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Epílogo

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No tenía mucho tiempo. A penas unos cuantos minutos y todo el mundo mágico sufriría un gran cambio. Él lo sabía, por eso debía darse prisa.

Sacó un manojo de llaves oxidadas de su bolsillo y muy torpemente a causa de los nervios y el frío, cogió la más larga y la introdujo en la cerradura. Un leve cosquilleo muy conocido por él le recorrió los labios, pero a pesar de que no pasaba un día en el cual no lo sintiese, ese fue tremendamente fuerte y le erizó la piel. Su nerviosismo aumentó y por fin pudo abrir la pesada puerta.

El interior del local olía a húmedo y cerrado. Todo estaría terriblemente oscuro salvo por una leve luz que provenía de un rincón, donde una varita era torpemente sujeta por una mujer sentada en el suelo.

Ella era rubia y en ese momento estaba más despeinada que de costumbre. La varita temblaba violentamente en su mano y a causa de la oscuridad, las sombras que marcaban sus facciones se movían con la misma violencia. Su cara estaba más marcada por el tiempo. Ya no era dulce y despreocupada, sino que se encontraba seria y levemente asustada. Unas ojeras se dibujaban imperceptiblemente alrededor de sus ojos azules. Esos ojos, con los que tantas otras veces se había cruzado en sueños tras la última vez que la vio le miraron asustados. Pero sólo fue por un instante, hasta que logró reconocerle, porque luego se cerraron y dejaron rodar una lágrima por las claras mejillas.

¿Cuántas noches había soñado con volver a estar con ella? Todas desde hacía cinco años. Ni el tiempo, ni la distancia después de salir de Hogwarts, habían conseguido arrancarla de su mente.

No pudo ni quiso esperar más y se lanzó hacia ella, que aún seguía sentada. Se inclinó y la abrazó, y ella no tardó en devolvérselo. Se habían necesitado demasiado tiempo y ni estando ahora juntos podían saciar todo lo que se habían necesitado.

La varita calló al suelo, y la oscuridad venció de nuevo a la luz, pero esto no fue ningún impedimento ya que ambos tenían los ojos cerrados mientras se fundían en ese abrazo. Ella se apartó con sumo cuidado y se quedó cerca de él, disfrutando de su presencia y su aliento sobre los labios. Era demasiado el anhelo que él producía en ella, y después de esa espera sólo podía existir la vida en su compañía. Rompió ese delicioso momento y le besó con la necesidad de sus labios.

Habían pasado cinco años. Él ya había cumplido los veinte y fue con quince cuando la besó por primera vez. Desde ese momento había estado con otras muchas mujeres, pero ninguna había podido reemplazarla. Cada beso o caricia producida por otra mujer había sido para él como un martirio que le recordaba que ella no estaba a su lado. Había ganado experiencia con cada relación, y ella lo notó en ese beso. Sin embargo eso no le produjo dolor por la infidelidad, porque ya una vez le dijo que sólo quería que le fuese leal, y esa era la prueba irrefutable de que aún se lo era: después de haber besado a muchas mujeres, no había habido ningún beso de amor que superase el que ellos sentían desde hacía tanto tiempo.

Él aceptó su beso como un antídoto que fue curando poco a poco cada herida producida por las anteriores relaciones y el tiempo lejos de ella. Y para su sorpresa, notó que ella besaba de la misma forma inexperta del pasado, como si hubiesen vuelto cuatro años atrás al último beso que se dieron y que se repetía en sus sentidos cada día, sellándoles y recordándoles lo que es estar uno cerca del otro.

Entonces recordó el tiempo, algo que en ese momento no les sobraba. La separó dulcemente de él y olió su pelo. Deseaba que todo saliese como lo había planeado. Que pudiesen alejarse de allí y estar juntos por fin como le había dicho en cartas secretas desde hacía dos meses. Los dos meses más largos de la tremenda espera de cinco años. Cinco años llenos de cobardía por la terrible decisión que tomó cuando pensaba que no la recuperaría.

Quizá fue el anhelo de lo imposible o el simple hecho de sentirse vacío lo que le llevó a entregar su vida al salir de Hogwarts para no contar su con poder de decisión y tener la excusa perfecta que le impedía enfrentarse a su destino. Y era ahora, después de haber sufrido lo insufrible, cuando se decidía a actuar. Supo que muy posiblemente las cosas no saliesen como él quería, estaba hecho a la idea de que quizás ella podría haber rehusado a irse con él, pero tenía el deber consigo mismo de hacer de una vez por todas lo que tenía que haber hecho nada más adquirir la mayoría de edad. Había pasado mucho tiempo observándola. Sabía que trabajaba como auror junto a Potter y el resto de la cuadrilla. Pertenecían a mundos completamente distintos, y los dos tenían las mismas posibilidades de perder, de morir. Era uno u otro, pero permaneciendo en su antiguo puesto jamás podrían volver a estar juntos.

Por eso cuando aquella noche le llegó una carta en clave que le decía que estaría allí para irse con él, su felicidad llegó a tal nivel que estuvo a punto de dejarlo todo de forma imprudente para estar con ella lo más rápido posible. Sin embargo fue cuando la vio en ese sala, sentada y mirándole con sus tremendos ojos cuando entendió y dio alcance al peligro que les envolvía por hacer lo que iban a hacer.

-Luna… - susurró él acariciándole la cara.

-Draco… - susurró también como temiendo que alguien les escuchase. – No sabes cuanto te he echado de menos...

-Sí, lo sé… Pero ahora debemos darnos prisa. – dijo él aún susurrando y oliendo su pelo.

-Sí. – y cogió su varita – lumos – la luz volvió a alumbrarles, descubriendo lágrimas en ambos rostros que se miraban con increíble adoración. – Tienes que explicarme otra vez lo que tenemos que hacer, porque me he quedado en blanco.

Draco sonrió.

-No te preocupes, sólo tienes que hacer lo que yo haga

-Vale

-Luna ¿sabes lo que esto conlleva?

-Sí

-Sabes que no volverás a hablar con ellos ¿no? Que debes olvidarte de todo y empezar de nuevo.

-Sí

-y… ¿estás segura?

-No – la respuesta calló sobre Draco como un cántaro de agua fría – pero eso nunca me ha parado. – el aire volvió a sus pulmones. Ella era así y eso le encantaba. Actuaba por ideas propias, sin importarle lo que ello conllevase. Así fue como se había fijado en ella, por su seguridad al enfrentarse a lo que el resto temía. Y ahora lo volvía a demostrar. Iba a dejarlo todo por algo totalmente inestable e inseguro, pero no eso no importaba. Realmente él tampoco estaba seguro de nada.

Se levantaron y pronunció el hechizo "lumos" junto a ella. Entonces se observaron por unos instantes.

Los dos habían crecido y madurado, se veía a simple vista. A parte de los rasgos de la cara, mucho más serios y marcados por el tiempo, sus cuerpos también habían cambiado. Draco era más alto y sus músculos estaban muy desarrollados por los tremendos entrenamientos para sobrevivir en el lado oscuro. Además sus facciones estaban marcadas por el sufrimiento de la dura vida que había llevado. Una gran cicatriz aparecía por debajo del cuello de su abrigo negro de muggle. Luna se fijó en eso, ya que resultaba curiosa la contradicción de sus duros gestos de mala vida con la ropa perfectamente cuidada aunque inusual en él. Sabía que si él iba así vestido era por la necesidad que requería lo que tenían que llevar a cabo. La ropa muggle no le sentaba tan bien como las elegantes túnicas y capas que acostumbraba a vestir en Hogwarts, pero igualmente perfilaban a la perfección su gusto por la seriedad y la elegancia innata. Mostraba unos pantalones negros y una camisa blanca, medio tapada con un abrigo largo en tres cuartos y negro que contrastaba en gran número con su pelo rubio, que aunque era la primera vez que ella veía libre de gel fijador, se mostraba igual de bien cuidado.

Por su parte, Luna, también mostraba una diferencia con los rasgos de la cara, muy maduros y demacrados, y la apariencia física.

Había desarrollado más y tenía las caderas más anchas. Eso no desmejoraba su figura, porque, aunque no mostraba delgadez, las curvas de su cuerpo despertarían el deseo en más de un espécimen masculino. Draco sonrió al pensar en la cantidad de hombres que habrían codiciado a la sugerente auror sin más resultado que una agradable sonrisa de disculpa. Sin embargo su gusto por la ropa y los complementos no había variado. En todas las anteriores veces que Draco había visto a Luna fuera de Hogwarts, ella lucía su impecable uniforme negro y plateado, que sacaba a relucir sus mejores dotes de mujer. Sin embargo en aquella ocasión Luna vestía con unos tejanos desgastados y un abrigo verde de pana con manoplas a juego colgando del cuello. Parecía irónico su atuendo en una situación como aquella, sobretodo por unos pendientes de rábanos carmesíes que Draco recordaba a la perfección.

Justo en el momento en el que Draco le iba a colocar un mechón de pelo tras la oreja a Luna, sintió lo que tanto tiempo había temido. Un fortísimo ardor, más fuerte que cualquier otro, en el antebrazo izquierdo. Sus ojos le delataron con una rápida caída de ojos al lugar en cuestión, y a Luna no le pasó desapercibido.

-¿Qué pasa?

-Nada… me están buscando. Tenemos que darnos prisa.

-No, dime la verdad.

-Confía en mí…

-No. ¿Qué está pasando? – Luna le miraba sin intimidarse ante él. Sabía que no era una simple llamada porque la mayoría de mortífagos con los que había tratado no se inmutaban ante esas llamadas. Además podría haber jurado que le había temblado la mano de dolor. No, no era una simple llamada rutinaria.

-Es esta noche. – contesto simplemente apartando la vista.

-¿Hoy? – gritó en un susurro.

-Sí

-¿Tú lo sabías?

-Nos lo habían dado a entender, pero esperaba que no fuese hoy, que hubiese sido más adelante. – tenía que decírselo, no podía mentirla. Ella debía de tener total poder de decisión. No quería que estuviese con él a la fuerza.

-Pero… no puede ser. No estamos preparados…

-Entonces es mejor que nos vayamos ya.

-¡No¡Necesitan mi ayuda! – dijo ella volviéndose hacia la puerta.

-Luna no te engañes. Tú no puedes hacer nada contra el Señor Oscuro. Lo tienen todo muy bien preparado. Esta vez ni Potter con la mejor suerte del mundo podrá vencerles.

-¿Entonces cómo se supone que vamos a sobrevivir? – gritó. Sabía que iba a suceder. Que tarde o temprano la batalla final llegaría. Pero no ahora, no esa noche.

-Ya te dije que tendríamos que olvidarnos de la magia. Para siempre. – dijo Draco pasándose una mano por su brillante pelo platino.

-¿Y qué más da dónde o cómo nos escondamos? A vosotros nunca os a supuesto ningún problema matar a muggles. – lo había dicho, no había podido evitarlo.

-¿Nosotros?

-Lo siento… me refiero…

-Sí, lo sé. Debía haber imaginado que por mucho que haga siempre seré uno de ellos.

-Draco…

-No, Luna. Si quieres irte con ellos entonces ve. Pero en ese caso prefiero morir: mátame.

-¿QUÉ? – no podía creer lo que estaba escuchando. ¿La iba a chantajear emocionalmente? – no puedes haber dicho eso. ¡No quiero dejarte!

- ¡Pero no podemos hacer otra cosa¡Si nos enfrentamos uno de nosotros morirá, y entonces será demasiado tarde! Prefiero morir aquí, ahora, ya que no podría soportar verte morir en sus manos… – sabía que no debía haberla dicho algo así. La estaba sometiendo sin querer. Pero debía entender lo que significaba perderla.

-Entonces déjame simplemente que les avise…

-Es demasiado tarde, Luna. Ya deben haber empezado, no te dará tiempo.

-¿¡Pero por qué no me lo dijiste¿Tu estabas de a cuerdo? – sabía cual sería la respuesta, pero aún así debía oírla y hacerse a la idea de que pasaría el resto de su vida junto a uno de ellos.

-Sabes que he crecido con unos ideales y por mucho que lo intentase nunca podría ser uno de los vuestros. ¡Tú lo sabes! Sé que quizás no es la mejor forma de ver las cosas pero no puedo hacer otra cosa para estar contigo… después de tanto tiempo sólo se me ocurre dejarlo todo por ti. Estoy harto de esta guerra que no nos incumbe y quiero alejarme de todo este peligro ¿Es qué no puedes tener eso en cuenta y olvidarte del resto?- no podía ser… ¿iba a perderla en el último momento?

-Sí…- susurró ella acercándose a él y acariciándole la cara – lo sé y es eso en lo único que pienso, sabes que si no lo tuviese en cuenta no estaría aquí. Es sólo que si saberlo hubiese ayudado… yo… me pregunto como sería irme sabiendo que todo estará bien…

-Pero no podemos hacer eso. Debemos imaginar como será todo ahora, porque sabes que si hacemos lo que hemos venido a hacer, nada de este mundo que hemos conocido tendrá sentido luego. – se lo repetía constantemente, y escucharlo en voz alta era aún más duro. Volver a empezar…

-Sí. Está bien, sólo espero que todo acabe lo mejor posible…

-Yo también.

Se miraron y se besaron una última vez. Querían saborear el amor una vez más antes de que todo cambiase.

-¿Quieres… quieres que deshaga el… hechizo vinculador? – preguntó él a la vez que ponía sobre una pequeña mesa de madera un papel con las instrucciones de lo que debían hacer.

-Después de hacer esto… ¿aún funcionaría? Quiero decir… ¿sabríamos qué significa¿No nos volveremos locos por no saber qué es o algo de eso? – preguntó ella con preocupación. Se había acostumbrado a vivir con ese cosquilleo diariamente. Incluso respetaba unos horarios en los que ambos pensaban el uno en el otro y el cosquilleo se hacía más fuerte. No había pensado que todo eso se perdería… que no se acordarían de lo que habían pasado para estar juntos.

-Si sabríamos qué es… supongo. Este hechizo sólo nos quitará el poder de hacer magia y nos modificará la memoria acerca del mundo mágico, dándole otras explicaciones y cambiando nuestros recuerdos para poder continuar con nuestra vida. Pero lo que ha pasado en el pasado con respecto a nosotros, como conocernos, perdurará. O por lo menos eso es lo que debería pasar. También modificará el recuerdo acerca de nuestras personas en el resto de gente que nos conoce. Será como tener un mal recuerdo de nuestro pasado del que sólo salvamos nuestra relación. Realmente, como lo que ha sucedido en realidad pero evitando detalles del mundo mágico… - lo dijo todo de carrerilla mientras que sacaba lo necesario de sus bolsillos. Se había pasado casi un año preparando un hechizo así, pero no estaba seguro de las consecuencias.

-Entonces no lo deshagas.

-¿Estás segura?

-Sí, guardo la esperanza de que me pique la curiosidad y que alcance a averiguar algún día a que se debe esa sensación. No sólo nos vinculará entre nosotros… sino que será un vínculo con el mundo mágico.

-Luna… eso puede ser peligroso.

-Lo sé. Pero no puedo pasar de una vida llena de peligros a una vida de muggle así como así. – dijo sonriendo. Draco le devolvió la sonrisa. Esa era una de las razones por las que él amaba a Luna: su capacidad de pensar siempre en lo bueno y olvidarse de lo malo en los peores momentos.

-Está bien. Entonces ponte aquí, delante de mí.- la dijo cogiéndola de las manos y poniéndola en frente suya. Ella le sonreía nerviosamente y le miraba con seguridad a pesar de todo. Tuvo el súbito deseo de besarla y culminar su sueño de hacerla mujer allí mismo.

No podía separarse del sentimiento de tristeza que le suponía alejarse de todo lo conocido. Se imaginó como se estaría sintiendo ella. Él había vivido en un mundo de maldad, pero sabía que ella se había rodeado durante toda su vida de afecto. Seguramente era mucho más difícil separarse de algo a lo que aprecias. Se le formó un nudo en la garganta al darse cuenta de lo que ella dejaba atrás para estar con él. Pero se olvidó de eso por un instante. Debían hacer lo que tenían que hacer.

- ¿Tienes lo que te dije¿El objeto donde acumular tu poder y tus recuerdos? – la preguntó al ver que ella fruncía el ceño.

-¡Ah! Sí, aquí está- dijo hurgándose un bolsillo. Inexplicablemente para Draco, sacó un ejemplar de "El Quisquilloso" doblado cuatro veces sobre sí mismo- Toma

-Luna… ¿Qué es eso? – preguntó señalando la revista con las cejas levantadas.

-Un número de "El Quisquilloso" , mi favorito. –dijo ella con nostalgia.

-Pero… eso no puede ser

-¿Por qué? – preguntó ella visiblemente decepcionada y mirando la vieja revista.

-Porque tiene que ser algo que no despierte sospechas en el mundo muggle… y eso la verdad es que no pasaría desapercibido. Te harías preguntas y, además, tendrías que llevarlo siempre contigo para que funcionase, y no creo que con eso…

-Oh… - dijo ella pasando la mano por encima de la revista con añoranza. Draco la miraba con una sonrisa. Había esperado tanto tiempo para verla… – entonces será mejor esto. – Y dejando cuidadosamente la revista sobre la mesa, se sacó por la cabeza una cadena dorada y plateada con un colgante.

-¿Eso es… - Draco cogió la cadena con el colgante. La recordaba a la perfección. Cada día recordaba la cara de Luna cuando se la dio, la gran felicidad que transmitía en aquel momento.

- Sí, esto valdrá ¿no?

-Sí, es perfecto.

-Entonces, adelante.

Draco la miró y sonrió. Él se quitó un anillo que llevaba desde su salida de Hogwarts y que le había regalado su madre poco antes de morir y dejó ambos objetos sobre la mesa. Luego le dio la mano a Luna y juntos levantaron las varitas.

- Recuerda que no puedes separarte del colgante. Él tendrá todos tus recuerdos y en el caso de que algo en tu vida no tenga sentido, te los devolverá para que puedas volver a empezar.

- Vale, aunque será difícil acordarme después de que se me borre la memoria…

- …Repite ahora conmigo. – le dijo en un susurro sin pararse a pensar en lo que ella había dicho. Esperaba que después del hechizo pudiesen recordar o intuir que no debían separarse de esos objetos - Admonitus, us antiqua abolevi…

- Admonitus, us antiqua abolevi…

- Solus noster caritatis maneo.

- Solus noster caritatis maneo.

Luna repitió las palabras cuando de la varita de Draco ya se desprendían unos finísimos hilos plateados que se iban introduciendo poco a poco en el interior de la piedra de su anillo. Draco comenzó a temblar y apretó más su mano. El resplandor que emitían los hilos cada vez era más fuerte y comenzaban a cegarlos. Y entonces de la varita de Luna también comenzaron a desprenderse unos hilos, pero los suyos eran negros azulados, y se dirigieron directamente al colgante rodeando como una serpiente los de Draco, por lo que la luz disminuyó su intensidad. Incluso en ese momento parecían complementarse a la perfección, uno aportando la luz, y el otro la oscuridad.

Tras eso Luna sintió un terrible dolor de cabeza que se iba extendiendo por todo su cuerpo poniendo rígidos sus músculos. Sin darse cuenta apretó la mano de Draco que la miró de reojo y cerró los ojos aún apuntando con la varita al anillo. Luna dejó escapar un grito desgarrador para soportar el dolor.

-¡Aguanta! – le gritó Draco.

Y tras ese grito se hizo la oscuridad.

-¿Draco? – dijo Luna, temiendo que él no la reconociese.

-Estoy aquí. Vamos, coge el colgante, tenemos que salir antes de que haga efecto del todo. – Se acercó a la mesa y cogió su anillo. Se lo puso con rapidez y sin soltar la mano de la chica fue hacia la puerta, a oscuras.

-Estoy un poco mareada…

-Lo sé, yo también. Pero si no quieres acabar aquí tu vida, anda, por amor de… ¿Merlín?

-Merlín… - repitió Luna con tristeza. ¡Qué de leyendas e historias había escuchado que hablaban de ese gran mago y que ahora serían olvidadas para siempre…!

-La marca del ante brazo se está borrando, puedo notar como desaparece el ardor. – dijo Draco a la vez que caminaba a oscuras por un pasillo dado de la mano con Luna. Aún no había soltado la varita. No se atrevía. Y al igual que él, Luna tampoco.

-¿Seguro que ya no podemos hacer… magia¿Y si nos encuentran?

-Como mucho les sonará nuestra cara…

-¿Dónde estamos?

-No debe faltar mucho, estoy seguro de que era por aquí.

-Estoy desorientada… Espero que sepas salir.

-Sí, ya veo luz. Agárrate a mi ¿vale? Se supone que debemos acordarnos el uno del otro, pero por si acaso eso no pasase, que por lo menos haya algo que nos obligue a conocernos.

-¿Qué? No puede pasar eso, yo no me voy a olvidar de ti nunca.

-Yo tampoco de ti. – dijo parando por un momento. Se preguntó qué hacía con un palo en la mano y tardó unos segundos en recordar, con mucha pena, que era su varita.

Al poco llegaron a una puerta de la que salía luz por abajo. Draco la empujó y salieron a una calle abarrotada de muggles. Muggles… ahora ellos serían muggles.

Draco se volvió a mirar a Luna. Estaba realmente hermosa a la luz del sol. Ella conservaba en su mano la varita y el número de "El Quisquilloso", que debía de haber cogido antes de irse.

-¿Qué haces con eso? No deberías haberlo cogido…

-Lo sé – dijo y lo miró. Pasaron un par de minutos y seguía mirándolo. Él sentía como si cada minuto le liberase de una gran carga. Se preguntó a qué se dedicaba y entonces la volvió a mirar y sonrió. En ese momento eso no importaba. Se puso a su lado y miró lo que ella estaba leyendo.

-No dice más que tonterías. – dijo después de leer una entrevista que hablaba de un niño huérfano que se suponía, se había enfrentado a un malvado "mago".

-Es que tú eres un incrédulo. ¿Por qué no puede ser posible? – dijo ella mirándole con los ojos entrecerrados a causa de la luz del Sol.

-Porque los magos no existen – dijo él con evidencia.

-Quizás sí y nosotros no lo sabemos.

-Pues espero que nadie nos elija para guardar ese tremendo secreto – dijo socarronamente a la vez que cogía de las manos de Luna la revista y la tiraba a una papelera cercana. Entonces vio su varita y miró a Luna, que también tenía otra en la mano.

-¡No la tires! Era interesante… - dijo ella refiriéndose a la revista.

-¿Qué es esto? – la preguntó mirando su varita.

-Un palo - dijo ella como si fuese evidente.

-Pero es un palo bonito.

-Pues si tanto te gusta quédatelo de decoración. Toma, yo te doy el mío.- le dijo, y le dio su palo. Él lo cogió y se los guardó en el bolsillo del abrigo, aunque no sabía exactamente porqué lo hacía, sabía en lo más profundo que eso no eran simples palos.

-Y ahora que ya tienes tus bonitos palos… ¿vamos a comer? – dijo ella acercándose y sonriendo. Se sentía extrañamente feliz. Sabía que hacía demasiado tiempo que no estaba con Draco… sabía que acababa de pasar algo muy importante y duro. Pero eso le daba igual. Quería aprovechar el resto de su vida junto a él. Para dar gracias al amor por haberles unido… al amor por el que sabía, de una forma u otra, que ambos habían dado la vida.

Cualquiera que los viese pensaría que no había una pareja más rara y a la vez más perfecta. Ambos rubios, de estaturas adecuadas para que sus cuerpos encajasen a la perfección, ojos claros… pero a la vez tan distintos. Ella desprendía una alegría contagiosa, calidez en la mirada y un colorido inusual en esa época del año. Sin embargo él era todo lo contrario. Oscuridad y frialdad en sus gestos calculadores. Pero justo por eso encajaban tan bien. Eran una antítesis viviente. Aunque si había una verdadera razón que aplastase con diferencia a cualquier inconveniente que pudiese separarlos, era que ambos transmitían una gran adoración el uno por el otro, un amor envidiable por cualquiera.

-Um… vale. ¿Adónde? – Draco también sintió algo extraño cuando ella se acercó y de entre las capas de ropa que tapaban la desnudez de la chica asomó un colgante. Era como si ese fuese el momento más feliz y especial de su vida. Pensó que en ese instante daría todo por ella… todo. Si no es que ya lo había hecho.

-No sé… No recuerdo ahora ningún restaurante. – le dijo rodeándole la cintura y dándole un leve beso.

-Entonces mejor vamos a mi casa y pruebas mi comida… – dijo con una sonrisa pícara a la vez que la volvía a besar rodeándola también con sus brazos.

-¿Pero tú sabes cocinar? –saltó ella

-No me refería a ese tipo de comida… - susurró él en su oído, mordiéndola dulcemente el lóbulo de la oreja. Luna sintió un escalofrío con el contacto.

Abrió la boca sorprendida por la respuesta, ignorando el mordisco, y le dio un empujón. Después de eso se rió y salió corriendo. A él le pareció que ya la había visto una vez correr lejos de él dándole la espalda, pero se olvidó de eso rápidamente y corrió tras ella.

Y al correr se le cayeron dos palos del bolsillo. Se dio la vuelta para ver qué era lo que se le había caído, y cuando vio dos palos encogió los hombros y siguió corriendo tras Luna, que le esperaba escondida tras una esquina.

FIN


Bueno, ahora sí, FIN aquí se acabó lo que se daba, aunque no os extrañ qe escriba una secuela, xq en verdad me apetecería mucho!!

Es posible que el epilogo siga otra linea, porque lo escribi mucho despues del ultmo cap, pero esq no sabía si el final era bueno o no, asíq, escribi esto. Por cierto, el echizo son palabras sueltas del latin, como por ejemplo: nuestro, amor, olvdar, csas así. Nome pegueis los que sepais latin!

Y...¿Qué os a parecido? Os da penilla? lo que sea! por favor, mandarme un review!! que me teneis avandonada...uu

Siento no haberlo subido el lunes, pero estaba de vacaciones!! de todas formas, voy a responder los reviecillos!!

Musa 555. hola wpa! Muchas gracias por el review!! en serio, se agradece!! y weno, aquí estaba el peilogo, que pensabas que se había acabado!! que va, ojala te haya gustado tambien jeje. Me alaga mucho que me digas que es la que mas te ha gustado de Draco y Luna, en serio. Espero un review tuyo!! Bsks, Ilisia. P.D: me encanta tu nick!

MoonyMarauderGirl: Hola wapa! me alegro de que te haya gustado el final! a mi me da mucha pena... pero aqui estaba eel epilogo!! que te parece?¿? Bueno, lo quie sea me lo dices por review... xD A! por cierto, si quires leer alguna otra historiamia.. pues metete en mi profile!!! no hay mas de Luna y Draco, pero hay de ron y hermione y de Ginny y Harry... y dentro de no mucho una bien larga de los merodeadores!! oajala me leas alguna mas!!! bsks!!!

Ha sido un placer tremendo que me lea gernte como vosotros, en serio!!, ahora voy a dar las gracias a todos los que me han leído, que estoy orgullosa!

MoonyMarauderGirl

Musa 555

WenLoony

Lia Du Black

anette

Adhara-16

luna loves malfoy

E.D.

Kimi

Lunix

BiAnK rAdClIfFe

lorien

Alise Charsing

Gracias a todos en serio, un placer enorme.

Muchos bsks,

Ilisia Brongar

P.D espero leeros pronto!!!