Cuando todo cambia

Hola! bueno, soy primeriza en escribir un fic de Harry Potter, aunque he leído un montón. La pareja es Draco/Harry y habrá futuro Slash y si no te gusta... pues Aiozz!!! Y... HP no me pertenece T.T. Y bueno, nos leemos más abajo!!!

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Un suave temblor se extendió por todo su pálido cuerpo cubierto apenas por una delicada sábana de seda. Podía sentir como el pequeño ser que se formaba en su interior absorbía lentamente pequeñas partes de su propia magia, manteniéndolo algo agotado.

Los elfos de la mansión Malfoy constantemente le daban de comer y lo atendían en todo, a pesar de que no se sintiera con ánimo, y en el fondo lo agradecía porque no quería que nada le sucediera a su hijo.

-Mi hijo... –murmuró con suavidad mientras acariciaba con cuidado su propio vientre. Pudo sentir como el pequeño, porque estaba seguro de que era un hombre, parecía responder a la caricia con alegría. –mi querido hijo. –susurró con algo de tristeza al recordar como lo llamaba su propio padre cuando estaban solos o con madre presente. El dolor de la pérdida golpearon nuevamente su corazón al recordar el sacrificio que los dos hicieron por él, hace casi un año.

Flash Back

- Hijo , tu padre y yo hemos llegado a una dolorosa conclusión, pero que dadas las circunstancias, es lo mejor para ti y para el apellido Malfoy que llevas. –dijo Narcisa mirando fijamente al rubio sentado frente a ella, y sintiendo el apoyo silencioso de su marido que permanecía de pie tras ella.

¿A qué te refieres madre? –preguntó temeroso Draco, sin que el sentimiento manchara su voz, pero sin poder evitar mostrarlo en sus grises ojos.

A que lo mejor es que traiciones al Señor Tenebroso y te unas al bando de la Luz. –dijo Lucius Malfoy, saliendo del silencio en que había permanecido.

¿có-cómo? –tartamudeó Draco olvidando que los Malfoy no se asombraban.

Hijo, querido hijo... –murmuró suavemente Narcisa –sabemos que en realidad nunca te ha atraído realmente el ideal del Señor Oscuro. –al ver el rostro asombrado de Draco continuó. –y quizá en el fondo a nosotros tampoco –ahora sí que el rostro del joven Malfoy reflejaba todo el asombro que sentía. –pero nosotros ya nos hemos manchado de todo esto y no podemos escapar, además es imposible negar que el que va a perder esta guerra es el Lord, por eso... –en ese momento Lucius continuó hablando.

Por eso queremos que tú te unas a la Luz y no te ensucies con esto, todo lo que me pertenecía está a tu nombre y otra parte enterrada bajo esta casa, en caso de que tuvieras problemas a pesar de todo. –se movió un poco de su posición, fijando con más fuerza sus ojos azules en los plateados de su hijo. –he hablado con Dumbledore para que él pueda saber de que a partir de ahora eres tú quién escoge, y que en caso de que nos hagas caso a lo que te aconsejamos, él te proteja. –el rostro de Draco no expresaba ninguna emoción, y es que estaba prácticamente en shock. Luego de un par de minutos en silencio, este se vio interrumpido.

Pero padre... ¿Qué va ha a suceder con ustedes? –dijo con verdadera tristeza el joven rubio platinado.

No te preocupes, hijo –dijo con una sonrisa sincera Narcisa. –estamos concientes de todo lo que acarrea esta decisión, pero te aseguro que los dos –dijo colocando una mano sobre su propio hombro esperando que Lucius entrelazara sus dedos. –estamos mucho más felices de saber que ambos habremos muerto, liberando antes de todo mal a nuestro hijo.

Y debes de reconocer, que aunque tú no aceptes esto, nosotros moriremos de todas formas, ya sea en manos de una auror como por parte del beso de un dementor o incluso del mismísimo Lord , en caso de que se entere de mis conversaciones con Dumbledore.

Pero es que... –Draco se negaba a aceptar así como así lo que sus padres le decían con tanta calma.

Hijo no te pedimos la respuesta ahora, solo te aconsejamos por lo que sería mejor para ti y lo que nos haría más felices a nosotros. –dijo Lucius con algo similar a una sonrisa. Apretando levemente la mano de Narcisa que aún sostenía, le indicó que era momento de dejarlo a solas. Iban a cerrar la puerta cuando la voz de Draco los detuvo.

Padre... –dijo suavemente con los ojos plateados repletos de lágrimas y la voz temblorosa. –yo... yo acepto lo que ustedes dicen, no estoy dispuesto a que el apellido Malfoy se pierda así como así. –murmuró al ver la cara de alegría y profunda tristeza de la pareja que lo observaba desde la puerta. Con pasos temerosos se acerco hasta ellos y finalmente corrió para abrazarlos, siendo recibido por los dos.

Créeme que estoy orgulloso de ti, y de que nos hayas hecho caso –dijo Lucius abrazando a Draco. Porque en ese momento no eran Malfoy's ni Slytherin's ni nada más, sólo un padre, una madre y su hijo abrazados con fuerza. –ahora que sé tu decisión debo enseñarte parte de lo que sé, para que puedas defenderte aún mejor de lo que lo haces y luego de eso nosotros no iremos... ¿está claro? –dijo Lucius separándose y adoptando todo el estilo Malfoy que poseía.

Claro padre –dijo con igual actitud el joven rubio platinado bajo la mirada dulce de su madre.

Fin Flash Back

Ese entrenamiento duró dos semanas, incluyendo artes oscuras, de defensa, hechizos curativos, de sobrevivencia y protectores, pero aprendió más de lo que había aprendido en todo un año en Hogwarts. Aún recordaba el colegio, aunque fue lamentable que apenas había salido del séptimo curso la guerra estallara, obligándole a esconderse por petición de su padre en la mansión Malfoy, un lugar que ciertamente era el más seguro de todo el Mundo Mágico. Ni siquiera el-que-no-debe-ser-nombrado podía entrar si no era con el consentimiento de un Malfoy.

En ese tiempo, las cosas habían sucedido con rapidez increíble. Terminó séptimo grado, entre los albores de la nueva guerra que comenzaba, fue escondido por su padre y en casi un mes escuchó con asombro la decisión que sus progenitores habían tomado, luego unas semanas de entrenamiento y era tan poderoso y experto como cualquier Auror con experiencia. Sin contar con que su juventud lo ayudaba y también su propia sangre pura.

Al llegar al recuerdo del último día de entrenamiento con sus padres un escalofrío lo recorrió.

Flash Back

Se encontraba agotado, luego de una dura pelea con su madre (y es que nunca se habría imaginado que ella pudiera llegar a ser tan fuerte) y luego una de mayor intensidad con su padre, lo único que podía hacer era jadear recostado en el pasto siempre-verde que había debajo de él. De pronto el ambiente se volvió tenso y con algo de dolor se colocó de pie para observar a sus padres que lucían intactos, ambos sujetados con fuerza de las manos. ¿quién pensaría que la fría pareja frente a él era en realidad tan dulce y preocupada hasta el punto de sacrificar sus vidas? Nadie.

-Draco –susurró con suavidad Narcisa –este era el último día de entrenamiento.

-y ahora nosotros debemos partir de aquí. No faltará mucho para que el Señor Oscuro se entere de tu traición. Y lo mejor es que estemos lejos de ti para esa ocasión. –dijo Lucius con algo de pesar.

-Padres... –susurró Draco dándose cuenta por primera vez de que probablemente no los volvería a ver con vida. –yo... yo los amo. –dijo con la voz rota al momento que una lágrima se deslizó silenciosa por su rostro. Y sin evitarlo los abrazó con fuerza, olvidando todo lo que era ser un Malfoy.

-Hijo... nosotros también te amamos, por eso hacemos esto –dijo con delicadeza Narcisa apretando entre sus brazos al hijo de sus entrañas.

-Además hijo, quiero que conserves esto. –dijo Lucius sacando algo de su bolsillo. Era un pequeño colgante verde oscuro con la forma de un medallón con letras finamente talladas en oro blanco y en medio una pequeña piedra preciosa de un color rojo oscuro. Los ojos de Draco se abrieron desmesuradamente de la impresión al verlo. –veo que lo reconoces. –dijo con una sonrisa, mientras lo dejaba en sus manos. –es del padre de tu abuela Abraxias, o sea de mi abuelo. Supongo que ya sabes su función. Si creas una unión fuerte con el medallón, este se comunicará contigo, advirtiéndote de peligros, de personas que te rodeen y será un traslador único que te permitirá llegar hasta aquí sin problemas. –luego de eso se puso de pie lentamente, mirando a su hijo, sin darse cuenta en que momento habían terminado los tres de rodillas.

-Supongo de que es hora de que se marchen. –susurró Draco, tratando de apartar ese nudo que sentía en su garganta.

-Así es... un último consejo hijo... no dejes que nadie te humille por cambiarte de bando... eso es mucho más valiente, ya que te revelas contra todos sin importar nada... y espero que en un futuro quizá lejano nos volvamos a encontrar. –dijo Narcisa manteniéndose firme para su hijo.

-Yo también creo eso. –dijo finalmente con firmeza Draco mirando a sus padres. –y no les digo adiós, sino solamente hasta luego. –al decir esto les dio un último abrazo fuerte y dejándolos solos en el pequeño claro se retiró rumbo a su habitación a poder desahogar la pena que sentía.

Fin Flash Back.

Con pesadez movió su cuerpo quedando hecho un ovillo, mientras aparecía una manta sobre él. Ahora que mantenía en su vientre a una criatura que claramente era poderosa, desestabilizando su propia magia y aumentándola, podía hacer cosas como aparecer objetos o atraerlos con un accio sin problemas de tener que usar su varita.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos al rememorar sus recuerdos, pero ya no se permitía llorar, tenía que ser fuerte por su futuro heredero y por él mismo.

Con lentitud el sueño cayó sobre sus ojos plateados, cerrándolos y derramando finalmente las lágrimas retenidas.

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Lentamente abrió sus párpados revelando las hermosas esmeraldas verdes. Desde hace un tiempo que se sentía cansado, aunque de seguro no era por más que la Batalla Final vivida hace poco. Bueno hace poco no, ya había pasado un mes, pero seguía con la misma sensación.

Se puso de pie despacio, notando el profundo silencio de la casa en la que vivía ahora.

Cuando terminó la Batalla Final pasó dos semanas en San Mungo, limpiándose de todas las maldiciones recibidas a manos de Voldemort y luego de eso, al salir libre se dio cuenta de que ya no debía volver a la casa de los Dursley porque su vida no peligraba. Ya no había ningún Lord Voldemort que lo quisiera matar, no había locos Mortífagos que lo persiguieran. Había instaurado finalmente la paz en el Mundo Mágico por un buen tiempo.

Luego de eso decidió volver a la casa que fue de su padrino y que ahora le pertenecía por ley... el Grimmauld Place número doce.

Al entrar al sitio se había dado cuenta de que el lugar le traía muchos recuerdos, algunos dolorosos, como los de Sirius, pero también muchos alegres como las celebraciones por las batallas ganadas.

Un suave dolor de cabeza, que pronto dejaría de serlo, comenzó de nuevo y se sintió pesado, aunque ya se estaba acostumbrando a esa sensación que se repetía casi a diario por las mañanas.

-Dobby –gimió masajeándose las sienes con los largos y finos dedos. –por favor tráeme la poción que me dio Severus –pidió mientras se sentaba con cuidado en un hermoso sillón de piel que tenía. La casa estaba completamente remodelada, dándole un toque hogareño y cálido, que le recordaba levemente a la Sala Común de Gryffindor.

-Señor, aquí está la poción, señor. –dijo Dobby chillón mientras le daba en una bandeja la poción y un vaso.

El elfo le había pedido por favor que lo dejara vivir en su casa y cuidarlo, y Harry como siempre no se pudo negar a la súplica, así que terminó aceptando a pesar de los reclamos de Hermione, quién le exigió que le pagara sueldo y le diera días libres, Dobby no salía de la casa a no ser que él saliera, o lo obligara.

Con una mueca de asco terminó de tragarse la poción que le preparara Snape. Se preguntarán cómo era que tenía tanta confianza en él, para tomarse así como así una poción fabricada por él... fácil, el pocionista había demostrado había demostrado ser de confianza al defenderlo de un ataque sorpresa de Bellatrix Lestrange, y aunque no la logró matar, le salvó la vida al Chico de Oro. Además la otra razón de peso era que ese "profesor grasiento" como aún lo llamaba algunas veces Ron, terminó siendo la pareja de su querido tío Remus Lupin. Y por último, porque estaba dispuesto a tomarse cualquier cosa antes de aparecer por San Mungo y dejar que Hermione lo interrogara media hora mínimo y que luego de forma extraña terminara la noticia de sus dolores de cabeza en el diario El Profeta. Porque resulta que su querida amiga había descubierto su vocación de medibruja al estar en la guerra y llegó a trabajar de inmediato al hospital mágico. Y por otro lado, El Profeta y todos los periodistas del Mundo Mágico lo seguían de arriba abajo, por lo que al salir comúnmente utilizaba un hechizo que le enseñó Lupin y cambia un poco su forma física, siendo lo único alterado el color de su cabello por uno castaño claro y su cicatriz se borraba. Con solo hacer eso podía andar tranquilo por el Londres Mágico sin ser molestado.

Una sonrisa se enmarcó en sus labios. El dolor de cabeza había cesado, y la pesadez de a poco terminaba... definitivamente tendría que darle un regalo a Snape cuando lo viera. Aunque la expresión recelosa del Profesor de Pociones en el momento en que le pidió el favor, aún lo intrigaba.

Flash Back.

El despacho de Snape en la casa de Remus permanecía en la misma oscuridad que tenía en las mazmorras, solo que era imposible negar el toque hogareño impuesto por el Licántropo.

-Profesor –llamó Harry al entrar y no ver a nadie. Remus le había dicho que estaba allí, pero no lo veía. Hasta que lo vio salir del armario con ingredientes de pociones en sus manos.

-Potter –dijo con algo de asombro en la voz, a pesar de no demostrarlo en su rostro. "típico de Slytherin" pensó Harry -¿qué hace por acá?

-Bueno... profesor... yo quería pedirle un favor –dijo algo nervioso, y es que aún lograba eso en él. Ya se estaba empezando a parecer a Neville con tanto tartamudeo.

-Y dígame ¡Qué es lo que sucede? –preguntó con indiferencia mientras se sentaba tras el escritorio y aparecía una silla para Harry, quién aún no se acostumbraba al cambio de personalidad del que fuera una de las personas que más odiaba... y ahora era "casi" agradable, gracias a cierto hombre-lobo que lo controlaba.

-Lo que sucede es que últimamente no me he sentido muy bien –al ver la mueca de Snape de "acaso-me-ve-cara-de-medimago" se apresuró en agregar –pero no quiero ir a San Mungo, allá está Hermione y usted ya la conoce...

-Sí... Granger... –murmuró al recordar como vivió en carne propia las "atenciones" de la jovencita durante la guerra. –pero dígame Potter ¿Qué es lo que siente? Porque pueden ser restos de magia negra solamente.

-Bueno... cuando despierto por las mañanas me siento pesado y cansado... como si no hubiera dormido. Y al rato me comienza a dar un dolor de cabeza terrible. Solo se me quita cuando como algo, pero el problema es que me da aún más dolor de cabeza el solo oler la comida. –Severus Snape lo miraba fijamente como si de un momento a otro lo fuera a hacer desaparecer.

-¿Sólo eso? –murmuró sin expresión.

-Sí, eso creo... –dijo inseguro al ver esa mirada tan penetrante.

-¿No siente que la magia se escapa de usted?

-¿Qué se escapa?. –preguntó asombrado Harry. –no lo sé... nunca me he dado cuenta... cuando me siento mal el dolor es más fuerte y no me concentro mucho. –Severus lo siguió mirando como si quisiera ver a través de él. Se puso de pie repentinamente, para regresar con un par de botellas con una poción de color azul.

-Tómese esto Potter apenas empiece a dolerle la cabeza y si es capaz trate de sentir si su magia se escapa. Si llega a ser así, lo mejor es que vea a Granger y se deje revisar... podría ser algo más grave... o quizá no –susurró antes de darse vuelta y dejar de tomarle atención al ex alumno sentado a espaldas de él, dando por terminada la reunión.

-Gracias Profesor –dijo Harry tomando las botellas y saliendo de la habitación.

-Será lo que pienso... –fue lo último que escuchó Harry al cerrar la puerta.

-Harry, hasta que sales... toma, llévate estas galletitas que prepararon los elfos –dijo alegre Lupin dándole una cajita con galletas.

-Gracias –murmuró Harry como perdido. Sacó su varita y cambiando nuevamente su aspecto físico salió de la casa en silencio.

Fin Flash Back.

La situación continuaba igual, pero aún no se podía llegar a concentrar para darse cuenta de si la magia se le escapaba o no. Tampoco se atrevía a preguntarle a Snape que era lo que pensaba que podía tener. "vaya que valor de Gryffindor tengo" pensó desanimado.

-Señor. –chilló Dobby junto a Harry sobresaltándolo un poco. –la tina está lista señor.

-Gra-gracias Dobby... –murmuró poniéndose de pie. –ah, hoy no voy a tomar desayuno e la casa, así que si quieres puedes salir, o hacer lo que quieras. –dijo Harry mientras se dirigía al baño.

-Gracias amo joven señor Harry Potter. –dijo emocionado Dobby antes de desaparecer de la sala donde estaban.

-Merlín... definitivamente no va a cambiar. –susurró con una sonrisa Harry antes de entrar a la tina.

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-Amo... Amo Draco –dijo con algo de temor una elfina mientras trataba de despertar al joven que dormía profundamente.

-Grrr... solo un momento más –pidió el rubio dándose la vuelta en la cama.

-Señor, recuerde que el abogado viene hoy a hablar con usted.

-Mmmm... sí... me voy a levantar... pero primero prepara la tina por favor. –susurró con una sonrisa avergonzada. Últimamente dormía mucho, a diferencia de antes, que despertaba puntual a las seis de la mañana, ahora debían despertarlo, pensaba Draco mientras se volvía a cubrir con las mantas.

-De inmediato amo. –dijo la elfina desapareciendo. A los pocos minutos regresó con una bata en sus manos. –Está listo amo.

-Gracias. –murmuró Draco desperezándose como un gatito. –vaya cada vez me vas cambiando más. ¿No lo crees? –dijo con ternura acariciando su vientre. En el momento sintió la pequeña descarga de magia que hizo la criatura en su vientre. –veo que te divierte la situación. –se rió suavemente el rubio platinado dirigiéndose al baño.

Al cabo de un rato salió como nuevo sin rastros de sueño en su perfecto rostro. Con lentitud se vistió con una larga túnica vede oscuro, casi negro, que hacía contraste con su pálida piel. Era algo ajustada en el pecho y luego caía libremente, lo que le agradaba pues nadie se podría fijar mucho en su físico que cambiaba, vestido de esa forma.

Al quedar satisfecho con su imagen bajó a tomar desayuno. Había días en los que no quería comer nada y otros, como hoy, donde se podría comer cualquier cosa.

Al llegar al comedor imponente de la Mansión Malfoy se dio cuenta de la soledad en la que vivía, por eso prefería comer junto a los elfos que solo... aunque de seguro su padre se diera vueltas en su tumba.

Finalmente su padre había tenido razón y el Lord Oscuro los había asesinado una semana después de su traición. Afortunadamente su padrino Snape había logrado rescatar los cuerpos y darles la debida sepultura en el imponente Mausoleo de los Malfoy, en un lugar cercano a la mansión. Era la tradición enterrar allí a todo Malfoy, y pasar a ser parte de la protección de la mansión y una especie de guardián de la familia que siguiera con vida.

-Ahora que lo pienso –murmuró Draco comiéndose una tostada. –desde la celebración cuando... cuando Harr... Potter salió del hospital que no veo a mi padrino... –la sonrisa en sus labios desapareció quedándose en silencio. –supongo que si lo viera ahora se daría cuenta de ti y me interrogaría hasta el final y creo que no estoy preparado para eso. –dijo hablando con su hijo. En ese momento la magia de la mansión le avisó que el abogado estaba en la entrada a los terrenos de la Mansión Malfoy, y agitando sus dedos desactivó las trapas y maldiciones de seguridad dejándolo entrar.

-Estaré en el despacho –dijo poniéndose de pie y saliendo en dirección al despacho que alguna vez perteneció a todos sus antecesores Malfoy y que ahora le correspondía a él utilizar.

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hola!!! bueno, aquí está el primer capitulo... espero que les guste, y que me dejen rws para ver que tal...

besos a todas y todos (en caso de que lea algún hombre)

Atte. Piri-chan.anti-kikio