VOLVI

VOLVI!! No espero aplausos, más bien abucheos, jeje. Lamento que la inspiración no haya llegado a mi hasta el día de hoy, pero repito aunque me tarde años en actualizar prometo, con todos ustedes de testigos, que jamás abandonaré un fic. Lo juro.

Volviendo a éste fic, agradezco de corazón su fidelidad a mi humilde historia, aunque no la merezca.

Ahora, a los agradecimientos…

Mimi-Star: Amiga! Te agradezco muchísimo tus atenciones y comentarios. Sabes como subirme los ánimos y un tanto el ego, jeje. Lamento que hayas tenido que esperar tanto por la continuidad de ésta historia y prometo continuar también con "Falsas Esperanzas". Besos y gracias de nuevo por tus palabras!

Arashi8: Gracias por el review! Ojala y no hayas olvidado este fic y puedas disfrutar del final. Nos seguiremos viendo en mi otro fic que aún tiene para un buen rato más. A falta de inspiración, claro ¬ ¬! Saludos!

Healing Sword: Jeje! Gracias por tus palabras! Me halaga que te guste mi forma de narrar, espero que aún continúes por aquí para ver el final del fic. Suerte con tus proyectos!

acosta perez jose Ramiro: Hola! Gracias por notar el cambio de actitud de Arnold, realmente creo que se estaba saliendo de personaje. Pero moría por escribir escenas de ése tipo. En el capítulo final nos encontraremos de nuevo con el Arnold que si nos cae bien, jeje. Gracias de nuevo por tus observaciones y lamento la tardanza, saludos!

Hopesol: Jiji! Creo que a todos nos gustó la escena del auto jiji! Gracias por el review!

ShinobuByako: Haaaayyy graciaaaaass! Me halagas!! Ojalá mi profesora de Literatura hubiera pensado lo mismo que tu en la escuela! Jeje! Gracias por tomarte un tiempito y leer mi trabajo! Espero que el final te guste también! Besos!

Kcora: huuyyy! Remordimiento! Si, eso me hiciste sentir! Jeje! Lamento tanto la tardanza amiga! Espero que el entusiasmo se despierte en ti al ver mi actualización y no un ufff hasta que el fin esta piba se dignó a actualizar….. Jeje, te agradezco tus palabras! Un gran abrazo!

SBM-AnGiE: problemas, problemas, que serían los fics sin ellos? Jeje! Sip, Arnold y Helga van a sudar la gota gorda! Gracias por el review!

Vanesa: Jeje! Finalmente alguien sincera confesó el deseo de muchos tras la escena en el auto! Arnold de amante? Huuuyy! Algo fuera de personaje, pero no sería mala idea… Gracias por tus palabras!

()porot: hola! Lamento haberte dejado con la duda por tanto tiempo, espero que aún sigas por aquí para leer el ansiado final! Gracias por el review!

Muy bien, creo que extrañaré responder sus comentarios. Han sido muy amables conmigo y, si están leyendo esto, muy paciente y compresivos también jeje. Los dejo, ha sido un placer conocer personas como ustedes a través de mis fics.

Muchas suerte! Y espero disfruten el final!

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Capítulo 4: "Porqué me amas?"

Strashh!!

- Oh! Dios mio!! -

Arnold y Helga se separaron inmediatamente, con terror en sus rostros, pues habían sido descubiertos...

- Cinthia? - La presidenta parpadeo sonrojada en lo que veía a su secretaria a medio camino de la entrada de su oficina, recogiendo una charola de plata junto a lo que quedaba de dos tazas de porcelana estrelladas contra el piso.

Arnold suspiró algo aliviado, por suerte había sido ésa mujer quién los había descubierto.

La secretaria se enderezó repentinamente con sus mejillas totalmente sonrojadas.

- En verdad lo siento mucho!- En verdad parecía muy apenada, había tocado la puerta antes de ingresar pero la puerta se hallaba cerrada a medias y supuso que podría pasar y dejarles rápidamente un par de cafés. – Les prometo que no diré nada!! Es más!... yo no vi nada!!-

-No...- comenzó a decir Helga bastante nerviosa –No tienes porque disculparte. Fue nuestra culpa. Puedes retirarte.-

-Si, por supuesto.- Exclamó la susodicha y se marchó de inmediato asegurándose de cerrar correctamente la puerta ésta vez.

Arnold se acercó por detrás de Helga, quién no había quitado aún su mirada asustada de la puerta de su oficina. Intentó abrazarla por la espalda para tranquilizarla, cuando ésta repentinamente y algo exaltada se rehusó, escapándose de sus brazos.

-Qué sucede?- cuestionó bastante desconcertado.

-Lo que acaba de suceder no estuvo bien.- Respondió sentándose en su silla y apoyando ambos codos sobre su escritorio, sosteniendo su cabeza con sus manos y removiendo con sus dedos el cabello que conformaba su flequillo.

El rubio volvió a acercarse y adoptó su misma posición pero del otro lado del escritorio, en frente de su amada. –No debes de preocuparte, no dirá nada de lo que vio, Cinthia te es muy leal.-

Helga lo observó de frente como si estuviera viendo un extraterrestre. –Lo que hicimos nosotros es lo que no estuvo bien!- parecía algo alterada pero eso no derrumbó la tranquilidad del Cabeza de Balón.

-Acaso no se están permitidos los besos entre las personas que se aman?- Impasible respondió con una sonrisa totalmente segura de que lo que acababa de confirmar era cierto.

-No cuando una de ellas se halla comprometida a casamiento con otro hombre!- pero ella tampoco lo negó, apoyando ambas manos sobre el escritorio la rubia se colocó de pie sin quitar la mirada enfurecida de encima del hombre. –Siempre fuiste tú quién abrumaba a todo el mundo con tu discurso de hacer siempre lo correcto! Que diablos sucedió contigo ahora?!- Y se dio vuelta tomando de nuevo, con una de sus manos, su frente y, con la otra, la cintura. Ciertamente la culpabilidad la estaba matando.

Arnold rodeó la mesa y la tomó por los hombros desde su espalda, dándole un ligero masaje al ver la tensión de sus músculos. –Que la culpa sobre lo que nos está pasando no decaiga toda sobre tus hombros cariño.- Y la giró sobre sus talones para mirarla al rostro al notarla un poco más calmada, pero la angustia aún abrumaba en sus ojos azulados. –Puede que mis impulsos estén dominando sobre mi voluntad algunas veces, pero aún así quiero hacer lo correcto. Creí que me tendrías ya la buena noticia de que habías tomado una decisión y hablarías con Lorenzo.-

-No es tan fácil Arnold.- admitió –Me siento como una total ingrata!. Hace unos minutos me hablaba maravillado sobre el lugar donde se llevaría a cabo nuestra boda mientras que yo no hacía más que pensar una y otra vez en si habría o no tal boda!! Sabes como se siente eso?!-

Por toda respuesta, Arnold la abrazó fuertemente. –El camino a la felicidad es muy largo, lleno de grietas y obstáculos. Para nadie es fácil la vida Helga. –

-Aún así es muy egoísta de mi parte superponer mi felicidad a la de Lorenzo, y más aún después de todo lo que él ha hecho por mi.-

El cabeza de balón sintió una punzada de dolor y de recelo al comprobar lo mucho que cuidaba Helga a Lorenzo y, muy a pesar de poseer el amor de ella, sintió celos de esa protección. –He de considerar que su relación ha sido así durante éstos cinco años?-

Helga lo observó, algo desconcertada por el cambio de discusión. –Así? Así cómo?-

-Cuidándose mutuamente. Es lo que intentó hacer Lorenzo al traerte hasta aquí creyendo que era lo mejor para ti.-

-Quizás si fue lo mejor...- increíblemente le respondió la rubia separándose un poco de él. –...haberme alejado de todo lo que me rodeaba fue lo mejor que se pudo haber hecho al ver la situación por la que estaba pasando.- Y lo miró directamente a los ojos, sin dejarle siquiera espacio a dudas de que le hablaba con toda sinceridad. –Necesitaba aislarme un poco y pensar bien las cosas.-

Arnold frunció el ceño –Pero fue una total equivocación. Él te alejó de mi, de la persona que te amaba! De la persona que tú amabas!! Y qué me dices de tu familia y de Phoebe? Abandonaste la felicidad al irte de tu hogar!!-

-La única persona a la que extrañé fue a mi mejor amiga! A Phoebe!- Exclamó con vos fuerte y decidida –No extrañe a mi siempre ausente madre, ni a mi desconsiderado y descuidado padre y mucho menos a mi perfecta hermana Olga!- Contrastando con las lágrimas que asomaban ahora en sus ojos. –No extrañe el verte llorar y arrastrarte por Lila!. Cómo iba a extrañar el sentirme tan invisible como un fantasma?-

Arnold no supo que decir frente a eso, sólo se limitó a alejar sus manos de ella, como si no tuviera derecho a ése tacto.

- Siempre intentaste convencerme de que mis padres no sabían valorizarme cuando se hallaban ciegos por Olga!- Continuó -Pero bastaba con que Lila apareciera cerca de diez metros cerca de ti para que tú hicieras lo mismo que ellos! Ignorarme por completo! Por no ser bonita, por no demostrar ser inteligente ni simpática como ellas! Por no demostrar cualidades que a simple vista parecían gustosos a la vista de todos!!.-

Y finalmente se separaron, el romántico momento se hallaba totalmente estropeado por su primera discusión de pareja.

-Creí que ya todo estaba arreglado! No hay lugar ahora para reclamos!!- Le demandó ahora Arnold. Se hallaba totalmente al tanto de sus errores y los había estado pagando uno por uno durante ésos últimos años, pero la herida aún se hallaba sensible aunque ya se hallara cicatrizada.

-Fuiste tú quién quiso tocar el tema Arnoldo!- Lejos de simpatizarle éste apodo lo sintió a ofensa, pues el tono de vos no había sonado para nada travieso.

Estamos hablando de nuestro futuro! Porqué mirar hacia el pasado?!- Se descolocó -Dónde un perfecto oportunista te alejó de mi!-

Repentinamente unos golpes en la puerta de la oficina los hizo frenar. No deberían de haberse extrañado, de seguro los gritos de la acalorada discusión llamaron la atención de algunos de los empleados.

Helga suspiró profundo intentando calmarse, en lo que Arnold se alejaba lo más posible de ella para evitar malos entendidos. –Adelante.-

La mujer se sorprendió se ver que quien entraba con toda calma a su oficina era nada más y nada menos que Lorenzo. Pero lo que en verdad la asustó fue la seriedad en el rostro de su prometido, la cual nisiquiera se descolocó al ver a Arnold allí, como esperando a verlo, como sabiendo con anterioridad de su presencia en el lugar.

-Ahora entiendo la razón de tu extraña actitud el día de hoy Helga.- Afirmó mientras intercalaba su mirada de estudiar el rostro de Arnold al de estudiar el de Helga.

Por su parte, la rubia se quedó paralizada, como si la hubieran sorprendido con las manos en la maza, sin poder articular ni una sola palabra.

-Lorenzo, Helga y yo sólo estábamos habl...-

Ignorándolo completamente, Lorenzo se acercó a paso firme hacia su novia, no mucho, sólo unos pasos. Con una seriedad que doblegaría cualquier voluntad existente. –Tienes corrido tu lápiz labial querida...-

Sus ojos azules se abrieron horrorizados en lo que llevaba una mano hacia su boca, intentando en vano ocultar lo ya descubierto.

-...y lágrimas en tus ojos.- Agregó el hombre de gafas. Eso ya era suficiente, en un impulso, se giró rápidamente sobre sí misma para ocultar la totalidad de su rostro dándoles la espalda a los hombres allí presentes, y es que no podía con la vergüenza. "Él... ya lo sabe..." Lágrimas de dolor comenzaron a recorrer sus mejillas, sintiéndose totalmente deshonrada, el gusto amargo de la infidelidad en su paladar, le había fallado a Lorenzo, lo había traicionado.

-No es lo que estás pensando Lorenzo.- intentó defenderse Arnold.

-Qué cosa?- inquirió el vicepresidente, manteniendo una calma que asustaba –Que el labial que se halla sobre tu boca no es el de mi prometida?- Eso ya era el colmo, acaso creían que era un completo idiota? –Y que sus lágrimas son de felicidad por que vamos a casarnos en un par de semanas? Ja!-

La ironía en la vos de Lorenzo logró que Helga dejara escapar un pequeño quejido de llanto, el cual había estado conteniendo para no delatar su lamentable estado. Arnold la observaba expectante... "Es que acaso no sabía hacer otra cosa más que lastimarla?"

-Dejémonos de actuaciones.- Sentenció el Vicepresidente –Porqué no me lo dicen de frente? Vamos! Junten valor y séanme sinceros!-

El cabeza de balón se hallaba paralizado, pero no por temor a Lorenzo sino por la incertidumbre de lo que el próximo paso fuera a provocar y es que, a decir verdad, jamás creyó hallarse en ésas condiciones. El odio existente hacia ese hombre le hizo imposible sentir cualquier culpa hacia él, pues había ido hasta allí para estar con la mujer que amaba, nada más que ello le importaba, pues si no hubiera sido por su intervención en todo ese asunto el problema ya se habría hallado resuelto hacia ya un par de años. Sin sorpresas ni acusaciones de ningún tipo.

Lorenzo rodeó el escritorio y se acercó a Helga. Ésta atemorizada tembló al ver la decepción en sus ojos, cuando éste apartó delicadamente sus manos de su rostro tomándola por las muñecas.

-L-lorenzo...- sollozó la rubia –...y-yo... lo siento tanto. Jamás fue mi intención haberte lastimado de ésta forma...- la mirada de su prometido parecía ser neutral, totalmente impasible e impredecible. -...eres la última persona que se merece esto..-

Increíblemente Lorenzo la abrazó por sobre el hombro en una posición protectora, ambos en dirección a Arnold. –Cómo fue que la convenciste?-

El rubio se desconcertó, no sólo por la frialdad demostrada ante lo que se hacía referencia al nombrar todo aquello como una simple 'convención'. Sino también por hallarse a sí mismo incapaz de estudiar debidamente el tono en el que fue hecha la pregunta, no estaba seguro a que quería llegar Lorenzo con todo aquello.

-De qué hablas?-

Lorenzo dejó escapar un suspiro de fastidio. –No es una pregunta difícil Arnold... Cómo fue que la enamoraste nuevamente, he? La sedujiste, le llenaste la cabeza de falsas ilusiones, de falsas promesas? Dime!!-

Helga se sentía desinhibida en todo ése asunto, hallándose entre medio de la discusión, sin poder siquiera decir una palabra más que no evidenciara sus terribles deseos de ser perdonada.

El cabeza de balón se sintió abiertamente atacado. –Simplemente le fui sincero en mis sentimientos por ella Lorenzo, sin objetivos de por medio, sin intenciones ocultas que no sean más que el hacerla feliz.- Afirmó, sintiendo terribles deseos de arrancar a su amada de los brazos del altanero sujeto. –La amo de la misma forma en la que ella me ama a mí.-

Lorenzo sintió una pequeña punzada, ésa que hace ya algunos años no había vuelto a sentir, ése golpe contra la realidad de que sólo el rubio había osado ocupar el corazón de Helga. –Ja! Así que la amas?- balbuceó burlonamente –Y dime desde cuando es que comparten el mismo sentimiento, ha?-

-No hay un tiempo exacto.- respondió sencillamente Arnold. Helga, quién se hallaba un poco más calmada se sintió particularmente atraída a ésa última interrogante. Cuándo fue que Arnold se dio cuenta de sus sentimientos?

-Pues yo creo que si la hay.- Afirmó Lorenzo, desconcertando tanto a Arnold como a Helga. –En cuanto la viste aquí después de cinco años.- Su fría mirada se estrechó aún más. –En cuanto descubriste cuánto ha cambiado desde la última vez que la viste! Tan hermosa, atractiva, brillante y talentosa! Fue amor a primera vista verdad?-

Helga observó con asombro a su prometido, olvidando por un momento su propia culpa, para luego posar su mirada sobre Arnold.

-Eso no es cierto!!- enfureció Arnold –En cuanto emprendí el viaje tan sólo lo hice con la idea de encontrar a la antigua Helga!!-

-Por supuesto!- exclamó sarcásticamente el hombre –En cuanto supiste de los sentimientos de Helga tu conciencia te reclamó porque obtuvieras su perdón! Para no cargar con la culpa y para además disculparte de antemano porque no le correspondías!!- Helga sintió una punzada de dolor ante tal idea –Pero en cuánto la viste cambiaste rápidamente de opinión verdad?-

-No tienes idea de lo que estás hablando Lorenzo!!- la cólera corría por sus venas ante tan aberrantes ideas. –No intentes acusarme de superficial!-

-Quieres apostar?- Lorenzo abrazó un poco más a Helga, a forma de contención y por lograr colocarla de su lado nuevamente. –Helga y yo hemos sido testigos de tus antiguas historias de amor Arnold. Ruth, Summer, Lila... acaso no todas presentaban cualidades idénticas a las de mi prometida en la actualidad? Acaso no te enamoraste de ellas a simple vista sin siquiera haberlas conocido antes? Sin ver de qué estaban hechas?! Responde!!-

La presidente dejó de llorar, permitiéndose analizar un poco la situación y permitiéndose el don de la palabra- Ésa fue la razón por la que disfrutaste tanto de mi compañía en aquella fiesta de disfraces?- Su mirada se clavó en la del Cabeza de Balón -Cuando me disfracé de Lila para llamar tu atención y lo logré pese a ver que continuabas pensando en ella?- el volumen de voz iba en aumento al igual que la cólera, impidiéndole siquiera defenderse - Porque en el exterior fui ella y poco te importó quién se hallaba en el interior del disfraz?!-

-No Helga! Te equivocas!!- desesperado Arnold intentó acercársele –Disfruté de la compañía de Helga! no de la imitación de Lila, porque finalmente me permitiste ver tu lado agradable, te quitaste tu mascara protectora por un momento para hablar deliberadamente y compartir un buen momento conmigo! Sin miedos, con la guardia baja!-

-Pero...- respondió ella -... ése día yo también imité la personalidad de Lila...- mientras derramaba algunas lágrimas -...no viste a nadie más que Lila aquel día Arnold pues nuestra relación después de aquel día continuó igual que siempre.-

Lorenzo finalmente calló, intentando dar contención a su amada mediante el, aún existente, abrazo fraternal. Su trabajo ya estaba hecho, dejaría que las cosas fluyeran solas ahora.

Helga frunció su seño ante el dolor de un nuevo recuerdo de su niñez, el cual no dudó en exclamar en vos alta mientras apretaba fuertemente sus párpados al cerrarlos. –Incluso cuando te confesé mis verdaderos sentimientos en la torre del FTI! Aún así continuaste arrastrándote por Lila durante los últimos ocho años en los que estuve en Hillwood! Nada de lo que hiciera te hacía verme de otra forma!- Los recuerdos de tantos intentos, de tantos cursis y humillantes sacrificios hechos por y para él sin resultado alguno, azotaban desconsideradamente la mente de la mujer. Sintiendo ahora vergüenza del poco orgullo que albergaba en su juventud. –Hasta ahora, en que lo único que hizo que me desearas es que haya cambiado mi aspecto físico! Un aspecto tal y como lo tenían tus antiguos amores!!- sus nudillos hicieron presión sobre la palma de su mano haciéndose daño. –Cómo pude ser tan tonta!!-

Una de las manos de Lorenzo la empujó a que recostara su cabeza sobre su pecho para finalmente desahogarse ante la realidad recién descubierta.

-No! No Helga!!- se desesperó Arnold –Nada de ello es cierto! Por favor escúchame!! Desde siempre estuve enamorado de ti pero torpemente me dejaba cegar por falsos amores! Me hallaba tan acostumbrado a tu compañía, a tu apoyo, que sólo cuando te marchaste pude darme cuenta de lo que valías y de lo que verdaderamente significabas para mi!-

-Suficiente!!- exclamó con furia Lorenzo –No voy a permitir que continúes ilusionando a Helga con sucias mentiras!-

Arnold no midió su actitud y se acercó peligrosamente al par, mantenido la mirada fija en la del rubio engreído –Será mejor que te calles Lorenzo! Esto no te incumbe en lo más mínimo!- Y cómo pudo distanció un poco ésa cercanía que tanto lo molestaba ya entre Helga y su prometido, logrando arrancarla de sus brazos. –Helga escúchame...- las lágrimas en sus ojos no eran menos a las que vio en su amada -...si yo supiera de alguna forma de demostrarte que mi amor por ti es genuino créeme que lo haría.-

La frialdad volvió a opacar las gemas azules de sus ojos, Helga se mantenía con la guardia en alto, como un indefenso gato lastimado por su propio dueño. –Y ten por seguro que yo no volveré a ser un feo mari macho sólo para que te pruebes a ti mismo de que sólo te atraigo físicamente Arnoldo.-

Definitivamente ésa fue la grieta que terminó por quebrar el corazón del cabeza de balón. –Helga, por favor...- suplicaba ya con lágrimas en descenso por sus mejillas –si tú me permitieras, si me dieras algo de tiempo para demostrártelo yo..-

-Nisiquiera con cinco décadas más lograrías hacerlo!- lo interrumpió –Porque lo que más trabajo te costaría es hacértelo creer a ti mismo.-

Arnold quedó prácticamente sin habla y, es que, los argumentos ya se le habían agotado, lo único que tenía era ese sentimiento incapaz de demostrar que albergaba todo su ser y, que la dueña del mismo, ignoraba.

Helga se soltó del agarre de Lorenzo y se marchó por su cuenta de la oficina, siendo seguido por Lorenzo. Éste último, se mantuvo estático en el umbral de la puerta observando a Arnold quién le daba la espalda, definitivamente anonadado.

-Arnold, será mejor que pongas en claro tus sentimientos...- le habló -...y si realmente estás enamorado de Helga, juntes lo argumentos suficientes para demostrárselo.-

El susodicho volteó y lo miró de reojo, prestando atención a sus palabras.

-Porque los preparativos de la boda continuaran.- Lo retó –Y si llegado al día no lo has logrado ten por seguro que ya casados no te la devolveré.-

Y la puerta se cerró, dejando a un Cabeza de Balón totalmente confundido y desesperado aunque sólo interiormente. –Si esto que siento no es amor, entonces que alguien me explique lo que verdaderamente es!. Es la primera vez que me siento tan desamparado sin una mujer, tan solo, tan infeliz. Y lo que siento cuando me encuentro con ella es inexplicable, la felicidad es infinita, es la primera vez que un sentimiento me descoloca de éste modo. Como si todo mi mundo girara alrededor de Helga.- Y lloró, como el indefenso niño que un día perdió a sus padres, cuando su sostén ante la vida lo abandonaba como en éste momento.

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Decenas de personas a las cuales no conocía, personas inmiscuidas en la frivolidad de arrimarse a las personas de su conveniencia económica y social, sin sentimiento alguno que los una. Caretas escondidas tras vanas sonrisas que solo buscan presenciar y ser fieles testigos de la unión de dos de los empresarios más prestigiosos de la ciudad en matrimonio, haciendo a la ocasión digna anécdota para el propio círculo social. Ésas eran las personas presentes en su boda, en la unión eterna de su vida a la de Lorenzo.

Siendo el momento más importante de su vida debería de repugnarle tal idea, tal hipocresía a punto de rechazarla totalmente. Pero, por algún motivo, se sentía perteneciente a ése tipo de sociedad, hoy más que nunca, en su casamiento, con la persona no amada...

-Cielos Helga! 'Te ves realmente hermosa hermanita!- sonrió emocionada Olga. La única persona realmente feliz por ella en toda ésa absurda situación. Se hallaban dentro de una exclusiva limosina, a las afueras de la parroquia. La novia ya se hallaba vestida de blanco y a escasos cinco minutos de llevarse a cabo la ceremonia. Se hallaba lista, pero sólo físicamente...

Usualmente la seriedad en el rostro de la menor de las Pataki no sería nada novedoso, pero Olga podía persuadir algo más en aquellos ojos azules, un sentimiento totalmente extraño en una mujer a punto de casarse.

-No lo entiendo...- exclamó llamando recién hasta ahora la atención de su hermana menor -... cómo es que has llegado hasta éste punto y aún no te retractas?-

Helga no se sorprendió por ésa atinada confirmación por parte de su hermana, claramente señalando su matrimonio, pues era ya la quinta vez que realizaba la misma incógnita y, también, la quinta vez que recibía la misma respuesta.

-Porque Lorenzo es un gran hombre, él me hará feliz porque me ama.- simples palabras, tan vacías de sentimientos, cuan discurso se aprende de memoria sin comprender ni sentir el contenido del mismo pero con ávidas pretensiones de convencer al otro.

Olga sonrió con pena. –Ésa es la vos de la razón Helga, me gustaría escuchar la del corazón.-

Su corazón…. Su corazón no había hecho otra cosa más que llorar. No había nada a favor que decir… que más daba si ahora se casaba por impulso? Por pensar, por primera vez en su vida, en alguien más que en ella misma?.

La puerta de la limosina se abrió mostrando a su padre, vestido de etiqueta y tendiéndole la mano.

-Muy bien Helga, ya es hora, vamos!- Le ordenó Bob. Helga suspiró pesadamente y su mirada melancólica se transformó en una determinante. Y tomó de la mano ofrecida, para luego tomar su brazo.

Era hora de actuar… después habría tiempo para arrepentimientos…

En cuanto uno de sus zapatos de tacón tocó la alfombra rojo con dorado que le era extendida, inmediatamente fue bombardeada por los flashes de las cámaras fotográficas pertenecientes a los paparazzis.

Se negaba a pensar y a sentir. No supo como pero pronto se vio tomada de la mano de Lorenzo frente al sacerdote y respondiéndole a éste último…

-Si, acepto.- Sin titubear.

Listo, ya estaba hecho…

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-La perdí.-

Cuán suave y triste murmullo se escuchó en el vacío de su entorno, en repetición continua desde que la cuenta regresiva a la boda llegó a su fin. Arnold derramó una lágrima silenciosa mientras miraba las manecillas de su reloj, apenas iluminado por uno de los focos públicos, notando el paso lento al que iba su vida desde que siente y sufre la penuria por la yaga de su corazón. Llevaba ya más de seis horas, más de seis horas en que Helga ya tenía dueño. Se preguntaba una y otra vez que sería de él en unos meses ó años más a ése paso, llevando consigo el peso de sus errores.

-Helga…-

Suspiró con fuerza a modo de resignación, intentando en vano contener el líquido salado pero consolador de sus ojos. He ahí el resultado de su prueba de amor.

Dejarla en libertad…

Confiaba en que lo que ella decidiera sería lo correcto. Aunque se lanzara en los brazos de otro hombre, él... él estaría bien.

Podría continuar con su vida a pesar de todo, no? Si, los días de llantos algún día de cansarían, así como las risas y esperanzas también se apagarían. Jamás dejaría de amarla, simplemente aprendería a vivir sin ella. Aunque el tiempo, tirano, sea demasiado largo para aquellos que sufren.

Frotó un poco sus manos enguantadas entre si para transmitir algo de calor entre ellas. Era una fría noche de invierno, más aún mostrándose inmóvil, sentado allí, en el pórtico de la casa de huéspedes, rodeado de nieve.

-Hillwood se ve tan tranquilo.- Susurró melancólicamente mientras apreciaba uno a uno los astros brillantes en el firmamento.

Aunque claro, cualquier lugar se vería así de pacífico en comparación a la New York que tuvo la oportunidad de conocer. Más aún si ése exterior se contradecía tanto a la música y risas que se escuchaban a sus espaldas, a ésa fiesta dedicada exclusivamente a él, acababa de recordar. Era el día de su cumpleaños, ironía del destino que concordara con el día en que sufría tal pérdida. Claro que sus abuelos y amigos no estaban al tanto de esto cuando se planeó la fiesta. Ya no sería una fecha feliz de recordar para él lamentablemente.

Se colocó de pie, mientras borraba con su puño el rastro dejado por sus lágrimas. Debía regresar al interior de la casa con la mejor de sus sonrisas forzadas, antes de que alguien se percatara de su ausencia, no quería parecer desagradecido ante tal gesto. Muy a su pesar de que no pudiera evitar sentirse tan sólo a pesar de estar rodeado de sus seres queridos. Pero necesitaba distraerse, intentaría incluso beber un poco, todo con tal de dejar de soñar, de dejar de imaginarse una y otra vez como sería su vida si hubiera hecho bien las cosas desde un principio. Si su Helga se hallara allí, junto a él en ésos momentos… pero…

-No la merezco.-

Susurró, atormentándose…

-Eso es algo que debería de quedar a mi prejuicio... - Se escuchó una vos femenina y Arnold no pudo asegurar de quien se trataba hasta que divisó su figura. –No lo crees,

Cabeza de balón?-

Y ahí iba de nuevo, imaginándola caminando hacia él. Vestida con un abrigo largo, bufanda y guantes haciendo juego. Cabello suelto, mejillas sonrojadas y ese brillo en sus ojos azules. Era hermosa, simplemente hermosa…

-He-Helga?...-

La observaba fascinado, rememorando cada rasgo facial, a temor de saber que, de un momento a otro, ésa alucinación iba a desaparecer. Pronto la vio parada frente a sí, con el contacto firme de sus ojos a los suyos y, él, sin moverse.

-Arnold…- Susurró Helga sobre sus labios, para luego posar los propios sobre los de él en una suave y cálida caricia. Y, él, simplemente cerró sus ojos, lamentándose en lo mucho que extrañaba ésos besos. Abrió sus ojos al separarse y su hermoso espejismo continuaba allí.

Helga no podía creer que él se hallara tan impasible en su reencuentro. Y Arnold aún no podía creer que ese beso se haya sentido tan real. La rubia jugo su última carta y, rodeando con sus brazos el cuello de él, profundizó el beso dejándolo sin aire que respirar. Ésta vez, el cabeza de balón abrió desmesuradamente sus ojos ante las sensaciones, pronto sintió ese adictivo sabor invadir su paladar y se permitió posar sus manos sobre las caderas femeninas. Dándose de golpe contra la realidad de que la mujer entre sus brazos era verdadera!

Helga resintió la falta de respuesta de su amado y, muy a su pesar, se separó de sus labios sin dejar de abrazarlo. Aunque sentía ganas de ahorcarlo.

-Que rayos sucede contigo Arnoldo?!- frunció su seño sin poder evitar ése impulso, mientras que el rubio la miraba anonadado, definitivamente ése no había sido el reencuentro que había soñado.

-Helga?!- Casi gritó. –Realmente eres tú?- mientras tomaba entre sus manos el rostro de ella.

-Claro que lo soy!- le respondió enfadada –Quién creíste que era?-

-P-pero cómo?- continuó –Y tu boda? Dónde está Lorenzo?-

-Lorenzo…- El semblante de Helga decayó y se retiro unos pasos. –… él… dijo que no.-

-Que no? A qué te refieres?-

-No me aceptó como esposa. No nos casamos Arnold.- respondió sumergiéndose en los recuerdos de hace unas horas donde luego de haber aceptado respetarlo, cuidarlo y amarlo hasta que la muerte los separe, a su turno, Lorenzo respondió con un contundente no que enmudeció a todos.

-Lorenzo canceló su boda?- Arnold aún no salía de su impresión, le había prácticamente jurado que si no actuaba antes de la boda, no le devolvería a Helga. ¿Qué fue lo que sucedió entonces?

-Ambos temimos hasta el último segundo que alguien apareciera y se opusiera a la boda, pero nadie lo hizo. – Le respondió la rubia adivinando sus pensamientos, sonrojándose al fantasear que, de un momento a otro, Arnold la secuestrara y se la llevara lejos. –Y cuando ya creyó perdidas las esperanzas, Lorenzo reaccionó y me liberó de nuestro compromiso. Me confesó que se hallaba satisfecho con los resultados, que a último momento cayó en cuenta de cual fue tu prueba de amor y, que él haría lo mismo, que me dejaría en libertad.-

Evitó comentar que también le reveló que la amaba demasiado como para verla sufrir a su lado, pensando en otro hombre.

Así que Lorenzo lo sabía todo…Arnold comenzó a acortar la distancia puesta por su amada, caminado lentamente hacia ella. –Y qué me dices de ti? Qué hay de tu trabajo? De la Compañía? De tu papá?-

-No lo sé…- respondió Helga mostrándose, por primera vez, insegura y nerviosa. -… de repente no me importó nada más, los problemas y el mundo exterior me parecieron tan insignificantes.-

Y allí estaban de nuevo, con la mirada prendida del otro. Arnold no dejaba de examinarla e intimidarla a decir la verdad.

-Porqué?- exigió él saber.

-Porque quizás…- se atrevió a responder -…comprendí finalmente que todo lo que aprecio pierde la mitad de su valor si no estás allí para compartirlo Arnold.

El cabeza de balón sonrió, conmovido ante ésa respuesta. La vergüenza impidió continuar el contacto de sus ojos y Helga desvió los mismos hacia el piso.

-…Comprendí que si realmente te amaba…- continuó ella a voluntad -…debo también aprender a perdonarte y olvidar. Olvidar todo aquello que apagaba mis ansias de decirte sin reparo lo que debía callar…, lo que tú querías oír.- mientras era abrazada por su rubio y ella le correspondía. –Arnold… te amo.-

-Gracias…- le respondió estrechándola aún más entre sus brazos. Encantado por el calor que le era brindado, por el aroma que lo encantaba y por el sentimiento que crecía hoy aún más en su corazón. –Yo también te amo, no sabes cuanto.-

-Lamento todo lo sucedido…- lloraba la mujer -… no debí haber dudado de ti ni un solo segundo. Jamás, desde que nos conocimos me has dicho una sola mentira, no tenía motivos para pensar eso de ti.-

Era realmente increíble, su amada Helga se estaba disculpando con él. Jamás la había visto tan conmovida, era realmente encantadora. No pudiendo evitarlo más, la besó, sin remordimiento alguno, pues era suya y lo sería por siempre. Sin importar el aire que les faltaba, exploraba con ansias y calmadamente esa cálida cueva entreteniéndose, de vez en cuando, con la suavidad de la fina tela que conformaba sus rosados labios. Sentía que jamás se saciaría de su sabor, ni de su boca, ni de la piel de sus mejillas y su fino cuello que ahora acariciaba.

-Arnold… aquí no…- suplicó pícaramente Helga mediante una sonrisa, al notar como Arnold se hundía en la tela de su bufanda para explorar la piel antes cubierta. Pero debió de suspirar mientras cerraba sus párpados al sentir como, lejos de detenerse, su rubio continuaba con la caricia, pero ahora ascendente hasta llegar a su barbilla y conectar sus miradas una vez más.

-Cuanto debo esperar Helga? Haré lo que tú me digas, pero te pido compasión…- apoyados frente con frente la vos de Arnold se oía profunda y sumamente seductora.

-Eso quiere decir que no podrás esperar hasta nuestra luna de miel?-preguntó inocentemente sorprendiendo a su amado. –Quiero ser tu esposa Arnold.-

El mejor regalo de cumpleaños nunca antes recibido sin lugar a dudas.

-Qué sucede? No quieres ser mi marido?- preguntó sabiendo de ante mano la respuesta.

-No, no es eso…- murmuró sonriendo aún en la intimidad de su cercanía. –Debiste esperar a que te lo pidiera correctamente. Luego de haber pedido tu mano al gran Bob y comprar la alianza.-

-Olvida las conformidades. Además, me lo dejaste lo suficientemente claro cuando me confesaste que estabas dispuesto a conformar una familia conmigo Arnoldo. Cuando quieres?-

-Mañana mismo.- respondió firmemente.

-No es demasiado pronto?-

-Yo diría que es demasiado tarde, considerando que colocaste nuestra boda como condición para que pasemos nuestra primera noche juntos.-

Helga sonrió, era tan fácil hacerlo ahora… con Arnold todo era más fácil. Y ahí estaba de nuevo, yendo al encuentro de sus labios…

-Helga?-

El momento romántico se rompió. La pareja observó en dirección donde su llamado se pronunció. Se sorprendieron de ver la puerta de la casa de huéspedes abierta, en interrupción de la fiesta. Gerald junto a su novia, los abuelos de Arnold por detrás y uno que otro amigo. La muchacha de gafas y cabello oscuro, dueña del llamado hacia Helga bajó emocionada los escalones yendo al encuentro de la susodicha.

-Phoebe!!- Helga se abrazó a su amiga, reconociéndola a pesar de tantos años sin verla. –Has cambiado bastante chica!-

-No puedo creer que hayas vuelto!!- lloraba emocionada. Mientras Gerald se hallaba feliz de que ese brillo haya vuelto a los ojos de su Phoebe y a los del Arnold.

-Bienvenida a casa Helga…-

--FIN--

Gracias por todo chicos! Espero con ansias sus reviews para ver que tal les pareció el final. Les deseo un buen año y seguramente continuaremos encontrándonos en este gran sitio! Besos! Y mucha suerte en todos sus proyectos!