N/A: Bueno, antes que nada, decir que esto no es una historia que se sigue. Son varios one-shots, aunque hay cierta relación entre ellos. La verdad es que éste primero es algo flojito, pero los demás son mejores. Advertir que Hinata está un poco menos tímida y Naruto algo menos "atontado".

Sin más rollos, os dejo con la historia.

Por un buen tazón de ramen…

Caminaba por las calles de Konoha, con semblante alicaído. Y en realidad lo estaba. Puede que a ojos de cualquiera pareciese una tontería, pero para él quedarse sin vales para comer gratis en Ichiraku era toda una tragedia. Su economía no era lo que se podría decir boyante. Siempre podía comprar ramen instantáneo barato en la tienda…pero no estaba tan bueno.

La brisa le revolvió los rubios cabellos hacia detrás…y le trajo un delicioso olor. Aquel aroma era de ramen, indudablemente, pero estaba mezclado con otro que conocía, pero que no terminaba de ubicar, un suave perfume de flores, de campo. Su agudo olfato nunca fallaba.

Guiándose por sus instintos y olfateando, echó a caminar, siguiendo el rastro.

Salió de la tienda con el humeante bol en las manos. Normalmente no comía aquel tipo de sopa. Sin embargo, se le había antojado, y tenía que tomarla. Y, contra lo que todos pensasen, no era porque la persona que más admiraba…que más quería, le encantase el ramen…aunque quizás sí le había influido un poquito.

Sin poderse resistir, tomó un pequeño sorbo, y se relamió. Estaba delicioso. Sin ninguna duda, los fideos de Ichiraku debían de ser los más ricos del mundo. Y si los tomaba en el parque, seguro que eran aún más ricos.

Distraída como iba, por poco tropezó con alguien. Murmuró una disculpa, pero se quedó parada al ver quién era: un joven que vestía de naranja y negro, que tenía cabellos rubios de punta, ojos azules y unas extrañas marcas en la bronceada piel de sus mejillas.

— ¡Hinata! –exclamó él.

—Na… Naruto-kun… –susurró ella.

El chico la miró, ladeando ligeramente la cabeza. Decididamente, era de ella de donde procedía aquel curioso pero delicioso aroma, mezcla de ramen y perfume. La jovencita lo miró, con aquellos extraños y fascinantes ojos blancos que tenía. Entonces, se fijó en el bol. Casi se le cayó la baba.

—Hm…tienes ramen –se relamió.

—Bu…bueno, sí –tartamudeó ella-. Es que…me apetecía, y….

— ¿Me podrías…dar un poco? –pidió el muchacho.

La Hyuuga dudó. Se estaba debatiendo consigo misma, contra dos de sus principios: por un lado, Naruto era la persona que más le importaba…pero por otro, ¡tampoco podía dejarle que le quitara su comida, para una vez que le apetecía el ramen de verdad!

—Bueno…podríamos compartirlo… –decidió.

— ¡Genial! ¡Gracias, Hinata! –sonrió el rubio.

Sólo por haber visto esa sonrisa, valía la pena.

Ambos se sentaron a la orilla del famoso lago de Konoha, donde todos alguna vez habían contemplado un atardecer.

— ¿Tanto te gusta el ramen…Naruto-kun? –preguntó, aún sabiendo la respuesta.

— ¡Sí! ¡Ja, ja, ja, me dicen que es un vicio! –rió el chico.

Ella rió también, pero más bajito.

— ¡Haría cualquier cosa por un buen tazón de ramen!

La joven de largos cabellos azulados ladeó la cabeza.

— ¿Cualquier cosa? –preguntó suavemente.

— ¡Lo que fuese! –asintió él.

— ¿Po…por ejemplo…?

—Pues… –el chico zorro se rascó la cabeza-. ¡Decirle fea del demonio a Sakura-chan!

La heredera de los Hyuuga volvió a reír, ésta vez con menos timidez. ¡Si le dijese eso a Sakura…!

—Y… ¿qué serías capaz de hacer por éste?

El aspirante a Hokage miró la humeante sopa, prácticamente con la baba cayéndole por la barbilla.

—Uf… ¡lo que fuese! ¡Tirarme desde las rocas Hokage! ¡Hacerle un boicot a Tsunade-baachan!

Ella sonrió, mientras tomaba un poco de la sopa, con la consiguiente mirada de envidia del chico.

—Dame un poquito… –suplicó.

—Está bien…

Le dejó los palillos a Naruto, algo avergonzada, y él se deleitó con un buen montón de los fideos.

—El paraíso debe de saber así… –suspiró-. Gracias, Hinata. Eres muy amable.

—No…no es nada…

—Y a mí que se me han acabado los vales de Ichiraku… Bueno, no te robo más tu tiempo.

Se puso en pie, dispuesto a marcharse. La joven de ojos blancos titubeó, sin atreverse a decir lo que deseaba.

"Vamos… ¡Ten valor, Hinata!".

—Esto…Naruto-kun… –estuvo a punto de perder todo el valor cuando él la miró sonriente, pero sacó fuerzas de donde pudo-. Y un bol de ramen… ¿valdría por…una cita?

El rubio la miró, algo sorprendido, mientras ella se ponía como un tomate. Pero él sonrió y se llevó la mano a la nuca.

—Bueno…sí…y sin fideos también –declaró- ¡Nos vemos después! ¿Vale? –ambos supieron que implicaban aquellas palabras.

La heredera de los Hyuuga sonrió también, mientras miraba como el chico se marchaba, incrédula ante la idea de que una simple sopa hubiese originado aquella conversación…

N/A: Bueno, sí, algo flojito, pero fue lo primero que escribí de éstos dos y le tengo cariño (bueno, es que lo de la parodia quedó algo raro, aunque era NaruHina, después de todo…).

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