Hola a todos los lectores y lectoras de esta dichosa página. De nuevo me encuentro aquí con una nueva historia, que considero yo diferente a todo lo que he hecho hasta ahora. Espero que disfruten de verdad esto. Desde hace mucho tiempo que tenía las ganas de hacer algo más psicológico, que se adentrara más a la manera de pensar de los personajes y jugar con sus actos predeterminados por el subconciente, OK, no se si lo he logrado, pero igual creo que he hecho un buen trabajo con este primer capítulo.

Título. The Key

Género. Angst/ tragedy

Disclaimer. Beyblade no me pertenece y no hago esto con fines de lucro.

Advertencia. Este fic contiene tortura física y psicológica. También cabe señalar que no contiene romance ¿por qué? simplemente creo que el 98 por cierto de los fics publicados contienen este género, así que decidí cambiar un poco, no porque piense que el amor apesta ni mucho menos, pues a mí también me gusta y lo escribo, sino que creo que en esta vida no sólo existe este sentimiento, también hay otros que tienen la misma importancia y valor.

Dedicatoria de este primer capítulo. A tres personitas que quiero mucho: a mi hija Hikaru no Yami, la cual adoro con toda mi alma, a mi hermana Ginny por todo el apoyo que me ha brindado y por la hermosa relación que tenemos y a mi hermana Sasaku Ivanovich por ser tan linda y super buena onda (también eres bien méndiga, canija! XD)

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CAPITULO I

ON ANOTHER´S SORROW

Can I see another's woe

and not be in sorrow too?

Can I see another's grief

and not seek for a king relief?

Fragmento del poema "on another´s sorrow" de Wlliam Blake

Fría, húmeda, lúgubre aun en una tarde de verano, en el cual se supone el sol debía iluminar cada habitación, cada espacio y debía rociar con sus rayos el césped y los árboles de aquel inmenso jardín que rodeaba la abadía. Pero no era el clima, ni las estaciones, ni siquiera importaba si estuviese nublado o resplandeciente, nevando o un asfixiante calor, pues para los muchachos de la abadía daba igual si los pájaros cantaban o dejaban de habitar el planeta, pues siempre terminaba siendo un infierno, un monótono y tedioso pasar de los días. Rutinas…eternas rutinas que parecían no tener un fin, un hasta aquí, por lo menos un descanso, algo diferente, algo que animara.

¿Pero para Kai y Yuriy que podía ser un estimulo que les permitiera soñar con vivir en libertad? era algo inalcanzable, casi imposible, una total utopía.

Encerrados en su habitación, cada uno recostado en su cama mirando al techo, tal vez buscando figuras, o simplemente perdidos en la pintura gris cuarteada. Ni una palabra, ni un sonido, pero no era incómodo, pues las voces de las demás personas del lugar eran como los rugidos de un monstruo, hasta un murmullo se convertía en el molesto sonido de una olla exprés. No había luz, pues no estaban acostumbrados a ella, suponía algo extraño, paradójico, casi inexistente, para uno algo temible, para el otro algo deseado…luz cegadora, desconocida, predestinadota de otro mundo. Dos respiraciones, cada una con su mismo ritmo, pero ahogadas en común, pesadas, cansadas…uno temía dejar de hacerlo, el otro deseaba acabar con eso de una vez.

-¿Ya no duele tanto? – Dijo tan repentinamente Kai, que creyó por un momento sólo haberlo pensado –

-Mañana dolerá menos. Pero estoy seguro que mañana podré seguir con el entrenamiento normal - respondió Yuriy – van a quedar marcas horribles – mencionó casi inaudible, pero el eco de la vacía habitación desvió el sonido hasta los oídos de Kai – lo bueno es que ya están cicatrizando – se tocó las heridas de sus brazos y pecho desnudos – a este paso seré toda una herida completa, ya casi no distingo las cicatrices una de la otra.

-No se como soportas todo esto – se recostó de lado para mirarlo – si yo de verte en estas condiciones ya estoy exhausto.

-Es que…no quiero morir sin vivir la libertad Kai, no me conformo con sólo saber de ella. De alguna manera tengo que escapar de aquí, mejor dicho ¡tenemos!

¿Vivir? Kai no sabía que era eso completamente, pues desde que recordaba lo había hecho sólo a medias: existía el dolor, la soledad, el desasosiego y el desamparo, pero no existía en él al menos una alegría importante, un pequeño escape, ni siquiera en su propia mente.

Hundió su rostro en la almohada, divagando sobre el último comentario de Yuriy, al cual no se atrevió a darle seguimiento, pues su concepto de libertad era relativo, completamente contrario y severo, pero que al fin y al cabo llevaba al mismo fin: el desencadenamiento. Pero había algo que lo detenía, y ese precisamente era su amigo, el único que de alguna manera lo hacía sentir comprendido, y estando dentro de ese lugar eso era un pequeño consuelo. Aunque contrariando todo eso, presenciar y ser testigo de las torturas injustas e inhumanas que recibía Yuriy rebasaba el colmo de su tolerancia hacía el dolor y la impotencia, y aunque parte, por supuesto, era causante de sus verdugos, más frustración le causaba escuchar a Yuriy que aún deseaba vivir y buscar su libertad. Para él era una verdadera sandez, y es que el pelirrojo tenía tantas oportunidades de acabar con todo, de irse, olvidarse de su inútil existencia y no aprovechaba la oportunidad que él estaba buscando desde hace mucho tiempo.

Y si, desde que Yuriy le confesó sus intenciones de escaparse se quebró la cabeza durante horas, días y semanas para encontrar la forma de hacerlo, y no era que las ideas que se la habían presentado fueran difíciles o peligrosas, sino que cualquier manera era equivoca, imposible de lograr. Ambos observaron y escudriñaron cada acción de las autoridades de cada salón, habitación o espacio, tratando de hallar algún movimiento en falso. Pero nada, todo estaba perfectamente calculado para que ninguno de los alumnos tratara de hacer algo prohibido o el orden fuera corrompido.

Debía confesar que al principio la idea le había entusiasmado de alguna manera, aunque, como siempre, lo había escondido más que nada para no ilusionar en vano a Yuriy. Mas ahora pasaban los días, eternos, aún más que antes, y la poca esperanza que había puesto en la idea se había esfumado al no encontrar la salida a la cuestión de cual sería la forma de fugarse .

Pasó un tiempo ¿Cuánto? No importaba, ahí dentro eso no existía, no había diferencia entre noche y día. La única diferencia es que cada vez su estadía era más pesada, menos soportable. Y de verdad que era algo que a Kai le impresionaba, pues cada día que despertaba lo hacía con la idea de no creer soportar 24 horas más, de que se volvería a recostar en su cama, dormir y no despertar jamás; y sin embargo siempre abría los ojos y miraba a su compañero pelirrojo igualmente con vida. Algunas veces le desesperaba lo mismo, y en otras ocasiones el ver a Yuriy ahí platicándole de le provocaba una extraña sensación que le reconfortaba. No sabía si era por orgullo o capricho, pero fue algo que jamás le había confesado y nunca lo haría.

Las heridas de Yuriy ya habían sanado casi completamente, lo que ya no le impedía seguir con el duro entrenamiento acostumbrado y que en ocasiones se veía incapacitado de seguir por tan fuertes torturas que recibía. ¿La razón? Su rendimiento comenzaba a ser indeficiente; y siendo pretexto o no, daba lo mismo, pues las reprimendas no miraban excusas y mucho menos conocían de piedad. Seguía dando lo mejor de sí, ya no para ser el mejor, como lo pretendía antes, sino para salvar su vida, o lo poco que quedaba de ella.

Los alumnos estaban divididos y tenían sus compañeros con los cuales competían, según era su nivel y competitividad. Kai y Yuriy pertenecían a grupos diferentes, aunque contaban relativamente con el mismo nivel, o eso hubiera sido tiempo antes,de que el pelirroho soportara menos los entrenamientos del nivel al que pertenecía. En cambio Kai cada vez se fortalecía más. Por supuesto que a estas alturas el rendimiento de uno y del otro era muy diferente. Difícilmente Yuriy podría seguirle el ritmo y no ser sacado de la zona de batalla en unos escasos minutos. Jamás competían entre ellos, aunque se ayudaban en el entrenamiento.

Si eso les quedaba bien claro a ellos, entonces ¿por qué de repente a Boris, quien era le abad del lugar, tuvo la caprichosa idea de verlos en una batalla? Esto heló Yuriy de la cabeza hasta los pies, se sintió terriblemente pesado, hasta su vista llegó a nublarse por la impresión de esta decisión. Ambos se miraron atónitos, simplemente no les cabía en la cabeza tener que enfrentarse, pues bien claro tenían todo lo que eso implicaba: si el pelirrojo perdía, era seguro que se lo llevarían para darle "una lección" de cómo se debían hacer las cosas ahí. Pero no había espacio para las objeciones, lo que Boris dictaminaba era ley pura y no podía ser argumentado más que con un asentimiento.

Tenían dos horas para prepararse. Yuriy trató inútilmente de concentrarse, pero estaba por demás poner todo su esfuerzo para no ser derrotado. Kai observaba como gotas saladas de sudor se escurrían por sus sienes y sus manos temblaban ligeramente. Él, aunque no lo demostró, también le angustió la situación, puesto que no sabía que hacer: por un lado sabía que fácilmente derrotaría a Yuriy, y eso le traería consecuencias terribles, y por otro creyó que sería mejor dejarlo ganar, pero después de meditarlo un poco eso sería algo contraproducente, ya que sería fácilmente adivinar que todo fue predeterminado para que la batalla terminara de esa manera, y por supuesto que eso le convendría menos a su amigo. Lo único que podía hacer era prolongar por varios minutos la batalla para que la diferencia entre ambos no fuera tan radical.

-Yuriy – le miró – trataré que la batalla no acabe tan rápido

-¿y eso de que servirá? – le respondió con una sonrisa sarcástica e irónica – Kai ¿es que a caso no te has dado cuenta de lo que esta pasando aquí? Boris busca cualquier pretexto, o lo fabrica, para deshacerse de mí justo como a él le gusta: torturándome – hizo una pausa, completamente desanimado – se que…que están a punto de acabar conmigo, esta decisión que tomó es por eso Kai, porque ya no me quieren aquí, y sabes como funcionan las cosas en este lugar: nadie se va sin haber probado de sus castigos y crueldad.

-Pero…estoy seguro que si hago esto, serán un poco benevolentes, Yuriy. De esa manera podremos seguir buscando la manera de escapar.

-No quiero morir…no sin haber conocido la libertad – su rostro se tornó sombrío – tengo miedo de que ya todo termine para mí. Ni siquiera sé porque estoy aquí aún. Si ya no me quieren no tienen porque estar haciéndome esto. Se el cuando y el como me castigan, pero no sé el porque.

¿Razón? Jamás habían escuchado la verdadera justificación de sus constantes martirios. Pretexto: ser el mejor, no conocer la derrota, carecer de piedad y de benevolencia. Toda una vida con ese régimen, pero todo lo que lograban era ocultar en un telón negro y grueso de hostilidad e insensibilidad cualquier sentimiento o emoción. Y es que no eran máquinas que podrían programar, seguían siendo seres humanos, moldeados al gusto de otros, pero que su ser natural sensible aún existía, aunque preso en algún lugar recóndito y prohibido de su mente, como un animal salvaje confinado, cada vez mas fiero cuando se le provoca, viéndose obligado a mostrarse inconscientemente.

El inevitable momento llegó. Contrario a lo que Yuriy le dijo, Kai prolongó por unos momentos más la batalla. Esto molestó al pelirrojo, provocándole, por la adrenalina descargada, un aumento de fuerzas y habilidad. Sus beyblades se embestían constantemente, ninguno bajaba la guardia y alternaban, según la posición en la que se encontraban su modo de ataque o defensa.

Repentinamente, después del gran esfuerzo del pelirrojo, su respiración comenzó a entrecortarse, pero no era por el cansancio, era como si su garganta se cerrara, impidiendo que los fluidos gaseosos corrieran por sus pulmones libremente. Un mareo repentino hizo que perdiera el equilibrio y como si agujas quisieran traspasar su cráneo, su cabeza dolió terriblemente. La vista se nubló y los sonidos se distorsionaron. Sus piernas enflaquecieron y con los ojos casi en blanco se desvaneció cayendo pesadamente.

No supo cuanto tiempo pasó, parecieron apenas unas milésimas de segundos cuando volvió a ver algo de luz tenue, pero que lastimaban sus ojos. Creyó despertar en el mismo lugar, pero antes de poder mirar a su alrededor, el olor a humedad anunció que estaba en la habitación más temida, como un pequeño y hastío infierno. Lo primero que distinguió fue el rostro de Kai observándole perturbado, sentado en una esquina. Parecía que su mirada le rogara que lo perdonase, una tácita súplica llena de culpabilidad.

Apenas descifraba todo aquello que Kai le quería decir cuando un certero golpe en su estómago lo dejó sin aliento, totalmente sofocado. Su único reflejo fue abrazarse a sí mismo, inhalando lo más fuerte y profundo posible, ya que por demás estaba intentar defenderse. Sin piedad comenzó una paliza por parte de tres hombres, no importaba la zona donde golpearan, no existía ningún tipo de compasión, les importaba poco que muriera ahí mismo. Pero no era el dolor que le causaban a Yuriy lo que más disfrutaban, sino el miedo que este sentía cuando llegaba el momento de su tortura.

Kai estaba aturdido. No escuchaba a Yuriy suplicar que lo dejaran en paz como antes lo hacía, y era lo que más le causaba impotencia, pues era señal de que su amigo comenzaba a rendirse. Sus músculos estaban completamente tensos, sus ojos permanecían fijos a la inhumana escena, todo su cuerpo era bañado de sudor frío y su estómago completamente contraído.

-¡Basta! – gritó sin pensarlo, guiado más bien por in instinto - ¡¿Por qué lo hacen?!

Se detuvieron. Boris, quien permanecía parado mirando con gran gusto y placer el suplicio del pelirrojo, encaró a Kai desafiante. Caminó hacía una pared donde tenía colgadas algunas varas de diferentes tamaños y grosores, tomó una, específicamente la más delgada, volvió a observar a Kai, provocando una sonrisa maquiavélica el temor que veía en todo su cuerpo. Se acercó a él, con una mano agitaba la vara para golpear la palma de la mano contraría, en una especia de amenaza. Apuntó la vara al rostro de Kai, señalando su barbilla, acercándose a ella para después acariciarla, lenta, suave, descarado, pasando por sus mejillas, su nariz, su frente, hasta llegar a su pecho. El bicolor cerró los ojos esperando un golpe, pero no llegó nada. Percibió como el hombre se alejó nuevamente, pero no tuvo el valor para mirar de nuevo.

Boris se acercó a los hombres, y con un solo ademán estos quitaron la camisa ensangrentada y sucia de Yuriy.

-¿por qué? – mencionó tranquilamente, con un déjo de cinismo en su tono. Kai volvió a observarlo - ¡porque pediste que nos detuviéramos!

Gritó cambiando completamente su expresión a una exasperada, comenzando a golpear salvajemente con la varilla el delicado cuerpo del pelirrojo, dejando marcas rojas, algunas de ellas mostrando la carne rojiza debajo de su piel, dejando fluir chorros de líquido carmesí.

Kai comenzó a gritar como si fuera él quien recibiera la reprimenda. Perturbado sostuvo la cabeza con ambas manos, en un intento frustrado de desaparecer todas esas imágenes, toda esa culpa que comenzó a carcomerlo, como si fuera un cuerpo en descomposición.

Con un escalofrío se despertó, quedando sentado en su cama. Todo había parecido un sueño. Giró su rostro encontrando la cama adjunta vacía. Parece que una parte de lo sucedido había sido desechado de su memoria deliberadamente. Se puso de pie, su mente era una maraña de pensamientos, imágenes desplegadas como fotografías, cortas, incoherentes, sin sentido. Abrió un cajón a lado de su cama, sacando una filosa navaja, dejando pasar con presión ese pedazo de metal en la piel de su brazo derecho, cayendo inmediatamente gotas de sangre al suelo; sin preocuparse por el dolor dejó la navaja dentro y sacó un frasco que se encontraba en el fondo cuidadosamente envuelto en retazos de tela.

Salió de su habitación sin siquiera la seguridad de que nadie lo veía. No determinó nada para llegar hasta donde pretendía, sólo fue actuando por impulsos veloces, insensatos. Llegó hasta la puerta de la enfermería. Abrió la puerta y sólo se encontró con una enfermera a lado de su amigo inconsciente limpiando con un trapo húmedo su rostro.

-¿Qué se te ofrece? – preguntó despectiva la mujer –

Kai sin responder con palabras levantó el brazo señalando con su vista el corte que había hecho.

-Ya veo – buscó en una cajilla metálica gris maté los instrumentos para sanar la herida, pero todo lo había utilizado para el pelirrojo – tendré que ir por más – se acercó a Kai – presiona la herida con esto – le ofreció otro paño blanco y salió de la habitación –

Amarró el pedazo de tela en la herida. Cerró la puerta y se acercó a Yuriy. Su pecho se oprimió al observar su blanco rostro ahora desfigurado. Esta vez los golpes habían sobrepasado los límites, y es que ya no parecía él. Su cara, sus brazos, su cuello estaban marcados con un golpe de ira de cada uno de sus verdugos.

Sacó de su bolsillo el pequeño frasco y miró divagante el contenido líquido. Abrió la tapa azul y aspiró el fuerte aroma. Sonrió, pues para lo que otros era mortal, para él era una salvación, el escape perfecto, el boleto para el paraíso. Observó de nuevo a su amigo. Lágrimas cayeron de sus cansados ojos.

-Esto… - susurró – era para mí. Pero creo que lo necesitas más que yo.

Con mano temblorosa acercó el frasco a la boca del pelirrojo. Aún así no dudaba, estaba completamente seguro de lo que iba a hacer.

-Por favor Yuriy, perdóname. Yo sé que quieres vivir para conocer la libertad, pero ¿esto es vida Yuriy?

Repentinamente el pelirrojo abrió sus ojos. Kai dejó atrás el frasco y se recargó en su pecho suavemente para no lastimarlo más. Lloró desconsolado, como nunca antes lo había hecho.

-Yuriy, por favor, escapa de esto. No lo mereces. - Sintió su mano débil en la cabeza, acariciándole suavemente – No puedes llamar vida a esto…

Se incorporó para encararlo. No le habló en ningún momento, pero calladamente asentía a cada palabra. Acercó de nuevo el frasco al pelirrojo, rozando con sus pálidos y resecos labios, bebiendo de un solo sorbo el contenido. Una gota resbaló por el costado, perdiéndose en el cuello.

-Perdóname

Instantáneamente la respiración de Yuriy se detuvo. Kai respiró aliviado, ya que sabía, y pudo notar en su rostro, que de repente había encontrado esa paz y libertad que tanto había deseado.

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¡Listo! primera parte terminada. Como les dije al principio, intenté hacer un fic un tanto más psicológico, no se que tal me salió, pero espero que hayan tomado en cuenta mi esfuerzo (y desvelo XD). Y precisamente como son las 1:17 a.m. al momento de corregir la gramática y la ortografía, creo que se me pasaron ahí algunas cositas (espero que no hayan sido tantas)

Ahora...hagam click en este pequeño botonsillo que dice Go, no importa que pongan una sola palabra, pero que por lo menos diga "bueno" "malo" "excelente" "más o menos" o "púdrete" (tampoco tan así...si piensan decirme algo parecido...mejor que sea más suavecito XD)

En cuanto a Incluso en la Muerte (para aquellos que lo leen), debido a que por azares del destino (de hecho mis manos ocasionaron un corto que hizo que perdiera toda mi información. Lo bueno que tenía respaldado hasta el capítulo 9 u.u) me perdí en la hilación de la historia y estoy completamente atorada, no se me ha olvidado, pero me cuesta tabajo darle el seguimiento, pero lo tendrá...de eso no hay duda.

Hasta aquí me despido por el momento. Espero sus comentarios y los aprecio mucho :D. Cuidense y les mando muchísimos besos donde se los quieran acomodar ;)