Bueno, lectores, he decidido que editaré la historia para que se vea mejor y ¡no se preocupen, juro que la terminaré!

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi a excepción de los que nunca aparecieron en su historia.


I

Dos meses…dos meses antes de las vacaciones de verano, Kagome había vuelto para jamás regresar a Sengoku. Terminada su travesía en la época de las guerras civiles en Japón y con sus poderes totalmente sellados, Higurashi Kagome, la sacerdotisa que atravesaba las barreras del tiempo dejó atrás a sus más fieles compañeros y al hombre que amaba.

Había perdido su característica sonrisa y ese brillo peculiar en sus ojos, eso todos lo decían, sus amigas preguntaban e intentaban subirle el ánimo, su familia intentaba sacarla adelante y Hojo , como siempre, regalándole cosas para que mejorara, pero no volvió a ser la misma Kagome.

Ahora, empezando su primer año en la preparatoria, Higurashi Kagome, solo decía las palabras necesarias y solo callaba, amigas no tenía y, con respecto a los hombres, ella ni se inmutaba.

―Que tengas un buen primer día, hija―le dijo su madre, le sonreía como siempre.

―Nos vemos a la tarde, mamá―contestó ella, ni una palabra más ni una menos. Salió de la casa con su rostro apagado, sin ánimos.

―Kagome, hija…―suspiró la señora Higurashi. Apretó la ropa sobre su pecho sintiéndose impotente. Todo había cambiado, su niña ya no existía, Sengoku se la había llevado y ella no podía hacer nada.

"No hay manera de volver atrás y evitar todo, ojala jamás hubiera ido a Sengoku, quizá así no me sentiría como me siento ahora… tan vacía. He alejado a todos de mí, así lo quiero, quiero estar sola, porque jamás podré sobrellevar lo que me pasó. Perdí todo porque yo así lo quise, ahora no tengo y no dependo de nadie, solo de mi misma.

Jamás volveré a ser la misma".

―Aquí es―dijo para sí. La preparatoria se erguía frente a ella, tres años pasaría en ella; encerrada en los cuadernos, practicando para la universidad. Su vida era tan aburrida.

Kagome entró al patio de la preparatoria, como muchos lo hacían. Hombres y mujeres iban de un lado a otro y se agrupaban frente a una pizarra de anuncios, allí buscaban sus nombres para saber en qué salón habían quedado. La chica hizo lo mismo, se acercó al grupo con la intención de mirar.

Poco a poco la gente se iba y otra llegaba, cuando Kagome estuvo lo suficientemente cerca comenzó a buscar su nombre entre los papeles pegados en la pizarra.

Primer Año.

Salón B.

Higurashi Kagome.

Leyó.

Un empujón, su cuerpo se movió un poco hacía adelante y luego volvió a su posición, solo que un paso más allá.

―Lo siento, no fue mi intensión―dijeron a su espalda. Ella volteó.

―No se preocupe―contestó. La pelirroja de ojos verdes la miraba sonriente e hizo una reverencia a medias. Kagome abrió un poco los ojos, desconcertada.

― ¿Sucede algo?, ¿tengo algo en la cara? ―preguntó la pelirroja, confundida y alarmada.

―No, sólo me pareciste conocida―contestó escuetamente y luego se hizo a un lado para que la chica pudiera ver los anuncios.

―Gracias―dijo la joven.

―De nada―contestó antes de darse media vuelta para hacerse paso entre el gentío que se acumulaba a su alrededor.

Suspiró, había pensado; por un momento, que esa chica era Ayame, la prometida de Kouga, pero luego se dio cuenta de que no lo era, esa chica tenía el cabello rojo y los ojos verdes, pero era totalmente distinta a Ayame, ella tenía el cabello suelto, largo, y una manera más sencilla y sin apuros para contestar a la gente. Ayame era todo lo contrario. O quizá se trataba…

― ¿Te vas a mover o te quedarás parada en la entrada todo el día sin dejar pasar a nadie? ―preguntaron nuevamente por detrás. Ella giró la cabeza.

―Disculpa―dijo mientras volteaba a ver. Esa chica era alta y de ojos castaños, de piel blanca y cabello negro con un extraño brillo verdoso.

Se movió dentro del salón.

'Que tonta'.

'A la próxima no te quedes pasmada, niña'.

Eran algunos de los comentarios que salían de la boca de las personas que habían estado esperando a que ella avanzara. Poco le importó, después de todo ya no le importaba lo que pudieran pensar de ella, ya se había convertido en una anti-social ¿Qué mas le podía importar?

Se sentó en uno de los puestos de más atrás en el salón, al lado de la ventana y se dedicó a mirar el cielo completamente aburrida.

―Oye… ¿no te molestaría si me siento detrás de ti? ―preguntaron. Y, nuevamente, ella giró el rostro para ver quién era. La pelirroja la miraba sonriente, esperando una respuesta.

―Siéntate, no hay problema―le contestó. La chica sonrió aún más.

―Soy Tani Yuriko―se presentó mientras colgaba su mochila― ¿Tú cómo te llamas?

―Higurashi Kagome―contestó suavemente, mientras fijaba su vista en cualquier otra parte del salón.

―Kagome. Es un bonito nombre―comentó― Significa estrella de cinco puntas ¿no?― Ella la miró.

―Tienes varios significados. También es un juego de niños―contestó sin interés―Por eso no me gusta mi nombre.

―Creo que es bonito―repitió―Además, ese otro significado no importa mucho.

―Para mí sí.

"Un juego, eso era. En el momento en que me di cuenta de que yo solo era el segundo plato, que yo era sólo un juego para él. Jamás llegué a decirle lo que realmente sentía. Que estúpida me siento al recordarlo, es tan ridículo".

―Lo siento―musitó.

Ella no dijo nada.

―Entonces, ¿de dónde eres? ―preguntó, tratando de amenizar la conversación.

―De Nerima―contestó.

―Oh.

―Oye escucha, yo quiero que tú―quiso decir que dejara de hablarle, pero la muchacha pasó por alto esto y la interrumpió.

―Te presentaré a unos amigos ¿te parece?

― ¿Qué?

―Les caerás bien, ellos son de segundo año―seguía sin notar el rostro descolocado de la joven frente a ella―Pero antes iban en la misma secundaria que yo.

―No quiero conocerlos―dijo tajante después de salir de su estado de sorpresa.

―Vamos, en serio que te caerán bien―insistió.

―Apenas te conozco y no pienso conocer a nadie más.

― ¡Oh, vamos!

― ¿Qué a caso no aceptas un no por respuesta?

―En realidad… no.

―Eres desesperante―susurró.

―Después me dirás: Gracias por presentármelos―enfatizó.

Kagome frunció el ceño. Maldito el momento en que dejó que se sentara atrás.

―Kagome, ¿siempre has sido tan cortante? ― preguntó.

―Eso no te importa.

―Eso quiere decir que no―sonrió.

―Como ya dije, no te importa―dijo visiblemente enojada.

―Pero no te enojes―musitó contrariada―Era tan sólo una pregunta.

"Creo que estoy comenzando a actuar como Kikyou. Ahora soy tan lejana, justo como ella. Quien lo diría y eso que yo detestaba su carácter".

― ¿Y?, ¿me dejarás presentarte a unos amigos?

―Ni si quiera te conozco y me vas a presentar a tus amigos―bufó sin mucho ánimo. ¿Es que acaso la chica no iba a parar de insistir?

―No tiene nada de malo conocer gente nueva―comentó.

―Lo tiene… si la gente que conoces termina haciéndote daño―susurró más para sí, pero eso no evitó que la chica sentada tras ella la escuchara.

―La vida no es color de rosa ¿sabes?

―Lo sé.

―Entonces ¿antes te pasó algo para que fueras así?

―Cállate―le dijo y, antes de que Yuriko dijera una palabra más, la campana había tocado. La clase comenzaba.

El salón estaba completamente lleno, no había cupos. En un sector, un grupo de chicas murmuraba cosas mientras miraban a Kagome y luego se reían, la chica estaba segura de que la estaban fastidiando por lo de haberse quedado estática en la entrada.

La profesora, una mujer de aspecto joven, escribía en el pizarrón sin prestar mucha atención a lo que ocurría tras ella. Pronto, la tiza dejó de moverse y ella dio media vuelta, mirando a la clase.

―Mi nombre es Mine Natsumi, seré su profesora jefe durante los próximos tres años y su profesora de Historia―anunció. El murmullo no cesó―Es bueno ver caras conocidas por aquí, pero también veo caras nuevas, así que haremos una pequeña presentación. Así nos conoceremos rápidamente―el salón se convirtió en un hervidero de palabras mientras algunos reían y otros pensaban en qué decir.

―Ella es la madre de uno de mis amigos―le susurró Yuriko desde atrás. Kagome entornó los ojos pensando en qué parte no había sido clara y luego fijó su vista hacía la ventana, emitiendo un ajá como respuesta.

― ¿Algún voluntario? ―preguntó. Rápidamente se alzó una mano―¡Aya, que gusto! ―dijo la profesora―Comienza…―varios chicos le silbaron cuando se levantó de su asiento.

―Es Utsukushii Aya, es insoportable―susurró Yuriko desde atrás. Kagome suspiró, dándose por vencida y fijando la vista hacia la muchacha que se había levantado. Aya, así se llamaba la chica de la puerta.

―Mi nombre es Utsukushii Aya, tengo dieciséis años. Mi padre es el jefe de la compañía de ropa Sky Castel y mi madre es trabajadora social. Me dedico a hacer diseño de vestuario y a salir con mis amigas. Deseo estudiar diseño o teatro. Por ahora no tengo pareja, pero si quieren conocerme pueden hacerlo―sonrió.

―Diseño, entonces ¿qué hace en clase de historia? ―pensó Kagome.

― ¿Algún otro? ―preguntó la sonriente profesora. Nadie contestó― ¿Nadie? Bueno, lo haremos a la antigua―anunció-y tomando la lista buscó al azar un nombre―Higurashi Kagome.

―Lo que me faltaba―se dijo antes de ponerse de pie. Varios se le quedaron viendo y algún que otro le silbó, poniéndola nerviosa. Ella no era de estas cosas.

―Comienza, Higurashi―la instó la profesora.

Kagome suspiró.

―Soy Higurashi Kagome, tengo quince años. Soy la sucesora del Templo Higurashi. No tengo muchos pasatiempos, tal vez ninguno―se sentó rápidamente.

―Oye, eso estuvo mal―Yuriko le tocó el hombro. Ella apretó el lapicero junto al cuaderno que había sacado.

― ¿Qué cosa? ―gruñó suavemente.

―Pues tu presentación. Ya sabes, la primera impresión…

―Hacetiempo que me da lo mismo la primera impresión y lo que piensen de mí―contestó suavemente.

― ¿Higurashi, podrías ser un poco más explícita? ―preguntó la profesora.

―No tengo mucho más que contar―contestó ella con simpleza―No hay nada importante.

La profesora la miraba como diciéndole: Esta niña traerá algunos problemas con su actitud.

―Nose preocupe profesora, es una anti-social. Se nota a leguas―Aya Utsukushii, y algunos otros, rieron.

―Utsukushii, por favor―respondió la susodicha―Bueno, sigamos―anunció―Matsuri Takato.

Kagome se dejó ir a su mundo interno, las voces de sus nuevos compañeros ni los de la profesora no existían, sólo miraba el cielo como si fuera a pasar algo indescriptible o, tal vez, a la misma nada. Parte de ella se preguntó si su vida seguiría tan monótona como ahora.

―Kagome…―la llamaron.

― ¿Qué?

―Ven, ya han tocado―Yuriko estaba junto a ella, la miraba ansiosa.

― ¿A dónde?

― ¿Cómo que a dónde? ―dijo ella, frunciendo el ceño―Voy a presentarte a unos amigos.

―ya te dije que no, Tani―contestó―pienso quedarme aquí.

― ¡No seas aburrida, vamos! ―le dijo mientras jalaba de ella para que se levantara del asiento.

― ¿Sólo así me dejarás de molestar? ―preguntó.

―Sí.

―Ya…―suspiró―Voy contigo

Yuriko sonrió más amplio sabiendo que le había ganado, la jaló fuertemente para que se levantara de una vez y la llevó, prácticamente a rastras, hasta el patio.

―Te van a caer muy bien―le decía―ellos son geniales.

―Ajá―contestó ella.

Se detuvieron un instante, Yuriko miró de un lado para otro, al parecer, buscándolos.

― ¡Ahí están! ―exclamó sorpresivamente y luego volvió a jalarla de brazo para ir hasta un pequeño grupo de chicos― ¡Hey! ―saludó mientras con su mano libre les hacía señas.

Ellos voltearon a ver y sonrieron. Eran dos hombres y una mujer.

― ¡Hola Yuriko! ―exclamó la chica cuyo cabello era castaño y sus ojos violetas.

― ¿Qué tal? ―saludó el chico de cabello negro y ojos azules oscuro.

―Hola―saludó simplemente el otro, su cabello era castaño tan oscuro que parecía casi negro y sus ojos eran del mismo color.

Yuriko se paró en seco frente a ellos y Kagome se detuvo también.

― ¿Quién te acompaña? ―preguntó el de ojos azules.

―Es una amiga―respondió animada―Higurashi Kagome―la presentó rápidamente.

Kagome, quien hasta entonces no había mirado detenidamente al grupo, se espantó. ¿Por qué las miradas de ese trío les recordaban a sus amigos? Sintió un extraño vacío en su estomago al imaginar la cara de aquellos a los que quiso.

―Kagome…―Ella reaccionó―Kagome, ellos son Shinju, Zen y Taka―le dijo señalando a los tres. Shinju era la chica. Zen era el pelinegro. Taka era el chico que se cruzaba de brazos en esos momentos.

Kagome palideció aún más. Sus manos temblaron.

―Inuyasha…―susurró. La pose le daba escalofríos.

― ¿Dijiste algo? ―preguntó Yuriko, extrañada.

―No, nada―le contestó al darse cuenta de que estaba empezando a preocupar a la pelirroja.

―Esun gusto conocerte, Higurashi―dijo Shinju amistosamente.

―Gracias…―dijo ella. En esos momentos se sentía tan insegura.

―Usted es una señorita muy bonita ¿sabía? ―instantáneamente las manos de Kagome fueron tomadas por el pelinegro.

― ¿Qué cosa? ―su mente recordó a Miroku y sus mañas.

― ¡Hey, Zen, suéltala! ―exclamó Shinju, el chico rápidamente la soltó―Disculpa, Nori siempre hace lo mismo, empieza amistosamente y luego sus mañas afloran―le dijo algo molesta― ¿No te asustaste, verdad? Es que estás algo pálida

―No, yo estoy bien―contestó suavemente y dio un paso atrás por inercia―Yo debo irme, fue un gusto conocerlos―dijo repentinamente. Zen y Shinju la miraron extrañados y abrieron la boca para decir algo, pero de ellas no salió nada.

―Pero Kagome―reclamó Yuriko.

―En serio, tengo que irme―fue lo que le dijo y acto seguido dio media vuelta y salió huyendo como si se tratara de una criminal.

― ¿Qué sucedió? ―comentó Shinju, preocupada por la reacción de la muchacha aquella― ¿Se habrá sentido mal?

―No lo creo―fue lo que contestó la de cabellos de fuego―Ella estaba bien hace unos momentos, lo juro.

―Déjenla, que arregle sus cosas solita―Taka seguía cruzado de brazos sin tomarle mayor importancia al asunto.

―Taka, no seas así―le reprochó la castaña.

― ¡Keh!

― ¡Ay, amigo, pero que falta de tacto! ―suspiró.

― ¡Déjame en paz, Zen!

Cerró la puerta de un sólo golpe y se sentó debajo de la ducha, llorosa. Acto seguido, llevó sus rodillas bajo su mentó y dejó escapar un par de sollozos.

"Han pasado cuatro meses ¿Y todavía no puedo superarlo?, ¿Por qué sus miradas me recuerdan a las de ellos? Se suponía que no debía pensar en ellos, ya suficiente he pasado. No es justo que pase esto.

Vamos Kagome, tienes que superarlo".

¿A quién quería engañar?, no tenía la fuerza suficiente para seguir, por eso se había convertido en lo que era ahora. Una ostra. Aquella que se cierran al mundo y que no comparten nada con nadie.

Escuchó la campana sonar, pero ella no se movió, su intención era quedarse el resto del día encerrada en una ducha, agregando otro minuto más a su lista de minutos en los que se lamenta.

Yuriko seguía mirando hacia delante, hacia el puesto vacío donde se sentaba Kagome. Se estaba preocupando, ¿Dónde se había metido la chica?

Tocaron la campana para salir, el primer día había terminado. Mientras todos los demás salían, ella se mantuvo pensativa, sentada y con la vista en frente sin prestar la mas mínima atención a lo que sucedía a su alrededor. Ella no había vuelto a clases en lo que quedó de día y su mochila, seguramente, seguiría colgada en su asiento.

―Yuriko, vamos al WcDonalls―comentó Shinju quien la miraba desde la puerta del salón con una sonrisa― ¿Vienes?

―Sí―contestó suavemente.

― ¿A alguien se le quedaron las cosas? ―preguntó Zen con la vista fija en la mochila de Kagome.

―Es de Kagome, ella no volvió―contestó―No tengo idea de dónde se habrá metido.

―Laverdad es que esa chica es muy extraña―comentó Taka.

― ¿A qué te refieres con eso, Mine? ―preguntó Yuriko mientras fruncía el ceño.

―No lo sé―se burló―¿Será por su forma de actuar? ―preguntó irónico.

Kagome dejó de respirar por un momento al llegar a la entrada del salón y verlos en frente de ella, pero, luego de decirse unas palabras de apoyo psicológico, se calmó y sin decir nada caminó hasta su puesto.

― ¡Kagome! ―exclamó Yuriko― ¿Dónde te habías metido?, ¿pasó algo malo?

―No hay nada que contar―fue lo que ella respondió.

Salió del salón sabiendo que ellos la seguían mirando, se estremeció al pensarlo. No quería tenerlos cerca, la hacían sentir mal.

Pediría una transferencia, no quería permanecer allí. No con ellos recordándole a sus amigos de antaño.

Ella paró en seco a los pies de la escalera del Templo Higurashi y apretó los puños.

― ¡¿Hasta cuando me vas a seguir?! ―dijo volteándose bruscamente― ¡Tú y tu maldita moto han estado detrás de mí todo el camino!

Paró la moto frente a ella y se quitó el casco para dejarlo sobre el manubrio.

― ¡¿Por qué me sigues?! ―preguntó molesta.

―Ellos me pidieron que te buscara―contestó con simpleza, haciéndose el desentendido. Taka miró hacía otra dirección, aburrido―Soy el único con vehículo―agregó luego.

―Claro―contestó molesta―Ya me buscaste, me encontraste y ahora… ¡me dejas tranquila y te vas por donde viniste!

―Oye, tranquila―dijo él mientras ponía sus manos frente a él como barrera―No es para que te enojes ¿sabes? ―él se dio vuelta y rebuscó algo colgado en el otro extremo del manubrio y luego se lo lanzó a la chica. Era un casco.

― ¿Para qué me lo pasas? ―preguntó mientras lo extendía a su dueño.

―Vendrás con nosotros al WcDonalls―le informó y no era una sugerencia, era una orden.

― ¡¿Estás loco?! ―dijo ella― ¡Yo no pienso ir con ustedes a ninguna parte! ―exclamó. Lanzó de vuelta el casco y luego se giró con la intención de subir las escaleras.

―Vas a venir ¿escuchaste? ―le dijo en un tono sombrío. Acto seguido, sintió como él le tomaba el brazo y la hacía retroceder con fuerza, chocando contra el pecho de él.

― ¡No tengo por qué ir a…!―Kagome dejó de hablar, el arranque de furia que la estaba dominando desapareció tan rápido como había aparecido. Lo estaba mirando a los ojos. Su mirada… esa mirada―Inuyasha―susurró ella. Los ojos dorados de él aparecían en su mente cuando miraba a Taka ¿Por qué?, no podía estar pasando esto. Taka alzó una ceja.

―Lamento informarte que yo no soy el tal Inuyasha―se burló, el tono de su voz hizo que ella se despertara de ese pequeño ensueño.

Ella hizo ademán de hablar, pero de ella sólo escapó un suspiro de frustración.

―En serio, no quiero ir―le dijo más tranquila.

―No te vamos a comer―contestó de la misma forma.

―Ni siquiera los conozco y no quiero conocer a nadie―reclamó, desvió la mirada sabiendo que en esos momentos lo único que quería era llorar.

― ¿A qué le temes tanto? ―le dijo certero.

― ¡Eso no te importa! ―exclamó. Al instante, ella se alejó de él subiendo un escalón.

―Y volvemos a la defensiva ¿no?

―Mira, no quiero ir con ustedes así que deja de hostigarme―bajó el tono de voz. Sabía que si seguía así no llegaría a ninguna parte.

― ¿Por qué? ―preguntó y sonrió altivo― ¿Tienes miedo o qué? ―Kagome palideció al instante y sus mejillas enrojecieron, pero no por los nervios sino por furia―No me digas que eres cobarde―siguió, sabiendo que sus palabras estaban causando efectos en la chica que tenía al frente.

― ¿Cobarde? ―dijo mientras sus puños temblaban― ¡Mira niño, no tengo por qué aguantarte así que lárgate o te juro que…!―tenía unas ganas de estrangularlo, de tirarle una flecha, de amordazarlo y tirarlo en la bahía. Sí, eso quería hacer.

― ¿Jurarme qué? ―le preguntó ante el repentino mutismo de ella― Vamos, dilo.

Tan solo verlo ahí parado, con esa sonrisa de superioridad y con la mirada puesta en ella, ansioso, la hacía estremecer.

―Eres insoportable―le dijo por lo bajo.

―Sabía que no te atreverías a seguir.

― ¡¿Y tú qué sabes?!

―Vamos, no cuesta nada―contestó eludiendo la pregunta.

― ¿No me dejarás en paz aunque entre a mi casa? ―le dijo sin mucha paciencia.

―No―contestó―Yuriko me pidió que te llevara, sino no estaría aquí-agregó.

―Tani. No puedo creerlo―dijo para sí― Está bien, pero será la única vez que vaya con ustedes.

―Eso lo veremos―contestó. Ella alzó una ceja.

―Sí, claro―contestó de mal humor y se dio vuelta.

―Toma―el castaño le ofreció el casco extra que tenía. Ella lo miró y luego lo tomó, poniéndoselo.

Él montó en la moto y se puso su propio casco.

―Sube y sujétate fuerte―le dijo, ella simplemente hizo lo que le pedía, se sentó tras él y lo abrazó por detrás para afirmarse. Seguramente la falda se le iba a volar durante el trayecto, sería vergonzoso.

"Lo que me faltaba. Vaya suerte la mía".

La moto arrancó rápido, ella cerró los ojos y se aferró mas a él, nunca se había subido a una máquina como aquella y, sinceramente, la sensación que le producía andar en ella no le gustaba. ¿Y qué pasaría si chocaban? No quería ni pensarlo.

"¡Oh, Dios que no pase nada!"

Rogaba una y otra vez que nada malo pasara en el trayecto. Definitivamente, le aterraban las motos.

Continuará…


¡Hola, el primer capítulo está editado, ojala quede bien!

Aquí les dejo la ficha de los personajes XP, como siempre.

Kagome: Ustedes ya la conocen, la chica que viajaba a través del tiempo. En ésta historia conoceremos otra faceta de ella después de haber regresado de Sengoku dejando a sus compañeros atrás. Los motivos y lo que sucedió lo sabrán más adelante.

Taka Mine: "Taka" significa "Halcón u Honorable" y "Mine" significa "Un resuelto protector". Ya verán, ya verán de él no quiero comentar nada, creo que su forma de ser a quedado un poco clara en este capítulo.

Yuriko Tani: "Yuriko" significa "La niña del Lirio" y "Tani", que es su apellido, significa "Valle". Ella es compañera de Kagome y como ya se habrán dado cuenta… es demasiado alegre y habladora.

Shinju Yasu: "Shinju" significa "Perla" y "Yasu" significa "Serena". El apellido… pues no se me ocurrió otro así que le puse ese. Ella es más tranquila con las cosas, pero también tiene su carácter.

Zen Nori: "Zen" significa "Religioso" y "Nori" significa "Doctrina". Las advertencias lo dicen todo ¿no creen?, si es algo raro…cuando quiere, más detalles adelante.

Aya Utsukushii: "Aya" significa "Tejer seda" y Utsukushii significa "Hermosa". Pues verán…si es la típica popular que pasa a llevar a todas las otras chicas. Detesto a esa clase de gente.

Natsumi Mine: "Natsumi" significa "Bonito Verano", el apellido ya lo saben, para que volver a decirlo.

No tengo mucho más que decir, sólo que dejen reviews para comentar y que espero que hayan disfrutado el primer capítulo.