100. Araña

Personajes: Atena

Advertencias: Lo siento, pero este tenía que ser así XD

Cuenta el mito que cuando Pallas Atena descubrió que había una mujer que la superaba a la hora de hacer los tejidos, ella entró en cólera y la convirtió en araña. Fue tal el impacto que ese hecho causó en ella, que la misma Atena, durante la primer era de su santuario, creó una armadura para honrar a aquella mujer: Arachné.

Esa noche, Atena estaba recostada en su cama detrás de la cámara del Patriarca. Había pasado el día meditando, pensando en la estrategia a seguir antes de comenzar la reconstrucción del Santuario. Era la hora, se decía, y ya que podía, usaría el dinero Kido para darles una vida diferente, un tanto más cómoda pensaba ella, a aquellos que la habían servido fielmente.

De repente, la diosa se levantó al escuchar un ruido en un rincón de la habitación. No era nada raro que sus santos se le metieran al cuarto, se rió al recordar a Milo, pero tampoco era prudente y ésta vez estaba dispuesta a hacérselo saber, y vaya si el Escorpión iba a recibir su buena reprimenda si se había atrevido de nuevo.

La araña, una de esas grandes que te encuentras en las casas viejas en algunas partes del mundo, salió caminando airosa hacia donde la diosa se encontraba de pie. Un gigante se dijo, ahora tendría que esquivarlo para que no le pasara nada a ella, ni a sus niños que los llevaba en el lomo. Giró los ojos al ver los enormes dedos en frente de ella y luego los movió buscando la mejor manera de salir de ahí sin que le pasara el más mínimo daño.

¡Atena gritó como loca! Deberían haberla visto. ¡El engendro más enorme del mundo, el bicho más espeluznante estaba en su cámara! ¿Podrían imaginárselo?

El primero en llegar fue Milo que tan sólo necesito percibir el cosmos alterado de la diosa para correr en su auxilio. La vio encima de su cama, sus manos agarraban los bordes de su falda levantándola como para cerciorarse que la araña no se le subiría.

—¿Mi Señora? Preguntó él preocupado.

—¡¡Sácala, Milo!! ¡¡Es enorme!! La chica señalaba a la pobre araña que aún no encontraba cómo salir de ese lugar sin que alguien la aplastara.

Milo vio al animalito y tuvo que tragarse una carcajada. Esa pequeña araña no le haría daño a Atena, ni siquiera podría llamársele tarántula. El escorpión siendo un arácnido él mismo, se acercó a la "arañita" y la sacó del lugar, mientras otros santos llegaban y auxiliaban a Atena que estaba a punto de desmayarse.

—La venganza es dulce, ¿no? Dijo Milo con sorna mientras ponía a la araña con cuidado entre los matorrales cerca de la cámara de Atena, para que pudiera irse tranquila con sus hijos. Luego, regresó donde la diosa y le aseguró que ya no había ningún peligro. Atena le miró casi al punto de desmayarse mientras él volvía a decirle que ya todo había pasado.

Aioria miró a Milo con ganas de saber qué había pasado, a lo que el alacrán le respondió que luego le contaba. Esa sí que era una historia de Atena digna de contar.

Ariadne, Octubre 17 de 2008