n.a. esto sigue siendo crack del peor, lo mires por donde lo mires...


Miranda apartó la mirada un segundo, pero se forzó a retomar la lectura. Las letras bailaban, moviendo sus remates con burla, y sus ojos las seguían, bizqueando, ya incapaz de distinguir entre palabras.

Contuvo una exclamación visiblemente frustrada y acabó por dejar escapar un suspiro. A su lado, Lenalee la observó con sonrisa indulgente.

- No tienes que forzarte a leer si no quieres, será peor si acabas mareándote.

- No…no es eso…- Miranda sonrió nerviosa, pero apartó disimuladamente el libro.

Lenalee sonrió, comprendía que luego de que Anita les dejara utilizar la pequeña biblioteca que tenía en su camarote, Miranda se estuviera forzando a leer, aunque sus ojos se movieran de forma extravagante cada vez que el barco se inclinaba a un lado u otro.

- ¿Por qué no descansamos de la lectura? – sugirió la joven china – Mira, por ahí viene Lavi.

Lenalee hizo una seña al pelirrojo que se acercó para tomar asiento frente a ellas.

Lavi llevaba el pelo particularmente despeinado y una de sus mejillas mostraba una notable rojez, lo que no les costaba adivinar debía haber sido obra del anciano bookman y su poderosa patada voladora.

- No habéis visto al viejo ¿verdad? – preguntó el pelirrojo en un susurro, nada más llegar.

- ¿A Bookman? No… quizás esté en cubierta.- respondió Lenalee.

Lavi suspiró aliviado.

- Menos mal, otro golpe como el de esta mañana y conseguirá convertirme en idiota de por vida.- se masajeó la sien, poniendo expresión lastimera.

Lenalee y Miranda intercambiaron miradas divertidas.

- Sinceramente no sé cómo puede tener tan buena puntería… - Lavi clavó la mirada en el techo antes de suspirar – Pero supongo que prefiero no saber la respuesta.

- ¿Te duele mucho el golpe? – se interesó Miranda, visiblemente preocupada.

- Tranquila, estoy acostumbrado. - le sonrió confiado.- ¿Y que hay de ti? Veo que aún te mantienes despierta.

Ella asintió levemente con la cabeza.

- Oh, eso me recuerda que el viejo panda nos interrumpió esta mañana.- recordó el pelirrojo – Para una vez que estaba haciendo un trabajo importante…

- ¡Ah! ¡No te preocupes! – respondió Miranda rápidamente. – No es necesario que te molestes. Tengo que ser capaz de mantenerme despierta por mi misma, aunque sé que no tengo fuerza de voluntad y no sirvo para esto.- concluyó con tono lúgubre.

- Pero Lavi solo quiere ayudar ¿verdad? – intervino Lenalee, tratando de evitar que Miranda se cargara con toda la responsabilidad como acostumbraba.

- Por supuesto.- confirmó él – Así que pedidme lo que queráis, vamos.

Esperó un par de minutos en silencio hasta que Miranda pareció decidirse y habló.

- A mi me gustaría…- hizo un pausa, ligeramente cohibida – La verdad es que me gustaría escuchar el final del cuento.

- ¿Cuento?

- El cuento de la princesa Yu, Lavi.- aclaró Lenalee, divertida.

- ¡Oh! – el pelirrojo dio una palmada – sí, por supuesto, el cuento de la princesa Yu.

Lavi se acomodó, recostándose ligeramente y cruzando los brazos tras la nuca.

- Continuaremos entonces…¿por donde iba?

- Si mal no recuerdo, la princesa Yu fue a visitar a un duendecillo conocido como Panda para que le concediera un deseo y así poder recuperar su aspecto original…- explicó Lenalee mientras Miranda asentía con la cabeza.

- Oh, bien…veamos, la princesa Yu marchó al bosque en busca del duendecillo que vivía en una casita…

- Lavi.- interrumpió de pronto, Miranda – Si la princesa ya no es una "ella" ¿no habría que llamarlo príncipe?

- Um, pues… - el joven ladeó la cabeza y frunció el ceño, pensativo. – Quizás sí. Supongo.

- Aunque si sigue siendo una chica por dentro, aunque no por fuera…es confuso. – añadió Miranda, con los ojos fijos en el techo, meditando.

- Entonces será "el protagonista antes conocido como princesa Yu". Aunque es un nombre muy largo – continuó cavilando Lavi.

- Creo que será más sencillo si sólo la llamas Yu. – sugirió Lenalee.

- Sí, quizás tengas razón. - asintió el pelirrojo. - Continuemos entonces.

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Incansable, el ahora joven Yu marchó por el bosque durante largas jornadas, buscando la casita del duende que esperaba le concediera su deseo de volver a ser una princesa. Finalmente, y viendo recompensado su esfuerzo, el joven Yu encontró al anciano duendecillo sentado en un banco junto a una pequeña cabaña en un claro de un frondoso bosque, fumando de una gran pipa.

- Viejo, concédeme un deseo.- le exigió Yu sin saludar si quiera.

- Antes tendrás que averiguar mi verdadero nombre. – respondió Panda el duende.

A regañadientes, el joven Yu aceptó el trato, y durante diez minutos, trató de adivinar diciendo en alto todos los nombres que podía recordar. Pero no consiguió acertar con el nombre del duende y pronto perdió la paciencia.

Y golpeó a Panda para hacerle cambiar de idea sobre lo de concederle su deseo.

- ¡Ah!¡Estúpido! – gritó el duende antes de caer redondo.

Yu se percató entonces que ahora que lo había dejado inconsciente, no le podía devolver su aspecto original ni concederle ningún otro deseo. Obviamente.

Ello lo enfadó más todavía.

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- Pero ¿por qué le golpeó? – exclamó Miranda, tomando por sorpresa a Lavi.

- ¿Por qué? Pues por que… - el pelirrojo dudó un instante – Por que es Yu.

- No lo entiendo.- respondió la mujer – Las princesas no deberían golpear a la gente ¿verdad?

- Bueno, técnicamente ya no es una princesa.- dijo Lavi sonriendo.

- Oh… - Miranda ladeó la cabeza con expresión pensativa. – Pero sigue siendo una princesa por dentro ¿no? Quiero decir su alma y… por dentro…su espíritu…

Se interrumpió y guardó silencio ante la expresión divertida del pelirrojo, que parecía estar disfrutando con los intentos de Miranda de defender la "feminidad" de Yu.

Lavi habría dado cualquier cosa por tener a Kanda delante en aquel momento.

- ¿Continuas con la historia? – sugirió Lenalee, pues Miranda parecía demasiado confundida con sus propios pensamientos como para continuar hablando.

El aprendiz de bookman asintió sonriente.

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Sucedió entonces que un grupo de enanos que marchaban en fila, surgieron de entre los árboles inesperadamente, topándose con el ahora frustrado joven Yu.

Siete eran los enanos que vestían batas blancas y cargaban sobre sus hombros extraños aparatos, mientras canturreaban una canción sobre lo mal pagado que era su trabajo y que sólo querían descansar.

Yu los miró con desconfianza cuando los enanos se agruparon alrededor del inconsciente duende Panda y empezaron a cuchichear inquietos.

- A la reina no le va a gustar.- se decían unos a otros – Esto es malo, muy malo.

- ¿Quiénes sois vosotros? – exigió saber Yu.

- Nosotros somos los enanos del bosque y trabajamos para la malvada reina del oeste. – explicaron - Yo soy el jefe de los enanos, Reever, y estos son Johnny, Tapp…

- No me interesa.- interrumpió Yu, notablemente irritado.

El jefe de los enanos trató de explicarle a Yu que el duende Panda, al que había dejado inconsciente, era un fiel sirviente de la bruja, y quien le preparaba sus cremas rejuvenecedoras y tratamientos capilares. Le aconsejó que se alejara deprisa por que la bruja iba a estar muy enfadada cuando se enterase de lo sucedido.

Yu desoyó sus palabras, replicando al enano que no se metiera en sus asuntos.

Y en ese momento, de improviso, se produjo una explosión de humo, y antes de tener tiempo para parpadear siquiera, una extraña mujer con capa blanca apareció ante ellos.

- ¡Es Bak, la malvada bruja del oeste! – exclamaron los enanos.

- ¿Bak? – repitió el joven Yu, para nada impresionado.

- ¡Oh pero que veo, mi leal siervo Panda está muerto! – exclamó la bruja del oeste - ¿Qué hará ahora la ilustre y hermosa yo, sin su tónico de belleza?

- No está muerto, sólo inconsciente.- corrigió uno de los enanos.

- Detalles, detalles…- replicó Bak quitándole importancia.

La bruja del oeste se giró entonces a mirar a Yu y le señaló con el dedo.

- ¡Tú! ¡Tú eres demasiado guapo y compites con la ilustrísima yo! ¡Te mataré!... – hizo una pausa antes de suavizar su tono de voz – Así que bueno…¿quieres una manzana?

- No.- fue la respuesta de Yu, mientras se preguntaba en silencio si es que aquella malvada bruja no sería idiota.

- ¿Seguro? No está para nada envenenada.

- No.

- Um.- la bruja Bak meditó un instante, ahora que Yu no parecía muy dispuesto a aceptar su manzana. – En ese caso ¡mi cazador se ocupará de ti! ¡Fou!

Yu se puso en guardia, pero no esperaba que a la sombra de la bruja apareciera una pequeña figura femenina.

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- ¿Eh? ¿El cazador era una niña? – interrumpió Miranda en voz baja.

- Bueno, yo no la llamaría niña… - sonrió Lavi – una mujer de poca estatura más bien.

Miró a Lenalee para que confirmara que Fou debía ser considerada como una "mujer de poca estatura". La muchacha china cabeceó sin estar muy segura de qué responder.

- Oh, ¿Cómo un enano? – sugirió Miranda.

- ¿Enano? – Lavi soltó una carcajada – Si Fou te escucha alguna vez seguro que querrá matarte.

- ¿Ma… matarme? ¡Matarme! – gritó en pánico - ¡Lo siento! ¡Lo siento!

- Era una broma, no hace falta que te golpees contra la mesa… - suspiró Lavi.

Miranda detuvo su autocastigo para mirar al pelirrojo, que tras asegurarse de que la mujer no tenía una conmoción cerebral (aún) decidió continuar con la historia.

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- ¡Mi fiel siervo Fou, mata a este muchacho por que es más hermoso que el ilustre yo! – ordenó la bruja.

Pero cuando esperaba que la batalla empezara, Fou, el cazador, ignoró la orden y fue a tumbarse en el césped junto con el grupo de enanos que habían comenzado a beber cerveza.

- Olvídame, Baka-Bak. – respondió Fou.

- ¡¿Qué?! – bramó desconcertada la bruja. - ¿Me estás traicionando a mí, a la ilustrísima, hermosa y sabia bruja del oeste?¡Desagradecida! ¿Acaso no te dejé dormir en la bella pared de mi palacio?¿Y así me lo pagas?¡Oh, cuanta injusticia recae sobre mi sublime persona!

Ocurrió entonces, que interrumpiendo los gritos de histeria de la bruja, el príncipe Allen montando sobre su brioso corcel, hizo una inesperada aparición.

- ¡No temáis princesa Yu, yo os salvaré de la bruja! – anunció espada en alto el apuesto príncipe.

- ¿Qué demonios haces tú aquí? – exclamó Yu, cuya sorpresa era evidente por lo rápido que la vena de su frente palpitaba.

- Oh, mi princesa, vuestro zapato de cristal me ha guiado pues temía que estuvierais en apuros – proclamó Allen.

- ¿Te crees que soy imbécil?- le respondió con gesto irritado. – Yo no llevo zapatos de cristal.

- Mis disculpas, princesa, ciertamente ajusté ligeramente la verdad para acomodarla a la magia de la historia – admitió el príncipe con expresión culpable. - No quería deciros que mi fiel golem con GPS cuelga de vuestras reales partes traseras.

Y Yu descubrió que una bola amarilla con larga cola y alas le estaba mordiendo el trasero.

Y eso no lo hizo muy feliz.

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- Eh, pero ¿durante todo el cuento lo había llevado mordiéndole… ahí? – preguntó Miranda.

Lavi asintió con un gesto de cabeza.

- Uah, y no se había dado cuenta…. – continuó ella, claramente sorprendida.

- Sí, tenía un insensible trasero de hierro.- apostilló el pelirrojo. – Igualito que su personalidad.

Lenalee se tapó rápidamente la boca, reprimiendo una carcajada.

Miranda parecía realmente turbada por la idea de que un golem le hubiera mordido el trasero a la princesa del cuento, y Lavi simplemente encontraba aquello de lo más entretenido.

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La inesperada llegada del príncipe Allen, enfadó a la bruja Bak, que vio nublado su afán de protagonismo.

- No oséis defender a un hombre que es más hermoso que yo - amenazó la bruja al príncipe.

- Cómo no habría de hacerlo, es deber de un príncipe de cuento defender a los débiles.- fue la respuesta Allen con orgullo.

- Los débiles no me importan, mi problema es con su cara. – aclaró sabiamente Bak.

- Oh, su hermoso rostro de ceño fruncido y dientes rechinantes. – asintió el príncipe.

- Ciertamente, tan hermoso y maleducado ¡que me irrita notablemente! – comentó la bruja.

- ¡Basta! – gritó interrumpiendo Yu, cuya rabia se desbordaba por cada uno de sus poros.

- Oh, la princesa está enfadada ¿qué tendrá la princesa? – canturreó Allen cuya mirada amorosa no agradaba al joven Yu.

- Un golem mordiéndole el trasero ¿no es obvio? - observó la bruja Bak.

- Todos vosotros…¡ya me habéis hartado!

Y cuando Yu echó mano a su afilada espada nadie dijo una palabra más… excepto por los gritos de dolor.

Se dice que dos días más tarde un leñador encontró varios cuerpos inconscientes en un claro del bosque. Y en un pueblo cercano, un hombre hermoso como una princesa de cuento apareció espada en mano, hablando para sí sobre las virtudes de machacar a aquellos cuyas molestas voces irritaban sus oídos y como volver a ser una joven princesa había dejado de ser algo realmente importante.

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- Fin.- anunció Lavi, sonriente.

Miranda le observaba con los cejas levantadas, con expresión desconcertada, muy probablemente por que no sabía como asumir semejante final en un cuento de hadas.

Quizás acababa de añadir un punto más a la lista de traumas de la mujer.

Lenalee se había dejado invadir por el cansancio, y dormía placidamente con la cabeza y los brazos apoyados sobre la mesa.

- ¿Qué te ha parecido? Interesante ¿verdad? Creo que debería escribirlo para goce de las generaciones futuras… seguro será un superventas. – comentó Lavi, obviando por supuesto que obtendría mucho más placer molestando con ello a Kanda.

- Sí, ha sido... interesante. - Miranda cabeceó levemente antes de volver hablar. - Y por cierto, Lavi ¿Qué es un GPS?

Y el pelirrojo sonrió divertido antes de abrir la boca y comenzar a narrar la historia de como el científico loco Cross Marian inventó el Golem Persecution System.

fin.