Los opuestos se atraen.

Disclaimer: Los personajes, escenas y demás pertenecen a J.K. Rowling.

Capitulo XXV: Fuera de control.

Después de tantos días de lluvia seguidos ver el sol brillando arriba del castillo era razón suficiente para que los terrenos del gran colegio de magia y hechicería estuvieran repletos de estudiantes deseosos de sentir los rayos del sol. Clara y Blaise, no eran la excepción. Se encontraban a orillas del lago, en un rincón apartados del gentío, observando como el bosque prohibido se reflejaba en las aguas.

- No están distinto Beauxbatons de esto... Creó que lo único que extraño, realmente, es el clima - dijo Clara con añoranza -. Es bastante más cálido que acá y llueve menos...

- Ohh... Menos lluvia - musitó el moreno - Interesante... pero acá hay muchachos muy atractivos.

- Cuanta modestia - ironizo la Gryffindor.

Ambos jóvenes rieron al unísono. Zabini se acerco a la muchacha, le atrapo la cara con sus manos para luego capturar su boca. Clara respondió en seguida al beso paso sus manos por detrás del cuello del chico, para acto seguido comenzar a jugar con los mechones de cabello de este. Continuaron besándose hasta que les fue imperiosa la necesidad de respirar.

Blaise observó a la joven, se encontraba con las mejillas arrebolas, el cabello algo desordenado, pero cuando dirigió su mirada a las piernas de la chica se le paro el corazón. Clara tenia la pollera subida, revelando más de lo políticamente correcto. A Zabini se le seco la boca. Quería estirar su mano y tocarla. Se moría de ganas, soñaba todas las noches como sería tocar aquellas porciones de piel que el uniforme escolar no dejaba ver.

De repente su brazo se comenzó a estirar y con las yema de sus dedos toco uno de los muslos descubiertos de la morena. Esta se estremeció levemente y dirigió su mirada azul directo a los ojos del chico.

Zabini estaba esperando oír algún tipo de replica por parte de la chica, sin embargo se encontró con una mirada suplicante. Su mano parecía actuar por inercia y de repente sus dos manos acariciaban las piernas de la chica. Clara se dejo caer de espaldas al suelo, quedando semi recostada en la orilla.

Acción que desato al muchacho. Sin que este se percatara, dirigió de modo automático ambas manos debajo de la falda de la chica.

- Blaise... - suplico Clara- ... acá no, hay gente...

Con esas palabras el ojiazul volvió a la realidad. Retiró velozmente sus manos y acto seguido le acomodo la pollera a la chica.

- Ya no es ningún secreto lo nuestro - acotó Zabini, observando a su alrededor, para constatar de que nadie se había percatado.

- No es por eso...

- ¿Por qué es? - indagó el Slytherin.

- Porque... Sino... No voy a querer parar. - habló tímidamente, es un apenas audible susurro.

Eso fue lo peor que podría haber escuchado el chico, ahora quería brincar arriba de ella y hacer lo que tantas veces soñó, pero nunca realizo.

- No aguanto más - confesó Zabini.

- Tiene solución - dijo en tono lujurioso la morena.

El Slytherin estaba que no daba crédito a lo que oía. De repente estaba descubriendo una parte de la chica, que para él era desconocida. Los momentos de intimidad que tenían eran pocos y breves. Su relación no se caracterizaba por ser algo carnal, de hecho todo lo contrario. Era algo inédito en la vida del muchacho. Compartían charlas, lecturas, tareas, pero nunca habían llegado a... eso. El nunca había querido presionar la situación, quería que todo fluyera de forma natural. Pero ahora veía una faceta nueva, algo inexplorado para él, que lo dejaba atónito, porque no se oía como una dulce muchacha virginal que era lo que él creía que era su "futura novia".

Y así como si nada un sin fin de pensamientos se dispararon sobre la Gryffindor. El siempre había dado por sentado que Clara nunca había estado con ningún hombre, pero... ¿y si estaba equivocado? La duda lo empezó a carcomer por dentro. Quería saber, lo necesitaba. Tenía que buscar el momento indicado para zanjar su curiosidad. El quería saber todo sobre esa mujer.

Estaban en clase de Runas Antiguas, la profesora no paraba de hablar sobre el uso de las Runas en la península nórdica de Europa y el desarrolla que habían obtenido en esa región en la antigüedad.

Hermione Granger como siempre se encontraba en primera fila, tomando apuntes sin parar, como si la vida se le fuese en ello. A su lado se encontraba una relajada Clara, que cada tanto dejaba de garabatear su pergamino para anotar alguna cuestión que la Profesora Babbling comentaba. Y como se estaba volviendo costumbre, en el banco de atrás de la pareja de Gryffindors se encontraba sentado el con Blaise Zabini.

El segundo se lo veía completamente ensimismado con la clase o por lo menos disimulaba muy bien su aburrimiento. Mientras que la cabeza de Draco, volaba por los aires. No podía seguir más de dos minutos la clase. Estaba teniendo problemas de concentración o quizás no eran problemas sino un problema y ese problema tenía nombre, apellido y la... sangre sucia.

No podía dejar de pensar en ella, todo el tiempo Hermione Granger aparecía en sus pensamientos de modo invasivo. Jamás se encontró tantas veces pensando en un chica. Jamás se sintió tan, pero tan, excitado con un chica. Quería más, quería todo.

El último encuentro ella lo había dejado completamente desencajado. No podía creer que había actuado de la forma en la que lo había hecho. ¿Había tenido un ameno intercambio de palabras con Granger? ¿Le había pedido recomendado un libro? Y lo peor, sin dudas lo peor, ¿lo estaba leyendo? La respuestas a todos los interrogantes que había formulado en su cabeza era una única respuesta: si.

El libro le parecía muy emocionante, tenía que reconocerlo. Llevaba la mitad del pequeño librito blanco leído. Parecía que todos los libros de la muchacha eran... peculiares. Sin duda salían de lo común, no podía dejar de reconocer que esos muggles habían sido ingeniosos y eso es algo fuera de lo común. Quizás no todo lo que viniese de un muggle fuese basura, quizás... Solo quizás...

Ya no se reconocía, pero estaba cansado de luchar contra todas las ideas que se agrupaban en su cabeza. Estaba cansado de pelear, de negarlas. Quizás debía analizar la situación, recolectar más detalles y evaluar los daños, para poder a continuación ver la manera definitiva de erradicar su problema: sus nuevos pensamientos.

El debería estar preocupado por otras cosas. Su padre había perdido el alma. Su madre a penas le escribía un par de líneas, evadía sus interrogantes acerca del Lord Tenebroso cuando hablaban por red flu. Blaise iba a rechazar la marca. Pansy iba a aceptarla.

Nunca creyó que la morena se animaría, que los ideales de pureza le fuesen tan importantes. Siempre pensó que iba a ser al revés, si alguno de sus amigos sería capaz de tomar la marca pensó que sería su amigo. Pero la vida te da sorpresas y paradójicamente estaba sucediendo al revés.

Zabini no solo rechazaba la marca, sino que estaba a punto de embarcarse oficialmente en una relación con una traidora a la sangre. Lo primero podían tolerarlo sus padres, lo segundo... lo dudaba. Pero eso era problema de Blaise, el ya tenía los propios.

Le llamaba mucho la atención que su madre no mencionara nada acerca de que se uniera a los mortifagos. A sus amigos ya les había llegado el pedido. A dos, no a todos, pero a dos. Se ve que el Lord quería entrar a Hogwarts, no entendía porque él no era una opción en eso. Y su madre no quería largar palabra, estaba empezando a exasperarse.

Una de las últimas veces que vio a su padre en libertad, en la mansión, lo había llamado a su estudio. Le había preguntando, en esa ocasión, que opinaba sobre la idea de tomar la marca. Draco le había contestado con una falsa emoción bailando en su rostro. Lucius pareció no notarlo, a pesar de caracterizarse por ser un hombre obsesivamente observador, y le insinuó la idea de que no faltaba mucho para ese momento.

Que lejano recordaba todo. Un año había pasado desde ese momento, las vacaciones de invierno de 5to. año. Suspiro con añoranza recordándolas. Blaise lo miro de reojo, pero no dijo nada y rápidamente volvió a fijar su mirada en la profesora.

Solo su padre, el de Pansy y el de Blaise pertenecían al círculo chico de mortifagos y eran los únicos que tenían hijos cursando en el antiguo colegio de magia. Los padres de Crabbe y Goyle eran retrasados, no se les podía confiar grandes cosas. ¿De tal palo tal astilla dicen?

Con ese último pensamiento se rio mentalmente y volvió a retomar el rumbo de sus cavilaciones. Tanto a Pansy como a Blaise le habían consultado, él era el único que no. ¿Por qué?

Pensar en eso era lo único que podía distraerlo de la castaña y tampoco le resultaba un hilo de pensamiento muy agradable. Tenía que llevar su mente hacia otro lado...

La sala común de Gryffindor se encontraba prácticamente vacía, en un rincón se encontraban los dos más pequeños integrantes de la familia Weasley junto a una cabellera castaña.

Parecían discutir acaloradamente.

- No he encontrado casi nada de información, - dijo cansinamente Hermione - ¿Piensas que no he buscado lo suficiente?

- N...No - se apresuro a decir Ron - Lo que digo es que algún lugar tiene que haber algo.

- No en la biblioteca de Hogwarts... - espeto la castaña.

- No es producente esta discusión - interrumpió Ginny.

- Claro que no lo es - dijo de modo tajante el colorado.

Hermione se dedico a rodar los ojos, no tenía ningún sentido retrucar.

- ¿Le has preguntado algo a Krum? - Hermione negó con la cabeza ante la pregunta de la menor de los Weasley - ¡Tú tienes confianza! ¡Debes de consultarle!

No entendía como no se le había ocurrido antes.

- Lo haré... Mañana.

Últimamente Harry estaba más extraño de lo normal, su malhumor había escalado límites insospechados. Las clases con Dumbledore cada vez se hacían más frecuentes. Cuando regresaba no mediaba palabra casi, simplemente saludaba y se disculpaba diciendo que estaba cansando, acto seguido se dirigía a las escalares que daban a los dormitorios de los varones.

Los colorados estaban decididos a buscar información sobre algo que pudiese ayudar a Harry. Lo único que sabían era que necesitaban información sobre Horrocruxes. Ella había buscado a penas Harry les había contando lo que hacía en las clases con el director, hace ya un tiempo. Lo más interesante que había conseguido sobre el tema se lo había dicho Malfoy.

Ahora Harry volvía a su actitud taciturna y con ella desesperaba a sus amigos, que no sabían de que manera ayudar para alivianar la carga del muchacho de anteojos.

Hermione ya había terminado con todas sus clases del día, de hecho ya el horario de cursada había terminado en Hogwarts. Se dirigía decidida al despacho de Viktor, lo saludaría casualmente y le preguntaría. Esperaba que el búlgaro no se pusiese a indagarla a ella también.

Estaba a punto de doblar en el siguiente corredor que la llevaría directo a su destino cuando escucho un estrepitoso ruido a sus espaldas. Parecía como una puerta cerrándose bruscamente. Se voltio sobre sus talones e instintivamente se llevo la mano a la cintura donde se encontraba su varita. No había nadie en el corredor. Internamente agradeció para sí.

Continuo presurosa su marcha. Sumamente satisfecha con la soledad que parecía inundar esa parte del castillo. El ruido pudo haber sido cualquier cosa, después de todo el colegio estaba lleno de fantasmas. Visualizo a lo lejos la puerta de madera añeja que daba acceso al despacho de su amigo y prácticamente corrió hacia ahí.

No quería encontrarse con Malfoy, ni Peeves, ni nadie.

Cuando llego a su destino, se paro frente a la puerta y la golpeo fuertemente un par de veces. Instantáneamente se oyó desde el interior un tímido y brusco "ahí va".

La puerta se abrió y apareció un alto muchacho, que rápidamente dibujo una gran sonrisa en su rostro.

- ¡Herrrmine! - saludó el búlgaro, mientras se corría de la entrada para darle acceso - ¡pasa! ¡pasa!

La muchacha entro al recinto y tomo asiento frente al escritorio. Viktor se sentó enfrentando. Hermione observo el lugar que hasta hace un año atrás estaba lleno de platitos con gatos en sus paredes, por suerte eso era historia del pasado.

- ¿Cómo has estado ? - le pregunto el chico sacándola de sus cavilaciones.

- Bien, un poco consumida con los estudios - respondió -, como siempre... ¿La docencia como te trata?

Viktor comenzó a relatarle un par de anécdotas que había hecho en lo que iba del semestre. Se lo veía muy entusiasmado con la idea, pero de la nada se dibujo una mueca de encono en su cara.

- Lastima lo de la maldición... A fin de año me iré, nadie dura más que eso...

Hermione agradeció el viró que había tenido la conversación.

- Si, es verdad, había olvidado eso... - reflexiono - ¿Te han dicho algo?

- No, nada... Perrro es historria sabida.

- Me pregunto porque a ... - titubeo por un segundo la castaña -... V-voldemort le importaba tanto el puesto.

- Nunca lo sabrrremos - sentenció Viktor.

Todavía tenía dificultades con el idioma pensó la Gryffindor, cuestión que le genero un dejo de ternura.

- Vaya uno a saber - dijo siendo menos determinista.

Hermione maquinaba a toda velocidad de como hacer parecer casual el giro. Opto por un dejo un sinceridad y un poco de omisión de la verdad.

- He estado buscando información sobre... - por un momento dudo, Viktor le hizo un movimiento de cabeza como incentivándola a continuar - ... Horrocruxes...

El joven profesor pareció palidecer.

- Me parece que está relacionado - agrego de forma casual.

- ¿Qué quierrrres saberjr? - consultó inmediatamente.

- No sé, - confeso Hermione - pero no hay nada en la biblioteca... Me llama mucho la atención...

- Lo máximo que puedo hacer por ti es darrte una autorización para la zona prohibida de la biblioteca... Perrro no puedo asegurrarrte encontrar algo ahí.

- ¿En Durmstrang no estudian más detenidamente las artes oscuras? - recordó la fama que tenía aquella institución y se animo a indagar.

- No mucho... O sea, si, perrro no de lo que tú quieres saberr - recordó Krum -, es un tema bastante... ¿tabue?¿Se dice así?

Hermione asintió con la cabeza. Agradeció de que Viktor no preguntara más. No quería mentirle, ni omitir.

Ya se había percatado de que era un tema del que no se hablaba mucho. Si no recordaba mal Malfoy le había dicho algo similar, aunque le había proporcionado un poco de información al respecto y había que decir que había sido útil lo dicho.

- Con la autorización me conformare - sonrió la castaña.

- Porrr supuesto Herrr-mio-ne, - le devolvió la sonrisa el muchacho - soss de las perrsonas de más confianza que tengo... Lo que quierrrras.

Acto seguido saco un pergamino, una pluma, tintero y a continuación comenzó a escribir velozmente.

La joven se sintió reconfortada con las palabras del búlgaro. Ella también le tenía mucha confianza, mucha estima también. Pero dudaba verlo de la forma en la que alguna vez lo vio, como lo veía cuando estaba en su 4º año en la escuela. Todo había cambiado, demasiado.

Hermione le consulto sobre si tenía algo para beber, Krum le ofreció zumo o te. La Gryffindor opto por la segunda opción, tenía frio, un poco de té para entrar en calor.

Que calor, pero por Merlín: ¡que calor! La temperatura de ese cuarto debería de estar unos muchos grados por arriba de lo normal. Sentía como una gota de transpiración surcaba su frente. Estaba ahí, a segundos de terminar.

Y de repente un grito demasiado agudo, producido por su acompañante, lo saco de su sistemático vaivén... Literalmente, se le acabo la concentración. Veía a la muchacha de cabellos dorados, que se encontraba recostada sobre uno de los escritorios, veía como su pecho subía y bajaba, visiblemente agitada.

Era como si se hubiese roto el hechizo. No quería ni pasar ni un segundo más ahí, con ella. Siempre le había molestado el exceso de ruido en esas ocasiones, pero nunca había sido tan determinante. Salió de arriba de la chica y comenzó a arreglar sus ropas. Sin largar ni media palabra se subió los pantalones y a prolijo su camisa.

Recogió su túnica del piso, mientras se dirigía hacia la puerta. Una vez perfectamente alistado, tomo el pomo de bronce, giro de él y abrió la puerta.

Nunca espero encontrar con lo que se encontró. Una Hermione Granger pasar velozmente, sin percatarse que una puerta a sus espaldas se abría. Sin darse cuenta que él, Draco Malfoy, estaba ahí.

Rápidamente tiro nuevamente de la puerta, pero esta vez para cerrarla. Rogo a todos los grandes magos de la historia para que la Gryffindor decidiera seguir con su camino y que no le diera demasiada importancia al sonoro portazo que había pegado.

Se quedo varios minutos paralizado, observando la puerta cerrada. Esperando que no se abriera. Pasaron los segundos y la puerta no se abría. Decidió suspirar aliviado.

- ¿Pasa algo Draco? - prácticamente ronroneo Kathe.

Draco prefirió ignorarla y abrió nuevamente la puerta. No encontró a nadie en el corredor, así que salió disparado en el mismo sentido que había visto a Hermione pasar.

Comenzó a andar hasta que se encontró en una disyuntiva, ¿seguir de largo o doblar? De repente oyó voces, así que giro su cabeza en dirección a estas. Más adelante en el pasillo, Hermione ingresaba al despacho de Krum.

No podía creer lo estaba viendo. Hermione Granger ingresando al despacho del profesor de defensa contra las artes oscuras. Un sinfín de pensamientos se dispararon en su cabeza, imagino una escena muy parecida a la que acababa de vivir el con la rubia Slytherin. Un gran enojo empezó a crecer en su interior. Un enojo ilógico, porque a él no le tenía que importar que hiciera o no esa sangre sucia.

Y se quedo congelado, justo en la intersección de dos pasillos, mirando como la puerta se cerraba. No lo podía creer. Estaba estupefacto. Quería, por un lado, salir corriendo de ahí y, por otro, quería esperar hasta que saliera. Quería que lo mirara a la cara y siguiera con su típica actitud de monje célibe. Con su intolerable actitud de santa, de yo no rompo ni un plato. Pero a él no lo iba a engañar más. Él sabía como era en realidad, sabía como se oían sus gemidos, como se sentían sus labios, como era estar abrazado con ella, pero... no lo sabía todo tampoco. Había cosas que no había descubierto todavía.

Se recostó sobre una de las paredes de piedra, se recostó y se dejo caer al piso sentado. No sabía que hacía ahí todavía. Tenía que irse, no sentarse en el piso.

La muchacha de Gryffindor compartió una agradable merienda con su profesor. Bebieron te, comieron galletas de chocolate, charlaron de la vida. Todo muy ameno.

Miro el reloj, la aguja pequeña se encontraba sobre el seis y la grande apenas pasaba el seis: ¡6.30 pasadas! Debía irse.

Se incorporó lentamente de su asiento, mientras le informaba a Viktor que debía marcharse. Que otro día pasaba a merendar nuevamente.

- Lo he pasado muy bien Viktor - agradeció nuevamente -, ha sido una tarde muy agradable.

El alto joven negó con la cabeza y sonrió.

- Cuando quierras.

Hermione le devolvió la sonrisa y salió del recinto. Debía ir a la torre. No había obtenido información, pero había conseguido un permiso para la biblioteca. Sonrió satisfecha y sin más miramientos emprendió su regreso.

La joven desconocía la presencia del príncipe de las serpientes. El cual se encontraba sentando en el corredor, mirando sus zapatos de cuero y no se había percatado que la razón por la que seguía en ese frio corredor había salido del despacho de Krum.

Draco se encontraba ensimismado en sus pensamientos, no oyó la puerta abrirse ni cerrarse. Muchos menos escucho los pasos que se acercaban. Se encontraba cansado ya, no entendía lo que le pasaba. No sabía como actuar. No sabía que hacer. Por primera vez en mucho tiempo, por no decir la primera vez en su vida, que no sabía que hacer. Se encontraba desorientado, a la deriva.

- ¿Malfoy? - preguntó de forma tímida la castaña - ¿estás bien?

A penas termino de formular ese interrogante se arrepintió. A ella no le interesaba si estaba bien o mal. No le interesaba Malfoy y listo. Pero sin embargo, se encontraba detenida en mitad del pasillo, observando a un abstraído rubio.

Instintivamente Draco se levantó del suelo y se dirigió hacia la persona que le había hablado segundos atrás. Cuando se topó con los dos ojos color miel de la chica sintió como su corazón apresuraba la marcha. No era exactamente la situación que había imaginado. No sabía porque se sentía de repente tan nervioso.

- Si, supongo... - fue todo lo que puedo decir.

Hermione lo observó, como sin comprender su respuesta y se mordió nerviosamente su labio inferior. Ahí se volvió loco. Perdió el control (que en realidad, lo había perdido hace rato).

Se abalanzo sobre la castaña, quien perdió ligeramente el equilibrio cuando Malfoy choco su pecho en el de ella, pero él rápidamente la tomo por la cintura. El rubio no se podía contener, quería tenerla cerca, todo lo humanamente posible. Acto seguido se apodero de la boca de la chica. Al comienzo era todo prisa, Draco estaba como exaltado, la besaba salvajemente. Hermione se limitaba a tomarle por los cabellos, por momentos parecía como si Draco quisiera comerse a Hermione. Todo era lenguas, labios y saliva. Las manos del muchacho recorrieron todo lo que la ropa le permitía el cuerpo de la chica. Hermione gemía, acercaba sus caderas. Todo era rápido, confuso. Sin previo aviso Malfoy rompió el beso, pero no el encanto. Apoyo su cabeza en uno de los hombros de la gryffindor y la abrazo con fuerza. Ocasionalmente depositaba un beso en su cuello, cosa que la castaña le eriza cada centímetro de su piel.

La muchacha sentía vivir algo ya vivido, ¿un deja vu quizás? No, no era eso. Ya había estado en situaciones similares... Y con la misma persona. Pero nunca había sido tan... ¿desesperado? Nunca sintió tantas cosas con beso de Malfoy. Era desesperación, anhelo, enojo. Todo eso y más. Ella perdía el norte cada vez que sentía las caricias del rubio. La hacía sentir viva. No es que no lo estuviera, pero sentía que podía comerse al mundo en esos momentos. Se sentía poderosa. Pero paradójicamente sentía un nerviosismo que la invadía de pies a cabeza. Era como si su corazón se pusiera a bailar música electrónica: se descontrolaba. Se sentía como drogada. Se sentía feliz. No podía creer que le produjera tantas cosas Draco. Pero negarlo no estaba funcionando.

Hermione movió una de las manos de la nuca del chico y muy lentamente la dirigió al rostro del chico. La apoyo en la única mejilla que tenía accesible. Como si fuera posible, más despacio todavía la movió en una tranquila e intima caricia. O por lo menos así lo sintió ella.

A Draco se le puso la piel de gallina, cerró los ojos y disfruto de la sensación. Sin moverse comenzó nuevamente a depositar besos en el cuello de la chica.

Hace rato ya que se encontraba tirada en su cama mirando los doseles rojos y dorados. Había decidido no ir al Gran Salón para comer, así que fue a las cocinas en busca de algo de comida.

Se había encontrado con Dobby que se estaba corriendo de un lado a otro de las cocinas terminando de preparar todo para la cena para aparecerlo. El elfo la había saludado felizmente y había agradecido unas cuantas veces por su visita, en consecuencia le había dado una cesta llena de comida. Así que Hermione se había dirigido a toda velocidad, con una canasta en sus manos, a su cuarto en la torre de Gryffindor.

Todo lo que había pasado después de salir del despacho de Viktor había sido épico. Si, épico. Jodidamente épico. ¿Cuántas veces se ven a una sangre sucia, amiga de Harry Potter, con Malfoy? Melosos, muy melosos. Se sentía muy avergonzada, porque no era el simple hecho de besarse. Se habían tocado, Malfoy había colado una de sus manos bajo su camisa y evadió con éxito todas las prendas. Y lo peor no era eso, que en definitiva era de índole sexual y se podía justificar con excitación. Las cosas se habían puestos raras, intimas. Con caricias y mimos. No todo era euforia y ansia. Había abrazos, caricias, besos, sonrisas. Todo estaba tomando un rumbo inesperado y lo peor es que apenas cruzaban palabra.

Después de haber estado un rato más entretenidos ella había mirado su reloj y eso pareció sacar a Draco del trance en el que se hallaban sumergidos. Hermione musito un "debería irme, ya casi es hora de la cena". Él la había observado y había asentido con un movimiento de cabeza y le había susurrado al oído algo que la había dejado paralizada.

A penas termino de oírla sintió como todo su mundo se derrumbaba. Ya no sabía que pensar, ni que no pensar. Y mucho menos sabía ella que sentía.

No sé que está pasando... Pero quiero volver a verte.

Esa maldita frase no había dejado de resonar en su cabeza, una y otra vez. Escuchaba la grave voz de Malfoy en su cabeza diciéndola. Podía recordar la sensación de su aliento en su oreja. Se estremecía de solo recordar. Y se avergonzaba. Porque la situación se le estaba yendo de las manos, no la estaba controlando. Sentía que se estaba involucrando de un modo que no debía con alguien que no debía, con alguien que no se lo merecía. No sabía a que jugaba Draco, porque se estaba comportando así, que quería de ella. ¡Casi que ni hablaban! A penas intercambiaban unas pocas palabras, eso la estaba matando. No sabía como actuar y no sabía si podía parar lo que estaba pasando. Porque quizás, en algún punto, no quería pararlo. Se estaba exponiendo, lo sabía.

- ¿Hermione? - sonó una voz con un acento inconfundible.

La castaña se incorporo en su cama y corrió el cortinaje. Del otro lado encontró a una sonriente Clara.

- ¡Con que aquí estas! Te había estado buscando... ¿Dónde has estado? - indago la morena. A penas escucho la pregunta Hermione se sonrojo - ¡Ajá! Esa cara lo dice todo...

- No es lo que piensas - intentó salvarlo en vano. Clara arqueo una ceja - Quizás si... Pero, no se... - la muchacha formulo una sonrisa de lado - ¡Esa cara es tan Slytherin! - Se horrorizo en broma - Tengo una negación muy grande con este tema Clara... No sé como manejarlo. Me genera mucha culpa todo lo que está sucediendo.

Por primera vez Hermione se animaba a hablar de tema. En algún punto de su cabeza había creído que si no lo hablaba con nadie, ni exteriorizaba opinión sobre el tema, dejaría de pasar todo. Era hacer como que nada pasaba y no darle entidad.

- ¿Por qué tanta culpa Hermione? ¿La pasas mal? ¿Te hace daño?

- ¡No, no me hace daño! Pero me lo hizo... Mucho, a mí y a mis amigos.

Clara callo y comprendió la situación en silencio. Malfoy había sido un verdadero idiota con Hermione, Harry y Ron y ella lo sabía. También lo había sido con ella. Pero últimamente lo notaba como más abstraído. Ya ni les hablaba, es más ni se acercaba tampoco.

- La gente puede cambiar Hermione, - reflexiono Clara- si él te demuestra que lo que pasa es genuino y que va actuar en consecuencia... Están pasando muchas cosas. Y a él sobre todo... No debe ser fácil su situación, perder a su padre. Yo todo el tiempo trato de recordar que Draco no es Lucius, que es solo un joven de dieciséis años.

Hermione no sabía que decir. Ella en algún punto de su corazón quería perdonar todas las ofensas del pasado, no sabía porque. No sabía si sería por algún goce del tipo masoquista que tenía reprimido o que.

- Ha hecho mucho daño igual. - sentenció la castaña. - No se si puedo perdonar... Una cosa es si quiero hacerlo y otra cosa es poder hacerlo.

- Yo creo que no hay que prejuzgar, la gente puede cambiar. A veces para bien, a veces para mal y a veces es irrelevante... Habrá que ver si Malfoy puede ser coherente y jugársela también... Vos te mereces todo Hermione, pero por sobre todo respeto y ser feliz.

No sabía que pensar. El optimismo de Clara la dejaba atónita. No sabía como interpretarlo. ¿Y si tenía razón? En el fondo ella sabía que deseaba que tuviese en lo cierto. Pero primaba su orgullo y le gritaba que no debía, que Malfoy no lo merecía. Se sentía como en un punto muerto, no sabía hacia donde avanzar.

Era temprano, el Gran Salón estaba vació. El techo de la habitación se encontraba de celeste claro, con apenas unas pocas nubes esparcidas. Todo indicaba que iba a ser un lindo día. Hermione tomaba zumo de calabaza con unas tostadas, quería aprovechar para ir temprano a la biblioteca a hacer uso de su permiso. Sin contar el hecho de que así se aseguraba estar tranquila sin que el rubio se apareciera sorpresivamente, como tanto parecía que le gustaba hacer.

Se llevo a la boca una tostada untada con mermelada de moras, cuando observo que entraban unas lechuzas. Una se dirigió directo a ella, Hermione la miro durante todo el trayecto. Esperaba que fuese el diario.

La lechuza de un plumaje pardo se poso al lado de ella. Rápidamente la castaña tomo el ejemplar del Profeta, coloco unas monedas en el pequeño saco de cuero que tenía el animal atado en uno de sus patas. Le convido un pedazo de tostada que el ave agarro gustosa y después emprendió su regreso.

A toda velocidad la lechuzo se alejaba de la castaña, mientras que la chica abría el ejemplar del periodico. Hermione abrió los ojos como platos al ver el titular. Algo en su interior se estremecía, sintió miedo. Mucho miedo. Volvió a releer el titular. Leyó en voz alta para si:

ENDURECEN MEDIDAS DE SEGURIDAD EN HOGSMEADE Y AL REDEDORES DE HOGWARTS.

Abajo de esas grandes letras negras, encontraban unas fotos del encantador pueblito y de la escuela a la que concurría. A continuación se desarrollaba una extensa nota. Hermione leyó de prisa.

¿Manotazo de ahogado o un temor real? Entre las últimas medidas que anuncio el actual Ministro Cornelius Fudge se encuentra un protocoló de seguridad por demás estricto para las inmediaciones del Colegio de magia y hechizaría Hogwarts.

Su principal oponente en las próximas elecciones, Rufus Scrimgeour, la considera "una medida electoralista, que no tiene una argumentación real y lo único que genera es miedo entre los pobladores de la región". Sin embargo Fudge le contestó "lo único real es que se han incrementado las estadísticas de hechos de inseguridad en la región, lo único que busca mi gestión es promover la paz". Pobladores de Hogsmeade manifestaron no estar disconformes con el aumentó de aurors en la zona y si bien, dicen no estar atemorizados creen que tener tan cerca a la prestigiosa escuela, con los personajes que habitan ahí adentro, es una responsabilidad que a veces los puede colocar en circunstancias inesperadas.

El ministro hace referencia a que las estadísticas han aumentando, en comparación con años anteriores a habido un aumento de un 27% en las zonas nórdicas del país.

A continuación les brindamos el protocolo de seguridad mencionado. El reciente anuncio genero por demás incógnitas, ¿por qué recién ahora? ¿Qué ha cambiado para que el Ministro, a un mes de las elecciones, decrete esta medida? ¿Simple aumento de las estadísticas de inseguridad? ¿Por qué recién ahora y no cuando recién daba inicio el ciclo escolar lectivo?...

Hermione leyó rápidamente el protocolo y salteo el resto de la parte de opinión del articulo. ¿Por qué tanto escándalo?. El articulado, ha simple viste, lo único que hacía era disponer de la presencia de aurors por todos lados. Algo estaba pasando afuera de ese castillo, afuera de la protección de los miles de hechizos y encantamientos que protegían Hogwarts.

Lo último que quería en ese momento era salir de la homeostasis que representaba estar en la cama. Debajo de un montón de mantas. Calentito y sin problemas. Pero era consciente de que se estaba haciendo tarde. Debía vestirse e ir a desayunar. Viernes: último día de clases.

No quería enfrentar al mundo. Quería quedarse recluido en su habitación, como mucho la Sala Común de su casa. Lo más lejos que había llegado eran las cocinas, necesitaba alimentarse después de todo. Se sentía ridículo. Sentía que había hecho de tonto. ¿De dónde había salido esa frasecita que le tiro a Granger antes de irse? Lo peor es que le había dicho la verdad, sus mecanismos de defensa habían fallado ante esa chica y había dejado de ser imperturbable, ya no se reconocía. Para un Malfoy era inconcebible comportarse de la forma en que lo había hecho. ¡Y con una maldita sangre sucia! Pero ya estaba cansado, el deber ser se podía ir bien a la mierda. Su padre estaba muerto después de todo, muerto en vida.

Con todas esas ideas bailando en su cabeza salió del confort que le brindaba su cama. Se dirigió a su gran baúl, lo abrió y, por última vez en la semana, tomo su uniforme.

Zabini salía del baño, vestido y con la cara visiblemente húmeda.

- Buen día bello durmiente - saludó Blaise.

A modo de respuesta Draco emitió un gruñido.

- Si, yo he estado muy bien.

- No te lo he preguntado... - Blaise rió, su humor contrataba de forma visible con la del rubio - ¿Me visto y vamos a desayunar?

- Te espero abajo.

Y sin más conversación entró al baño.

Tenía sentimientos ambivalentes en su interior. No quería cruzarse a Hermione, no quería ver el desprecio en sus ojos, no quería sentir su rechazo, no quería seguir exponiéndose. El era un Malfoy y ella hija de muggles. El iba a ser un mortifago y ella era amiga de Harry Potter. No podía seguir jugando a lo que sea que estaba jugando. Se tenía que terminar, pero no sabía como pararlo.

La sensación de bienestar que tenía ayer no la había sentido nunca en su vida. Era satisfacción pura. Pero no podía darle ese lugar a una chica como ella. No era de su clase, no era como él.

Hermione se encontrada sumergida en la sección prohibida de la biblioteca. Empezó a repasar cada título de los libros que se exponían en esas estanterías llenas de tierra y polvos de siglos atrás.

Prestaba mucha atención a cada ejemplar y a la hora de sacar uno, los manipulaba con extrema cautela. No vaya a ser cosa de sacar un libro que muerda o alguno con alguna maldición. En esa parte de la biblioteca sentía que podía encontrarse cualquier cosa.

Se sentía como una niña en una juguetería. No podía negar el hecho de que se sentía enormemente emocionada con su tarea. La falta de obtención de resultados todavía no había hecho mella en su entusiasmo.

Harry y Clara repasaban unas cosas de Transformaciones en la mesa que siempre ocupaba la castaña. De hecho la mochila de Hermione se encontraba ahí, con algunos de sus libros y pergaminos expandidos por las mesas.

Clara leía en voz alta voz alta un fragmento que explicaba algunos detalles para realizar transfiguraciones de su libro "Guía de la transformación, nivel superior". Harry la observaba como hipnotizado. Cuando concluyó el muchacho casi que ni se inmuto, continuó con su cabeza recostada en una de sus manos.

- ¿Entiendes a lo que me refería? - le pregunto la muchacha.

- Ee, si, si - se apresuro a decir Harry.

Clara frunció la boca en un gesto de disconformidad.

- No me has escuchado - lo acuso.

- Si, lo hice, - se defendió el chico de anteojos - mis problemas son más prácticos.

- Lo resolveremos en clase entonces - dijo al tiempo que cerraba el libro - Me voy, he quedado con Blaise.

- Ah... - dijo con visible molestia, lo que Clara pareció ignorar - Siempre corriendo detrás de esa serpiente.

- No entiendo a que te referís.

El muchacho le dedico una mirada de desconfianza. No le caía bien ese Blaise Zabini, era intimo amigo de Malfoy, y nada que viniera de ese cumulo de gente podía ser bueno.

- Que tengas cuidado Clara, eso es todo - le dijo con tono conciliador.

- ¿Por qué Harry? - indagó mientras comenzaba a guardar sus cosas.

- Es amigo de Malfoy y sus padres son mortifagos - le advirtió subiendo ligeramente la voz. Clara bufo por lo bajo.

- Él no es su padre, - prácticamente grito- ¿Piensas que yo no he tomado mis precauciones ya? ¿Tanta desconfianza me tienes Harry? No soy tonta, me se cuidar.

- Yo no dije eso. ¡Pero no son buena gente, Clara!

De repente la figura de Manda Pince parada al lado de ellos, los saco de su discusión.

- Señores o bajan la voz o se van a otro lado a discutir.

Ambos se disculparon y tras hacerles una última advertencia la bibliotecaria se marcho.

- Harry, yo también desconfíe de él en un principio. No te pido que seas su amigo, sino que confíes en mi criterio.

La morena termino de guardar todas sus pertenencias en la mochila y volvió a tomar asiento al lado de su amigo. Harry la observaba sin decir palabra, como meditando las palabras de la chica.

- Lo siento, - habló repentinamente el chico - me preocupo. Por supuesto que confió en vos.

Clara esbozo una sonrisa en su rostro, para luego darle un fraternal abrazo, a lo que Harry respondió con fuerza al gesto.

- He estado muy alterado - confesó el joven.

- Como para no estarlo - dijo entre risas sin romper el abrazo, sintiendo como el chico la ceñía con más fuerza - Tranquilo Harry, no estás solo.

El niño que vivió cerró con fuerza sus ojos, estaba luchando con unas repentinas ganas de largarse a llorar. Venía acumulando mucha tensión y terminaba explotando con cualquier cosa.

- A veces me gustaría que todo esto termine - habló mientras rompía el abrazo con su amiga.

- No sos el único - dijo mientras le dedicaba una triste sonrisa.

Hermione irrumpió con dos grandes libros de tapa negra en sus manos. Se dirigió hacia ellos sin percatarse la conversación que estaban teniendo sus amigos.

- Encontre dos libros, espero que tengan algo - anunció.

Clara se voltió y tomo uno de los libros que cargaba su amiga. Se titulaba "Historia del mal", lo deposito en la mesa y lo observo unos segundos. A continuación lo abrió y se puso a inspeccionar el prologo.

Hermione deposito el otro libro en la mesa y tomo asiento en frente de la morena.

- ¿Y? - indago ansiosa Hermione.

- No sé... estoy viendo la introducción.

- ¿Me lo pasas?

Acto seguida Clara deslizo el libro por la mesa y se lo alcanzo a su amiga. Hermione tomo el libro y se dispuso a leerlo. Sus ojos se movían a gran velocidad por la hoja del ejemplar. De repente su mirada se detuvo y abrió su boca para emitir un gran bufido.

- ... Del horrocrux, el más siniestro de los inventos mágicos, ni hablaremos ni daremos datos... - leyó en voz alta, posteriormente comenzó a hojear el libro hasta llegar al final- ¡No lo puedo creer! - exclamó indignada.

- Vaya decepción - dijo Harry con el ceño visiblemente fruncido.

- No hay nada en ningún libro... Mis últimas esperanzas se van con este - comentó la castaña al tiempo que tomaba el otro libro que había traído.

Clara se levantó del banco súbitamente y anunció su partida. Tomo su mochila de cuero marrón y se dirigió a la salida.

Harry observaba en silencio como Hermione leía, cada tanto su amiga lanzaba alguna palabrota por lo bajo y pasaba la hoja. Transcurrieron unos minutos así, hasta que cansada cerró el libro con brusquedad.

- Definitivamente no hay nada en todo Hogwarts.

Con su incursión frustrada en la sección prohibida Hermione se rindió. Quizás lo único que le quedaba era preguntarle a Malfoy, quizás el tenía un libro o algo así. Al instante posterior de formular esa idea en su cabeza la descarto. Ella a Malfoy no le iba a pedir nada, ni se le iba a acercar.

Se negaba a la idea de ser el juguete del momento de aquel vil adolescente. ¿Vil adolescente? Se rio interiormente con su adjetivo sobre el chico, quizás vil le quedaba un poco grande, su padre era vil en cambio. Su padre, Lucius Malfoy. Él era otra persona, él era un adolescente como había pensando antes.

Automáticamente las palabras de Clara hicieron eco en su cabeza.

Yo todo el tiempo trato de recordar que Draco no es Lucius, que es solo un joven de dieciséis años.

Un joven de dieciséis años criado por un extremista xenófobo. ¿Era posible que todavía pudiese cambiar? ¿Era un caso perdido?

Una ráfaga de viento le llevo gran parte de su espesa cabellera a los ojos interrumpiendo el hilo de sus pensamientos. Rápidamente se corrió el pelo con las manos. Observo a sus amigos volando en sus escobas, jugando quidditch, se los veía tan concentrados en su entrenamiento. Ella se encontraba sola en las gradas, Neville había ido al baño.

Observó el cielo, las nubes, vio el sol esconderse tras el bosque prohibido. Desde la altura de las gradas también podía observar el lago. Había gente en sus orillas. Oyó un ruido a sus espaldas, al voltearse en encontró con un sonriente Neville, que se acercaba a ella a paso tranquilo.

Hermione observó a su amigo tomar asiento al lado de ella. Neville tenía una expresión pacifica en su rostro. La castaña le sonrió y continuó simulando que prestaba atención al entrenamiento de sus amigos. El chico disfrutaba de ver Quidditch, se notaba que le interesaba. A ella en cambio mucho no la entusiasmaba.

El viento seguía soplando, se hacía notar y mecía los cabellos de la muchacha de un lado al otro. Intento acomodarlos sin éxitos a lo que bufó en señal de fastidio. Hacía frio, apretó sus brazos sobre su pecho como queriendo darse calor. Comenzó a esbozar la idea de la chimenea de la sala común y en un cómodo sillon de cuero. La imagen se veía muy tentadora en su cabeza.

Se incorporó de su asiento y deposito su mirada en Neville.

- Voy a la sala - comunicó -, tengo frío.

- Ve, voy a esperarlos.

Hermione asintió con la cabeza, ajusto su bufanda y emprendió su marcha de vuelta al castillo.

Había sido un gran día de sol y todavía quedaban varios estudiantes disfrutando de los últimos rayos que brindaba el día al rededor del lago. Bajo el gran roble que estaba a orillas del lado veía a unos muchachos, uno le llamo la atención: por su cabellera rubia platinada.

El corazón le pego un brincó en el pecho, deteniendo su andar. Era Malfoy, no tenía dudas. A penas salió de su estupor reemprendió su camino, esta vez no tan tranquilamente. Se dirigió a todo lo que sus piernas le permitían al castillo, si pudiese se aparecería en el interior de su sala común, pero en los terrenos de Hogwarts no estaba permitido.

No quería tener contacto visual. Podía sentir su mirada clavada en ella. Hermione atravesó las grandes puertas de roble que daban acceso al castillo, agradeció el refugio que le brindaba. Se dirigió hacia la torre de Gryffindor, tenía un trayecto por delante.

La muchacha iba caminando por inercia, conocía tan bien el recorrido que podía darse el lujo de ir pensando en cualquier cosa.

Todavía sentía el corazón desbocanado. No sabía porque Malfoy le producía todas esas cosas. En realidad, si sabía. Quería ser inmune a él.

Doblo en un corredor, para tomar una escalera que la dejaba más cerca de la torre. Continúo su andar observando las figuras que se movían en los cuadros que colgaban de las paredes.

Un ruido. Otro ruido. Sin duda había oído un algo a sus espaldas. Se volteó lentamente, como queriendo retrasar el momento de descubrir el origen. Había un muchacho alto, de andar elegante y una cabellera rubia lacia, impecable. Sabía quien era, aunque se negaba a creer que era él. ¿Qué demonios hacía allí?

Hermione se quedó parada estática en el medio del pasillo, sin entender que hacía ahí Malfoy. No tenía nada que hacer en esa parte del Castillo.

- Granger - dijo a modo de saludo cuando se estaba aproximando a la muchacha.

Hermione no contestó. Se quedó inmóvil, observándolo. Simplemente no entendía nada.

Draco se acercó a la castaña y se detuvo solo cuando se encontró a centímetros de la chica. Hermione seguía sin moverse, tenía sus dos grandes orbes miel en el Slytherin.

- ¿Qué quieres Malfoy? - inquirió.

- No sé... - respondió mientras clavaba su mirada gris en sus zapatos, rehuyendo los ojos de las chicas.

Malfoy estiró uno de sus brazos y deposito su mano en la mejilla de la chica. Delicadamente comenzó a acariciar el rostro de la joven. Hermione estaba atónita. No daba crédito a lo que estaba sucediendo.

Draco continuó acercándose. Estaban tan próximos que el pecho de la chica rozaba el del Slytherin al respirar.

- ¿Qué quieres Malfoy? - volvió a preguntar.

- No se... No se.

Parecía todo irreal. ¿Cómo que no sabía que quería? La iba a volver loca.

- No entiendo.

- Yo tampoco - a penas termino de pronunciar aquellas palabras el joven se abalanzo sobre los labios de la chica.

Hermione respondió al beso de forma instantánea. Se aferró al rubio y lo beso como si se le fuese la vida en ello. Esta vez la exaltada era ella, le exigía en cada roce de labios, le demandaba respuestas. Ella sabía que le pasaba, por más que lo negase, necesitaba saber que quería él. Pero la castaña tenía pánico. Pánico de que la dañe, de exponerse y que todo sea una broma o algo por el estilo.

Decidió dejar de pensar y dejarse llevar, disfrutar del momento. Acarició la espalda del chico. Introdujo sus manos por debajo del pulóver. Pudo sentir lo firme que era su pecho y estómago. Se sentía descolocada, quería sentir su piel.

Draco estaba a punto de perder la cordura y arrancarle la ropa en medio del pasillo. Rompió el beso con la Gryffindor para cuidar las formas, estaban en medio del pasillo. Observó rápidamente a su alrededor y vislumbro una puerta. Tomo a Hermione de la mano y la arrastró rumbo su hallazgo.

Tomo la perilla y se encontró con un armario de escobas, lo escudriño unos segundos.

- No es muy romántico - señalo Draco con sorna.

Hermione rio. Draco se sentía en el cielo, ella reía para él.

- Vamos a la Sala de Menester...

La chica dudo. Quería, pero no quería. Y sin pensarlo dos veces, agarro a Malfoy de la mano y se metió en el armario de las escobas.

Se besaron, se recorrieron frenéticamente con sus manos. Se olvidaron del mundo, de la guerra, de las dudas, de quienes eran. Se besaron, porque solo así se sentían íntegros. Las manos de Draco se perdieron bajo la pollera de la castaña. Hermione estaba demasiado entretenida repartiendo besos por el porcelanico cuello de Malfoy, estaba fuera de sí. Sentía un fuego que la quemaba por dentro. Quería a Malfoy y negarlo era mentirse en la cara.

Sintió los dedos del rubio acariciándola, se estremeció. Su cabeza ya no estaba en la tierra. Solo podía sentir las fuertes manos de Draco. Solo quería sentirlo a él.

Esa tarde la castaña descubrió en manos de Malfoy lo que era un orgasmo. Sintió como un inexplicable placer se hacía dueño de su cuerpo de pies a cabezas.

Hermione se quedó parada estática, con la cabeza apoyada en el hombre de Draco. Su pecho subía y bajaba de forma agitada. Él con una mano le acariciaba el cabello y la otra seguía perdida en su ropa interior. Malfoy deposito un beso en su frente.

- Termine el libro - le comentó -, me vas a tener que prestar otro.

La chica que había quedado como aletargada no podía comprender lo que le estaban diciendo. Giro su cabeza, aún el hombro del Slytherin, para verle la cara.

Draco le sonrió.

- ¿Cómo?

- Termine el libro. ¿Cual me vas a prestar? - volvió a decir.

- No lo sé... ¿de qué tipo quieres?

- ¿Qué tipo son los que leí?

- Filosofía. - Draco dibujo un "oh" en su boca - Tendría que fijarme.

La Gryffindor recordó su ardua búsqueda de bibliografía sobre ese tema particular.

- Malfoy... - pregunto tímidamente - ¿tú tienes algún libro que hable de Horrocruxes?

- ¿Para qué lo quieres?

- Yo no te indago - le cortó la chica.

- Tendría que fijarme - dijo y, nuevamente, sonrió.

Malfoy retiró la mano que tenía escondida debajo de la pollera de la castaña. Hermione pareció tomar noción de lo que acababa de suceder y saltó al extremo opuesto del pequeño armario. Se acomodó la ropa, mientras un intenso color carmín cubría sus mejillas.

- Te queda bien el rojo leona - habló divertido.

Hermione se sentía un tomate, podía percibir un intenso calor en sus mejillas. La joven se volteó y salió del armario, para dejar a Malfoy del otro lado de la puerta.

Corrió en dirección a las escaleras que se dirigían a la torre. Le gritó la contraseña a la dama gorda, quien le abrió muy ofendida. Entro a la sala común y se encaminó, sin siquiera mirar, a su habitación. Cerro la puerta de su cuarto con un sonoro portazo, el cual se escuchó en toda la torre de Gryffindor.

Harry, Ron y Clara observaban las escaleras, donde segundos atrás había desaparecido su amiga, con la mandíbula desencajadas.

- ¿Esa fue Hermione? - preguntó Ron, más para si que otra cosa, sin entender que le había pasado a su amiga

Draco permaneció unos instantes mirando la puerta, que recientemente se había cerrado. A continuación, observo el sur de su cuerpo. No podía salir así. El baño estaba muy lejos, lo podían ver. Negó con la cabeza. Lo tendría que resolver él o... esperar y después aguantar el dolor. Volvió a negar con la cabeza, se arremango el pulóver y la camisa.

Un rato después se dirigía muy campante al Gran Comedor, tenía hambre. Visualizo a Blaise y Pansy junto a Nott.

Saludo con un movimiento de cabeza y se tomó asiento al lado de Nott, enfrentado a sus otros dos amigos. Acto seguido, empezó a servirse comida. Se llenó el plato con carne asada con ensalada. Dirigió su mirada hacía la mesa escarlata y no la encontró.

- ¿En qué andabas Malfoy? - curioseo Zabini con un toco pícaro.

- Por ahí - contestó y al mismo tiempo se llevaba comida a la boca y la engullía.

- Ese por ahí te dejo muy hambriento amigo - se burló Blaise.

Draco rio. Si supieran los pormenores de lo que le acababa de acontecer. El rubio siguió comiendo sin darle importancia a sus amigos, que se reían y enarbolaban descabelladas teorías sobre el paradero de él anteriormente.

El desenlace que había tenido el encuentro con la Gryffindor, no tenía precedente en la vida sexual de Malfoy. La chica solo lo tocaba en los lugares políticamente correctos y aun así lo que le producía esa mujer era inédito. El solo hecho de recordar como gemía en su oído se comenzaba a excitar de vuelta. Quería más, pero no quería apresurar las cosas. Si bien Hermione Granger no significaba nada para él, o eso se obligaba a creer, no tenía apuro. Disfrutaba de estar con ella. Se sentía cómodo, se sentía libre. Libre de convenciones.

El rubio siguió comiendo en silencio, sus amigos se encontraban compartiendo chismes. Él se dedicaba a escuchar sin emitir opinión. Cada tanto se formaba en un rostro una expresión de asombro ante lo comentado.

- Dicen que Granger le habría cortado el rostro a Gautier - comentó Pansy -, se está perdiendo un bombón. No se lo merecía.

Draco se ahogó con la comida. Empezó a toser sin control. Su amiga con cara de preocupación le extendió una copa con zumo. El muchacho bebió un trago, de a poco comenzó a menguar la tos.

- ¿Estas bien? - le preguntó preocupada la muchacha.

El joven asintió con la cabeza y siguió tomando zumo.

- ¿De dónde sacas esas cosas Pansy? - interrogó Blaise, que se daba cuenta de todo.

- Me lo ha contado Millicent.

- ¿Es de fiar Bulstrode?

Pansy se encogió de hombres.

El joven Malfoy sentía un alivio creciendo en su interior. Se sentía satisfecho, quería que el rumor fuese verídico. Quería a Granger solo para él, lo tenía decidido. Mientras la deseara, la iba a usar para saciarse. No podía controlar más su necesidad de sentirla. Estaba fuera de control, lo sabía, pero ya no le importaba.


Después de tanto tiempo, acá estoy actualizando la historia. En algún momento fue falta de ganas de sentarme a escribir y en un momento simplemente la olvide. He decidido, hace mucho, terminar esta historia y ahora estoy empezando a darle a forma. No me gustan las historias inconclusas. Espero que sepan entender la demora y me disculpen. También espero que disfruten de este capítulo. Espero, con ansías, sus opiniones.

Les dejo mis mejores deseos para ustedes. Hasta la próxima, que va a ser dentro de poco (¡lo juro!). ¡Saludos! Y muchas, pero muchas gracias por leerme.

Suerte,

GALLETAA.