1. Algo parecido al espejo de Oesed.

Hermione Granger aflojó el tirante de su mochila escolar para aliviar la presión que tenía sobre los hombros. Apenas acababa de terminar doble Aritmancia y planeaba una linda y pequeña (no escandalosa) tarde con Harry y con Ron. Si alguna vez pensó que su quinto año en Hogwarts había sido difícil, en verdad se dio cuenta de que estaba equivocada, pues en comparación con séptimo, era un simple juego de niños. Tomó la escalera larga para llegar a la torre de Gryffindor cuando un temblor familiar avisaba que una escalera estaba a punto de moverse.

Hermione gruñó. Estaba demasiado cansada como para jugar con las escaleras ese día. Se apuró a subir la escalera en la que estaba para luego girar y hacer su camino por el de la izquierda, pero ésta se empezó a mover justo cuando ella se iba a subir. Con un suspiro exasperado se fue por la de la derecha. En la parte de arriba de la escalera pasó lo mismo y arriba de la otra lo mismo también. Finalmente, Hermione miraba fijamente a una puerta en la que pensó era el séptimo piso. Estuvo a punto de regresarse por la escalera yendo hacia abajo cuando ésta se alejó del lugar. Abrió la puerta con cuidado y vio un pasillo largo, con una puerta en el otro extreme. Una gran curiosidad se apoderó de ella.

-Creo que Harry y Ron han sido una mala infuencia para mí- se murmuró a ella misma al tiempo en que atravesaba el pasillo. Sobre la puerta había una inscripción en una lengua que no pudo descifrar: "Strawgoh ed odasap le emreud atruep atse ed sévart a." Abrió la puerta con cautela pero no pudo ver nada, solo un fondo negro. -Lumos- dijo en voz baja e inmediatamente su varita la alusó. Sostuvo la varita enfrente de ella y caminó por el cuarto. En ese instante, la puerta se cerró estrepitosamente detrás de ella al tiempo que su varita volaba y Hermione quedó insconsciente.

Hermione se dio cuenta de que tenía a alguien, o algo, sobre ella.Hizo un movimiento brusco con la cabeza y chocó con algo duro. –¡Au!- chilló una voz. Hermione parpadeó para hacer que se desvanecieran las estrellas de sus ojos y alcanzó a ver a un muchacho de pelo negro y desordenado, que al parecer se había caído de espaldas como a un metro de ella.

-Harry, casi me matas de un susto. ¿Qué hacías parado sobre mí de esa manera?- Hermione se frotó la frente, donde sintió que un moretón empezaba a nacer.

-Sólo trataba de ver si estabas bien- dijo una voz desconocida –Y mi nombre no es Harry. Es James, James Potter.

-James- susurró Hermione con sobrecogimiento. Se paró de un salto, su cuerpo entero sentía un hormigueo con miedo. –No puede ser-. Su cabeza daba vueltas, adoptando una cara de tonta. James ya estaba parado, mirando fijamente a Hermione.

-¿Estás bien?- preguntó.

-Seeh- le contestó – creo.

-No quiero ser grosero ni nada, pero ¿quién eres?

-Mi nombre es Hermione Gr…, uh Hermione,- acabó poco convincente. Si éste era el verdadero James Potter, Hermione sabía que tendría que tener cuidado con lo que dijera. Exprimió su cerebro, pero aún con toda la in formación que tenía, no pudo explicar qué pasaba. Necesitaba ayuda.

-Estás usando la ropa de Gryffindor,- observó James.

Hermione se miró de reojo y palpó su bufanda incómodamente. –Umm… si, yo…- El pánico empezó a hacerse presente en ella y empezó a tener problemas con su respiración.

-Quizás debería de llevarte a la enfermería- dijo James, notando que se estaba poniendo pálida.

-No, estoy bien- dijo, suspirando ruidosamente. Y luego se le ocurrió algo obvio. –Dumbledore, necesito ver a Dumbledore.

-Ok, te llevaré.- James agarró a Hermione del brazo y la encaminó por el pasillo. Cuando llegaron a la entrada del despacho del director James dijo: -Gárgolas galopantes- (n/a: como ya notaron, el día de hoy no amanecí creativa xD).

Cuando entraron a la oficina vieron a Dumblredore sentado en su escritorio escribiendo en u pedazo de pergamino. Volteó un momento a un plato que tenía al lado y escogió un dulce de limón y se lo echó a la boca.

-Disculpe, profesor.

Dumbledore lo volteó a ver sonriendo, -Sí, señor Potter.

James se hizo a un lado para que Hermione entrara al despacho. –Ésta es Hermione- empezó. –La encontré arriba.

Si Dumbledore estaba sorprendido, no se notó. Examinó a Hermione seriamente. –¿Eres una estudiante de intercambio? No sabía que fuéramos a tener en esta semana.

-No, um… yo… ¿podría hablar con usted a solas, señor?- preguntó Hermione tímidamente mientras lanzaba miradas de reojo a James.

Captando que debía irse, James fue hasta la puerta, -Yo sólo esperaré afuera,- dijo.

-Gracias, sr. Potter.- dijo Dumbledore. –Por favour cierre la puerta.

Hermione esperó hasta que la puerta se hubo cerrado y luego se agarró a las orillas del escritorio del director. –Señor, necesito su ayuda.- Empezaba a sentir el pánico crecer en su cuerpo.

Él asintió, -siéntese por favor.- dijo moviendo su varita y apareciendo una silla. Ella se sentó y esperó.

-No sé por dónde empezar,- dijo.

-Normalmente es mejor empezar por el principio.

Dio un largo suspiro y le contó a Dumbledore todo de lo que se pudo acordar. Dumbledore no dijo nada en unos minutos. Estaba tan callado que Hermione explotó. -Usted me cree, ¿verdad profesor?

-Le creo,- dijo simplemente. Hermione se debió de haber tranquilizado porque él continuó. –Estoy altamente calificado en legeremancia. Sería capaz de saber si usted estuviera mintiendo.

-Por favor, señor, ¿cómo se supone que voy a volver?- Le preguntó.

-Bueno, ésa es la pregunta. Voy a tener que pensarlo mucho. Hasta entonces…

-Quiere decir que no sabe cómo regresarme,- interrumpió Hermione.

-Temo que no, señorita…

-Granger.

-Señorita Granger. Hasta que pueda encontrar una manera de regresarle, va a tener que quedarse aquí. Veo que es una Gryffindor,- dijo señalando su capa. –Le voy a explicar su situación a la jefa de su casa, la profesora McGonagall y el sr. Potter la llevará a la torre de Gryffindor.

Esto no era todo lo que Hermione quería oír. Estaba segura de que Dumbledore uba a ser capaz de regresarla a su propio tiempo. –Una cosa más srita. Granger. Por favour no discuta su situación con nadie más. Sería major que los alumnus creyeran que es una estudiante de intercambio para evitar preguntas extrañas.

-Sí, señor.- dijo Hermione.

Dumbledore se paró. –Por favor no se preocupe, señorita Granger. Todo va a estar bien. Solamente acuérdese de que la más pequeña información del futuro dicha a la persona equivocada podría cambiar las cosas. Debe de ser cuidadosa.

-Lo entiendo, señor.

Mientras estaba afuera de la oficina de Dumbledore, James estaba recargado casualmente contra la pared esperando oír un poco de la conversación. Él no era realmente un curioso con intenciones malas. Nada más que tenía un sentido de curiosidad un "poco" abundante. Era una característica de familia y es seguro de que James no iba a ser el último Potter afectado con esto.

No estaba teniendo mucha suerte con su última operación en cubierta. Inclinó su cabeza un poco más hacia la puerta e intentó escuchar algo. No notó que tres muchachos estaban asomados en la esquina y, silenciosamente, lo observaban a él.

-¿Qué haces, James?,- gritó el chico más alto.

James saltó y se dio la vuelta. –Sirius, casi me matas del susto, a mí y al niño bueno que tengo dentro,- dijo James en voz alta. Los tres amigos se rieron por lo bajo.

-¿Qué hacías espiando alrededor de la oficina de Dumbledore?- le preguntó Sirius.

-Estaba esperando a alguien.

-¿Quién?- preguntó un chico redondo de baja estatura llamado Meter.

-Sólo una chica.- murmuró James poniéndose rojo.

-Oooh, no le digan a Lily,- rió tontamente Meter.

-Cállate,- dijo James y los otros se volvieron a reír por lo bajo. –No es como ustedes creen. Es nueva o algo así. La encontré arriba inconsciente y la traje con Dumbledore.

La curiosidad de los demás aumentó, pero antes de que pudieran preguntar cualquier otra cosa, la puerta de la oficina de Dumbledore se abrió.

-Ah, sres. Potter, Black, Lupin y Pettigrew. Viendo que todos están aquí, me preguntaba sino les importaría llevar a la srita. Granger a la torre de Gryffindor. Se va a estar quedando con nosotros por un tiempo como una estudiante de intercambio en los dormitorios de séptimo año.

-Sí, señor,- dijeron ansiosos. Todos tenían curiosidad de la nueva chica.

-Y por favor asegúrense de que baje a cenar también.- dijo el profesor Dumbledore. –Oh, y sr. Lupin, por favor véame enfrente de mi oficina después de la cena.

-Sí, señor,- dijo un muchacho delgado con cabello castaño, quien se veía un poco pálido.

Hermione volteó y vio a Remus Lupin, estaba impresionada de poder ver una versión pequeña del que era uno de sus profesores favoritos. Su cara era suave, pero pálida y sus ropas no eran andrajosas ni harapientas. Vio que la miraba y sonrió tímidamente. Apartó su mirada con una expresión de dolor en la cara. Hermione estaba dispuesta a appostar que había luna llena esa noche. Una sonrisa discreta entre James y el chico que ella supuso que tenía que ser Sirius confirmó su sospecha.

Hermione empezaba a sentirse emocionada. Debía de ser genial estar con el papá y el padrino de Harry un poco. Cuando volviera podría contarle a Harry de todo lo que se había dado cuenta estando en el pasado. 'Si regresas' dijo una voz gruñona en su cerebro.

Cuando llegaron a la sala común de Gryffindor, James se paró debajo de las escaleras que llevaban a los dormitorios de las niñas y gritó, -¡Lily, baja por favor!- Una chica muy bonita con cabello color fuego y ojos verde esmeralda, los ojos de Harry, bajó la escalera.

-Por Dios James, ¿tienes que gritar de esa manera cada vez que quieras que baje?

-Sí,- contestó James simplemente. –La última vez que intenté ir por ti yo mismo esa escalera me lanzó hacia abajo.

Los tres chicos y Lily se rieron y Hermione tuvo que sonreír acordándose de la vez que dos años atrás Ron había intentado exactamente lo mismo.

-Queríamos presentarte a Hermione. Es una estudiante de intercambio de…

-Beauxbaton,- contestó Hermione, diciendo el primer nombre que se le había venido a la cabeza.

-Es de séptimo año, como nosotros así que se va a estar quedando en su dormitorio.

-Un gusto en conocerte,- le dijo Lily extendiendo su mano.

-El gusto es mío,- dijo Hermione, agitando la mano que le ofrecían.

-¿No deberíamos de estar bajando para cenar?- soltó Peter.

-Sí, estoy muerto de hambre,- dijo Sirius, palmeando a Meter en la espalda y caminando hacia la puerta. James tomó la mano de Lily y los dos los siguieron dejando a Hermione caminar con Remus.

-Así que, ¿Eres de Beauxbaton?- le preguntó Remus.

-Sí.

-No suenas francesa.

-No lo soy. Soy inglesa. Nací en las afueras de Londres.

-¿Entonces por qué ibas a Beauxbaton?

Hermione pensó rápidamente. –Mi mamá es amiga de la directora.

-Oh.- Caminaron en silencio por un momento. –Entonces umm…- tartamudeó Remus. -¿Qué clases estás tomando?

Hermione sonrió. –Prácticamente todas. Todo excepto Adivinación y Estudios Muggles.

-¿En serio?- dijo Remus sonriendo por primera vez. –Yo tomo las mismas. ¿Cuál es tu favorita?

-Eso es fácil, Aritmancia.

-La más difícil,- dijo con admiración. –La mía es Defensa Contra las Artes Oscuras.- Llegaron al Gran Comedor y se sentaron para seguir con su conversación. -¿Qué te hizo decidir no tomar Adivinación y Estudios Muggles?- le preguntó Remus.

-Sí intenté llevarlos en tercer año, pero mi horario estaba tan apretado que tuve que optar por dejarlos. Además,- continuó Hermione, intentando no sonar floja. –Nuestra maestra de Adivinación era algo así como un fraude y como soy de padres muggles, Estudios Muggles no era necesario.

-¿Nacida de muggles?- le preguntó Remus. –Pensé que tu mamá era una vieja amiga de la directora de Beauxbaton.

Hermione enrojeció. 'Maldita sea' pensó. 'Voy a tenerq que quedarme con todas las mentiras en la cabeza'. –Ella era,- dijo lentamente. –Quise decir que soy mitad muggle, mestiza. Mi papá es un muggle.

-Oh.- Remus no estaba convencudo, 'pero quizás', pensó 'tiene un secreto.' Y él mismo no era un extraño para los secretos.

La cena fue pasando sin grandes cosas que contar porque Hermione estaba disfrutando oír a los merodeadores reírse y bromeando y generalmente tratando de asombrar a Lily y a ella misma. Al final de la cena Remus se paró y murmuró que tenía que ver a Dumbledore. Cuando pasó al lado de James, éste le agarró el brazo y susurró sonriendo –Nos vemos al rato, Moony.- Remus le devolvió la sonrisa y salió del Gran Comedor. Peter, Sirius y James terminaron con prisa su pay, se pararon casi al mismo tiempo y prácticamente corrieron del Gran Comedor. Lily volteó hacia Hermione y sonrió tímidamente, -¿subimos?- le preguntó. Hermione asintió, sintiéndose de repente muy cansada por el día tan largo que acababa de tener.

La siguiente mañana Hermione se despertó y encontró ropa limpia al pie de su cama. Lily y ella se vistieron para bajar a desayunar. James, Sirius y Meter se les quedaron viendo con ojeras en el desayuno, ninguno de ellos comió mucho. Lily se sentó en el asiento libre que quedaba al lado de James y Hermione se tuvo que sentar al lado de Peter.

Por primera vez Hermione miró de cerca a los merodeadores. Había visto fotos del papá de Harry, pero no eran lo mismo. Ahora entendía perfectamente por qué cada vez que alguien conocía a Harry comentaba lo mucho que se parecía a su papá. El parecido era asombroso. Hasta la forma en que actuaba le recordaba a Harry.

Sirius no era nada parecido a lo que ella pudo haber esperado. No había rastro de la tristeza y el rencor que conllevan doce años en Azkaban en sus ojos. El Sirius de diecisiete años le recordaba a Bill Weasley de la manera en que era se alivianaba de la vida. El Sirius joven, sólo pensarlo le hizo ruborizarse, era extremadamente guapo.

Peter era otra sorpresa. Aunque nada más lo había visto una hora en su tercer año, todavía podía acordarse de él. El niño enfrente de ella no tenía la mirada asustada de su futuro. Se veía joven y pequeño. Casi la única cosa que había conservado era la nariz larga. Se preguntó cuáles serían las elecciones que tenfría que hacer en el futuro que lo llevaran a convertirse en un traidor y en un asesino. El chico que tenía enfrente no tenía la pinta de poder matar una mosca.

Al tiempo en que comían, el correo llegó de manera usual en Hogwarts. Hermione se sorprendió cuando una lechuza color marrón aterrizó enfrente de ella. Tomó la nota que había estado atada en la pata de la lechuza y leyó:

Señorita Granger

Por favor acompañe a sus compañeros de séptimo año, de Gryffindor, a Encantamientos y Pociones hoy. Las copias de los libros que necesita están en su dormitorio. Como no sabemos cuánto tiempo se va a quedar con nosotros, por favor proporciónenos una lista completa de las que tomaba y me encargaré que consiga todos los materiales.

Profesor A. Dumbledore

Hermione alzó la vista encontrándose con un Sirius mirando el pergamino. Lo dobló rápidamente y dijo, -¿me prestan una pluma?- Sirius sacó una de su mochila y se la pasó con una sonrisa. Hermione le agradeció pensando en que esa sonrisa era muy diferente a la que ella conocía. La sonrisa de la que ella se acordaba nunca alcanzaba los ojos. Un pequeño escalofrío corrió a través de ella cuando se acordó que en su tiempo James y Sirius estaban muertos, Peter era un asesino y Remus era un caparazón de hombre. Se quitó esos pensamientos de la cabeza, se bebió lo que quedaba de su jugo de calabaza y se levantó para irse. Tenía que ir a su dormitorio por sus libros. –Nos vemos en Encantamientos,- dijo al tiempo que se iba corriendo.

-¡Pero si ni siquiera sabes dónde es!- le gritó Lily, pero pareció que Hermione ya se había ido.

-Parece que es agradable- le dijo Sirius a Lily una vez que Hermione se había ido.

-Lo es,- le contestó Lily. –A mí ya me cae bien. Estaba pensando que podríamos invitarla a Hogsmeade con nosotros mañana.

-No lo sé Lily,- dijo James. –Tenemos que ser cuidadosos sobre quién dejamos que venga con nosotros. De cualquier manera, Remus va a estar de vuelta y normalmente está cansado después de eso.

-Te preocupas demasiado,- dijo Sirius. –Es muy linda, aunque su cabello esté esponjado. No me importaría pasearme con ella en Hogsmeade.

-No estoy preocupado,- dijo James. –Sólo tengo un sentimiento extraño sobre ella. Es que, simplemente estaba tirada en la mitad del piso cuando la encontré y resulta que es una estudiante de intercambio. No tiene sentido.

-No me importa,- dijo Lily. –Le voy a preguntar si quiere venir, y si ustedes no quieren estar con nosotras, genial.

Sirius se rió. –Sí claro, como si James fuera capaz de pasar un día entero lejos de ti.- James le dio un golpe amistoso en el hombro y los amigos se fueron a Encantamientos.

El día pasó lentamente. Hermione empezaba a sentirse cómoda con los merodeadores y Lily. La mamá de Harry era una de las personas más amables que Hermione hubiera conocido.

Remus no fue a ninguna de las clases ese día. Cuando regresó a la torre de Gryffindor, Hermione era la única que quedaba en la sala común. Estaba tratando de terminar un ensayo de tres rollos de pergamino para Pociones.

-Hola,- saludó Hermione.

-Hola,- contestó Remus.

-Te ves cansado.

-Estoy bien,- le dijo. -¿Por qué estás despierta a estas horas?

-El ensayo de Pociones. Es para el lunes.

-No me lo recuerdes. Ni siquiera lo he empezado.- Dijo aventándose en uno de los sillones.

-Podría ayudarte con él más tarde,- le ofreció Hermione.

-Ok, gracias.

-Podemos trabajar en él mañana si quieres. Ahora creo que deberías ir a dormir.

-Estoy bien,- dijo en un bostezo. –Te acompañaré hasta que subas.

-Haz lo que quieras,- dijo Hermione sonriendo y regresando a su ensayo. Unos minutos después volteó a ver a Remus y lo vio dormido en el sillón. Se levantó y agarró una cobija de la silla que estaba cerca del fuego. La echo sobre él y la jaló para que lo tapara hasta debajo de la barbilla. En el momento en que lo hizo, rozó su mejilla. Estaba lisa y suave. Se volvió a sentar para contemplarlo. Se preguntó si las arrugas que le tendría en la cara serían por la edad, por años viviendo como hombre lobo o por el trauma de perder sus tres mejores amigos en 24 horas.

Hermione recogió todos sus libros y pergaminos y se subió a dormir, pero no se quedó dormida en ese momento. Estuvo desierta por horas. Casi todo el tiempo pensó en Harry. En el último año y medio desde que Sirius había muerto él fue una persona diferente. Ella y Ron tuvieron muchas conversaciones sobre el cambio que experimentó pero cada vez que intentaban hablar con él, éte cambiaba de tema o decía que ellos estaban mal.

Otro cambio, aún más alarmante que su humor depresivo (según Hermione, era su repentino cambio académico. Hermione se acordó de cuando tenía que arrastrar a los dos para que hicieran su tarea. Ahora, Harry hacía la tarea con uan velocidad impresionante, y era aún más rápido de Hermione, especialmente en DCAO. Estaba estudiando cosas que ningún otro alumno de Hogwarts estudiaba. Hasta a veces superaba a algunos de sus profesores con la sabiduría adquirida en la material.

Un día que se había quedado en la Madriguera después de sexto año, ella y Ron habían oído a la sra. Weasley decirle a su esposo que al parecer Harry había dejado su infancia en el Departamento de Misterios.

Acostada en su cama, Hermione lloró pensando todo lo que su mejor amigo había sufrido, que sus nuevos amigos sufrirían y por primera vez contempló la posibilidad de parar el horror antes de que sucediera.