El Camino de Entrada

Por Kimberjingle

Capítulo 9: Los Brazos de la Muerte, Látigo de Gamuza, Comienza la Cena Weasley

Parte I

Draco se frotó los ojos y sintió frialdad en su labio. Lo tocó y se acercó la mano para ver sangre. Quitó la mano de Harry de su cintura gentilmente y se deslizó de la cama para ir al baño. Con una toalla húmeda se limpió la sangre de la nariz y mejilla hasta que paró de sangrar. Se debatió sólo por un minuto con su varita y acabó haciéndose un hechizo coagulador para ayudar a que parara de sangrar. Draco apoyó la varita y miró el espejo. Moretones púrpura que casi podía sentir al mirarlos. Trazó ligeramente los moretones frescos de cuando Harry le había agarrado los bíceps, sólo unas horas antes en las olas de pasión. ¿Por cuánto tiempo había deseado portar esas marcas por aquél ahora destinado a ser sólo suyo? ¿Meses? Años. Sí, casi una vida.

- Nunca debe saberlo… -susurró Draco al espejo-. Por años fue salvado… una y otra vez los planes fueron arruinados por un interno… alguien que no podía permitir que lo tocaran –dijo Draco con una sonrisa mientras observaba a aquél que dormía en la cama. Revueltos mechones de seda color carbón enmarcaban el rostro perfecto de un ángel de luz-. Mi ángel… unido a mí siempre… al fin te tengo y maldito está mi destino por no poder mantenerte por una eternidad. La vida se escurre de este cuerpo débil a diario… -susurró Draco, y luego volvió a mirar el espejo, notando que sus costillas ahora eran visibles. Sus músculos se debilitaban a cada momento… lentamente. A Draco le daba asco su apariencia, sabiendo que los males para los que había servido durante su vida se habían vuelto contra él en un último intento de reclamarlo. Era un mal canceroso que eventualmente le quitaría la vida a su cuerpo y dejaría su alma encadenada. Su existencia acabaría y su alma sería presa de su sufrimiento por haber sido apartado de aquel que amaba. Aquel en cuyos brazos había dormido minutos antes.

Draco le dedicó una última mirada a su reflejo y por un breve momento consideró luchar por su vida. Químicos y tratamientos radioactivos… Se le revolvía el estómago sólo al imaginar esas cosas penetrando su carne. Era inútil de todos modos. La muerte eventualmente ganaría, ¿y qué importaba si era antes o después? Draco quería creer eso. Quería creerlo desesperadamente en su mente. Y quizás unas semanas antes lo hubiese creído, pero ahora su mente luchaba con su corazón. La piedra fría que había estado aletargada en su pecho por tanto tiempo se había derretido para convertirse en lava de pasión y amor, que abrasaba sus venas con el toque del único capaz de despertarlo. Amor maldito. Draco estaba furioso con el destino; ahora que finalmente tenía todo lo que alguna vez había deseado, el amor del héroe de los magos, nunca conocería el estado completo de su amor crecido con los años y años de continuo cuidado. La vejez nunca sería para él. ¿Luchar contra esta cosa oculta o rendirse ante ella? La opción era solamente suya. Suya.

Draco consideró la palabra. Suya. ¿Era justo para Harry finalmente haber encontrado el amor sólo para volver a perderlo tan rápidamente? Draco estaba avergonzado de su propio egoísmo al amar a Harry y luego dejarlo por ser seducido por los brazos de la muerte. Era algo cruel amar y abandonar. Draco consideró irse ahora y ahorrarle a Harry el dolor mayor de tener un esposo agonizando por meses hasta su muerte. ¿Qué era más cruel? ¿Dejarlo ahora o dejarlo entonces en esa cuna de muerte? Esos pensamientos lo enfermaban al punto de la náusea y mareo. Las ondas de inconsciencia empezaron a llegar más y más rápido y lo controlaron casi por completo. Draco se sostuvo del lavabo para apoyarse y sintió la inevitable debilidad llegando… ondas de mareo y negrura imponiéndose en su mente, ojos borrosos… sudor frío y caída, caída, caída…

- ¡Harry! –llamó Draco con un grito desesperado de dolor, mientras cerraba los ojos y empezaba a mecerse. La calidez lo envolvió casi inmediatamente y la fuerza de su salvador estuvo ahí. Brazos fuertes lo apretaron contra un pecho duro como piedra.

- Aquí estoy –dijo Harry-. Te tengo. Te llevaré de regreso a la cama. –Harry levantó casi todo el peso de Draco mientras lo dirigía a la suavidad de almohadas de plumas y sábanas frescas. Harry lo apoyó tiernamente, con cuidado, y se subió con cuidado. Esos brazos salvadores se volvieron a envolver alrededor de él y lo acercaron. Estaba cayendo, cabeza vagando…-. Te tengo. Te amo, Draco. Estás a salvo… -Labios suaves en su frente húmeda y aliento cálido en sus mejillas fue la última sensación antes de que la oscuridad lo absorbiera.

Harry había oído su nombre y sus ojos se habían despegado al instante. Draco no estaba en la cama. El pánico lo había impulsado a correr hacia la voz. Draco estaba al borde del colapso cuando lo había tomado en sus brazos. Después de haber acostado el cuerpo cada vez más inerte de Draco y abrazado, Draco no pudo luchar más por la conciencia. Harry lo sostuvo hasta tempranas horas de la mañana, depositando pequeños besos en su frente fría, en sus mejillas y en sus pálidos labios indiferentes. Cuando la luz comenzó a filtrarse por las ventanas, Harry cayó en un sueño intranquilo.

- ¿Qué diablos estás haciendo? –preguntó Harry con una sonrisa diminuta antes de abrir los ojos.

- Lo necesitabas –dijo Draco desde la otra punta de la cama-. Estaban horribles.

- Están bien –dijo Harry, abriendo los ojos finalmente para ver a Draco con alicates en mano cortándole las uñas de los pies-. Estás loco. –Harry se rió levemente. Draco sonrió del otro lado mientras cortaba la cuarta uña.

- No lo soportaba más –dijo Draco-. Tus uñas no estaban exactamente largas, pero… necesitaban el cuidado debido.

- Me las corto –dijo Harry en defensa propia. Draco inclinó la cabeza en burla-. Bueno… no profesionalmente, pero… lo hago bien.

- Potter, por favor –dijo Draco mientras cortaba-. Tienes falsas ilusiones de adecuación. –Harry se recostó, disfrutando sus mimos mientras Draco cortaba el resto de sus uñas a la perfección, como estaba en la naturaleza de Draco-. Ya. Ahora todavía eres un simpletón, pero con pedicura.

- Gracias –dijo Harry amablemente, en un somnoliento estado de relajamiento-. Eres demasiado amable.

- No sé nada de amabilidad –escupió Draco-. Y no me insultes con comparativos. Esto fue meramente mi egoísta deseo de que tus lamentables garras no marquen mi perfecta piel de sangre pura.

- Oh, sí, debí haberlo sabido –dijo Harry con una sonrisa-. Perdóname por mi falta de funciones cerebrales, me impidieron darme cuenta de ese hecho.

- Trato de ser paciente contigo –dijo Draco mientras se paraba con los alicates y una toalla de mano llena de recortes-. Pero eres tan irritante. –Draco se fue del dormitorio para desechar los recortes en el baño. Harry rió silenciosamente por su prometido-. Y porqué consideré siquiera casarme contigo va más allá de mí. Deberían hacerme un examen de locura, por no mencionar líquidos extraños. Quizás me has estado diluyendo mis bebidas con pócimas de amor.

- Sí, exactamente. Me has descubierto –bromeó Harry-. Sabía que no podía escondértelo. Sabía que lo descubrirías cuando te dieras cuenta de lo indigno que soy de ti.

- Me di cuenta de eso hace años –dijo Draco mientras se lavaba las manos-. Pero las pócimas de amor son bastante tóxicas y sus víctimas no pueden resistir las tentaciones del proveedor. Tiene que ser una pócima entonces. Porque yo nunca me rebajaría tanto como para aceptarte voluntariamente.

- Por supuesto –dijo Harry-. Todos saben de tu esencia clásica y tus refinadas expectativas. Sólo lo mejor para un Malfoy. Simplemente tiene que ser la pócima que te estoy dando o yo no tendría oportunidad.

- Exactamente –dijo Draco mientras regresaba al dormitorio y se sentaba en el borde de la cama-. ¿Puedo hacerte el desayuno?

- No, pero yo puedo hacértelo a ti –dijo Harry.

- Lo haré yo mismo, gracias –dijo Draco-. No estoy completamente perdido en la habitación del horno. ¿Cómo es que se llamaba? Ah sí, la cocina. –Harry jaló a Draco hacia él y lo recostó en la cama de nuevo, envolviéndolo firmemente-. ¿Qué estás haciendo?

- Abrazándote –dijo Harry mientras besaba su oreja, pasando por su cuello, y se acurrucaba en su calidez mientras lo inhalaba como una droga-. Podría alimentarme solamente de ti. Eres todo lo que requiero para sobrevivir. –Draco movió la cabeza para besar la mejilla de Harry.

- Estás loco y me estoy muriendo de hambre –dijo Draco-. Quiero desayunar algo y no sé qué. Dime qué tenemos.

- Todo –dijo Harry-. Sea lo que sea que quieras, lo conseguiré para ti.

- Ya sé eso. Pero no puedo decidir qué quiero. –Draco sonrió con una risita-. Dime qué quiero. –Harry levantó la cabeza para mirar el reloj. Once y veinte.

- Casi es hora de almorzar –dijo Harry-. ¿Estás seguro de que quieres desayunar? Podríamos hacer una mezcla. Posiblemente un quiche con jamón y cebolla y… espárragos con salsa holandesa y… jugo de uva blanca. ¿Cómo suena eso?

- Perfecto –dijo Draco con vigor-. Yo mismo no podría haber hecho mejor elección. Eso es un cumplido bastante grande para ti, si no te das cuenta.

- Estoy honrado –bromeó Harry-. Tengo ese espárrago fresco de todos modos y necesito hacerlo. Sé cómo te gusta.

- Pero a ti no te gusta. –Draco rió entre dientes.

- Puedo comerlo –discutió Harry-. No es mi comida favorita, pero me gusta un poco.

- ¿Podemos comer esos pequeños muffins que haces, también? ¿Los de banana? –preguntó Draco.

- No tengo bananas frescas, pero tengo mezcla –dijo Harry-. Haremos muffins si quieres.

- Bien. Cocinemos –dijo Draco mientras empezaba a levantarse. Harry lo empujó hacia abajo-. Tengo hambre.

- Y yo tengo hambre de ti –dijo Harry mientras besaba rápidamente sus mejillas.

- Harry, necesito comer –dijo Draco un poco seriamente, y eso hizo que Harry lo soltara-. Necesito comer al menos cada ocho horas o me pongo… bueno, ya sabes… débil.

- Yo también –dijo Harry. Draco giró los ojos por lo idiota que era y salieron del dormitorio. Draco sacó las cacerolas y Harry picó las cebollas y el jamón, batió los huevos e hizo el quiche. Draco les sirvió jugo y se sentó en la encimera para observar a Harry cocinar.

- Me encanta verte hacer eso –dijo Draco.

- Solía odiarlo –admitió Harry-. Cuando estaba en Surrey. Tenía que cocinar, pero ahora… lo disfruto. Es cosa de auto-preservación, creo. Poco sabía mi tía Petunia al enseñarme a cocinar que yo sería capaz de alimentarme a mí mismo y sobrevivir. Estoy seguro de que le daría un ataque ahora si lo pensara.

- ¿Cuándo fue la última vez que los viste? –preguntó Draco. Harry paró de enmantecar la cacerola para pensar un momento.

- Hace unos… siete años –dijo Harry-. Fueron tan fríos como siempre.

- Pero… ¿siete años? –Draco hizo los cálculos-. Seguías en Hogwarts.

- Sí. Me quedé con Remus Lupin y Albus durante mi último verano, antes de séptimo año –dijo Harry-. Fue… muy interesante.

- Dios, siempre fuiste el pequeño favorito –escupió Draco-. Me enfermaba sólo mirarte. Adulado como un cachorrito perdido.

- Lo fui. –Harry sonrió-. Pero sabían que yo tenía que seguir vivo para hacer esa pequeña tarea mía. No era yo, era que me necesitaban para matar al malo. Eso es todo. Lo hice. Así que ahora… soy libre de esa carga. ¿No es agradable? –El sarcasmo abundaba.

- Hasta que venga el próximo –dijo Draco arrastrando las palabras.

- Nop –dijo Harry-. Acabé. Más maldad y pueden llamar a alguien más. Yo me retiro.

- Claro –dijo Draco chorreando insulto-. Ya veremos. Siempre está el próximo mago oscuro que aparecerá y tu nombre volverá a salir a la superficie como el pequeño héroe que pudo.

- Y una mierda –dijo Harry-. No estaré siempre, sabes. El próximo pequeño héroe, como tú dices, tendrá que aparecer eventualmente y tomar mi lugar.

- ¿Qué? –preguntó Draco. Harry lo miró.

- Sólo fui uno destinado, Draco –dijo Harry mientras ponía el quiche en el horno pre-calentado y empezaba a limpiar el desorden-. Habrá otro que tome mi lugar al igual que siempre hay un psicópata oscuro buscando poder. Ese es el juego de luz y oscuridad. Un héroe aparecerá eventualmente. Espero que sea pronto.

- Nunca lo pensé de ese modo –dijo Draco-. ¿Tienes idea de quién será tu glorioso reemplazo?

- Ni idea y no me importa –dijo Harry-. Estoy seguro de que ese pobre niño saldrá pronto a la superficie. Puede que él o ella esté en Hogwarts o en alguna otra escuela de magia. Pero lo que pasa es que no sé de ningún alumno al que le sea posible hacer muchos hechizos a la vez. Así que… puede que lleve un tiempo.

- Dios, esto es como una cosa… cósmica predestinada… del destino del mundo –dijo Draco. Harry asintió-. Y tú siempre estás atrapado en el medio de esa porquería.

- Lo sé. Es horrible –insultó Harry mientras mezclaba la masa de los muffins en un bol con leche-. ¿Qué hace que el destino decida quién debería estar maldito con sostener el destino del mundo? ¿Qué fuerza elige a los magos para sus destinos? Siempre me he preguntado eso. ¿Por qué yo? ¿Por qué no Hermione? Ella es mucho más brillante e inteligente que yo.

- Tú tienes el corazón para ello, creo –dijo Draco-. Quizás la… valentía Gryffindor y la dedicación a la lealtad por la luz o alguna mierda.

- ¿Quién sabe? –dijo Harry mientras llenaba cada molde con masa de muffin-. Todo lo que sé es que fui capaz de sobrevivir cada vez. Fue un infierno. Un total infierno, tener que vivir con eso cada día, pero ahora… ahora que ya lo he sufrido, estoy bien. La vida es mejor ahora. –Harry llevó el bol al lavabo y lo lavó. Se secó las manos con la toalla y sacó el espárrago para limpiarlo y picarlo.

- Pero no había garantía de que la situación mejoraría para ti. Así que, ¿por qué lo hiciste? –preguntó Draco.

- Porque tenía amigos –dijo Harry-. Sabía que mis amigos sufrirían si no luchaba. Y cuando las horas más oscuras estaban encima de mí, pensé en ellos. Estuve tan cerca de sólo… tomar mi propia vida con mi miseria… pero sabía que eso era egoísta de mi parte porque aquellos que me importaban sufrirían no solo mi muerte y la pérdida de esperanza, sino que morirían a mano de Voldemort. Y… no podía permitir eso. No podía permitirle ganarme. Fue difícil, pero… ya se terminó. –Harry llevó el espárrago pelado y cortado a la olla y lo metió. Con algunos ingredientes de la cocina, hizo salsa holandesa mientras Draco lo miraba desde la encimera con su jugo.

- Gracias por lo de anoche –dijo Draco-. Casi me doy contra el piso.

- Me alegra que me llamaras –dijo Harry-. No te sentí levantarte de la cama. Estaba muerto.

- Me desperté con la nariz sangrando –empezó Draco-. Odio esto, Harry. –Éste puso su mano en el muslo de Draco para frotarlo en consuelo-. Estoy bien. –Harry asintió y siguió revolviendo la salsa con un batidor.

- Si quieres hablar al respecto, lo haremos –dijo Harry-. Si no, no. Depende de ti.

- Ahora no –dijo Draco-. Quizá después. –Harry asintió mientras revolvía-. ¿Qué quieres hacer hoy?

- No tengo planes. Pero tengo que regresar al trabajo el próximo lunes –dijo Harry-. Y nunca me sentí así acerca de ir al trabajo. No quiero ni pensar en ello. Siempre he amado mi trabajo, pero ahora… no significa nada para mí.

- Eso no es verdad –dijo Draco amablemente-. Tu trabajo es parte de ti. Atrapar al malo es lo que haces. No puedo imaginarte haciendo otra cosa.

- Lo sé –dijo Harry tranquilamente-. Pero… no quiero dejarte aquí todos los días. Quiero estar contigo cada segundo. No puedo evitarlo.

- Me volverías loco estando aquí conmigo cada segundo –dijo Draco burlonamente-. No puedo esperar a que regreses al trabajo y me dejes solo de una puta vez. –Total y obvia mentira.

- Sí, de eso me doy cuenta –dijo Harry con una sonrisa-. He pensado en… tal vez… trabajar desde casa. –Harry miró a Draco, que se encogió ligeramente de hombros. Harry sonrió un poco más-. Estaba pensando en… hacer más… bueno, investigaciones freelance. Puede que hasta empezar mi propia agencia. Y he considerado aceptar tanto casos muggle como mágicos. ¿Qué piensas al respecto?

- Trato de no pensar al respecto –dijo Draco. Harry rió silenciosamente-. Pero conociéndote tan bien como te conozco, tendrías éxito. Después de todo, eres el mejor investigador. Eso lo has probado con la investigación que me has hecho a mí y a los demás.

- Ese era mi hobby –dijo Harry un poco en defensa propia.

- Mentiroso –dijo Draco-. Esa es… casi tu obsesión. Eres notoriamente entrometido. –Ambos rieron de la verdad. Harry tomó su jugo y se inclinó contra la encimera frente a Draco, bebiéndolo.

- Es verdad que investigué a mis amigos cercanos y… bueno, otros –dijo Harry, marcando el punto de que Draco estaba incluido entre otros-. Pero después de que Brian se fue estaba tan… tan aburrido. Y era difícil sentarme en mi apartamento todo el tiempo, así que me tomé la libertad de romper un par de reglas. Con mi capa de invisibilidad y mi capacidad para transformarme podía ir a cualquier lado, o meterme en cualquier edificio para conseguir cualquier dato que quisiera. Era un criminal siendo un policía. ¿No es raro?

- Típico de ti –dijo Draco-. Romper las reglas por el bien mayor. Ese siempre ha sido tu estilo.

- Supongo. –Harry no discutió-. La cantidad de veces que me metí en el Ministerio de la Magia… -Harry rió-. Dios mío, no lo creerías. La seguridad de ese lugar es una pesadilla. Le sugeriría al Ministerio cómo proteger adecuadamente el lugar, pero… quizá no pueda volver a entrar si lo hago.

- He estado en juicio en el Ministerio –dijo Draco-. Lo odié.

- Lo recuerdo. Estaba ahí –dijo Harry-. Transformado, por supuesto.

- Ah, por supuesto –dijo Draco arrastrando las palabras con sarcasmo-. No sabía si tú ibas a testificar o no. Honestamente no sabía.

- Sí, sabías –dijo Harry-. Sabías que yo no te habría dejado ir sólo para testificar en tu contra y enviarte a Azkaban para ser desayuno de dementor.

- Al principio creí que tu plan era hacer justo eso –dijo Draco-. Creí que en lugar de matarme de inmediato, el mejor plan para mí en tu mente era una sentencia de vida sufriendo en Azkaban.

- ¿Y repasaste esa teoría antes del juicio? –preguntó Harry.

- Honestamente no sé cuándo me di cuenta de que tú no me harías eso –dijo Draco-. Recuerdo pensar, mientras daba un testimonio de completas mentiras, que si te hubiese visto allí, podría confesar. Y… si te hubiese visto ahí… honestamente no sé qué hubiese hecho.

- Qué bueno que no sabías que estaba sentado directamente frente a ti en la segunda fila, ¿huh? –preguntó Harry con una sonrisa que Draco regresó-. Había considerado que tú podías confesarte. Y… esa fue realmente la razón por la que me senté en la segunda fila. Si hubieses tratado de confesarte, te habría puesto bajo Imperio en la corte para cambiar tu testimonio.

- No te habrías salido con la tuya, haciendo un imperdonable en la corte del Ministerio, idiota – dijo Draco-. Tienen barreras contra ese tipo de encantamiento en la corte… en todo el edificio, de hecho.

- ¿Y quién crees que puso esas barreras allí? –preguntó Harry con las cejas arqueadas. Draco palideció. Harry rió suavemente-. En mi séptimo año, el Wizengamot le pidió a Albus barreras nuevas en ese período intermedio entre Ministros nuevos. Él y yo pusimos esas barreras por todo el Ministerio. También pusimos barreras en el Callejón Diagon y en Hogsmeade. Albus me llevó por todos lados poniendo barreras ese año.

- No puedo creerlo –dijo Draco-. Eres muy concienzudo.

- Gracias –dijo Harry-. Eso es un cumplido viniendo de ti. Tú eres bastante concienzudo también. Siempre fuiste mi proyecto más desafiante. Era difícil encontrarte o perseguirte. Tienes habilidades.

- Necesidad de sobrevivir, se acerca más –dijo Draco.

- Y la cantidad de veces que bebiste poción multijugos debería ser ilegal –dijo Harry, y rieron-. Siempre hacías eso. Me volvía loco cuando no podía encontrarte de nuevo.

- Tenía que hacerlo. Lo sabes. –Draco soltó una risotada como insulto-. Como un sospechado seguidor de Voldemort, estaba en peligro constante de asesinato sólo por ser visto. Todos sabían que mi padre estaba al servicio de Voldemort y tenía rango de comandante. Parecería lógico para cualquiera que yo seguiría los pasos de mi padre, lo cual hice. Tuve un encantamiento vetricus sobre mi marca oscura durante años, para ocultarlo.

- Eso lo sabía –dijo Harry, y luego rió estúpidamente-. Estaba tan furioso cuando Voldemort murió y todas las marcas tenebrosas desaparecieron, pero yo seguía teniendo esta maldita cicatriz. Me puse en modo bezerk en la oficina de Albus esa noche. –Harry rió, recordando esa noche-. Albus se rió de mí y yo perdí la razón. Aventaba hechizos por berrinche. Era un desastre. Ahora es gracioso, pero… realmente estaba enojado.

- Qué vano de tu parte. –Draco sonrió petulante-. Me alegra que todavía la tengas.

- Dios, estás loco –dijo Harry, controlando el quiche. Todavía le faltaba-. ¿Por qué diablos te alegraría eso?

- Es la razón –dijo Draco-. Que tengas esa estúpida cicatriz es la razón.

- ¿Razón de qué? –preguntó Harry.

- Sólo lo es –dijo Draco-. No puedo explicarlo. Así que no preguntes. Es demasiado complicado para que tú lo entiendas, de todos modos.

- Ya veo. –Harry aceptó el insulto y caminó hacia el calendario de la pared-. ¿Te gustaría elegir una fecha para cuando te conviertas en mi esclavo? –Harry le sonrió al calendario. Draco tenía una sonrisa parecida pero desvió la mirada.

- Esclavitud –dijo Draco-. Las bodas de junio son lindas.

- Sí, lo son –dijo Harry-. Junio entonces. ¿Qué día? Los sábados son el siete, catorce, veintiuno y veintiocho.

- Catorce –terminó Draco.

- Bien. Marcaré el día en el calendario para asegurarme de no tener otros planes –bromeó Harry. Draco rió suavemente.

- ¿Y el lugar? –preguntó Draco-. No puedo ni imaginar qué hará mi madre cuando le diga que no sólo me casaré, de nuevo, sino que con otro hombre. Y que casualmente ese hombre es Harry Potter. –El par rió-. Dios, le dará un ataque.

- ¿Entonces no le dirás? –preguntó Harry mientras controlaba el quiche, los muffins y el espárrago. Varias cosas ya estaban prontas y las fue poniendo en bandejas mientras charlaban.

- Por supuesto que le diré –dijo Draco-. Sólo me gustaría poder ver su cara cuando lo haga.

- Podríamos ir a Italia para decírselo en persona, si quieres –dijo Harry mientras trabajaba.

- Tú estarás trabajando –dijo Draco-. Además, no asistirá a la boda de todos modos.

- Puede que sí –dijo Harry-. Seguramente no se perderá la oportunidad de presenciar semejante escándalo en el mundo mágico.

- Un escándalo –dijo Draco como si le encantara-. Entonces, ¿dónde tendremos el escándalo de nuestra esclavitud? ¿Alguna idea?

- Ni una –dijo Harry-. Albus ofrecerá Hogwarts, pero…

- Imposible –dijo Draco-. Sólo hay unas pocas personas que yo elegiría invitar personalmente.

- Yo también –dijo Harry-. Podríamos tener una ceremonia privada. Una pequeña reunión de nuestros amigos y tu madre, si quieres.

- Creo que eso sería lo mejor –dijo Draco-. ¿Es esa tu opinión?

- Eso creo –dijo Harry-. Sólo nosotros y aquellos que realmente nos conocen. Eso sería íntimo y muy agradable, creo.

- Podríamos tener la ceremonia aquí, en casa –dijo Draco-. El patio trasero sería encantador en junio, con las flores. Podríamos añadir una pérgola o un arco de flores para la ceremonia.

- Muy bonito. –Harry asintió-. Hasta el patio delantero quedaría bien.

- Estúpido, la gente tendrá que estacionar en el patio delantero –dijo Draco-. Especialmente si invitas muggles.

- Ah, verdad. –Harry sonrió-. Nunca pensé en eso. Pero… no sé si puedo invitar a ninguno de mis amigos muggle, ya que los presentes serán en su mayoría magos. Puede que sea un problema.

- Imagino que eso sería interesante. –Draco rió-. Dios, ¿te imaginas? ¿Muggles en una boda de magos? ¿El rito de pasajes mágicos durante los votos? Enloquecerían.

- Lo sé –dijo Harry-. Ah, bueno. Les diré que fue una ceremonia muy privada y ya. Los únicos muggles que querría invitar son Jill, que me enseñó a bailar, y Dylan, me viejo compañero detective. Era cercano con ellos.

- Invítalos entonces –dijo Draco-. Si se les puede confiar el conocimiento de nuestro… mundo mágico, invítalos.

- Puede que sea mucho riesgo –dijo Harry-. No importa de todos modos. Estarán felices por mí de una forma u otra. ¿Pronto para comer? –Harry le dio una sonrisa cálida.

- Sí, mi amado –dijo Draco, empujando a Harry hacia él entre sus rodillas, sentado en la encimera. Draco tomó el rostro de Harry entre sus palmas y le dio un beso ligero y tierno y frotó su nariz contra la de Harry por un momento-. Eres tan especial. Es una maravilla que no estés casado ya. ¿Por qué no lo estás?

- Te estaba esperando a ti –dijo Harry. Draco rió. Harry no.

- ¿Y qué habrías hecho si no hubiese aparecido en tu apartamento esa fatídica noche? –preguntó Draco en broma.

- Habría ido a buscarte, por supuesto –dijo Harry. Draco consideró la respuesta.

- ¿Lo habrías hecho? ¿Habrías ido por mí? –preguntó Draco con un poco de seriedad.

- Sí –respondió Harry simplemente-. Tu comida se está enfriando. Anda. –Harry ayudó a Draco a bajar de la encimera, movió su muñeca y envió toda la comida, utensilios, bebidas, platos, servilletas y todo lo que necesitarían al comedor-. Es lindo tener magia, ¿verdad?

- Siempre me ha parecido así –dijo Draco de camino al comedor. La comida estuvo maravillosamente caliente y deliciosa. Mientras se acababan el jugo de uva blanca, el maguífono sonó-. Por el amor del cielo. –Harry rió de camino a contestarlo.

- ¿Hola? –respondió Harry.

- ¿Cómo va? –preguntó Ron.

- Mi amado y yo estábamos terminando de comer –dijo Harry livianamente-. ¿Cómo va lo tuyo?

- Nada nuevo –dijo Ron-. Sólo quería hacerte saber que mamá y papá darán una cena en honor al ascenso de Ginny en San Mungo. Tú y Draco están invitados. –Draco rió en la mesa-. Cállate, Draco. –Harry rió.

- ¿Cuándo es la cena? –preguntó Harry.

- Mañana a las siete, en su casa –dijo Ron-. Hermione me dijo que te dijera que deberías dejar que Draco eligiera algo lindo para que te pongas, que parezca de mago. Ya, te lo he dicho así que estoy fuera del atolladero.

- No usaré túnica de mago, olvídalo –dijo Harry-. Ya no uso túnicas.

- Me aseguraré de que use túnica –dijo Draco, dándole a Harry una mirada desafiante.

- No, no usaré túnica –dijo Harry firmemente.

- Usará túnica, Ron –dijo Draco. Harry negó con la cabeza-. Me aseguraré de ello.

- Bien. Como sea –dijo Ron-. Ah, y Herm y yo no le dijimos a nadie acerca de… bueno, acerca de ustedes dos y su… relación. Así que…

- ¿Pero cómo invitaron a Draco si Molly no sabía? –preguntó Harry.

- Bueno, um… Hermione y yo le dijimos que tú tenías… bueno, como una persona que te gustaba o algo –tartamudeó Ron-. Y puede que no hayamos mencionado que era… bueno, otro hombre, y mamá medio como que… quería conocer, um… a la chica.

- Puta madre –dijo Harry con una sonrisa-. ¿Así que no tiene idea de que llevaré a un chico, mucho menos a un Malfoy a su casa? Oh, esto será excelente. –Harry y Draco rieron-. No puedo esperar.

- Quizás esto no sea tan buena idea, Harry –dijo Draco.

- Tonterías –dijo Ron-. Mamá… bueno, se portará bien. Espero. Sí, estoy seguro.

- A Molly le dará un ataque –dijo Harry-. Y no puedo esperar. Y… creí que ella sabía que era gay.

- No, nunca le dijimos –dijo Ron-. No quería tener que lidiar con ella, Harry. Sabes cómo se pone contigo.

- ¿Cómo se pone contigo? –le preguntó Draco a Harry.

- Harry siempre fue como otro hijo para mamá –dijo Ron-. Cuando Harry no mostró interés por Ginny, mamá se molestó más que ella, creo. Pero eso fue hace años. Mamá siempre dice que Harry es el chico más dulce y que es una pena que no se case y siente cabeza y tenga hijos. –Ron usó su falso tono maternal, ante lo que Draco y Harry rieron suavemente-. ¿Entonces vendrán? Necesito decirle cuántos seremos.

- ¿Quién más está invitado? –preguntó Harry.

- Bueno, está mama, papa, yo, Herm, Fred, George, sus esposas e hijos, Bill y sus dos hijas, Charlie y su esposa e hijos, Ginny y Taylor, Nev, Dean, Padma y Susan –contó Ron. Harry asintió. Draco funció el ceño.

- ¿Nev? ¿Neville Longbottom? –preguntó. Harry asintió-. Ay, no.

- Ginny, Neville, Dean y Padma trabajan juntos en San Mungo. Son buenos amigos –dijo Harry-. Allí estaremos, Ron. Quizá sacudamos esa fiesta un poco haciendo un anuncio, si Draco quiere hacer una escena.

- ¿Y qué fiesta no sería una escena solo con que tú y yo asistamos? –preguntó Draco.

- Tienes un punto –dijo Ron-. Sólo no… no les des a mis padres un paro cardíaco, Harry. Sabes cómo se ponen contigo cerca.

- Me esforzaré –dijo Harry maliciosamente-. Estaré con Draco, Ron. Y sabes cómo soy con él.

- Mientras que no te lo cojas en la mesa del comedor o algo –dijo Ron. Draco y Harry rieron a lo alto.

- ¿Nuestra mesa o la suya? –preguntó Draco. Ron gimió en el teléfono.

- Ustedes… quiero decir… no importa. No me digan –dijo Ron-. Ambos están enfermos, lo saben, ¿verdad?

- Sí, lo sabemos –dijo Harry con una sonrisa y un beso de su dragón-. ¿Quieres que vayamos contigo y Herm?

- Sí. Papá tiene las barreras levantadas, así que usaremos un traslador –dijo Ron-. Draco y tú pueden venir a nuestra casa alrededor de las seis mañana y nos marcharemos entonces.

- Genial. Esto será tan divertido –dijo Harry con una risa malvada.

- En serio, Harry. No… solo… bueno, qué diablos –dijo Ron-. Ahora lamento haberte invitado.

- Demasiado tarde –dijo Harry-. Estaremos en tu casa mañana a las seis.

- Bien –dijo Ron-. Y si quisieras traer de esos brownies que me gustan, podrías.

- Vete al diablo –dijo Harry, y luego lo reconsideró-. Haré los malditos brownies.

- Genial, gracias –dijo Ron-. Bueno, los veo mañana a las seis entonces. Adiós. –Ron colgó y Harry hizo lo mismo.

- Esta será una cena muy interesante, Harry –dijo Draco.

- No te haces idea –dijo Harry-. ¿Tú en la mesa Weasley? Dios. No puedo esperar para aparecer y hacer alarde de ti.

- Cuando entre, ¿estás seguro de que no tratarán de matarme? –preguntó Draco.

- No enteramente –dijo Harry-. Pero estás conmigo. Te protegeré del clan Weasley. No creo que les gustes mucho.

- ¿De verdad? –dijo Draco arrastrando las palabras, como si fuera estúpido decirlo-. Menuda noticia, maricón de muñeca rota y cojo. –Draco salió del living, dejando a Harry con una sonrisa-. Y yo creí que te cogías a la hermanita de Ron en el colegio. Todo el mundo lo creía.

- Sé que sí –dijo Harry-. Dejé que lo creyeran. Nunca negué esa historia.

- ¿Por qué no? –preguntó Draco mientras regresaba a la habitación con jugo de uva. Harry movió su muñeca de nuevo, limpiando la mesa y enviando los platos limpios a sus respectivos gabinetes-. Muy bonito.

- Gracias –dijo Harry por los hechizos-. Simplemente no quería que pensaran otra cosa de mí. Mientras que todos creyeran que tenía a Ginny, me dejarían solo.

- Buen plan –dijo Draco, sentándose en el sofá con Harry. Éste encendió la televisión para descubrir que estaban pasando Jeopardy. Draco quería mirarlo, así que lo hizo.

- ¿Cómo te sientes hoy? ¿Quieres ir a comprar una nueva mesa para el comedor o… algo? –preguntó Harry-. No tengo planes para hoy. Podría sentarme aquí todo el día.

- No importa –dijo Draco-. Pero realmente me gustaría que te pusieras túnica mañana. Te ves bien con túnica.

- Pero… Draco, odio las túnicas. –Harry gimió al ver esa mirada suplicante.

- Pero te ves tan impíamente sexy en ellas –dijo Draco mientras apoyaba su jugo en la mesita del café y se sentaba a horcajadas en el regazo de Harry-. Las túnicas se ven majestuosas y son muy apropiadas para una linda cena. Sé que tienes esa que usaste para el banquete, ¿pero tienes alguna otra?

- No –dijo Harry-. Me deshice de ellas hace años.

- Genial. Entonces hagamos un viaje a Madame Malkins o… ah, ya sé, podríamos ir al centro de Londres hoy y hacer que nos alteren una a cada uno –dijo Draco con una sonrisa. Harry hizo una mueca de dolor.

- ¿Tengo que hacerlo? –suplicó Harry.

- Creo que sería lindo –dijo Draco dulcemente, inclinándose para dejar un beso ligero en la mejilla de Harry-. Y luego podríamos… -Otro beso en la mandíbula-… venir a casa y… -Otro beso más abajo-… desvestirnos… -Otro beso en el cuello de Harry-… y luego podríamos… -Una leve lamida en su cálida piel-… jugar en la bañera… -Otra pequeña mordida-… y luego… -Un beso en la oreja de Harry con aliento caliente-… podría darte un masaje… -Un mordisqueo en la oreja de Harry-… y todo por una tonta túnica. –Draco siguió con los pequeños besos y mordisqueos en el cuello de Harry. Los ojos de éste estaban cerrados y sus manos deambulaban, sintiendo la pálida piel que veneraba.

- Túnicas… sí… bien… túnicas… -Harry era apenas coherente con sus propias palabras. Draco se alejó lentamente para besar a Harry en la punta de la nariz.

- Sabía que lo verías a mi modo –dijo Draco mientras se bajaba del regazo de Harry y se sentaba en el sofá, riendo por salirse con la suya tan fácilmente.

- Dios, eres tan malvado –dijo Harry-. Eres como el engendro de Satán.

- Gracias –dijo Draco-. Venezuela –respondió Draco, correctamente, ante la pregunta del Jeopardy-. Soy un genio.

- Eso no lo puedo discutir –dijo Harry-. Entonces, ¿vamos a comprar una estúpida túnica o no? –Draco rió y cayó de modo que su cabeza se apoyó en el regazo de Harry. Éste pasó sus dedos por el rubio cabello de Draco mientras éste se relajaba con su toque-. Eres tan hermoso. Eres tan jodidamente hermoso que no puedo superarlo.

- Muy cierto –dijo Draco, mirando a su amante. Draco frotó su mejilla contra el estómago de Harry y lo besó-. Yo creo que tú eres hermoso, Harry. Todavía tienes tu cuerpo de buscador perfectamente tonificado… y bronceado… -Draco pasó una mano por el pecho de Harry-. Eres más fuerte de lo que pareces. Siempre lo has sido. Pero creo que lo primero que la gente nota es tus ojos.

- Ah, sí –dijo Harry como insulto-. Verdes como el maleficio asesino.

- ¿Es eso lo que dijo la gente? –preguntó Draco, sabiendo que era verdad. Cultura general.

- Es todo lo que oigo –dijo Harry-. O esmeraldas.

- Es verdad –dijo Draco mirando las orbes en cuestión-. Recuerdo estar en Escocia, viendo los cerros en primavera. Casi había un verde allí que recordaba a tus ojos.

- ¿Así que estuviste pensando acerca de mí en Escocia? –bromeó Harry con una sonrisa. Draco quiso sacarse su propio bazo con un tenedor por habérsele escapado eso.

- Por supuesto que no –dijo Draco. Total y obvia mentira-. Estaba de vacaciones.

- Ya veo –dijo Harry.

- No estaba pensando en ti en absoluto –refutó Draco, mirando la televisión-. Y sé que eres legeremántico, así que cierra la puta boca. –Harry rió suavemente.

- Bien. No diré una palabra –dijo Harry mientras continuaba jugando con el cabello perfecto y sedoso de Draco-. Pero es lindo saber que pensabas en mí en Escocia.

- No pensaba en ti –dijo Draco. Mentira.

- Bien –dijo Harry con una sonrisa asesina-. Lo que tú digas.

- No pensaba en ti –discutió Draco, todavía mirando la televisión.

- Está bien –respondió Harry-. Entonces, ¿qué tan a menudo pensabas en mí en Escocia? –Ambos rieron.

- No pensé en ti en absoluto –dijo Draco sin mirar a Harry. Mentira.

- Ah –dijo Harry-. ¿Ni una vez?

- No –mintió Draco, y luego se volteó para mirar a Harry-. Quizás una vez. –Mentira.

- ¿Sólo una vez? –preguntó Harry-. ¿Estás seguro?

- Sí. Sólo una vez. –Draco regresó a la televisión y luego sonrió-. O dos.

- Dos –repitió Harry, asintiendo-. Dos es bueno.

- Quizás tres veces, pero… no puedo recordarlo –dijo Draco. Mentira.

- ¿Tres pensamientos completos acerca de mí? –dijo Harry, dejando que sus dedos se deslizaran por el pelo de Draco-. Estoy honrado. En serio.

- Bueno, no deberías. Fue sólo para planear tu muerte –dijo Draco. Mentira.

- Mi temprano deceso –dijo Harry. ¿Y aquellos cerros verdes encantadores te recordaron matarme?

- Debieron hacerlo –dijo Draco con una sonrisa-. No puedo pensar en ninguna otra razón por la que estaría pensando en ti. Debo haber bebido mucha cerveza.

- ¿Sólo estabas borracho y estúpido? –preguntó Harry.

- Sólo borracho –corrigió Draco.

- Sé cómo te pones cuando estás borracho –dijo Harry. Draco lo miró-. Te he visto borracho muchas veces. Te pones… um… bueno, digamos que muy amistoso.

- No es verdad –mintió Draco-. Nunca soy amistoso.

- Está bien. Lo que tú digas –dijo Harry con una pequeña risa, mientras se inclinaba para bajarse lo que quedaba de jugo-. Si quieres comprar las túnicas, tenemos que partir pronto. Y luego si quieres podemos parar a comprar leche.

- ¿La tienda de comestibles? –preguntó Draco, emocionado.

- Ahí es donde está la leche generalmente –bromeó Harry. Draco le dio un golpe juguetón.

- Listillo –dijo Draco-. ¿Quieres smokings para nuestro escándalo de esclavitud? –preguntó Draco, refiriéndose a la boda.

- Lo que tú quieras –dijo Harry-. Creo que ya que nuestros invitados serán todos magos, túnicas sería el atuendo apropiado. Pero si no quieres túnicas, te apoyo.

- Sabes que lo exigiré –dijo Draco. Harry asintió.

- Así que todavía te casas conmigo, ¿cierto? –bromeó Harry. Draco soltó un suspiro animado.

- Bueno, supongo que alguien tiene que hacerlo –dijo Draco-. Y más vale que sea yo, ya que ya estoy maldito contigo de todas formas. Odiaría que fueras una carga para otra persona, tendría que soportarte.

- ¿Así que estás siendo un mártir por el mundo? –preguntó Harry.

- Sí –dijo Draco de forma dramática-. Me sacrificaré para que otros nunca conozcan el puro infierno que es vivir contigo.

- Eres tan generoso –dijo Harry-. Dios, te amo tanto que es retorcido.

- Como bien deberías –bromeó Draco-. Y yo te amo a ti. –Harry se inclinó para tomar el beso que le era ofrecido por su dragón. Enroscó sus brazos alrededor de Draco y lo jaló para que se sentara en su regazo y luego lo recostó en el sofá durante el beso. Cuando el beso finalmente se rompió, quedaron acostados lado a lado enfrentándose en el sofá de cuero negro.

- ¿Sabías que hay una tienda de adultos en Londres, cerca de la tienda de túnicas a la que iremos hoy? –preguntó Harry.

- No, no sabía –dijo Draco-. ¿Y cómo sabes tú esto?

- Fui con Mike una vez –dijo Harry-. Se compró muchos juguetes para su colección. Mike es… bueno, le va mucho eso de los juguetes. Tiene cosas… no puedes imaginarte todas las porquerías que tiene en su casa. Son muy interesantes, pero… dan un poco de miedo al mismo tiempo.

- Iremos ya que tú quieres ir –dijo Draco.

- No dije que quería ir –dijo Harry.

- Lo mencionaste –dijo Draco.

- ¿Y? Sólo me preguntaba si sabía que estaba allí –dijo Harry. Mentira.

- Mentiroso –acusó Draco. Harry rió-. Iremos hoy. En Martinique fui a una tienda así. Era enorme y había porno por todas partes. Y había todo tipo de… bueno, cosas que encontrarías en un lugar así.

- ¿Compraste algo? –preguntó Harry.

- No –dijo Draco con una sonrisa. Mentira. Harry rió-. Está bien, compré condones y un… un ah… -Draco sonrió para sí mismo-. Compré un vibrador.

- Oh. ¿Y dónde está ahora? –preguntó Harry.

- No lo sé –dijo Draco sinceramente-. Recuerdo desempacarlo en la Mansión cuando regresé del viaje, pero… no sé dónde terminó. Quizá mi madre lo tomó. ¿Quién sabe?

- Hmm… -dijo Harry.

- ¿Has usado uno? –preguntó Draco. Harry negó con la cabeza-. Vamos a comprar uno hoy y lo voy a usar contigo.

- ¿Ah sí? –preguntó Harry, sabiendo que lo haría-. Vale. Puedo hacer eso.

- Lo planeaste desde el principio de todos modos, cuando mencionaste la tienda, maldito manipulador Slytherin –acusó Draco. Harry se encogió de hombros.

- ¿Qué te hace decir eso? –Harry fingió inocencia con una mirada totalmente despistada.

- No me des esa mierda –dijo Draco-. Eres enfermo y retorcido.

- No, no lo soy –dijo Harry de esa forma tan inocente.

- Y sabes que puedes hacerte el inocente y salirte con la tuya –acusó Draco.

- Sé que puedo. –Harry rió-. Funciona con todos menos contigo. –Harry rió maliciosamente.

- Realmente eres un bastardo malvado, Harry. –Draco sonrió-. Me encanta. Y por eso me amas. Puedes ser tú mismo conmigo y yo aprecio esa parte de ti. Nadie más lo creería si les dijera lo malvado que eres.

- Nadie te creería –dijo Harry-. Nunca he tenido libertad como cuando estoy contigo, Draco. Es asombroso. No sólo puedo hacer o decir lo que quiera, sino que puedo hacer magia en la casa y… podemos ir al Callejón Diagon o… a donde queramos. Es como si las partes de muggle y de mago dentro de mí se hubiesen combinado y no tenga que elegir entre ellas día a día. Me alegra que sea así ahora.

- Me da gusto –dijo Draco-. Y ahora podemos… -El maguífono sonó-. ¡Maldición! ¿Te llaman a cada minuto?

- Sí, algo así –dijo Harry-. Aprieta el botón. –Draco se inclinó y golpeó el botón del maguífono-. Hola, Albus.

- Hola, Harry –dijo Albus-. ¿Cómo supiste que era yo?

- ¿Quién más sería? –preguntó Draco-. Ron ya ha llamado hoy. –Albus rió entre dientes.

- ¿Cómo están ambos? –preguntó Albus.

- Maravillosamente –dijo Harry-. Draco me ha convencido de comprar túnicas nuevas hoy.

- Muy bien –dijo Albus vigorosamente-. Buen trabajo, Draco. No puedo imaginar cómo lo convenciste de encontrarse ropas adecuadas. –Harry giró los ojos-. Y vi eso, Harry. –Harry y Draco rieron.

- Me conoces demasiado bien –dijo Harry-. Y Draco tiene métodos de persuasión muy efectivos.

- Estoy seguro de que sí –dijo Albus-. Me disculparán si no pregunto en qué consisten exactamente.

- ¿Necesitas algo? –preguntó Harry.

- Ahora que lo mencionas, se me ocurre algo diminuto –dijo Albus. Harry le dio una mirada a Draco, diciéndole que siempre había algo-. Sé que generalmente no te agrada la idea de cualquier tipo de torneo mágico…

- Ay no –dijo Draco-. ¿Otro Torneo de los Tres Magos?

- No, no exactamente, pero uno muy similar será realizado en los terrenos de Hogwarts durante la última semana del año escolar. Para esto faltan tres semanas. Me gustaría pedirles que ambos, Harry y Draco, sean los jueces del torneo –pidió Albus. Draco negó con la cabeza.

- Um… puede que necesitemos… um… estar planeando nuestra boda –respondió Harry, y Draco asintió, de acuerdo con su excusa.

- Ya veo. Es solo por tres días –dijo Albus-. Esperaba que a ti y a Draco quisieran participar ya que ambos son celebridades.

- Ugh –dijo Harry con un gemido-. No sé. ¿Cuándo necesitas una respuesta?

- El lunes. Si ambos lo rechazan, me veré obligado a encontrar rápidamente otros jueces neutros –explicó Albus-. Los eventos de cada día sólo durarán aproximadamente cuatro horas, y los estudiantes de cada año competirán contra sus compañeros. Sólo serán estudiantes de Hogwarts en este torneo.

- ¿Y por qué no me lo pediste hace meses? –preguntó Harry-. Tienes que haberlo tenido planeado hace varios meses.

- Me gusta pedírtelo a último minuto y hacerte sentir culpable si me dices que no –admitió Albus-. Y esa estrategia por lo general funciona, así que me apego a ella. –Albus se rió por el teléfono. Harry negó la cabeza ante el lunático anciano.

- Te lo diré el lunes, ¿vale? –preguntó Harry. Draco se encogió de hombros.

- Vale. Vale –dijo Albus-. Parece que el laboratorio de pociones de Draco impresionó a nuestro maestro. Ha hecho un pedido de aparatos como los que tiene Draco. No logro entender la necesidad, pero le concederé los fondos.

- Snape está celoso de ti, Draco. –Harry sonrió. Draco brilló-. Tengo el nombre de la compañía donde los compré. Trajeron los equipos hasta aquí y los instalaron por mí. Puedo hacer que los entreguen donde tú quieras. De hecho, si le dices a Draco exactamente lo que quieres, podemos ordenarlo y llevártelo.

- Eso sería maravilloso –dijo Albus.

- ¿Planeaste esto? –le preguntó Draco a Albus.

- Absolutamente no –dijo Albus. Harry y Draco giraron los ojos ante la obvia mentira.

- Sí, claro –dijo Harry con una risita-. Te conocemos demasiado bien, Albus.

- Supongo que sí. Ahora me iré, y esperaré una respuesta el lunes sobre el torneo –dijo Albus-. Draco, espero que estés bien, confío en que elegirás túnicas perfectas para ambos. ¿Son para alguna ocasión especial?

- Hemos sido invitados a una cena, cortesía de los Weasley –dijo Draco.

- Son Arthur y Molly –corrigió Harry-. Por el ascenso de Ginny.

- Ah, sí –dijo Albus-. Me había enterado de que finalmente había entrado al equipo de medimagos especialistas. Muy bien. ¿Saben Arthur y Molly de su relación?

- Molly y Arthur Weasley no tienen idea de que Harry sea gay siquiera –dijo Draco. Albus rió suavemente-. Será una cena interesante.

- Harry, por favor no atentes contra la salud de Molly –dijo Albus. Harry le sonrió a Draco.

- ¿Y si prometo ser yo mismo? –preguntó Harry.

- Eso es todavía peor –bromeó Albus.

- Ja, ja, ja –dijo Harry-. Eres tan divertido. Te amo.

- Y yo los amo a ambos –dijo Albus-. Esperaré oír todo acerca de la cena.

- Te llamaremos –dijo Draco-. No puedo esperar a que la banda de pelirrojos babeen y se desmayen cuando yo entre.

- Estoy seguro de que será interesante. Ahora me voy. Adiós –dijo Albus.

- Chau –dijeron Harry y Draco antes de que ambos colgaran.

- ¿Quieres juzgar un torneo? –preguntó Harry.

- No tengo planes –dijo Draco-. Podríamos, si quieres. No me importa, en verdad.

- Bien. Entonces lo haremos… pero… -dijo Harry-. Necesito saber las horas para poder… -Harry se detuvo para pensar-. Ese hombre malvado.

- ¿Qué? –preguntó Draco.

- Sabe que planeo renunciar a mi trabajo –dijo Harry.

- ¿Planeas renunciar a tu trabajo? –preguntó Draco. Harry asintió.

- Sí –dijo Harry-. Creo que ya lo he decidido pero no me lo he admitido a mí mismo todavía. Obviamente, Albus cree que renunciaré para quedarme en casa contigo. Y… tiene razón, como siempre.

- No renuncies para quedarte aquí conmigo –dijo Draco firmemente-. No quiero que hagas eso. Si quieres empezar tu propia agencia de investigación, perfecto. Pero no te quedes aquí para atenderme como un inválido.

- No, no es eso –dijo Harry-. Simplemente no me canso de ti. –Draco lo miró duramente-. Eres perfectamente capaz de cuidarte a ti mismo.

- Sí. Como si no hubieses tenido que cargarme hasta la cama anoche –dijo Draco.

- Si no hubiese llegado en ese momento te hubieses caído al piso o hubieses vuelto a la cama –dijo Harry-. De cualquier forma estarías bien hoy. Así que sólo fue una conveniencia.

- Está bien. –Draco decidió aceptar esa lógica extraña, que lo hacía sentir un poco mejor-. Bueno, necesitamos aprontarnos y comprar túnicas hoy.

- Oh, alegría –dijo Harry-. Apenas puedo esperar. –Draco rió ante el sarcasmo.

- ¿Sabes que quiero decirte 'bebé', pero no puedo porque Brian solía hacerlo y cada vez que pienso en ello me cabreo? –preguntó Draco.

- Um… bien. –Harry se preguntaba de dónde diablos había salido eso-. Puedes hacerlo si quieres.

- No, ahora no puedo. Ese hijo de puta arruinó todo. Lo detesto –dijo Draco con los dientes apretados-. Deberías alegrarte de que Ron me detuvo esa noche que Brian fue al apartamento. Iba a matarlo. Lo juro.

- Él estaba tan enojado contigo –dijo Harry-. Había planeado matarte a ti y luego a mí. Leí sus pensamientos cuando preguntó por ti. ¿Lo oíste?

- Sí. Esperaba que lo dejaras entrara para poder meterle un AK por el culo –dijo Draco.

- Creo que puede librarse de algunos de sus cargos –dijo Harry-. Oh, bueno. Como sea. Aprontémonos para irnos. –El par regresó al dormitorio.

- ¿Llevas un revólver en el trabajo? –preguntó Draco.

- Sí –dijo Harry-. Llevo una pistolera debajo de mi chaqueta.

- Déjame ver –dijo Harry. Harry se hundió en el armario y sacó la pistolera con el revólver dentro-. ¿Está cargado?

- Siempre –dijo Harry-. Pero tiene el seguro puesto.

- Póntela –dijo Draco. Harry se puso la pistolera encima de su pecho desnudo y la abrochó, enderezándose. Draco asintió apreciativamente-. Muy sexy.

- ¿Sexy? ¿Un revólver? –Harry rió.

- Sí –dijo Draco con una sonrisa-. ¿Desenfundas rápido?

- El más rápido de mi departamento –dijo Harry-. Y no esperabas menos de mí, ¿verdad?

- Absolutamente –dijo Draco con una sonrisa-. ¿Podrías desenfundar ese revólver más rápido de lo que yo podría desenfundar mi varita?

- Sí –dijo Harry.

- Imposible –dijo Draco.

- Sí, posible –dijo Harry-. Practiqué durante meses para ser capaz de desenfundar más rápido que una varita. Es muy difícil, pero puedo hacerlo.

- Tengamos un duelo entonces –dijo Draco.

- No te apuntaré con un revólver –dijo Harry-. No puedo hacer eso.

- Sí, puedes –dijo Draco como si fuera estúpido.

- No, no puedo –dijo Harry-. No puedo apuntarte con un revólver. Fliparía.

- No es como si fueras a dispararme –dijo Draco-. No le saques el seguro.

- No… no puedo. –Harry rió un poco. Draco fue al baño y trajo su varita, poniéndola en el borde de los pantalones de su pijama y se puso al otro lado del dormitorio para enfrentarlo-. ¿Draco…?

- Anda –dijo Draco-. Hazlo.

- Vale, joder –dijo Harry, alejándose un poco-. Cuando la toques, ya serás mío. –Los dos se quedaron completamente quietos. Tan pronto como la mano de Draco amagó con moverse, Harry había desenfundado el revólver y apuntado, antes de que Draco llegara a tocar su varita.

- Mierda. –Draco rió-. Eres muy rápido. –Draco se quedó muy quieto-. Es aterrorizador verte apuntándome un revólver. Menuda cagada. –Harry giro el revolver en un dedo y lo guardó en la pistolera con estilo-. Muy impresionante, detective Potter.

- Nunca he fallado en un disparo –dijo Harry-. Nunca.

- Por supuesto. Ni siquiera tenías que decírmelo –dijo Draco-. Lo habría esperado de todas formas. Eres perfecto en todo lo que haces.

- Difícilmente –dijo Harry-. Pero trato de esforzarme con todo lo que hago. Y eso es… -Draco alcanzó la varita y casi la quitó del borde del pantalón cuando se encontró viendo el cañón de nuevo.

- Cabrón. –Draco rió. Harry apuntaba el revólver del otro lado de la habitación-. ¿A dónde apuntas?

- Entre tus ojos –dijo Harry-. Directamente a tu cráneo. Una bala y ya no estás. Es mucho más fácil matar disparando a la cabeza que al cuerpo. Y… menos doloroso, me imagino. –Harry giró el revólver de nuevo, haciendo que aterrizara en la pistolera.

- Así que siempre que apuntas, tienes intención de matar –dijo Draco.

- Sí. ¿Cuál es el punto de apuntar si esa no es tu intención? –preguntó Harry-. Generalmente puedo usar mi habilidad de legeremántico para convencer al criminal sin disparos. Por eso he avanzado tan rápido en mi trabajo. Generalmente puedo controlar la situación sin tener que recurrir a un arma. ¿Ya terminaste conmigo?

- Supongo –dijo Draco, poniendo su varita encima de la mesa. Harry se quitó la pistolera y la colgó en el armario-. Me gustaría aprender a usar un revólver adecuadamente. He disparado muchas armas muggle, pero… no estoy seguro de qué eran exactamente. Xavier tenía tantas.

- Claro. Puedo enseñarte –dijo Harry-. Hay un club de tiro en las afueras de Londres. Y ni siquiera pienses apuntarme con esa varita. –Harry estaba de espaldas a Draco, y éste se estaba acercando.

- Listillo. –Draco rió-. ¿Cómo lo supiste?

- Instinto –dijo Harry, volteándose hacia Draco-. Soy bueno.

- Sí, lo eres –dijo Draco, tomando un beso rápido-. Demasiado bueno.

- Encontré mi varita –dijo Harry-. La tenía guardada en el armario.

- Déjame verla –dijo Draco. Harry se estiró hasta el estante superior y sacó una caja. Se la entregó a Draco y luego fue a elegir ropa para el día. Draco abrió la caja y tomó la varita de Harry-. ¿Cuál fue el último maleficio que lanzaste con esto, si me atrevo a preguntar?

- Adivina. –Harry sonrió.

- El AK –dijo Draco. Harry asintió-. ¿Cuál?

- El suyo –dijo Harry.

- ¿Entonces la última vez que usaste una varita fue para matar a Voldemort? –preguntó Draco.

- Sep –dijo Harry-. Y no planeo volver a usarla nunca. ¿Sabías que el Ministerio quiso confiscar mi varita después de que matara a Voldemort con ella?

- ¿Por qué diantres harían eso? Todo mago necesita su varita –dijo Draco.

- La querían –dijo Harry-. No tengo idea de porqué. Albus les dijo que se fueran al diablo, creo yo. –Harry rió por ser algo tan poco característico de Albus.

El par guardó la varita y se vistieron para su paseo. Cada uno se peinó y pronto estuvieron prontos para irse. El viaje a la tienda de túnicas fue agradable en ese día ligeramente nublado y Draco tomó la mano de Harry en el auto mientras manejaba, muy para el deleite de ambos. Harry estacionó el auto y caminaron hasta la tienda, que estaba protegida de ojos muggle. Al entrar un hombre bajito y regordete, con una gran pelada, fue hacia ellos.

- Bienvenido, señor Potter –dijo el pequeño hombre. Draco miró a Harry.

- Gracias –dijo Harry-. Nos gustaría comprar dos juegos de túnicas, por favor. Un juego para cada uno.

- Ah, sí. Señor Malfoy –dijo el hombre, inclinándose respetuosamente hacia cada uno-. Por aquí.

- Qué buen servicio –dijo Draco arrastrando las palabras-. Gracias a El Profeta, sin duda. Para mí, de todos modos. Todo el mundo te conoce ya. –Harry le sonrió mientras seguían al empleado al cuarto de atrás, donde estaban las túnicas formales. Draco y Harry revisaron las opciones y Draco separó algunas de la gran selección disponible.

- Dios mío, mira esto –dijo Harry, sacando una túnica-. Mierda, me da escalofríos.

- Espeluznante –dijo Draco con los ojos abiertos como platos-. Es exactamente lo que traía puesto esa noche. –Harry la soltó rápidamente con un estremecimiento-. Harry, deberías probártela.

- Joder, no –dijo Harry-. Me espantaría. ¿Yo usando lo que Voldemort usaba? Dios… eso no… no está bien.

- Pero sería una ilusión –dijo Draco con esa mirada tan maliciosa-. Además, eres maligno.

- Draco. –Harry negó con la cabeza.

- Anda –dijo Draco, volviendo a sacar la túnica-. Es muy bonita. Muy, muy bonita. Y… coincidentemente, exactamente de tu talla.

- ¿No es encantadora? –dijo el hombre regordete de la túnica que Draco sostenía-. Sólo tengo un juego de esa. Es exquisita, pero no le queda bien a nadie. –Draco miró a Harry.

- Bien. Me la probaré –dijo Harry sombríamente-. Será horrible, pero… si te hace ilusión. –Colgaron la túnica en la barra del costado para probársela-. Y… es toda negra. Toda negra, Draco.

- Y una mierda –dijo Draco-. ¿Qué esperabas? ¿Rosa y púrpura con pequeños ositos de peluche para un Lord Oscuro?

- Eso hubiese sido genial –bromeó Harry, todavía mirando la túnica. No sé si puedo ponerme eso.

- Ah, relájate, solo es tela –dijo Draco-. Y… mira los diseños de la capa. ¿Ves eso? Son dragones chinos. Perfecto para ti.

- Y todo maldad –dijo Harry-. Me espanta solo de verla. ¿Y si me vuelvo loco, me vuelvo todo malo y empiezo a matar gente después de probármela?

- Dios, qué estúpido eres. Muévete –dijo Draco, riéndose mientras empujaba a Harry, quien lo siguió hasta el otro perchero. Draco eligió un encantador juego que era magnífico. El color era de un vino tan profundo que era casi negro. La tela estaba entrelazada con hilos plateados que brillaban cuando los golpeaba la luz.

- Eso es tan tú –le dijo Harry a Draco, que asintió.

- Me encanta –dijo Draco. Draco eligió otro juego, azul oscuro-. Yo me probaré estas dos, y tú te probarás ésas tres. –Asintieron y fueron a probadores separados. Harry veía con aprehensión la túnica de Lord Oscuro, de modo que la puso atrás del todo. Se puso la primera, que era negra con detalles blancos y grises. Draco se puso la de color vino. Ambos se encontraron frente a los espejos.

- Te ves increíble –dijo Harry ante la espléndida túnica elegida por Draco-. Qué bien que te queda.

- Es muy bonita –dijo Draco, mirándose en el espejo y luego volteándose hacia Harry-. No. No me gusta.

- No está tan mal –dijo Harry, mirando el espejo. Draco se acercó para jalarla un poco y simplemente negó con la cabeza.

- No. No está bien –dijo Draco-. Los hombros no encajan bien, y tampoco la entrepierna.

- ¿Me estás mirando la entrepierna? –Harry sonrió.

- ¿No te la miro siempre? –preguntó Draco-. Pero no. Esa túnica no es para ti.

- Me encanta la túnica que tienes puesta. Por favor, cómprala –dijo Harry-. Me encantas en rojo. Lo sabes.

- Es esa cosa Gryffindor que tienes. –Draco sonrió-. Pero sí, es bonita. Creo que me quedaré con esta. Ponte la siguiente. –Regresaron para probarse sus segundos pares. Draco se puso la túnica azul con botones dorados. Harry se puso una túnica negra y bordó con detalles plateados y ambos volvieron a salir.

- Todo lo que te pones te queda perfecto –dijo Harry-. ¿Cómo lo haces?

- Años de práctica –dijo Draco, volteándose para verse el trasero en el espejo. Se volteó para inspeccionar el frente.

- Tienes que comprar esa también –dijo Harry-. Tienes que tenerla. Es… perfecta.

- Bueno, supongo que ya que es perfecta, me veré obligado a comprarla –dijo Draco para sí mismo, y luego se volteó hacia Harry-. Esa tampoco me gusta. Maldición. Eres tan difícil de vestir, Harry. No puedo encontrar tu hueco con la ropa. –Draco se acercó para acomodársela de nuevo-. Las mangas no están bien y… tiene algo que ver con tu entrepierna de nuevo.

- ¿Estás obsesionado con mi entrepierna? No me quejo, pero pareces mencionarla con frecuencia. –Harry sonrió.

- Nada te queda bien en la entrepierna –dijo Draco, frustrado-. Tienes muy poco espacio entre la cadera y la entrepierna. Es extremadamente sexy, pero muy difícil de vestir. Pruébate la siguiente túnica y yo te buscaré algo más.

Draco se quitó la túnica azul y se puso sus vaqueros muggle normales y camisa. Harry se quitó la túnica y miró la siguiente. Con un gran suspiro, empezó a ponérsela con mucho cuidado. Cuando estuvo completamente vestido, Harry se estremeció al ver que le quedaba perfectamente, antes de salir para que Draco la viera. Draco se volteó para ver a Harry y sus ojos se abrieron como platos.

- Dios mío –dijo Draco-. Sé que odias oír esto, pero te queda perfecta. Increíble. Es como si hubiese sido hecha a medida para ti.

- Me estás espantando –dijo Harry, mirándose en el espejo-. ¿Tienes idea de cuán extraño me siento con esto? ¿Alguna idea?

- Sólo es ropa –dijo Draco-. Y… realmente me gusta.

- Draco, no puedo usar esto –dijo Harry-. Jodería las mentes de toda la población mágica si usara esta mierda. Mírame. Soy Harry Potter con la ropa de Voldemort. Eso… eso no está bien. Es… profano o algo. –Draco rió.

- Contrólate –dijo Draco con una sonrisa-. Además, ¿cuántas personas saben qué tenía puesto esa noche? Es sólo una túnica. Una túnica. Nadie lo sabrá de todos modos.

- Yo lo sabré –dijo Harry-. Pero… no se ve mal y… es bastante cómoda para ser una túnica.

- Creo que deberías comprarla. No necesitará ningún ajuste –dijo Draco-. Deberías usarla mañana por la noche.

- ¿Qué? ¿Estás loco? –preguntó Harry con los ojos muy abiertos-. Arthur reconocería esta monstruosidad que tengo puesta y… dios. No lo sé.

- Relájate –dijo Draco ligeramente-. Sólo es tela. No significa que te volverás todo sicótico y empezarás a reclutar un ejército de mortífagos. Tranquilízate. Esta túnica se ve bien. Creo que deberías comprarla y usarla mañana.

- ¿Y si Albus me ve con ella? –preguntó Harry-. Cagará un ladrillo.

- Harry, solo compra la maldita túnica –ordenó Draco-. Si alguien pregunta, dile que yo te hice comprarla porque fantaseo contigo como Lord Oscuro, teniéndome a tu merced como tu esclavo.

Continuará…

¡Me he portado bien! ¿Cuánto ha pasado de la última actualización? ¡POCO! Esa es la respuesta correcta :D

Pues bien, me he portado tan bien que me he ganado un review, ¿a que sí? El capítulo anterior recibió pocos T_T Y no quiero que la historia muera, así que… ¡apreten el puñetero botón!

:D Próximamente El Chico de Draco, si se portan bien y se comen sus vegetales~