Si Sakura pudiera explicar lo que estaba por estallar en su pecho diría que era algo más allá de la furia, tan envolvente y que le dejaba un hueco en el estómago, profundo y que hacía que su boca de pronto estuviera amarga como si no hubiera bebido agua

Si Sakura pudiera explicar lo que estaba por estallar en su pecho diría que era algo más allá que un simple enojo, tan envolvente y que le dejaba ese hueco en el estómago, incómodo y profundo que hacía que su boca de pronto estuviera amarga como si no hubiera bebido agua por largos días. Sin embargo ¿Quién podría saberlo? Sentada en una de las bancas abandonadas del jardín trasero de Seijo, entre la niebla matutina y con el rostro oculto detrás el grueso libro de medicina que se suponía, estaba estudiando detenidamente.

Pero las palabras impresas no formaban ni una sola frase razonable. No por lo menos en ese momento cuando su mente estaba estancada entre pensamientos que no podía hilar y que la asfixiaban.

—"Antes hubiera preferido lanzarle este libro a la cabeza". —un suspiro ahogado se le escapó, el bullicio de siempre comenzaba a resonar a la distancia. Los barullos infantiles de quienes ya son mayores y no lo aceptan. No faltaba mucho para que ella atravesara el umbral de la entrada principal, y todas las miradas se enfocaran en su menuda figura.

—"A esta hora todo Seijo ya debe saberlo…"—se lamentaba mientras cerraba el grueso volumen.

No, no se estaba poniendo histérica, ni fatalista. No, no estaba nerviosa. Era solo que… De todos los chicos…

—"Pero si soy una estúpida…"—razonó, resignada.

Miró su reloj de muñeca como suplicándole que detuviera sus manecillas que se arrastraban segundo a segundo. Cinco minutos más y tendría que levantarse de ese pacífico sitio, donde nadie murmuraba y si lo hacían, ella simplemente no alcanzaba a oír. Ojala el Sol saliera pronto, su piel estaba helada y húmeda gracias a la neblina, sus mejillas necesitaban urgente color, ya no había remedio con el moreteado debajo de sus ojos verdes resultado de una mala noche. Ni todo el maquillaje la haría ver como la vivaracha jefa de generación que siempre solía ser. Ya tenía un pie dentro, sólo faltaba el otro. Su corazón tamborileó, inseguro y fuerte.

Y fue inevitable como lo predijo: todas las miradas se enfocaron en ella, ahora únicamente quedaba levantar la barbilla y caminar con toda la dignidad que se supone debe tener. Aunque acelerar el paso no estaba de más.

—¿Es cierto? ¿Está saliendo con Li? —alcanzaba a escuchar.

—Es lo que dicen… pero ¿no es muy repentino? —Sakura prefiere ignorar.

—Quien sabe, él le quitó su puesto en el cuadro…

—Puede aspirar a ella. ¡Son tal para cual!

—Tiene que ser muy bueno…

Alguna otra chica intervino, con voz jadeante y envidiosa. — ¿Bueno?: Buenísimo.

Una sola mirada de advertencia fue necesaria para que guardaran silencio mientras ella pasaba.

—Creo… que está de malhumor…

—Hasta los presidentes pueden tener un mal día.

—¡Pero la presidenta Kinomoto es siempre tan amable! —Sakura miró con curiosidad a la persona que estaba hablando, una niña de segundo grado quien dejaba un mechón de cabello negro detrás de su oreja. Un brillo.

—Tu anillo…

—¿Eh? —la muchacha se sonrojó profundamente cuando la castaña se detuvo para hablarle.

—Es muy bonito, tal vez después puedas decirme donde lo compraste…

—¡Sí! —sonrió ante la reverencia. Y siguió con su camino.

Muy bonito, era una lástima que no le sentara.

—Buenos días.

—Buenos días, Eriol. —seca como siempre, con el rostro bien alto y la mirada apagada. Apagada y cansada.

El ojiazul estaba frente a ella, impidiéndole el paso, yendo de salida. Y toda su mini-audiencia estaba ahí para presenciar cada palabra que tuvieran que decirse. ¡Todos apostaban a que Hiraguizawa se quedaría con ella! ¡Nunca nadie se percató de cuando Li entró a la competencia! Cuando ya no tuvieron otro saludo que regalarse el uno al otro, Sakura pasó por su lado. Tomoyo ya estaba sentada en su sitio, mirando por la ventana sin ser molestada por nadie.

—Ah, llegaste más temprano de lo normal…—comentó Kinomoto, demasiado casual. Su amiga se sorprendió un poco, Sakura no se daba mucho a las conversaciones más que a las justas y necesarias.

—Quería hablar un rato... —fue lo único que pudo decir la amatista. Sus mejillas estaban ligeramente rojas. — Es muy importante…

Sakura parpadeó repetidas veces, sin comprender. — ¿Aquí?

Tomoyo miró a su alrededor notando que había demasiados pájaros en el alambre y las cosas que quería preguntar no podían ser escuchadas por cualquiera. —No, podemos esperar. —de nuevo su atención se enfocó en el exterior, en el día brumoso y frío que se veía venir.

—De acuerdo. —fue su única respuesta. El aula comenzó a llenarse con el paso de los segundos, los primeros profesores pasaban por los pasillos en su intento por poner el ejemplo de la puntualidad.

—¡Que desorden! —Tomoyo casi pudo escuchar como los dientes de Sakura rechinaban mientras todo su cuerpo se tensaba, ese aire de frialdad desaparecía y se convertía en algo tan intenso que el rostro pálido de la castaña se encendía. — ¿Se han dado cuenta que todos parecen locos el día de hoy?

Sakura le dirigió una mirada despectiva. — El león cree que todos son de su condición. Enhorabuena, ¿Te has visto por fin al espejo?

Shaoran levantó una ceja mientras una orilla de sus labios se curvaba en una sonrisa ladina. — Y me parece que tú vienes especialmente hostil.

Un nuevo rugido que no pasó desapercibido por Daidouji se escuchó. — Oh, nada de eso —ninguno de los dos disimulaba mientras hablaban quedamente.

—¿Es por que no dormiste bien, querida? —Sakura vio chisporrotear burla de los ojos avellanas del chino, mientras éste avanzaba a su lugar detrás de ella. Se acercó a su oído para susurrarle, cuando estuvo sentado. — ¿Soñaste conmigo, linda?

—No tienes tanta suerte. —repuso, cruzándose de brazos. — Pero si ha pesadillas te refieres, sí, tuve una.

Li hizo una mueca, intentando contener su risa. Tomoyo sólo los miraba sin alcanzar a comprender que clase de amor compartirían esos dos: Sakura parecía que saltaría en cualquier momento para desmenuzarlo y Shaoran, parecía que le gustaba la adrenalina, sino no la fastidiaría a propósito.

Kinomoto lo miraba intensamente, la corta distancia y la transparencia de su mirada hacían entender a Shaoran lo poco que le agradaba la conversación, haciendo que sus labios se torcieran en una mueca de molestia. — Pareces una viejita, te verías mejor si sonrieras. ¿Alguna vez lo has intentado? —la chiquilla apenas y se dio cuenta cuando los dedos de Li trataron de alisar su frente.

Sakura pareció ofendida cuando sus cejas se juntaron más, haciendo reír al castaño. — Y tú pareces un payaso, ¿Te enorgulleces?

Li se encogió en hombros, sin darle demasiada importancia. — No es que me queje, pero, ¿un payaso?

—Si, como todos los payasos—continuó ella. — Ya sabes, con la sonrisa idiota y las bromas estúpidas.

—Mmh, creo que ya lo capté. —rascó su mejilla despreocupadamente. — Pero no me gustan los payasos.

—Tendrás que soportar un trauma doble, entonces.

Daidouji abrió la boca y la volvió a cerrar, ¡Esa no era una sonrisa de Sakura! Esa curva torcida y burlona que endurecía sus rasgos. No le sorprendió escuchar la risa fluida del muchacho— Por lo menos alguien se divierte. —se atrevió a comentar, ante la mirada de pocos amigos que Sakura le dedicó.

—Cállate. —le ordenó al ambarino pero en ese mismo momento Shaoran estaba sordo, sus carcajadas no le dejaban escuchar más allá de si mismo.

--

—Aah, ya quisiera yo poder estar en el mismo salón que Li. —suspiraba una de las niñas de primero que miraban a la distancia como un castaño conversaba con su amiga Yamazaki, acompañados por un silencioso inglés. — ¡Si tan sólo fuera de tercer año…!

Haneoka no dijo nada, tuvo que morderse la lengua y sujetar sus pensamientos, todos los que volaban sin remedio hacia ese tal Li, no era fácil ver su figura alta y fuerte por los corredores. Menos cuando le acompañaba la pequeña presencia de la presidenta de tercero quien parecía querer alejarse caminando diez pasos delante de él.

—Deberías enfocarte en tus estudios. —se limitó a sugerir, escribiendo en su libreta. Raro pasatiempo para los descansos. Su compañera le miró aburrida.

—Está bien que seas la presidenta pero… ¿no deberías relajarte un rato? —Asuka le miró sin comprender. — Muchos chicos quieren conocerte pero tú siempre estás tan ocupada…

Silencio.

—Es que… lo odio. —murmura casi inaudible.

—¿Eeh? —todas le miran.

—Tal vez sea porque yo no quiero conocerlos. —respondió de forma rápida pero exasperada, concentrándose de nuevo en su libreta de conejos. — Además, es una pérdida de tiempo, todas sabemos lo que quieren los chicos de nosotras.

Silencio.

Mucho silencio.

Sus compañeras le miraron sin entender. Ella les lanzó un gesto de obviedad.

—¿Eh?

—¡Haneoka! —no se molestó en girarse cuando escuchó la voz de su compañero de gafas delicadas y piel paliducha, era tan delgado que parecía que se quebraría con sólo caminar. — Me estaba preguntando…

—Estoy ocupada. —afirmó, sin dejarle continuar.

—Pero--

—Muy ocupada.

—A-ah entie--

—Me alegro. Gracias de todos modos. —continuó.

—¿Sabías que las pelotas antiguas eran elaboradas con una especie de baba de árbol? —preguntaba Yamazaki en ese momento, con su dedo índice levantado. Hiraguizawa no le estaba prestando demasiada atención así que se dedicó a atiborrar a Shaoran de preguntas.

—Eh… pensé que se hacían de cuero.

—Estás equivocado, antes cuando se cortaban los árboles se utilizaba su corteza y su baba para hacer una enorme bola de madera.

Shaoran divisó como un chico se sentaba junto a aquella preciosa niña de primero que parecía ignorarlo. ¡Era tan parecida a Sakura!

¡Dios la librara, pobre alma!

No quería ni pensarlo.

—Adelántense, tengo algo que hacer.

—¿Ah? ¿Estás seguro? —Takashi no parecía muy seguro de querer estar con Eriol, ahora que estaba tan callado. — ¿No quieres que esperemos aquí?

—No, anden, adelántense. —movió su mano en un gesto despreocupado mientras se alejaba. Yamazaki levantó una ceja cuando lo vio saludar a la presidenta de primer año.

—Heh, buen día Haneoka. —sonrió suavemente cuando vio los enormes ojos de la chica mirarlo desde abajo, brillosos por la admiración, no tan diferentes a los de sus demás compañeras que no podían creer que el castaño de tercero le estuviera dirigiendo la palabra a una niña de primero. — Me preguntaba si podríamos conversar un rato.

—¿Co-cómo? —sus mejillas estaban coloradas, las otras chicas dejaron caer sus mandíbulas. Asuka no lo pensó dos veces.—¡S-sí! —se levantó rápidamente, toda tiesa.

Fue muy extraño ver a una persona tan alta como Li caminando a lado de una tan baja como Haneoka. Los jardines estaban repletos a esa hora de la mañana, todos almorzando y bromeando entre ellos, tratando de dejar escapar sus mentes y evadir los deberes escolares. Fue más incomprensible para todos ver como ambos se alejaban del resto y hablaban entre susurros.

—¿Has sabido algo de tu cadena? —Asuka se suponía que sólo por eso el de tercero podría buscarla. Shaoran se recargaba en ese momento en el tronco de un árbol.

—Nada. —respondió agachando la cabeza. — No quisiera, pero, empiezo a cree que tal vez sea mejor dejarlo así.

—No te desesperes, no hemos ni comenzado. Tienes que recordar todo lo que hiciste ese día, quizá eso pueda darnos una pista.

La muchachita lo miró. Para ella el silencio era incómodo, para él, ella sólo estaba tratando de hacer memoria, hasta que habló.

—¿Es cierto que estás saliendo con Kinomoto?

El ambarino parpadeó.

—¿Porqué lo preguntas? —evadió.

—Es lo que se dice… pero, no estaba segura.

—No pareces de ese tipo de chicas. —cerró los ojos pensativo.

—¿Ah? —la pequeña presidenta parpadeó extrañada. —¿Tipo…?

—Ya sabes, no me imaginaba que te gustaban los chismorreos. —su voz suave la puso nerviosa, insinuante y despreocupada a la vez. El rostro femenino y todavía infantil se sonrojó.

—¡No lo soy! —se defendió airadamente.

—Tampoco parece que te gusten los chicos. —comentó, tranquilamente. Como analizándola y viendo a través de su frente.— No es normal.

Su rostro incrementó su color. Aun más.

—No es que no me gusten… Yo…—había uno… uno en especial, el que se aplastaba el cabello mientras la escuchaba. Suspiró resignada, tenía que calmar el tamborileo de su corazón que se apretaba contra las paredes de su pecho, eran esos momentos en que su cabeza dejaba de ser fría para ofuscarse, una mente inquisitiva que de pronto se llenaba de aire e ilusión. Confesó: — Es que son tan…

Casi no pudo escucharla.

—¿Perdón?

Ella estaba encogida, con los brazos fuertemente cruzados y la cara roja.

—Idiotas…

Shaoran abrió los ojos con algo de sorpresa. — Me estás hiriendo profundamente. —bromeó. — Según tu experiencia femenina… ¿Por qué deberíamos ser unos idiotas?

—Lo único en lo que los hombres piensan es en sexo desenfrenado, salvaje y loco. La juventud de hoy está tan podrida.

—Ah… ¿Salvaje y loco?

—¡S-sí!

Li le miró divertido, después de reír. — Haneoka… ¿te incluyes en la mierda?

—¡Por supuesto que no! —Protestó ofendida pareciéndose más a un tomate maduro y listo para la venta, agachó la mirada.— Eso… es lo que pienso…

Shaoran no discutió porque ¿Qué caso tenía contradecirla cuando tenía una pizca de razón? Y no era precisamente porque él quisiera acostarse con todo lo que tuviera falda o sujetador, pero tampoco era un ciego, ni un mariquita, ni un santo.

Todo menos eso. No se enorgullecía de ello pero que bah, tampoco tenía caso ocultarlo. No un santo, sólo es adolescente. Y no podría ser un santurrón gracias a los pensamientos que de vez en cuando le inundan la cabeza y lo hostigaban en las noches frías de Tomoeda y que a veces él no sentía por el calor que había que aplacar sin despertar a su padre. Ya se imaginaba el rostro de Yang descubriéndolo en la escena del crimen… con las manos en… la masa…

—Sólo puedo acordarme, que tuve la clase de deportes de la mañana… me lo quité a esa hora pero, ya no me lo puse para los siguientes periodos. Y en la tarde, ya no estaba. —seguía la chica sin haber sido escuchada del todo por él.

—La clase de las siete ¿no? —pasó su cabello, era imposible que él hubiera tenido algo que ver, a esa hora estaba en examen, el mismo que Sakura aparentemente reprobaría. Después había bajado a cambiarse para deportes… Sakura bajó tarde. La sangre viajó a su rostro y otros sitios insospechados.

Esa fue una muy buena clase de deportes. Ah, Shaoran, concéntrate.

Regresó a cambiarse de ropa.

Sakura sudaba ese día.

¡Ah!, y después, todo sucedió.

La campana.

—¡Ah, llegaremos tarde! ¡Te veré luego! —no fue como una queja, ni como un lamento, su voz divertida y apresurada hizo que Asuka le mirara extrañada, ver como los ojos del mayor sonreían mientras se adelantaba para desaparecer por los pasillos del edificio, dejándola sola.

—Eh… ¿Li…?

Y pensar que faltaba una semana más para la siguiente clase de deportes…

Divisó en la distancia a su grupo de amigos, todas las chicas parecían contenerse para saltar sobre Sakura y hacerle preguntas sobre su nueva conquista, Tomoyo parecía lejana a cualquiera, observando con miradas tímidas y furtivas a Hiraguizawa, el muy maldito que se dedicaba solo a comer con sus finos modales.

Tan falso.

Lo enfermaba.

Respiró hondo tratando de controlar el pulso acelerado que iba por todas sus venas, contener la impotencia y las ganas de golpear cualquier cosa era casi un pecado. Casi volverse loco porque sabe que no puede írsele encima y darle contra su estúpida cara con gafas sin una razón. Porque sabe que Sakura no se lo perdonaría tan fácilmente.

¿Y que importaba de todos modos si no había perdón después?

No supo en que momento la jovencita lo encontró entre la multitud, a la entrada de la cafetería, sus ojos verdes que sólo estaban ahí, adornando el bonito rostro de piel suave. Shaoran se pregunta como es que no hay nada dentro de ellos, como es que no puede leerlos, como es que son mudos.

—¿Se divierten? —fue su pregunta cuando llegó hasta ellos, buscando los hombros de su chica. Sakura hizo una mueca de disgusto pero no se quejó.

—Hace poco más de cinco segundos, sí. —Shaoran se pregunta como es posible que Kinomoto no actúe frente a sus amigos. Que no finja que no le gusta y que es bastante irónico que salgan juntos.

—No son muy románticos que digamos. —susurró Naoko a Rika, mientras sonreían nerviosas ante la escena.

—Tal vez sólo no es su estilo. —Sasaki siempre tan comprensiva.

En silencio, Eriol se puso de pie llevando consigo su bandeja ya vacía. — Nos vemos después.

—¿No lo ven un poco extraño? —pregunta inocentemente Chiharu, todos le miran incrédulos.

—Eres un dulce, cariño. —suspiró Yamazaki acariciando su mejilla, celebrando la inocencia de la joven.

—Yo, también me adelanto. —que Daidouji siguiera a Eriol también era raro.

Sakura agachó la mirada.

—Oi, Li ¿Porqué no vamos a ver el partido de los de segundo contra los de tercero? —ofreció Takashi tratando de desvanecer la tensión que se cernía sobre la mesa.

—Ah, claro.

—¡Se les hará tarde!

—¡No tardaremos!

Naoko, Rika y Chiharu se miraron entre ellas mientras Sakura no sabía que decir, ellas hablaban tranquilamente de cosas banales y simples, y ella no podía aportar nada a la amena conversación, porque sabía poco o nada de la vida común. Aunque supiera que era la persona más importante en el pasillo de regreso a las clases, no se sentía como tal. Apartada. Y obligadamente callada.

—"Son mis amigas…"—las miró, no parecían notar su nerviosismo.

"¿No creen que ella es genial?"

"¡Y es tan guapa!"

—Esa canción es un asco. —opinaba descuidadamente Chiharu después de pasar por su garganta un pedazo de manzana. — Si quieres bailar deberías escuchar a ese DJ europeo…

—¿De quién hablas? —cuestiona Naoko levantando una ceja.

—Ah, el que tocó en Bruselas el mes pasado. —recuerda Rika, sonriendo gentilmente. — Ya nos habías contado de él.

Y Sakura se da cuenta de que no entiende ni jota de lo que están hablando. Que es brutalmente ignorante.

—"No soy tan diferente, ¿verdad?".

—A Yamazaki también le gusta… creo que es lo poco que tenemos en común. —continúa Mihara, sonrojándose levemente. Las otras dos le miran enternecidas.

—¡Debemos ir a bailar uno de estos días, definitivamente! —Naoko parece emocionada cuando se da cuenta que han llegado, entra y es imitada por sus amigas.

—¿Qué tal este fin de semana? —se alcanza a escuchar.

Sakura sonríe esperando a que volteen pero ellas parecen haberse olvidado del detalle de que ella estaba caminando junto a ellas.

Que bueno, porque ella ni siquiera sabe bailar… ¡Y tiene tanto que lavar!

Que pesadez, que turbio se vuelve todo cuando no estás rodeado de gente que te admire y trata de entablar cualquier conversación sin sentido contigo, cuando todos se han adaptado a que estás ahí y que aunque eres importante en realidad dejas de serlo gracias a la costumbre. Es así como Sakura siente que se asfixia porque de pronto ya no hay nadie. Ni las chicas, ni los chicos, ni ningún alumno. Piensa que no importa, que estar sola es mejor que estar mal acompañada.

Es normal.

Tiene que ser normal.

—Ah, esos son Tomoyo y Eriol…—no tiene que esforzarse mucho para notarlos más lejos en el pasillo, conversando tranquilamente. Ella parece preocupada por él; siempre tan dulce y heterogénea al resto, cuando camina parece que fluye y que apenas pisa el suelo por el que va. Hiraguizawa es otro tipo de elegancia, una menos delicada pero más soberbia. Son tan parecidos… tan blanquecinos y de cabello oscuro. Casi supremos sobre los demás. A ella misma.

"¡Woah, eres sorprendente Kinomoto!"

"¡Yo propongo a Kinomoto!"

—Tomoyo es hermosa. —¿Porqué no lo había notado?

—No es una novedad. —Sakura podía reconocer esa voz. — Pero quizá tú no lo habías notado… debe ser aburrido no quererse más que a sí mismo.

Ella se volteó para enfrentarlo, levantó el rostro. — Entonces deberías salir con ella.

Shaoran hizo un mueca pensativa, al final sonrió.—Tienes razón, pero me gustan más las castañas. —Sakura saltó. — Además, hacen buena pareja y no me gustaría frustrar los planes de Daidouji. —sonrió todavía más cuando la chica frunció el ceño. — No sabía que podías ser celosa.

Kinomoto le miró con fastidio. — Déjame sola.

No era como una petición.

—Pero si ya estás sola.

Sola.

-

Sola.

"Kinomoto siempre está ocupada, no hay que distraerla"

"¿Estás bien, Sakura?"

"Lo siento, no te molestaré más".

Sola.

—Li…

—¿Sí?

—¿De que planes hablas?

--

—Ehm, gracias por esperar…—le había dicho sonrojada Daidouji, mientras lo alcanzaba en un pasillo, a lo lejos se podía escuchar las quejas de Li que protestaba porque su novia no quería ser acompañada hasta casa, por lo menos, no por él.

Eriol le sonrió distraídamente. — Por nada, sabes que me encan-ta charlar con tu madre.

—Ella te aprecia mucho. —dijo, sabiendo que era verdad. — Tal vez te gustaría… quedarte a cenar. —sabía que la invitación era inofensiva, sabía que a su amigo no le sorprendería. No tenía que sonrojarse y sin embargo ahí estaba el calor acumulándose y sofocándola, creyendo que el tiempo se iba deteniendo mientras admiraba como se formaba su sonrisa y esperaba su respuesta.

—Eres muy ama-ble, pero no estoy seguro de po-der esta vez. —Tomoyo lo miró con curiosidad. El inglés no pudo más que mostrarle su sonrisa afable, más como una disculpa silenciosa. —Tengo al-gunas cosas en que pen-sar.

La amatista bajó la mirada turbada sin tener que imaginar mucho para saber de que se trataba todo, en qué giraba la mente de Hiraguizawa. Una y otra y otra vez: — Sakura, ¿no es así? —no esperaba sentir el peso sobre su cabeza, la larga mano de Eriol sobre su sedoso cabello, lo cepilló un momento mientras cerraba los ojos, cansado. Sus dedos se deslizaron por las oscuras hebras hasta que apretó su hombro con confianza.

—No debes preocuparte, Dai-douji.

—¿Piensas… hacer algo?

Oh, sí que lo pensaba.

—No.

Sakura se daría cuenta de quién era el fulano con el que estaba saliendo. Tarde o temprano. Tomoyo lo miró insegura, sin saber que significaba esa voz seria ni porqué entrecerraba los ojos azules que tanto le gustaban.

—Yo…

Escuchaba su corazón taladrarle los oídos y la sangre palpitando en todo su cuerpo, cada vena pulsando contra su piel. Sabía que lo tenía enfrente pero no lo miraba, su rostro se perdía entre la adrenalina y la sensación de querer decir algo atorado en su garganta. Casi no sintió cuando Eriol pasó por su lado, sin percibir lo roja que estaba su cara, de nuevo ese sentimiento se queda ahí. — Eriol…

Él la miró de reojo sin entender porque no avanzaba.

—Quiero ser tu amiga.

El inglés rió un momento, esas risas huecas que tanto la lastiman porque sabe que no está tomando enserio ni una de sus palabras. — Pero, Dai-douji, nosotros ya somos a-migos. —La vio acercarse lentamente, con una mueca que poco tenía que ver con ella, las cejas fruncidas y apunto de replicar.

—Quiero ser una verdadera amiga. Sé que lo necesitas.

¿Debía creer eso? Él había vivido solo mucho tiempo y cuando necesitó la compañía y cariño de alguien, no hubo nadie. Ahora no necesitaba nada. Ni siquiera una mirada amatista y lastimera de esa jovencita.

—Lo lamento, Dai-douji pero, no enti-endo nada lo de que hablas.

—Es que, te ves… solo.

—¿Debería creer eso?

—¿A-ah…?

—Vamos, estoy seguro de que cocinas delicioso. —Ambos chicos miraron hacia atrás donde Sakura era seguida por Li.

—Ni creas que estás invitado.

—¿No dicen que donde come uno, comen dos? —insistía, sonriendo de lado.

Eriol sonrió sin quererlo. — Estás equivocada, Da-idouji. Debe haber algo para mí.

—¿Eh?

—Disculpa que te interrumpa, —Sakura se detuvo para mirarlo directamente al rostro, levantando su mentón como acostumbraba, con esa mirada nulamente romántica.— pero, ¿Qué te hace creer que eres un número dos en cuestión?

—¿Ah? ¡Pero soy tu novio! —se defendió, sin siquiera analizar la pregunta.

—¿Y eso que? Tienes tu propia casa, ve a cenar ahí. —reclamó desdeñosamente, emprendió de nuevo su ida. Shaoran la siguió. — Además, tengo cosas que hacer como para perder mi valioso tiempo contigo.

—Mi padre no llegará, no tiene sentido cenar solo. —comentó casualmente, clavando sus manos en sus bolsillos. Sakura frunció el ceño cuando se percató de cómo la estaba ignorando. — Mucho menos lo tiene llegar si quiera a casa.

—Touya llegará tarde así que no hay mucha diferencia. —refunfuñó, mirando en otra dirección mientras aceleraba un poco más el paso. — ¡Tengo cosas que hacer así que vete de una buena vez!

—¿Eso quiere decir que estaríamos solos? —Sakura habría respondido si el tono seductor de Shaoran se lo hubiera permitido, o por lo menos si no lo hubiera percibido. Sus nervios se crisparon cuando sintió como pasaba su brazo sobre sus hombros y resbalaba hasta su cintura, apretándola contra él. De un momento a otro se dio cuenta de que Eriol estaba cerca. — Entonces con mayor razón debo ir.

—¡Argh! —el castaño rió cuando sintió el empujón. — ¡Aléjate!

El chino pasó por un lado del inglés. Sakura ni siquiera los miró estando demasiado irritada. Eriol la siguió con la mirada, ella no volteó. — Tomoyo, hay reunión del comité. No la olvides, por favor.

—Está bien, Sakura. —la albina se enfocó en Eriol. — Te veré después ¿Cierto? —el chico asintió.

—Hasta mañana, Da-idouji. —que bonita sonrisa, piensa Tomoyo mientras se volteaba para marcharse.

Shaoran las observa alejarse, le guiñó un ojo a su compañero: — Creo que le gustas a Daidouji.

—No es tu asunto.

—Me he dado cuenta de que Daidouji es… —removió su cabeza pensativo. —Diferente, a Kinomoto. En realidad son muy opuestas.

—¿Es positivo?

—Para ti sí, para mí que salgo con Kinomoto…—sonrió. — No estoy muy seguro, de hecho.

—Entonces deberías dejarla en paz—aunque su voz fuera un murmullo, Shaoran lo escuchaba perfectamente. — Si no estás dispuesto a entenderla, no tiene caso que salgas con ella. Deberías dejarla en paz para que la amen como merece.

Su voz resonó por el pasillo, Shaoran le mira un momento, no queda más que sonreír aunque no tenga ganas, porque no perderá frente a ese sujeto. No lo golpeará porque sabe que Sakura no se lo perdonará…

Debería ignorar ese detalle.

—No lo creo necesario. Tú sabes, ahora estás muy ocupado…

—¿A que te refieres?

—Lo sabes muy bien. —Eriol no se intimidó cuando Shaoran concentró su pesada mirada sobre él, escudriñadora y acusante. Entendía bien que se refería a Daidouji.

—Cuando tengas el valor de hablarme directamente, ven a buscarme. —Li gruñó. — Mientras tanto encuentra a alguien mejor para fastidiar.

Shaoran sonrió burlonamente. —Presiento que estaré toda la tarde con ella… fuera de Sakura, no hay nadie mejor que tú.

—Ya te arrepentirás.

—Ya veremos quien se arrepiente primero de qué. —el chino se había dado la vuelta, dispuesto a alcanzar a Sakura.

—Lo que tú digas, Li.

--

—El maratón de este año debe ser un éxito, por favor, encárguense de hacer que sus compañeros rellenen los formularios. Es necesario tener en cuenta a los alumnos imposibilitados para el ejercicio.

"¡¿Ah?! ¡¿Llegó en primer lugar?!"

"¡Era de esperarse, Kinomoto es genial!"

La tarde le ha arrancado otro suspiro después del disimulado bostezo que daba mientras miraba por la ventana, recogía los papeles y pensaba en la cena navideña que debía planear para Touya y ella, no faltaban más de dos semanas y media. Los demás presidentes de generación se van retirando pues la junta ha terminado. Es un gran alivio que las vacaciones vayan a comenzar, así no tiene que ver la cara de Eriol o de Li.

—¿De que planes hablas?—había preguntado, Shaoran se encogió en hombros—¿Qué quieres decir? —insistió. El chino podía ver la duda en los ojos verdes de la muchacha, parecía demasiado seria y dispuesta a escuchar cualquier cosa que tuviera que decir, quieta y apacible, comos siempre lucía ella. Como casi siempre lucía ella.

—Eres un poco lenta para ser la presidenta de la clase pero, ¿Qué se le puede hacer? —dejó escapar el aire y luego la miró. — Y se trata de tu amiga, deberías haberte dado cuenta desde antes.

—Bueno, ¿Me vas a decir o no? ¡No tienes ningún derecho a decirme que soy mala amiga!

Shaoran sonrió burlonamente. —Yo no he dicho eso, Kinomoto.

Silencio.

Entraron al aula de la misma forma que siempre, uno a lado del otro. Algunas chicas suspiraron viendo a la pareja perfecta tomando su lugar. Li no tuvo más opción que sentarse en el filo del escritorio de ella, mientras Sakura le observaba inquisitiva.

—Apestarás mi mesa.

Shaoran rió. — Se le quitará en unas horas. ¿Me escucharás?

Sakura asintió con la cabeza.—¿Entonces…?

—No es algo que me corresponda explicarte. Si te preocupa tanto deberías… no sé, ¿Preguntarle a la propia Daidouji?

Ella miró por la ventana haciendo una mueca, Shaoran palmeó su cabeza. — Estarás bien, sólo pregunta.

—¡Hasta mañana, Kinomoto!

—¿Hoe? —y de pronto estaba nada más con Tomoyo y el profesor, los dos hablando. — Ah, ¿Soñé despierta?—rió quedito.

—Bueno si no hay otra opción, será lo mejor. —había dicho el director, dando unas palmadas en la espalda de la amatista, ella miró a su amiga.

—¿Eh? ¿Qué pasa?

—Sakura, necesito decirte algo…—respiró profundo. — Voy a dejar el comité.

Kinomoto parpadeó. — ¿Ah? ¿Por qué? ¡Eso no tiene sentido!

—Sólo, ya no quiero. —bajó la mirada. Se sentía culpable, porque si Sakura supiera porque lo estaba haciendo seguramente no la perdonaría. Porque si sabía que era para pasar más tiempo con Eriol, la creería una tonta, porque si sabía que ella lo quería a pesar de que su mejor amiga también, entonces la creería una traidora.

—Pero, Tomoyo…

—¡Lo siento mucho!

"¿Nos vamos juntas a casa?"

"Ah, no te preocupes… ya será en otra ocasión"

Sola.

Muy sola.

—Ya encontrarás un reemplazo—intenta animar el director cuando se da cuenta que Tomoyo ha salido disparada, disculpándose tímidamente. Sakura apenas y lo notó hasta que vio su espalda avanzar por el pasillo.

—N-no hay problema. —sonríe quedamente. — Puedo hacerlo yo misma.

—Eres muy eficiente, niña… pero no tienes porqué estresarte tanto, ve y busca un suplente. —era un sujeto comprensivo y sabía que la estimaba exageradamente, hasta la sobreprotección. Le extrañó el silencio incómodo que el director dejó caer, buscando las palabras adecuadas.

—¿Sucede… algo malo?

—Pues… verás…

—¿Los robos…?

El director hizo un ademán de despreocupación. —Oh, nada de eso…—parecía avergonzado.—Disculpa que te moleste después de todo esto, Kinomoto. Sobre Daidouji, sé que son muy buenas amigas.—la voz afable del hombre llamó la atención de ella. — Pero tengo que informarte del adeudo que tienes…

—¿A-adeudo? —Cierto. Lo había olvidado.

—De este mes y el pasado. —aclaró. — Me gustaría poder aplazarlo un poco pero, me temo que no es posible…—agacha la cabeza. —Si no pagas… bueno…,—la miró con algo de pena. — Podrías perder tu porcentaje de descuento…

Que vergüenza.

"¡Es tan buena en todo!"

"¡Ja, ja! ¡Le debe gustar mucho estudiar!"

¡"Yo pensaba que sólo los becados hacían eso!"

—Ah… ¿La… be-beca? — Beca.

—Sí. —el hombre sabe del problema financiero, pero no puede hacer más que alentarla desde su escritorio. — Por favor, no te vuelvas a atrasar en tus pagos, tienes dos semanas. Con permiso.

Sakura tiene que sentarse. — ¿Di-dinero…? ¿De donde…?

Sola.

Más sola que nunca.

¡Está bien! ¡Pase lo que pase todo estará bien!

Mentira.

¿Si los demás se daban cuenta que no estaba en su mismo nivel? ¿Si se daban cuenta de que necesitaba una beca para poder estudiar ahí? ¿Si se daban cuenta de que sacaba las mejores notas no por gusto sino por obligación?

¿Se decepcionarían?

¿La odiarían?

No habrá quien le adule. No habrá quien le llame.

De pronto el atardecer ya no es la mejor compañía, de pronto el eco de los pasillos vacíos no es la más bonita melodía. Por lo menos ya no tenía que caminar a lado de ese tipo tan molesto, había bastantes beneficios de estar sola en momentos así. Podías pensar, podías planear…

¿Planear qué?

—¡Ja, ja, ja! ¡No hagas eso Mizu! —reían las niñas que seguían con el aseo. Sakura se dio cuenta de que estaba en el pasillo de segundo. — ¡Eeh! ¡Tendremos que volver a limpiar por tu culpa!

—Lo siento chicas…—dice una voz apenada.

—Ve a lavarte, nosotras limpiamos. —ofrecieron las otras chicas. — No tardes.

—¡Sí!

La jovencita de cabello negro se sonroja cuando nota quien está en el pasillo, la presidenta Kinomoto que pasa ahí por casualidad. — Ya es un poco tarde para que sigan aquí…

—¡L-lo siento! Nos tocó la limpieza… y de-derramé jugo y…

Sakura sonríe comprensivamente cuando ve la mancha roja en el uniforme y las manos pegajosas. — Será mejor que te limpies. —Avanzan juntas en silencio, la niña Mizu la mira por el rabillo del ojo, su semblante sereno y elegante.

—Hasta mañana. —se despide la castaña, y sigue su camino. Mizu se desvía hasta los casilleros, tiene que cambiarse de ropa. Lo mejor será dejar su anillo si no quiere perderlo.

--

—Ah, con un demonio… ¿Tanto tardan esas juntas? —ha esperado pacientemente desde que Sakura se desvaneció por los pasillos con Tomoyo. La ve salir sin que note su presencia. —Oi, ¿Quieres que te lleve? —no se percató del momento en que salió de Seijo, mucho menos del vehículo tan cerca de ella, iba silencioso, transportando a un Shaoran confiado, inclinado sobre el manubrio de la motocicleta. No respondió, el muchacho rió suavemente cuando la vio alzar la barbilla. — Pensé que tenías prisa por llegar a tu casa.

—En realidad era para alejarme pronto de ti, pero veo que no lo conseguí. —confesó, sin más. Trata de ignorar que Li va en una motocicleta.

—Eso dolió. ¿Sabes?, eres inusual y demasiado sincera para mi gusto.

—Y tú demasiado entrometido para el mío. —dijo sin detenerse— no le veo mucho caso que estemos juntos.

Li la ignoró: —Vamos, sube. ¿No te da curiosidad?

—Para nada. — ¡Que demonios! ¡Quería saber de que se trataba esa enorme maquina entre las piernas de Li! ¿Por qué tenía una cosa como esas? ¿Qué se sentía montarla? Lo primero que se diría Sakura Kinomoto era que, debía conservar un poco de orgullo. Un poco más.

Pasaron unos minutos sin que Shaoran discutiera o por lo menos ya no lo escuchó, cosa que es un alivio porque no tiene ánimo para seguir peleando por cosas sin…

—¡Bájame!

La esta sujetando fuertemente por la cintura y la había sentado a la fuerza sobre el asiento. El mismo escalofrío de antes… sus largas piernas rodearon las de ella, apretándola contra la máquina, no necesitaba mucho para sentir su pecho, su abdomen contra su espalda baja. —Esto es necesario. —dijo, colocándole el casco que le quedaba grande y resbalaba hasta obstruirle toda la visión, cuando terminó de acomodarlo volvió a caer. — No me gustaría ver esa cabezota en pedacitos.

—Te tiraré si no me bajas. —rugió, intentando pararse pero el cuerpo de Li lo impedía.

—Seguro que sí. —continuó, casi sin tomarla en cuenta. Sakura bufó indignada — Ahora sujétate fuerte de aquí. —condujo sus manos hasta el acelerador y el freno, Sakura podía ver los brazos de él a sus costados. — Avanza lentamente.

—No lo haré.

—Oh, anda. No todos los días tienes una Harley para practicar. —Kinomoto saltó cuando sintió las cálidas manos de él deslizarse por su estómago y su vientre para sujetarse, de pronto quería saltar de ahí, quería arrancarse la cabeza, quería apretarse contra él y saciar ese no-sé-qué que la hacía oprimirse contra el asiento, contraerse contra su pecho. Shaoran sonrió sin entender porque ella saltaba y se contraía en su lugar. Ansiosa.— ¿Qué te pasa? —su cuerpo era sincero, reaccionaba a cada ligero toque, aun cuando se tratara de él.

¡Era normal!

¡Normal!

Li parece divertido, ¿Quién imaginaría que una chica temblaría con la sola idea de conducir una motocicleta? Ríe suavemente detrás de ella. — ¡Que miedosa!

—¡¡Déjame en paz!!

No era miedo. Era cercanía y calor. Deseo físico que no le agradaba y que no esta dispuesta a soportar.

—¿Cómo es posible que le tengas miedo a una inocente moto? —insistió, mirándola atentamente y como se sonrojaba. Era un estúpido, si supiera que poco tenía que ver el motor y las dos ruedas. Era una reacción. ¡Toda mujer debía sentirla aún con el hombre más insolente de toda la Tierra!

Shaoran permaneció en silencio unos segundos, la presidenta pensó incrédulamente que se le habían terminado los argumentos para fastidiar. Gracias a Dios. Bendito silencio.

De pronto, Él tiró de la falda. — Estaba muy arriba. —aclaró. Sakura sintió que su voz estaba más ronca. — Vamos, acelera y estate quieta sino nos mataremos.

—¡¡Deja de manosearme!! —Shaoran se sintió un decibel más sordo.

—¿Qué? ¡No estaba haciendo nada!

—¡Tocaste mi falda!

—No seas tonta, sólo la bajé—explicó, de forma natural. Tenía la ventaja porque sabía que Sakura no podría ver que sus mejillas estaban de pronto rojas, y miraba el cielo buscando no volver a desviarse hasta las extremidades femeninas, que aunque no eran las más largas sí presumían una piel aterciopelada, blanca, suave.

Tocable.

—¡No vuelvas a manosearme!

—No te pongas histérica y conduce. Ni que fuera la gran cosa…—levantó una ceja. — ¿o será posible que ese rechazo desesperado sea una expresión real y contraria que muestra que deseas un poco más? —dramatizó con su voz exagerada. Los ojos de Sakura casi lo matan ahí mismo, cuando giró— Además, cumpliremos veinticuatro horas saliendo… ¿No crees que ya tengo derechos?

—¡Cállate de una vez!

—Sólo hasta que conduzcas la moto.

—¡Si eso es lo que quieres!

—¿Uh?

—Agárrate fuerte, Li. O te arrepentirás.

El sonido del motor. Los brazos de Li rodeando su cintura. El cielo anaranjado. Su rostro a un lado. Viento, velocidad y ese hueco en el estómago, ese que ha sido perforado por el miedo y la euforia de girar el acelerador.

—¡Hey, más lento! —pide Shaoran. — ¡Ten cuidado!

Sakura piensa que esto debe ser lo más cercano al cielo o el camino más fácil al infierno, si es así, espera ser perdonada.

Libertad.

Sin soledad.

—¡H-Hoe!

Shaoran siente como se van de lado, y sólo puede estirar la pierna para evitar que ambos caigan y sean aplastados por la moto.

—Otra vez.

—¿Eh?

El muchacho consigue equilibrarlos de nuevo. — Pon atención.

Los árboles van pasando rápidamente a los lados, también las casas coloridas y las personas que los ven.

—Eh…

Se van alejando de la acera.

—¡Vas por el carril contrario! —regaña el castaño.

Piiiiiiiiiii Piiiiiiiiiiiiiii.

Sakura lo único que ve es la trompa del carro que viene hacia ellos. Y sólo puede escuchar el claxon. Shaoran se estira y se desvía bruscamente. Los transeúntes miran con curiosidad como la motocicleta cae de lado, lanzando a sus tripulantes.

—Ugh…

Todo se ve un poquito confuso, algunas personas se acercan a ver que estén bien.

—Ah… soy pésimo para esto…—no le queda más consuelo que sobarse, seguro se le hará un chichón del tamaño de su cabeza.

Un momento, él no iba manejando.

—¡Kinomoto! —se ha levantado como si tuviera un resorte.

¿Y si le había pasado algo grave?

¡Él tenia la culpa!

—Calma muchacho—le pide un ancianito. — Te marearás si te paras tan pronto. —los ojos cobrizos buscaron en todas direcciones hasta que dieron con una Sakura que se tapaba las manos con la cara, no lo pensó para acercarse y revisarla, se había ganado un merecido moretón en el brazo pero nada más. La pobre seguramente habría visto su vida correr frente a sus ojos.

—¡Ja, ja, ja, ja!

Sakura sigue temblando. El chico se tiene que doblar para reír hasta que se cansa y termina con un respiro aliviado, y no disimuló cuando exhaló desinhibidamente, —No… te ha pasado nada…— se sintió relajado en el momento mismo en que pasó una mano por el cabello miel de ella, la esposa del abuelo trata de apaciguarla con palabras dulces.

—Mira nada más, mi niña…—es un regaño tan tierno que ni siquiera lo parece. — Tú y tu novio están bien, no ha pasado nada malo.

Ya recuperado, el chino levantó una ceja. — ¿Tratabas de matarme? —era un chiste, pero el coraje hizo que Kinomoto perdiera palidez.

—Pudo haber resultado. —gruñe sentándose, asegurando que se encuentra mejor.

Los viejos se miran divertidos. —Estas parejas de hoy…

—Creo que ahora manejaré yo. Me parece que necesitarás más de una lección. —la ayuda a levantarse. — Podrías haber mencionado que no sabes andar ni en bicicleta.

—¡Claro que sé!— niega con la cara colorada, le da la espalda porque no soporta que se burlen de ella y su torpeza, mucho menos él. No puede evitarlo pero se siente estúpida.

Ahora es su turno de ir al frente, Sakura vacila pero Shaoran la apresura. — ¡Vamos, no tenemos toda la tarde!

—Hoe, muchas gracias por todo. —se despide ella de las amables personas y decide subir.

—Vayan con cuidado…

—Ja, ja… ¿Ves lo útil que es el casco? —sonríe cuando lo vuelve a ajustar a su cráneo.

—Cállate y arranca—mastica cada palabra mientras aprieta la mandíbula. Siente el ardor en los raspones que se ha hecho. No tiene otra opción mas que abrazarse por la cintura, Shaoran se encarga de jalar sus brazos a su alrededor para que lo rodeé completamente con la totalidad de sus brazos. Fuerte. Su oído pegado a su pecho, puede escuchar sus latidos.

Y hay más viento, porque Shaoran va aún más deprisa que ella. Se inclina para acelerar más.

Ir detrás es mucho mejor que conducir.

--

—¡Tu habitación es muy bonita, To-ya! —el chico carraspeó para restarle importancia mientras su amigo miraba con interés cada rincón. Kinomoto servía con cuidado el té recién preparado. — ¡Muchas gracias por invitarme!

—Le mentí a mi hermana para que llegara un poco más tarde, así no tiene que preocuparse por hacer la cena. —explica de manera rápida, demasiado despreocupado.

—¿Está mal que yo esté aquí? —Yukito se inquieta y Touya puede verlo en sus ojos mieles, su mejor amigo siempre adquiere ese rostro compungido cuando sabe que lo que hacen está mal. El chico Kinomoto deja caer una de sus manos en su cabello platino.

—No es eso…—miente, por que sabe que si confiesa que están estrictamente prohibidas las visitas, Yukito saldría corriendo cual conejo asustado. —Está un poco loca, la verdad.

—No deberías decir cosas así de tu hermana…—el moreno se preguntaba si diría lo mismo sabiendo que Sakura siempre le pedía que lo derrotara sin piedad. Quien sabe, Yukito tiene demasiado corazón, o demasiada mierda en la cabeza.

—Pero, si es cierto no tiene nada de malo que lo diga ¿no? —se encoge en hombros, el albino le mira con curiosidad. — Es una vanidosa de lo peor…

—¿Vanidosa? —Tsukishiro bebe lentamente el té, no hay dulces y lo comprende perfectamente con sólo ver el tamaño de la casita en la que viven los hermanos. —¿Porqué?

—Preguntas demasiadas cosas, Yuki. —susurra. — Pero te lo puedo mostrar.

—¿Eh?

--

—Eeh… estás seguro que tu perro no la…

—Entonces puedes irte, no te detendré. —Sakura era sincera.

—¿Me invitas a pasar? —las largas piernas de Shaoran arrastran la motocicleta hasta el patio delantero donde Kero prefiere ladrarles a seguir durmiendo.

Kinomoto le mira aburrida. Li sonríe.

—¿De verdad estaremos solos? —pregunta él.

—Olvídalo. Vete ya.

—¿Qué? ¡Yo no estoy insinuando nada! —finge inocencia mientras se baja, Sakura se pregunta como desmontar un artefacto tan enorme. — ¿No será que la pervertida eres tú? — La respuesta llega cuando Li la levanta para ponerla a salvo en el piso, tiene que sujetar bien sus antebrazos.

—¡Yo no soy como tú!

—Pervertida.

—Tú lo serás.

Sakura saca las llaves para abrir la entrada principal, era hora de hacer a Shaoran Li arrepentirse. — ¡Llegaste más temprano! —la chica apenas tiene tiempo de pensar lo que está sucediendo, Touya ha abierto la puerta antes que ella, apenas la abre. Su hermana levanta una ceja.

—Me trajo. —señala indiferente a Shaoran, que saluda con la mano.

—¡¿Qué hace éste aquí?! —Li ríe suavemente. — ¿Cómo es posible que lo hayas traído a la casa? ¡Estás loca! —pareció que su hermano la revisó más a conciencia, no fuera a ser que ese tipo hubiera intentado algo peligroso… y tuvo que sospechar cuando vio su cara llena de polvo y mugre, el moretón en su brazo y un raspón en la rodilla—¡¿Qué te pasó!?

—Un pequeño accidente…—vio la mirada intensa del niño, que no le dejaría pasar hasta que le diera una respuesta concreta. — Me caí es todo. —¡No! ¡No admitiría que no pudo manejar la estúpida motocicleta!, señaló al chico detrás.—Y él… bueno, intenté detenerlo…—gruñe, Shaoran sonríe más. — Pero prácticamente me secuestró. —baja la cabeza para que el niño le escuche mejor, ya sabe como convencerlo de que termine la discusión. — Y además, tiene una moto…

—¿Ah? —Touya busca hasta que la encuentra, Kero le sigue ladrando a la enorme motocicleta. — ¡Mira Yuki, este mocoso tiene una moto!

—¿Mocoso…?—el castaño le dedica una mirada agria. —Aquí hay un solo mocoso…

Touya sale para verla más de cerca ignorándolo, corriendo también se revela Yukito. — ¿Y tú quién…?

—Ah…—Tsukishiro se sonrosa un poco, se nota por que tiene la piel como nieve. Sakura lo mira embelesada. — Perdone, hermana de Touya. Soy Tsukishiro Yukito, compañero de la escuela de Touya. —hace una reverencia perfecta.

—¿Kinomoto? —llama Shaoran.

—¿Monstruo? —parpadea Touya.

—Hermoso…

Yukito no sabe si se refiere a él, le da miedo como brillan los ojos de esa chica, tal vez sí esté un poquito loca. — ¡Hoee, por favor cuida de Touya! —le toma ambas manos mientras se sonroja.

—¿Cómo que me cuide…?

Li frunce el ceño. — ¿Estás mal de la cabeza o qué?

—¡No sabía que Touya tenía amigos tan lindos! —chilla peinando el cabello claro del chiquillo quien sonríe nervioso. — Pasa, pasa. ¿Tienes hambre? ¿Ya has comido? ¿Vendrán por ti? ¿Quieres que te acompañe de regreso?

—Eh…

Touya es el más enfurruñado, a grandes zancadas sigue a Sakura quien ha arrastrado a Yukito con ella, lo sienta en la pequeña salita. Shaoran también entra resignado.

¿Solos? Bah…

—¿Eh? ¿Qué hacían? —nota que el té ya está hecho porque la pequeña habitación está llena del aroma y el calor, la televisión está encendida, y la imagen congelada. Un gran auditorio y niños en el escenario. — ¿Eso no es…?

—¡Ah, espero que no le moleste, señorita Kinomoto! —se disculpa rápidamente el amigo de su hermano. — Touya me estaba mostrando unos videos de su infancia.

Sakura ríe enorgullecida, tapando su boca, sintiéndose halagada, luego se abanica el rostro cuando siente que se chamusca. —Por favor, llámame Sakura.

—¿Entonces… está bien…?

—¡Claro, claro! —lanza una risita boba, Touya y Shaoran se miran el uno al otro. — Voy a cambiarme, pero sigue, sigue. —le ha puesto play' al aparato. El sonido de los aplausos es ensordecedor, los niños siguen bailando en una rueda, hay flasheos de cámara por donde sea.

—¡Sakura llegó esto!

—Sí, sí, lo revisaré en mi habitación. —canturrea mientras sube las escaleras, jugando con el sobre que el chico le pasó.

—¡Y límpiate esa herida!

—¡Ajá! —canturreó.

—¿Qué pasa con ella? —sabía que Yukito tenía un cierto encanto –no por nada todas las niñas de su salón morían por él-, pero que hasta su hermana cayera por esa sonrisa inocente y las palabras educadas. — Hmph, no sé que le ve…

¡Eres preciosa, Sakura!

¡Hija, sonríe!

Shaoran se sienta a un lado de Tsukishiro, a Touya no le queda otro remedio que imitarlo aunque lo haga con los brazos cruzados. Esa pequeñita de enormes ojos verdes les sonríe de orea a oreja, está en el centro de todo, tiene la coronita de diamantes de fantasía y el cetro de plástico brillante.

¡Viva la reina de la primavera!

¡Viva!

—Eso es… ¿Jardín de niños? —se pregunta para sí Li, no se percata de que lo ha dicho en voz alta. Era una niñita tan bonita, deslumbra junto a todos los demás niños quienes parecen venerarla, todos bailando a su alrededor mientras saluda.

—En realidad, primero de primaria. —dice aburrido Kinomoto, ha visto como cien, no, como mil veces ese video.

De pronto se pierde la imagen y aparece otro escenario. El mismo auditorio con otro color en las paredes, todo es silencio y oscuridad hasta que se oyen aplausos, las luces del escenario se encienden y aparece la misma niña con más estatura, se acomoda el violín en el hombro y las notas inundan todo el lugar.

—No sabía que supiera tocar algún instrumento.

—Segundo de primaria. —informa el moreno. —No hay año en que mi hermana no haya sido presidenta de su clase, o haya tenido una representación individual. —Yukito abre la boca asombrado.

—Entonces, ¿Todos esos videos son de… tu hermana…?

Shaoran parpadea. — Creo que lo único que hice fue una obra de teatro, en primaria. —prefiere no mencionar el traje de princesa que le hicieron ponerse a la fuerza. No tiene porque abochornarse, pero se empieza a sonrojar. Fue tan ridículo.

—Es mejor estar en el equipo de apoyo. —afirma Touya, asegurando que nunca se atrevería a actuar en público. — Ah, esa es su graduación de primaria.

Después de un fragmento de obra de teatro, un concurso de oratoria, un partido de volleyball aparece una Sakura que es una jovencita, y destaca porque tiene los ojos más grandes y coquetos, y es también más menuda que sus otras compañeras, es delicada y elegante para ser sólo una niña todavía. Demasiado bonita. La cámara se mueve mucho mientras la sigue en la trayectoria hasta el podium, lleva cruzándole el pecho la banda que la distingue como representante de su generación.

—Que mal pulso. —Shaoran está más atento al movimiento brusco de la cámara que al discurso de Kinomoto.

—No sabía manejarla muy bien. —se defiende el hermano menor. — Le dije que prefería no hacerlo pero me obligó.

—Hubiera sido mejor si se lo dejabas a tu padre. —murmura Li, se confunde porque Touya le está mirando seriamente. Sin una respuesta a su rostro interrogante, el chiquillo se levanta.

—Touya…—susurra Tsukishiro.

Su amigo prefiere interrumpir cualquier cosa que tenga que decir.—Iré por más té.

El ambiente está pesado, todos guardan silencio. De esos silencios que nadie sabe como romper porque es tan espeso que tienen miedo de decir la siguiente palabra y que sea equivocada. Yukito detiene la cinta, la saca del aparato y la guarda en su lugar. Shaoran no comprende nada.—¿Qué…? ¿Qué pasa?

Yukito le mira un momentito, como si leyera el letrero de 'Bruto ignorante' en su frente.

—¿No es tu amiga, la señorita Kinomoto? —la pregunta llega tímida hasta los oídos del chino, asiente despacio.

—Novio. Nos…—¿Cómo le explicaría a un niño que todo esto era un juego para fastidiar a Hiraguizawa? Hasta un alma tan pequeña entendería que estaba mal. — Nos… estamos conociendo…—se justificó, nervioso.

—…—le sonrió débilmente.—…Ya veo…—se dio cuenta de la mirada atenta del castaño. —Bueno… el señor y la señora Kinomoto… —y no hay más que silencio. Li no quiere escucharlo por que la tristeza reflejada en el rostro de Yukito es como si se lo dijera con sus propios labios.

—Ya veo…

Yukito asiente, despacito.

No podría ser otra cosa, porque hasta un niño sabe que tiene que guardar silencio. Una triste pausa y agachar la cabeza con infinito arrepentimiento, con profundo respeto, con algo más que pena.

Muertos.

—¿¡Estás haciendo más té!? —ambos escucharon cuando la presidenta llegó para detener a su hermano. — ¡Se acabará!

—Ah…—Touya miró sorprendido como su hermana hurgaba en el refrigerador, removiendo los envases y suspirando con frustración. — ¿Vas… a hacer la cena? Pero si no…

El menor de los Kinomoto siente un sudor frío, un escalofrío cuando mira a su hermana sonreír de esa forma. — Es hora de la venganza… ese Li sabrá con quien se ha metido…

—Eeh… ¿Lo envenenarás?

Su sonrisa se ensancha.

—Eres una torcida.

—Tendrá a la peor novia de todas. —su hermano apenas y puede escucharla. Sigue buscando hasta que se da cuenta de algo. — Eh…

—Te lo iba a decir… no hay nada para comer. —interrumpe Touya, mirándola burlonamente. — Supongo que tendremos que salir de compras.

Sakura congela su sonrisa, su rostro se desfigura.

—Pero entonces no podremos pagar el teléfono…—susurra para sí, haciendo cálculos lo más rápido posible. El resultado siempre era el mismo: Bancarrota.

—¿El teléfono? —pregunta preocupado el niño. — ¿Cómo lo sabes?

—El sobre que me diste…

Eso cuadró para él:—¿¡Todavía lo debes!?

—Oye, tenía que comprar los útiles escolares que me faltaban…—lleva una mano a su mentón, pensativa. — Pero tampoco puedo dejar de pagarlo, una presidenta siempre debe estar disponible para sus compañeros…

—¡Entonces deberías pagarlo! —se quejó el niño airadamente.

—¡Hay más cosas que pagar! —rezonga, la cena de navidad, las guías para los exámenes de admisión, el brillo de uñas…

—Si no compramos comida, moriremos. —dice, con obviedad.

—¡Pero nos cortarán la línea!

—¿Qué más da? Estaremos de vacaciones.—Touya la mira con intensidad. — Hay que tener prioridades, tonta.

—Pero, pero… —no servía de nada ponerle ojitos acuosos porque sabía que Touya no se conmovería con eso. De todas formas lo intentó— ¿Y si alguien quiere llamar?

—Tu novio puede venir a verte. —concluyó sin más, recordándole que Shaoran estaba en la sala en ese preciso momento.

Adiós posibles llamadas de Eriol.

—¡Es tan injusto…!

—Mh, ¿Pasa algo malo? —Yukito y Shaoran los miraban desde la puerta de la cocina, como murmuraban y chillaban desesperados –Sakura- mientras discutían. La chica empalideció, Touya rió bajito.

—T-Tendremos que… ir de compras…—estaba nerviosa, Li podía darse cuenta porque escondía el rostro, evitaba mirarle. Sus mejillas estaban rojas. Lo pasó de largo. — R-Regresaremos--

Shaoran había sonreído sin entender porqué tanto revuelo. — ¿Porqué no pedimos una pizza? Sería más rápido.

—Tiene razón… eh…

—Li Shaoran. —le sonríe el chino a Yukito. El niño se sonroja. Touya levanta una ceja, Sakura ni siquiera se entera, trata de disimular tranquilidad.

—Bueno es que…

—La pagaremos entre todos. —sería un gasto mínimo, pensaba el hermano menor de Sakura. — No hay de que preocuparse, está bien. —No le daba vergüenza revolver el cabello del moreno cuando pasó junto a él.

—¡Oye!

Ya había visto donde estaba el teléfono, era cuestión de marcar los números que ya sabía de memoria. Yang era muy dado a no estar en casa, y a él no le gustaba cocinar. La pizza era la receta más sencilla de todas.

El timbre sonó, Shaoran se apresuró a abrir. Los niños jugaban al monopolio con Sakura quien a regañadientes había aceptado.

—¡Regrésame mi dinero, Touya!

—Es un juego, no te lo tomes personal. —dice asustado, ve que su hermana tiene ganas de arrancarle la cabeza mientras cuenta los billetitos de plástico minuciosamente, Tsukishiro también se preocupa cuando ve que está refunfuñando para si misma en voz baja.

—Quédate con el cambio. —le dice al repartidor antes de cerrar la puerta con la caja en una mano. Tal vez no lo habían pagado entre todos pero en fin, ellos estaban demasiados entretenidos. — ¡A comer!

Los niños se acercan felices al muchacho, casi se la arrebatan de las manos. Shaoran tiene que conformarse con una sola pieza porque Yukito prácticamente ha devorado el resto, Touya también toma una y Sakura hace lo mismo. — Eh…

Yukito ya lleva tres rebanadas y nadie se atreve a pedirle que pare. La televisión muestra las caricaturas favoritas de ambos alumnos de primaria, Shaoran ríe mientras ve a los pequeños monstruos entrar en esa bola diminuta, se pregunta si por dentro será como un palacio o como un huevo. Sakura prefiere comer silenciosa, daba gracias al cielo que Shaoran estuviera en el extremo opuesto del sillón, ¡Lo mataría si pretendía pasarse de atrevido! Los dos niños estaban entre ellos, riendo con algún chiste. Hasta con esa distancia podía escuchar como reía él, el castaño que se detenía en medio de las mordidas para concentrarse únicamente en la pantalla.

—"Supongo que ésta vez lo perdonaré…"—suspira apesumbrada. — "Ya lo torturaré luego…"

Li alcanza a oírla, por su expresión es como si no entendiera ni jota de lo que hablaba el personaje principal. Seguramente ella preferiría estar viendo los videos de la primaria.

"¡Eres preciosa, Sakura!"

Ahora todo tenía sentido. Sakura siempre había sido el primer lugar en todo, sabía hacer de todo. Y la pregunta que siempre se hizo regresó a su cabeza como un golpe de agua fría: ¿De verdad hay gente así? Y sin sus padres… ¿De verdad no era una farsa? ¿Realmente habría malinterpretado lo que vio aquella tarde? Sin analizarlo o prevenirse sacó el móvil y lo abrió, no significaba gran cosa tenerla de protector de pantalla, le servía porque cada vez que levantaba la pantalla podía divertirse un rato y sonreír. Una mañana alegre no se pagaba con nada.

Era bueno que la cámara no sonara al tomar la fotografía, y ahí estaba, grabada para él: el perfil de Sakura mientras apoyaba la cabeza en su propio brazo y que comía ajena su rebanada de pizza. Sin esa apariencia absurda de la otra vez. Tal vez podría iniciar una colección.

No tardó en guardarlo de nueva cuenta en su bolsillo, un suspiro ahogado.

Probablemente Sakura tuviera hasta un poco de mérito.

"El señor y la señora Kinomoto…"

Le daba cierta satisfacción porque ahora le entiende un poco mejor. Tal vez ahora estaba más cerca de ella de lo que nunca nadie había estado, a pesar de los infantes que miraban la televisión, a pesar de que ella sólo le miraba por el rabillo del ojo de vez en cuando.

Quizás, me gusta.

Quizás. Le gusta por lo fresca que luce, a pesar de todas las preocupaciones que tiene. Ahora mismo eso parecía, cuando hacía esa mueca extraña en cada chiste de la caricatura.

—¡Muchas gracias por todo, señorita Sakura! —Yukito se estaba despidiendo en la entrada principal a la luz del foco en el pequeño techo.

—¿Estás bien yéndote solo? —pregunta preocupada, ya está oscuro y la noche está helada.

—Sí, tomaré el autobús. —le sonríe afablemente. Sakura muerde su labio. ¡No puede dejar que un niño tan lindo ande solo por las calles! ¿Y si nevaba? ¿Y si llovía? ¿Y si lo secuestraban? ¿Y sí… y sí…?

—De verdad puedo acompañarte…—susurra urgente.

—N-no hay problema. —Tsukishiro comienza a ponerse nervioso por la insistencia de la hermana de su mejor amigo.

—¡Ya sé!

Shaoran va saliendo ya con su saco puesto, después de haber pedido permiso para usar el baño. — ¡Tú!

—¿Eh? —Li se señala a sí mismo. — ¿Yo?

—¡Tú puedes llevar a Yukito a su casa!

—¿Qué…?

Touya levanta una ceja. — Hmph…

—¡De verdad no es necesario…!—agita las manos angustiado. —¡No me gustaría desviarlo de su camino!

—No es ninguna molestia… es peligroso que los niños estén tan tarde en la calle…—Sakura sabe que Noviembre es frío, pero la mirada de Shaoran es tan cálida que la temperatura parece ascender. Una mirada que sonríe.

—Umh…—mejor mirar para otro lado.

—¡Mu-muchas gracias! —Yukito vuelve a hacer una reverencia en cortesía, sus mejillas se vuelven a iluminar con la sangre que viajó a ellas.

Touya vuelve a enfurruñarse porque no entiende porque su amigo es hasta ese extremo de tierno y educado. Es su amigo, no de Sakura. Él debería ser el que debería acompañarlo hasta la puerta de su casa, sólo para asegurarse para que esté bien.

—Hasta mañana, To-ya. —le sonríe dulcemente el chiquillo. El moreno se encoge en hombros.

—Bye bye—

Yukito se siente triste porque no entiende por que su amigo se pone de mal humor –porque se le nota con sólo verlo a la cara-, entra a su casa sin verlo partir. Se adelanta a la motocicleta donde Li lo llevará.

—Bueno, entonces nos vemos mañana en la escuela. —se despidió el chino pasándose una mano por el cabello.

Se cruza de brazos y decide sacar la cartera rosa que siempre carga con ella, pocos billetes se alcanzan a ver, Shaoran no quiso fijarse pero notó que es poco. — Será mejor si nos dividimos en dos lo de la pizza, ellos son sólo niños.

Kinomoto no sabe que sentir en ese momento, si agradecimiento o vergüenza. Él ha levantado la mano para rechazar su dinero. —Déjalo así. Disfruté mucho hoy, eso compensa todo.

Sinceramente ella también.— Supongo que fue mejor que quedarse solo en casa, es lo que querías ¿no?

—Mil veces mejor—aseguró. De nuevo pasa su gran mano por la melena castaña, como si no supiera que más decir.

Silencio.

Silencio.

No esperaría que lo besara, ¿cierto?

—Noches.

—Bonne nuit, mademoiselle. —ha tomado su mano, la jala suavemente y la besa con delicadeza. Y ella no puede más que quedarse sin palabras. Ni una.

Hasta que su cerebro empieza a funcionar poco a poco de nuevo.

—N-no creas que con tus palabras bonitas vas a hacer que te acepte…

Shaoran acrecentó su sonrisa, encantadora y cálida. — Heh, por lo menos lo intenté. —retiró su mano bruscamente y se alejó, Yukito miraba maravillado el vehículo. Lo ayudó a subir porque el chiquillo es demasiado pequeño, sube detrás de él.

Y Sakura entra en conflicto. Despedirse con la mano o no cuando él ya lo ha hecho. ¿Sería darle ventaja?

Ya que, levanta el brazo y dice adiós.

Un brillo en su mano femenina, efecto del foco, llama su atención, y sonríe.

—Que bonito anillo…

Tal vez si podría pagar el teléfono, después de todo.

Una vez adentro se dirige al aparato, espera a que respondan.

Hay que solucionar todos los problemas de una buena vez.

—Con la señora Sonomi, por favor. Habla Kinomoto.

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Continuará.