, cuidando de Sam evitando que le ocurriera nada malo y si tenía que morir por él, lo haría, claro que lo haría por Sam. De la misma forma, no iba a permitir que Castiel se sacrificara por ellos cuando podían, aunque fuera una posibilidad muy remota, salir con vida los tres.

No estaba seguro si acababa de leerle la mente o tan sólo se había tratado de una intuición, pero Dean creyó oír en su mente las palabras de Castiel diciendo que se marcharan, que no lucharan por él.

"Ese no es el trato que quiero hacer contigo Mercal. He dicho que voy a llevarme a los dos y no me iré de aquí sin ellos."

Castiel dejó caer su cabeza, los Winchester acababan de firmar su sentencia de muerte.

"Es una verdadera lástima, Sam." Mercal hizo un gesto a sus hombres, muchos ángeles, aunque Dean estaba seguro que alguno de ellos era también un demonio y poco a poco comenzaron a rodear a Dean y Sam. "Se que eres un muchacho muy especial, podríamos haber hecho grandes cosas juntas, el mundo, el universo entero hubiera sido nuestro."

"Solo te hubiera dicho que si por proteger a mi hermano, no porque quiera conquistar nada y mucho menos a tu lado."

"Muy bien entonces."

"Sam."

Ninguno de los dos hermanos escuchó lo siguiente que decía Mercal, seguramente sería algo típico de la prepotencia de los ángeles y los demonios, algo que ya habían escuchado muchas veces y de lo que ya estaban cansados de oír una y otra vez. Por eso, Sam se acercó a Dean, lo abrazó con tanta fuerza que incluso le levantó los pies del suelo. le besó con auténtica desesperación como no recordaba haberlo hecho hacía mucho tiempo, hasta casi dejarle sin respiración.