Capítulo uno

Alexandra observó desde lejos a la muchedumbre reunida en la casa de Jerry para una pequeña reunión tras el funeral de Evelyn Mercer, la anciana más dulce sobre la faz de la tierra. Evelyn la había adoptado, por así decirlo, cuando ella tenía cuatro años. Ella era en ese entonces una pequeña niña que prácticamente vivía en las calles, su padre era un borracho que no se encargaba de ella y su madre había muerto en el parto, Evelyn la había encontrado en una esquina durante la víspera del día de acción de gracias, exactamente once años atrás, al verla congelándose la invitó a pasar la celebración en su casa junto a sus cuatro hijos, Angel, Jerry, Bobby y el pequeño Jack, sobra decir que desde entonces se quedó a vivir con ellos. Su padre no le importó que se quedara con Evelyn, según sus explícitas palabras, le quitaba un peso de encima, sin embargo no firmó ningún papel de adopción, a pesar de las constantes insistencias de Evelyn por hacer las cosas como era debido, había murmurado entre la borrachera sobre conservar el apellido paterno, un sin sentido absoluto.

Desde aquel entonces sus recuerdos de la vida con los Mercer habían sido los mejores que podía pedir, a pesar de la dudosa ley mediante la cual se regían los cuatro muchachos. Bobby, uno de los mayores, le mostraba a Alex un aprecio que ella jamás había soñado recibir, "mi pequeña princesita" solía llamarla, Ángel, el Casanova era quien la protegía de los chicos, Jerry, el mayor, la aconsejaba como un buen hermano, y Jack… Jack era lo mejor que le había sucedido en la vida, durante toda su niñez apenas se había apartado de ella, eran los mejores amigos en todo el mundo, Sarah lo solía meter en problemas por sus constantes travesuras aún que, claro, él era completamente capaz de meterse en problemas sin su ayuda. Ella lo admiraba, y por él se había integrado al mundo de la música, claro que sus presentaciones no sobrepasaban los bares de mala muerte que le conseguían, a pesar de que tenía una voz prodigiosa, el problema era que se trataba de una adolescente, una niña, y la tomaban poco en serio.

Hacía mucho tiempo que no veía a sus "hermanos", sin embargo nada pudo evitar que viera a su querido Bobby bajando de su auto. Sitió que le temblaba el corazón al ver cómo una solitaria lágrima, casi imperceptible se perdía en su corta barba, ella era de los pocos que sabían que a pesar e su reputación de tipo duro, tenía un gran corazón, y era sumamente tierno con ella. Dio unos temblorosos pasos, se había perdido el funeral de Evelyn y no se lo podía perdonar, pero había estado en el colegio internado al que asistía, y no la habían dejado abandonar el establecimiento hasta que las vacaciones por festividades comenzaran oficialmente.

Tomó aire luchando para que las lágrimas no salieran de sus ojos, no le veía nada malo a llorar por la muerte de Evelyn, pero era una conducta impulsiva, durante sus quince años de vida había aprendido a no llorar en público, le avergonzaba el hecho de que la pudieran considerar débil, vivir en Detroit era duro y no había lugar para los débiles. Llegó a dónde estaba Bobby.

-Bobby… -dijo con voz ahogada.

El hombre la miró y pareció por un segundo que no la reconocía.

-¿Alex? –Mostró una sonrisa triste –Casi no te reconocí, como has crecido pequeño monstruo. Ven dale un abrazo a tu hermano –abrió los brazos y rió.

Alex se refugió en sus brazos mientras las lágrimas resbalaban por sus ojos, antes de separarse de se hermano se secó las lágrimas para que él no las viera. Bobby notó el gesto pero no dijo nada y se limitó a darle un beso en la frente.

-¿Cómo has estado? –Preguntó pasando un brazo alrededor de sus hombros mientras caminaban hacia la casa -¿Alguien te ha molestado? Dímelo y le daremos una lección.

-Todo está bien Bobby –rió agradecida al comprobar que su hermano seguía siendo tan protector como siempre –lamento haberme perdido el funeral… no me dejaban salir hasta que las vacaciones comenzaran oficialmente.

-Si, lo imaginé, esos idiotas no hacen más que joderte la vida. Te han agarrado bronca por que solías escaparte, deberían pensar la razón por la que escapabas antes de juzgarte, esos imbéciles buenos para nada –acabó mascullando.

Desde que había ingresado al internado, Alex solía escaparse con Jack, él iba a rescatarla de aquella tortura, claro que además de sus constantes fugas, Alex no hacía más que meterse en problemas, pasaba más tiempo en la dirección que ninguna otra de sus compañeras, era la chica más problemática del establecimiento, y sus notas dejaban mucho que desear, pero prefirió no hacer referencia a ello dado el buen concepto que su hermano tenía de ella. Era una Mercier, no de apellido pero si de corazón, nadie podía culparla por ser una chica problema.

Llegaron frente a la casa donde estaba Jack, el corazón de Alex dio un brinco al verlo, lo había extrañado horrores. Jack parecía no haberlos visto, estaba parado de espaldas a la casa con ojos aguados.

-Jack!!! –exclamó y corrió a abrazarlo.

Jack volteó a verla y sonrió, aún que había una clara tristeza en sus ojos.

-Hola hermosa –dijo correspondiendo al efusivo abrazo de la chica.

-Claro el es ¡Jack! –Imitó la voz de la joven –pero yo soy sólo Bobby –pronunció su nombre en voz baja y lúgubre haciendo una mueca graciosa –Estoy comenzando a creer que lo quieres más.

-Calla Bobby –le espetó Jack riendo

-¿Estas bien hermanito? –preguntó Bobby al verlo tan perturbado.

Jack asintió sin hablar.

-Te quiero chico –Bobby le dio un abrazo y Alex sonrió ampliamente, adoraba que sus hermanos se mostraran cariño –Vengan, vamos a ver a Jerry.

Cerca de allí, minutos antes, en un auto estacionado, dos policías observaban la escena.

-Hace mucho que no se ve esa cara por aquí –comentó Green, uno de los policías. Bobby había estado en prisión hacía poco.

-Debe de haber salido antes por buen comportamiento –respondió el otro, Fowler, el que manejaba.

-No es probable… -sacó un expediente –Ese es Bobby Mercer. Campeón fracasado de peso pesado campeón de la familia. Y es un título bien ganado. Habría hecho orgulloso a su papá si hubiera tenido uno. –la vista de Green se fijó en Bobby que bajaba de su auto –Yo lo conocí, jugué hockey con el chico. Lo echaron de unos 60 hasta que la liga por fin se hartara de él. Lo llamaban el Maltratador de Michigan.

-¿Y la niña? –Preguntó el otro al ver que Bobby abrazaba a una jovencita muy hermosa, de cabello negro ondulado, tez blanca, ojos grises y pecas salpicadas alrededor de su nariz –No será que… -comenzó pensando lo peor.

-Ni hablar –le cortó el otro –Ella es Alexandra Black, se podría decir que es la hermana menor de los Mercer, no posee su apellido puesto que nunca firmaron papeles de adopción, pero vivía con los Mercer. Los Mercer, en especial Bobby, matarían a cualquiera que se atreviera a tocarle un solo cabello de su linda cabecita, y no lo digo en sentido figurado.

-Parece muy inocente.

Green soltó una sonora risa.

-¿Inocente? Que esos ojitos claros no te engañen, tal vez no sea una Mercer de apellido, pero es una Mercer. La han expulsado de un colegio tras otro hasta que Evelyn no tubo más remedio que mandarla a un internado, el único colegio que se atrevió a recibirla, te lo digo, le hace honor a su apellido, Black. Es un pequeño monstruo, pero suele salir aireosa de la mayoría de los problemas, hay que darle crédito por ello.

-Quién lo diría…

-Si, parece un pequeño angelito, pero ni te imaginas como dejo a una compañera suya cuando osó meterse con sus hermanos, es una chica dura, pero es menor de edad y no se puede hacer mucho con ella.

-¿Quién es el chico?

-Ese es Jack. Es el menor de los varones, un desastre de primera clase y una estrella de rock de tercera.

-No parece problemático.

- Es un Mercer. No te dejes engañar.

Un hombre de tez oscura, algo larguirucho recibió a los tres hermanos.

-¿Quién es ese? Seguro otro ciudadano modelo–dijo Fowler con cierto sarcasmo.

-Jeremiah es un buen chico, fue dirigente sindical un tiempo. Encontró una buena cusa.

-Sólo hay tres varones ¿No dijiste que eran cuatro?

-¿Angel? Un niño lindo. Ex estafador. Soldado –Green sonrió -Parece que no vino hoy.

-¿Recuerdas cuando construí la casa en el árbol y la quemaste? –exclamó Jerry, rememorando viejos tiempos con Bobby –Valla, quería matarte.

-No te preocupes, tu casa es de ladrillos ahora, no la voy a quemar–bromeó Bobby.

-Bueno, ahora si…

-Y dime… ¿Cómo has estado? –preguntó Jack a Alex, ambos estaban algo apartados.

-Bien… -Alex evitó su mirada sabiendo que tarde o temprano Jack tocaría el tema, y así lo hizo.

-¿La escuela? –la miró suspicaz.

-Este… bien… bien –se mostró muy interesada en un huequito en la pared de ladrillos que empezó a hurgar con el dedo.

-No me digas que te expulsaron de nuevo –le dio un pitada a su cigarrillo.

-¡No! –Exclamó a la defensiva –Bueno… al menos por ahora.

-¿Qué hiciste esta vez? –rió.

-Nada que no haya hecho antes…digamos que… tal vez haya hecho una pequeña travesura.

Jack rió a carcajadas.

-Nunca cambias. Ven aquí –la abrazó con fuerza -¿Sigues con esas presentaciones de cuarta?

-Si… no avanzo más.

-Tienes una gran voz, creo que tal vez puedo conseguirte una presentación en Atlantis –comentó refiriéndose a un club conocido en Detroit.

- ¿En verdad? –Una sonrisa iluminó el rostro de Alex –eres el mejor –lo abrazó.

-No le hagas caso, sólo te está comprando –dijo Bobby riéndose –pero en el fondo sabe que me prefieres a mi ¿No es verdad? –dijo separándola de Jack.

-Ah, no –Jerry se la arrebató –Es obvio que quiere más al hermano que le da el mejor ejemplo.

-Vamos adentro que me congelo –pidió Alex sabiendo que la discusión no iba a terminar en ningún punto, detestaba que la hicieran elegir.

Entraron, pero Jerry detuvo a Jack en la entrada.

-No fumes en la casa –ordenó –apágalo. Lo siento.

Jack apagó el cigarrillo en la nieve de mala gana y entró.

-Deberías dejar ese hábito, es malo para tu salud –se burló Alex en un susurro.

-Cállate o le diré a Bobby que tú también lo haces.

-¿Qué ella hace qué?

-Nada – Alex puso tal cara de inocente que convenció a Bobby, si había algo que ablandara su corazón eran los ojitos claros de su hermanita.

-Ya –Bobby negó con la cabeza.

-¿Qué ocurre? –inquirió Jerry.

-Nada, estos niños ya andan de nuevo con sus secretos –Bobby siguió a Jerry al fondo de la casa donde esperaban las hijas de Jerry.

Jack rió burlonamente.

-Es bueno tenerte de regreso –comento Alex sin dejar de mirarlo –te extrañé mucho.

Él le devolvió la mirada de forma intensa.

-Si, yo también te extrañé. Pero no te preocupes, pronto voy a comenzar a irte a buscar a ese internado de nuevo, iremos a Atlantis –sonrió cariñosamente.

Al salir al patio, abrazados, se encontraron a Bobby que se arrodillaba frente a Danielle y Amelia, las niñas de Jerry, dos pequeñas adorables, las regalonas de Alex, junto con un pequeño perrito peludo con un vestido colorido.

- Alex!! –exclamaron las niñas al verla llegar.

-Hola mis amores.

-Hola, tú debes ser Daniela, yo soy el tío Jack –dijo Jack saludando a la más grande.

-Y tú debes ser Amelia –bromeó Bobby refiriéndose al perro –Lindo vestido Amelia.

-Yo soy Amelia –rió la más pequeña.

-Lo se, sólo bromeaba. Tal vez no nos recuerden pero yo soy el tío Bobby y este el Blancucho Jack.

-No le enseñes eso –dijo Jack.

-¿Eres mi tío? Pero eres blanco –dijo Danielle.

-La abuela Eve y Alex son blancas.

-Somos tíos diferentes –explicó Bobby –Tu abuela nos adoptó a nosotros al igual que a tu papá.

- ¡Un policía! –exclamó Amelia señalando a los dos policías que acababan de entrar.

-Si, están arrestados, no se muevan –bromeó Green – ¿Adónde creen que van? –amagó a que perseguía a las niñas que salieron corriendo entre risas.

-¿Y qué hay de mi Green, también me arrestarás? –dijo Bobby seriamente mientras se ponía de pié.

Alex se puso seria, Green no le caía tan mal, la había sacado de varios aprietos, pero había algo en su compañero, el cual no conocía, que le daba mala espina.

Fowler miró a la joven de pies a cabeza, cosa que la incomodó mucho. Jack, el único que se dio cuenta de los demás, le pasó un brazo protector alrededor de los hombros mientras le dirigía una amenazadora mirada al hombre. Fowler sólo rió burlonamente.

-Eso depende Bobby ¿Te has portado bien? –dijo Green sin reparar en la tensión originada entre Jack, Alex y su compañero.

-Lo mejor que puedo –respondió Bobby.

-¿Cómo estas? –lo abrazó.

-Gusto en verte.

-Jack –saludó Green.

-Green –él sólo le hizo un gesto con la cabeza.

-Lamento lo de tu madre.

Los rostros de Alex, Bobby y Jack se volvieron repentinamente tristes.

-Ven dame un abrazo –Green abrazó al muchacho y luego miró a Alex -¿Cómo estás chica problema? –Sonrió -¿Manteniendo un buen comportamiento?

-No pidas milagros Green – Alex le devolvió la sonrisa y Green se adelantó a abrazarla.

-Wo, wo, wo –Bobby lo apartó –la niña no me la tocas.

-Bobby… - Alex lo miró reprobatoria, conteniendo una sonrisa, sabía que Bobby bromeaba, pero había momentos en que la sobreprotegía demasiado.

-Calma Bobby, no voy a tocar tu preciado tesoro –rió Green.

-Gracias por venir, a mamá le hubiera gustado –dijo Bobby.

-Si… le hubiera gustado verte en su funeral.

-No sólo vine por su funeral –recalcó Bobby seriamente.

Alex torció la boca, ya se lo esperaba, Bobby no dejaría el asesinato de Eve impune, eso era Detroit, y ella era la madre de los Mercer, nadie atentaba contra los Mercer y salía triunfante, no al menos sin una buena golpiza, como mínimo.

-Gracias, pero lo tenemos todo controlado –Green respondió igualmente serio.

-Si, lo noté mientras venía, esto se ve muy diferente –la voz de Bobby se volvió sarcástica –parece que ustedes limpiaron el barrio.

-Bobby… -comenzó Alex en tono de advertencia.

-Tranquilo Bobby, casi tenemos a estos tipos.

-Uno chico que jugaba baloncesto enfrente vio a unos pandilleros noche en que tu madre fue asesinada –dijo Fowler.

Alex lo miro ceñuda ¿Por qué le daba esa información a Bobby sabiendo que él y sus hermanos tomarían cartas en el asunto? Sin embargo nadie pareció reparar en aquel sospechoso desliz del compañero de Green.

-Venga Green, yo ganaba buen dinero aquí por que policías como este no son capaces de encontrar tetas en un prostíbulo –dijo Bobby refiriéndose a Fowler.

Jack y Alex ocultaron la risa, Jack agachando la cabeza y Alex escondiéndola en el pecho del chico.

-¿Por qué no entras? Bebes café, comes donas y luego tomas a tu chico y te largas de aquí ¿Está bien? –Terminó Bobby cortante, dio media vuelta y se marchó seguido por Jack y Alex que seguían conteniendo a risa, Alex adoraba cuando lo ponía en su lugar.

-Y ustedes dos –volteó y señaló a los chicos que seguían abrazados –dejen de abrazarse tanto.

Alex lo miró sorprendida y ocultó su sonrojo bajo la bufanda. Jack automáticamente retiró su brazo.

-¿Contento?

Bobby le dirigió una mirada desdeñosa.