Al fin terminó, primero que todo muchas gracias por seguir la historia, estoy muy contenta por su aceptación, por si no se han dado cuenta ya comencé una nueva historia "Frutos de Tempestad" también es un RyoSaku, pero un mundo alterno, los invito a leerla.

Ok. ahora comiencen a leer la última parte de esta linda historia...


EPILOGO

El cielo azul permitía ser cubierto, temporalmente, por las esponjosas nubes otoñales, estación que recién comenzaba a estar presente en la ciudad. Por tanto, poco a poco los verdosos árboles se teñían levemente de tonos cálidos, entregando un toque sutil de romanticismo a la capital.

El tiempo transcurría normalmente, no obstante, en la residencia Echizen-Ryusaki parecía que las horas eran escasas, desde muy temprano se podía apreciar la siempre ruidosa familia, pero que por ser hoy un día muy especial, el desorden era aun mayor, que decir de la bulla que se oía en cada rincón. Así es, hoy se celebraba un gran evento, no precisamente en esta casa, pero los principales involucrados moraban permanentemente en este lugar.

El gran festejo a realizar dentro de pocas horas, era el décimo aniversario de matrimonio entre Ryoma y Sakuno, que se llevaría a cabo en el templo de los Echizen, en donde participarían sus familiares y amigos más cercanos. Se podría decir, que sería una íntima reunión, sino fuera por que todos los antiguos jugadores de Seigaku estaban invitados, además de sus respectivas familias, por tanto, se podría transformar en todo un evento.

Previo a todo esto, los Echizen se alistaban en su querido hogar, un hombre adulto golpea suavemente la puerta…

- Pase… – se escuchó decir en el cuarto.

Yue…ya estás listo – la ronca voz de Ryoma se dejaba oír.

- Sí…papá…que quieres – decía el aludido.

- Tendrás que hacerte cargo de todo…pronto vendrá Ryoga a buscarlos – con autoridad emitía Ryoma.

- Qué…Queeeeeeeeee…. – un poco enfadado por la orden – pero por que yo…que lo haga Ranko.

- Por que yo lo digo…y punto – sin dejar tregua a reclamo.

Mientras de manera tranquila se veía a un adulto Ryoma abandonar el cuarto de su hijo, asimismo, se observaba a un enojado adolescente por tan autoritaria orden. Aun cuando esto lo molestaba, obedecía a regañadientes, de alguna forma le agradaba ser tratado como si fuese un adulto, pero no en estos casos.

Es cierto, ya no era el niño travieso de antaño, ahora era un guapo joven, que hace escasos meses había cumplido 16 años, casi la altura de su padre y un poco más delgado, atlético pero no como un adulto. Su cabello era castaño, levemente desordenado, con unos ojos carmesí, dignos de su madre.

Aunque continuaba practicando tenis, no era su objetivo convertirse en profesional, sino ser un estupendo doctor, al igual que su mentor Tezuka, quien solía ayudarlo en sus labores escolares. Con el tiempo, su padre tuvo que acostumbrarse a la idea que Yue, le gustará tanto compartir su tiempo con su antiguo capitán, pues como una vez él mismo le dijo: "si realmente quieres a Sakuno…tendrás que aceptar mi presencia…ya que no pienso salir de sus vidas, no después de estar con ellos desde el principio..." . Así sucedió, después de todo él estaba con Sakuno, y era preferible no guardar rencores pasados, además, aún le tenía un gran respeto a su ex - capitán.

Al joven Yue, no le quedo de otra que obedecer lo que se le había ordenado, pues enfrentarse a su padre no era muy divertido, además, hoy era un día especial, y tampoco quería decepcionar a su madre. Saliendo de su cuarto, camino hacia el frente, ya que allí estaba la habitación de Ranko, que aun conservaba el distintivo en la puerta con su nombre, con una leve advertencia: "Sino golpeas, yo te golpeo".

Claramente, este mensaje iba dirigido a su hermano mellizo, no obstante, el apuntado jamás se daba por entendido, ya que uno de sus pasatiempos era fastidiar a Ranko, una especie de venganza por cuando era ella quien lo molestaba a él, principalmente, cuando deseaba seguir durmiendo. Así que, sin siquiera intentarlo entro de sopetón al cuarto, provocando un grito de la chica, además de recibir por respuesta una almohada.

- Auch…histérica deja de lanzar cosas…podrías ser mas femenina – con tono burlesco para molestar aun más a su hermana.

- Que no sabes golpear…– una molesta chica – no vez que me estaba vistiendo.- Y…hasta donde yo veo – mirándola de pie a cabeza – no hay nada interesante – negando con su cabeza – no se para que te esfuerzas tanto…ni con cirugía te verías mejor – un tono sarcástico, aprendido con los maestros de su tío y abuelo.

Su personalidad era muy similar a Ryoga, alegre y divertida, aunque algunas veces solía ser tan serio como su padre, obviando su poca delicadeza con las mujeres, él era todo un caballero, pero no un pervertido como su abuelo.

- Eres un grosero – gritaba indignada su hermana – a que viniste.

- Te aviso…el tío Ryoga nos buscará en 5 minutos – burlándose de Ranko, que sabía que ese tiempo era muy poco para arreglarse.

- Qué…pero a un no estoy lista…por que no me avisaste antes – empezando a dar vueltas de un lugar a otro, buscando entre la inmensa cantidad de ropa que poseía, algo de su agrado para ponerse.

- Jajajaja…ya te dije…no tienes arreglo…no gastes energía en vano…nadie te va ha mirar… - disfrutando al máximo cada palabra.

- Cállate…tú que sabes – mirándolo desafiante, sabía que Yue agarraría el anzuelo.

- Ahhh…a que te refieres…no habrás invitado ha alguien – la miraba detenidamente – o sí…sabes que mi papá no lo permitiría.

- Jajaja…pero mi mamá me dejó…además, se que tú invitaste a Karin – logrando sonrojar a su hermano.

- Eso es distinto…le diré a mi papá…

- Así…les arruinaras la celebración – sabía que había ganado, pues ninguno provocaría una pelea innecesaria entre sus progenitores.

- Por supuesto que no…pero ni creas que no te estaré vigilando – con una voz que solo un Echizen usaría.

Una usual platica entre hermanos, al igual que Ryoma, Yue era muy celoso con su hermana, así que se encargaba de cuidarla, según él, de todos los pervertidos que se le acercaban, ya que de acuerdo a su abuelo, todos los hombres eran así. Desgraciadamente para Ranko, tanto su hermano como su padre, eran demasiado, si hasta exagerado, sobreprotectores, no permitiéndole conservar a ningún novio.

La intrépida Ranko, se había transformado en una hermosa jovencita de cabellos azabaches, dejando que sus finas hebras colgaran hasta la cintura, con unos impresionantes ojos ámbares, que dejaban boquiabiertos a cuanto hombres se le cruzaba, además, de una fina y delgada figura, propias de su madre, todo un dolor de cabeza para Yue y Ryoma.

A diferencia de su hermano, su gran sueño era convertirse el la mejor tenista femenina del mundo, aunque su principal motivación, era alejarse de sus guardaespaldas, no es que no los quisiera, pero si continuaban así, de seguro terminaría siendo una vieja solterona, ya que ningún prospecto era adecuado para ella. Sin embargo, esto era algo que mantenía en reserva.

Como capitana del equipo femenino, era muy codiciada entre sus compañeros, pues era toda una belleza, no obstante, no había nadie tan valiente como para desafiar a Yue, y osara convertirse en su novio, aunque más de alguna vez se las ingenio para obtener una cita, que no superaba las dos semanas, ya que una vez su hermano lo descubría, la relación terminaba, principalmente, después de unos hechos memorables.

0o0o0o0o0o0o Flash Back o0o0o0o0o

Los entonces quinceañeros mellizos, venían recién ingresando a preparatoria, por tanto, como novatos llamaban la atención, ambos entraron a distinto clubes. Poco tiempo después, debido a sus increíbles habilidades Ranko se gano el puesto de capitana, en cambio, su hermano ingresaba al club de ciencias, ya que su deseo era profundizar sus estudios, logrando ser algo así como un ratón de biblioteca, claro sin dejar el tenis, pero lo practicaba en el centro de deportes de Inu.

Debido a que nadie conocía muy bien quienes eran, muchos se atrevieron a conquistar a Ranko, quienes no esperaban que Yue intentara impedírselos, además, que hasta ese entonces no destacaba más que por sus estudios, siendo infravalorados por todos, situación que no le molestaba en lo más mínimo.

Hasta que llego el día en que todos cambiarían su pensar de Yue, una tarde cualquiera de entrenamiento, cuando ya terminaban las prácticas, Ranko se hallaba hablando con el capitán de tenis, hasta que Yue los interrumpió.

- Que hacen ustedes – con cierto fastidio, pues sabía las intenciones del capitán.

- Nada que te importe Echizen – muy seguro de si mismo.

- Yue…no empieces…solo hablamos – un poco nerviosa, a ella si le interesaba ese chico, pero si su hermano se inmiscuía, seguro nunca la invitarían a salir.

- Ranko…ya nos vamos – jalando a su hermana.

- Espera…que crees que haces – le decía el chico – quiero invitarla a que salga conmigo – un toque de arrogancia que no intimido a Yue, si era por ser arrogante, conocía a muchos superiores a él.

- Bueno…si es eso…entonces no…tú no eres digno de ella…

- Qué…soy yo quien decide…no tú – pero al ver los ojos de Yue dudó, fue como ver a su padre.

- Digno…soy el capitán del equipo de tenis…quien más digno que yo – lo retaba el chico. Por cada segundo que pasaba, los curiosos se comenzaban a reunir.

- Jajaja…está bien…juguemos un partido…si ganas no los molesto más…- la misma sonrisa desafiante de Ryoma.

- No…yo no quiero – decía Ranko.

- No te preocupes…yo me encargaré de callarlo – guiñándole el ojo.

- Por favor…no tienes que jugar…Yue…escúchame... – hasta ese entonces Ranko era la única que sabía que su hermano jugaba tenis.

- Ranko-san…ya te dije…le ganaré – con toda seguridad le decía.

- Deberías escucharla…ella sabe que perderás – su mirada carmesí lo intimidaba de cierta forma, pero no dudaba que le ganaría – bueno pero los tontos ni hablando entienden…juguemos – dirigiéndose a la cancha.

- Pero que hace…a caso es suicida… - decía uno de los del equipo.

- Nadie le ha ganado al capitán… - confirmaba otro

- Ese ratón de laboratorio es un tonto…el capitán lo hará picadillo.

El partido dio inicio, así tan rápido como comenzó terminó, dejando a todos atónitos con el resultado, jamás nadie se habría imaginado, que el brillante capitán de tenis, perdería de manera tan apabullante ante un don nadie, pero más fue su asombro por el resultado, un 6-0 rotundo. Desde ese entonces, todos comenzaron a respetar a Yue, sobretodo luego de averiguar que ambos eran hijos del indiscutido príncipe del tenis, o sea nada que hacer.

0o0o0o0o0o0o Fin Flash Back o0o0o0o0o

- Solo apúrate...intento de mujer – bufaba su hermano.

- Por que no te vas...adefesio masculino – con una voz similar a su hermano.

- Hermanita...ayuda – saltaba sobre ella un pequeño niño.

- Que pasa Kota – dulcemente se dirigía al menor.

- Abrochar zapato – la miraba con pesar, pues su problema era grande – Kotaro no puede – mientras señalaba su gran dilema con los cordones.

- No te preocupes.

- Oye enano...deberías aprender solito – lo molestaba Yue.

- Cállate...yo no enano...hermanita...mira – apuntado incriminatoriamente a su hermano mayor.

- Yue, no lo moleste...por que no te vas – a su vez su pequeño hermano se aferraba a las piernas de ella, mirando burlonamente a Yue.

- Eres un enano pervertido – iba a jalarlo, pero Ranko se lo impidió.

Un nuevo miembro de la familia, este es Kotaro, el menor de los Echizen, quien contaba con solo cuatro años, si se pensaba que Ranko y Yue eran traviesos, aquel niño los había dejado chicos. De todos, era el que mas se parecía, tanto física como sicológicamente, a su abuelo Nanjiro, era más despierto que ninguno, logrando sacar canas verdes a su progenitor.

- Ya déjalo Yue...yo me encargo de él – tomando en brazos a su, no tan inocente, hermanito.

Prefirió no continuar peleando, ese enano como él lo llamaba, siempre se salía con la suya, sobretodo cuando estaba frente a su madre y hermana, ya que con ellas, Kotaro se comportaba como un dulce angelito, librándose de las reprimendas de él y, principalmente, de su padre.

Así prosiguió por el pasillo, al doblar a un costado había una puerta, pero esta vez golpeo educadamente antes de entrar. Al recibir aceptación, decidió abrir.

- Ya estás lista – con un tono amable preguntaba a una chica que se hallaba en el interior.

- Sí...ya no vamos – interrogaba la niña.

- Pero no te vas a cambiar – preguntaba dudoso, pues su hermana estaba vestida como para ir a un evento deportivo, cosa habitual en ella – y lo que te regalo la abuela.

- Ahh...si te refieres a ese horripilante vestido rosa – apuntando a una silla – jamás en mi vida saldría de esta casa con eso puesto – indignada como si el solo hecho de preguntarle hubiese sido el peor de los insultos.

- Bueno...pero no es tan horrible...te verías...– tratando de parecer convincente – diferente – con cierta interrogante.

- ¿Diferente?...que estas demente... – lo miró desafiante, pero luego se volteo – lo que digas...de todos modos no me lo pondré.

- Ok...Koko...pero si estás lista...baja tus cosas – volviendo al tono amable.

Kokoro Echizen, es una niña de 8 años, de cabellara corta color castaño, sus ojos eran carmesí con forma gatuna, el único rasgo característico de sus padres. Si hablamos de parecidos entre familiares, Kokoro era la más diferente a todos ellos, era casi de un universo alterno, sino fuera por que Sakuno y Ryoma estaban seguros que era la misma que vieron en el parto, pensarían que se la habían cambiado, aunque en circunstancias específicas sus genes Echizen sobresalían.

Sin embargo, ella era la luz de Ryoma, por ella dejo de jugar tenis, ya que en el preciso instante que se entero que su Saku estaba embarazada, no dudo en abandonar todo, por estar presente en cada momento de este proceso, que se había perdido con Ranko y Yue, por tanto, no estaba dispuesto a que eso volviera a suceder.

Aquella noticia causó más de un estrago, ya que una vez recibida, sus prioridades cambiaron drásticamente, al punto de renunciar a la final del día siguiente, pues no quería perder más tiempo allí, partiendo en el primer vuelo a Japón que saliera esa noche. Por lo tanto, causando un gran dolor de cabeza en Joe, quien sería el que tendría que dar explicaciones por el desertor.

Así fue el actuar de un orgullo tenista, que ahora se transformaba en un flamante padre, aunque solo su familia podía deleitarse con aquel increíble cambio, pues para el resto del mundo continuaba siendo el arrogante tenista.

Por tanto, la pequeña Kokoro fue la más privilegiada con la variación de Ryoma, aunque ellos pasaron mucho tiempo juntos, no descuido en nada a los mellizos, eran todos un gran equipo o al menos eso era lo que Echizen anhelaba, ya imaginándose jugar dobles con sus hijos. No obstante, eso nunca sucedió, ya que Kokoro no tenía el menor interés en los deportes.

A diferencia de su familia, ella prefería estudiar otras cosas, así como sus hermanos, una de las primeras cosas que aprendieron fue a levantar una raqueta, la pequeña lo primero que hizo fue descubrir los libros, logrando aprender a leer a muy temprana edad, a quien había sacado eso, nadie sabía, pues ni su padre o madre eran muy doctos en los estudios, y que decir de los demás, al menos el único libro que su abuelo tomaba, no eran precisamente muy educativos.

De todas formas, aunque no era lo que Ryoma hubiese deseado, termino motivando más a su hija en esto, así que cuando volvía a jugar tenis, por ende viajar, le traía cuanto libro interesante y extraño encontraba, aumentando considerablemente la colección, ya pronto necesitarían un cuarto para convertirlo en biblioteca. Después de todo, ella era muy importante para él, pues le recordaba mucho a su niñez, solo que en vez de obsesionarse con tenis, ella lo hacía con libros, obteniendo personalidades similares, algo característicos en los Echizen su natural arrogancia.

- Yue... lleva tu mis cosas...no puedo con todo – señalándole una gran maleta.

- Llevarás todo esa ropa...solo estaremos dos semanas – inseguro cuestionaba – creía que Ranko era la exagerada – burlonamente emitía.

- No es ropa...son mis libros – contestaba con toda normalidad – aquí esta mi ropa – mostrando una diminuta mochila.

- Como digas...pero tendrás que ayudarme...yo no podré solo con eso – no valía la pena discutir, era como decirle a Ryoma que no llevara sus raquetas.

Unos momentos después, los hermanos Echizen estaban listo para irse donde sus abuelos, lugar donde se hospedarían mientras sus queridos padres se iban de luna de miel. Hechos muy importantes para ellos, pues cuando se casaron no tuvieron esta oportunidad de viajar solos, ya que Sakuno aun estaba insegura por sus pequeños hijos, no había pasado mucho desde esos lamentables sucesos, así que fue mejor ocupar su tiempo en buscar un hogar donde formarían a su familia.

- Papá nosotros ya nos vamos – le informaba Yue.

- Bueno...con tu madre vamos en unos minutos.

- Mmmm... a caso no están listos... – observando curiosamente a su padre.

- De que va esa cara...Saku ya viene – desviando la mirada, su hijo tenía la capacidad de fastidiarlo tanto como Ryoga.

- Si claro...lo que digas...pero no tarden muchos – esbozando una pícara sonrisa se despide – adiós...ahh...no te demores mucho haciéndole...

- Ni te atrevas a decirlo...ya márchate – entre molesto y avergonzado.

Ambos se llevaban muy bien, pero a veces la personalidad tan parecida a su hermano que tenía Yue, lo desquiciaba, además, que este chico decía cosas que lo descolocaban por completo, con tantas insinuaciones digna de Nanjiro y por supuesto de Ryoga, solo que provenían de su hijo, no pudiendo reaccionar como lo hacía con los otros dos.

Una vez los chicos se fueron, el avergonzado padre fue a buscar a la dueña de todos sus sueños. Entrando en el cuarto, observa como Sakuno se alistaba para la fiesta, aun con una bata que la cubría y gracias a las provocaciones de su hijo, no pudo evitar sonrojarse por sus pensamientos indecorosos, claro era su esposa, pero este no era el momento.

- Te vez hermosa – acercándose seductoramente a su mujer.

- Ryo...es tarde – percatándose claramente de las intenciones de su marido.

- Que importa...nos tendrán que esperar igual – comenzando a besar delicadamente el cuello desnudo de Sakuno.

- Ryo...tengo que vestirme – intentando safarse antes de ser vencida.

- Para qué... – juguetonamente decía.

Sin mucho que hacer, Sakuno siempre era sometida en esta lucha de cordura, ya que cada vez que los labios de Ryoma rozaban su cuerpo, la debilidad caía sobre ella, quedando a merced de su marido, que en ningún caso le molestaba. Así que sin mucha resistencia, su esposo tomo posesión de sus labios, mientras sin reclamo era depositada suavemente en la cama.

Si había una fiesta para celebrar su aniversario ya no se acordaba, mejor era disfrutar de las fervientes caricias de su amado, de las cuales nunca se cansaba de recibir, y lógicamente de entregarlas. Todo sería perfecto, pero siempre hay algo que interrumpe los instantes más intensos, en este caso un inoportuno sonido de teléfono.

- Ryo...el teléfono – tratando de entrar en sí.

- No me interesa – respirando entrecortadamente, pero sin apartar sus labios del cuello de Sakuno.

- Ryoma...puede ser importante – empujando levemente.

- Ya...está bien – un poco molesto por la interrupción – diga – con aquella voz fría.

- Papá... por que respiras extraño – se bufaba Yue.

- Yue...que quieres – tranquilizándose un poco.

- Deja de hacerle cochinadas a mi madre...y ya vénganse – con sarcasmo emitía.

- Cuantas veces te voy a decir que no digas esas cosas.

- Te lo dije tío...mi papá ya se enojo...ahora págame – escuchaba Ryoma al otro lado del teléfono, claro su hermano, que se reía a mares.

La conversación no prosiguió, pues Ryoma corto la llamada, sabía de antemano que era solo para fastidiarlo, siempre era igual cuando Ryoga y Yue se juntaban eran insoportables, sino fuera su hijo ya lo habría despachado ha alguna parte como hacia con su hermano, pero por obvias razones no lo hacia.

De todos modos, estaba dispuesto a continuar lo iniciado con su esposa, así que volteo a buscarla, pero esta ya se había vestido y estaba lista para partir, esperándolo en la puerta con una coqueta sonrisa, ya que sabía que Ryoma estaría desilusionado.

- Nos vamos...amor – le decía Sakuno con todo burlón.

- Ni creas que te escaparas – emitía su esposo seductoramente.

- Es una amenaza – lo estimulaba para provocarlo.

- No...un hecho...tengo dos semanas para demostrártelo – acercándose peligrosamente a su esposa.

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Una vez en la casa de los padres de Echizen, ya todos se hallaban celebrando, la principal atracción de la reunión, era por supuesto la pareja de Ryoma y Sakuno, no obstante, para no perder la costumbre casi todas las conversaciones iban dirigidas al joven tensita, no por que fuera más importantes, sino por que les gustaba fastidiar al tenista, quien era fácilmente provocable.

Los espectadores que más disfrutaban estas charlas eran sus queridos hijos, sobre todo Yue, que ya se las ingeniaría para usar esa información, después de todo el legado de molestar a Ryoma, se había cedido a él, heredado directamente de su abuelo y tío, antecesores de esta actividad.

- Es increíble que se halla casado – decía un gracioso Momo, ante el desprecio de Ryoma.

- Más increíble es que aun este casado – continuaba burlándose Eiji.

- Debe ser por la paciencia de Sakuno – interrumpía Ryoga – no le veo otra explicación...soportar al huraño de mi hermano es toda una proeza.

- Por que lo dicen – un curioso Yue, pues siempre vio el lado amable y cariñoso de su padre, principalmente con ellos.

- Por que cuando estábamos en el colegio...a tu papá lo único que le preocupaba era el tenis – informaba Momo.

- Nos sorprendió mucho que ustedes hallan nacido – graciosamente emitía el pelirrojo.

- A caso mi papá no tenia novias – se inmiscuía Ranko, era muy importante saber, pues podría ser un arma contra su padre.

- Jajaja...a menos que allá tenido cara de raqueta o pelota de tenis...pues sino no veo como – bufaba Momo, mientras los demás se reían.

- Por que no callas y vas a comer Takeshi – ordenaba Ryoma, que no le agradaba mucho el tema.

- Vez ese es el Ryoma que conocemos – confirmaba Momo – así que deberías agradecer a tu santísima madre el haber nacido.

La reunión continuaba entre más y más anécdotas del tenista, todos los amigos de los chicos estaban aquí, a pesar de los años seguían juntándose, siempre buscando una excusa para celebrar algo, además, que aún trabajaban juntos, incluido Ryoma, que una vez se retiro por completo de los torneos, se transformó en instructor de tenis en el centro deportivo de Inu y Fuji, que ya era reconocido mundialmente, sobretodo después que Echizen paso a formar parte de esto, logrando gran publicidad.

Mientras la fiesta avanzaba, Ryoma lograba por fin un momento a solas con su querida esposa, ya estaba ansioso con el viaje, según su parecer no era necesario continuar allí, típico de él nunca fue de su agrado tanta celebración, aunque no podía negar que de todas manera se divertía, pero lo negaría hasta la muerte.

- Saku...ya nos vamos – como si fuera un niño aburrido.

- Ryo...aun tenemos que partir el pastel – abrazándolo con mas fuerza – esperemos un poco más...ya – con su innegable sonrisa.

- Oye Echizen...no seas aguafiestas... – decía su amigo Momo, que escucho claramente las intenciones de su amigo.

- Nadie pidió tu opinión – lo miraba desafiante, pero se resguardaba en los brazos de su esposa.

- Déjalo...Momo – lo reprendía Ann, sabía que su esposo le gustaba fastidiar a Ryoma.

Los Takeshi eran los amigos inseparables de los Echizen, sobretodo gracias a la amistad entre Sakuno y Ann, muchas veces lograron compartir las vacaciones, además que sus hijos eran muy buenos amigos. Así es, Momo ya tenía dos varones de cuatro y nueve años, réplicas exactas de él, que en estos momentos estaban divirtiéndose con su acrobático tío Eiji.

- Eiji...no les des tanta confianza – le advertía Ann, al ver que lo tenían amarrado a una silla, no quería imaginar que sería lo próximo.

- Ehhh...por que...no te preocupes...son solo niños – casi en total inocencia decía, sin imaginar que aquellos pequeños les pudieran hacer alguna travesura mayor.

Por lo visto, Kikumaru seguía siendo el mismo, quizás ese era uno de los motivos por los cuales aún permanecía soltero, aunque el daba claras razones de lo contrario, diciendo que su soltería era muy valiosa como para desecharla sin más, para él todavía no nacía la mujer capaz de casarlo, aunque eso no hubiese evitado que tuviese una linda niña de ocho años, en comparación con su padre ella parecía la adulta.

- Dime Ryoma...donde irán de luna de miel – Oishi entablando conversación.

- Iremos a unas islas en Indonesia – sin dejar de abrazar a Sakuno, como si en cualquier descuido se la fueran a quitar.

- Kawamura – san no recomendó el lugar – informaba Sakuno – él y su señora fueron allí...dicen que es muy lindo.

- Eso me han contado – proseguía Oishi.

En esta ocasión Oishi venía sin compañía, ya que hace un par de meses se había separado, como él decía por razones irreconciliables, aunque aun permanecía en contacto con su ex - esposa, debido a sus hijos, tenía dos niños de 10 y 7 años, pero poco los veía pues se mudaron con su madre a Okinawua.

En cambio, su amigo Kawamura gozaba de felicidad, ya que hace tres años estaba casado, ella al igual que él era una impresionante chef, doble era su satisfacción pues esperaban a su primer hijo, que nacería en un par de meses.

- Mamá...pregunta la abuela si ya trae el champagne – interrumpía la conversación la bella Ranko.

- Si...que sea rápido – interfería atropelladamente Ryoma.

- Amor...se que tienes prisa...pero no seas tan... – solo lo veía con dulzura, pues parecía un niño amurrado por no ser complacido.

- Si...papá...mamá tiene razón compórtate... a veces eres igual que el abuelo – emitía un poco avergonzada.

- Ranko...quien es ese sujeto que te acompaña – con su mirada gélida investigaba, el comentario de su hija le molesto.

- Entonces le diré a la abuela que sí – saliendo presurosa del interrogatorio de su padre.

- Interesante...sigues igual que siempre Ryoma...tan celoso – abriendo sus lindo ojos azules – si quieres saber...yo conozco a ese muchacho.

- Quien es – con una dura voz hablaba.

- Bueno el juega en...

- Fuji-san...su esposa lo esta buscando – no dejando terminar, pues ella en cierta forma estaba velando por los intereses de su hija.

- Saku...ni creas que no me di cuenta – se lo decía en un soplido a su oído, estremeciendo a su esposa – ya verás cuando estemos solos.

- Espero cumplas tus amenazas – coquetamente emitía, con el tiempo se había vuelto más osada, aunque solo mostraba esa actitud con su esposo.

El día comenzaba a menguar, la tenue luz solar daba su retirada, pero aun los invitados disfrutaban la reunión, entre risas y griteríos, pues en ocasiones les daba a todos por hablar al mismo tiempo, además de la bulla incesante de los pequeños de la fiesta, que corrían de un lado a otro atropellando a quien se les cruzaba, bueno había unos no tan pequeños corriendo, llámese Eiji y Momo, aunque este último lo hacia tras sus hijos, que de seguro habían hecho una de sus travesuras.

Mientras el precoz Kotaro, se las arreglaba para ser un perfecto angelito con las mujeres asistentes, pasando de un brazo a otro, siendo la envidia de cualquiera que viera las reales intenciones del pequeño, aunque los únicos que se percataban eran su hermano, padre y abuelo, este último estaba de los más orgulloso, al fin un digno heredero.

- Saku...tu hijo es tan adorable – decía la esposa de Fuji.

- Gracias... – con una orgullosa sonrisa.

- Kotaro...ven para acá – lo llamaba su padre, que ya veía las intenciones de su hijo, demasiado cómodo observando indecorosamente a la mujer.

- No querer...me gusta ella – mirando a la mujer con inocencia.

- Hay que ternura – abrazándolo con mas fuerza, y el pequeño miraba a su padre con una expresión de gane.

- Ryo...no te preocupes yo me encargo de él...además se ve tan cómodo...cierto Kotaro que te portaras bien – lo miraba con dulzura, mientras su hijo reía maliciosamente a su padre.

Obviamente Ryoma no siguió, pues siempre terminaba perdiendo cuando este pequeño se hacia la victima con su madre, solo esbozo una falsa sonrisa, y se dirigió a donde sus amigos.

- Ya supiste Ryoma...lo de Tezuka – le preguntaba Momo.

- Que cosa – mirando dudoso.

- Ay...o'chibi tu nunca te enteras de nada.

- Tezuka se comprometió...se casa en dos meses – informaba animosamente su amigo de toda la vida.

- Felicidades – decía secamente Ryoma, muy de él.

- Gracias – de igual forma emitía Kunimitsu.

Aquellos dos siempre actuaban igual, aunque no existían rencores entre ellos, sus personalidades no les permitía ser más sociables o amables entre sí, situación que todos comprendían, pero que nadie se atrevía a comentar. Después de todo, aun podían ser amigos, pues continuaban juntándose sin problema, incluso había ocasiones en que se les oía platicar amenamente.

- Entonces tendremos que hacer la despedida de solteros – decía inesperadamente Kaoru, quien hasta ese entonces guardaba silencio.

- Ahh...Mamushi viniste – bufaba Momo – mmm...veo que vienes solo – mirando a su alrededor burlescamente.

- A los idiotas no les hablo – mientras bebía un trago.

- A quien le dijiste...

- Es cierto...tenemos que preparar la despedida del capitán – interrumpía Eiji, quien había saltado encima de estos dos.

- No es necesario – secamente emitía el aludido.

- Por supuesto que lo es – intervenía el genio.

- Bueno entonces, nosotros con Kaoru nos encargamos – confirmaba el pelirrojo, el nombrado solo asintió.

Nadie encontró extraño este comportamiento, es verdad que el silencioso y malhumorado Kaoru, se prestaba para esto, puede ser que hace unos años atrás eso hubiese sido algo impensado, pero hoy no, ya que una vez se divorcio, la forma de superarlo fue comenzar a salir de juerga con Eiji, quien mejor que él, para llevarlo a recorrer lugares para solteros que estaban de moda en la ciudad.

- Atención...vamos a comenzar con el brindis – decía formalmente Rinko, la madre de Ryoma.

- Donde esta el tonto de mi hijo – interrumpía Nanjiro, que rápidamente sufrió una reprimenda por su esposa.

- Por favor...Ryoma, hijo...Sakuno, mi querida nuera – los llamaba con cariño, ante las burlas de Nanjiro.

Ambos se acercaron hacia donde eran solicitados, Ryoma con su habitual postura segura, tomaba la mano de su siempre avergonzada esposa, que sentía que sus pies torpemente la tirarían al suelo, no obstante, la seguridad de su marido la tranquilizaba.

- Quiero agradecer...por su presencia – daba inicio el discurso de Rinko, quien se ofreció a esto, pues sabía que si se lo pedía a su marido, terminaría pronunciando cualquier disparate.

Los presentes escuchaban atentamente a las palabras de la suegra, que con cada dicho se emocionaba, mientras tanto, unos ayudantes comenzaron a repartir unas copas con champagne.

Para Rinko, la esposa ideal para su hijo era Sakuno, desde el mismo instante que la conoció la acepto, pues veía en ella, lo que su retoño necesitaba para ser feliz, ya que representaba todo lo opuesto a Ryoma, es decir, tranquilidad, ternura, paciencia, humildad y amor, entre otras cosas, cualidades de las cuales, por lo general, carecen los Echizen.

Debido a esto, fue ella misma quien se ofreció ayudar a Sakuno con los preparativos de la boda, como si fuese su hija, se encargo que toda la celebración estuviese perfecta, desde el vestido hasta la fiesta, haciendo que la tímida chica se sintiera desde un principio parte de la familia, a la cual iba a pertenecer.

Razón por la cual, en un comienzo accedieron a vivir en el templo con ellos, pues querían darse el tiempo suficiente para hallar la casa ideal, a pesar que Ryoma se negaba terminantemente a esto, pues compartir espacio con su padre lo fastidiaba inmensamente, así que lo más lógico, según él era aprovechar el departamento que tenía, pero Sakuno y Rinko se negaron pues no era apto para sus hijos, ya que se ubicaba en una zona céntrica de Tokyo.

Por otro lado, su querida esposa comprendía perfectamente, los motivos por los cuales Rinko los había invitado a su hogar, ya que quería en cierta forma disfrutar todo el tiempo posible con sus nietos, que ella decía que su hijo no le había dejado vivir, no pudiendo negarse por mucho, pues entre su esposa y madre no lo dejarían tranquilo, claro pero tendría que soportar las burlas de su padre y hermano por ceder ante las presiones de las mujeres.

- Hoy celebramos...el décimo aniversario de mi querido hijo – unos débiles sollozos caían – junto a mi adorable hija...pues Sakuno es como una hija para mí – secándose las lagrimas.

- Ya mujer apúrate...tengo hambre – interrumpía Nanjiro, la paciencia no era una de sus virtudes. Iba a continuar molestado, pero una tétrica mirada de su esposa lo detuvo, ante la risa disimulada de los presentes.

Tratando de continuar, a pesar de la impaciencia de su marido que no dudó en acatar la amenaza, pues temía que sus grandes tesoros corrieran peligro. Además, sintió una leve mirada asesina de parte de su hijo, que de seguro se coludirían contra él.

A pesar de las distracciones, el discurso prosiguió sin problemas. Al escuchar a su suegra hablar tan bien de ella, Sakuno sintió deseos de llorar, ya que ella relataba la vida que hasta ese momento habían vivido junto a Ryoma, situación que le causaba una tremenda felicidad, pues años atrás cuando pensó que su felicidad estaba vetada, nunca imaginó que solo había sido pospuesta hasta que volviera a reunirse con su adorado Ryoma.

Al igual que su suegra, la hermosa Sakuno comenzó a llorar levemente, la emoción que la embargaba superó sus límites. Ante estos sucesos, su amado esposo la abrazó cariñosamente por la espalda, dándole un tierno cobijo, que la hacían sentir aun más especial de lo que ya se sentía, además, de las agradables palabras que le otorgaba.

- Saku...te amo – mientras suavemente secaba las gotitas que resbalaban por su rostro.

- Ryo...estoy tan...feliz – acurrucándose en el pecho de su esposo, sin dar la espalda a los invitados.

- Lo sé...yo igual – casi en un susurro, para que solo ella escuchara.

La madre de Ryoma, continuaba hablando de los sucesos de estos últimos años, incluso a veces sobrepasándose en sus comentarios, relatando detalles vergonzosos de la pareja, que se veía fuertemente afectada por estas íntimas revelaciones, pero que nada podían decir, ya que eran observados minuciosamente por los presentes, sintiéndose en segundo intimidados.

En estos precisos momentos la celebrada pareja, deseaba firmemente que alguien interrumpiera a la oradora.

- Brindemos...por los novios – inexplicablemente interrumpía Nanjiro.

- Pero aún no he terminada – se quejaba su esposa.

- Claro que si mujer...ya has dicho suficiente...esto no es una biografía de ellos – burlonamente decía, ante la risa disimulada de los invitados, quienes también se habían percatado del poco tino de la mujer.

Bueno así se dio por concluido el discurso, en vista que Rinko no protesto más, a la señal de Nanjiro todos levantaron sus copas para realizar el brindis de rigor, todos emocionados aplaudieron a la pareja en escena, entre las fotos que Yue se encargaba de tomar.

A pesar de transcurrir diez años, este matrimonio se fortalecía a cada día, nada había sido sencillo como ellos mismo hubiesen pensado, ya que una vez que se comprometieron creyeron inocentemente que todos los problemas eran pasados, que no había nada más que hacer, craso error.

Una vida separados llegaba a su fin, por tanto una completamente opuesta daba inicio, eso es algo que debieron aprender con los años, pues la romántica vida juvenil no era nada comparada con la adulta convivencia de casados, pero tampoco tan terrible como para crear una película de terror, claro eso dependiendo de quien lo mire.

Tuvieron que lidiar con una infinidad de detalles, desde las situaciones cotidianas de pareja hasta la forma de crianza de sus hijos, que por cinco años solo había estado bajo el criterio de Sakuno, pero que ahora deberían compartirse, principalmente para que los mellizos llegaran a respetar a su padre como una persona de autoridad, no solo como un amigo para jugar, situación que ya era un hecho, pues se había ganado el cariño incondicional de ellos, pero algo muy distinto era educarlos.

Aunque no fue fácil, lograron compenetrarse cabalmente, no sin el apoyo discreto, paciente y cariñoso de la madre de Ryoma, quien afablemente aconsejaba a la pareja, de una manera tan sutil que ellos no se sintieran invadidos, pues conocía el carácter de su hijo, sabiendo perfectamente que no le gustaba que se inmiscuyeran en su vida.

Gracias a muchos esfuerzos por parte de ambos, felizmente llegaron a formar la familia que poseen ahora, teniendo un vínculo de confianza y amor imperecedero, que será capaz de cruzar más de alguna tormenta venidera, ya que la vida no es un sendero apacible, sino una escabrosa montaña rusa, eso es lo divertido e impredecible que significa recorrer este camino, vulgarmente llamado VIDA.


Sin nada más que decir, nos vemos en mi otra historia, Chao